𝐄𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐃𝐞 𝐑𝐚𝐬...

By gp_garcia

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Hermione Granger, una chica Gryffindor de 18 años, junto a sus dos amigos buscaban algún rastro del Guardapel... More

Rasalas Merope Black
La cueva
El diario de Rasalas
El relato
El relato de Kreacher
Leoncita
Luuuhpin el lobito y Rasaweak
Los dos débiles y cobardes
Kreacher con una sartén
Conocernos
Libro volador
Olor a fresas
Ministerio de magia.
El despacho de Umbridge
Expecto patronum
Huida con complicaciones
La tienda en el bosque
Discusiónes constantes
Vino y fresas
Grodric's Hollow
El bosque de Dean
Nutria dominante
Reliquias de la Muerte
La Mansión Malfoy
Un hermoso amanecer
Mi Do-Do tuvo un bebé
Gringotts y el dragón
La llegada a Hogwarts
El comienzo del final
La batalla de Hogwarts
El último amigo
Volver a ti
Rasaweak
Después de la guerra
El juicio
Bajo las estrellas
Un nuevo comienzo
Futura señora...
La nueva familia Black
Extra: especial de navidad
La historia del verano
Por si gustan leer algo.
Extra: especial Halloween

El regreso de los Granger

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By gp_garcia

Contenido sexual
——————————

Los rayos de sol mañanero se colaban por las ventanas de la habitación, la iluminaban con su cálida luz y uno de ellos, daba al rostro de Hermione. La chica fue despertando y abriendo los ojos con pesadez.

Al recuperar los sentidos, frunció levemente el entrecejo. Hermione recordaba haberse quedado dormida en el jardín junto a Rasalas, no en una habitación y sola en una enorme cama. Haciendo una leve mueca de dolor, se enderezó recostado su espalda en la cabecera de la cama, llevo la sábana blanca hasta su pechos para cubrirse, ya que seguía desnuda.

Observó con curiosidad toda la habitación, una enorme habitación: las paredes eran negras con adornos plateados, a unos pasos de distancia había otra cama, vacía, casi idéntica como en la que se encontraba, habían dos escritorios juntos, llenos de cosas de pociones; en medio de la habitación había una mesa redonda, esta estaba llena de libros; en una esquina había una chimenea de mármol negro y enfrente una pequeña sala de estar, con sillones de cuero negro y butacas de terciopelo verde.

La castaña tenía más que claro el lugar en el que se encontraba. En la habitación de los mellizos Black. En la de Rasalas.

Rasalas.

Un nombre de siete letras que la enloquecían. Hermione se ruborizó y una sonrisa boba se formó en sus labios, los recuerdos de la noche pasada invadieron su mente. Mordió su labio inferior al recordar el tacto caliente de su novia en su piel, sus besos, su cuerpo uniéndose con el de ella, la forma en la que Rasalas la amó bajo las estrellas era totalmente maravilloso.

—Veo que ya despertaste—la voz de la ojigris se presentó en la habitación, habiendo que Hermione pegara un brinco y saliera de sus pensamientos.

Hermione sonrió nuevamente al ver a su novia entrando por la puerta, a diferencia de ella, Rasalas ya estaba vestida y se miraba que había despertado hace tiempo.

—¿Como es que llegue hasta aquí?—quiso saber Hermione risueña.

Rasalas se relamío los labios y encogió de hombros sonriendo.

—Cuando te quedaste dormida—explicó mientras se acercaba a la cama y tomaba asiento en la orilla, a un lado de la castaña—, te cargue y te traje hasta acá. No quería que durmieras en un lugar sólido como el suelo. Además, había tierra y de seguro nos iban a picar los mosquitos.

Rasalas hizo una pequeña mueca y Hermione soltó una carcajada.

—Que delicada, Black—bromeó.

—Te dejaré afuera la próxima vez.

Hermione sonrió negando y se dejó caer sobre el colchón, Rasalas sonrió igual y se acercó a su rostro. Las dos cerraron los ojos al rozar sus narices con ternura.

—Buenos días—susurró Rasalas.

—Buenos días, Rassy.

Hermione suspiro al sentir los labios de Black en su mejilla, dejando un beso cálido. Rasalas se apoyó con las manos en el colchón, a los costados de Hermione, para verla mejor.

—¿Dormiste bien?—Preguntó Rasalas—¿Como te sientes?

—Muy bien—contestó—Dormir en esta cama es una maravilla, pero aún así me siento cansada y me duele la cadera—admitió sonrojándose leve.

La ojigris sonrió de lado alzando una ceja y se acercó al rostro de Hermione, dejando pocos centímetros.

—Es normal—explicó dejando un beso en la mandíbula de la castaña y se acercó a su oído para susurrar:—Eso pasa cuando haces el amor la noche anterior—Hermione jadeo, sintiendo el cosquilleo y la leve mordida a su lóbulo de la oreja. Rasalas se enderezó—. Supuse que tendrías ese malestar, por eso desperté antes, te prepare la tina con agua tibia para que te relaje ese dolor. El baño—señalo la puerta de un lado—, tiene todas las cosas para que hagas tú aseo, puedes tomar cualquier  prenda de mi closet mientras se seca tu ropa limpia. También prepare el desayuno  ¿Quieres comer ahora o prefieres darte un relajante baño antes?

—¿Hiciste todo eso?— el corazón de la castaña se derritió.

¿Como alguien podía alborotar sus hormonas y a los segundos sumergirla en una ola de ternura?

—No es la gran cosa.

—No, no lo es, solo te convierte en la mejor novia—Hermione dejo un beso en su mejilla, Rasalas sonrió e intento juntar sus labios, pero Hermione se alejo. Rasalas la miro confundida—. Aliento mañanero—explicó.

—Ay por favor—Rasalas rio y cogió el mentón de la chica para juntar sus labios.

Hizo presión en sus labios contra los de Hermione, la castaña no quería corresponder, pero al final accedió. Ninguna de las dos se podían resistir a un beso de la otra, cuando sus labios se juntaban, su ritmo cardíaco era un montaña rusa como tal.

—Sabes a cerveza de mantequilla—comentó Rasalas en tono burlón, al separarse.

—¡Rasalas!—chilló Hermione, avergonzada. Rasalas soltó una carcajada.

—Tambien sabes a...

—¡No! ¡No lo digas!

—... Un poco de sa...

—¡Cállate!—Hermione llevó sus manos a la boca de Rasalas para callarla, mientras sonreía—. No te atrevas o te juro que ya no te volveré a besa...¡Rasalas!

Rasalas había lamido la mano de Hermione.

—Con que no me besarás ¿Eh?—arqueó una ceja.

—Estas advertida.

—Ajá.

De un momento a otro, Rasalas ya se había puesto entre las piernas de Hermione dispuesta a robarle un beso, pero la castaña fue más rápida y jalo la sabana cubriéndose toda con ella. Las risas de las dos no tardaron en resonar en la habitación. Black queriendo robarle un beso y Hermione esquivando sus intentos, empezó una batalla de cosquillas.

—¡No! ¡Hermione!—Rasalas exclamó, riendo, cuando la castaña descubrió su punto débil.

—¿En serio solo aquí te da cosquillas?—Hermione rio aprovechando su ventaja y siguió asiendo cosquillas en el estómago y abdomen su novia.

Black se lanzó de espaldas al colchón a carcajadas.

—¡Para! ¡Para, por... por favor!—suplicó Rasalas.

La castaña se dejó llevar por el melodioso sonido de la risa de Rasalas y ahora era ella quien estaba arriba de su novia; el único descuido fue que olvidó que seguía desnuda. Sus mejillas ardieron y rápidamente paro las cosquillas para buscar la sábana y taparse. La risa de la joven Black iba disminuyendo, rendida en la cama tranquilizando su respiración, pero sonrió al ver a Hermione que buscaba la sábana, desesperada.

Rasalas se incorporó sentándose y acomodó a Hermione en su regazo para luego abrazarla.

—Tu cuerpo es de admirar, Leoncita—susurró Rasalas, dejando suaves caricias en la espalda de la castaña, quien cerró los ojos disfrutando.

Era impresionante como podía sentirse tan pequeña cuando estaba en los brazos de Rasalas.

—Eres tan hermosa por dentro como lo eres por fuera—musitó, y Hermione empezó a sentir los labios de Rasalas besando lentamente en medio de sus pechos, luego en su clavícula, cuello, mandíbula, mejilla y por último labios, formando un beso tierno.

Hermione abrió los ojos y sonrió. Juró ver brillar los ojos de su novia sumamente dilatados mientras veían su cuerpo.

—Es injusto ¿No crees?—Rasalas frunció leve el ceño antes las palabras de su novia. Hermione sonrió—. De que tengas mucha ropa puesta.

—¿Por qué no me la quitas entonces?

Hermione mordió su labio inferior con una sonrisa y, con ayuda de Rasalas, empezó a levantar su camisa dejado a la vista su abdomen y pechos  desnudos, ya que no llevaba sujetador y solo la camisa negra. Rasalas ya había apreciado su cuerpo, ahora era su turno y dejo la timidez por un lado.

Empujó a su novia y la ojigris cayó sosteniéndose con los codos en el colchón. Hermione comenzó a dejar un camino de besos en el cuerpo de Rasalas. Ésta no podía despejar su vista en la castaña y soltaba leves gruñidos al sentir las mordidas que daba Hermione en su abdomen y costados.

—¿Me acompañas a la tina?

—Seria un placer.

Hermione dejo un último beso húmedo llegando casi a la pelvis de Rasalas y se puso de pie, jalando la sabana para cubrir su cuerpo, para correr hacia el baño de la habitación. Rasalas no tardó mucho en alcanzarla. Las dos entraron riendo al pulcro baño de paredes negras y blancas, Hermione desabrochó el pantalón de Rasalas y lo quito con todo y boxer antes de meterse a la tina.

Pasaron unas horas entre la tibia agua de la tina, entre risas, caricias y besos, los coqueteos no faltaron también.

...


El sonido de esos cacharros con ruedas de la ciudad se mezclaban con el sonido de los muggles que andaban por el lugar, un lugar sumamente desconocido y extraño, pero sobretodo de desconfianza. Rasalas bajo un poco sus gafas de sol para poder ver mejor la enorme construcción que tenía enfrente.

—Ponte bien eso—la voz de Andrómeda se asomó, junto con su mano, que fue a dar con el rostro de la ojigris para arreglar las gafas—. Esos muggles son muy curiosos y te verán raro si ven tus cicatrices.

Rasalas bufo, dispuesta a replicar a su prima, pero el sonido de un avión que acababa de despegar lo impidió y de paso la asustó. Andrómeda se carcajeó al verla.

—Esto ha sido mala idea—murmuró Rasalas viendo a su alrededor y luego bajo su vista para ver su vestimenta: jeans negros desgastados, una playera blanca sin fajar, una chamarra verde por encima y sus zapatos eran unos converse negros con blanco—. Una pésima idea.

—No seas una bebé, Rasalas—reprochó la castaña.

—El pantalón se me baja, me diste uno que no era de mi talla—se quejo mientras se lo componía. Su prima le dió una manotazo en las manos para que dejara de hacerlo.

—El pantalón esta bien. No es mi culpa que siempre vistas con los pantalones hasta el cuello.

—Exageras.

—Tú también.

—Cissy me hubiera dejado que me pusiera uno de mis trajes.

—Y a mí me hubiera quitado el dolor de cabeza que eres al quejarte—replico Andy poniéndose sus gafas de sol—. Lastima que ande arreglando su divorcio.

—No soy un dolor de cabeza—gruño.

Andrómeda soltó un suspiro cansado, pero decidió ignorar a su prima antes que las ganas de aventarla a los taxis en movimiento, aumentarán.

—Vamos con los demás mejor.

Rasalas rodó los ojos y siguió a andrómeda para reunirse donde estaban los demás que habían llegado a despedirse de la pareja y a desearle suerte a Hermione.

—Que Merlín se apiade de ti en todo el viaje, linda—dijo Andrómeda a Hermione, quien estaba junto a Tonks y Ginny—. No imagino como será con Rasalas y sus lloriqueos.

Las cuatro mujeres soltaron una risita burlona.

—Creo que será entretenido—Hermione tomo la mano de su novia y rio bajo al verla que miraba todo frunciendo el entrecejo.

—Las vamos a extrañar—comentó Tonks con bebé Teddy en brazos.

La pareja le sonrió.

—Yo echaré de menos a este bodoque—admitió Rasalas para tomar en brazos a Teddy. Tras quedarse en casa de Andrómeda, Rasalas era la que se había apegado más al pequeño bebé y el bebé a ella.

Hermione sonrió con ternura al ver a su novia con el bebé en brazos, Teddy le agarraba el dedo a Rasalas con sus manitas y ésta lo sacudía haciendo que riera.

—Miren, llegaron—dijo Ginny, llamando la atención de todos y señalando a Harry y a Ron, quienes se acercaban con una sonrisa.

Ginny fue a encontrarlos, o más bien a  encontrar a Harry. Éste la recibió con un abrazo y no tardaron en unir sus labios y formar un beso, pues ya no era secreto la relación de estos dos. Rasalas sonrió burlándose de Ron por la mueca que había hecho al ver a su hermana y a su amigo.

—asco—llegó murmurando bajo Ron.

—¿Celoso, Weasley?

—Cállate, Black.

—¿Que tal la academia?—le preguntó Hermione a Ron.

—Genial, se ve que es un lugar amigable.

—Aunque no es muy grande que Hogwarts—añadió Harry llegando con Ginny.

—Asi que si aceptaron la oferta del ministerio ¿Eh?—comentó Andrómeda y los dos chicos asintieron.

Unos días antes Harry, Ron, Hermione y Rasalas habían recibido una carta del Ministerio que les ofrecía ir, sin importar que no hayan terminado sus estudios, a la Academia de Aurores, aparte, a Rasalas le habían otorgado el galardón de La orden de Merlín primera clase, por el hallazgo de como destruir a Voldemort, por el valor de darlo a conocer y por el valor de pelear en la batalla. Rasalas lo abría tirado si no fuera porque también tenía el nombre de su hermano grabado, sentía que no lo merecía.

Obviamente Harry y Ron aceptaron ir a la Academia, pero Hermione y Rasalas prefirieron terminar el colegió, pues sus planes eran otros.

—Enhorabuena por ustedes—Felicitó entonces Andy.

—Sigo sin entender porque ustedes no aceptaron ir, fue una buena y generosa oferta del Ministro—mencionó Tonks mirando a Hermione y a Rasalas.

—Lo sé y se lo agradezco al Ministro —reconoció Hermione encogiéndose de hombros—, pero los planes que tengo implican acabar mis estudios. Además, no me veo en un uniforme de Aurora.

—Y tú, Rasalas ¿Por qué no la aceptaste?—quiso saber Tonks, mientras reía un poco y le pasaba un pañuelo a Rasalas para la baba de Teddy.

—¿No que querías ser Auror, prima?—bromeó Andrómeda.

—Que insulto—bufó Rasalas, mientras limpiaba la baba de Teddy—. Nunca he querido ser Auror y nunca lo seré, aunque me vería muy bien con el uniforme, no deja de ser una profesión arriesgada que siempre debe seguir el bien, combatiendo la oscuridad de la magia. Además, yo no arriesgaría mi vida a lo idiota, sin ofender—dijo mirando a Tonks, Harry y Ron. Estos fruncieron el ceño—. Aveces jugar y experimentar con algo de magia oscura es divertido, académico y esos siempre están tocándoles los huev...

—¡Muy bien! Ya entendimos, Rassy—la corto Andrómeda antes de que hablara de más e insultar frente a su nieto—, no tienes que decir más.

—Bah, Solo digo la verdad y eso no es nada, puedo decir de más cosas...

—Otro día en el que no tengas a mi nieto en brazos—interrumpió otra vez Andrómeda—. Ahora ¡Oh! ¡Miren!—fingió ver la hora en su reloj— ¡se les hace tarde para su vuelo! Chicos pueden despedirse con las chicas ahora mismo o si no perderán su vuelo—decía mientras tomaba a Teddy de los brazos de Rasalas.

Todos empezaron a despediste de la pareja, deseándole suerte a Hermione para encontrar a sus padres. Rasalas se colgó cruzado su bolso de viaje y cogió la maleta de Hermione ya solo esperándola para irse, pero frunció el entrecejo y bajo un poco sus gafas cuando su novia se despedía de su prima y esta le susurraba algo que hizo reír a la castaña.

—¿Lista?—preguntó Rasalas a Hermione.

Hermione miró a su novia con una radiante sonrisa contagiando a Rasalas.

—Lista—afirmó entrelazando sus manos—¿Y tú?

—Voy a viajar a un país desconocido en un transporte también desconocido a conocer a mis suegros—Rasalas fingió pensar un poco y chasco la lengua—... Creo que también estoy lista.

Ambas rieron para luego darse un tierno beso y empezar a caminar hasta la entrada del aeropuerto. La desconfianza de Rasalas volvió cuando llevaba unos cuantos pasos dentro del aeropuerto, habían muchas cosas que no conocía y se le hacían extrañas, fruncía el entrecejo a cada objeto o persona rara que miraba.

Hermione que se daba cuenta de lo que hacía, soltó una risita y le dio un beso en la mejilla agarrándola de sorpresa, pero Rasalas sonrió al verla y se olvidó de las cosas raras muggles... Solo un poco porque algunos muggles se les quedaron viendo de un forma no tan cordial.

Pasar por seguridad fue lo mas extraño para Rasalas, le parecía absurdo tener que quitarse toda joyería que llevaba para tan solo pasar por una cosa de metal. Aunque Hermione le dijera que era por seguridad, ya que hay algunos lunáticos que llevaban armas o bombas, le parecía una pérdida de tiempo. Además, le habían robado, estaba segura que llevaba ocho anillos y no siete.

—Maldito muggle, ratero—murmuró Rasalas, molesta y sentada de brazos cruzados en la sala de abordar.

—Ya te dije que no es posible que te hayan robado allí—respondió Hermione, mientras leía una revista—. Además—miro de reojo las manos de su novia—, no veo que falte uno.

—¿Que? ¿Como que no?—la ojigris, indignada, le mostró su mano y señaló su dedo índice— Estaba aquí, lo sé, mis joyas son parte de mi.

Hermione rodó los ojos divertida, sonrió y siguió hojeando la revista. Rasalas bufo y siguió cruzada de brazos mientras veía los muggles y sus cosas raras, esperando para poder abordar su vuelo.

—Ese hombre tiene algo en las orejas—comentó Black mientras miraba al sujeto con curiosos.

—Son audífonos, sirven para poder escuchar musica—explicó Hermione, que miro de reojo al hombre.

Rasalas asintió lentamente aún sin entender y miro hacia otro lado encontrándose con algo más.

—La maleta de esa señora tiene ruedas... Quiero un de esas, se miran más fáciles de llevar— Hermione soltó una risita por debajo y Rasalas siguió observando—. Ese señor es muy obeso, demasiado diría y...

—Amor—la llamó Hermione cerrando su revista y, con una voz y mirada dulce hacia su novia, dijo—: deja de ver a las demás personas, ya se que tienes curiosidad pero, algunos pueden tomarlo mal.

—Ouh.

—Ya falta poco para que abordemos al avión. Te encantara, lo prometo.

Rasalas sonrió ante el entusiasmo de Hermione.

—Si tú lo dices—musitó mientras entrelazaban sus manos—. ¿Tú ya habías abordado un aguilon?

—Avión—corrigió Hermione, riendo bajo. Rasalas se encogió de hombros—. Y si, con mis padres hicimos algunos viajes en las vacaciones. Aunque, nunca en primera clase.

—Ventajas de salir con una Black—dijo la ojigris con orgullo, su típica sonrisa ladeada y acercándose al rostro de Hermione.

Hermione rodó los ojos y juntas  deshicieron el poco espacio para juntar sus labios y formar un pequeño beso. al separarse, Rasalas se fijó en una pareja de ancianos que las miraban mal.

—¿Que les pasa a esos vejestorios?—Black frunció el ceño.

La castaña miro hacia donde veía Rasalas y pudo darse cuanta que las dos personas mayores las miraban con asco realmente. Hermione hizo una mueca y bajo su mirada a su mano entrelazada con la de Rasalas.

—No les prestes atención—suspiró—. Aquí, a diferencia del mundo mágico, está mal visto que dos hombres o dos mujeres sean parejas.

—Y yo que creía que mi familia era anticuada—Rasalas bufó—¿Todos los muggles lo ven mal?

—No todos...

Black miró por unos segundos a Hermione, quien había hablado con un tono desanimado y triste, aparto la mirada y se removió en su asiento mientras le pasaba algo por la mente que, no había pensado hasta ahora.

—Ehm... Tus padres—Hermione giró a verla rápidamente y Rasalas se puso un poco más nerviosa.

—¿Si?

Se aclaró la garganta.

—¿Tus padres piensan igual? Digo... ¿No verían mal nuestra relación?

Hermione volvió a ver a sus manos entrelazadas y con su dedo pulgar dejo unas suaves caricias.

—Ellos siempre han hablado de este tema—empezo la castaña—, dicen que lo más importante es el amor, no importa lo demás... Ellos no lo ven mal.

—Y... Crees que... ¿Yo les agrade?

Hermione soltó una pequeña risa.

—¿Tienes miedo de mi agradarles?—preguntó divertida.

—No es miedo... solo... me preocupa.

—¿Te preocupa?

Rasalas asintió haciendo un pequeño puchero involuntario y Hermione soltó una carcajada, llamando la atención de algunos muggles que las miraron mal.

—¡No es gracioso!—chilló Rasalas—. Es serio ¿Que sucede si les desagrado?

—Eres adorable—señaló la castaña, con una mano en su boca para calmar su risa. Rasalas sonrió leve ante el gesto de su novia.

Se miraba tierna.

—No tienes de que preocuparte—dijo después de unos segundos—. Ellos te adorarán al igual que yo, de eso estoy segura.

—Que Merlín te escuché.

Rasalas soltó un suspiro, nunca había sentido tantos nervios cuando de suegros se trataba... Bueno, talvez porque solo había tenido una vez suegros y, su matrimonio estaba arreglado... Joder.

Al abordar el avión, Hermione reía por el comportamiento de su novia, que nunca quitaba su ceño fruncido a ver cosas muggles y, cuando miro el avión, su rostro fue digno de una fotografía.

—¿Y si se cae?—preguntó otra vez mientras seguía a Hermione —. Tuve que comprar una escoba y traerla por si se cae este cacharro.

—Rasalas, el avión no se caerá—aseguró Hermione, mirándola de reojo, sonreír y seguir buscando sus asientos—. Además, no te hubiera dejado traer una escoba. Iba a ser todo un lío en seguridad.

—Ay por favor, ni que fuera una arma ¿Sabes que es una arma? Mi varita, y mira que se la pase por sus narices y ellos ni en cuenta—Rasalas sonrió de lado—. Los muggles son tan ingenuos. Creo que ese aparato de seguridad solo detecta bombas.

Varias personas que se hayaban en sus asientos las voltearon a ver de repente al pronunciar la palabra "Bomba" A Rasalas la confundió sus miradas de ¿Asustados?

Hermione cogió la mano de su novia y siguieron caminando, encontrando sus asientos.

—Los muggles son raros.

—Pronunciaste la palabra "Bomba" en un avión—señalo Hermione con una risita—. Mete las maletas en ese espacio de arriba.

—¿Eso está mal?—preguntó mientras metía las maletas.

—Para nada, pero han ocurrido accidentes en aviones por bombas y a la gente le genera un trauma.

—¿Que tipos de accidentes?

—Hacen explotar los aviones o amenazan al piloto y los obligan a estrellarse.

—Estoy llegando a pensar que el dragón que montamos en Gringotts era más seguro...

—Oh Dios... Esto si es cómodo—Hermione soltó un pequeño gemido de satisfacción al sentarse en el asiento.

—Exagera... —la ojigris se quedó en silencio cuando se sentó—. Ouh.

—¿Decías?

—Esto es genial.

Ambas sonrieron mientras disfrutaban la suavidad del asiento. De pronto, llegó una chica empujando un carrito, llevaba un traje muy bien acomodado y pegado a su figura.

—¿Desean algo de beber?—preguntó con una sonrisa amable.

—Una gaseosa—pidió Hermione y miro a Rasalas—¿Tú quieres algo, amor?

—Mm ¿Tiene Vino?

—Tenemos champagne.

—Ya que. Llene la copa, por favor.

Ambas recibieron sus bebidas y la chica del carrito siguió su camino. Hermione volteo a ver a su novia con una sonrisa.

—¿Que opinas ahora?—dijo—¿Sigues prefiriendo al dragón?

—No va tan mal por el momento—admitió, haciendo que su novia riera—¿Cuánto tiempo estaremos aquí?

—Veintiún horas y media—respondió la castaña, mientras encendía la pequeña pantalla que tenían enfrente.

Rasalas se atragantó.

—¡¿Que?! ¡¿Casi un día entero?!—exclamó quejándose.

—No es para tanto. Hay algunas cosas que podemos hacer para distraernos.

—¿Cómo cuáles?

—Ver películas y dormir—Rasalas le lanzó una mirada incrédula a Hermione—¡Oh! También podemos comer.

—Nos tendrán todo un día aquí metidas, alimentarnos es lo menos que pueden hacer—Black suspiró y bebió lo último de su champagne de un trago.

—Eres imposible, Rasalas Black—Hermione suspiro mientras sonreía.

—Y tú muy hermosa.

Rasalas sonrió orgullosa por provocar el sonrojo de Hermione.

—Sonrojada luces más hermosa, tus pecas se resaltan más y... Uff... ¿Cómo es que te fijaste en mi?

La castaña soltó una risa totalmente sonrojada.

—¡Calla, Rasalas!

—Cállame.

Rasalas alzó una de sus cejas mirando a Hermione, quien dejó de reír y se fue acercando poco a poco a su rostro.  La ojigris se relamío los labios por la cercanía y cerro los ojos sintiendo el aliento fresco de su novia.

Llegó a desesperarse al no sentir los labios de Hermione sobre los suyos, así que se inclinó y paso de largo, sintiendo como le ponían algo en las orejas.

—Listo. Así... Ya puedes quitarte esto y ya no te los pongas—hablo Hermione quitándole los lentes—, da igual lo que digan. A mí me gusta ver tu lindo rostro. Además, te ves muy bien así con tu ropa muggle, me encantas—la chica termino de acomodarse en su asiento y miró a su novia—¿Que?

—Habrá venganza—advirtió ante la sonrisa de burla de Hermione por dejarla esperando el beso—¿Que es esto que me pusiste?—preguntó tocándose los aparatos que tenía en las orejas.

—Audífonos.

—¿Como los del muggle?

—Asi es.

—Genial...

—Para pasar el tiempo, veremos unas películas de Disney, mis favoritas—dijo Hermione con sonrisa.

—No entendí al cien porciento lo que acabas de decir pero, si a todo.

—Asi se habla.

Tras todo el transcurso del vuelo se la pasaron viendo las películas favoritas de Hermione mientras comían los refrigerios que les daban en el avión.

Hermione reía cada vez que miraba a su novia, Rasalas había quedado fascinada con lo que veía, parecía niña pequeña viendo los dibujos animados en la pantalla. La de los perritos con manchas le había encantado, el semidios venciendo a los monstruos era genial y ni hablar de el león con el jabalí y la suricata. Claro, no todas las películas fueron de su agrado, como la de la princesa con los enanos.

Las horas no fueron problema para la pareja, no cuando se la pasaron entre risas y momentos de besos.

...

—No debiste quedarte despierta toda la noche viendo películas—recriminó Hermione a Rasalas cuando noto como esta cabeceaba y casi se daba con la ventanilla del auto.

Ya habían bajado del vuelo y salido del aeropuerto encontrándose con la gran ciudad de Sidney. Ahora las dos viajaban en un taxi amarillo hacia su hotel.

—Tenía que ver si los dos juguetes parlantes regresaban con Samy—se justificó Rasalas en un bostezo.

—Andy—corrigió Hermione sonriendo.

—Eso.

—De igual forma, debiste dormir. Pareces un muerto viviente con esas ojeras—siguió Hermione.

—Es tu culpa, tú me hiciste ver esas películas.

—¡Pero no para que no duermas!

Rasalas se quedó unos segundos viendo el rostro fruncido de Hermione para luego encogerse de hombros y sonreír inocente.

—Valió la pena.

Hermione soltó un suspiro cerrando los ojos.

El señor quien conducía el taxi amarillo, soltó una risa por la pequeña discusión de las chicas y estas lo miraron.

—Oh perdonen—dijo el taxista, dándoles una mirada por el retrovisor y sonrió—, pero me hicieron recordar a mi esposa y a mi cuando discutíamos. Son pareja ¿No?

Las dos chicas se miraron sorprendidas. Rasalas sonrió y se giró al taxista.

—Pues está en lo cierto. Esta bella chica que tengo al lado es mi novia—las mejillas de Hermione se ruborizaron— ¿Que nos delato?

—Llevo muchos años en este trabajo, he visto cientos de parejas que se me es fácil distinguirlas. El enamoramiento es facil de ver, niña—contestó el señor, haciendo que la pareja sonriera.

Pidieron reconocer lo carismático que era, su voz era algo ronca pero, tenía ese tono amigable.

—Admiro su visión, señor—reconoció Rasalas.

—¡Oh vamos! Díganme Bob—pidió sonriendo—. Sé que estoy viejo, pero no es necesario que me los repitan.

Bob soltó una risa contagiando a Hermione y a Rasalas.

—Es un gusto conocerlo, Bob. Soy Rasalas, por cierto. Rasalas Black.

—Rasalas Black—repitió Bob como si lo estuviera contemplando. Nunca había escuchado un nombre tan inusual—. Tienes un nombre curioso.

Rasalas se encogió de hombros.

—Y tú, linda ¿Como te llamas?—preguntó amable hacia Hermione.

—Hermione, Hermione Granger—contesto con una sonrisa y algo tímida.

—Vaya, las dos tienen nombres muy inusuales y lindos—comentó el taxista, las chicas se miraron para sonreírse y encogerse de hombros—. Y díganme qué las trae a Sidney ¿Vienen de vacaciones? ¿luna de miel?

Hermione se giró a Bob con los ojos completamente abiertos y el color rojo se apoderó de su cara, Rasalas soltó una carcajada por la reacción de su novia.

—N-no, no, ninguna de las dos—negó rápidamente la castaña.

—Por ahora—murmuró bajo Rasalas, ganándose una mirada severa de Hermione.

La ojigris levanto sus manos en señal de rendición.

—Venimos a visitar a sus padres y a que yo pueda conocerlos—contestó Rasalas con simpleza, tras el nerviosismo de Hermione.

Black sabía que al recordarle a Hermione a lo que venían a Sidney, la ponía muy sensible. Hermione se ponía nerviosa con solo pensar que no podría encontrar a sus padres y regresarles sus recuerdos. La tristeza y la culpa se apoderaban en la castaña, y Rasalas lo llegó a notar.

Tomó la mano de su novia entrelazandola y le dió una suave sonría en muestra de que todo estaba bien. Hermione le sonrió leve y se recostó en su hombro, mientras bajaba su mirada a sus manos unidas y jugaban con los anillos de Black.

—¡Oh, ya veo! Te deseo suerte, niña. Espero que te toquen buenos suegros y no como los míos—Bob hizo una mueca—. Aún recuerdo a mi suegra, esa mujer era una lunática—Rasalas soltó una pequeña risa—. Siempre quería ponerme mal ante mi esposa y decía que no era suficiente para ella, pero mi hermosa Lucía la ignoraba y pedía que yo hiciera lo mismo.

—Noto que hablas en tiempo pasado de tu esposa, Bob—comentó Rasalas vagamente y se atrevió a preguntar—¿Por qué?

—Ella se volvió en mi luz, la luz que ilumina todos mis días—respondió el taxista con una suave sonrisa en su rostro.

—Entiendo... Y lo siento.

—No tienes porqué, fue hace mucho... Cuando perdemos a un ser que amamos, lo mejor es llevarlos siempre en el corazón, recordar los buenos momentos a su lado y seguir adelante con una sonrisa en el rostro ¿No crees?

—Por supuesto—musitó Rasalas y sonrió al ver el cielo por la ventanilla. La noche había caído y las estrellas estaban a todo su resplandor.

—Mi bella Lucía—dijo Bob en suspiro—. Me regaló los mejores cincuenta años.

—Toda una vida—comentó Black.

—Asi es... Bueno y ¿Ustedes cuánto llevan de novias?

—Sei...

—Seis meses—fue Hermione quien respondió con una sonrisa—. Los mejores seis meses que he vivido—susurró en el cuello de Rasalas, haciendo que ésta se erizará y le sonrió.

—Pero si son unos polluelos aún—Bob rio—. Que lindo. Les deseo lo mejor, forman una linda pareja. Se nota lo enamoradas que están.

Tanto Hermione como Rasalas, soltaron una suave risa y la ojigris dejo un tierno beso en la coronilla de Hermione.

—Gracias, Bob—agradecieron ambas.

El transcurso del viaje se la pasaron charlando con Bob, o más bien, escuchando las anécdotas del viejo taxista. Para las dos era un tipo simpático. Al llegar al hotel donde se quedarían y pedir una habitación, la ma grande por berrinche de Rasalas, ambas chicas dejaron las maletas tiradas y se tiraron al gran sofá blanco, exhaustas por el vuelo.

—Este lugar si que es enorme—comentó Rasalas que observaba el lugar desde el sofá.

—Es porqué pediste una Suite—señaló Hermione mientras se ponía de pie—. Iré a darme una ducha y después iré a descansar, tú deberías hacer lo mismo.

—Yo ya estoy haciendo lo segundo—murmuró, dándose la vuelta en el sofá—. Nunca volveré a ver una película... Me arden los ojos y eso es que solo veo con uno.

—Ya quiero verte otra vez prendida a una pantalla—se burló la castaña y se acercó a su novia para acariciar su cabello—. Ve a darte una ducha y después podrás descansar en la cama... Conmigo.

—Me convenciste—dijo rápidamente volviéndose a su novia.

Hermione soltó una risa baja.

—Muy bien. Ahora métete al baño que hueles al avión.

Hermione dejo un tierno beso en la punta de su nariz y sonrió con ternura al ver la sonrisa y los ojos cerrados de su novia, quien lo disfrutó.

—Usaré el baño de la habitación principal, tú puedes usar los otros.

—¿Y si ahorramos agua?—Rasalas le sonrió de lado— Ya sabes —fingió inocencia —, por lo mismo de cuidar el planeta.

—Nop—dijo la castaña, resaltando la "p"—. Para la próxima, cariño—y se puso en marcha a dirección de su maleta y después a la habitación.

Rasalas la miraba con un puchero hasta que la castaña entro por completo a la habitación principal.

—Amo tanto a esta chica—susurró a si misma con una sonrisa boba.

Black se puso de pie en un brinco para coger su maleta y dirigirse a cualquiera de las otras dos habitaciones para darse un baño. Después de un tiempo, Hermione ya se encontraba con su pijama puesta que consistía de una blusa de tirantes y unos shorts, ambos de seda.

Salió al balcón de la habitación para ver las luces de la cuidad. Sidney era una gran y hermosa cuidad, pero la palabra "gran" y "cuidad" solo la entristecían. Aunque estaba esperanzada de que Rasalas era una brillante bruja y que le había prometido ayudarla, tenía miedo de no poder encontrar a sus padres.

Sus padres eran todo para ella.

De pronto, se sobre saltó al sentir unos brazos rodeandola por la cintura a sus espaldas, pero al sentir quien era se dejó recostar en su pecho, sin despejar la vista de la cuidad que tenían enfrente.

—Tomaras un resfriado acá afuera.

Hermione suspiro al sentir el aliento de Rasalas tan cerca a la piel de su cuello.

—Es una cuidad muy grande—hablo en un hilo de voz que, Rasalas apenas pudo entenderlo.

—Es muy hermosa—comentó la ojigris y Hermione negó mientras se daba vuelta en los brazos de esta.

—¿Crees que podamos encontrarlos?—preguntó, y Black pudo ver cómo los ojos marrones de Hermione se humedecían.

—Claro que los encontraremos, Leoncita—aseguró acariciando su mejilla y quitando la pequeña lágrima que bajaba—. Buscaremos en todo los rincones de esta cuidad, moveremos cielo y tierra para encontrarlos, amor.

—Tengo miedo—sollozó para aferrarse a su novia—. Miedo de perderlos.

Black la envolvió en sus brazos y dejo un beso en su cabello.

—No permitiré que pierdas a tus padres—le susurró Rasalas.

Pues ella sabía que ese era el sentimiento más horrible que alguien podía sentir. No dejaría que Hermione pasará por eso.

—Por favor no llores—pidió, cogiéndole en rostro con ambas manos y limpiando sus lágrimas—. Los encontraremos, amor. Te di mi palabra y no pienso irme de aquí sin tus padres.

—Te amo—susurró Hermione, controlando su hipo por llorar—, de verdad que si.

—y yo a ti, ojitos—dijo Rasalas con una suave sonrisa.

—¿Ojitos?—repitió la castaña son una pequeña sonrisa.

—Es que tus ojos marrones son los ojitos más hermoso que visto en mi vida.

Hermione soltó una suave risa, avergonzada oculto su rostro en el cuello de Black.

—Y ahí está esa melodía de risa.

—Basta, me haces sonrojar—Hermione le dió un pequeño golpe en el brazo.

Rasalas rio.

—Ven, entremos. Trata de descansar un poco para mañana.

Hermione se separó del abrazo para asentir y soltó una carcajada cuando Rasalas la cargo de forma nupcial hasta a la cama, dónde la acostó con delicadeza.

—Quedate—pidió la castaña cuando su novia tenía intenciones en salir de la habitación—. Dije que podías quedarte a descansar en la cama conmigo si te dabas un baño—bromeó.

—¿Y si te digo que solo me cambié de ropa y me moje el cabello?

—Da igual, aguantaré tu olor. Solo porqué quiero que duermas conmigo está noche.

Rasalas rio y se fue acercando a la cama para quitarse su bata de seda, quedando con su sujetador y unos pantalones de pijama. Esto, con la mirada de Hermione puesta en ella. Rasalas apenas se metió bajo las sábanas y ya tenía a Hermione acomodándose en su pecho, sonrió por el acto de su novia y la cubrió con las sábanas blancas para luego pasar su brazo sobre los hombros de la castaña.

—Descansa, Rassy—dijo Hermione alzando su cabeza para ver a Rasalas.

Ésta deshizo los centímetros entre las dos y unió sus labios, formando un dulce beso lleno de amor.

—Descansa, Leoncita...

Pasaron unos cuantos minutos en que solo se acariciaban durante un silencio tranquilo. En algún momento de la noche, ambas cayeron al relajante descanso.

En la mañana siguiente, Rasalas fue la primera en despertar y no iba a perder el tiempo para encontrar a sus suegros. Encontrarlos era su prioridad ahora, ya no quería ver lágrimas derramadas por su novia.

Termino de vestirse poniéndose su blazer y camino hacia la cama dónde estaba Hermione aún dormida, la cubrió mejor con la sabana y dejo un suave beso en su mejilla.

—Te amo—le susurró con una sonrisa para luego salir de la habitación.

Tenía en mente un par de opciones para encontrar el rastro de los señores  Granger; había planeado cada opción y las había evaluado a mejor a peor. La primera era hacer un mapa merodeador de la cuidad de Sidney, dónde solo aparecieran los nombres de los padres de Hermione.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas—dijo con una mala imitación de la voz de Sirius—. Maldito veritaserum, maldito Sirius—bufó.

Aunque amará a su hermano mayor, nunca le iba perdonar que le diera veritaserum para sacarle la información y ayuda para hacer, como ellos lo llamaron, "el mapa del merodeador"

Pero bueno... La segunda opción era usar el encantamiento rastreador, pero eso iba a llamar mucho la atención de los muggles. La tercera, seria encantar un objeto de la pareja para que las guiará a ellos. Y la última, sería... que se  transformará en nutria y usará su olfato para rastrearlos.

Rogaba a Merlín que las otras anteriores opciones funcionarán para no usar esa... Sería algo vergonzoso.

Paso jalando una manzana verde de la cocina, y salió de la suite para ir a la recepción del hotel, quería preguntar si tenían un mapa de la cuidad o algo que le fuera de ayuda.

Al salir del elevador fue directo a la chica recepcionista.

—Buen día—saludó cortes, pero manteniendo su semblante serio.

—Hola, buenos días ¿Puedo ayudarte en algo?—la chica le sonrió con entusiasmo mientras, descaradamente, su vista iba directo a Rasalas.

Black desvió la mirada sintiéndose incómoda, pues supuso que eran sus cicatrices y su ojo que llamaban la atención.

—Si, yo... —se aclaró la garganta para seguridad— Mi novia y yo queremos conocer la cuidad y me preguntan si...

—¿Teníamos un mapa?—inquirió la chica pelirroja.

—Si—Rasalas asintió—. Justamente eso.

—Creo que tengo uno por aquí, déjame buscarlo, guapa.

Rasalas asintió con su ceño levemente fruncido cuando la chica le guiño un ojo y empezó a buscar del otro lado del mostrador.

A los segundos llegó un chico castaño a su lado y toco la campanita, Rasalas lo miro de reojo y vio que vestía un traje de Botones. La chica recepcionista al escuchar la campanita sonar, miro hacia arriba y al ver al chico rodó los ojos.

—Deja de molestar, Erick—gruñó la chica, mientras seguía buscando el mapa.

El castaño rio.

—Por favor, primor—dijo el chico, recostando sus brazos en el escritorio—. El día a estado aburrido, solo he atendido a unos viejos aburridos y no me dieron propina. Todo los ricachones son unos agarrados.

—Ese es el truco—comentó Rasalas llamando la atención de ambos jóvenes—¿Cómo crees que llegan a tener fortuna?

Rasalas sonrió de lado haciendo reír a los otros dos.

—Aqui tienes—dijo la chica dándole el mapa.

—Te lo agradezco—hablo Black, mientras extendía el pequeño pergamino para detallarlo.

—Tú eres la que llegó ayer por la noche con la otra chica ¿No?—inquirió Erick.

Rasalas asintió sin despegar su vista del mapa.

—Veo que tu hermana y tú quieren explorar todo Sidney—comentó mirando a Rasalas.

Ésta lo miro confundida.

—¿Hermana?

—Yo podría ser un gran guía de turísmo, conozco como la palma de mi mano esta ciudad—siguió el Botones—. En una hora salgo de mi turno, podría ser su guía y no te cobraría ni un centavo—y de pronto sonrió retorcidamente—. Claro, eso sí me presentas a tu hermana.

Rasalas apretó los bordes del pergamino.

—¡Erick!—regañó la chica pelirroja.

—No me tomes a mal—Erick rio—, pero es muy linda, y no me importaría llamarla de tu ¿Entiendes?

—Mi novia y yo no necesitamos estorbos en nuestro viaje—murmuró entre dientes, mirando fijamente al castaño, quien la miró sorprendió.

—Vaya... Tu novia—repitió y sonrió burlón—. No soy celoso ¿Sabes? Yo podría satisfacer sus necesidades como debe de ser.

Rasalas cerro el mapa con fuerzas y lo miro con una sonrisa sin gracias.

—Ya, hablamos de dos minutos por lo menos ¿No?—el chico la miro furioso por lastimar su ego y, antes que hiciera algo, Rasalas lo tomo del cuello, disimuladamente con una mano.

La chica recepcionista los miraba a ambos con los ojos abiertos, más viendo como Erick se ponía rojo.

—No deberías hablar así de una mujer y menos de la mía—Rasalas le murmuró bajo—. Haber si con esto aprendes de que eres un idiota insignificante y a respetar a tus superiores.

—Su... Suéltame, p-por... favor.

—Discúlpate.

Black apretó más su cuello.

—L-lo... La... lamento... De verdad... Lo siento.

—Te lo agradezco nuevamente—dijo a la chica y soltando al castaño—. Si puedes mandar el desayuno a la suite del décimo piso, te lo agradecería igual.

—S-si c-claro.

—Exelente—Black sonrió y cogió el mapa, mirando al Botones—. agradece que no llame al gerente para que te quiten tu estúpido empleo. Con permiso—dio la última mordida a su manzana y le tiró la basura a Erick para empezar a caminar.

Los dos empleados del hotel se quedaron mirando a Rasalas, ambos sorprendidos y asustados de la joven, que al estar adentro del ascensor les sonrió retorcidamente.

—Muggles—musitó al cerrarse las puertas este.

Recostó su espalda en el fondo de del elevador y cerro los ojos; aún seguía un poco alterado por lo anterior. De pronto, se volvieron abrir las puertas dejando ver a una pareja adulta.

—Buen día—ambos saludaron con una sonrisa amigable.

—Buen día—respondió la ojigris con una pequeña sonrisa.

El elevador volvió a cerrarse para seguir subiendo.

—¿Tambien de vacaciones?—preguntó el hombre castaño ojos marrones, sonriéndole, después de unos segundos de silencio.

A la chica se le hicieron parecidos esos ojos.

—Ehm... Si—contestó alzando leve el mapa en manos.

—Oh que bien—exclamó el castaño—, nosotros también venimos de vacaciones.

—Queremos visitar todos los países que podamos—comentó su esposa, una mujer pelinegra y ojos verdes—. Después de aquí, nuestra próxima parada será Londres—dijo emocionada.

—Eso es algo genial. Yo soy de Londres, por cierto.

—¡Que maravilla!—exclamó el matrimonio.

—¿Y vienes sola o con acompañante?—preguntó el hombre.

—Vine junto a mi novia—dijo dando una sonrisa.

—Luna de miel antes de la boda ¿No?

Rasalas sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas.

—¡Oh! ¡Cariño! ¿Que cosas dices?—lo recriminó su esposa mientras reía—. Disculpa su atrevimiento, querida—se disculpo algo apenada.

—N-no hay problema.

—¿Y en dónde la dejaste?—siguió su esposó.

—Creo que sigue dormida en la habitación—dijo—. Baje para buscar esto y darle una sorpresa cuando despierte.

—Oh, es muy lindo de tu parte—comentó la pelinegra.

—¿Me permites?—dijo el hombre refiriéndose al mapa.

—Claro—Rasalas se lo dió.

La ojigris miraba como el sujeto sacaba una cosa extraña para tachar partes del mapa. Después de unos segundos se lo devolvió y nota que había señalando unos lugares.

—Esos son los lugares más románticos para parejas en esta hermosa cuidad—explicó el castaño—. Ahora mismo vamos a visitar el parque que te señale ahí. Dicen que allí están los mejores helados de Sidney.

—Tambien pueden visitar cualquier playa—añadió su esposa—. Son perfectas para crear momentos que jamás olvidarán.

Rasalas les sonrió.

—Se los agradezco desanimado, en serio.

El elevador se volvió abrir indicando que era su piso, Rasalas salió y se volteó a la pareja.

—Fue agradable conocerlos, señores...

—¡Ay nada de señores!—dijo el hombre, provocando que su esposa riera y se tapara la boca con una mano.

Rasalas frunció levemente el ceño; ese gesto era muy similar a...

—Soy Wendell y ella es Mónica, mi esposa.

—Fue un gusto charlar contigo, cariño.

—Espero verte de nuevo en el hotel.

La pareja se despidió con la mano mientras el ascensor se cerraba. Black se quedó pensativa frente al ascensor...

—Wendell...—susurró recordando; ya había escuchado ese nombre.

Recordó los ojos marrones y aquel cabello castaño del hombre, aquellos gestos y rasgos físicos de su esposa. Tambien recordó cuando Hermione le había hablado de sus padres. Y de repente ¡Pum!

¡Ellos podría ser los padres de Hermione!

—¡Rasalas Black eres una torpe!—se gritó, pegándose en la frente con la palma de su mano.

Rápidamente empezó a presionar los botones del elevador, pero estos no hacían nada, el elevador no se abría. empezando a desesperarse, giró hacia una puerta que señalaba las escaleras... Que bueno que había asistido a Hogwarts.

Corrió a abrir la puerta y empezar a bajar las escaleras sin pensarlo. Tenía que alcanzar a esa pareja de esposo; si en realidad ellos era los padres de Hermione, les iba a facilitar muchas cosas. Las escaleras parecían nunca acabar, corría esperanzada de encontrarlos en el vestíbulo, chocaba con algunos trabajadores del hotel y pedía disculpas por botar los que llevaban.

Con poco aire en los pulmones, llegó al vestíbulo encontrándose con un par de personas y, para su suerte, las personas que buscaba iban saliendo del hotel y, el idiota que había conocido está mañana, les paraba un cacharro amarillo.

—Mierda.

Volvió a correr lo mas rápido que pudo saliendo del hotel pero, cuando llegó afuera el taxi ya se había puesto en marcha con el matrimonio abordo.

—¡Oh vamos!—exclamó viendo al taxi irse.

Decepcionada, cansada, ignorando a las personas que la miraban por gritar en medio de la calle y aventandole el gorrito de Botones a Erick, regreso al hotel.

En la habitación, ya se encontraba una Hermione recién levantada, muy preocupada por no saber dónde se había metido Rasalas. Empezó buscando para ver si le había dejado una nota o algo donde dijera su paradero, pero no había nada.

Rendida, se fue a meter a la ducha y salió para ponerse solo su ropa interior con una camisa de Rasalas por encima. Paso agarrando una manzana roja de la cocina y se fue a sentar al sofá, viendo fijamente la puerta, esperando a Black.

Cuando la puerta se fue abriendo dejando a la vista a una Rasalas jadeante, Hermione no perdió el tiempo y le lanzó la manzana.

—¡Ay! ¡Hermione!—se quejo la joven Black, sobándose la cabeza dónde le había dado la manzana.

—¡No dejas ninguna nota y desapareces solo así!—acusó la castaña cruzándose de brazos—¿En dónde estabas metida y...? ¿Que tienes, cariño?—preguntó preocupada al ver a su novia como se dejaba caer al sofá, agotada.

—Tengo... Tengo noticias—jadeó Rasalas—. Unas malas y otra buena.

—¿De que hablas? ¿ Y por qué estas jadeando?—quiso saber Hermione, sentandose a un lado de Rasalas— parece que acabas de correr una maratón.

—Si... Esa es una mala—dijo, acomodándose en el sofá para quedar sentada, frente a Hermione—. Necesito volver a ponerme en forma, creo que las galletas de Molly hicieron efecto.

Hermione soltó una pequeña risa.

—Bien, perdóname por desaparecer así—empezó Black disculpándose—; solo quería bajar a recepción para pedir un mapa... Y en desayuno.

—¿Un mapa?

—Si. Un mapa de la cuidad, ya sabes, para crear uno similar al de...

—El mapa del merodeador y poder localizar a mis padres—terminó Hermione para luego sonreírle a su novia—. Esa es una increíble idea, amor.

—Lo es, pero...

—¿Pero?

Rasalas se rasco la nariz desviando su mirada y chasco la lengua para volver a ver a Hermione y cogerla de ambas manos. Hermione la miraba con el ceño levemente fruncido y totalmente confundida.

—Cuando venía de regreso por el ascensor me tope con una pareja—Rasalas sonrió leve—. Hermione creo que se tratan de tus padres.

—¿Que dices?—susurró la castaña sin lograr creerlo y Rasalas asintió—¡Hay que ir con ellos ahora mismo entonces!

La chica se había puesto de pie en un solo salto, dispuesta para salir y sin importar lo que llevaba puesto.

—Hey, hey, hey, amor—Rasalas la regresó tomándola del brazo y pegándola a su cuerpo—. Aún no estoy segura que sean ellos realmente y... Por eso me tarde un poco, hablé con ellos un rato en el ascensor y me di cuenta que podrían ser ellos ya muy tarde. Baje las escaleras lo más rápido que pude pero... Ellos ya se habían ido. Lo lamento.

—¿No mencionaron a dónde iban?—preguntó, ansiosa.

Rasalas se quedó pensativa un segundo y volvió a tomar el mapa en sus manos.

—Él mencionó algo de un parque... Donde vendían helados—musitó, buscando en el mapa donde había señalando—¡Aquí!—le mostró el parque a Hermione— Dijeron que irían a este lugar.

—De acuerdo—murmuró Hermione mirando el mapa—. Aguarda un momento.

—¿Ah?

La ojigris solo vio como Hermione se metía a la habitación y a los segundos salió con algo en manos.

—Las personas que vistes ¿Eren ellos?—dijo mostrándole una pequeña foto.

Una sonrisa se dibujo en el rostro de la joven Black cuando miraba a las mismas personas que había visto antes, en la foto. El hombre castaño de ojos marrones y la mujer pelinegra de ojos verdes que, ¿Como fue tan ciega para no ver el muy notorio parecido con su novia? 

En su defensa, estaba ciega de un ojo.

Hermione sonrió en grande cuando Rasalas asintió.

—Si... Son ellos.

La castaña soltó un chillido de emoción y saltó a los brazos de Black, quien apenas la pudo coger de los muslos para no dejarla caer.

—¡Los encontramos! ¡Amor, los encontramos! ¡Oh por Dios!—Hermione gritaba de emoción y Rasalas reía mientras daban vueltas—. ¿Estás segura que si son ellos?

—Lo son—confirmó Rasalas—. Lo son, Leoncita. Y lo mejor es que, sabemos en dónde están ahora y que se hospedan en este hotel también.

La sonrisa de Hermione se agrandó y pensó dos veces para tomar a Rasalas de las mejillas y besarla con necesidad, beso muy bien recibido por su novia. Rasalas la sujeto mejor del tracero para no dejarla caer y Hermione enrollo su cintura con ambas piernas.

—¿Estás segura de hacerlo ahora?—preguntó Rasalas entre el beso hambriento de Hermione.

—Lo quiero hacer ahora al igual que tú—Hermione mordió su labio inferior provocándole un quejido a Black.

—¿Suave?

—Demuéstrame lo que tienes, Blaky—las piernas de Rasalas temblaron tras el susurró de la castaña.

Camino a pasos torpes al sofá y recostó con delicadeza a Hermione, quedando ella entre sus piernas. Hermione la jalo del cuello para envolverse en un beso devorador.

Rasalas debía admitir que Hermione había aprendido muy bien a dar ese tipo de besos ahora.

La castaña al estar con tan solo una camisa y ropa interior, fue una ventaja para que Rasalas pudiera deshacerse de las prendas con rapidez y tenerla completamente desnuda y a su merced. Hermione, después de jadeos, soltó el primer gemido al sentir los besos húmedos de su novia en su cuello y su mano caliente bajando por su abdomen.

—Rasalas...

Hermione sentía los dedos de Rasalas pasar por sus pliegues.

—¿Tan rápido y ya estás mojada, Leoncita?—susurró en su oído para dejar una pequeña mordida.

—Cállate—jadeó Hermione sonrojada.

Rasalas se separó del cuello de su amada y salió de sus piernas para ponerse de pie, así empezar a deshacerse de su ropa bajo la atenta y ardiente mirada de Hermione. Hermione observando como su novia se quitaba la camisa y bajando su mirada a sus pantalones, dónde se notaba la erección de Rasalas, recordó algo.

—¡Rasalas los condones!

—¡Así! ¿En dónde están?

—Ese es el problema—Hermione cubrió sus rostro con ambas manos y Rasalas ladeó la cabeza—. No tenemos, amor.

—Bueno... Eso no es problema para poder continuar—comentó Rasalas, volviendo a ponerse entre las piernas de Hermione para empezar a dejar caricias y besos en su cuerpo—. Un buen amante no necesita penetración para ofrecer placer a su pareja, Leoncita.

Rasalas quitó las manos de Hermione de sus hombros para ponerlas encima de su cabeza sobre el sofá y poder besarla ferozmente. La castaña sonrió en medio del beso al sentir las caricias de su novia en su piel y soltó un gemido ahogado cuando Black acunó uno de sus pechos para masajearlo.

En cuestión de segundos esa mano iba bajando hasta llegar a su centro.

—Te amo—susurró Rasalas en su oído con voz ronca y sin aviso metió dos dedos dentro de ella.

El gemido de Hermione resonó en la sala haciendo enloquecer más a Rasalas, quien empezó a embestir enérgicamente a la castaña con sus dedos y besar su cuello, mandíbula y labios. Los gemidos de su novia eran los más placentero y más cuando gritaban su nombre.

—¡Ah, Rasalas! ¡Otro...! ¡Más...!

La recién nombrada sonrió al ver a su novia. El estado de Hermione era el más exitante en ese momento: ojos levemente cerrados con fuerza, las gotas de sudor adornaban suavemente su rostro y sus labios estaban entre abiertos soltando gemidos tras gemido.

—¿Quieres más, Leoncita?

—¡S-si!—eso basto para que sumará un tercer dedo—¡Ahh!

Hermione echo la cabeza hacia tras y arqueó su espada, lo que indicaba que estaba apunto de llegar al delicioso éxtasis. Además, Rasalas empezaba a sentir que las paredes de la castaña empezaban a apretar sus dedos, más de lo normal.

Fueron segundos para que pasara y Hermione llegará a su primer orgasmo, exitando más a Rasalas con su gemido.

Black salió de Hermione y llevo sus dedos a su boca, bajo la mirada de una aún exitada Hermione, los lamió probando los jugos de esta.

—E-eso... Fue genial—dijo Hermione. Aún intentado controlar su agitada respiración.

—Y aún no acaba, preciosa—murmuró Black, volviendo a unir sus labios.

La sonrisa de Hermione se agrandó y llevó sus manos a la cabeza de su amada para entrelazar sus dedos en su cabello. Rasalas empezó a bajar sus besos lentos por su mandíbula, cuello y pechos, los cuales chupo y mordió suavemente. Inició un camino de besos húmedos por el cuerpo de la castaña, hasta llegar a su zona, dónde alzo una de sus piernas y atacó directamente su clítoris.

Esa mañana la ojigris se propuso dos cosas, recuperar la memoria de los señores Granger y de hacer venirse a Hermione en su boca.

Lo segundo lo logro máximo tres veces.

...

—¿Esto no es ilegal?—cuestionó Hermione a Rasalas.

—Para nada. Solo vamos a platicar un poco, tiraremos indirectas de sus recuerdos, los desmayaremos y nos lo llevamos a nuestra habitación donde les regresaremos sus recuerdos.

—Solo espero que no nos mire nadie—suspiró la castaña.

—Todo saldrá bien. vamos—Rasalas extendió su mano y Hermione la tomo para salir del elevador—. Este era el piso en el que tomaron el elevador, creo que una de estas puertas debe ser su puerta.

—Son seis—la angustia y nerviosismo de Hermione era demasiada que, la mano de Black se ponía morada.

Sin embargo, la ojigris no la soltó.

—Probemos con cada una entonces—dispuso, dejó un beso en la mejilla de Hermione y camino en dirección de la primera puerta blanca.

Al tocar tres la puerta, esta se abrió dejando ver a una mujer con un cigarrillo en la boca.

—¿Digan?—dijo la mujer mientras les soltaba el humo en la cara.

—Perdón, nos equivocamos de puerta—se disculpó Hermione jalando a su novia que se ahogaba con el humo.

La mujer cerro la puerta murmurando, no cosas agradables de las chicas, claro. Hermione le dió unos golpecitos en la espalda a Rasalas que seguía tosiendo; respiró cuando la mujer soltó el humo y lo inhaló casi todo.

—Bien... Esa no era.

—¿Tú crees?—dijo sarcástica Hermione— Que irrespetuosa mujer—gruñó molesta.

Rasalas sonrió viendo a Hermione; era tierno ver a su novia molesta y que no insultar a alguien. Volvió a coger su mano y tocar a la segunda puerta. Esta vez fue otra mujer quien abrió la puerta, pero es la abrió con una sonrisa.

Hermione apretó la mano de Rasalas al ver aquellos ojos verdes que tanto extrañaba y que siempre le brindaban seguridad. Los ojos de su madre.

—¡Oh! ¡Pero mira a quien tenés aquí!—dijo sonriente viendo a la pareja de chicas.

Y para terminar de encoger el corazón de la castaña, se asomo el hombre de ojos marrones a la puerta.

—¡Ah! Eres tu niña—dijo, igual de sonriente que su esposa. 

—Sigueme la corriente—le susurró Rasalas a Hermione, quien se estaba aguantando las lágrimas—. Buenas noches, Wendell, Mónica—Rasalas sonrió—. Mi novia y yo queríamos agradecerles por los lugares que nos recomendaron ir y ¿Que mejor que un buen Vino para hacerlo?— dijo sacando una botella de Vino que habían pedido a servicio a cuartos del hotel.

—Que lindas, gracias—dijo Mónica recibiendo la botella.

—No tenían que hacerlo.

—Es algo que solo nos nació hacerlo—Black se encogió de hombros—. Quiero presentarles a mi novia también. Amor, ellos son Mónica y Wendell. Y Mónica, Wendell, ella es Hermione, Hermione Granger.

—Un placer conocerlos—saludo Hermione con una sonrisa nerviosa.

—El placer es todo nuestro, Hermione —saludo Wendell sonriente.

—Hermione—repitió Mónica, que en realidad era Jean, sintiendo un leve dolor de cabeza—. Tienes un hermoso nombre. Así se llamaba mi madre.

Hermione miró a Rasalas y esta asintió.

—Me pusiste así justamente por la abuela ¿Recuerdas?—la pareja miró con confusión a Hermione.

—Confundus—murmuró Black apuntando, discretamente a la pareja. Estos tomaron un aspecto aún más confuso y Jean llevo una mano a su cabeza mientras soltaba un quejido.

—Lo lamento, mi esposa suele tener estos dolores de cabeza repentinos—habló Wendell algo desconcertado.

—Ya lo creo, pero es algo común que pase cuando te borran la memoria con un Oblibiate—dijo Black apuntando otra vez a la pareja.

—¿Está funcionando?—le susurró Hermione.

—Desde luego—le aseguro dandole una sonrisa—. Oye, Wendell, le comenté a mi novia sobre su próximo viaje a Londres y nos pareció bien que les recomendemos ir a Hogwarts ¿Han oído de ese lugar antes?

—Suena a qué es un colegió o algo así—murmuró agarrándose la cabeza por el dolor.

—Asi es. Hogwarts es el colegió de magia y hechicería; el mejor colegio de todo el mundo mágico si me preguntan. Ustedes ya habían escuchado del mundo mágico ¿No?

Hermione miró a su novia con un brillo a los ojos. Rasalas estaba asiendo todo para devolverle a sus padres.

—Si... Algo así—jadeó Jean sosteniéndose la cabeza.

—De acuerdo, creo que ya es momento para que recuerden a su hija—hablo Rasalas y los apunto con su varita—. Desmaius.

Rasalas entro a la habitación principal de la suite con dificultad, aturdir a los padres de Hermione y traerlos hasta acá, se oía mejor en su mente. Ahora estaba luchando contra no dejar caer al señor Granger. Ese hombre se miraba tan ágil pero pesaba como tronco.

Por otro lado venia Hermione con Jean, a diferencia de su novia, ella venía sin dificultades con su madre. Parecía pesar menos que su esposo.

—Ay Merlin... Por fin—jadeó Rasalas dejando a Wendell sobre la cama.

—Crei que eras más fuerte—dijo Hermione divertida, mientras dejaban a su madre a un lado de su padre sobre la cama.

—Como dije antes: necesito volver a ponerme en forma.

Hermione soltó una suave risa y fue a abrazar a Rasalas, la ojigris le devolvió el abrazo con un beso en su cabello rebelde.

—Tengo miedo—susurró Hermione en su cuello—¿Y si no me perdonan lo que les hice? Nunca los había visto más sonrientes cómo cuando abrieron la puerta...se miraban más felices sin mi...

—Oye...—Rasalas poso una mano en su mejilla para acariciarla—No creo que hayan sido más feliz sin ti. Ellos te aman y sé que, aunque no tenían sus recuerdos, tú siempre estuviste presentes en sus mentes, en sueños y en pequeños flashes que causaban ese repentino dolor de cabeza. Tú eres básicamente su vida y si les cuentas lo sucedido y porque lo hiciste, seguro estarán orgullosos de ti... Así como lo estoy de ti.

Hermione asintió con una pequeña sonrisa y Rasalas se encargó en quitar la lágrima que resbalaba por su mejilla. Estuvieron unos segundos abrazadas hasta que tuvieron que separarse por el sonido de alguien que retomaba la conciencia.

—¿Que... Que me pasó?—Wendell Wendell despertar algo desconcertado, aún con dolor de cabeza y cuando miro a las chicas se alteró—¿Q-que fue lo me hicieron? ¿Quienes son ustedes? ¿¡Adónde me han traído junto a mi esposa!?

—Hey, Wendell tranquilo—Rasalas se fue acercando despacio al hombre con las manos alzadas para que se tranquilizará—, nadie va hacerte daño a ti o a tu esposa, solo queremos ayudarlos. Si me permites explicártelo sería fantástico, pero necesito que tengas la mente abierta.

—¡Alejate de mi!

Rasalas suspiro.

—Trae los frascos, linda—pidió a Hermione.

La castaña asintió y salió de la habitación en busca de su maleta en la sala. Hermione sintió desesperarse al no encontrar los dos frascos que contenían un hilo plateado; revolvió todo en la maleta hasta hallarlos y correr de regreso a la habitación.

—... Hermione es una chica increíble, la más maravillosa que he conocido, es muy inteligente, amable y tiene buenos modales... Es gentil y, créame cuando le digo que se siente culpable por lo que les hizo, pero los hizo para ponerlos a salvo...

Las castaña se quedó escuchando las palabras de Rasalas tras puertas, haciendo que una pequeña sonrisa se formará en su rostro, pero no tardó mucho al escuchar la voz de su padre:

—Te repito que no tengo ningún recuerdo de tener una hija. Y si así fuera, yo no me olvidaría de ella.

—En eso tiene razón—hablo Rasalas confiada—. No se olvidaría de ella y cuando le quitaron sus recuerdos, nunca lo hizo del todo.

—Niña, escucha...

—No—lo interrumpió Black—, usted escúcheme a mi... Yo vi sus reacciones al oír el nombre de Hermione, sé que en muy en el fondo la reconocieron... Míreme a los ojos, Wendell, dígame qué durante todo este tiempo no sintió un vacío, dígame qué no sentía que le faltaba algo y... Mierda—Hermione solo escucho el fuerte suspiro de su novia—. Solo déjeme volver a unirlos. Yo perdí a mi familia, sé lo que se siente y no quiero que Hermione sienta eso... No soportaría verla así.

Hermione ya no escuchó nada después de eso, se asomo más a la puerta al pensar que hablaban bajo, pero solo vio a su padre y novia que se miraban.

—¿Como puedo confiar en ti?—dijo Wendell—No solo es mi salud, sino la de mi esposa también.

—Hermione es su hija y... la amo como usted a su esposa. Si les hiciera daño, se lo haría a ella también y eso es algo que, me prometí nunca hacerlo.

—Esta bien...—accedió Wendell después de unos segundos en silencio. Rasalas sonrió—Hazlo conmigo primero y si funciona puedes hacerlo con mi esposa, pero si no, te pido que la dejes ir.

—Lo prometo y te prometo que todo saldrá bien. Gracias, Wendell.

Hermione entro a la habitación encontrándose a las dos figuras de su padre y novia.

—¿Los tienes?—preguntó Rasalas comiendo hacia ella.

—Ten—se los extendió y dió una mirada a Wendell, quien le sonrió suavemente y se sentó sobre la cama, junto a su esposa.

—Hey—susurró Rasalas colocándole unos mechones de su cabello tras su oreja—Todo saldrá bien.

Hermione le sonrió débil y dejo un beso en su mejilla.

—Bien, Wendell—Rasalas saco su varita y con esta, saco el hilo plateado del frasco que decía "papá"—, esto dolerá un poco, casi nada ¿Listo?

—Se gentil—pidió el hombre, mirando como Rasalas ponía la punta de su varita sobre su sien.

Rasalas asintió con una sonrisa.

Hermione no aparto su mirada hacia su padre, quien hacia muecas de dolor por segundos. Se abrazo ella misma sintiéndose nerviosa, aunque feliz por recuperar a sus padres. Las palabras de Rasalas la habían conmovido; sabía que amaba a su novia y que ella la amaba igual y que por eso la ayudaba con todo esto pero, se había equivocado. Rasalas la amaba más de lo que imaginaba y de lo que llegó a imaginar. Para Rasalas, Hermione era lo más cercano a una familia.

Lo más valioso.

Wendell quedó inconsciente sobre el colchón al terminar. Rasalas se volvió a Hermione y pregunto:

—¿Esperamos o...?

—Hazlo con mamá también.

Rasalas asintió y cogió el otro frasco para repetir el mismo proceso con Jean.

—¿Crees que funcione?—preguntó Hermione, angustiada.

—Funcionara—aseguró Black acariciando suavemente sus brazos —. Solo hay que esperar y... Volverás a tener a tus padres.

Ambas se sonrieron y miraron a los ojos para poco a poco unirse a un beso. Tomaron asiento en el sofá, Hermione estaba sentada en las piernas de Black mientras esta dejaba suaves caricias en su espalda; esperaron varios minutos hasta que:

—Ay Dios... Mi cabeza—Jean despertaba—. Hermione, cariño... Pero... ¿Que paso?

Hermione salto a la cama para abrazar a su madre.

—¡Mamá! Lo siento... De verdad perdóname, perdóname por hacerles eso. Pero ya todo termino, ganamos, ya no hay peligro—lloró la hermosa castaña en brazos de su madre—. Ya no hay peligro, mami... Te extrañe tanto.

Jean no dijo nada, solo se dedicó a abrazar a su hija como nunca.

—¿Hermione, hija?—ahora fue Wendell quien despertó y se paraba para ver a su esposa e hija confundido—¿Que paso?

—¡Papá!—Hermione se la lanzó a abrazarlo y el hombre sonrió—. Los extrañe, los extrañe tanto.

—No llores, cariño—pidió Wendell consolando a su hija.

—Nosotros también te extrañamos, mi amor—dijo Jean mientras la abrazaba.

Rasalas sonrió con nostalgia mirando a la familia abrazándose. Guardo su varita y llevo ambas manos a sus bolsillos para empezar a salir de la habitación; suponía que Hermione necesitaba hablar con sus padres a solas.

—Oye—la suave voz de Jean hizo que se detuviera y volviera a ellos sin entender—. Gracias.

Black sonrió encogiéndose de hombros y tomo la mano de la mujer que se la entendía. Jean la jalo y la unió a a ellos, dónde fue abrazada por Hermione y por sus padres. Una lágrima traicionera resbaló por su mejilla, sonrió para abrazar a su novia y, ser rodeada de brazos cálidos.

Le hubiera encantado haber sentido aquella pequeña y rara sensación antes con su familia... Solo la había sentido con sus hermanos cuando eran pequeños.

Se sentía extraño, pero lindo volver a sentirla.


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¡Reviví! Y me volveré a desaparecer... Creo.

Casi dos meses de no publicar un capítulo, dos meses sin mi amada Rassy ¡Diosss mioo! Que estrés. Pido perdón 😞✋

Pero todo este tiempo he estado haciendo muchas cosas y han pasado muchas cosas en mi patética vida que, no he tenido cabeza para poder escribir.

En resumen, la escuela me esta matando y más ahora que me cambié de carrera. Tambien esta mi ruptura y pues ajá... Ando soltera por si desean, ya saben xd

Bueno, en fin, espero que les haya gustado el cap. Lo hice largo por, remediar un poco todo este tiempo :)

¡oh, si! Casi lo olvido. Cree una cuenta de tiktok recientemente por si quieren irme a seguir xd publicaré cosas de mis historias y cosas así. Es por joda más que todo :)

(Aparezco como @gp_garcia934. El link está en mi info de esta cuenta)

Ahora si. Los quiero mucho y gracias por tenerme paciencia al publicar, son los mejores 💚✨

Si les gustó, voten!!

Tomen cerveza de mantequilla y cuidense 🍺🤙🏻

Capitulos finales...

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