Empuje & Gravedad | NAVIER

By Fangirl_C

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Natalia, Javier, y cómo sus vidas, ahora irremediablemente conectadas, se desenvolvieron después. ... More

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8: Final
Escena Extra: La primera misión juntos de Sofía y Raúl
Escena Extra: La agente secreta

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By Fangirl_C

Esa noche fue un éxito. Sofía y Raúl lograron meterse en la fábrica y encontraron la pieza final que necesitaban, y el chico de la beanie los guió a ella y a Javier justo a donde sospechaban, confirmando la teoría de Sofía y, por ende, todo el modus operandi de estas personas. Después de todo es tiempo, al fin, los tenían.  

Y eso era todo lo que le importaba a Natalia. No Javier ni el beso que habían tenido que fingir esa noche, por supuesto que no. No habían habido miradas de parte de ninguno de los dos, ni tampoco actuaban como si no hubiera pasado cada vez que dichas miradas se cruzaban. 

Okey, las cosas sí estaban un poco raras. Pero eso era de esperarse, considerando lo que pasó. Ninguno de los dos había querido hacer eso, así que ahora era incómodo. 

(Recordaba sus manos agarrándola más fuerte mientras más se besaban.)

(Recordaba su aliento cálido en su cuello.)

(Recordaba no saber si los latidos que podía sentir eran de ella o de él.)

Pero aparte de eso, las cosas seguían igual. Los dos apenas y hablaban, solo cuando era necesario. Javier todavía la trataba con frialdad, quizás incluso más que antes, y se pegaba a Sofía constantemente como diciendo 'Esto es lo que quiero, no te hagas otra idea.'

Era molesto e innecesario. A Natalia ya no le importaba Javier; podía hacer lo que quisiera.

(No se asustó horriblemente cuando los malos intentaron lastimarlo.)

(No se preocupó tanto cuando notó a un hombre siguiendo a Javier fuera de la escuela que lo noqueó con un palito selfie, solo para enterarse después que era el papá de Sofía.) 

El papá de Sofía tenía que dejar de ser tan sospechoso si no quería ser atacado por niñas de prepa.

Como fuera. El punto era que todo esto al fin estaba por terminar. Ya habían conseguido todo lo que necesitaban— Lo único que faltaba hacer era un último movimiento. Solo una última jugada, y todo este desmadre podría llegar a su fin. 

Estaban listos. El plan era bastante sencillo, si se ignoraba lo ridículamente peligroso que era y la gran cantidad de cosas que podrían salir mal. 

Pero tenían que hacer esto— Ya habían llegado hasta aquí. Solo un último riesgo mañana y por fin las amenazas, los ataques, las muertes, llegarían a su fin. 

"Tú no vas a ir."

Natalia se calló y volteó para mirar a Javier, confundida. 

"...¿Cómo?"

Raúl había sido el primero en irse de la casa de Javier. Tenía mucho que preparar para mañana y quería empezar lo antes posible. Sofía se había ido poco después, alentada por Javier con el argumento de que necesitaba dormir algo para el gran día mañana. 

Natalia dudaba que ninguno de ellos fuera a dormir mucho esta noche. Habían demasiadas cosas en qué pensar, demasiada ansiedad. Ella había querido quedarse un poquito más precisamente por eso, para repasar el plan una última vez, observar todo en el mural de evidencias hasta que estuviera impreso en sus retinas— Cada plan B, cada forma de contrarrestar los problemas hipotéticos que se les había ocurrido que podrían aparecer. Probablemente sonaba medio loca recapitulando cosas en voz alta, pero necesitaba recordarlo todo.

Nunca estarían preparados para todas las eventualidades, sin embargo, y lo sabía. 

Esta, por ejemplo, era una situación que Natalia no se esperaba.

Javier estaba de pie al lado de su escritorio al otro lado de la habitación, mirándola con expresión en blanco. "Sofía, Raúl y yo podemos encargarnos de todo mañana, tú ya hiciste tu parte", él dijo, y caminó hacia su closet de pared completa, hurgando y sacando cosas. "Quédate en tu casa, y si ninguno de nosotros se contacta contigo en dos horas, llamas a la policía."

Natalia arrugó las cejas. "A ver, espérate, ¿me quieres dejar afuera?" Preguntó con incredulidad, y su indignación solo creció al verlo meter cosas en su mochila sin mirarla, como si ella ya se hubiera ido. "Después de todo lo que he hecho para ayudar, ¿esperas que me quede en mi casa sin hacer nada?" 

Javier la miró. "Sí." Y siguió empujando cosas en su mochila.

Natalia cruzó los brazos frente a su pecho. "No."

Javier soltó su mochila y suspiró. "Natalia—"

"No, me vale madres lo que digas. Quiero ir, así que voy a ir."

"No tienes por qué venir con nosotros, lo podemos resolver sin ti", él argumentó marcadamente, enfatizando cada una de sus palabras como si estuviera siendo razonable y ella no le quería hacer caso. 

"¡Puedo ayudar!" Ella defendió, cada vez más frustrada por cómo él desdeñaba lo obvio, la desdeñaba a ella completamente. "¿Qué pasa si algo sale mal, ah? ¿Si el plan no resulta? ¡Van a necesitar a otra persona!"

"Ya dije que no." Fue hacia su closet otra vez. 

Ella casi se rió. "No puedes evitar que vaya." 

"Sí, sí puedo", Javier dijo con firmeza, tirando una chamarra a la silla de su escritorio antes de cruzar el cuarto hacia Natalia. "Y si hablo con los demás, estoy seguro de que van a estar de acuerdo conmigo— Te quedas aquí", declaró como una orden. 

Sus ojos se clavaron en los de ella con un brillo de rabia que no creía merecer, hasta que se volvió a girar y siguió moviendo cosas, resintiendo su presencia.

Natalia no entendía nada de esto. 

"¿Qué, te preocupa que la vaya a chingar o qué?" Le preguntó a su espalda, odiando el nudo que se estaba formando en su garganta. "¿Que tan poca es la confianza que me tienes?"

Javier pausó, apoyando sus manos en la superficie de su escritorio por un momento. La luz tenue de sus lámparas pintaba su rostro en sombras cuando volteó para mirarla por encima de su hombro. "Vete a casa, Natalia." 

Estaba tan acostumbrada a la imagen de su espalda hacia ella que podría haberla dibujado de memoria. 

Fue un segundo. La miró por un segundo y luego siguió actuando como si nada. Aquí estaba de nuevo, con sus silencios a sus preguntas que solo confirmaban lo que ella ya sabía. No tenía los huevos para decírselo a la cara— Nunca había podido. Pues, ella no iba a soportar esto más. Ya estaba cansada.

"Estás siendo super injusto conmigo, Javier." Y si el dolor era audible en su voz, ya no le importaba. "Sé que yo arruiné las cosas contigo, sé que sigues enojado por lo que pasó, pero los he estado ayudando durante todo esto, ¡y ahora me quieres mandar a la chingada!"

Javier pasó una mano por su pelo, todavía evitando su mirada. "Natalia, no se trata de eso—"

"¡¿Ah no?!" Ella rebatió, dejando salir su indignación, su frustración; meses acumulados de ello. "¿Entonces por qué solo me estás diciendo esto a mí? ¿Por qué no le dices a tu nenita perfecta Sofía que se quede en su casa, ¡¿ah?!"

Eso al fin lo hizo mirarla. "¡No podemos hacer esto sin Sofía, todo este plan es de ella!" 

"¡Pues podría darles instrucciones por un pinche Walkie-talkie o algo así!" Ella se quejó. "No tiene—"

"— Ya te pusiste ridícula—"

"—por qué ir para allá más o menos que yo!"

"— ¡¿Te estás escuchando lo que estás diciendo?!"

"¡La única razón por la que no quieres que vaya es porque eres un pinche pendejo rencoroso! Yo ya—"

"¡¿Disculpa?!"

"—me he disculpado contigo un millón de veces! ¡Los he estado ayudando—"

"Natalia."

"—todo este puto tiempo, ¡y tú todavía—"

"¡Natalia!"

"—no puedes tener la decencia de tratarme bien! ¡¿Qué chingados quieres que haga?!" 

Él la agarró de los brazos.

"¡Te quiero a salvo, ¿okey?!"

El tiempo dejó de correr. Natalia dejó de respirar. Cualquier otra cosa que fuera a decir murió en su boca.

Javier la soltó.

"¿Qué más tiene que pasar para que te des cuenta de que tu vida está en riesgo? Encontramos un cuerpo, Natalia. Esta gente está dispuesta a matar. A ti ya te secuestraron unos dealers que te podrían haber matado, y lo último que yo te habría dicho era que te mantuvieras alejada de mí— ¡¿Tienes una puta idea de lo que aterrado que estaba?! ¡Le apunté una pistola a mis compañeros!" Exclamó. "¡Perdí la puta cabeza! ¡Y ahora te andas metiendo en peligro una y otra vez! Mira, no sé cuál es tu problema, no sé qué madres estás tratando de probar, pero por el amor de dios, ¡ándate a tu casa y quédate ahí!

Javier se giró inmediatamente, regresando a meter cosas bruscamente en su mochila.

Natalia se quedó ahí, observando.

La misma espalda. Los mismos gestos frustrados. La misma aparente frialdad. La misma resistencia a mirarla.

Era igual. Era distinto. Todo este tiempo.

¿Todo este tiempo?

"Javi."

Él giró ofuscado y le ladró. "¿Qué?"

Ella le acunó el rostro y lo besó. 

Javier se tensó bajo sus manos, pero no se apartó de su toque. Natalia movió sus labios suavemente contra los suyos; una caricia, una disculpa, un ruego. 

Javier hizo un sonido en su garganta, un algo frágil y desesperado, y estrelló sus labios contra los de ella, envolviéndola en sus brazos. La besó con todas las emociones que nunca la dejaba ver, la atrajo más cerca con la misma fiereza con que le había dicho que se marchara. Natalia respondió a todo con su propia sinfonía de angustia y pasión. 

Se separaron por aire, permaneciendo cerca de la órbita del otro. 

"Si algo te llega a pasar, no me lo voy a perdonar nunca", dijo él, mirándola con ojos llenos de dolor.

"¿Y si algo te pasa a ti?" Ella respondió, miedo y cariño haciendo temblar su voz, humedeciendo sus ojos. Acarició su mejilla con el pulgar. "¿Yo qué hago?"

Los ojos de Javier danzaron entre los de Natalia. Él puso su mano sobre la de ella, cerró los ojos y apoyó su frente contra la suya. Se quedaron así un momento, solo sosteniéndose, respirando el mismo aire. 

Sus labios se encontraron otra vez. Y, bueno, ellos nunca habían necesitado muchas palabras después de eso. 

Ella lo siguió hasta su cama y hasta sus piernas. Él le quitó la blusa y besó su cuello, lentamente hasta su pecho. Ella le devolvió el favor, pasó sus dientes por su clavícula, sus manos por su estómago. Él la recostó y cubrió su cuerpo con el suyo. 

Podrían morir mañana, así que se sostuvieron el uno al otro, tan cerca como podían, tan fuerte como podían, para reafirmarse el uno al otro de que seguían aquí. 

Después de que el mundo dejó de girar y sus corazones se calmaron, Javier le acunó la mejilla y pidió solo una cosa. 

"Quédate."

Natalia se movió más cerca y envolvió sus brazos alrededor de él. 

La última vez, ella se había acostado de espaldas a él, y él la había abrazado así durante la noche.

Esta noche, se sostuvieron el uno al otro. 



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