Fake Lover | Soukoku - BSD

By yanase_gr

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"Tienes una deuda que pagarme. Serás mi amante por un mes". La situación que enfrenta ahora Nakahara Chuya es... More

ADVERTENCIA/ANTES DE LEER
Prólogo
Día 1
Día 2
Día 3
Día 4
Día 5
Día 6
Día 7 - 1
Día 7-2
Día 8
Día 9
♡ Especial 1k lecturas ♡
Día 10
Día 11
Día 12
Día 13
Día 14
🎄 Especial Navideño 🎄
Día 15
Día 16
Día 17
Día 18
Día 19
💖 Especial de San Valentín 💖
Día 20
Día 21
Día 22 - 1
Día 22-2
Día 24
Día 25
Día 26
Día 27
Día 28-1
Día 28-2
Día 29-1
Día 29-2
Día 30
Día 31
Epílogo.
Agradecimiento
★ Especial 53k lecturas★
★ Agradecimiento +100k de lecturas ★

Día 23

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By yanase_gr

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Día 23

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Corrió a toda prisa y miraba con rapidez su entorno para encontrar rastros del pelirrojo. Era muy tarde para entrar en adrenalina, ¿cómo pudo descuidarse?, el sudor recorría su frente y terminó dejando atrás el saco de su traje, se arremangó mientras corría y se detuvo cuando a lo lejos pudo ver claramente el puerto de Yokohama.

Imposible, ¿que haría un hombre común y corriente que no sean negocios en Minato Mirai?

Aunque la zona empresarial no era lo único que estaba en el puerto, para Adam -un guardespaldas europeo- no tenía sentido que el chico que buscaba estuviera ahí a esa hora de la noche.

Habían pasado tres horas aproximadamente desde que comenzó su búsqueda, regresó pasada la hora de que dejó a Chuuya sentado en la banca de aquel parque. Pensó que se trataba de una broma de parte del joven por haberlo hecho esperar demasiado, pero si tenía que ser sincero, Chuuya no parecía el tipo de persona que bromeara de esa forma.

Fue entonces cuando decidió buscarlo y no entrar en pánico, pero conforme avanzó, se dio cuenta que no estaba yendo a ningún lado: Chuuya había sido secuestrado.

Avisarle a su cliente no era una opción, no tenía idea de como reaccionaria al enterarse que perdió su más grande posesión, aunque en el peor de los casos, podría ser reportado y despedido.

No puedo darme el lujo de pensar en mi destino si no lo encuentro.

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-Dazai-san, yo... Lo lamento, en serio lo lamento...

Un agitado Adam irrumpió las primeras horas de la mañana en la oficina de Dazai, su cliente.

-¿Puedo saber que sucede? -colgando el teléfono, Dazai miró hacia la puerta- Por cierto, avísale a Chuuya que...

-Se trata de Chuuya -respondió evitando atragantarse.

De pronto, se escuchó una risa de parte del castaño. Adam frunció el ceño dudoso, y aún haciéndole falta el aire, decidió continuar ignorando aquella risa misteriosa.

-Sé que le dije a Chuuya que debíamos tener cuidado ya que lidiamos con alguien peligroso, pero... ¡solo me descuide un segundo! Deme 24 horas para poder...

-Entiendo. Esto va saliendo de acuerdo al plan, Adam.

-¿Plan?

-Debo disculparme, te has preocupado innecesariamente por Chuuya.

-No lo entiendo, ¿el plan no es capturar a Dostoievsky?

-Definitivamente. El peor error que puede cometer Fyodor es robarme mi tesoro después de amenazarme. Te explicaré, por favor toma asiento.

Dazai señaló la silla frente a su escritorio, Adam caminó con pesadez y le tomó la palabra. Cuando su trasero tocó el asiento, su cuerpo sintió como si descansara en el mero paraiso, correr toda la madrugada lo había agotado como nunca antes.

Dazai mantuvo una sonrisa en su rostro, una que ni el mismo guardaespaldas europeo podría descifrar y solo la dejaría como algo maligno e ilegible.

-Para ser un hacker, es demasiado predecible y está actuando justamente como esperaba que lo hiciera. Si no quiero alejarme de Chuuya, Fyodor lo tomaría por la mala.

-¿Eso no es peligroso? En cualquier caso, la organización podría hacer el trabajo y capturarlo.

-No es necesario. Si a causa de esto Chuuya pierde vínculos...

El castaño no continúo, su mirada -que era capaz de hundir en un vacío infinito a quién lo viera- estaba en algún punto fijo de la habitación imaginando todas las situaciones en las que Chuuya podría quebrarse si no actuaba pronto.

Hago esto por él... ¿por qué sigo mintiendo?

Cerró los ojos y suspiró, sus hombros se tensaron, el sentimiento de preocupación de Adam le había sido transmitido exitosamente.

-Señor, exactamente... ¿cómo piensa recuperar a Chuuya?

-Ya hay alguien que está dispuesto a sacrificarse.

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-¿Quieres saber si Chuuya y yo estamos saliendo?

-A este punto, no entiendo de que me serviría saber si están saliendo.

-La verdad, es que todo esto es una mentira. Chuuya está pagando una deuda, él me da lo que necesito y cuando el mes acabe, regresara sano y salvo a su hogar.

-Bueno, eso es algo que sé previamente por Dostoievsky. Este es mi día de suerte, te has sincerado y me pregunto si debo pagarte por tal acción.

-¿Así que ya lo sabías?

-¿Es cierto que abusas de Chuuya?

-Esa es una palabra con tantos significados, Verlaine.

-Entiendo, cambiaré la pregunta. ¿Es cierto que eres injusto con Chuuya?

Dazai pensó su respuesta, no estaba seguro a que tipo de injusticias se refería. Nunca lo obligaba a hacer algo que no quería, le había prometido libertad aún si vivía bajo su techo...

Tal vez...

Esta prohibido enamorarse.

¿Eso contaría como ser injusto? Admitirlo, o incluso intentar hacerlo, iba en contra de su propia naturaleza, después de todo aún planeaba cumplir su promesa a Chuuya.

-Necesito de tu ayuda. Así que, si quieres salvar tu vida de las garras de esa rata debes estar dispuesto a hacer lo que sea por tu querido hermano.

-¿Quién es el verdadero demonio aquí? -Verlaine cerró los ojos mientras dejaba escapar una pequeña carcajada.

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-¡¿Cómo demonios te atreves a siquiera pensar algo así?!

-¡Piénsalo, Arthur! Esto... Esto no es solo por Chuuya...

-¿Entonces? ¡Conoces a Dazai! ¡No está garantizado que...! Dios -llevando la mano a su pecho agitado, dejó de hablar.

-¿Qué se supone que no está garantizado?

-No quiero ni pensarlo...

-¡Entonces no lo hagas! ¡Esto también es por ti! Escucha, Arthur...

Verlaine tomó de los hombros a Rimbaud, quién aún se sostenía el pecho y evitaba la mirada del rubio. Tenía miedo, el frío que había empezado a sentir desde el día anterior era peor que tener el cuerpo cortado por un resfriado.

-No quiero que mueras...

-¿Qué...?

-Paul, no confío en ese demonio prodigio... Esto es por lo de...

-Sí... Escucha...

Verlaine respiró profundamente, trató de concentrarse y elegir las palabras adecuadas.

-En tu trabajo hay alguien de quién debes cuidarte. Está tan cerca de ti... No, de nosotros... Está tan cerca de nosotros y hará lo que sea para obtener lo que quiere.

-¿De quién hablas, Paul? -confundido.

-Sé que tu jefe cumplirá la petición de Dazai y no dejará que nadie más se involucre en sus planes para rescatar a Chuuya, pero... Debes tener fe, siempre debes confiar.

-No puedo... ¿Por qué te importa tanto ese niño?

-Porque -cerrando los ojos, apretó los hombros de su pareja-... Porque me recuerda a mi.

-No digas estupideces...

-Estás cerrado, es imposible que me entiendas ahora, pero no me has dejado terminar de hablar... Todo lo que quiero decirte es que, esto también lo hago por ti.

-¡Esa no es la manera, Paul! ¡Escucha, no puedes confiar en Dazai!

-Pero tu si puedes confiar en mi, ¿o tampoco lo harás?

-Paul, basta -con enojo, alejó las manos de Verlaine que inútilmente buscaban darle confort-... ¿Es por esa persona de la que me adviertes la razón por la que has estado actuando extraño?

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Pasos resonaron por el largo pasillo. La oscuridad de la habitación en la que se encontraba lo hacia sentirse completamente solo, a pesar de que estaba libre, no podía hacer mucho; se encontraba herido y el ruso le había recomendado guardar reposo. No había ventanas, solo monitores de computadora ensamblados en la pared que seguramente en unos cuantos segundos serían encendidos. 

La habitación se abrió, dejando ver la figura de alguien.

¿Fyodor?

Imposible, él debería estar trabajando. ¿Acaso había alguien más en esa casa?

-¿Pero que tenemos aquí? ¿Acaso eres tu el interés amoroso de Dos? 

El hombre parado junto a la puerta encendió la luz, por suerte de Chuuya, que haya sido encendida no había representado una incomodidad. La luz que el foco emitía era tenue y de un color violeta que le recordaba a los ojos de su secuestrador.

Sin embargo, en su mirada se veía reflejada la molestia. Él no quería estar ahí y el hombre que lentamente avanzaba lo miraba con desdén de arriba a abajo. 

-Supongo que sabes porque estás aquí, y más te vale no causarle problemas a Fedya -el albino pasó cuidadosamente su dedo índice en el escritorio principal, recorriéndolo y asegurándose de que no hubiera ni una minúscula partícula de polvo.

Chuuya no respondió, simplemente agarró con algo de fuerza la zona de su cuerpo donde había sido lastimado. Si algo había aprendido durante su estancia con Dazai, era que no debía hablar al menos que el contrario se lo pidiera o terminaría siendo objeto de las burlas y juegos del castaño... pero eso a Nikolai Gogol, viejo amigo de Fyodor Dostoievsky, no le gustó.

-Escucha, no te victimices... En cualquier momento podría arrancarte el cuello y hacerlo pasar como un intento de suicidio.

-No sé que esperas que te responda -se atrevió a decir el pelirrojo.

Nikolai soltó una fuerte carcajada que no fue del agrado de Chuuya, y dio unos cuantos pasos para encontrarse frente al pelirrojo que parecía estar sufriendo. El albino sabía que Fyodor lo había apuñalado porque había sido él quien le entregó el cuchillo, poco le faltó para conseguirle un veneno y acabar con la vida de ese chico que tenía vuelto loco a su amigo.

El hombre, que vestía un traje blanco, miró con detenimiento a Chuuya. Se estaba tragando el coraje, se estaba tragando el hecho de que Fyodor se fijara en ese bueno para nada y no en él, que podía darle todo sin pedir nada a cambio más que su amor. Chuuya era un obstáculo y tenía lo necesario para deshacerse de él aún si eso le costaba su propia vida...

Suspiró hondo, rodó los ojos y sorprendió al pelirrojo llevando su mano derecha al cuello.

-A toda costa, te quiero lejos de Dos... ¡¿Por qué un ser insignificante como tu tendría que robarse lo que me pertenece?!

Chuuya intentó alejarlo sujetándolo de la muñeca y respondió.

-¿Acaso Fedya... se fijaría si quiera en alguien como tu? Si me tiene aquí... ¿a crees que se debe? ¿Deseas estar en mi lugar?

Esas palabras sin duda causaron el enojo del albino, quien apretó los dientes e hizo más fuerte su agarre al cuello del pelirrojo.

Si pudiera, si tan solo significara una pieza más, lo mataría en esta habitación, se lo repitió una y otra vez mientras miraba a los ojos azules que lo desafiaban.

-Responderé tus preguntas solo para que te quedes tranquilo, Chuuya Nakahara. Si estás aquí es porque no eres más que una pieza más de su tablero para hundir a Dazai. ¿Qué le importas? ¡Hah! ¡No me hagas reír! ¿Estar en tu lugar? Oh, mi pequeña ave en cautiverio, ya ocupo tu lugar... ¿Y sabes que es lo que no soporto?

Psicópata, ese hombre frente a él era un completo psicópata. Y aún si pensaba eso, Chuuya mantuvo la fortaleza que le caracterizaba y luchó tratando de alejar la mano que poco a poco le impedía respirar.

-No soporto que Fedya te miré, ni siquiera que te hable... ¿Quieres salir de aquí? Muere, desaparece de la vida de Dos.

Las palabras que dijo a continuación le habían causado un sentimiento extraño, ¿acaso no sabía sobre los verdaderos planes de Dostoievsky? Tenía que decirselo, tenía que decirle que si se atrevía a morir no tenía sentido que lo tuvieran ahí, pero cuando se preparo para hablar, Nikolai remató.

-Desaparece de la vida de Dos -susurró, acercando los labios a su oído-, o me aseguraré de cortarte las alas y mueras lentamente aquí, encerrado en este lugar sin que nadie cercano te encuentre.

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-Buen trabajo, Fyodor.

-Dazai-kun, no estoy seguro de decir que es un placer verte.

-¿Te estás divirtiendo? Ahora que recuerdo, quería preguntarte algo importante.

Con termo en mano, Fyodor se mantuvo serio ante las palabras de Dazai. Decidió relajarse, porque a comparación de él, su rival parecía estar sufriendo... El olor de la desesperación era algo que disfrutaba tanto.

-No creo poder ayudarte. Mi turno termina ahora mismo, tal vez mañana en mi...

-¿Dónde está Chuuya?

-¿Nakahara-kun? Pensé que vivía contigo... Oh, no... Tal vez, ¿le aburriste?

-Chuuya estaba acompañado. Ayer en la noche fue la última vez que lo vieron, pensé que un hacker tan ingenioso como tu podría revelarme información importante a cambio de un buen precio.

-¿Yo? ¿Ayudarte? Esta es la guerra, Dazai. En ningún momento haría una alianza con mi peor enemigo. Búscalo debajo de las rocas, debajo del puente... ¿O quizá bajo tierra?

La sonrisa que el ruso hizo en ese momento había sido asquerosa para Dazai. Sin embargo, en ese momento, Fyodor hizo una expresión que daba la sensación de estar recapacitando la oferta de su compañero y rival; ladeó la cabeza, dio un pequeño sorbo al café caliente en su termo y nuevamente movió la cabeza pero en negación.

-Tengo una mejor idea, Dazai-kun -su voz se escuchó encerrada, aún mantenía el termo cerca de su boca para ocultar la sonrisa maliciosa que se había formado en su rostro -¿Por qué no lo buscas en mi cama?

Enrabiado, Dazai se atrevió a soltar el primer golpe. Sin embargo, los reflejos del ruso evitaron que eso sucediera y lo detuvo a tiempo.

Si le miraban su complexión física, cualquiera diría que es un anémico y que apenas debería tener fuerza para caminar y pensar, pero todas esas palabras no hacían más que subestimarlo...

-Mantente alerta, Dazai-kun. No solo soy capaz de asesinarte a ti y a todos los que me estorben... No me gustaría que mi pequeño petirrojo comparta cementerio con tu querido amor... Retiro mis palabras, ha sido un placer verte, especialmente esa expresión tuya que me demuestra que el ganador de esta guerra soy yo.

-Exactamente, ¿qué es lo que quieres de Chuuya?

-Nada más que su amor incondicional. Te lo advertí, Dazai-kun. Fui muy claro al advertirte que te alejaras de él, soy capaz de quemar al mundo entero para que Chuuya regrese a mi y si eso no sucede...

-Esto no acaba aquí, Dostoievsky -rendido, el castaño bajó la mano y continuó su camino de frente y, al encontrarse a lado del ruso, finalizó-. Este es el round 1 de 3, espero que estés preparado para el golpe el final. 

-Entonces así es como habla el demonio prodigio -una pequeña risita se escapó-. Empezabas a decepcionarme, Dazai-kun... Ya no deberías preocuparte por la deuda que Chuuya-kun tiene contigo.

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Afuera de la habitación iluminada en violeta, se escucharon voces. No entendía, era un idioma distinto del japonés, seguramente Fyodor ya había regresado. Entonces, la puerta se abrió, el ruso entró cuidadosamente tratando de evitar hacer ruido. 

Al voltear hacia el lugar que le había asignado al pelirrojo, sonrió, colocándole al mismo tiempo seguro a la puerta.

-Lyubov, estás despierto. Lamento llegar tarde, ocurrió un pequeño percance.

-¿Ese percance fue Dazai?

-Debo admitir que tienes una buena habilidad para deducir -caminó hacia él-. No puedo creerlo, mírate. ¿Te han dado las atenciones que mereces?

Cuando se encontró frente a él, encontró a un pelirrojo demacrado. Al verlo, se dio cuenta que no había dormido, ese pequeño pelirrojo si que era de muchos cuidados; aún así, estaba dispuesto a atenderlo.

Alzó delicadamente su barbilla, sus ojos violeta chocaron con esos cansados ojos azules. Luego, bajó la mirada hacia su costado, la mano de Chuuya se aferraba a la ropa y el ruso se preguntó si sentía dolor.

Sin preguntarle, lo cargó teniendo cuidado de no lastimarlo. Si tenía que ser honesto, estaba arrepentido de tener que llegar a esos extremos, pero algo dentro de su alma le decía que debía hacer algo para tener a ese chico fuere como fuere.

Al fondo de la habitación, Fyodor abrió una puerta negra y continuó caminando.

-Aquí suelo tomar mis descansos y pensar cuando necesito estar solo. Hasta ahora, eres el único privilegiado que ha podido entrar aquí con mi consentimiento.

-¿Él no? -preguntó cansado.

-¿Él?

-Tu amigo... Ese chico... No me dijo su nombre.

-No malinterpretes las cosas, lyubov. Si te refieres a Gogol, no creo que sea mi amigo... Ese término es muy delicado de usar, ten cuidado.

Recostandolo en la cama, llevó su mano hacia la del contrario que se mantenía aferrada a la ropa.

-Lyubov, se qué fue repentino todo esto. Prometo que te dejaré libre cuando no haya nadie estorbando en mi camino.

¿Por qué no esperas tu turno pacientemente?

-Ese día, me dijiste que esperara... ¿Qué querías decir?

-En serio, ¿quieres hablar de eso? Estoy cansado, Fyodor.

-¿Esperabas engañarme y hacerme creer que tienes algo serio con Dazai-kun?

-No es mentira, en ningún momento lo fue.

-No, Chuuya... Ya no tienes que mentir más...

Sin pensarlo dos veces, el ruso se colocó encima del pelirrojo, sujetando sus muñecas. No le importaba si lo que estaba a punto de hacer lo lastimaría o no, sólo quería desquitar el enojo que las palabras de Chuuya le provocaban.

-No vas a tomar lo que no te pertenece.

-Suerte con eso, creo que ya lo hice.

Chuuya miró con detenimiento al azabache que de un momento a otro había cambiado de humor. Lo que había en la mirada del ruso iba más allá del enojo y no podría describirlo simplemente con mirarlo una vez.

-Lyubov, lamento que en aquel entonces no te haya dicho lo mucho que te deseo.

-Esos tiempos... Están muertos, Fyodor...

-... pero también lamento no haberte tomado en el momento en que debí hacerlo.

Soltando una de las muñecas del pelirrojo, Fyodor acarició aquella blanca mejilla y la bajó lentamente hacia su cuello. Sus ojos brillaron de placer, deteniéndose en esos labios que ya lo habían rechazado en una ocasión.

-No voy a aceptar un no por respuesta, no ahora.

-¿Qué mierda crees que haces? -alegó- Escucha, ¡no tengo definidos mis sentimientos! Me siento tan...

-¿Confundido? -interrumpió el ruso- Eso vamos a solucionarlo ahora, petirrojo. Dame tu cuerpo, entregame tus labios y dejaré que compruebes con mis caricias a quién debes pertenecer.

Los labios del ruso rozaron los del pelirrojo, quién por un momento estuvo a punto de ceder a tal tentación.

Olía tan bien, sus ojos violeta eran lo que más le gustaba; esa mirada que no importaba el momento del día, lo miraban con tanto deseo desde su primer encuentro en la escuela secundaria. Apenas recordaba que era rozar las manos con él, pero sentirlo un poco a través de ese gesto un poco perverso ya era suficiente para tranquilizar ese malestar que le causaban sus pocos recuerdos.

... pero hubo algo que le impidió corresponderle y que causó que girara el rostro en muestra de rechazo.

Su mirada, no era la de Dazai; sus palabras tampoco, ni sus besos, ni sus caricias, ni siquiera la forma en que le trataba. Con el poco tiempo que llevaba sintiéndose confuso, se dio cuenta de algo importante: no es el tipo de hombre que prefiere entregarse solo por satisfacer sus deseos ni los de nadie.

Quería a Dazai, lo quería solo a él.

-No eres Dazai -susurró cuando lo evitó-. Por mucho que te esfuerces, nunca tuviste oportunidad conmigo. Eso lo perdiste el día que nuestra relación terminó.

-Lyubov, te recomiendo... Te recomiendo que seas cuidadoso con lo que dices. Te salvaré de este infierno, te liberare de las cadenas que te atan a la fuerza con Dazai y cuando finalmente te des cuenta que él no es la clase de persona que esperas que sea... Te entregaras a mi.

Fyodor forzó a Chuuya para mirarlo, una mirada que le advertía no subestimar sus palabras ni mucho menos sus acciones.

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