Vida de Papá

By SingtuanKrist

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Arthit está decidido a tener una vida respetable. Estudió una carrera y ahora está buscando empleo para demos... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Epílogo

Capítulo 29

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By SingtuanKrist

ARTHIT

Arthit no huyó. No podía. No era porque Kongpob lo hubiera localizado, sino porque su corazón se lo prohibió. No habría más secretos, no más medias verdades y mentiras por omisión. No habría más preocupaciones, no más preguntas de si no era lo suficientemente bueno, o si Kongpob estaba interesado en él por las razones equivocadas.

Todo lo que habría sería amor.

—Siento lo que hice, —murmuró Arthit. Cerró los ojos, saboreando la sensación de la palma de Kongpob contra su mejilla. —Siento haberte hecho pasar por esto, habernos hecho pasar por esto.

—No tienes que pedir perdón. Vienes de un lugar diferente en la vida, y sé que si quiero hacer que esto funcione, tengo que respetarlo. —El pulgar de Kongpob trazó pequeños círculos en la mejilla de Arthit. — Tenemos obstáculos que superar que la mayoría de parejas no tiene, pero estoy listo para encararlos si tú lo estás.

—Lo estoy. —Arthit hizo una pausa. El impacto de la declaración de Kongpob todavía sacudía sus huesos y palpitaba en su corazón. —Te amo, Kongpob. Quiero que luchemos el uno por el otro.

Kongpob se inclinó hacia delante. Arthit sintió el movimiento del sofá y luego el toque suave de los labios de Kongpob en su frente. Entre ellos, Dae se arrullaba y se retorcía.

—Entonces ambos sabemos lo que queremos. —Kongpob dijo las palabras contra la frente de Arthit. —¿Vendrás a casa conmigo, Arthit ? No quiero que este sea el final.

Las lágrimas contra las que Arthit había luchado con tanta valentía brotaron, pero no las derramó. En cambio, movió a Dae para poder sostenerlo con un brazo, luego envolvió el otro ligeramente sobre los hombros de Kongpob. La proximidad derritió el hielo en su corazón, y los gestos que hizo Kongpob prometían que Kongpob no estaba mintiendo.

Un hombre que no lo quisiera no vendría a buscarlo. No haría la declaración que Kongpob hizo.

Lo que Kongpob sentía por él era verdadero, y lo que Arthit sentía por el a su vez ardía más fuerte que nunca.

—Vamos a casa, —susurró Arthit. —Estoy listo. No hay ningún otro lugar en el que prefiera estar se despidieron silenciosamente de Bright, quien le dio una mirada de despedida a Arthit que reclamaba hablar más tarde sobre lo que acababa de suceder. Kongpob abrió el camino escaleras abajo y mantuvo la puerta principal abierta para Arthit e Dae . Fuera, Arthit ató a Dae a su sillita y se aseguró de que el asiento estuviera firmemente encajado en su posición.

Tomó su lugar en el asiento del pasajero y sonrió a Kongpob sentado a su lado.

La pasión ardía entre ellos, caliente, pero bajo control por las responsabilidades de la paternidad. Con Dae en la parte de atrás, arrullando e interactuando con ellos, el único enfoque de Arthit no estaba en Kongpob. Eran un trío y siempre lo serían.

Mientras Kongpob conducía, Arthit miró por encima del respaldo de su asiento para hacer contacto visual con Dae . Dae no tenía mucha capacidad de atención, pero le encantaba que lo observaran y se rio cuando Arthit captó su atención. Era un sonido que Arthit nunca olvidaría.

Media hora después, llegaron a la casa Suthiluck. Arthit se echó al hombro la bolsa de pañales por costumbre mientras Kongpob desenganchaba sillita del coche de donde estaba anclada. Llevó a Dae a la casa mientras Arthit lo seguía. No era el tipo de regreso a casa apremiante que Arthit asociaba con la reconciliación, pero era lo correcto para ellos y su pequeña familia.

—Voy a llevarlo a su cuna. ¿Crees que puedes encontrarte conmigo arriba? —Preguntó Kongpob.

—Por supuesto. —Arthit no lo haría de otra manera. Siguió a Kongpob arriba y se separó de él en el rellano. Mientras Kongpob entraba en el cuarto infantil para dejar a Dae , Arthit entró en el dormitorio de Kongpob y se sentó a un lado de la cama. Se quitó los zapatos uno por uno, luego los calcetines y aireó los dedos de los pies. Tenía los brazos cruzados y las manos en la parte inferior de la camiseta, listo para quitársela y ponerse otra cosa, cuando Kongpob entró en la habitación.

—No dejes que mi presencia te detenga. —Kongpob cerró la puerta.

Cruzó la habitación y se paró enfrente de Arthit. —Ya sea que lo hicieras tú o yo, iba a salir de todas formas.

Arthit sonrió con ganas. Estiró su torso enderezando su espalda, luego movió sus caderas de lado a lado mientras lentamente levantaba la camiseta por su pecho la sacaba por encima de su cabeza. Sabía la mejor forma de actuar para amplificar su belleza natural y, por la forma en que Kongpob contuvo el aliento, había presionado todos los puntos correctos.

Arthit lanzó la camiseta al suelo, luego levantó la barbilla y miró a Kongpob por debajo de sus pestañas.

—¿Ibas a desnudarme?

—Después de lo que acabas de hacer, creo que prefiero que te desnudes tú mismo.

La sonrisa de Arthit creció. Se levantó de la cama, canalizando la confianza que Kongpob le había infundido para alejar el dolor persistente en su alma. Cuando estuvo sobre sus pies, tomó ambas manos de Kongpob y lo guió hacia la cama. Cuando Kongpob estuvo sentado. Arthit comenzó.

No sabía lo que estaba haciendo, no en realidad. Sabía sobre sus lados buenos y cómo acentuarlos, pero nunca había hecho un striptease antes. Este nuevo e inexplorado territorio era extraño para él, pero excitante. Saber que Kongpob lo amaba le daba la confianza que necesitaba para seguir adelante.

Sus manos soltaron las de Kongpob. Dio un pequeño paso atrás, luego levantó los brazos por encima de la cabeza y los cruzó por las muñecas, estirándose para el placer visual de Kongpob. Arthit siempre había sido delgado y pálido, y cuando era más joven odiaba lo diferente que esto le hacía de los demás chicos de su edad. Ahora, abrazaba sus diferencias.

Una mano se deslizó por el brazo opuesto, sus dedos rozaron la delicada piel allí hasta que llegó a la parte superior de la cabeza. Sus dedos peinaron su cabello, y Arthit inclinó su barbilla hacia arriba en una muestra de éxtasis por su propio toque. Su otro brazo bajó, siguiendo al primero, y mientras la primera mano se deslizaba hacia abajo para acariciar la línea de su mandíbula y acariciar su cuello, la otra permanecía en su pelo.

En su visión mental, se imaginó a sí mismo. Largo, delgado y acariciando su propio cuerpo, tenía que ser un espectáculo. El pelo brillando con la luz de la mañana, los dedos rozando su clavícula, luego rozando su pezón...

Arthit se estremeció. Separó sus labios con genuino placer.

Kongpob le daba una confianza que jamás había tenido. Era increíble lo que un poco de amor podía hacer.

Sus dedos se pasearon más abajo. Mientras una mano se enrollaba en su cabello un instante y lo acariciaba al siguiente, la otra exploraba la apretada longitud de su pecho y la parte blanda de su estómago. No fue hasta que esos dedos se encontraron con el botón de la bragueta de Arthit que bajó la cabeza y dejó que sus ojos se cruzaran con los de Kongpob.

Kongpob estaba cautivado.

La mirada en sus ojos, brillante y completamente excitada, era algo que Arthit nunca había visto antes. Sus pupilas estaban dilatadas por la lujuria y sus labios estaban entreabiertos en silenciosa admiración. Animado por cómo lo miraba Kongpob, Arthit abrió el botón de la bragueta y luego bajó lentamente la cremallera. Se asomaron los sencillos calzoncillos bóxer azul marino que llevaba, tensionados por la rigidez de su semierección.

Movió sus caderas y sus jeans se deslizaron.

—Santo cielo, —Kongpob profirió. Era sin aliento y pecaminoso de todas las maneras correctas, y el corazón de Arthit se llenó junto con su confianza. —Yo... Dios, te ves tan maravilloso.

Arthit bajó la otra mano y con ambas empujó sus jeans por debajo de sus muslos. Cayeron, amontonándose en sus pies, pero no les dio una segunda mirada. Llevando nada más que sus calzoncillos, caminó hacia Kongpob, luego plantó una rodilla en la cama junto al muslo de Kongpob y desabrochó el primer botón de su camisa.

Luego el siguiente.

Kongpob lo miró a los ojos y Arthit le devolvió la mirada. Sus dedos trabajaron por el tacto, separando cada botón que encontraban por el camino hasta que la camisa de Kongpob estuvo abierta. Cuando estuvo completamente desabrochada, Arthit la bajó por los hombros de Kongpob y luego la lanzó al suelo. Con una sola mano plantada en el pecho de Kongpob, lo empujó contra la cama.

—Te deseo, —Arthit pronunció. Las palabras fueron suaves, pero estaba seguro de que Kongpob había oído cada sílaba. —¿Tú me deseas también?

—Sí. —No hubo pausa para reflexionar. Kongpob habló con sinceridad. — Dios, sí.

Arthit se subió a la cama, a horcajadas sobre la cintura de Kongpob. Sus manos encontraron la bragueta de sus pantalones. La abrió, luego dejó que su mano se frotara contra la erección de Kongpob. Kongpob estaba duro por él y saberlo hizo que Arthit le quisiera aún más.

Arthit se inclinó sobre él. Capturó los labios de Kongpob en un beso tan abrasador que le sorprendió incluso a él mismo. Cuando se rompió, a Kongpob lo dejó jadeando y a Arthit lo dejó con una necesidad que solo podía ser llenada con el cuerpo de Kongpob.

Enderezó la espalda y guió sus manos bajo el elástico de sus calzoncillos, luego los bajó para exponer la cabeza brillante de su polla y el eje bajo ella.

Kongpob gimió.

—Joder, Arthit...

Arthit lo miró, levantándose para ayudar a que sus calzoncillos cayeran por sus muslos. Una pierna a la vez, los condujo fuera hasta que estuvo desnudo.

—Hice lo que pediste, —Arthit susurró, poniendo en cada palabra una nota de humor. —Ahora es tu turno de hacer lo que pida. Quiero que termines de desnudarte, y luego quiero que me muestres cuánto me deseas.

Se bajó de Kongpob y se arrastró lentamente sobre la cama, apoyándose en su pecho de forma que su cabeza descansara entre las almohadas. Arthit dobló los brazos y meneó sus caderas de nuevo, consciente de que Kongpob le estaba mirando el culo.

La cama se movió cuando Kongpob se movió rápidamente para hacer lo que le habían indicado. Arthit sonrió mientras escuchaba, pero no se permitió mirar. Dejó que los demás sentidos lo guiaran.

Oyó a los pantalones y los calzoncillos de Kongpob golpear el suelo tan bien como escuchó la rápida inspiración de aire de Kongpob. Sintió la cama moverse de nuevo cuando Kongpob volvió a subir en ella, desnudo, para meter una pierna entre sus muslos. Aspiró el aroma del perfume de Kongpob cuando Kongpob se inclinó a salpicar besos en la parte posterior de su cabeza.

Todo era maravilloso, mejor de lo que Arthit habría podido imaginar. Cuando vino a la casa Suthiluck, pensó que la vida le estaba dando un empleo estable, pero temporal. Lo que encontró en su lugar era un hogar, una familia y alguien a quien amar.

Kongpob era amable, paciente y cariñoso. Provenían de mundos diferentes y estaban en distintos momentos de su vida, pero eran pequeños obstáculos que superar, y con Kongpob para ayudarlo, Arthit estaba seguro de que podrían superarlos juntos.

—Te amo, —Kongpob susurró contra su cabeza. Arthit apenas oyó el cajón de la mesilla abrirse y el clic del tapón del lubricante.

—Yo también estoy feliz, —dijo Arthit. Y lo estaba.

Encontró donde pertenecía. Nunca se desviaría de nuevo

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