ARTHIT
Con la mano temblorosa, Arthit tocó el timbre exterior del edificio de departamentos de Bright. Sabía que estaba siendo un cobarde, pero no podía enfrentarse a más rechazos. Perder a Kongpob dolía, y el hecho de que Kongpob mintiera para tratar de suavizar el golpe solo empeoraba las cosas.
¿Viviría sin amor por el resto de su vida debido a las decisiones que había tomado en el pasado? ¿Porque había visto una oportunidad de ganar dinero y había saltado por ella? Arthit volvió a tocar el timbre y cerró los ojos con fuerza. Cuando la puerta zumbó, la abrió y voló por las escaleras.
Necesitaba hablar con Bright. Él podría ayudarlo a atravesar esto. Bright se encontró con él a medio camino.
—¿Arthit ? —Bright preguntó. Frunció el ceño. —¿Qué demonios está haciendo tocando el portero automático una y otra vez? Ya iba. Todo lo que tienes que hacer es tener paciencia.
—No, no puedo. Yo... —Arthit se agarró a la barandilla. Se sentía mareado. — Tenía que irme. Tenía que salir. Necesito algún sitio donde quedarme hasta que pueda calmarme.
—Espera, espera. Cálmate. —Bright puso una mano en el hombro de Arthit. Dio un paso por delante de Arthit. —Estás abochornado ahora, pero no pasa nada. ¿Por qué no entramos y hablamos? No es el fin del mundo. Me dirás qué ha pasado y nos reorganizaremos y partiremos de ahí.
Arthit asintió. El mundo daba vueltas. Sabía que se estaba tomando muy en serio la noticia, pero su corazón tenía mente propia y no estaba inclinado a escuchar pensamientos racionales. Amaba a Kongpob.
—Estás blanco como una sábana. Vamos. Vamos a llevarte dentro. — Bright dio un apretón al hombro de Arthit, luego comenzó a subir las escaleras. —¿Quieres cerveza u otra cosa? Tengo té relajante, si quieres. Eso podría ayudar.
—Té suena genial. —Cualquier cosa que le ayudara a lidiar con el casi ataque de pánico que estaba teniendo sería bienvenido. Siguió a Bright por las escaleras. —Lo siento. Lamento mucho estar tan fuera de control. Desde que lo conocí, he estado... es como si un tornado me atravesara y arrancara todas mis emociones...
—Ajá. —Bright llegó al rellano. Metió la llave en la puerta de su departamento y dejó a Arthit entrar. —Suena a primero de mecánica del amor. Lo bueno es que has venido al refugio del tornado. Voy a pedir pizza y hacerte un té, y cuando tengas algo caliente en tu estómago, todo va a parecer mejor.
—Son las nueve de la mañana. —Los labios de Arthit se movieron ligeramente hacia arriba a pesar de sus inestables emociones. —¿Dónde vas a encontrar pizza a las nueve de la mañana?
—Tengo mis fuentes. —Bright meneó una ceja. —Nunca retes a un hombre que no cocina a encontrar opciones de comida a domicilio. Perderás. Tengo una red de conexiones por toda la ciudad, cada una más secreta y retorcida que la anterior.
—Matarme con comida envenenada no va a hacer que el problema desaparezca.
—No. —Bright se frotó la barbilla pensativamente. —Pero podría poner las cosas en perspectiva para ti. Ahora. Tienes que relajarte en el sofá mientras yo me establezco en la cocina y hago algunas llamadas.Trata de no darle vueltas en lo que estás sintiendo, ¿ok? O solo vas a alimentar la tormenta.
Alimentar la tormenta era una mala idea Arthit se dejó caer en el sofá y decidió escuchar cómo Bright hacía sus cosas en la cocina. Lo escuchó hacer una llamada —parecía que lo de la pizza iba a pasar— luego abrió el agua para llenar la tetera. Hubo un tintineo de metal cuando la tetera chocó contra el quemador, luego el sonido de la nevera abriéndose.
Rápidamente, Arthit oyó el silbido de la válvula.
—Pues bien. —Bright apareció en la puerta de la cocina. Se apoyó contra el marco. —La pizza llegará en cuarenta minutos. Estamos hablando de algo de primera categoría. Moví algunos hilos y me cobré algunos favores con uno de mis más selectos contactos para arreglarlo, así que va a ser de calidad.
—Sinceramente eres una de las personas más bizarras que he conocido en mi vida. —Arthit rio entre dientes, pero su diversión fue solo momentánea. Sin nada en lo que ocupar su mente, sus problemas con Kongpob tomaron el centro del escenario. —Gracias, sin embargo. Aprecio realmente el hecho de que estés tratando de ayudarme.
—Como dije antes, es lo que hacen los mejores amigos. —Bright echó un vistazo sobre su hombro. —La tetera estará lista en un segundo. ¿Lo quieres dulce?
-Sí.
—Bien. Puedo no ser capaz de cocinar, pero hago un té que está de muerte y te va a encantar. Cuando vuelva, vamos a hablar de cuáles son los mejores pasos para el futuro.
—Gracias.
—Mmm. —Bright volvió a la cocina. Arthit oyó un armario abrirse y el tintineo de porcelana al tocar la encimera.
Mientras Bright hacía sus cosas, Arthit entrelazó los dedos y languideció en el sofá. Los problemas siempre eran mayores cuando eran más recientes, pero sabía que en unos meses miraría hacia atrás y se reiría. No había ningún obstáculo en su vida que no pudiera superarse con determinación y tiempo suficiente, incluso si la solución a ese problema no era una que Arthit quisiera considerar.
—Muy bien. —Bright volvió. Dejó una taza en la mesa de café enfrente de Arthit. —Entonces el tema con el té relajante es que te lo bebas antes de que esté demasiado frío. No te quemes la boca, obviamente, pero no dejes que pase de templado tampoco. Querrás beber este chico malo mientras todavía conserve el calor.
Arthit observó la taza. El té era del mismo color marrón oscuro con el que estaba familiarizado. ¿Qué tenía de extraordinario?
—Puedo ver lo que estás pensando. —Bright se sentó al lado de Arthit en el sofá. —Estás pensando, ¿en qué demonios me he metido? Esa no es una mala pregunta. Si estuviera en tus zapatos, me preguntaría lo mismo. ¿Quién seguiría siendo amigo de alguien como yo por, cuánto, ocho años? Sabes lo rarito que era en el instituto, y aquí estás sentado, a punto de beberte mi té misterioso.
—Cuanto más te escucho hablar de ello, menos quiero beberlo. — Arthit hizo una mueca. —Me estás acojonando.
Bright puso los ojos en blanco.
—Es té, Arthit . No soy ningún tipo cualquiera comprándote una bebida en un club. Estás a salvo.
—Sigue sin ayudar. —Arthit agarró la taza por el asa y puso una mano en la porcelana. Se sentía demasiado caliente para beber, así que sopló por arriba.
—¿Quieres hablar ahora de lo que ha pasado?
Arthit dejó que su mirada volviera al té. Realmente no quería hablar, pero sabía que tenía que hacerlo. Bright podría guiarlo a través de sus emociones verlo desde otro punto de vista.
—Volví a hablar con él como me dijiste, pero antes de que pudiera decidir nada, me dijo que me dejaba ir. —La forma en que esas palabras machacaron su espíritu hundió a Arthit en la miseria. Recordarlo era doloroso. —Seguía diciendo que no podía permitirse el lujo de mantenerme, pero era como si estuviera tratando de fingir que lo de mi pasado no existía. Ni siquiera lo mencionó hasta que yo se lo dije, y... y se sintió realmente poco sincero, como si estuviera fingiendo que no estaba ofendido cuando en realidad lo estaba.
Bright se rascó la mandíbula.
—¿Eso es todo?
—¿Qué quieres decir con 'eso es todo'? —Arthit cuadró los hombros defensivamente. —Es un gran problema. Imagina que tienes novio-
—Ouch.
—E imagina que descubres que tu novio solía ser un sugar baby. Si te le ocultara y te enteraras por tu ex jefe, que usaba sus servicios, ¿no te enfadarías?
—¿Por lo de ocultármelo? Tal vez, no te voy a mentir —Bright se encogio de hombros. —Pero, ¿por lo de sugar baby? Estás haciendo una montaña de un grano de arena, Arthit . Sé que no es algo convención y que está mal visto, pero no es como si hicieras trabajo sexual. No realmente. No te quitaste los pantalones por nadie. Y si hubieras dicho eso a Kongpob, tal vez no estarías aquí ahora mismo. Estoy bastante seguro por el estado de pánico en el que estabas cuando llegaste que saliste corriendo, ¿verdad?
Arthit no quería admitirlo. No respondió, pero el que calla, otorga. Bright suspiró.
—No puedes arreglar nada si no hablas. Sé que todavía no has tenido una relación de adultos, pero... pero así es como es. Es una curva de aprendizaje, y no es bonito, pero la vida no es un camino de rosas. Una relación es una cosa increíble y mágica, pero lleva trabajo mantenerla. Es como si compraras la casa de tus sueños, si no la mantienes, se irá a la mierda.
La última vez que Arthit tuvo un novio fue en el instituto, y se separaron en el verano anterior a la universidad. Asintió y se calló, avergonzado de sí mismo.
Con Kongpob, sus emociones subieron demasiado alto para volver a caer. La disciplina y la moderación eran demasiado difíciles de conseguir. Arthit necesitaba trabajar en ambas.
—Escucha... —Bright cambió el peso de un muslo a otro como si se estuviera acomodando. Cuando volvió a hablar, sus palabras no estaban en armonía con su tono reticente. —Si quieres, iré contigo a hablar con Kongpob la próxima vez. Esperaré en el coche, y si sales corriendo, te arrastraré de vuelta allí. No me da vergüenza ninguna.
—No. Es... está bien. —Arthit no quería eso. Sus asuntos con Kongpob eran suyos y tenía que resolverlos. Huir era una tentación y, a veces, se sentía necesario, pero sabía que no podía seguir haciéndolo siempre. — Voy a beberme tu té sospechoso y a comerme tu dudosa pizza, luego voy a ir a verlo y aclarar las cosas de una vez por todas. Incluso si rompe conmigo...
Arthit no pudo obligarse a terminar la frase. Dolía demasiado.
Em frotó su hombro.
—No pasa nada. ¿Esta mierda de amor? No es fácil, pero vas a salir adelante. Las nubes se abrirán y el sol brillará pase lo que pase. Te lo prometo.
—Gracias.
Un sonido electrónico interrumpió su conversación. Fue tan sorprendente que a Arthit se le cortó la respiración en ese momento.
Ya no absorto en la conversación y los problemas que tenían entre manos, pudo salir de su confusión interior y ver la situación tal como era. Si fuera fiel a sí mismo y a sus emociones, ni siquiera el rechazo sería tan malo. Al menos, tenía que intentarlo. Se lo debía a sí mismo y se lo debía a Kongpob.
—Es mi teléfono. —Arthit lo sacó del bolsillo y miró la pantalla.
Esperaba ver a Kongpob en el identificador de llamadas, pero era un número desconocido. —Creo que tengo que tomarla.
—¿Es Kongpob?
—No. No sé quién es. Déjame contestar y te lo diré. —Arthit aceptó la llamada y se puso el teléfono en el oído —¿Hola?
—Hola, ¿estoy hablando con el señor Rojnapat?
—Sí. ¿Con quién estoy hablando? —Arthit cruzó la mirada con Bright, que lo estudiaba con curiosidad.
—Soy Kim Taeyeon de Recursos Humanos de Binnexa. Recibí su solicitud para un puesto de contable con nuestra compañía y me gustaría programar una entrevista.
Los ojos de Arthit se abrieron como platos.
—¿Quién es? —Bright murmuró.
Arthit sacudió la cabeza. No iba a quedar en ridículo cuando estaba en línea con un trabajo potencial.
—Eso sería fantástico. ¿Cuándo tiene disponibilidad?
Taeyeon recitó una lista de horarios y Arthit eligió uno al azar. No le importaba cuando fuera a la entrevista, sin su trabajo de niñero de Dae , tenía todo el tiempo del mundo.
Cuando tuvo toda la información necesaria y la llamada terminó, Arthit se pasó una mano por el pelo y se dirigió a Bright de nuevo.
—Era la compañía que Kongpob me facilitó. Quieren entrevistarme para un puesto de contable.
—¿El destino? —Bright sonrió. —Así que, ahora que te sientes un poco más seguro con ese as en la manga, ¿hablarás con Kongpob? ¿Porfaaa?
—Después de la pizza. —Arthit le devolvió la sonrisa, incluso a pesar de que todavía estaba desconcertado.
El universo le estaba dando el empujón que necesitaba para ser valiente, para dar un paso adelante y abrazar la edad adulta. Pasara lo que pasara en los días venideros, él estaría bien. Estaba dispuesto a tomar el toro por los astas y demostrarse a sí mismo que podía hacerlo.
Perseguiría la felicidad, no se entretendría en la desesperación