SUNFLOWER | Harry Potter

By etrnaldream

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โ”€โ”€โ”€โ”€ ๐•ป๐–—๐–”๐–‘๐–”๐–Œ๐–š๐–Š.
Chapter one.
Chapter two.
Chapter three.
Chapter four.
Chapter five.
Chapter six.
Chapter seven.
Chapter eight.
Chapter nine.
Chapter ten.
Chapter eleven.
Chapter twelve.
Chapter thirteen.
Chapter fifteen.
Chapter sixteen.
Chapter seventeen.
Chapter eighteen.
Chapter nineteen.
Chapter twenty.
Chapter twenty-one.
Chapter twenty-two.
Chapter twenty-three.
Chapter twenty-four.
Chapter twenty-five.
Chapter twenty-six.
Chapter twenty-seven.
Chapter twenty-eight.
Chapter twenty-nine.
Chapter thirty.
Chapter thirty-one.
Chapter thirty-two.
Chapter thirty-three.
Chapter thirty-four.
Chapter thirty-five.
Chapter thirty-six.
Chapter thirty-seven.
Chapter thirty-eight.
Chapter thirty-nine.
Chapter forty.
Chapter forty-one.
Chapter forty-two.
Chapter forty-three.

Chapter fourteen.

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By etrnaldream

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄
───────────────
Cobardía, errores, arrepentimientos.

.

OMNISCIENTE.

Tras finalizar el día trágico y lleno de sucesos que colapsaron a Lola, ella tenía la esperanza de que hoy todo fuera distinto.

Para ella fue extraño asistir a la clase de Harry sin Albus; además de que el mayor casi le había rogado el día anterior hablar y ella se negó.

Sentía esa presión cada vez que la miraba, como si con una simple mirada le pidiera cambiar de opinión.

Pero no lo haría, no correspondía.

Ya había cometido el primer error cuando dejó que se acercara esos días en su oficina. Eso era como una enorme culpabilidad cuando pensaba en Albus, ¿qué diría si se enterara de eso?

O cualquiera de sus amigos. ¿Se molestarían con ella?

Era muy probable que sí.

Ahora Lola se encontraba en la enfermería haciéndole compañía a Albus. La clase con Harry había finalizado, y antes de que él pudiera decirle algo, tomó sus cosas y se fue.

Hizo una mueca al sentir su mano fría, y se encargó de acariciarla para que entrara en calor.

—Lo que más te dolerá de todo ésto es que tu escoba se dañó. —soltó una pequeña risa— No tanto, pero sé que la cuidabas demasiado. Scorpius y Némesis se están encargando de arreglarla.

Madame Pomfrey apareció con un vaso de agua, dejándolo sobre el velador.

Lola le agradeció, y escuchó su disculpa al momento de retirarse.

—Pero si de algo sirve, hablé con el capitán del equipo, y me dijo que no debes volver a dar las pruebas porque ya estás dentro. —murmuró con emoción— Eres el nuevo cazador, Al. ¿Puedes creerlo?

—Si mi maldito cuerpo n-no doliera, estaría s-saltando sobre esta camilla.

La chica abrió los ojos con sorpresa, y se puso de pie para inclinarse un poco sobre el chico, analizando su rostro y tocándolo con mucho cuidado.

—¡Al, mierda! —sonrió con alivio— Estás bien. Déjame llamar a la enfermera.

No le dio tiempo para responder y se asomó para hacer una pequeña seña a la mujer que anotaba en su libreta con total concentración.

Ella se acercó de inmediato, observando primero que todo la dilatación de sus ojos y si su vista respondía correctamente.

Albus siguió cada una de las indicaciones, respondiendo preguntas y luego moviendo con suavidad sus manos para quitar la tensión de éstas.

Las había mantenido apretadas toda la noche.

—Iré a notificarle ésto al señor Potter, no tardo. —avisó, abandonando el lugar.

Lola volvió a sentarse en su silla, acariciando su brazo que no estaba perjudicado.

—¿Cómo te sientes?

Hizo una mueca, acomodándose sobre la camilla. —Creo que me duele hasta el cabello. No sabía que esas cosas pegaban tan duro.

—Debí haberte advertido o pedido que te sacaran. —dijo con arrepentimiento— Nos habríamos ahorrado todo ésto.

—Los accidentes son parte del juego, Lola, no tienes que preocuparte. —quiso restarle importancia— ¿Cómo fue que pasó?

Suspiró.

—Tenías la Quaffle e ibas directo a anotar, pero no te percataste de que una Bludger te seguía. —hizo una pausa— Tratamos de advertirte, y al parecer perdiste de inmediato el conocimiento cuando te golpeó.

—Es decir, escuchaba gritos, pero pensé que eran de emoción.

Soltó una pequeña risa, gruñendo del dolor que eso le causó. Lola lo tranquilizó, ayudándolo a recostarse.

—Tienes que hacer reposo durante estos días.

—¿Y qué va a pasar con las clases?

Lola alzó una ceja, divertida. —¿Desde cuándo tan preocupado por las clases?

—Desde que mi padre es profesor. —rodó los ojos.

Ella sonrió levemente al escucharlo, borrando en cuestión de segundos esa sonrisa cuando nuevas dos personas aparecieron dentro del lugar.

Como no, una de ellas era Harry, acompañado de Madame Pomfrey.

—Papá. —murmuró el chico, sintiendo tranquilidad al verlo.

Él de inmediato se acercó por el otro lado, dándole un pequeño abrazo con caricias a su cabello.

—Por fin despiertas. ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo?

Negó.

—No, estoy bien. Tranquilo. —murmuró— Lola creo que me ha estado cuidando bien.

La mención de su nombre pareció hacerlo reaccionar de su presencia en el lugar, y abrió los ojos con algo de sorpresa al encontrarla al otro lado de la camilla.

Hubo un contacto visual de pequeños segundos, y Lola decidió romperlo cuando se levantó de la silla, dando un último apretón a la mano de su mejor amigo.

—Sabes que te cuidaría siempre. —agarró su bolso, colgándolo en el hombro izquierdo— Es mejor que tu papá se quede aquí, debo ir a la siguiente clase.

Se inclinó, depositando un beso en su frente.

—Vengan a verme después, ¿si?

—Por supuesto, no te vamos a dejar solo.

Se aclaró la garganta, despidiéndose de la mujer que ahora había tomado su lugar y dándole otra mirada a Harry.

Él pareció apretar los labios, como si quisiera decir algo sobre lo del día anterior, pero todas esas palabras quedaron al fondo de su garganta cuando Pomfrey comenzó a explicar la situación.

La chica agradeció internamente que eso haya sucedido, porque no habría sabido cómo reaccionar estando Albus frente a ellos.

Así que abandonó la enfermería lo más rápido que pudo, desviándose por cada uno de los pasillos que la llevarían al exterior donde tocaba la siguiente clase.

Lo que más le gustaba de los días jueves era la clase con Neville, Herbología, junto a Hufflepuff.

Y en estos momentos, le ayudaría bastante a distraerse.

Dejó que sus pies pisaran el suave césped corto que llenaba toda la parte trasera del castillo, disfrutando de esa suave brisa que siempre percibía antes de una tormenta y que después desaparecía para dar un ambiente cálido.

En realidad lo odiaba, no soportaba los días de fuertes lluvias que no le permitían aprovechar una tarde en el bosque; ahora sólo intentaba convencerse de que lo adoraba para no pensar en Harry.

Que fue un intento fallido, porque no había otra cosa en su cabeza que no fuera él.

¿Y si sólo se devolvía para decirle que aceptaba la charla? Al fin y al cabo eso sería, una charla. No sabía exactamente de qué, pero acceder le serviría para salir de la duda.

Pero no quería más encuentros enlazados a cercanía, toques y confusiones.

Otra vez el debate en su cabeza.

—Windsor.

Que una persona decidiera llamarla por su apellido se le hacía algo extraño, nadie lo hacía, todos preferían usar su nombre si no se trataba de una situación formal.

¿Qué tenía de formal asistir a clases?

Por lo que se dio vuelta, y un suspiro lleno de desagrado escapó de sus labios. Quiso darle la espalda de inmediato para seguir su camino.

Pero no actuaría como ella, demostraría que tenía elegancia.

—Granger. —respondió, alzando el mentón— ¿Qué necesitas?

La pelirroja se cruzó de brazos, no sin antes meter un mechón de cabello detrás de su oreja, así la brisa no lo movería contra el rostro y su campo de visión.

—Supe lo que le pasó a Albus.

—Ah.

La vio apretar la mandíbula. —¿Cómo está?

—¿Por qué de repente parece importarte tanto? ¿No que lo odias por ser un traidor?

—Que venga a demostrar mi preocupación frente a ti no quita el hecho de que es un traidor, pero es mi primo y quiero saber su situación. —rodó los ojos— ¿Cómo está? No voy a preguntar otra vez.

—Entonces hasta aquí llega nuestra conversación.

A la mierda su elegancia, quería irse de ahí.

Tras darle una sonrisa fingida, se volteó para continuar el camino por el césped hasta el invernadero, por donde más estudiantes iban pero un poco más adelante que ella.

Sin embargo, el tirón en su brazo derecho la hizo detenerse de golpe y retomar la postura que tenía hace segundos atrás, causándole enojo por la confianza que había tomado la otra chica sobre ella.

Por lo que se alejó de su toque, gruñendo. —No vuelvas a tocarme.

—¿Sigues resentida por lo de la fiesta? —intentó burlarse.

Dio un paso firme hacia ella.

—¿Viniste a preguntar por tu primo o a formar una discusión? Porque estoy dispuesta a hacer ambas si así lo quieres.

—Sólo dime cómo está, Windsor.

—Él está bien, ¿eso querías escuchar? —respondió, sintiendo que perdía la paciencia— El señor Potter lo está cuidando, así que si quieres saber más ve y pregúntale a él. O mejor, ve directamente con Albus y deja tu maldito orgullo de lado.

Eso pareció dejarla sin palabras para defenderse, y sólo dejó sus labios apretados mientras la veía.

Era como si estuviera tratando de formar una oración perfecta para soltar y utilizarla en su contra, pero sinceramente, no había nada que responder.

Porque Lola tenía razón, tenía el orgullo por encima de cualquier otra cosa.

¿Qué hace ella aquí?

Rose vio a Némesis pasar por su lado derecho, ubicándose junto a Lola para darle un pequeño apretón en su brazo como un modo de interrogación.

Luego el otro rubio por su otro lado, imitando a la pelinegra pero quedándose más adelante para ver a la chica frente a ellos.

—¿Qué quieres, Granger?

—No es de tu incumbencia, Malfoy. —lo miró de pies a cabeza con cierto disgusto— Son cosas entre Lola y yo.

—Si se trata de Lola me involucra a mi. —usó un tono frío.

La rubia negó, tirando de su brazo para alejarlo. No quería que la situación se agravara, por lo que simplemente debía tomar a ambos chicos e irse al invernadero pronto.

—Sólo quería saber de Albus. —murmuró, comenzando a retroceder— Ya vámonos.

El grupo completo le dio una última mirada a la chica antes de que ella se girara para volver por donde había llegado; ellos hicieron lo mismo, y apresuraron sus pasos para llegar pronto a la clase donde Neville esperaba a sus alumnos.

—¿Te hizo algo? —Némesis se inclinó para verla.

—No, está todo bien. —les sonrió para intentar calmarlos— Una pequeña charla.

—¿Estás segura?

Asintió. —Sí, dejen de hacer preguntas, es extraño.

Finalmente llegaron al invernadero, encontrándose con Neville en la puerta, a quién saludaron eufóricamente.

Él era tan buen profesor que a muchos les daba motivación asistir a sus clases, era gratificante aprender con su buena voluntad.

—Buenos días, niños. —saludó, asegurándose de que nadie más llegara para cerrar la puerta.

—¿Cómo está, señor Longbottom? —preguntó Lola, sonriente.

Él se encogió de hombros, también teniendo una sonrisa.

—Algo emocionado por presentarles una nueva planta, creo que ya están capacitados para verla. —hizo un movimiento de cejas— Vayan a la mesa, comenzaré la clase enseguida.

Todos buscaron un lugar donde quedarse, claramente alrededor de la única mesa que había en el centro, con un par de guantes y gafas protectoras para cada alumno.

Todos supusieron que debían hacer uso de esos objetos, por lo que dejaron sus mochilas bajo la mesa para no estorbar, y procedieron a colocarse los guantes; éstos conseguían cubrir todo el antebrazo de lo largos que eran.

—¿Cuál planta crees que sea? —murmuró Némesis, teniendo que preguntar detrás de Scorpius para llegar a Lola.

Ella se encogió de hombros, sin tener sospechas.

Pero un chico junto a la rubia, Hufflepuff, pudo responder a esa duda.

—Escuché que era una planta llamada Lazo del Diablo. —alzó sus hombros, algo inseguro de su respuesta.

—¿Dónde lo escuchaste? —preguntó Lola, llevando su atención a él.

—En la mañana lo escuché hablar con la profesora Carolyn.

Scorpius soltó una risa, girando su cabeza a él. —Un pequeño sapo, eh.

Ambas chicas lo codearon a la vez en la zona de las costillas, causando que se retorciera, brindándose caricias entre quejas.

—Ignóralo, no lo dice con malas intenciones. —se disculpó con el chico, haciendo una mueca de la vergüenza.

—Tranquila, yo sólo pasaba por ahí. —soltó una pequeña risa.

Entonces escucharon a Neville aclarar su garganta, y todos pusieron sus ojos sobre él y la particular maceta que traía entre sus manos, dejándola sobre la mesa para que todos pudieran apreciarla.

De inmediato algunos comenzaron a murmurarse entre ellos, soltando posibles nombres que tendría la planta; otros ya sabían de qué se trataban y tenían curiosidad por investigarla.

—Bien, antes de comenzar a describir esta plata, ¿alguno sabe su nombre?

Muchos se dieron miradas, tratando de ver si alguno se atrevía a dar un nombre, pero el único que lo hizo fue el chico Hufflepuff junto a Lola.

—¿Esa no es Lazo del Diablo?

Scorpius quiso volver a reír.

—Correcto, señor Beckham. —asintió, tomando distancia con la planta que comenzaba a moverse muy perezosamente— Lazo del Diablo es su nombre, y se caracteriza debido a que sus enredaderas, cuando toma un tamaño más grande, consiguen atrapar tus brazos y piernas hasta terminar ahogándote.

Némesis abrió sus ojos con espanto, y Lola en cambio los entrecerró, comenzando a recibir conocimientos sobre esa planta.

Recordaba haberla visto antes en un libro.

—Y de hecho, muchas personas la han confundido con la flor voladora y consigue atraparlas con mucha velocidad. —explicó Neville— Tiene mayores reflejos.

La rubia decidió alzar la mano para tener la oportunidad de hablar.

—¿Señorita Windsor?

—Si mal no recuerdo, esta planta ejerce mayor fuerza cuando su víctima aplica resistencia contra ella. —habló con algo de duda— Y al momento de sentir lo contrario, se va soltando poco a poco hasta liberarla.

Sonrió. —Me gusta su manera de explicar, muy bien.

Lola y Némesis chocaron sus puños por detrás de Scorpius.

—En este momento no puedes apreciar sus movimientos, ya que ésta planta no reacciona ante la luz. Prefiere los lugares oscuros y húmedos. —continuó hablando— ¿Quieren una demostración?

Todos dijeron que sí de inmediato, pero Lola se quedó muda al sentir un pequeño deja vu en el momento que Neville habló.

Harry también le había dado una demostración en relación a su clase, pero fue de una manera tan especial.

Fue como si sus manos volvieran a estar deslizándose por sus brazos, formando un calor por toda esa zona que fue recorriéndola por completo, quitando el frío que sentía.

La forma en que la palma de su mano paró en el centro de su vientre, dándole un empujón hasta sentir que su espalda chocaba contra el pecho del mayor; su pecho subía y bajaba con tanta tranquilidad.

Y ella sentía que su corazón podía arrancar de su sitio.

Pero alejó cada uno de esos pensamientos, parpadeando repetidas veces hasta caer en cuenta que todo su alrededor estaba a oscuras, y lo único que podía apreciarse eran las enredaderas de la planta cayendo en suaves movimientos por los bordes de la maceta.

—A pesar de que es pequeña, les voy a pedir que se mantengan lejos y eviten movimientos bruscos. —sugirió— Podrá sentirlos y atacará.

Todos dieron un paso atrás, pero aún así estiraban su cuello —los que estaban más atrás— para observar mejor.

—Como pueden ver, —murmuró— reacciona bajo oscuridad absoluta. No es necesario que tenga que estar rodeada de humedad, pero es donde normalmente podrían encontrarla. Aunque espero que no se la topen jamás.

La mayoría soltó una risa, y guardaron silencio segundos después.

—¿Es venenosa? —una chica preguntó.

—No lo es, sólo se cataloga como peligrosa por sus acciones, puesto que con lo único que ataca es con las enredaderas.

Némesis alzó su mano. —¿Y es posible tener una en casa?

—No es recomendable. —negó— La planta no podrá ser educada como a un animal, no va a diferenciar a las personas que se le crucen y sólo se pondrá en defensa. Pero aún así, muchas personas las tienen para protección de objetos valiosos o como arma.

—¿Arma de defensa? —se escuchó al final del invernadero— Increíble.

El lugar se mantuvo callado por aproximadamente un minuto, donde algunos estudiantes decidieron coloca sus cuadernos encima de la mesa para anotar cosas esenciales de la planta que estaban analizando.

Lola prefirió no hacerlo; consideraba tener una buena memoria si se trataba de Herbología.

—¿Y qué pasa si una de esas me atrapa? —Beckham preguntó— ¿Cómo puedo liberarme aparte de no ejercer fuerza?

—Bueno, el Lazo del Diablo no tolera la luz intensa ni el fuego. —sacó su varita— Claramente no nos vamos a poner a crear fuego a menos que la situación lo requiera, pero sí podemos utilizar hechizos de luz como por ejemplo Lumos Solem.

Ante la pronunciación de este hechizo, un destello salió desde su varita, así iluminando el invernadero y consiguiendo que la mayoría de los presentes se taparan los ojos debido a que ya se habían acostumbrado a la oscuridad.

La planta poco a poco dejó de moverse, dejando ver que sus enredaderas parecían dejar de estar tensas como anteriormente lo estaban.

Parecían flojas a comparación de minutos atrás, donde no dejaban de moverse.

Como si buscara a una víctima que cayera en ella.

Entonces dicha presentación pareció terminar, y Neville cambió de hechizo para quitar toda la oscuridad que parecía ser como una capa rodeando el invernadero.

Luego se llevó la planta a donde se encontraba antes, y del mismo lugar tomó otra muy parecida al Lazo del Diablo pero de un aspecto más inocente.

—¿Recuerdan que les hice mención de esta planta? ¿Flor voladora? —alzó una ceja— Bueno, quiero que las comparemos para que no se asusten si la encuentran por ahí.

[ . . . ]

Al darse por terminada la clase, cada uno de los alumnos fue saliendo con tranquilidad del invernadero, despidiéndose con una seña alegre de Neville, quién estaba anotando un par de cosas en su libreta de profesor.

Los últimos como siempre fueron Lola, Scorpius y Némesis; ellos preferían tomarse su tiempo en arreglar sus pertenencias.

—¿Iremos a ver a Albus? —preguntó Scorpius, colgando su mochila en el hombro.

Lola asintió. —Claro, debe extrañarlos.

—Pero primero iré al comedor a buscar algo de comida, tengo hambre. —intervino la pelinegra— Hoy habrá pollo, seguramente querrá que le lleve.

Ella avanzó un poco más para salir, también despidiéndose de Neville con una sonrisa.

—Adiós, señor Longbottom. —la rubia se despidió suave.

Él alzó la cabeza para verlos.

—Tengan buen día, niños. —cerró su libreta— No se olviden del encargo que les di.

—No se preocupe, la próxima clase estará listo.

Finalmente salieron del lugar, dispuestos a ir en la misma dirección que Némesis; ambos reconocían que también morían de hambre, y tenían el tiempo suficiente para ir al comedor y después visitar a su mejor amigo.

Lola enganchó su brazo al del chico, tomando su cabello largo para pasarlo por un solo hombro, así teniendo el otro lado completamente despejado y libre de cualquier mechón.

—Mira, es el señor Potter. 

Sus ojos se abrieron de golpe, sintiendo que tropezaba con una piedra en ese mismo instante que Scorpius habló, sin saber si era por los nervios u otra cosa que provocó en ella.

En lo más profundo de ella.

Sus ojos fueron al hombre mayor viniendo a pocos metros de ellos, vistiendo un abrigo negro que cubría su traje del mismo tono; se perdió completamente en cómo se movía esa prenda en la misma dirección que iba la brisa.

Parecía una escena irreal, no sabía muy bien cómo explicarlo dentro de su cabeza, pero se perdió.

Y claramente Harry también la vio, la vio apenas abandonó el invernadero; no era difícil identificarla debido a su largo cabello rubio.

Sin embargo, habría opinado cosas muy diferentes si sus ojos nunca hubieran bajado a sus brazos entrelazados, a su delicada mano por encima de la muñeca de Scorpius, luciendo ambos realmente bien.

Para Harry fue más que una confirmación de que los chicos estaban juntos.

—Señor Potter. —Scorpius sonrió cuando estuvo cerca— ¿Viene de la enfermería?

Él aclaró su garganta. —Señor Malfoy, justamente, sí. ¿Por qué?

—Oh es que me gustaría saber cómo está Albus, ¿podemos ir a verlo?

—Por supuesto, no tiene restricciones de visitas hasta el toque de queda o si surge algún inconveniente con él. —respondió, metiendo sus manos a los bolsillos del abrigo— Está en perfectas condiciones, así que no hay problema.

—Genial, gracias.

Entonces Scorpius tiró suavemente de Lola para continuar caminando, pasando por el lado izquierdo de Harry, quién no volvió a dirigirle la mirada y se mantuvo firme hasta el invernadero donde se encontraba Neville.

La cabeza de Lola batalló cerca de dos minutos de caminata; algo en ella le seguía diciendo que aceptara la charla.

Una simple charla para aclarar errores que cometieron.

¿Pero por qué le daba tanto miedo volver a quedarse a solas con él?

Tenía que dejar la cobardía de lado por una vez en su vida y enfrentar las cosas.

—Scorp. —murmuró, disminuyendo la velocidad— Espera.

El rubio giró la cabeza, deteniéndose con ella y alejando sus brazos. —¿Ocurre algo?

—Olvidé que debo hablar una cosa con... con el señor Longbottom.

Parpadeó, viendo detrás de ella.

—¿Quieres que te acompañe? Puedo esperarte afuera.

—No. —negó rápidamente— No es necesario, puede que tarde un poco. Es algo importante y debo comentárselo.

—Entiendo. —respetó su decisión— Te veo en la enfermería entonces, Némesis y yo te llevaremos algo de comer.

Le sonrió, acercándose para depositar un beso en su mejilla.

—Gracias, los veo al rato.

Ambos se voltearon en diferentes direcciones a la vez, y Lola dio un largo suspiro para devolverse por el sendero creado hasta el lugar donde se encontraban minutos atrás.

Y con cada paso que daba, sentía su corazón latir cada vez más fuerte, teniendo que apoyar su mano en esa zona para intentar tranquilizarse.

No podía estar dramatizando de esa manera.

Mantuvo los ojos puestos en sus zapatos y en todo lo que estaba pisando, considerando que así podría calmar un poco incluso el sudor frío que estaba formándose en sus manos.

E incluso no alzó la cabeza hasta que escuchó las voces masculinas en el exterior, indicando que ya no podría encontrarlos en el invernadero.

Pareció empeorar su situación.

—Sólo dile que puedes hablar con él y luego te vas. —susurró, enderezando su espalda.

Ya no tenía tiempo para arrepentirse.

—Oh, Lola. —habló Neville, sorprendido de verla— Pensé que ya se había ido.

—Estaba en eso... —apretó los labios— Por cierto, me gustó mucho su clase hoy, señor Longbottom.

Sus palabras alegraron al hombre, haciéndolo sonreír.

—Muchas gracias, espero que se note mi intento de mejorar cada día.

Le sonrió de la misma forma. —Créame que se nota, aunque no hace falta, sus clases siempre son divertidas.

Harry guardaba silencio absoluto, viendo la pequeña interacción que la chica y el profesor tenían frente a él.

De todas formas, tampoco tenía mucho para decir. ¿Que diría exactamente?

—Pero bueno, me devolví porque recordé que n-necesitaba hablar un momento con el señor Potter.

Sus ojos grandes y marrones pararon en la figura del recién mencionado, tratando de lucir calmada con sus manos detrás de su espalda y el mentón en alto.

El mayor no tuvo ningún cambio en sus facciones al escucharla, y eso preocupó un poco a la menor; ¿estaba enojado por haberle rechazado?

—Por supuesto, no hay problema. —Neville alzó ambas manos— Yo de todas formas debo ir a comer, es la hora del almuerzo. Potter, te veo allá.

Se despidió una última vez de Lola, y poco a poco sus pasos fueron haciéndose menos inaudibles debido a la gran distancia que estaba tomando de ellos.

Y se formó un pequeño silencio entre ellos, donde sólo podía escucharse el ruido que emitía la naturaleza.

Las ramas de los árboles haciendo roce entre ellas debido al viento, el césped levemente inclinado hacia el sur, hojas secas danzando entre ellos hasta perderse en el suelo y dando un aspecto casi otoñal al ambiente.

—Yo... —comenzó, notando que él no lo haría— Respecto a lo de ayer, estoy dispuesta a hablar con usted.

Alzó ambas cejas al escucharla. —¿Qué le hizo cambiar de opinión?

—Yo misma.

—Ah, usted misma. —usó un tono casi de burla.

Eso hizo molestar a la menor, haciéndola fruncir el ceño.

—¿Qué es tan divertido?

—Oh, no lo sé, probablemente el hecho de que ahora es usted quién me lo está pidiendo cuando ayer decidió rechazarme. —se encogió de hombros— ¿Qué hay de su novio? ¿No se molestará si la ve hablando conmigo?

—¿Por qué tendría que molestarse? Sólo hablaremos.

Volvió a rodar la lengua contra el interior de su mejilla, tal como lo hizo ayer.

—Entonces sí es cierto que sale con él.

—No, señor Potter, no estoy saliendo con Scorpius. —soltó irritada— Sigo sin entender qué le importa.

Harry no respondió, y pasó por el lado de la chica hasta darle la espalda cuando comenzó a caminar por el sendero.

Lola jadeó con indignación, notando que no tenía intenciones algunas de detenerse y dar una respuesta.

Se enfureció más, y no dudó en adelantarlo hasta entrometerse en su camino, sintiéndose algo boba por no conseguir intimidar ni un poco.

Es más, él la intimidaba a ella.

—¿Planea dejarme aquí?

—¿No es lo que hizo usted ayer? —ladeó la cabeza— Dejarme sin ninguna respuesta en concreto.

Bufó. —¿Y qué quería que dijera exactamente? No sé qué es lo que quiere hablar.

Dio un paso adelante, causando que la chica retrocediera a la vez.

Pero él siguió acercándose.

—¿No le interesa hablar sobre lo que ha ocurrido todo este mes, señorita Windsor?

La escuchó tragar saliva; le había provocado nervios.

Justo lo que quería conseguir.

—Y-yo... no sé a qué se refiere. —tartamudeó.

—Déjeme aclarar su mente, entonces. —siseó, cruzándose de brazos— Quiero hablar justamente de cada una de las miradas que usted y yo hemos intercambiado, como también de esa vez en mi oficina cuando permitió que me acercara a usted a tal punto de tener su perfume impregnado en mi traje por dos días seguidos. De esas cosas me gustaría hablar.

Lola podía sentir sus mejillas ruborizadas, ni eso, ardiendo en vergüenza. 

Ella sabía muy bien los temas que quería tocar, pero sólo quería escucharlo a él. Y que los haya dicho sin filtro provocó algo dentro de ella.

No solo extrañas sensaciones que hacían revoltijo en su estómago, arrepentimiento.

Ya no se atrevía a seguir.

Era tan cobarde.

—No creo que sea necesario. —murmuró, viéndolo a los ojos— Fue... fue un error.

—¿Un error?

—Sí.

Entonces Harry asintió, bajando ambas esquinas de sus labios como rendición a la situación.

—Está bien. —se inclinó un poco sobre ella para hablar en un tono bajo— Pero para que sepa, yo sé muy bien las cosas que hago, y créame que errores jamás he cometido en mi vida.

Arregló el cuello de su abrigo, despidiéndose de ella con una pequeña reverencia para retomar el camino, ya sin haber ninguna vuelta atrás.

Porque el tema estaba cerrado.

Y Lola otra vez había dejado escapar una oportunidad, sin saber muy bien si tendría otra más.

Yo tampoco he cometido errores, señor Potter...

⊹──⊱✠⊰──⊹

Harry ven a decirme que no soy un error y cómeme la boca.

¿Opiniones?

Sólo puedo decir que se preparen, porque ni yo estoy lista para lo que se viene. *soltaba spoilers como Tom Holland*

Por cierto, ando con ganas de dedicar capítulos, así que comenten aquí si quieren.

Las amo. <3

(Síganme en instagram: h0neymalfoy )

G.

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