Greek god body - [JaeKun]

By KwangyaWorld

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Si hay algo que a Qian Kun le gusta es la mitología griega. Se siente tan atraído por ella como por su compañ... More

Prólogo
Capítulo 2
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Capítulo 1

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By KwangyaWorld

Capítulo 1. El nuevo empleado

Mocasines negros, pantalones de vestir cafés, camisa blanca con un chaleco de cuadros negros y blanco. A ese estilo se le complementaba con una gabardina gris, raro, pero que de alguna forma combinaba con el atuendo. Los zapatos se detuvieron en el centro de la pequeña plaza que contenía algunos árboles de cerezos y una fuente con una letra griega de donde emanaba el agua. Un par de ojos cafés, con un brillo singular de emoción miraron el gran edificio del cual la mayor parte eran cristales como sus paredes.

Los ojos se cerraron por un momento, dejando a quien le mirara atentamente la oportunidad de ver las abundantes y espesas pestañas negras enrizadas por cuenta de la naturaleza, tan largas que llegaban hasta esas cejas planas, pero perfectamente llenas que no había necesidad de ser maquilladas.

Suspiró en medio de la sonrisa que llevaba en los labios, unos rosados y proporcionados labios acompañados de un gloss para resaltarlos y tentar a cualquiera. Mejillas con un poco de colorete del tono de un melocotón, suaves como ellos y a ese rostro le adornaba una pequeña nariz tipo botón que hacía de cereza al hermoso pastel que era ese rostro etéreo.

'Este es el gran día, Qian Kun. Oficialmente eres parte del líder empresarial más grande que ha existido en toda la historia... además de Disney y Coca-Cola, pero no importa. Has pasado por mucho y luchado contra ciento cincuenta aspirantes en un examen de ocho horas, además de un extenso análisis psicométrico que seguramente revelará lo demente que estás y la poca concentración que pones en tu vida social, no importa, eso ahora no es relevante. Tú pudiste aprobar ese y muchos exámenes, procuraste llevar contigo una impresora por si algún documento faltaba e incluso portabas bolígrafos azules, negros y rojos en todos los diferentes milímetros existentes para no correr ningún riesgo de no ser contratado. Qian Kun, esto es un gran paso para tu independencia, así que debes ser el mejor o volverás a la casa de tus padres en China, no puedes caer a ello, viniste a Corea para ser parte de la historia y...

— ¡Hola! Eres Qian Kun, ¿Cierto?

El chico de piel tan blanca como la leche y de cabellos miel dejó de mirar el enorme edificio que se encontraba frente a él, a su lado, un joven de tez levemente morena lo miraba a la expectativa de su respuesta con una sonrisa en los labios y un gafete que lo identificaba como trabajador de la empresa a la que ahora también era empleado.

— ¿Sí? —respondió inseguro— ¿Y tú...

— ¡Uf! —interrumpió el joven— Es bueno que no me haya equivocado. A veces, suele ocurrir y a los nuevos empleados se le complica conocer por sí mismos la empresa. —aclaró y extendió la mano en modo de presentación— Mi nombre es Chittaphon con un apellido que no lograrás pronunciarlo, aunque lo intentes veinte veces, pero es preferible que me llames por Ten, seré quien te dará un tour por el edificio, te dirá todo lo esencial y también... soy parte del mismo departamento de investigación. No es necesario que te presentes, solo estrecha mi mano.

Para ser un chico un tanto hablador, Kun no pudo despegar la vista de aquel característico encanto que de alguna forma poseía Ten. Demoró en hacer lo que el contrario le dijo, por lo que estrechó su mano con la de Ten notando que suya era áspera y que la del moreno demasiado suave.

— ¡Encantador! —exclamó Ten haciendo que Kun brincara del susto— ¡Estoy seguro que tu disposición será algo que el jefe amará! ¿Iniciamos?

Ni le dio la oportunidad de responder. De un momento a otro Kun ya estaba siendo arrastrado por Ten al interior del enorme edificio pasando rápidamente por el lobby donde para acceder utilizó su identificación de empleado por primera vez. Llegar al séptimo piso resultó una odisea, ya que en cada piso que el ascensor se detenía Ten le daba un recorrido indicándole las áreas que se encontraban ahí y proporcionando nombres que en un futuro le sería de utilidad.

— ¿No iremos al piso siete? —cuestionó cuando el ascensor mostró el octavo piso— M-mi área es...

— Todavía no hemos terminado con el recorrido. —interrumpió Ten arreglando su cabello.

Al igual que con los pisos anteriores, Ten le explicó lo que encontraría ahí y lo corroboró al ver a varios empleados usar prendas similares que destacaban en su área de trabajo.

— En este piso encontrarás otros equipos de investigación. Ellos se enfocan en una vertiente diferente de lo que nos corresponde, así que, no hay mucha relación de ellos con nosotros.

Dos pisos tuvieron que ascender para que se percatara de que la punta de la pirámide laboral comenzaba a vislumbrarse, ya que al poner un paso en el decimo piso, pudo notar que el ambiente era un demasiado estresante en comparación con los pisos inferiores.

— Si bien, hay tres pisos dedicados a la investigación, también hay tres diferentes jefes para cada uno de ellos. —decía Ten caminando con gracia.

Conforme le daba a conocer, ellos avanzaron hasta que en la placa del muro cerca de la puerta leyó el primer nombre.

— En la investigación de la materia prima se encarga el jefe Lee Taeyong, —expresó con un desagrado que el pelinegro siquiera notó— es algo exigente con su trabajo.

Dado que las puertas eran de cristal, pudo ver a un apuesto peliazul leyendo documentos que Kun asumió ser de suma importancia. Por si fuera poco, vio que el jefe Lee se levantó de su silla y caminaba hacia la salida de su oficina con un claro ceño fruncido.

Ambos solamente pudieron acertar en dar pasos en reversa para no impedir el paso al peliazul que abrió la puerta del otro extremo del lugar y que también poseía una placa en el muro cerca de la puerta.

Pronto escuchó la voz grave y molesta de Lee Taeyong provenir que aquella oficina.

— ¡¿Kim podrías explicarme esto?!

Resultó imposible evitar ver como la carpeta que antes estaba leyendo cayó sobre el escritorio de la persona de siquiera se inmutó por aquel arrebatamiento que presentaba Lee.

— Buenos días también para ti Lee. —dijo aquella persona en respuesta sin despegar su mirada de la computadora— ¿No crees que es muy temprano para tus quejas sin sentido?

— Kim...

— No me culpes de tu incompetencia, —interrumpió a Taeyong— así que déjame trabajar.

Kun notó que parecía un poco más joven que Taeyong, aun así, se miraba con autoridad bajo aquel traje impoluto que vestía. El cabello rubio cubriendo elegantemente parte de su frente y dándole un toque juvenil que poseía para concluir con un rostro libre de alguna imperfección, sobre todo, con esa mirada estoica que le proporcionaba al peliazul.

— Lee Taeyong tiende a discutir con el jefe Kim Doyoung, —siguió explicando Ten— quien se encarga de liderar al octavo piso sobre las estrategias en el desarrollo de la producción. Esos dos idiotas, —murmuró entre dientes— Por suerte, ninguno de ellos es nuestro jefe. Kim controla demasiado el trabajo de sus subordinados, como si todo estuviera fríamente planeado, jamás le he visto perder los estribos, lo cual es una suerte o Lee hubiera visitado emergencias un sinfín de veces.

— Parece ser una persona sensata e inteligente. —comentó el pelimiel.

— Él sabe ganar batallas sin derramamiento de sangre. —murmuró Ten— Es todo lo contrario de su hermano.

— ¿Qué?

El moreno negó con una sonrisa y siguieron caminando hasta llegar a la tercera oficina que se encontraba en dicho piso. Parecía no haber nadie dentro, solamente el secretario se encontraba en su puesto tecleando diligentemente algún trabajo atrasado. En la placa se podía leer claramente el nombre, solo que, a diferencia de los jefes anteriores, las letras se encontraban en negro. Las de Taeyong eran azules, las de Doyoung plata, pero estas en un negro sin brillo alguno.

— Finalmente, quien debe importarte, nuestro jefe de investigación, Jung Jaehyun. Él es quien se encarga de supervisar cada semana avances de nuestras investigaciones. Es diferente a los otros dos. Ni siquiera podrías imaginar que el jefe Jung es una persona así, tan diferente de lo que se cree de él.

Lo último dejó al pelinegro algo confuso, pues el tono utilizado del moreno le indicaba algo de sarcasmo hacia su jefe. Prefirió no preguntar y limitarse a escucharlo respecto al secretario de su jefe quien le dio una leve sonrisa antes de volver a su trabajo y murmurar que Jung no llegaría sino hasta pasado el medio día por cuestiones de trabajo.

Los tres pisos restantes se conformaron en cuestiones administrativas y en el catorceavo solamente existían dos oficinas, la vicepresidencia a cargo de Choi Lucas el hijo y heredero de aquel emporio que se encontraba en la cúspide del sector empresarial en manos de Choi Minho, presidente y accionista mayoritario de 'Olympiakós', el conglomerado que ofrecía un sinfín de productos y servicios a la población. Era como un olimpo, pero contemporáneo.

— Por ahora, solamente deberás ponerte al corriente de lo que se está investigando, este será tu escritorio. —señaló Ten al espacio despejado y luego al que se encontraba a su derecha— Mi escritorio es aquel, si necesitas ayuda o tiene alguna otra duda, dímelo. ¿Ok?

El pelimiel sonrió demasiado agradecido por lo que el moreno hizo por él, en tanto que el mencionado podría jurar que Kun estaba emanando un aura tan primaveral con flores y arcoíris en esa sonrisa inocente.

— Lo tendré presente. Muchas gracias Ten.

Él correspondió para por fin tomar su lugar y continuar con el trabajo pendiente.

El rojo era algo que no pasaba desapercibido por el escritorio de Ten, incluso las notas a pesar de ser rosas, tenían la peculiar forma de corazón y se podía percibir un olor algo suave, pero que inevitablemente era del agrado al olfato.

— Oh, lo siento, —dijo Ten soplando una llama al percatarse de Kun olfateando en su dirección— tiendo a usar velas aromáticas en algunas ocasiones.

— ¿Te permiten hacer eso aquí?

Una sonrisa algo ¿descarada? Se encontró en los labios del de cabellos cenizos, quien los revolvió, pero no mostraron despeinarse en absoluto.

— No es como si fuera a hacer un incendio. —respondió y añadió para sí mismo— Es piromaníaco es mi marido.

Aquello llegó a los oídos de Kun y disimuladamente llevó su mirada al dedo anular izquierdo del moreno, comprobando que, en efecto, existía un anillo de matrimonio junto al de compromiso adornándolo.

— ¿Crees que pueda tener...

— No veo problema alguno si quiere tener alguna planta en tu escritorio. —interrumpió Ten— Solamente procura que sea discreta, un bonsái sería perfecto.

— E-eh... no soy bueno con las plantas. —dijo el pelimiel sonrojado— Siempre se mueren. Intenté cultivar un cactus y flores desérticas, pero también se murieron.

Para Ten aquello sí que lo dejó sorprendido. Es decir, no se necesitaba ser un experto para saber que las plantas desérticas casi no se les rociaba agua. ¿Acaso sus ojos le habían hecho una mala jugada?

Se rascó la cabeza a la vez que la inclinaba en un intento de encontrarle sentido a las cosas. Giró su silla volviendo al trabajo, en tanto Kun fue borrando su sonrisa apenada hasta que solamente quedó una línea entre sus labios y suspiró recordando sus fracasos en la botánica.

— Supongo que... —comentó Ten sin girar— habrá algo que puedas tener para personalizar tu área.

"Y que no sea una hoz", completó en sus pensamientos.

Solamente escuchó la suave risa del pelimiel quien seguramente se encontraría sonrojado.

— Pensaré en ello.

Eso le pareció ser suficiente, pues se enfocó en su trabajo, aunque de vez en cuando giraba para ver a Kun leer demasiado absorto en todo lo que su equipo estaba investigando. Le alegraba aquella actitud comprometida de los nuevos empleados y esperaba que Kun pudiera resistir la presión del trabajo, aunque sospechaba que tendría la mejor motivación para que, cuando quisiera tirar la toalla, no lo hiciera.

La hora de la comida llegó a ser música para los oídos de Kun. No perdió tiempo para suspender la computadora, no sin antes guardar los cambios hechos con sus anotaciones al documento que leía. Tomó sus cosas y siguió a Ten con destino a la cafetería.

Sin embargo, ser el nuevo empleado conllevaba a convertirse en ser el centro de las miradas de los demás, por ende, prefirió ocultarse detrás de Ten al ingresar al ascensor.

— Eres Qian Kun, ¿Cierto?

Como un niño curioso se asomó sobre el hombro del moreno notando a tres chicos pelinegros que le miraban con una sonrisa.

— Sicheng... —dijo Ten en lo que pareció un tono de advertencia— es su primer día.

— ¿Qué? —respondió alzando las manos— Solo quería saber si es el nuevo de nuestro departamento.

Ten rodó los ojos y volvió su atención a los mensajes sin responder que le mostraba su teléfono.

— Es algo tonta tu pregunta, lo sabes.

Prefirió salir de la bandeja y en poco su móvil le alertó una llamada entrante que colgó en cuanto vio el nombre. No pasó mucho para que el aparato volviera a sonar y él estuvo a punto de repetir su acción anterior, pero tras leer el nombre no perdió tiempo en responder, dejando así a Kun a su suerte con los tres pelinegros.

— Entonces... —siguió Sicheng acercándose a Kun— ¿Ya quieres presentar tu carta de renuncia?

— E-eh...

— Sicheng, es claro que no lo hará, —expresó otro poniendo las manos sobre el hombro del mencionado— es un gusto conocerte al fin. Soy Xiaojun, —dijo con una sonrisa— este tonto es Sicheng y él... —señaló al tercer pelinegro— es Shotaro. Nosotros estamos en el mismo equipo de investigación en que estás.

— Bueno... lo estarás hasta que estés al corriente de todo. —completó Shotaro— Además, así también nos aseguramos que no quieras renunciar.

La expresión de Kun era digna de fotografía con escuchar lo último. Lo único que pudo hacer fue rascarse la cabeza no sabiendo cómo responder a ello, pero el que Ten ya no le estuviera sirviendo como escudo por estar enfrascado en su llamada hizo que los otros tres lo rodearan y que tanto Xiaojun como Shotaro le tomaran de un brazo cada uno.

— Dado que aun no te integras no podremos festejar tu bienvenida esta noche. —comentó Shotaro— Sin embargo, pronto lo haremos... queremos creer.

— N-no tengo inconveniente en ello. —respondió Kun— Y no he encontrado nada que me haga querer renunciar.

Los tres se miraron entre sí prefiriendo callar o en verdad podía ser que Kun diera la carta de renuncia a recursos humanos.

— ¿Cómo te ha tratado Ten? —cuestionó Sicheng— Él fue el que se ofreció en ayudarte a familiarizarte con todo.

— Bueno... ha sido muy amable, —comenzó el pelimiel— también ha estado ayudándome si tengo alguna duda.

El ascensor llegó al primer piso a lo que ellos salieron dejando a Ten dentro, cosa que Kun notó tras dar varios pasos y no verlo junto a ellos.

— Esperen, ¿Ten...

— Ve con ellos, —pidió el moreno despegándose del teléfono por un momento— te veré después de la comida.

Dicho eso, pulso un botón y la caja metálica se cerró.

A Kun no le quedó más remedio que ir con ellos y compartir la mesa mientras era cuestionado con todo tipo de preguntas que aquel trío pudo formularle en toda la hora que tenía disponible.

— ¿Realmente toda planta muere en tus manos? —cuestionó Sicheng— Esto en verdad no me es posible creer.

Y es que, en el transcurso que contaba sobre su tour por la empresa terminó externando su nula habilidad con las plantas, así como la reacción de Ten cuando lo supo. La misma reacción terminó copiada en los tres pelinegros quienes, al igual que el moreno, se revolvieron el cabello e hicieron una mirada pensativa.

— Supongo que la jardinería y yo nunca nos llevaremos. —respondió con una sonrisa torpe— Por eso estoy en este departamento. —trató de bromear.

— Si lo de Ten fue lo más sorprendente que vi y escuché, —dijo Xiaojun— esto se convirtió en el primer lugar.

Con un sonrojo Kun desvió la mirada hacia el resto del lugar limitándose a escuchar a los tres conversar respecto al tema, pues el pelimiel alegó que se debía por el hecho de que Ten se hubiera ofrecido en ser una especie de tutor durante los primeros días, lo que le llevaba a pensar respecto a la personalidad que poseía el moreno.

Sus divagaciones quedaron en segundo plano al ver un pelinegro ingresar a la cafetería. Con las mangas de una camisa celeste arremangadas hasta el antebrazo, pantalones y chaleco azul marino.

— ¿Quién es él?

Su pregunta detuvo la charla de los tres restantes en la mesa y rápidamente miraron en la dirección que Kun seguía viendo al pelinegro de cabellos estéticamente revueltos que parecía tener una buena charla con Lee Taeyong.

Ignoró por completo que alguien más hubiese tomado asiento en la mesa después de haberle escuchado preguntar por el pelinegro.

— El perfecto Jung Jaehyun. —respondió con corazones en los ojos— Sólo míralo, tiene el cuerpo de un dios griego.

Kun se quedó mirando con atención al mencionado con sonrisa digna de comercial, apoyó su cabeza en la palma de su mano y un pensamiento cruzó por su mente.

'¿Solamente el cuerpo de un dios griego?'

Tardó en reaccionar cuando procesó la información, entonces se enderezó y miró a los demás en la mesa, quienes tenían la vista en Kun como si no creyeran que pareciera colegiada enamorada.

— ¿Qué has dicho? Y... ¿Quién eres?

El castaño moreno con lunares en su rostro se encogió de hombros antes de regresar su vista al pelimiel quien le miraba consternado por notar que ese rostro le resultaba familiar.

— Me llamo Donghyuk, soy el asistente del jefe Jung Jaehyun.

Kun parpadeó varias veces costándole demasiado creer lo que el moreno le había dicho.

— ¿Quieres decir que... él... —señaló hacia Jaehyun— es mi jefe?

Donghyuk asintió asaltando una papa frita de la bandeja de Kun. En tanto los otros tres parecían estar demasiados entretenidos observando las reacciones del menor.

Se quedó mirando a todos lados en la mesa tratando de procesar lo que había pensando de su jefe en pocos segundos al punto de sonrojarse por el hecho de haberle interesado.

"¿Por qué mi jefe es guapo?"

No pudo darse cuenta que en poco aquel pelinegro se encontraba frente a la mesa son una deslumbrante sonrisa saludando a sus subordinados y mirándolo con curiosidad.

— Eres Qian Kun, ¿Cierto?

El llamado le hizo levantar la mirada encontrándola con la de Jaehyun y sonrojándose fuertemente al tenerlo cerca.

— S-sí. —respondió casi en pregunta.

— Lamento no haber podido darle la bienvenida esta mañana... —siguió sin dejar de sonreír.

Kun pensó si no le dolía el tanto sonreír de aquella forma encantadora, pero tuvo que forzar en concentrarse en lo que decía su jefe.

— Escuché que Chittaphon lo ha tomado bajo su cuidado.

— El peor elemento para eso si tomamos en cuenta quién es. —murmuró Donghyuk comiendo otra papa de la bandeja de Kun.

— Dejando salir el veneno como siempre. —respondió Shotaro.

— ¿Acaso miento?

Pero eso no era más que ruido para Kun, porque lo único que sus oídos lograban escuchar perfectamente bien era la voz de su jefe condenadamente guapo y con sonrisa angelical.

— Nos reuniremos pronto de la forma conveniente joven Qian, disfrute su comida.

Sin más dio la vuelta todavía con una enorme sonrisa que ni siquiera las quejas de Taeyong respecto a Kim Doyoung importaron en absoluto.

En tanto Kun miraba con desilusión su comida, no por ya no encontrar ninguna papa frita, sino porque su corazón por fin latía por alguien, alguien que terminó siendo su jefe y nada podría hacer al respecto.

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