Los dos Príncipes. [part 2]

By ZairaLys1

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Después de muchas tormentas, llegó el arcoíris... o al menos eso creían. Harald y Adrien deberán luchar cont... More

➖Sinopsis➖
1. ➖ Paso a paso ➖
2.➖ Un nuevo comienzo ➖
3.➖Heredero, Gay.➖
4. ➖ Los cambios ➖
5. ➖ Déjame avanzar ➖
6. ➖ La música➖
7.➖ Errores ➖
8.➖Armonía➖
9. ➖ Guerra ➖
10.➖ Difamaciones ➖
11. ➖ Inseguridades ➖
12. ➖ El regreso a casa ➖
13.➖ Trabajo ➖
14.➖Rayos y color azul➖
15.➖ Encerrados ➖
16.➖ Oscuridad ➖
17.➖ Vivir el momento ➖
18. ➖ Deseo ➖
19.➖ Atrapados ➖
20. ➖ El sí➖
21.➖ Conflicto ➖
22.➖ Engaños ➖
23. ➖ Bizcocho ➖
24➖Recuerdos➖
25.➖ Reglas ➖
26➖ Obstáculos ➖
27.➖ Apoyar ➖
28.➖El mejor día➖
30.➖Paz 2/2➖
31. ➖El tiempo➖
32. ➖Sin ti➖
33.➖Contigo➖
34.➖Fin➖
✨Capítulo Especial✨
✨Especial de Navidad✨
➖DESPEDIDA ➖

29.➖ Paz 1/2 ➖

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By ZairaLys1

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

Adrien

Eso quiere decir qué, nos iremos solos.

Le entregué mi equipaje al guardia mientras escuchaba como Claudia, Gloria y Harald discutían.

¡Qué! ni de chiste. ¿estás bromeando? Seguro están bromeando. Ja ja. Si da risa.— dijo Claudia fingiendo una risa al final.

Caminé hacia Harald cuando vi que el equipaje ya estaba dentro del auto.

No es ni una broma. Me iré de vacaciones con mi esposo por un mes, no quiero que me llamen, tampoco que me escriban, no quiero guardias, quiero que mi correo esté vacío, no quiero saber absolutamente nada de trabajo hasta dentro de un mes, ¿entendido?— siguió hablando Harald de esa forma que hace que mi cuerpo se estremezca.

Llegué hasta él y tomé su mano entrelazándola con la mía mientras me recostaba en su hombro. La sonrisa que llevaba ahora mismo le molestaba a Gloria y a Claudia.

Ja. Si, claro. Casi caigo ¡eh!— Claudia se puso nerviosa.— ¿Dónde está Harald? Tú, ¿qué hiciste con la alteza real?— me dijo a mí mientras me señalaba como si estuviera a punto de quebrarme todos mis huesos.

¿Qué hice? Me casé con él.— dije mientras sonreía tranquilamente provocando la furia.

Juré que podía haber visto salir humo de la cabeza de Claudia y de Gloria.

Gira. Álbum. Firmas. Entrevistas. Fotografías. ¿Recuerdas eso?— me preguntó Gloria mientras apuntaba hacia su tableta.

Lo haré cuando regrese, tal vez consiga inspiración mientras esté de vacaciones, tienes que ver el lado positivo de las cosas, Gloria.

Gloria resopló.
Claudia dio un paso al frente.

Los dos, están en peligro, no puedo dejar que se vayan dentro de un mes sin supervisión, está en contra de las reglas, es mi deber protegerlos.

Claudia jamás se había separado por tanto tiempo de Harald. Suele cuidarlo de pies a cabeza todo el tiempo, desde que nació, Claudia ha estado al pendiente de Harald.

La única persona que sabe a dónde vamos, eres tú, así que de ti depende que no tengamos ningún solo inconveniente— le respondió Harald con el mismo tono de ella.

A veces los dos me suelen asustar.

De acuerdo, de acuerdo. ¿no quieren guardias? Bien, seré lo más sigilosa posible, rentaré un lugar cerca, no me verán a lo largo de ese mes, seré un fantasma.

—Sabes que puedes vigilarme estando en el palacio, así que no es necesario que viajes.

No entendía cómo podría vigilarnos sin estar cerca de nosotros.

Claudia resopló.

Si mueres, voy a revivirte solo para matarte yo misma.

Yo también te voy a extrañar, Claudia.

Reí, pero dejé de hacerlo cuando Claudia me dio una cara asesina antes de acercarse a los guardias para darles las instrucciones.

Esto lo hablamos con Harald ayer por la noche. No quiso decirme a dónde íbamos, pero me dijo que empacara ropa para el calor, también me dijo que era algo lejano y fuera de la ciudad, así que había una pequeña posibilidad de que no necesitásemos guardias. La idea al principio me pareció un poco arriesgada, pero luego él me explicó que no habría de qué preocuparse, ya que estaremos absolutamente solos. Y, conociendo cómo es Harald de sobre protector, lo de "solos" debe ser cierto. Si no, estoy seguro que Harald hubiera mandado unos veinte guardias con nosotros. O más... si, muchos más.

En todo caso, estoy muy emocionado, creo que jamás había estado tan emocionado como ahora, y estas doce horas de vuelo me mataron. No sabía que era tan lejos, esa parte se le olvidó a Harald comentármela, me quejé con él por más de una hora hasta quedarme dormido profundamente en su hombro. Luego me desperté para cenar, porque si, el cambio de horario era increíblemente notorio. Harald me contó que ha estado planeando este viaje durante más de dos meses, porque por supuesto él quiere que salga todo perfecto... y sorprenderme también, yo le dije que el sexo en nuestra habitación tampoco sonaba tan mal.

Harald sabía que mi paciencia no duraría tanto, así que me había empacado unos cuantos plumones y algunas hojas. Me quejé con él pero al final accedí a dibujar mientras él me molestaba de fondo con repetir la palabra esposo cada cinco segundos. ¿cada cinco segundos? Si. Cada cinco segundos.

Yo me vengué, lo provoqué durante más de una hora, pero él mantuvo sus ganas de cargarme hasta el baño para hacerlo. O aquí mismo en los asientos, ya que estábamos solos.

Después de eso, me había quedado dormido, hasta que me despertó porque ya habíamos llegado. Y mi emoción había aumentado cuando vi el mar desde lo más alto, hace tanto tiempo que no visitaba el mar, y el calor, bueno, el calor estaba quemándome por completo.

Me puse mis lentes de sol y noté que nuestras maletas las estaban trasladando a un helicóptero.

¿Por qué?— le pregunté.

Porque es la única forma de llegar a nuestro destino.— me dijo entrelazando nuestras manos para después guiarme hacia el helicóptero.

Fueron unos treinta minutos de viaje.
Me iba a quejar, pero luego me quedé callado cuando vi a dónde nos dirigíamos.

Desde arriba se miraba pequeña, pero estoy seguro que esa isla es enorme. Estaba solitaria, era la única isla en medio del mar, un gran muelle de madera era acompañada, en ese muelle había dos yates, uno pequeño, bueno... "pequeño", y uno increíblemente enorme, donde estoy seguro que caben unas cincuenta personas sobrando espacio. Si, es impresionante, pero lo que me impactó, fue la mansión que estaba en medio de la isla rodeada de unas grandes albercas. No, esperen, ¿ese es un castillo? Estoy seguro que es un castillo, sí que tiene la forma de un castillo, no es tan grande como el palacio, pero tampoco tan pequeño como para solo llamarle mansión.  Es de color blanca con un techado naranja apagado, miles de flores a su alrededor, ventanales enormes con muchos balcones. Es hermosa.

Y cuando aterrizamos encima del castillo, porque ahí estaba la plataforma de aparcamiento del helicóptero, me pude dar cuenta de lo enorme que es esta isla. Miré desde esta altura a mi alrededor en lo que Harald se despedía de los guardias que nos trajeron hasta aquí. Había un mini golf, lo podía ver a lo lejos. El césped está más cuidado que mi propia vida, y sin hablar del jardín de flores a mi izquierda, o esas palmeras enormes rodear esa fuente. Todo aquí está más cuidado que mi propia vida. Esas horas de vuelo valieron la pena.

Rodeó mi cintura con su brazo.

¿Te gusta?

Lo miré. Tenía esa ilusión en sus ojos.

No sé por qué me preguntas eso.

Rio y me abrazó.

Porque es tuya.

Abrí mis ojos sorprendido, lo empujé un poco de sus hombros para que me mirara.

¿Qué? espera... ¿qué? espera... ¡pensé que esto era un hotel! No, peor aún, ¿cómo que esto es mío?

El rio mientras me miraba con ternura.

Es tú regalo de bodas.— abrí mi boca sorprendido. Harald rio mientras me abrazaba por detrás haciendo que mirara de nuevo el jardín.— pensé en que tal vez podríamos venir aquí a pasar nuestras vacaciones juntos, estamos solos aquí, no habrá nada que nos interrumpa, ni una sola cámara, ni una sola persona. Solo nosotros dos, y claro, elegí la del jardín enorme para que nuestros hijos tengan la libertad de jugar.

Me giré para mirarlo de nuevo. Lo abracé de inmediato rodeando mis brazos en su cuello, él recibió mi abrazo segundos después. 

¿Cómo... cómo pudiste haber comprado esto? Estás loco.

—¿No te gusta? Puedo comprarte otra...

Reí.

Cállate y abrázame más fuerte.

Lo hizo.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

Nuestra casa. Nuestro hogar. Eso se escucha tan bien. Poder decir nuestro para todo. Nuestra habitación, nuestra cocina, nuestra cama, todo es de los dos, es como lo que había soñado alguna vez, vivir en una "casa", bueno... al menos una a la que no se parezca al palacio.

Tener nuestras propias cosas y caminar por las habitaciones sin tener que toparnos con algún guardia. Vivir como si fuéramos normales, vivir como si nuestra única preocupación fuera desayunar juntos, ir temprano al trabajo, desearle suerte mientras le acomodo su corbata, luego regresamos los dos juntos para cenar, nos preguntamos cómo nos fue en nuestros días, decimos las cosas malas, las cosas buenas, las graciosas, y nos quedamos profundamente dormidos abrazados el uno al otro.

Y así toda la vida.

La misma rutina de siempre. Todo igual. A veces, suelo pensar que esa vida sería una en la que los dos podríamos vivir tranquilamente, y tal vez la deseo con todas mis ansias, tal vez sueño con qué algún día podríamos vivir de esa manera, y me pone feliz, tener esa pequeña ilusión. Pero... por mas que la desee, por más que quiera tener esta tranquilidad, no puedo aceptarla. Porque la vida que estoy teniendo ahora mismo con él, es en la que quiero estar. Y tal vez no sea tranquila, tal vez nuestra única preocupación en la vida no sea llegar temprano al trabajo, pero, me gusta, me gusta porque está él, y si está él, me quedaré, es lo único que necesito.

Guau, ¿la personalizaste a nuestro gusto?— dije, porque había decoraciones por las cuales podría decir que en esta casa hemos vivido toda nuestra vida y por eso están todos esos toques que nos identifican.

No todo, los dos salones si están decorados, la cocina, y los seis sanitarios. Lo demás no. Quería que poco a poco fuéramos construyendo nuestro hogar, así que siéntete libre de hacer lo que quieras hacerle, oh... también hay un espacio en el tercer nivel donde hay un salón completamente vacío, ese puede ser donde esté tu música, es lo suficientemente grande como para que puedas colocar un estudio, está diseñado ya de esa manera, pero no hay nada, ya que pensaba que querrías arreglarlo tú... oh... y más a la izquierda, está mi oficina, un poco lejos para que los dos tengamos nuestro espacio. Sé que es una casa de vacaciones y no estaremos mucho tiempo aquí, pero me hacía ilusión que los dos tengamos nuestro propio hogar, lo sintamos nuestro mientras descansamos, así... podremos sentirlo... cómodo... tranquilo... nuestro... ¿si te gusta? Te quedaste callado... ¿o no te agrada algo? ¿quieres que...?

Lo besé para callarlo. Sonrió dentro del beso. Mi cintura ya era domada por él. Y una leve presión provocada en nuestros labios sucedió antes de separarnos.

Me gusta, gracias.— le dije. Y sus ojos brillaron de nuevo.

Me levantó haciendo que mis piernas se enrollaran en su cintura. Y empezó a caminar rumbo a las escaleras

Espera... ¿A dónde vamos?

—A nuestra habitación, hoy empieza nuestra luna de miel.

¿Qué? no... tengo sueño, estoy cansado, y quiero... quiero dormir.

Entramos a lo que se supone que es nuestra habitación. La madera resaltaba bastante en algunas partes de esta misma, había una chimenea con fuego artificial. Era moderna y pequeña a comparación de la del palacio, pero era hermosa, y no estaba tan decorada, solo estaba una enorme cama con dos mesitas de noche, una televisión en la pared, una puerta del closet, y otra puerta que supuse que era el baño. Y un aire acondicionado justo por encima de nuestra cama.

Harald me acostó en la cama colocándose encima de mi regazo mientras se quitaba la camisa sin dejar de verme.

Harald...

—Solo descansaremos, pero tenía calor.— dijo tirando su camisa hacia algún lado de la habitación.

¿Y tenías que quitártela estando encima de mí?

—Tal vez podría provocarte.

Y si lo hizo. Pero no lo dije. Solo lo empujé haciendo que se recostara en la cama. E hice lo mismo después de ponerme cómodo. Entonces nos quedamos dormidos por unas largas horas.

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 * ゚☆ 。

Cuando teníamos unos minutos de tranquilidad, siempre algo ocurría, nos interrumpía y todo se volvía tan estresante. Los momentos de tranquilidad, la mayor parte del tiempo, eran por las noches, porque solo estábamos nosotros dos, podíamos hacer lo que quisiéramos ya que no somos perseguidos en nuestro descanso, pero la mayor parte del tiempo teníamos sexo, así que no era tan tranquilo... era más... agotador y... excitante. No todas las veces, claro, algunos días solo dormíamos, porque ni uno de los dos tenía esas fuerzas para tener sexo por toda la noche.

Y ahora, ahora se siente como si tuviéramos ese momento de tranquilidad por los días y por las noches.

Sonreí cuando lo escuché bajar de las escaleras mientras bostezaba.  Me giré para verlo después de terminar de servir el desayuno.

Esto es de lo que hablaba. Verlo, escucharlo desde nuestra propia casa, sentir su aroma mañanero. Admirar su cabello despeinado, su pecho al descubierto, sus pantalones cortos, sus pies descalzos y su sonrisa. Si. Su sonrisa resplandeciente.

¿Qué es lo que huele tan bien?— dijo con su voz mañanera.

Reí cuando había llegado hacia mí empezando a besar mi cuello con pequeños besos.

Estoy seguro que ahí no encontrarás tu desayuno.

Harald se separó después de darme un último beso en mi mejilla, y miró la comida que había puesto sobre la mesa.

—¿Y este festín? Tengo tanta hambre.

—Lo supuse, ayer no almorzaste ni cenaste.— se sentó empezando a merendar.

—¿Cómo pudo darte tiempo de hacer todo esto? ¿Te levantaste temprano?

—No, me levanté hace una hora... creo.— me senté en la silla de al lado.

Abrió los ojos como si hubiera recordado algo.

—¡Nuestra noche de bodas! Nos quedamos dormidos.

Reí limpiando con un pañuelo las migajas de pan de su mejilla.

—Está bien, tenemos todo un mes.

—No hemos tenido sexo siendo esposos, hay que hacerlo ahora.— dijo tratando de levantarse muy seguro, pero lo detuve sentándolo de nuevo.

—Desayuna primero, luego podremos ir en el yate y tener sexo en medio del mar mientras los tiburones nos miran.

—Bien, serán los testigos de nuestro amor.

—Ay por favor, no lo llames de esa manera.

Rio para después tomar de su café.

Desayunamos los dos juntos mientras lo escuchaba hablar de las cosas que tenía planeadas para este mes. Y eran bastantes.

Desayunar juntos sin tener a Claudia al lado repitiéndole a Harald lo que tenía que hacer en este día. Desayunar juntos sin tener a mi disquera detrás de mi espalda exigiéndome que siguiera componiendo. ¿Esto es algún tipo de sueño? Por favor que nadie me despierte.

Hablamos durante horas en el desayuno, nos tomamos nuestro tiempo para desayunar, bueno, al menos Harald era el que hablaba, yo solo lo observaba, porque lucía resplandeciente. Y verlo desayunar sin un traje puesto y con su cabello desordenado era la imagen mas preciosa que pudieron haberme entregado.

Puedo estar de esta manera por días.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
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—¡Me da miedo el agua! ¿Vale?

—¿Crees que te conocí ayer? ¡A ti te encanta el agua!

Vi como Harald me esperaba dentro de la alberca. Parado en medio de ella con sus lentes de sol puestos y casi desnudo. Había unas cuantas pelotas inflables alrededor, música a mi derecha, comida a mi izquierda, y yo sentado en la orilla de la alberca mojando solo mis pies.

No le tengo miedo al agua. Menos a una alberca donde hay un guapo heredero esperando a por mí. Pero, hace un momento... cuando estaba poniéndome bloqueador solar, recordé lo que tenía en mi cuerpo, en mi cintura más que todo, y tal vez también en mi espalda, no estoy seguro ahora. Por eso no quería entrar a la alberca, porque significa que tengo que quitarme la camisa, y si llego a mojarme con todo y ropa, tengo miedo a que se revele algo.

Aunque, ahora que lo pienso... tal vez deba de contarle ese pequeño problema a Harald con mi inseguridad reflejada en esas cicatrices.

Pero... tengo miedo. Porque sé que son asquerosas, y que probablemente me hagan ver repugnante. Vamos, esas cicatrices solo traen recuerdos dolorosos, y no quiero arruinar nuestra luna de miel de esta manera.

Me abracé a mí mismo pensando en que hacer.

Hey, ¿qué pasa?

Me sorprendí al ver a Harald ya a mi lado. Salió de la alberca y se sentó haciendo que me mojara solo un poco.

Oh... solo... tal vez necesito ir al sanitario un momento...— quise levantarme, pero él no me dejó.

Lo miré. Su expresión me decía que le dejara de mentir. Suspiré viendo hacia otro lado. Me abracé de nuevo.

Tengo... algo que...

—¿Te sientes mal?— me interrumpió.

—No, no es eso... es solo que...— resoplé al ver que no podía decírselo.— esto es tan absurdo y difícil.

—Por favor, dime.— tomó mi mano con fuerza.

—Tengo... tengo algo en mi cuerpo que... no me gusta y es horrible... entonces solo... es mejor que no... solo... solo no quiero meterme a la alberca.

—¿Qué es lo que no te gusta?

—Y esa es la parte complicada... solo déjalo así, ¿quieres que comamos...?

—Adrien, dime.— me interrumpió.

Suspiré.

—¿Recuerdas cuando te dije que no me quitaras la camisa?

—Si.

—Bien. Es por eso.

—Adrien, pensé que ya habíamos hablado sobre tu peso... además, ahora mismo tu cuerpo está delgado, y sea como sea que esté, no importa, porque seguirá provocándome, aunque bueno, tienes que saber que la apariencia físic...

—Harald, no es el peso.— lo interrumpí con una tierna sonrisa.— aunque, fue bueno escucharlo.

Él sonrió mientras me daba un beso en mi mejilla. Pero rápidamente su sonrisa se desvaneció.

—¿Entonces?

Respiré profundamente ahora más confiado luego de escuchar sus palabras. Tomé el final de mi camisa, y la levanté, pero solo lo suficiente para que pudiera ver una parte. Miré hacia el lado contrario no queriendo ver su expresión.

Pero me giré, porque había sentido su tacto con sus manos mojadas.

—Ya las había visto.

Sonrió mientras seguía dándome esos suaves toques por mi cintura.

Me sorprendí,

—¿Qué? ¿Cómo que ya las habías visto?

—Bueno... fue cuando estuviste en el hospital... esas dos veces, te desvestí para ponerte la bata médica...

Dejé la camisa donde estaba antes y lo miré ahora más sorprendido que nunca.

—¿Qué me desvestiste? ¡¿Me desnudaste en el hospital?!

—No podía dejar que alguien más te viera desnudo... hubieras visto los ojos del enfermero... sabía que tenía otras intenciones.— cruzó los brazos.

—¡Y lo hiciste por celos!

—De todas formas, te tenían que poner la bata médica, yo les hice el favor.

—Esto es increíble.— dije mirando hacia otro lado.

Escuché su risa de fondo. Sentí su toque ahora en mis hombros, me recostó en el suelo con mucho cuidado de no lastimarme, y su cuerpo ya hacía encima de mí.

—¿Qué haces?— dije nervioso cuando su rostro estaba tan cerca de mi cadera.

—¿Sabes a qué me recuerdan esas cicatrices?— dijo subiendo mi camisa poco a poco.

—¿A ese infierno?

—No.— dijo rápidamente.

Besó mi cintura. Alguna cicatriz. Sus labios estaban ahí. En mi cuerpo. Besando lo que más me dolía. La parte que menos me gustaba, él lo hacía ver perfecto.

Mordí mi labio inferior reteniendo mis ganas de sacar algún sonido raro.

—Recuerdo el día que me dijiste que imaginabas rayos y color azul a nuestro alrededor. Esta cicatriz.— besó una parte de mi torso.— esta se parece bastante a un rayo. Bueno... todas estas también.— empezó a dar pequeños besos por todo mi torso y cintura haciéndome reír.

Lo tomé de su rostro y lo atraje hacia el mío para besarlo en los labios, y como empezó a bajar sus manos hasta llegar un poco más debajo de mis caderas, lo empujé hacia la alberca, pero él no me soltó haciendo que los dos cayéramos hacia la alberca.

Subí a la superficie.

—¡Casi nos ahogas!

—Ya... no iba a dejar que eso pasara.— me acorraló hacia una esquina de la piscina, empezando a besar mi cuello.

Sus manos estaban apretando mis glúteos con firmeza. Luego fue adentrándose poco a poco dentro de mi ropa haciendo contacto de piel con piel.

—¿Aquí en la alberca?— le pregunté.

—No podré aguantar por mucho tiempo más.

Bajó mi ropa por completo quedando desnudo de la parte de abajo. Sus dedos ya estaban dentro de mí, nuestras lenguas jugaban, nuestras respiraciones eran exaltadas, y la poca ropa que nos quedaba por quitárnoslo, nos estaba estorbando en todos los casos.

Metí mi mano dentro de la ropa de Harald, tocando sin ningún tipo de gentileza su miembro. Y cuando sintió mi contacto frío, se estremeció mientras gemía en mi oído. Sonreí porque seguía con mis deseos de tener esa melodía en un disco. O solo... en algún audio...

Me giró haciendo que le diera la espalda. Empezó a succionar una parte de mi cuello, y en la de mis hombros dejando esas marcas que me encantaba llevar en mi cuerpo. Lamentaba que esas marcas no fueran para toda la vida, pero con la fuerza que lo está haciendo ahora, solo espero que dure unas dos semanas más. Aunque bueno, supongo que tendré nuevas marcas por todo mi cuerpo todos los días.

Presionó su miembro en mis glúteos sin meterlo. Solo subía y bajaba. Sabía que me estaba provocando, pero entre los dos sabemos que al que más daño le hace es a él.

Tomó mis manos y las subió para sostenerme fuera de la alberca. Encerrándome y presionándome contra esta misma.

—Voy a meterlo ahora.— me avisó.

—Es lo que estoy esperando.

Y lo metió profundamente. Mis ojos estaban nublados por el anhelo desenfrenado. Se aferró a mi cuerpo con toda la presión que tenía en ese momento. Sujeté sus manos con tanta fuerza que se habían puesto rojas de la presión. Su boca rozaba mi oreja hasta llegar a la parte de atrás de mi cuello, dejando pequeñas marcas mojadas de sus labios.

Me embestía con fuerza, pero me trataba como si fuera el objeto más delicado del universo.

Más. Más. Un poco más. Se sentía tan dolorosamente bien.

Tenerlo para mí y solo para mí. De esta forma. Ahora mismo detrás mío mientras me repetía lo mucho que me amaba.

Mi esposo. Me ama.

El chico con el que una vez soñé. Me ama.

Había terminado dentro de mí cuando le dije que yo también. Yo también lo amaba.

—Y amo también este anillo tan brillante. 

Rio antes de empezarme a embestir de nuevo.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

2 semanas después.

—¡Dónde está el amor de mi vida!

—No lo sé, ¿lo empacaste?

Me dio una cara asesina. Reí llegando hasta él para besar sus labios.

Miré las bolsas que tenía en sus manos.

—¿Y eso?

—¡Es un mapa! Y una brújula... y una linterna. ¿Sabes lo que significa?

—¿Quieres que seamos piratas?

—Y qué, vayamos a este lugar.— Harald dejó las bolsas encima de la mesa. Sacó el mapa que no era tan grande, y lo extendió por encima de la mesa haciendo a un lado los platos de la cena que teníamos que lavar después.— es un lugar hermoso, hay una cascada y un río cristalino.— señaló una parte del mapa donde estaba encerrado en un círculo de color negro.

—Suena genial, pero, ¿sabes leer un mapa?

Se quedó pensando un poco.

—Claro que si...— le alcé una ceja y crucé mis brazos.— ¡sí puedo hacerlo!

—No es por desconfiar de sus habilidades, señor pirata, pero, esto solo suena a que nos meteremos en problemas, y yo quiero vivir un poco más.

Se acercó a mí lentamente mientras me acorralaba sobre la mesa.

—¿Desde cuándo cambiaste tanto? ¿Adrien preocupado por meterse en problemas? ¿Qué hiciste con mi esposo que solo le gustaba estar todo el tiempo en problemas?

Rodé los ojos empujándolo de los hombros para que me dejara salir.

—¿Y a ti desde cuando te gusta meterte en problemas? ¿No querías protegerme y encerrarme en una burbuja?

—Encerrarte en una burbuja cuando teníamos que separarnos por nuestro trabajo. Pero cuando estás conmigo, puedo protegerte yo mismo.

Resoplé.

—Puedo protegerme a mí mismo.

—Claro, cariño, no lo dudo.— sonrió.

—¡Lo estás dudando!

—No estoy diciendo eso.

—Lo dice en tu rostro.

—Amo que puedas saber lo que pienso con solo mirarme. Pero esta vez fallaste.

—¡Lo estás haciendo de nuevo! Idiota, no iremos a ninguna parte.— caminé hacia el salón.— ¡y no prepararé el desayuno! ¡así que, vete preparándolo tú! ¡Y no quiero fruta!

Escuché su risa de fondo.

—¡En estos momentos quisiera pedir a domicilio!

—¡No quemes la cocina!

—¡¿No me ayudarás a lavar los platos?!

—¡Yo cocino, tú lavas!

—¡Me dejas lo más difícil!

—¿¡Qué no ves que estoy embarazado!? ¡déjame descansar!

—¡Deja de meter la excusa de embarazado cuando hay que lavar los platos!

—¡Deja de quejarte y haz el desayuno! ¡Tienes que alimentar a dos personas!

—Cariño...— su tono de voz había bajado.

—¿Y ahora qué?

—No sé encender la estufa...

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

Tomé una palomita y se la di directamente en su boca mientras mi mirada seguía al pendiente de la película. La noche había caído, Harald no había parado de repetirme lo de la salida en todo el día, le dije las una y mil formas de morir si llegábamos a perdernos. Y él me repetía las una y mil formas de la diversión que tendríamos.

Pensé que la distracción serviría para que se le olvidara la idea, como el sexo, por ejemplo, pero al parecer eso no fue ningún impedimento en lo absoluto. Entonces pensé en otra cosa donde si o si tiene que estar callado. Una película. Y le dije que eligiera él, para que la distracción sea más efectiva.

Pero eligió la de "Piratas del Caribe".

De todas formas, al parecer si le estaba gustando, ya que ha estado cayado, pero gracias a las palomitas.

Estamos en el salón principal. Los dos en medio de la oscuridad, donde lo único que alumbraba esta noche era la televisión y el reflejo de la luna del gran ventanal que daba hacia la alberca. Estaba sentado en sus piernas, había tanto espacio, pero nada es más cómodo que estar en medio del regazo de Harald. Recostado en su pecho mientras me abrazaba y yo le daba palomitas cada vez que quería hablar.

—Creo que tengo un crush con Jack Sparrow.

—Ya... yo también.— le respondí dándole otra palomita.

—¿Y si me visto de pirata y...?— le di otra palomita.

—Mira la película.

—Pero sería divertido que los dos...— otra palomita.— déjame terminar la oración.

—Harald, es muy peligroso, por favor, deja de insistir con eso.

—¿Qué tal si lo intentamos? Y si no hay forma de saber dónde está, solo regresamos sin apartarnos mucho de nuestra isla, ¿te parece bien así?

Suspiré y lo miré.

—No hay forma de que te rindas, ¿verdad?

—Nop.

—Bien, iremos mañana por la mañana.

Sonrió y me recostó en el sofá empezando a besar todo mi rostro haciendo que las palomitas se regaran por todas partes. Se separó y miró el desastre.

Lo miré, él ya sabía lo que iba a decir.

—Si... yo lo limpiaré.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

—¿Todo listo?— me dijo mientras subía en el yate más pequeño.

—¿Estás seguro que puedes leer ese mapa?— subí los refrigerios que había preparado por si en dado caso nos daba hambre, y también la ropa de repuesto.

—¿Dudas de tu esposo?

—En este preciso momento, si. 

Harald sonrió y me ayudó a subirme al yate.

No es tan pequeño, en realidad, para mí, es grande, ya que tiene tres pisos. Pero es que si lo comparamos con el que está a nuestro lado, el que tiene cuatro pisos y un jacuzzi, este yate se queda cortísimo. Pero, no podíamos ir en el grande, ya que es más difícil de manejar, y no estamos en la posición de que todo se vuelva difícil mientras estamos parados en medio del mar, sin señal, sin vida, sin comida, sin absolutamente nada. Este yate es más "fácil", tiene algunos asientos en la parte de adelante, arriba está un pequeño espacio para el que conducirá, y abajo, hay una pequeña recamará, donde se encuentra nuestra cama.

Espero que no tengamos que utilizarla. Al menos no para dormir en medio del mar.

No le tengo miedo al mar, pero es que de noche se ve... muy poderoso... ok, tal vez de noche si le tenga un poco de miedo.

—Creo que me estoy arrepintiendo.— dije cuando Harald ya había arrancado y empezado a manejar.

Él estaba de pie mientras conducía, así que me recosté en el asiento que estaba un poco más atrás, estirando todo mi cuerpo esperando a que nada malo pasase.

Se giró solo un poco y me sonrió antes de volver su vista al frente.

—Ya es demasiado tarde para arrepentirse.

Miré desde este punto el cuerpo de Harald. Llevaba una camisa sin mangas, tan abierta que podía ver su torso, pantalones cortos, sus lentes de sol. Y creo que me estoy enamorando de nuevo.

—¿Si me duermo puedo confiar en que no estaremos perdidos?

—Por supuesto.

—Bien. Mantente vivo.

—Trataré.

Y me quedé dormido. Un error mío quizás. ¿dejar a un heredero controlar un mapa? Claro, ¿y por qué no? De todas formas, él mismo lo dijo, ya es demasiado tarde para arrepentirse.

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

/Autora
Se los come un tiburón. Fin.

A mí si me da miedo el mar, sea de día o de noche. Solo llego a mojarme mis pies. ¿Y a ustedes?

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