𝐃𝐈𝐒𝐓𝐑𝐀𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍 • jere...

By hawkeene

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Una distracción de sus problemas, eso era lo que Jeremiah y Mía necesitaban. Por eso se iban a convertir en l... More

𝐃𝐈𝐒𝐓𝐑𝐀𝐂𝐂𝐈𝐎𝐍
𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎
𝐢. TIERNO BORRACHO
𝐢𝐢𝐢. ESTÚPIDOS
𝐢𝐯. EL PLAN DE JEREMIAH
𝐯. LA CENA
𝐯𝐢. EL PLAN DE MIA

𝐢𝐢. TEEN WOLF

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By hawkeene


.·:*¨༺ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒 ༻¨*:·.



        DOLOR. Eso es lo primero que sintió Jeremiah Fisher al levantarse esa mañana de domingo.

No le dio tiempo a preguntarse qué había pasado o por qué seguía llevando el traje del baile de las debutantes, ni siquiera a intentar recordar, cuando sintió unas ganas enormes de vomitar. No le iba a dar tiempo a llegar al baño del pasillo así que corrió hacia su papelera, se puso de rodillas y vomitó en ella sin pensarlo mas.

Después de soltarlo todo, su cuerpo se estremeció, y sus ojos se abrieron, aunque se vio obligado a parpadear unas cuantas veces hasta adaptarse a la tediosa luz del día. El hecho de que sus paredes blancas proyectaran aún mas la luz del sol no ayudaba.

No sabía lo que le había despertado, tal vez su estómago que ya no aguantaba más. Se sentó en el suelo y presionó su frente con la mano, haciendo una mueca de dolor. Parecía que su estómago se había quedado a gusto porque ya no sentía nauseas, pero nunca en su vida había estado tan sediento. Necesito agua.

Cuando se levantó del suelo, sintió otra vez ese tirón de dolor recorrerle todo el cuerpo, lo que hizo que tuviera que mantenerse encorvado, intentando calmarlo. Sus ojos azules llegaron a ver la hora en su despertador. Eran mas de las nueve y su boca estaba seca. Debía de haber dormido sólo tres horas. Ugh, ¿por qué las resacas apenas te dejan dormir?

Sus ojos se sentían como si estuvieran magullados, y todos sus músculos le dolían. Todo lo que quería hacer era quedarse en la cama, pero no podía, hoy no, tenía que apoyar a su madre decirle que todo iría bien y que nada cambiaría. Él tirado en la cama con resaca y mal humor solo significaría que todo había cambiado y la desanimaría, no podía desanimarla. No ahora.

Se quitó el traje que estaba hecho un desastre y se puso unos pantalones cortos de baloncesto y la primera camiseta de tirantes que vio.

Además, estaba demasiado sediento para volver a dormir, así que decidió ir al piso inferior y agarrar algo de agua. Fue solo cuando se estaba arrastrando por las escaleras y su mirada chocó con la puerta de la entrada que recordó lo que hizo la noche anterior.





— Por cierto, me llamo Jeremiah.

— Yo me llamo Mia.— una chica castaña mucho más baja que él la respondía con una pequeña sonrisa dibujada sobre sus labios en la puerta de su casa. Tenía el pelo alocado de su intento de viaje en bici a su casa y sus ojos castaños le observaban cómo si estuvieran estudiándolo.

Pero fuera de lo que viera, Jeremiah tenía una sensación buena en el cuerpo. Sí, le había atropellado con una bicicleta, después le había mentido sobre su coche, tuvieron un segundo accidente con la bicicleta y terminaron andando más de dos kilómetros a su casa, pero en ningún momento le había disgustado la presencia de esa chica extraña. Al contrario, sentía que necesitaba una cara nueva, algo nuevo que estuviera completamente fuera del mundo en el que estaba atrapado.

Sus ojos azules se desviaron por unos segundos sin pensarlo a sus labios. ¿Qué mal podía hacer liarse con alguien que no fuera Belly? Ya había comprobado perfectamente que ojos ponía Belly cuando le miraba y los que ponía cuándo veía a Conrad.

Ese pensamiento hizo que algo dentro de su pecho se encogiera. No quería sentir más agonía y menos una que tenía que ver con su hermano, ahora se centraría en su madre, esa es la única agonía que podía permitirse sentir.

— ¿Quieres entrar?— preguntó él abriendo la puerta de su casa. Como siempre la mantenían sin cerrar, a Jeremiah le había servido muchas veces que se había olvidado las llaves o no las encontraba.

Mia echó un vistazo hacia arriba.— ¿Tu habitación está arriba?

Ese comentario fue suficiente para que Jeremiah sonriera como un tonto. Él también se merecía disfrutar de momentos divertidos a pesar de tener una vida de mierda.

El rubio asintió.

— Entonces entraré.— murmuró finalmente la castaña.— Casi te matas subiendo las escaleras del porche, dudo que puedas subir solo al segundo piso.

La expresión de Jeremiah cambió por completo. Ahora se sentía molesto, ella parecía estar cero interesada en él. Y obviamente eso le molestaba.— No necesito ayuda para servir.

— Negarlo no te va a servir para nada.— respondió ella pasando a su lado como nada y acercándose a las escaleras que estaban a plena vista.— Y baja el tono de voz o despertaras a tu familia.— eso último lo dijo susurrando.

Tras las quejas de Jeremiah y su intento de subir las escaleras que acabó con el doblado sobre los últimos escalones, consiguieron subir las escaleras mientras Mia le sujetaba por detrás con sus dos manos agarrando su cintura y guiándole para andar.

En el pasillo se dio con la pared un par de veces. Por mucho que Mia intentara sujetarle, Jeremiah era más alto y pesaba más que ella, no era tan fácil como parecía.

Cuando lo tiró a la cama se quedó ahí parada como si estuviera teniendo un conflicto consigo misma. Y lo estaba teniendo, si fuera Lara la quitaría la ropa, la limpiaría un poco y la pondría el pijama. Pero no era Lara, era Jeremiah: un completo desconocido.

Finalmente decidió que no podía quitarle la ropa, eso no estaba bien. A ella no le gustaría que un desconocido la desnudara mientras estaba sin control sobre su cuerpo.— ¿Dónde está el baño?

— Pasillo.— consiguió responder el rubio, estaba agotado, los ojos se le cerraban y cada vez se sentía más pesado en todos los sentidos.

Mia fue por el pasillo y por suerte no le costó encontrar el baño, era la única puerta que no estaba cerrada. Cogió una toalla de mano y fue a la habitación de Jeremiah de nuevo. El chico rubio ya estaba dormido así que Mia se dedicó a limpiar su cara, el pecho de la camiseta y el resto de zonas que se habían manchado por el vómito. Después le quitó los zapatos y los calcetines pensando que era una noche calurosa y ella odiaría dormir con calcetines, le recolocó un poco en la cama como pudo para que medio cuerpo no se saliera y se despidió a pesar de que él no pudiera escucharla ya.

Al final Mia sí que había acabado en la habitación de un chico pero no era como ella lo había planeado.





Ahora entendía perfectamente porque le dolía todo el cuerpo. Le habían atropellado con una bicicleta. Se acercó rápidamente al aseo de abajo antes de que nadie le viera y cuando se metió dentro cerró la puerta.

— Joder.— dijo al ver su reflejo en el espejo.

Tenía la zona del lado derecho con una costra roja y zonas con la piel levantada ensangrentada. Agarró el final de su camiseta y lo levantó y ahí es donde no pudo evitar hacer una mueca. Tenía literalmente grabadas las marcas de la rueda de una bicicleta, estaba toda esa zona roja y morada y en cuanto lo toco delicadamente con su mano libre sintió un dolor horroroso que le obligó a sollozar. Estaba fatal pero lo que menos necesitaba es que su madre viera eso.

Se intentó peinar el pelo hacia abajo para intentar tapar la zona de la cara, lo bueno es que sabía que la herida en su cara no tardaría mucho más de dos días en curarse pero dudaba que lo del pecho desapareciera en todo el verano y eso implicaba que iba a necesitar una excusa buena para justificar todo esto o su madre creería que se había metido en alguna pelea o algo turbio.

Tampoco podía decirle la verdad, si lo hacía Susannah solo se sentiría culpable de que su hijo se viera obligado a emborracharse solo para olvidar sus penas.

Tampoco podía decirle la verdad, si lo hacía Susannah solo se sentiría culpable de que su hijo se viera obligado a emborracharse solo para olvidar sus penas.

Y también estaba el otro asunto: Mia. Cuando Jeremiah pensaba en ese chica un sentimiento de vergüenza le inundaba el cuerpo, primero: le había vomitado encima, segundo: le había hecho cargar con él hasta su casa y tercero: había creído que esa chica estaba interesada en él y prácticamente se había lanzado medio vomitado a ella para tener sexo en su habitación.

Lo único bueno de ese asunto es que no había visto a esa chica en su vida por lo que dudaba que fuera a volverla encontrar. Debería tener muy mala suerte para hacerlo.

Debería de estar haciendo su típica bebida de la resaca de la mañana siguiente pero no tenía tiempo para ella. Su mente empezaba a funcionar solo para darle ideas que podía utilizar como excusa para todos esos rasguños. Sabía que la mejor forma para que su mente empezara a funcionar bien era dándose una ducha fría, solo tenía que despejarse un poco. Cuando terminó se lavó los dientes intentando quitar ese aliento tan asqueroso que tenía que era una mezcla de alcohol y vómito.

Entre todas las ideas que pensó, la que más tenía sentido era coger la bicicleta de Belly y actuar como que se había caído debido a la poca practica que tenía. Ya luego tendría tiempo para enfrentarse a su ausencia como socorrista en el club de campo.

Tenía bastante sentido, hacia mas de un año que no cogía la bici y seguro que las ruedas se parecían bastante a las de la bicicleta de Mia. Se puso corriendo las zapatillas de deporte para ir fuera a por la bici antes de que ni su madre, ni Laurel, ni Belly le pillaran en casa. Pero justo antes de salir por la puerta su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo.

Cuando lo cogió vio que era su madre. Dada la situación, no cogerla el teléfono solo aumentaría las sospechas así que...— Hola, mamá. ¿Qué tal te encuentras? ¿Quieres que te compre algo?— su voz temblaba, nunca se le había dado bien mentir a su madre.

— Yo estoy perfecta, no te preocupes, Laurel está cuidando de mí. Hemos estado en el spa para darnos unos baños y hacernos unos masajes, se supone que relajarme me va a ayudar. Llamaba para preguntar qué tal estabas tú. Esta mañana no he ido a verte, no quería despertarme después de lo que me ha dicho tu hermano.— murmuró su madre por la línea de teléfono.

¿Conrad? Jeremiah empezó a sudar, ¿qué mierda le había dicho Conrad?

— ¿Qu-qué te ha dicho?

Jeremiah mordió su labio inferior nervioso, esperando a la respuesta.

— Que estabas muy mal, tenías fiebre y no te encontrabas bien, por eso no has ido al trabajo.— el chico rubio soltó un suspiro, su hermano lo había cubierto. ¿Por qué había hecho eso?— Por eso te ha cubierto él en el club, así puedes descansar hoy y ya mañana veremos qué tal.

¿Conrad le había cubierto como socorrista? ¿Y cómo es que sabía que estaba así? Jeremiah sabía que tendría que hablar con él para que su excusa funcionara.

— Sí, justo lo que estaba pensando, descansar me va a venir genial.— tosió de mentira para ver si conseguía parecer más enfermo.— Pero creo que voy a darme una vuelta en bicicleta, el aire fresco me va a venir muy bien.

— Lo que quieras, cariño.— Jeremiah sonrió al escuchar la voz dulce de su madre llamándolo cariño.— ¿Pero seguro que quieres salir ahora? Estamos a punto de llegar, tardo unos diez minutos.

¡Diez minutos!

— Sí, sí, es solo un pequeño paseo.— ya se le notaba en la voz que estaba nervioso.— Yo también tardaré muy poco así que te veo en nada. Besos, te quiero.

El rubio colgó la llamada antes de que su madre pudiera bajar nada más y bajó corriendo las escaleras a pesar de que eso hacía que sus heridas en el torso dolieran aún más.

Pero al abrir la puerta se encontró el segundo de sus problemas. Ahí estaba la chica castaña de la noche anterior aparcando su bicicleta junto a la de Belly en la entrada.

Los ojos castaños de Mia se cruzaron con los azules de Jeremiah en cuanto escuchó el sonido de la puerta al abrirse.— Oh. Buenos días.— dijo ella sencillamente.

Ni siquiera estaba sorprendida como lo estaba Jeremiah. ¿Por qué va a estar sorprendida? Es ella la que ha venido a verte, le recordó una voz en su mente.

— ¿Buenos días?— el rubio repitió sus palabras sorprendido.— No creo que sean buenos días. Tengo que arreglar mil cosas.— la cara de Mia cambió para expresar culpa, ella sentía que Jeremiah hablaba de lo que le hizo ayer con la bicicleta.— No puedo con todo, enserio no puedo ahora. Tienes que irte antes de que venga mi madre. Mi madre...— y ahí se rompió.

Jeremiah sentía que no podía respirar, su mirada iba a todo lados buscando un refugio de todo lo que estaba sintiendo. Se agachó en el suelo y se puso de rodillas cuando la presión en su pecho empezó a darle pinchazos. Abría la boca pero el aire no le entraba en los pulmones.

Y es que Jeremiah tenía que romperse. No podía aguantarlo más. Daba igual cuantas tonterías pasaran, todo acaba centrado en una cosa: su madre a la que tanto quería y a la que se le estaba acabando la vida a pasos agigantados.

Jeremiah empezó a negar con la cabeza ante esos pensamientos, tenía la cara empapada, ni siquiera se había dado cuenta de cuándo había empezado a llorar.

Mia se acercó corriendo a él cuando le vio caer.— Mierda, creo que estás teniendo un ataque de pánico, ¿verdad?

Jeremiah la miró pero no podía darla ninguna respuesta primero porque si no podía respirar, no podía hablar y segundo porque no sabía la respuesta a esa pregunta. ¿Estaba teniendo un ataque de pánico? Nunca había tenido ninguno.

La chica castaña soltó un suspiro intentando relajarse para poder controlar la situación. No soy experta en esto de los ataques de pánico.

Jeremiah frunció el ceño mientras se llevaba las manos al pecho sintiéndose que se ahogaba. Sus palabras obviamente no estaban consiguiendo clamarle o ayudarle.

— Pero he visto Teen Wolf.— continúo hablando Mia, entonces paró de hablar y se intentó colocar cerca de él también de rodillas. Sus ojos se veían tímidos cuando miraba a Jeremiah.— De verdad espero que esto funcione.— murmuró sujetando con ambas manos su cara antes de inclinarse hacia él.

Le beso una vez, apenas un roce y se apartó para ver si funcionaba pero no parecía que Jeremiah se calmara, incluso Mia podía prometer que le había visto más inquieto.

— Mierda.— murmuró Mia antes de volver a inclinarse y apretar los labios con los del rubio, se mantuvo más tiempo pensando que ese era el problema.

Y estaba en lo correcto, solo necesitaba aguantar con sus labios juntos más tiempo hasta que Jeremiah controlara su respiración.

El rubio estaba procesando todo mucho más lento de lo que lo haría normalmente, pero es que eran demasiadas cosas. En cuanto notó que por su nariz entraba aire, lo primero que hizo no fue separarse y buscar por más, sino devolverle el beso. Intentar quedarse atrapado en ese instante que había conseguido envolverle en una sensación preciosa, en una sensación que le hacía pensar que estaba a salvo de cualquier cosa.

Pensaba que no volvería a poder sentirse así, pero ahí estaba su sensación, en los labios de una extraña.

Su respuesta al beso fue tan inesperada, tan increíblemente dulce que Mia no pudo ni apartarse. Ni tampoco quería hacerlo.

El cuerpo del rubio reaccionó antes que su mente pudiera procesar el peligro. En un momento de trastorno donde cedió a la locura que guardaba tan estrechamente bajo control, tiró de ella contra él y aplastó su boca contra ella en un beso tan feroz como el deseo corriendo por sus venas. Y eso era justo lo que Mia había estado buscando todo el verano, un descontrol.

— Dios.— gimió ella cuando sus labios se separaron. Ella abrió los ojos para verle pero Jeremiah todavía los tenía cerrados, pensando de nuevo en ese momento. Necesitaba esa sensación de estar a salvo. Ahora más que nunca.— Me alegro muchísimo de haber visto esa serie.






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palabras: 2751


si hay algo de la novela que
no entendéis o tenéis dudas
siempre podéis preguntármelas

¡gracias por el apoyo! 💕

(esta es Mia)

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