Willow caminaba de un lado a otro en la habitación, estaba muy preocupada por Amity ya que la pelimorada no había vuelto anoche después de su salida con esa mujer. Ya ni recordaba cuántas llamadas le dejo, cuántos mensajes le escribió, solo esperaba que a su amiga no le haya pasado nada.
La puerta del apartamento fue tocada de repente, Willow camino a paso rápido hasta la entrada y la abrió fijando sus ojos en la castaña frente a ella con Amity totalmente dormido en sus brazos.
— ¿Qué sucedió? —cuestiono la chica mirando expectante a la mujer.
—Esta drogada, es todo. —miente la más alta entrando como perro por su casa al apartamento, dejo el cuerpo de Amity en el sofá y se giró hacia Willow.
— ¿Quién eres tu? —le pregunta— ¿Y que le hiciste a mi amiga?
Luz enarcó una ceja mirando de arriba a abajo a la azabache frente a ella, una divertida sonrisa se mostró en su rostro y camino lentamente hasta Willow.
—Ángel guardián, debí saberlo cuando percibí tu olor tan puro y desagradable. —espeto chocando su aliento con el rostro de Willow.
La azabache la aleja sintiendo sus manos quemar ante el toque con el pecho semi descubierto de la demonio.
—Y yo debí saber que se trataba de ti. —murmuro— ¿Qué quieres de Amity? Ella no es como los otros.
—Sí, ya me di cuenta de eso.
—No quiero perder mi tiempo contigo, tengo mejores cosas que hacer.
Pasa por su lado para dirigirse a la salida—Dile a Amity Blight que la espero mañana temprano en su Academia, y más te vale no detenerla, a no ser que quieras una navaja en tu cuello. —amenaza.
—Sabes que no puedes tocar a un ángel guardián. —le advierte,
—Mm, yo no. Pero ella si. —señala a Amity— Nos vemos, Willow.
Salió del apartamento hacia la salida, Willow se mantuvo en silencio procesando lo que acababa de pasar. Miro a Amity y se acercó para tomar su muñeca dándose cuenta de la marca que tenía en su piel.
—Dios. —susurro sorprendida— Te marcó.
Cayó en el sillón totalmente preocupada, miro el rostro de Amity aún dormida, ahora tenía que hacer algo, si su amiga seguía juntándose con aquella mujer, es posible que su destino termine en una muerte fatal.
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Los días siguientes, Luz permaneció totalmente en vela, intentaba buscar una respuesta a lo que sucedió con aquella chica. Porque no era posible que Amity haya podido ser capaz de mirar su forma real, nadie jamás la había hecho.
¿Por qué ella si?
Todo era confuso para la princesa, su cabeza estaba he hecho un lío y sus pensamientos más oscuros quedaban en un segundo plano. El club estaba lleno de personas, mundanos bailando y disfrutando del pecado que se les era brindado.
Pero Luz no estaba del todo pendiente con eso. Hunter apareció a su lado con las manos detrás de su espalda y mirando a la castaña totalmente confundido.
— ¿Ahora que pasa? ¿Te aburriste de este mundo asqueroso?
—Estoy pensando. —dice con la voz áspera— Pensando en que hacer con esa chica.
— ¿Por qué mejor no la dejas en paz y regresas allá abajo?
Luz le da una dura mirada— ¿Por qué mejor no te jodes en la puta mierda y me dejas en paz?
—Lilith no tardará en encontrarte, Luz. No podrás con un ser más poderoso que ella, te desterrara para siempre si no vuelves a dónde perteneces.
Luz negó colocándose de pie.
—No puedo volver, necesito repuestas, Hunter, necesito saber que es Amity Blight.
Hunter frunció sus labios y saco un pequeño frasco de su pantalón.
—Polvo de ángel, le quite un poco a un serafín, úsalo y averiguaras lo que quieres. —le ofreció.
— ¿Cómo hago eso?
—Solo esparces un poco en algún lugar exacto dónde esa chica estuvo contigo, o donde haya dejado su olor. Esto abrirá un portal dejando ver la vida de Amity pasada, no mostrará todo, pero el polvo solo revela lo que queremos saber, más no lo que deberíamos.
La castaña tomo el frasco pensativa, Hunter le da una última mirada y desaparece de su vista. Si este polvo funcionaba, entonces es posible que logré ver el alma de Amity.
Salió del club hacia su auto para conducir a la academia dónde debía seguir fingiendo ser una tonta directora de ballet. Pero está era la excusa perfecta para estar cerca de Amity.
Estacionó poco después frente al lugar, salió del vehículo y se adentro por el pasillo siendo observada por los demás.
Amity estaba en el salón de práctica haciendo sus calentamientos, cuando de repente Kathe se acerca con una ladina sonrisa en su rostro, expresión de superioridad y victoria, algo característico que la hacía ver mejor que los demás.
—Amity, que encantador que sigas practicando para algo que definitivamente tendré yo.
La pelimorada se levanta mirándola fijamente—¿De que hablas?
Kathe sonríe sarcástica y se acerca lo suficiente a su rostro.
—Lo que yo quiero lo consigo, incluso el papel principal del cisne blanco, ya sabes que un cuerpo bonito y un rostro como el mío, iba a ser el lienzo perfecto para dominar a alguien, ve diciéndole adiós al papel principal, Amity.
La pelimorada empuño sus manos con cierta molestia, Kathe se aleja riendo. La puerta del estudio se abrió mostrando a Luz, las miradas se posaron en la directora, incluso la de Kathe, la cual estaba segura que después de aquella ardiente noche con la morena, el papel sería suyo.
Amity tenía su rostro desanimado, pues aún recordaba su noche recién con la castaña y lo muy bajo que había caído en entregarse a alguien que no conocía de nada.
—Todos pueden irse, únicamente necesito a Blight en el estudio. —ordeno la mayor.
Kathe frunció sus cejas confundida. Amity la observa fijamente, mientras los demás salían del estudio dejando a ambas solas. La morena dio un paso hacia adelante y tomo el rostro de Amity para besarla.
La pelimorada se mantuvo estática, un poco confundida y demasiado nerviosa.
—Baila. —pidió— Pero baila de verdad.
La pelimorada tragó saliva y se alejo de la morena, sentía sus labios entumecidos y su mente nublada. Luz lame su boca con el sabor amargo del polvo que había decidido colocar para ver pasado directamente a la boca de Amity.
La música instrumental comenzó a sonar en los parlantes, Amity se colocó de puntillas para bailar, y aunque la menor no pudiera ver lo que a su alrededor pasaba. Luz si vio claramente cuando un portal se abrió detrás del chica.
Mientras Amity daba giros y extendía sus brazos como alas, en aquel portal se mostraba la imagen de un castaña bailando al mismo tiempo que Amity, en un gigante teatro y siendo la perfecta cisne blanco.
Para después volverse la imagen oscura y aparecer la imagen de Luz tomando a aquella castaña y haciéndola suya en la tenue habitación.
La morena tenía sus cejas fruncidas y el corazón que latía errático. Más allá de ser un portal que mostraba la vida pasada de Amity, era como si descifrará lo que pasaría después en el futuro.
Entonces comprendió, que estaba buscando el lugar equivocado. No era Amity una humana cualquiera. Era la humana que en su pasado había corrompido para después verla partir.
El portal se cerró de pronto y la pelimorada cayó al suelo de rodillas, su cuerpo se sentía pesado y la respiración profunda. Le dio una mirada a la castaña, y esta lo observo sin parpadear.
Camino lentamente hacia ella para agacharse frente al chica.
— ¿L-lo hice bien? —cuestiono agotado. Luz miro todo su rostro y asintió.
—Lo hiciste perfecto.
Amity sonrió por fin y bajo su mirada sonrojada, Amity se levanta más vulnerable que antes.
—Señorita Noceda. —dice la voz de la pelimorada detrás— No se que sucedió esa noche, pero recuerdo que la vi, ¿Puede decirme que pasó exactamente?
Luz se mantuvo en silencio para después girarse y mirar a Amity colocarse de pie.
—¿Le tienes miedo a la oscuridad? —le pregunta.
—No.
—¿A las tormentas? —da otro paso adelante.
—No. —vuelve a negar.
— ¿Y a la muerte?
Amity tragó saliva y asintió— Sí.
Luz quedó cerca de su rostro mirándole fijamente, cambiando sus ojos a un tono más claro, haciendo que Amity quedé completamente estática.
—Me presento. —declaro— Soy la muerte, la pesadilla de cualquier persona, fugitiva de la oscuridad que me rodea, heredera de un trono maldito. —tomo la muñeca de Amity mostrando su marca— Soy Luz Noceda, princesa del infierno, un ángel del mal.
La pelimorada permaneció quieta, observo el rostro serio de la morena, y el aura tenue que la acompañaba. Abrió su boca para hablar, pero solo pudo dejarse caer en los brazos de la mayor.
Luz suspiró rendida, sosteniendo a la pelimorada como una suave pluma, delicada y débil.
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