Daniel la soltó como pudo.
Daniel: esto no está bien.
Ximena: ¿por qué? Tú me gustas mucho, ¿acaso no te gusto yo a ti?
Daniel: eres una mujer muy atractiva, pero soy un hombre casado y amo a mi esposa.
Ximena: no comprendo como puedes amar a una mujer como Regina.
Daniel se levantó poco a poco.
Daniel: y según tu ¿Cómo es Regina?
Ximena: una mujer egoísta, caprichosa, acostumbrada a que todos hagan su voluntad
Daniel: tu no conoces a Regina, ella es buena, sus sentimientos son transparentes. ¿sabes qué? acabo de darme cuenta de que siempre tuvo la razón.
Ximena: ¿de qué hablas?
Daniel: Lo siento, pero no puedo seguir trabajando contigo.
Ximena: ¿por qué? ¿Qué cucarachas te anda metiendo tu mujer en la cabeza?
Daniel: ella no me ha dicho nada al respecto, esto es una decisión mía.
Ximena: sabes que puedo demandarte por incumplimiento de contrato.
Daniel: y yo puedo acusarte de agredir a mi hija.
Ximena: esa niña es una mentirosa.
Daniel: no lo es, Miranda es una niña muy dulce y desde el principio no le agradaste, ahora me doy cuenta por qué.
Ximena: pues has lo que quieras, pero te olvidas de tu liquidación.
Daniel: no te preocupes, no pensaba exigirla, y suerte con esos clientes, si es que en verdad existen.
Daniel salió de su oficina no sin antes pedirle a una de las secretarias que enviara sus cosas lo más pronto posible.
Regina ayudaba a Miranda con su tarea, cuando tocaron a la puerta, Esperanza abrió.
Esperanza: mi niña alguien quiere hablar contigo.
Regina: ¿Quién es nana?
La puerta se abrió.
Ariel: soy yo hija.
Regina: ¿papá?
Daniel iba de regreso al departamento, estaba realmente apenado, su hija y esposa tenían razón.
Daniel: fui un verdadero idiota, ¿Cómo pude dudar de ellas?, la verdad es que Ximena es muy buena para envolver a las personas.
Taxista: ¿me decía algo joven?
Daniel: ¡no!, estaba pensando en voz alta, pero ¿me hace un favor?
Taxista: el que usted diga.
Daniel: antes de llegar al lugar que le dije ¿podríamos pasar por alguna florería?
Taxista: por acá hay una cerca, pero tendría que desviarme y le costaría un poco más el pasaje.
Daniel: no importa yo le pago el excedente.
Taxista: pues el que paga manda.
Ariel: se que me pediste no volver, pero me urge hablar contigo.
Miranda lo vio muy seria.
Regina: Nana ayuda a Miranda con su mochila por favor.
Esperanza: si, mi niña, vamos criatura.
Ariel y Regina notaron la seriedad de la mirada de Miranda.
Regina: Pasa.
Ariel: gracias.
Regina: ¿pasa algo con Miranda? Ni siquiera te saludó y Jamás te había visto de esa manera.
Ariel: esta enojada conmigo, me lo gané a pulso.
Regina: supongo que quieres hablar de eso.
Ariel: sí.
Regina: te escucho.
Ariel: sé que me he portado muy mal contigo y tu esposo las últimas semanas.
Regina: me alegra que al menos lo aceptes.
Ariel: quiero que sepas que cuando supe que Daniel era el padre de mi nieta me molesté muchísimo.
Regina: eso, no tienes ni que decírmelo.
Ariel: fui muy injusto al despedirlo, pero más que por ser el hombre de esa noche terrible que pasaste, sentí mucho miedo.
Regina: ¿miedo? ¿de qué?
Ariel: miedo de que Miranda dejara de quererme, yo la cuidé desde el día en que nació, de alguna manera la vi como a otra hija.
Regina: te agradezco el amor que le has dado desde entonces, pero no tenias por que sentirla como tuya, es tu nieta no tu hija y en cuanto a Daniel sabes perfectamente como pasaron las cosas.
Ariel: ahora lo comprendo, pero la verdad es que creí que iba a olvidarse para siempre de mí, por otro lado siempre te pusiste de su lado, el me las estaba arrebatando.
Regina: que equivocado estas papá, son amores muy diferentes, Miranda te quiere como lo que eres su abuelo, sé que intentaste llenar ese vacío de su padre estos años, en el fondo te lo agradezco pero ella ya tiene a su papá, es feliz a su lado.
Ariel: lo sé hija, lo sé, me dejé llevar por mi egoísmo, de hecho, hasta pensé en algún momento en pelear la niña legalmente.
Aquella confesión sorprendió bastante a Regina.
Ximena: ¿Qué haces?
Secretaria: el arquitecto me pidió que empacara sus cosas.
Ximena: ni se te ocurra llevárselas por que te corro de aquí ahora mismo. - dijo muy enojada-
Secretaria: no se preocupe no lo voy a hacer, las llevara un mensajero no quiero tener problemas.
Ximena: más te vale- dijo viéndola de manera retadora-
Ximena estaba furiosa, Daniel se le había escapado de las manos, era el primer hombre que no caía en sus brazos.
Ximena: vas a regresar arrastrándote Daniel, porque nadie más que yo puede darte un verdadero trabajo, tarde o temprano vas a dejar a esa mujercita que tienes por esposa.
Regina: no puedo creer lo que me dices, ¿en que estabas pensando?
Ariel: estaba lleno de rabia, pero te juro que fue solo un pensamiento que pasó por mi cabeza, sé que estuvo mal y si vine a verte es por que desde que mi nieta fue a verme me di cuenta de mi gran error.
Regina: ¿Miranda fue a verte? ¿Cuándo?
Ariel: hace unos días, ¿no lo sabias? Creí que tu le habías dicho algo.
Regina: no acostumbro a involucrarla en mis problemas personales, pero ¿para qué fue a verte?
Ariel: fue a pedirme que les regresara el trabajo a ti y a Daniel.
Regina: y te negaste.
Ariel dio un suspiro.
Ariel: si, la pobrecita se sintió muy mal, me dijo que entendía por qué tu decías que era un resentido.
Regina: yo nunca le he dicho nada malo sobre ti, a lo mejor me escuchó decirlo alguna vez; ahora comprendo su actitud contigo hace rato.
Ariel: me duele ver que mi nieta piense que no soy una buena persona; me dijo que a menudo tu y Daniel discuten por su trabajo, por que su jefa es una mala persona, y eso la hace sufrir, de alguna forma soy el único culpable.
Regina: no papá, esto no es tu culpa.
Ariel: si yo no hubiera corrido a Daniel, ni te hubiera obligado a ti a hacer lo mismo esto no estaría pasando.
Regina: la constructora es tuya y puedes hacer con ella lo que quieras, si no nos querías ahí estabas en tu derecho de prescindir de nuestro trabajo.
Ariel: tal vez, pero no tenia el derecho de lastimarlos de esta forma, por eso vine a ofrecerte una disculpa.
Ariel estaba desesperado, Regina no le dijo nada solo sintió el impulso de abrazarlo
Daniel abrió la puerta sin hacer ruido, traía en sus manos dos ramos de flores, se sorprendió al ver a su suegro allí.