•Nunca sabrás qué clase de psicópata uno tiene sentado a su lado
Nunca sabrás qué asesino tienes sentado a tu lado
Pensarás: ¿Cómo llegué hasta aquí, sentado a su lado?
Pero después de todo lo que dije, por favor, no te olvides...
El laboratorio de Hawkins era famoso por distintas cosas.
Entre ellas los distintos experimentos que estaban ahí.
Si bien era un infierno, los que trabajan ahí intentaban calmarlo todo.
Pero eran solo eso...
Intentos.
La increíble rapidez de número 016 era impresionante, pero no para este momento en especial.
Era su quinto intento por escapar de aquel asqueroso laboratorio, lamentable volvieron a atraparla de nuevo.
Su cuerpo golpeó contra el frío suelo, la fina línea de sangre salía por su nariz, cansada giró su cabeza hacia su captor.
El Doctor Brenner se fue materializando junto con aquel rubio que era tan platónico para ella.
— Nadie sale de aquí si yo lo decido. — Hablo Brenner. — Castíguenla. — Terminó con simpleza.
Un fuerte grito salió de ella, al igual que una aura negra, que eran sus poderes.
Pero estaba bastante cansada como para seguir luchando.
De nuevo fue tomada por los guardias, los cuales entre risas la aventaron sin ningún tipo de cuidado en aquel cuarto frío y oscuro.
— Por favor... — Hablo suplicante.
Una carcajada fue escuchada y lo último que vio fue como azotaban la puerta para dejarla de nuevo ahí.
Se sentía sola y el frío comenzaba a sentirse, sabía lo que se aproximaba porque ese cuarto no era normal.
Era de temperatura.
El frío era su mayor debilidad, o eso ella creía, ya que cada vez que lo sentía, sus defensas caían.
— Felicidades 016, serás nuevamente torturada hasta que dejes de intentar salir de aquí. — La voz de Brenner se escuchó en los parlantes de la habitación.
La temperatura iba bajando, su cuerpo comenzaba a dormirse, se talló así misma en intento de buscar calor, pero era inútil.
Lentamente estaba sucumbiendo a los efectos de las bajas temperaturas.
Es momento de la verdad... Tu me creaste....
Sus ojos se abrieron de golpe, inhaló fuertemente en cuando sintió el aire fresco.
Se levantó de golpe y miró sus manos, las cuales seguían negras, siempre habían sido negras, a excepción de que líneas que interpretaban el "quebrarse" eran bastantemente notables.
— Despertaste... — Una voz conocida se hizo presente en la enfermería.
Giró su cabeza de golpe y notó que era aquel rubio de ojos azules que tanto le gustaba.
— Peter. — Lo mire seriamente.
El rubio se acercó a ella, notando que todo estuviera correctamente.
— Que bueno que estas bien, es momento de irnos... — Hablo suavemente.
Su sonrisa me seguía hipnotizando, era el más bello ángel que jamás había visto.
— Quédate conmigo... — Hablé sin pensar.
El rubio me dedico una hermosa sonrisa, mis mejillas se sintieron cálidas.
— Solo unos minutos, después tenemos que irnos. — Dijo sentándose alado de ella.
Sus dedos se acercaron lentamente al rostro del rubio, creyó por un momento que al contrario le iba a molestar pero se sorprendió al notar que el rubio tocó su mano con suavidad.
— Me encanta cruzar la línea. ¿Sabías?. — Dijo levantándose a cerrar la puerta.
El rubio la miro desconcertado, de nuevo se sentó alado de el, el rubio parecía buscar una respuesta.
Colocó su mano de nuevo en su cara, Peter volvió a tocar su mano con suavidad.
— ¿No odias mi tacto? — Pregunté acercando nuestros rostros.
Peter negó.
— De hecho, es agradable... — Dijo rozando su nariz con la mía.
Ambos cerramos los ojos, nuestras respiraciones chocaban suavemente.
— Mis hermanos dicen que mis manos dan asco... — Mencione triste.
— Entonces les da asco el poder... — Hablo con seguridad.
Abrí los ojos y su mirada estaba sobre mis labios, dudaba sobre hacer lo siguiente, ya que nos llevábamos cierta edad.
Cinco años para ser exactos.
Seguí mis impulsos y estampé mis labios con los suyos, eran suaves y fríos, pero me agradaba el contacto.
Me separé esperando su rechazo pero lo que hizo me sorprendió.
Junto nuevamente nuestros labios, esta vez pudo corresponder como me lo imaginé.
Un suave suspiro salió de ambos, aún con nuestras frentes pegadas el hablo.
— Quiero ayudarte a salir de aquí... — Hablo suavemente.
— Ya lo intente cinco veces, supongo que tengo que resignarme... — Hablé con tristeza.
El negó.
— Debes ser libre... Eres más fuerte de lo que crees. — Me sonrió.
— No parezco serlo... — Hablé de nuevo.
Él tomó mis manos entre las suyas, besó suavemente mis manos.
Le quite mis manos con miedo.
— ¿No te da asco? — Pregunté al ver que besó mis manos.
De nuevo las tomó entre las suyas, con su dedo índice siguió cada linea que tenía entre ellas.
— Son preciosas. Son únicas. — Volvió a besarlas.
Sonreí ante eso, estaba bastante acostumbrada a que todos me miraran con asco por esto.
Eran parte de mi poder, ya que salía una sombra de mis manos, podía controlar la voluntad de las personas.
A excepción de los del laboratorio, ya que todos tenían un brazalete el cual nunca se podían quitar, ese brazalete era inmune a mi poder.
Mire con tristeza el brazalete que Peter tenía, recordé que seguía siendo peligrosa para el.
— Lo siento... — Hablé señalando el brazalete.
El soltó una suave risa y negó.
— No te disculpes por algo que no puedes controlar, al final yo también estoy atrapado con los poderes... — Me respondió.
Lo mire confusa, no entendía a lo que se refería con "Atrapado con los poderes".
Me desperté ante el parpadeo de las luces, el cual era bastante molesto para mi vista.
Mire el reloj y noté que era tarde, castigo seguro tenia.
Abrí la puerta para salir al exterior pero lo que me sorprendió era que todo el laboratorio parpadeaban las luces, creo que solo era en mi cuarto.
Camine lentamente hacia la sala arcoíris, en donde casi me desmayo al notar que los cuerpos de mis hermanos se encontraban sin ojos.
Tape mi boca evitando que saliera un fuerte grito, Peter, quien estaba atrás de mi, salió de mi lado.
— No debías despertar en este momento. — hablo con molestia.
Lo mire confusa.
— ¿Hiciste esto tú? — Pregunté hacia el.
El cual estaba manchado de sangre por toda la ropa, tomó suavemente mi mano y señaló el brazalete con ella.
— Ya no tendrás restricciones... — Hablo arrancándoselo, dejando una notable marca en el.
Lo mire sorprendida.
— ¿Puedo hacer lo que quiera? — Respondí ignorando lo que pasaba a mi alrededor.
Peter asintió, su mirada malvada me volvía loca, me hipnotizaba.
Aquel humo que era parte de mi poder, comenzó a salir por mis manos, sonreí al sentir que por fin podía usar mi poder, a excepción que no había nadie con quien usarlo.
— ¿P-peter? — Una voz menor se escuchó.
Gire mi cabeza y noté que Peter me miraba orgulloso, alado de él estaba once.
Me acerque a once y la mire.
— Encontré al fin la respuesta once... — Hablé feliz.
— ¿Hicieron esto, ambos? — Preguntó con miedo.
— No, solo yo. — Contestó Peter.
Aún indecisa, de nuevo aquel humo comenzó a salir de mi, una asustada once me miró con terror.
— Jamás te haría daño... — Dije.
El humo comenzó a mezclarse con ella, como si fuera un títere ella hacia cualquier cosa que quisiera, incluyendo pensamientos.
Una fina lágrima salió de su ojo.
— Te prometo que serás libre... — Dije hacia ella.
La manipule de manera en que ella pudiera salir del edificio, aunque eso me lastimó un poco.
El frío era evidente y sentía miles de agujas caer sobre mi, un grito desgarrador salió de mi.
Peter asustado se acercó a mi.
— ¡¿Que sucede?! — Preguntó preocupado.
— E-el F-frio... — Hablé débilmente.
— Libérala. — Pidió Peter.
Cuando deje de sentir la presencia de once, pude volver a respirar con normalidad, Peter me sostuvo entre sus brazos.
Quiero colaborar con alguien para esta historia, aunque si no hay colaboración entonces solo se queda en 2-3 one shots :D.
Hay bastante historia para contar con esta historia, así que por favor si conocen a alguien que escriba increible, díganle que colabore conmigo.
Les dejo una foto sobre lo que la protagonista tenía en sus manos, para que más o menos se den a la idea del contexto.