SUNFLOWER | Harry Potter

De etrnaldream

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γ…€βͺ π—¦π—¨π—‘π—™π—Ÿπ—’π—ͺπ—˜π—₯. γ…€π’˜π’Šπ’•π’‰ 𝒍𝒐𝒗𝒆, etrnaldream.❜❜ El girasol simboliza el amor y la admiraciΓ³n, y es... Mais

──── π•»π–—π–”π–‘π–”π–Œπ–šπ–Š.
Chapter one.
Chapter two.
Chapter three.
Chapter four.
Chapter five.
Chapter six.
Chapter seven.
Chapter eight.
Chapter nine.
Chapter ten.
Chapter eleven.
Chapter twelve.
Chapter thirteen.
Chapter fourteen.
Chapter fifteen.
Chapter sixteen.
Chapter eighteen.
Chapter nineteen.
Chapter twenty.
Chapter twenty-one.
Chapter twenty-two.
Chapter twenty-three.
Chapter twenty-four.
Chapter twenty-five.
Chapter twenty-six.
Chapter twenty-seven.
Chapter twenty-eight.
Chapter twenty-nine.
Chapter thirty.
Chapter thirty-one.
Chapter thirty-two.
Chapter thirty-three.
Chapter thirty-four.
Chapter thirty-five.
Chapter thirty-six.
Chapter thirty-seven.
Chapter thirty-eight.
Chapter thirty-nine.

Chapter seventeen.

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De etrnaldream

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄
───────────────
Enloquecido.

.

HARRY POTTER.

Había tenido a Lola para mi y sólo para mi el día anterior. Los dos en mi oficina, al principio teniendo un momento incómodo que se transformó en algo completamente diferente.

Un espacio cálido y único; privado.

Y se había sentido tan bien que cuando tuvo que irse la atrapé para un nuevo beso, uno más largo que los anteriores; que le hiciera recordar lo más mínimo de mi.

Sin embargo, luego de esa noche junto al Lago, me sentía cada vez más deseoso de ella; sentía la necesidad de buscarla por todas partes, tenerla conmigo hasta altas horas de la noche.

Porque con Lola me sentía tranquilo, ella tenía algo tan bueno que podía transmitir hasta con una simple sonrisa.

Lola me había enloquecido de todas las maneras posibles, y estaba dispuesto a entrar en demencia por ella.

Pero al igual que ella, parecía tener una voz en mi cabeza que me repetía una y otra vez que estaba mal, que era prácticamente imposible que decidiera expresarle mis sentimientos.

Eso arruinaría su futuro, su vida completa.

Lo tenía tan claro que aun así prefería silenciar esa voz, guardarla en lo más oscuro de mi cabeza e ir tras ella; buscarla y tenerla para mi todo el tiempo que quisiera.

Ahora mismo ya la había buscado, y aunque no podía tenerla, podía tenerla en mi campo de visión; podía decir que eso ya había mejorado mi día completo.

Era tan hermosa luciendo su cabello rubio y largo, su uniforme como el de cualquier otro estudiante pero que en ella se veía increíble... toda ella era el concepto de belleza.

Belleza en su máximo esplendor.

—Harry, preparé la poción que me pediste y- ¿Harry?

El toque suave de Carolyn a mi brazo me hizo parpadear, saliendo del trance en el que había entrado al momento de encontrar a Lola ingresando al comedor.

Aclaré mi garganta en un intento de disimular lo que estaba ocurriendo, y acomodando mis gafas la miré.

—¿Decías?

Alzó una ceja. —Decía que preparé la poción que me pediste... no quiero sonar como una persona entrometida, pero ¿para qué la necesitas?

—Ah, nada importante. —le sonreí, bajando la mirada a mi plato— Pero gracias, no sé cómo devolverte el favor.

—Eso no importa. —se encogió de hombros, limpiando su boca con la servilleta— Una simple ayuda entre colegas... pero si es para un uso ilegal o algo parecido nos vamos a meter en problemas.

Solté una risa, contagiándola.

—No te preocupes, sólo uso personal. Lo prometo.

—Bueno, te la llevaré a tu oficina por la tarde.

Me dedicó una pequeña sonrisa y decidió ponerse de pie, disculpándose con el resto de profesores que estábamos en la mesa y revisando el reloj de su muñeca.

Parecía ir un poco tarde, porque abandonó el lugar lo más rápido que pudo.

Sólo negué por su impuntualidad, y entrelacé mis manos con los codos apoyados en la mesa, así mi mentón quedaba perfectamente acomodado encima de las manos para mayor comodidad a la hora de analizar el lugar.

O más bien, al único lugar donde estaba Lola.

Era como si una fuerza me obligara a mirarla, pero eso en realidad no me molestaba para nada. Podía verla hacer cualquier cosa todo el día sin cansarme, y para mi ese sería el mejor panorama que podría tener.

Ver cómo se robaba mi corazón poco a poco.

Pude ver cómo metía su cabello detrás de las orejas para que no interviniera en su campo visual, pero parecía arrepentirse de inmediato y volvía a dejarlo como estaba, observando de reojo a su alrededor.

Se veía tan inocente y única entre tanta gente.

Sin embargo, algo llamó mi atención desde que Lola se sentó a comer, una cosa en particular que me causaba mucha confusión.

Y era que ella estaba desayunando completamente sola.

No estaba Albus, Némesis ni tampoco Scorpius; siempre solía verlos juntos en cualquier lugar, y que ahora fuera todo lo contrario era extraño.

¿Tendría algo que ver que ella estuviera llorando ayer?

Una parte de mi le hubiera insistido a contarme, pero realmente pude notar su angustia, y no quería empeorarla con más presión.

Podía esperar a que sintiera la confianza para abrir sus sentimientos y problemas hacia mi.

Y eso sería un completo honor.

—Neville. —me incliné hacia mi lado izquierdo, sin quitar los ojos de Lola.

Lo sentí dejar de comer, tomando una servilleta.

—¿Si?

—¿De casualidad has visto a mi hijo?

—¿Albus? —negó con la cabeza— No, no lo veo desde ayer en la tarde. ¿Por qué?

Suspiré. —Nada importante, sólo me preocupa que pueda hacerse más daño en el brazo.

Él sólo se encogió de hombros en modo de disculpa y le sonreí, dándole una suave palmada en el hombro antes de ponerme de pie.

Arreglé el cuello de mi abrigo como siempre hacía, y bajé de la tarima donde nos encontrábamos para avanzar por el pasillo central del comedor.

Mis pasos fueron disminuyendo la velocidad cuando me encontraba más cerca de Lola.

¿Debía acercarme frente a todos?

Quería porque no me gustaba verla sola, observando a su alrededor como si esperara a alguien.

Pero ahora mismo no correspondía.

Por lo que seguí caminando, soltando un suspiro más largo que el anterior, sintiendo frustración repentina por la situación en la que me encontraba.

Suponía que Lola se sentía de la misma forma y quizás peor.

Lograba entender su postura, sus emociones y confusiones, pero era tan difícil callar al corazón cuando ya tenía un propósito.

Lola era mi único propósito.

Al momento de llegar al salón donde daría la clase, abrí la puerta con la única llave que tenía para eso, encontrándome al lugar completamente a oscuras por tener las cortinas cerradas.

Así que me dediqué a abrir una por una, tarareando ligero y asegurándome de que todo el lugar quedara ordenado y adecuado para los estudiantes que debían llegar pronto según mi reloj.

Sólo preferí sentarme con cansancio, soltando un quejido como siempre hacía cada vez que caía en esa silla y quitándome las gafas para frotar las manos por mi rostro. Esperaba que así pudiera despejar un poco de mente.

No pretendía sacar a Lola de ahí, al contrario, quería que ella fuera lo único ocupando mis pensamientos como siempre hacía.

Quería alejar problemas externos, cansancio, frustraciones.

A Ginny... necesitaba sacarla tanto de mi cabeza.

Todo había acabado con ella.

Pero saber que existían muchas cosas más que nos unían, era complicado.

—¿Señor Potter?

Los murmullos repentinos me hicieron alzar la cabeza, y sonreí cuando vi a un grupo de estudiantes fuera esperando mi autorización.

—Pasen, por favor. —hice un gesto con la mano— Llegan puntuales, no me esperaba eso.

Una chica soltó una risa, dejando su bolso encima de la mesa. —Aprendimos a no llegar tarde nunca a su clase, ese podría ser el peor error de nuestras vidas.

—No me estarán considerando un monstruo. —alcé una reja.

—No, cómo cree, señor Potter.

Negué divertido, decidiendo ponerme de pie para apoyarme contra la parte delantera del escritorio, entrelazando las manos y siguiendo con la mirada a cada alumno que entraba y daba un saludo hacia mi.

Esperé a que fueran los suficientes para dar por comenzada la clase, pero guardé silencio cuando vi ingresar a ese grupo que no había visto en todo el día.

Albus venía de los primeros con la mirada baja, desviándose a su lugar asignado. Némesis y Scorpius lo imitaron, pero el chico se sentó junto a Albus, dejando sola a la chica.

Era tan intrigante que estuvieran tan silenciosos.

—Buenos días. —les hablé, llevando las manos a mi espalda.

Ninguno de los tres me respondió.

—Dije buenos días. —repetí un poco más serio.

Scorpius alzó la cabeza, aclarando la garganta. —Buenos días, señor Potter.

¿Qué estaba sucediendo con ellos? ¿Por qué Lola no estaba aquí?

—¿De casualidad saben dónde está su amiga la señorita Windsor?

—No, señor Potter. —respondió Némesis de inmediato— No la hemos visto.

Me alejé del escritorio, caminando tranquilamente por el frente del salón, cosa de que cada uno me viera.

—Bueno, si la ven después díganle que perdió la clase práctica de hoy y que por favor venga a mi oficina cuando tenga la oportunidad.

Ella asintió, recostándose en la silla.

Guardé silencio unos segundos más con la esperanza de que ella apareciera, pero cuando noté que no había ningún rastro de ella desde el desayuno, supe que no asistiría a clases.

Eso me desconcertaba tanto porque no ha faltado a ninguna clase desde que comenzó el año escolar.

Suponía que tendría que buscarla después.

—Por lo visto su compañera no vendrá, así que les voy a pedir que presten mucha atención, ya que hoy haremos un-

Me vi completamente interrumpido cuando la puerta se abrió con suavidad, casi ni emitiendo el ruido típico cada vez que alguien la movía.

Una cabellera rubia se asomó, y mis ojos hicieron contacto inmediato con ella, relajando cada uno de mis músculos que estaban tensos por la preocupación.

Ella estaba bien.

—Señorita Windsor. —murmuré— Pensé que no iba a presentarse por aquí, adelante.

Ingresó sabiendo que todas las miradas estaban puestas sobre ella, acomodando su bolso colgado desde el hombro para avanzar por el pasillo, quedándose quieta en el medio.

Observó a sus costados, pareciendo buscar un asiento para ella, ya que la mayoría estaban siendo ocupados por todos los demás.

—Disculpe la demora. —aclaró su garganta.

—Llega a tiempo, no se preocupe. —mi pecho se infló en un suspiro— Tome asiento, iba a decir que presten atención porque haré un pequeño repaso antes de practicar. Sé que han esperado una clase así por bastante tiempo.

Noté que unos del fondo alzaban sus manos con cierta emoción que me hizo soltar una carcajada, pero me distrajo de inmediato el hecho de que Lola seguía de pie.

Avancé en su dirección, frunciendo el ceño.

—¿Se encuentra bien, señorita Windsor? —susurré.

Lucía tan perdida que hizo que toda mi preocupación volviera.

—No es necesario que asista a la clase si no se siente preparada. —insistí— ¿Quiere que notifique de ésto a Madame Pomfrey?

Negó de inmediato. —No, no. Estoy bien, de verdad.

—¿Segura?

—Sí.

Hice una mueca sin poder creerle del todo, aun así no le iba a insistir y sólo dejaría que fuera a sentarse.

—Puede sentarse con la señorita Lynn. —señalé a su mejor amiga que tenía un sitio a su lado, comenzando a retroceder— O con la señorita Granger también, con quien quiera.

Sentí los ojos de las mencionadas sobre mi, pero no le di importancia.

Al momento de darme vuelta para tomar el trozo de tiza y escribir en el pizarrón lo que explicaría, sentí murmullos exagerados que me hicieron fruncir el ceño, mas no me di vuelta.

Debía ser lo mismo que ocurría cada vez que alguien se volteaba; aprovechaban la oportunidad para conversar y lo entendía.

Tal como había sucedido las últimas clases, en el pizarrón estaba escrito ''Magia no verbal'' y era lo necesario para realizar la explicación más breve posible, porque esperaba que todos pudieran practicar lo suficiente.

Así se formaban más conocimientos y era más sencillo recordar lo visto.

Entonces me di vuelta nuevamente, sacudiendo las manos para eliminar el exceso de tiza.

Y debía admitir que me sorprendió ver a Lola sentada junto a Rose, siendo que jamás las he visto interactuar de ninguna manera y que Némesis era su mejor amiga.

Definitivamente habían problemas entre ellos, y no iba a quedarme sin averiguar.

—Señor Potter. —hablé, viéndolo— Le voy a pedir que se quede al final de la clase.

Albus parpadeó. —¿Qué? ¿Por qué?

—No haga preguntas, sólo necesito hablar con usted.

—No he hecho nada malo. —se defendió.

Rodé los ojos.

—Nadie ha dicho que hizo algo malo. —lo corté— Así que por favor guarde silencio y dedíquese a escuchar.

Lo sentí bufar, pero lo ignoré, volviendo a sentarme en la orilla del escritorio no sin antes darle una mirada rápida a Lola.

Se veía tan incómoda que sólo me generaba ganas de cancelar la clase y quedarme con ella, ayudarla.

Agité la cabeza.

Tenía que concentrarme.

—Como decía, hoy será un práctica netamente de magia no verbal. —usé un tono firme para hablar— Necesito identificar si han podido aprender algo tanto con las clases o los trabajos que les he pedido a lo largo del mes.

Vi como algunos volvían a emocionarse.

—Evitaré que sea una clase extensa, porque sé que este ejercicio mental les causará mucho cansancio al intentar esforzarse más de lo que necesitan. No se trata de eso, sólo den lo que puedan y no se exijan demasiado. ¿Si?

Todos asintieron e hice girar mi varita entre los dedos, pensativo.

—Cualquier hechizo es apto para la magia no verbal y espero que todos recuerden eso. —los señalé con el objeto en mis manos— Pero dentro de mi clase no utilizarán hechizos que puedan causar daño físico o interno, ni mucho menos los que provoquen la muerte inmediata. Es un ejercicio, no un enfrentamiento real.

—¿Y si uno de nuestros compañeros decide utilizar un hechizo como una maldición? —preguntó un estudiante Gryffindor.

Me encogió de hombros. —Expulsión inmediata.

Eso los dejó en silencio, dándome la oportunidad de seguir hablando.

—Sólo necesito que se concentren al máximo; este método de enfrentamiento puede ser menos peligroso que uno verbal, y eso sólo puede ocurrir si no se sienten listos para ello. —expliqué— Cuando hay seguridad y certeza, hay éxito en lo propuesto... si es lo contrario no esperen logros. Deben ser veloces, más rápidos que el contrincante, ésto es cuestión de segundos.

Fruncí los labios, esperando no ser tan cruel con mis palabras; tenía que ser sincero.

—¿De casualidad alguno de ustedes en dominante en Oclumancia?

Poco a poco las manos se fueron alzando, pero sólo conseguí identificar a diez alumnos en total. Suponía que ellos tenían esas prácticas en casa y volvían a clases más avanzados que el resto.

—Bien, de no ser así, traten de alejar sus emociones. Es la mayor fuente de distracción, la que nos genera miedo y se llevan toda nuestra atención. —me crucé de brazos— Las que nos convence de que no somos capaces, y por eso deben convencerse de lo contrario. Vacíen su mente, usen la táctica que más les acomode para pelear.

Rose alzó la mano.

Le di la palabra.

—¿Vamos a enfrentarnos contra usted o...?

—Oh no, es todo entre ustedes. —sonreí— Un enfrentamiento justo.

Noté la euforia en algunos al momento de generar conversaciones que llenaron el salón; yo sólo me limité a seguir sonriendo y me alejé del escritorio para comenzar a formar espacio con mi varita.

Los objetos se fueron aislando hacia los costados poco a poco.

—Van a enfrentarse con su compañero de sitio, es decir, la persona que tengan a su lado.

Recibí quejas inmediatas, como también me percaté de las miradas que cada uno se daba tanto con disgusto como con entusiasmo; si lo hacía de esa forma era sólo para ser justo.

Todos se pusieron de pie entonces, observando que sus mesas también se apartaban para dar mayor espacio, así el salón quedó del tamaño perfecto para que todos pudieran practicar a la vez con una distancia prudente.

—El señor Potter no podrá participar en esta oportunidad debido a su brazo lesionado, así que el señor Malfoy puede ir con la señorita Lynn.

Albus los miró con un encogimiento de hombros, y se alejó del grupo para sentarse a un costado del salón.

—¿Hay alguien que no esté conforme con su contrincante? —pregunté, observándolos atento.

Nadie respondió, por lo que eso me dio a entender que no había problemas.

Así que esperé a que todos comenzaran a ubicarse en distintos lugares del salón con sus respectivos compañeros mientras iba a mi escritorio para tomar mi clásica libreta de anotaciones junto un bolígrafo.

Utilizaba pluma sólo para situaciones que lo requerían.

Y entonces sentí un ligero toque a mi hombro que me hizo voltear con confusión; se trataba de Lola.

Acariciaba su brazo de arriba hacia abajo, teniendo su varita en la mano que no realizaba ningún movimiento.

Seguía sintiendo su incomodidad.

—¿Está todo en orden, señorita Windsor?

Ella apretó los labios, negando ligeramente.

—¿Puedo... uhm... saltar esta práctica por hoy?

Fruncí el ceño. —¿Podría saber por qué?

Noté que tragaba saliva, quedándose en silencio y generando en mi cierta incertidumbre.

Así que me incliné un poco más para evitar que otros alumnos escucharan, aunque por el ruido que estaban haciendo, no habría problema con ello.

—¿Qué está sucediendo, Lola?

Una cabellera pelirroja apareció por nuestro costado, pinchando la punta de su varita en su propia mejilla al tener la cabeza ladeada.

—Creo que Lola no se siente preparada para un enfrentamiento conmigo, señor Potter. —habló, viéndola— Y no se atreve a decirlo.

—No es verdad. —respondió Lola en un siseo, sin permitirle contacto visual.

Traté de analizar la situación en silencio, pero negué con más confusión que antes.

—¿No quiere tener un enfrentamiento con la señorita Granger? —pregunté.

Lola alzó la cabeza, mirándome de inmediato. —Sí quiero.

—Demuéstralo entonces, Lola.

De inmediato pude percibir tensión en el ambiente, y decidí apoyar mis manos en los hombros de ambas chicas para así revertir la situación. Nunca querría que se formaran discusiones en mi clase, menos si se trataba de aprender.

—A ver, si hay una de ustedes que no se siente cómoda no la voy a obligar, pero prefiero que sean sinceras conmigo para buscar solución.

Rose se cruzó de brazos, alzando las cejas hacia Lola en un aspecto desafiante.

—Repito, señor Potter, Lola no tiene las capacidades suficientes para un enfrentamiento conmigo. —se encogió de hombros— Es una cobarde.

Percibí la fuerte respiración de Lola, poco a poco se incrementaba, y le di un apretón suave a su hombro para tranquilizarla.

—Rose, no voy a tolerar faltas de respeto a tus compañeros de clase. —hablé en un tono firme.

Eso pareció captar la atención de todos los demás estudiantes que fueron bajando la voz, poniendo sus ojos sobre ambas chicas que estaban frente a frente.

En especial Albus, Scorpius y Némesis, quienes se habían agrupado en un sector del salón para observar.

—Pero sólo digo la verdad. —continuó— No se atreve porque siempre ha sido una cobarde, jamás podrá ser capaz de enfrentarse a mi en ningún sentido porque no puede. 

Yo gruñí, tomando ambos hombros de la chica para comenzar a empujarla conmigo en dirección a la puerta.

—No voy a volver a repetirlo, Rose. —negué— No entiendo por qué te estás comportando de esta manera.

Dio un tirón para soltarse de mi agarre, frunciendo el ceño de la misma manera que yo.

—Porque es probable que sólo quiera decir unas cuantas verdades, que ella deje de ser la pobre Lola, la indefensa a quién todo el mundo quiere cuidar. —se acercó a ella a pasos cautelosos— ¿Qué pasa, Lola? Últimamente te veo muy sola y callada.

La rubia no respondió, y me percaté de que apretaba el agarre en su varita.

—Eso ocurre cuando la gente se da cuenta de quién eres realmente y lo único conveniente es alejarse de ti. —soltó; yo avancé otra vez hasta ellas— A ver si así sientes exactamente lo mismo que yo, cobarde.

Las acciones que Lola decidió realizar fueron en un simple parpadeo con el que apenas pude reaccionar.

Su brazo estaba en alto, consiguiendo enterrar la punta de su varita bajo el mentón de la pelirroja y que ella retrocediera unos pasos por el empujón que eso le causó.

Sin contar además que miles de murmullos se escucharan por el salón por las decisiones que optó tomar.

Intervine de inmediato entre ambas, empujando ligeramente su brazo con mi mano hasta intentar bajarlo.

Pero para mi sorpresa, ahora estaba decidida a apuntarme a mi.

—No sé qué es lo que está ocurriendo entre ustedes dos, pero ya es suficiente. —alcé la voz— Lola, baja tu varita ahora.

—¡Ella siempre es el problema! —exclamó en una especie de colapso, empujando más el objeto contra mi— ¡De alguna forma u otra es ella quién los provoca!

Escuché una risa sarcástica a mis espaldas. —¿Me amenazas con tu varita y dices que yo soy el problema?

Noté que Scorpius se acercaba a ella por detrás, rodeándola con ambos brazos para comenzar a llevarla con él mientras murmuraba cerca de su oreja, pero Lola se resistió tal como Rose lo hizo.

Lo separó de un empujón, brindándole una mirada de pies a cabeza nuevamente con la varita en alto.

Esto se estaba saliendo de control y no sabía exactamente por qué actuaba de esta manera.

—Ni se te ocurra acercarte a mi, ninguno de ustedes tres. —los señaló.

—Lola, por favor escúchame-

Sólo pude negar con la cabeza, sacando mi propia varita del bolsillo para murmurar un hechizo con el que pude arrebatar el objeto de sus manos hasta hacerlo caer en las mías.

Se giró en cuestión de segundos, jadeando de tanta adrenalina.

—La clase queda hasta aquí. —di el aviso— Cada uno va a tomar sus cosas y se va a retirar de aquí.

No noté ningún movimiento por parte de ellos y tomé una gran bocanada de aire.

—No lo voy a repetir una vez más, largo.

Todos comenzaron a esparcirse por el salón en busca de sus pertenencias con bastante rapidez; algunos lo hacían más lento, como si quisieran quedarse más tiempo para ver si algo más ocurría.

Pero no les daría en el gusto de presenciar algo que no era de su incumbencia.

Entonces Lola también quiso avanzar para ir por su bolso, pero mi brazo se interpuso en su camino.

—Usted va a quedarse aquí. —demandé.

—Eso no es justo. —protestó en un susurro, dándome una mirada casi mortal— Rose también tiene que quedarse.

—De ella me encargaré después junto a sus padres, pero primero debo ocuparme contigo, que es algo más importante que alguien más. —guardé ambas varitas en mi bolsillo— A mi oficina, ahora.

Apretó la mandíbula, viéndome por última vez antes de desviarse y subir las escaleras a pasos rápidos, abriendo la puerta y cerrándola de golpe a sus espaldas.

Tiré la cabeza hacia atrás con frustración. ¿Qué ocasionó su reacción?

Porque claramente había algo más, y ésto sólo fue algo que hizo explotar sus emociones.

—Rose. —llamé a la pelirroja antes de que pudiera salir.

Frenó justo en la puerta, y giró sólo la cabeza. —¿Qué?

—A las cinco en mi oficina.

Pareció que mis palabras no provocaron nada en ella y otra vez dio un paso más, el cuál no pudo continuar por breves segundos cuando solté: —Y espero que tengas una buena explicación a tus padres como para hacerlos suspender sus ocupaciones.

Fue como si todo su cuerpo hubiera quitado de encima las tensiones; sus hombros cayeron notablemente, pero ella tembló.

Desde mi posición pude notarlo.

Y pese a eso, sólo respondió. —Como sea.

Ahora el salón quedó solitario, y el desorden formado por todas las mesas a los costados no me importó, sólo subí las escaleras a una velocidad normal hasta quedar frente a la puerta y tomar la manilla con un suspiro.

La giré, y de inmediato encontré a la rubia sentada en el sofá donde habíamos estado la última vez.

Sus ojos estaban puestos en el fuego que desprendía la chimenea, tan intenso como ella en este momento que sabía que sólo lo hacía para poder distraerse con algo.

Y esa distracción se esfumó cuando percató el ruido de mis pasos a un costado de ella; enderezó su espalda con el mentón en alto, sus manos apretadas como puños sobre las piernas, gesto que disimuló metiéndolas bajo éstas.

Suspiré por milésima vez.

—Lola. —la llamé.

No respondió.

—Lola, te estoy hablando. —volví a repetir su nombre, avanzando hasta ella— Lola.

—Yo no quiero hablar.

—Desgraciadamente estás en mi oficina y quién pone ordenes aquí soy yo. —utilicé un tono firme con el que pudiera entender— Hablaremos por las buenas o por las malas, pero de aquí no te vas hasta darme una respuesta por tu comportamiento.

Soltó una risa carente de gracia. —Entonces ahora el problema es mío como si Rose no hubiera actuado de la misma manera.

—Yo no he dicho eso.

—Pero es lo que está intentando decir.

Rodé los ojos, empujando las cosas de la mesa de centro para ubicarme en ella.

Entrelacé mis manos en medio de mis piernas abiertas, y la miré expectante; quería saber lo que pensaba sólo con mis ojos en ella, en la forma en que sus cejas se fruncía, sus ojos se entrecerraban viendo un punto fijo.

Su pie golpeando el suelo constantemente haciendo temblar su pierna izquierda.

—¿Cuándo ibas a decirme que las cosas entre Rose y tú estaban mal?

Siguió sin mirarme.

—No tenía pensado hacerlo. —respondió en seco.

—Si sabía no te habría puesto con ella, Lola. —traté de aliviar la tensión con una voz más relajada— Por favor habla conmigo, déjame ayudarte.

Por fin decidió hacer contacto visual conmigo, una mirada que jamás había visto en ella.

Llena de furia pero tan apagada a la vez.

—¿Por qué siempre tengo que ser yo la que hace las cosas mal? —susurró, quitando de un empujón toda la impotencia que había en ella— Yo... n-no sé qué les hice.

—¿De quienes estás hablando?

Abrió la boca para continuar hablando, pero la cerró a los segundos, alejando cualquier palabra que estuviera apunto de salir de ella.

Yo negué al notarlo, levantándome para quedar de rodillas frente a ella; ésto hizo que quedáramos a la misma altura, y mis ojos tuvieran toda la posibilidad de hacer contacto con los de ella.

Marrón y azul.

Una mezcla que nunca creí necesitar en mi vida hasta que conocí a Lola.

—Deja de guardarte cosas. —murmuré, atrapando sus manos temblorosas— Conmigo puedes soltar hasta tu secreto más íntimo y nunca podrá salir de mi boca, porque una vez dentro de mi cabeza, él mismo se encargará de guardarse en el lugar más profundo.

Agachó la cabeza, pero de inmediato la tomé del mentón con cariño para hacer que volviera a la posición anterior.

Sus ojos cristalizados me apretaron el corazón.

¿Por qué se permitía acumular tanta tristeza en un espacio tan pequeño?

—Me siento tan sola... —confesó, jadeando cuando una lágrima cayó por un costado— N-no sé qué hice para- para estar tan sola.

—Nadie merece estar solo, y precisamente tú no lo estás, cariño.

Dio un apretón a la única mano que sostenía la de ella y se lo correspondí de la misma forma para hacerle entender que lo había captado.

—No quería actuar así... l-lo lamento tanto. —sollozó, esnifando— N-no quería apuntarle, ni a usted ni a Rose.

—Todos tienen un límite, y simplemente tú llegaste a él y lo liberaste de una forma que no correspondía. —le intenté restar importancia— Pero sigo sin entender qué sucede entre tú y tus amigos.

Sabía que ese silencio era una simple batalla en su cabeza.

Comprendía que no se sintiera preparada para contar sus problemas que eran íntimos, pero yo estaba tan dispuesto a escucharla y sacarla de esa soledad que la consumía tan rápido.

—¿No quieres contarme?

Me miró, negando suave.

Le sonreí, poniéndome de pie para sentarme a su lado y arrastrarla conmigo hasta que su cabeza quedara apoyada en mi pecho.

Si no quería expresarse conmigo, la ayudaría de otras maneras a calmar cada uno de sus pensamientos invasivos. Con mis brazos rodeándola y pegándola a mi cada vez que intente alejarse, con mis dedos enredándose en su cabello rubio y sedoso.

Mi respiración sincronizándose con la de ella hasta formar una sola.

Sabía que eso se sentiría tan bien con el pasar de los días.

Se convertiría en algo tan familiar, especial... algo que sabía que iba a necesitar siempre a mi lado.

—No sé qué estará pasando por tu cabeza ahora mismo, pero sólo quiero recordarte que me tienes a mi. —susurré, pegándola más a mi— Y me vas a tener hasta en tus peores momentos, lo prometo.

No recibí respuesta de su parte, pero me miró hacia arriba con una sonrisa que hizo sus ojos brillantes más pequeños en ese gesto.

La hizo lucir tan hermosa.

—Gracias. —se limitó a responder.

Entonces se inclinó hasta que sus labios hicieron contacto con los míos por pocos segundos, un simple choque que me hizo probar el empalagoso sabor a coco impregnado en ella.

Un sabor que odiaba que pasó a ser mi favorito.

Mi mano fue de inmediato a su nuca para atraerla una vez más antes de que se separara, y nuestras narices hicieron un roce tierno al momento que retrocedió. Un momento tan especial entre los dos en la soledad de la oficina.

—No debes agradecer nada.

Deposité un beso en su frente, y dejé que nuestras cabezas quedaran juntas para seguir continuando de ese momento en que sólo me preocupaba de tranquilizarla.

Y deseaba quedarme así por mucho más tiempo.

⊹──⊱✠⊰──⊹

Considero que el capítulo quedó muy aburrido, perdónnnn, los exámenes no me tienen muy concentrada pero quería actualizar ):

Les amo, apenas entre en vacaciones retomo la escritura. 💗

G.

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