Todo pero Nada

By CristinaDreams

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Esta es la historia de Julia y Aitor. dos jóvenes independientes, con ganas de comerse la vida y el deseo de... More

Capitulo 2: Una cita con morado incluido.
Capitulo 3 : El beso
Capítulo 4 : Sonia
Capítulo 5 : La Cena
Capítulo 6 : La Prima
Capítulo 7 : Cuando nada es como antes...
Capítulo 8 : Soy malísima para estas cosas...
Capítulo 9 : Tío
Capítulo 10 : El Cuatro pasos...
Capítulo 11 : Se acabaron los dramas, ¿o no?
Capítulo 12 : Noche de chicas...
Capítulo 13 : Los héroes no existen...
Capítulo 14 : Contigo todo tiene otro sentido...
Capítulo 15 : La mezcla perfecta entre mujer y perezoso.
Capítulo 16 : La contraseña
Capítulo 17 : Se pilla primero a un mentiroso que a un cojo...
Capítulo 18 : Solo quiero decirle lo siento.
Capítulo 19 : Punto y a parte o seguido. .
Capítulo 20 : Mara
Capítulo 21 : La Isla Bonita
Capítulo 22 : Un regalo del destino
Capitulo 23 : La decisión
Reparto principal de personajes
Capítulo 24 : El lenguaje femenino...
Capítulo 25 : Un cambio de planes y una sandalia voladora...
Capítulo 26 : Todo pero nada
Capítulo 27 : La caja de Pandora
Capitulo 28 : El destino.
Capitulo 29 : Solo se va el que no quiere estar.
Capitulo 30 : No eres ella
Capitulo 31: Todo acto tiene consecuencias...

Capitulo 1 : Los Lunes ...

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By CristinaDreams

Odio los lunes, pero este lunes lo odio más aún, además de ser el peor día de la semana Carlos hoy no esta a mi lado al despertarme, creo que tengo que empezar a acostumbrarme.

Que tonterías digo, claro que tengo que acostumbrarme, a ese imbécil lo eche anoche de mi casa sin dejarle que me diera ninguna explicación.

No las necesito después de lo que vi en casa de Elena, ¿qué esperaba, que le recibiera en casa con los brazos abiertos y le dijera, muy bien cariño, no pasa nada, te he pillado en la cama con mi mejor amiga, pero tranquilo todo esta bien?. No, supongo que no esperaba que le dijera eso aunque es tan, tan, tan... EGOCENTRICO y me saca tanto de quicio, que me podía esperar cualquier cosa de él, pero eso, eso nunca ni en mis peores pesadillas.

Bueno ya está bien Julia de lamentarse, hoy es un fantástico lunes de mayo, hace sol y has quedado con Lucía para comer después del trabajo, ¿qué plan mejor se me puede ocurrir para empezar la semana con buen pie?.

Lucía es la novia de mi hermano mayor Santi. Pero además de mi "cuñada" es como mi hermana, en realidad me llevo mucho mejor con ella que con Santi, y es que él es igual que mi madre, tan controlador y organizado. Todo en su vida tiene que estar previamente analizado, con sus pros y sus contras.
Si soy sincera no sé como Lucía puede llevarse tan bien y entenderle como le entiende, en fin, si lo sé, esta enamorada hasta las trancas.

Entre una cosa y otra son las ocho y cinco de la mañana cuando salgo de casa, y entro al trabajo a las ocho y media. Normalmente suelo ir caminando, sobre todo en esta época del año, además aquí en Oviedo todo esta cerca relativamente y me encanta disfrutar de mi ciudad por la mañana , con las madres corriendo para que los niños no lleguen tarde al cole, algunos abueletes que madrugan para bajar al quiosco a comprar el periódico y se ponen a leer las necrológicas justo en el banco de enfrente del quiosco.

Nunca entendí esa afición, además podrían esperar a llegar a casa, desgraciadamente los que salen en esa sección del periódico no se van a molestar porque te enteres antes o después.

Pero a lo que iba, que hoy he tenido que coger el autobús urbano para poder llegar a tiempo a la clínica.
Trabajo como administrativa en una clínica de cirugía estética, no es el trabajo de mis sueños, pero no me quejo, lo conseguí al poco de acabar mi carrera de Administración y Gestión de empresas y viendo como están las cosas en el ámbito laboral espero conservarlo.

Llego a la clínica la primera y la verdad que me extraña porque Jorge, mi jefe, siempre suele venir muy temprano. Le gusta tenerlo todo a punto para la hora de abrir al público.
Como sé que procura ordenarlo todo antes de empezar a recibir pacientes me dispongo a repetir su rutina diaria, le saco los expedientes de esa mañana, enciendo los ordenadores y preparo una cafetera con rico café irlandés.
Siempre pienso en lo caro que debe ser el bendito café, pero que diablos, Jorge gana lo suficiente como para vivir solo a base de café irlandés, además esta riquísimo.

Son casi las nueve y nadie da señales de vida asi que llamo a casa de Jorge para saber a que se debe este inusual retraso. Me coge el telefono Alicia, su mujer, y hay algo en su voz que me da a entender que hoy no es un día cualquiera que algo ha pasado, y no tiene pinta de ser nada bueno.
- Alicia, ¿estás bien?, es que Jorge no ha llegado aún y me he preocupado, siempre es tan puntual, y Rosa tampoco ha llegado.
- Julia, cariño- la voz se le entrecorta y creo que esta llorando- Jorge, Jorge... tuvo un accidente con el coche ayer cuando venía de la clínica, y... y... ya no está Julia, ya no está, lo he perdido y no se que hacer.

Todo se me paraliza en el cuerpo no soy capaz a articular palabra, no me puedo creer que mi jefe, con el que ayer cerré la clínica y que estaba tan lleno de vida y tan ilusionado contándome que en dos meses iba a ser abuelo por primera vez, haya muerto en un accidente de tráfico.

Después de unos segundos de silencio hago un esfuerzo para contestarle a Alicia, que sigue al teléfono llorando desconsoladamente.
- Alicia, no se que decirte, no me lo puedo creer, lo siento mucho, sabes que para mi Jorge además de un jefe era como un padre, y todavía no puedo creer que esto haya pasado.
- Lo se cariño, y perdona por no haberte avisado antes, pero es que todo fue tan confuso, y nos ha pillado tan de golpe.
- Por Dios, no pasa nada, eso no es importante ahora. Alicia lo siento mucho, esta tarde me paso a veros, y se fuerte, sabes que para lo que quieras aquí estoy.
- Lo sé Julia, gracias pequeña.
Cuando cuelgo el teléfono tengo que sentarme porque siento que si no lo hago me voy a caer desplomada en el suelo de la impresión.

Pasan unos segundos, o minutos no sabría decir con exactitud, cuando mi mente reacciona y empiezo a ser consciente de la situación.
Me seco las lágrimas, empiezo a recoger los informes y apago la cafetera.

Me siento al ordenador y diseño un cartel que pone CERRADO POR DEFUNCIÓN. Escribir esa palabra hace que las lágrimas vuelvan a mis ojos, y lloro.

Antes de salir de la clínica pego el cartel en la puerta, compruebo que todas las luces estén apagadas y cierro.
Tengo que llamar a Lucía, necesito contárselo a alguien, además he quedado con ella para comer y no creo que pueda, se me ha cerrado el estomago.

Luci me coge el teléfono a la primera, no me extraña esta siempre colgada de esa maquinita.
Le cuento lo de mi jefe, y ella también se queda sin palabras.
- Julia, mi niña, yo se que le apreciabas un montón, por eso no quiero que vayas sola a dar el pésame, yo te acompaño. Dejame que hable con Vero y en dos segundos paso a por ti, Esperame en la cafetería de siempre ¿vale?
- Vale, pero de verdad Luci, que estas trabajando, no hace falta.
- ¿Como que no hace falta?, Julia no me hagas enfadar, haz lo que te digo, en un cuarto de hora te veo.- Me hace mucha gracia cuando se pone en plan mandona, no le pega la verdad, pero la quiero igual.

Me da rabia que le deje todo el trabajo a Vero, su socia, pero la verdad que necesito hablar con ella, por eso dejo de pensar y me dirijo hacia nuestra cafetería.

No es muy grande, pero esta decorada de una manera moderna y minimalista además según mi cuñada hacen los mejores capuchinos de toda Asturias. Justo cuando viene la camarera a tomarme nota veo por la cristalera a Lucía aparcando su Fiat 500 en la calle de enfrente, así que pido un café con leche para mi y un capuchino para ella.
- Julia cariño, ¿cómo estas?
- Bien, ahora mejor, la verdad que la noticia me ha pillado por sorpresa, como a todo el mundo.
- Si, es que lo de los accidentes es horrible, no te lo esperas, hoy estas bien y mañana... Bueno, ya está, vamos a cambiar de tema, he venido aquí para animarte no para ponerte peor. ¿Ya has hablado con tu madre?
- No, ya sabes que mi madre nunca se ha interesado por mi trabajo, no creo que le importe mucho que mi jefe se haya muerto.
- No digas eso nena, es que cuando te da por ponerte bruta eh.. te pueden dar un premio cariño. No me refería a lo de tu jefe, si no mas bien a lo de Carlos. La semana que viene es su cumpleaños y ya sabes que es la noche en la que tu madre une a toda la familia. Vamos, que si ya le has dicho que el no va a ir contigo.
- Buff ya no me acordaba de la maldita cena, sabes que siempre he odiado esas reuniones familiares que tanto le gustan a mi madre. Pues no Luci, no he hablado con ella desde la semana pasada. Pero claro, la semana pasada creía que tenía un novio que se moría por mis huesos y que en cualquier momento me iba a regalar una cajita con un impresionante diamante para pedirme matrimonio. Y ni cajita, ni diamante, ni matrimonio, ya ves, mucho mejor que eso, me regala la escena que cualquier chica enamorada quiere ver, su novio con su mejor amiga haciendo la postura del perrito.

Las dos no ponemos a reír como locas después del horrible día que estoy teniendo me sienta bien quitarle un poco de dramatismo a las cosas.

Después de una hora de risas y un delicioso café Lucía se despide y se va, no quiere dejarle todo el trabajo a Vero en la peluquería, y yo vuelvo a casa dispuesta a descansar un rato antes de comer algo.

Esta tarde he quedado con Lucía para ir al tanatorio, pero prefiero no pensarlo, nunca me han gustado esos momentos y menos cuando la persona fallecida es alguien a quien apreciabas.

Me he pasado casi dos horas haciendo zaping en la tele, no había nada que consiguiera distraerme.
Luego me he preparado una ensalada de pasta, no tenia mucha hambre así que todavía me ha sobrado parte. Y ahora me encuentro completamente perdida delante de el armario. No se que ponerme para el velatorio.
Riguroso negro me parece excesivo, además se reserva más para los familiares. El problema es que toda mi ropa es muy colorida. Siempre me han gustado los colores vivos, hacen que me sienta mejor, más animada.

Finalmente me decanto por unos vaqueros y una camiseta básica negra. Si así estoy bien. Cojo mi bolso y salgo de casa, he quedado con Lucía en su piso así aprovecho y saludo a mi hermano, que hace más de una semana que no nos vemos.

Cuando llego mi hermano me saluda con su "hola enana" que tanto me molesta, lo hacía de pequeño y creo que lo sigue haciendo porque sabe que no me gusta.
- Yo también te quiero Santi, anda dile a Lucía que ya he llegado.
- Vale, vale ya veo lo que quieres a tu hermanito.
Se va hacia su habitación y a los dos minutos salen los dos juntos, Lucía con una toalla en el pelo.
- Luci, no me lo puedo creer, ¿todavía esta así? Me lo hubieras dicho y hubiéramos quedado más tarde.
- Hay Julia por dios, no te extreses, en cinco minutos estoy lista.

Me quedo a solas en el salón con mi hermano, y justo cuando me disponía a preguntarle por su trabajo, es informático y trabaja para una empresa de telecomunicaciones, me sorprende con un tema del cual no me apetece hablar en absoluto.
- Por cierto enana, esta mañana he hablado con Carlos por whatsapp y me ha dicho que habéis discutido. ¿Estáis bien o ha pasado algo?
- Buff, ¿No te ha contado nada Lucía?
- No, ¿debería?
- Santi, Carlos y yo lo hemos dejado, bueno yo lo he dejado a él. Es que me parece increíble que todavía tenga la poca decencia de decirte que simplemente hemos discutido, esta claro que nunca dejara de sorprenderme...
- Pero nena, ¿qué ha pasado?, si se os veía muy unidos, vamos yo había comentado alguna vez con Luci que cualquier día nos dabais una sorpresa y nos íbamos de boda.
- Que ¿qué ha pasado?. Es muy simple Santi. - los ojos se me llenan de lágrimas, y me regaño a mi misma, no quiero llorar por ese imbécil, y no quiero llorar delante de mi hermano- Lo que ha pasado es que tu amigo me ha sido infiel, pero no con cualquier otra tía no, con Elena, mi amiga desde que eramos unas mocosas de ocho años.
- Dios Julia no sabía nada. Y ese gilipollas qué se cree, verás cuando lo vea, no le va a quedar Oviedo para correr.
- Por favor Santi, son cosas mías y las arreglo yo a mi manera, así que mantente al margen.

En ese instante aparece Lucía en el salón ya dispuesta para irnos, se ha planchado un poco el pelo y lleva puestos unos pitillo blancos y una blusa negra.
Esta perfecta, pero es que a ella todo le queda bien, es muy estilosa.
− Ese silencio no me gusta nada, ¿no estaríais hablando de mi verdad?
− Que tonta eres claro que no, era una conversación de hermanos, ¿verdad Santi?.
Mi hermano asiente, pero veo que su expresión es seria y tensa, lo que le he contado de Carlos no se lo esperaba, es su amigo desde hace años y le ha decepcionado.

Lucía se despide de mi hermano con un beso, yo le acaricio la mejilla antes de darle otro y le susurro:
-Prométeme que no harás nada al respecto grandullón.
Me devuelve el beso y asiente.
En el ascensor Luci me hace un tercer grado como ella solo sabe hacerlo sobre lo que he estado hablando con Santi. Cuando le digo que le he contado lo de Carlos enseguida me dice que no se lo ha dicho ella porque esas cosas son personales y que creía que era yo la que debía decírselo Enseguida cambio de tema y vamos el resto del camino en coche hablando sobre la horrenda cena que mi madre estará preparando para el próximo viernes.

En menos de diez minutos estamos en el tanatorio. Lucía aparca el coche en el ultimo sitio que ve, es super complicada para aparcar, tiene un coche pequeñito pero necesita el hueco de un trailer.

La sala esta llena, Jorge era muy conocido en la ciudad, además siempre me había dicho que su familia era muy grande, tenia muchos hermanos y su mujer también así que no es de extrañar que no coja ni un alfiler en su velatorio. Cuando consigo avanzar entre tanta gente veo a Alícia con su hija Rosa en el centro del sillón, arropadas por los que supongo que sean el resto de familiares.
-Alicia, lo siento. Sabes que estoy aquí para lo que necesites.
-Julia cariño, gracias de nuevo. Ha sido horrible, nunca pensé que el final iba a ser así y tan pronto.

Las lágrimas de Alicia caen como si de una cascada se tratara, y yo comienzo a llorar también de la emoción.
- Esta es Lucía mi cuñada, ha venido a acompañarme, estos sitios me ponen bastante nerviosa y cuando es por alguien importante para mi más aún.
Alicia saluda a Lucí y le presenta a Rosa mientras que yo aprovecho para darle mis condolencias a ella también.
Rosa es la hija mayor de Jorge y Alicia, es cirujana y también trabaja en la clínica.
Sus otros dos hermanos se llaman Aitor y Susana, a estos dos yo solo los conozco de oídas, de lo mucho que Jorge me hablaba de ellos en el trabajo. Se que Aitor, su hijo mediano tiene mi misma edad.También estudió medicina pero al acabarla fue a hacer su residencia a Madrid ,donde vive ahora, al igual que su hermana Susana que también esta en la capital pero estudiando periodismo.

Alicia me coge de la mano y me lleva hacia el otro lado de la sala donde me presenta a sus otros dos hijos, a los cuales les doy mis condolencias.
Mis ojos no paran de observar a Aitor, es un chico moreno, alto, con un cuerpo de infarto, y unos ojos negros grandes y expresivos. El se da cuenta de que no dejo de mirarlo e inmediatamente me pongo roja como un tomate. Julia cálmate por dios, solo es un tío y estas en el velatorio de tu jefe, que curiosamente es su padre.
- ¿Estás bien?
Oh Dios no, me esta hablando, parezco una adolescente, las manos me sudan y me tiemblan, así que las pongo tras mi espalada. Esto es ridículo. Julia tranquilízate, contéstale cortésmente y despidete.
− Oh sí, es solo que no me gustan estos sitios, y me agobio.
− A mi tampoco me gustan, si quieres te acompaño afuera, necesitas que te de un poco el aire.
− No de verdad, no te molestes, además tu tienes que estar aquí con tu madre y tus hermanas, ellas si que te necesitan.
− Julia, mi padre siempre hablaba mucho de ti, y muy bien por cierto. Así que ésta es mi tarjeta, me gustaría que una vez todo esto haya pasado, me llames quiero hablar contigo algunos asuntos referentes a mi padre y a la clínica.
− Si claro, no te preocupes, bueno voy a buscar a mi amiga, lo siento de nuevo. Ya hablamos.

¿Ya hablamos?, desde luego Julia, ¿se puede ser más seca y desagradable?
Cojo a Lucía por el brazo y la saco casi en volandas del tanatorio. Cuando estamos en el coche, como no, mi amiga la Sherlok Homes asturiana vuelve con su interrogatorio.
− ¿Sé puede saber que te ha pasado? ¿Por qué nos hemos ido así como si fuéramos dos fugitivas?
− No digas eso, solo es que me he agobiado. Sabes que lo paso muy mal en esos sitios. Eso es todo.
− Claro, claro, y tu sabes que yo me chupo el dedo y soy Santa Lucía la inocente. Me vas a contar que te pasa así que no lo alargues más. Desembucha...

En estos momentos la odio, la odio y la odio, pero termino contandoselo.
− Ha sido por Aitor, el hijo de Jorge.
− No me lo puedo creer, ¿te gusta?, si si te gusta, mira como te pones de roja.
− Cómo puedes ser tan payasa, no no me gusta. Por Dios Lucía eres de lo que no hay.
− Si si de lo que no hay, a ti te gusta el doctorcito, aunque normal cariño, yo porque estoy con tu hermano, que no es gran cosa pero me da unos masajes...
− Luci de verdad, no necesito detalles, y no no me gusta, simplemente me ha dicho que lo llame uno de estos días pero para hablar de su padre y de la clínica.
− Ohh si claro, de su padre y de la clínica, por supuesto. Anda Julia, te ha dado su tarjeta hoy en el velatorio de su padre. Si fuera algo meramente profesional se hubiera puesto en contacto contigo por teléfono en cualquier otro momento. Pero no, te la ha dado hoy porque le has gustado.
− Ay Luci de verdad que guionista se han perdido los mexicanos para sus telenovelas. En serio, planteatelo yo que tu dejaba las melenas y me dedicaba a los culebrones.

Ha pasado una semana desde la muerte de Jorge y ya es lunes otra vez. Lo sigo odiando, sigue siendo un día horrible, pero esta vez seguro que no va a recibir el titulo de peor día de la semana, ese premio será para el viernes, seguro. Solo con saber que es el día de la famosa cena familiar con mi madre, ya tiene todas las candidaturas ganadas.

La semana pasada transcurrió un tanto rara, yo seguí yendo al trabajo, aunque solo se atendían a los pacientes de Roberto, el otro cirujano de la clínica, Los de Jorge los fui repartiendo entre la cartilla de pacientes de Rosa y Roberto. Rosa tampoco estaba, se habia cogido la semana libre para recomponerse después de lo que había pasado con su padre.

Aitor no volvió a dar señales de vida, me dijo que le llamara pero cuando hable con Rosa para tratar algunos asuntos de la clínica el miércoles pasado, fue ella la que me dijo que se pondría en contacto conmigo en cuanto tuviera un rato libre. Así que pensé que lo mejor era esperar su llamada, aunque debo confesar que me pasé toda la semana pegada al móvil, y eso es raro en mi, soy muy despreocupada con las nuevas tecnologías. Lo que más uso es el ordenador y porque es necesario para mi trabajo.

¡No puede ser!, otra vez me he dormido en los laureles y el tiempo se me ha echado encima. Son las ocho y diez de la mañana y yo en casa todavía. Corro hacia la cocina y cojo una manzana para desayunar algo mientras llego al trabajo.

Entro por la puerta de la clínica como si no hubiera mañana, y justo cuando me dispongo a recitarle a Rosa mi discurso de disculpas por llegar tarde, veo a Aitor que sale del despacho de su padre.

Me quedo muda, las palabras no quieren salir de mi boca y no puedo dejar de mirarle, le sienta tan bien la bata blanca, bueno le sienta todo tan bien.
Ya está Julia, que pareces una quinceañera, comportarte como una mujer adulta y deja de mirarlo por dios...
- Rosa, lo que te decía que siento el retraso, se me ha ido el santo al cielo en casa y no he calculado bien la hora.
- Nada, Julia tranquila, solo son cinco minutos, no pasa nada.
Rosa me mira con su sonrisa de lado de "sé que te pasa algo y tarde o temprano me lo vas a contar".

Poso el bolso en mi mesa y enciendo el ordenador. Es entonces cuando me doy cuenta de que Aitor sigue apoyado en el marco de la puerta y me observa . Evito mirarle a los ojos no quiero que se de cuenta del efecto que causa en mi, parecería una niñata y no quiero que tenga esa percepción de mi. ¿Por qué me importa tanto lo que piense?, que piense lo que quiera total lo acabo de conocer y no significa nada para mi. Eso es, es un conocido, un conocido a secas.
- Buenos días Julia, perdona por no haberte llamado estos días pero con lo de mi padre y tener que ayudar a Rosa para ponernos al día con la clínica no he tenido mucho tiempo.

Tranquilízate Julia, tranquilízate, piensa bien lo que vas a decir y que no note como te sudan las manos.
− No te preocupes, supongo que no ha sido una semana fácil.
− Pues no la verdad, pero vamos que no quiero aburrirte con mis problemas. Mejor acompáñame al despacho y hablamos más tranquilamente.

Al despacho, él y yo solos. Pero bueno Julia en qué estas pensando. Es mi jefe y vamos a su despacho porque querrá comentarme algo sobre el trabajo. Bueno claro, qué me va a contar si nos acabamos de conocer.

Le sigo a su despacho y aprovecho que estoy detrás de él para secarme las manos al pantalón.
No sé que me pasa con este hombre, pero me estoy comportando como una adolescente, y eso no me gusta.
- Tu dirás. Le digo una vez me he sentado en uno de los cómodos sillones del despacho de Jorge.
- Verás Julia, lo de mi padre nos ha pillado a todos por sorpresa y hemos tenido una semana escasa para replantearnos la nueva situación y empezar a tomar decisiones.

Ahora si que me sudan las manos. Que tonta soy, yo preocupada porque no notara mi comportamiento adolescente, y este capullo para lo único que quería hablar conmigo era para echarme, eso si, con buenas palabras claro.

- Aitor mira no tienes porque andarte con rodeos, entiendo que vosotros queráis llevar la clínica de otra manera y que yo ya no entre en esos planes. No pasa nada puedes decírmelo sin tantos miramientos.
- No no, creo que te estas armando un lio.
Me mira y se echa a reir.
- Julia, yo no quiero echarte, y Rosa tampoco, vamos que no es de eso de lo que quería hablarte.

Mi cara va mutando por momentos, ha pasado del blanco estilo novia cadáver a el rojo de la camiseta de la selección en menos de un segundo.
- Siento que me hayas malinterpretado, lo que quería decirte es que mi padre siempre nos ha hablado muy bien de ti, te tenía mucho cariño y confianza. Por eso quería pedirte un favor.
- ¿Un favor tu a mi?
- Si, un favor yo a ti, bueno si estas dispuesta ayudarme claro esta.
- Oh si claro, tu dime, si esta a mi alcance esta hecho.

Ya empieza la Julia quinceañera a hacer de las suyas. ¿por qué no me podré comportar como una adulta?...
- Mira Julia voy a ser sincero contigo, odio la cirugía estética. No quiero que me malinterpretes. Me gusta la medicina, he hecho mi residencia en el Gregorio Marañon de Madrid y he visto todo tipo de casos, pero no soy cirujano, lo mio es la medicina general, sobre todo las urgencias, me gusta salvar vidas aunque eso conlleve ver como otras se te van en las manos a veces. Lo mio no es pasarse horas dentro de un quirofano para complacer caprichos de mujeres con los pechos pequeños o la nariz torcida. Pero la clínica es mucha responsabilidad y trabajo, además Rosa esta a punto de ser madre. Por eso he decidido quedarme a ayudarla hasta que encontremos un cirujano nuevo y mi hermana se restablezca de su parto.
− Entiendo. (Es lo único que se me ocurre decir en ese momento.)
− Y es aquí donde entras tú.
− ¿Yo? No se en qué podré ayudarte, te aseguro que la cirugía no es lo mio.

Los dos nos reímos y a mi me comienzan a sudar de nuevo las manos.
− No no es sobre cirugía. Sabes que mi padre además de encargarse de sus pacientes también era él el que llevaba todo el papeleo sobre los pagos, cobros y compras. Ya sabes, la economía del negocio. Y ahí esta el favor que te quiero pedir. Soy nulo en todo lo que a burocracia se refiere, ademas de un desastre con los recibos, papeles y demás. Por eso, me gustaría que fueras tu la que te encargaras de todo lo que es la parte económica y administrativa de la clínica. Además he leído tu curriculum y se que has estudiado Administración y Gestión de Empresas, y es una pena que estés trabajando simplemente como secretaria.

Me quedo muda, no esperaba una propuesta así. La noticia me entusiasma, al fin y al cabo por fin tengo la oportunidad de ejercer en el trabajo para el cual estoy cualificada.
− Bueno ¿qué me dices Julia? , por el dinero no te preocupes, renegociaríamos tu sueldo en razón a las nuevas responsabilidades que asumirías.
− Oh no, no es el dinero, solo es que me he quedado un poco sorprendida. No me esperaba una propuesta así la verdad. Aitor te agradezco mucho la oferta pero no se si deba aceptarla, este es un negocio familiar y no sé hasta que punto esta bien que alguien de fuera se meta tan afondo en los asuntos de la clínica.

− Julia, por supuesto que es un puesto de gran responsabilidad, y esta claro que no se lo podemos ofrecer a cualquiera. Ese es el motivo por el que quiero que tu lo aceptes, porque para mi padre tu no eras cualquiera, te apreciaba como a un miembro de su familia. Así que por favor dime que sí de una vez y te comento mi segunda propuesta.

Vuelvo a ser la Julia quinceañera que tanto odio, creo que me tiemblan hasta las pestañas. Con todas las neuronas bailando el cha-cha-cha en mi cabeza solo soy capaz de poner una sonrisa de tonta y asentir con la cabeza.
− Perfecto, ¿preparada para la siguiente pregunta señorita?- me dice con una sonrisa pícara que me vuelve loca.
− No sé, pensé que por hoy se habían acabado las sorpresas.
− Para nada, es más esta es la que más me gusta, y a la que no aceptaría un no por respuesta.
- ¿Que te parecería una cena conmigo esta noche? , en plan amigos claro.

Esto no me puede estar pasando, ¿me acaba de invitar a cenar?. Julia despiértate, despiértate, esto no puede ser real. Además piensa bien lo que vas a contestar, no hace ni dos semanas que lo has dejado con Carlos, no sería apropiado. ¿Cómo que no?, él te puso los cuernos, eso si que no es apropiado.
− Pues no sé, ahora mismo me has pillado de imprevisto.
− Si sabes, dime que sí, es así de fácil, además creo que no te queda otra opción, no me gustan los nos.

Sin más se levanta y se va hacia la puerta y justo antes de salir se da la vuelta y me dice:
− Entonces, ¿a las nueve verdad Julia?, te paso a buscar por tu casa, Rosa me dará la dirección.
Allí me quedé sentada al menos cinco minutos, racionalizando lo que acababa de pasar.

El resto de la mañana trascurrió tranquila, no hubo muchos pacientes y Aitor se pasó gran parte del tiempo enclaustrado en el que iba a ser ahora su despacho, cosa que agradecí sinceramente.

A la una la clínica cierra hasta las cuatro de la tarde, normalmente en ese tiempo me voy a mi casa y como tranquilamente hasta que llega la hora de volver al trabajo, pero hoy no era un día normal, la Julia adolescente me había secuestrado y estaba nerviosa, muy nerviosa. Así que me pasé por la peluquería de mi cuñada para invitarla a comer. Lucía aceptó encantada y nos fuimos a un fantástico restaurante italiano que está a solo dos calles de distancia de la clínica.
- ¿Se puede saber qué te pasa?, llevas todo el rato desde que hemos llegado sonriendo y doblando esa servilleta, y me estás poniendo de los nervios.

La verdad es que Luci tiene razón, desde que la recogí en la peluquería solo hemos intercambiado dos frases, la sonrisa no se me iba de la cara y con respecto a la servilleta algo tenía que hacer para entretenerme y que mis manos no delataran mis nervios.
− Nada, bueno si algo.
− Por dios, Julia habla de una vez
− Aitor me ha ofrecido un ascenso por así decirlo, quiere que sea yo la que se haga cargo de la economía y gestión de la clínica.
− Pero eso es fantástico Julia, le habrás dicho que sí ¿no?, por fin un trabajo a tu altura.
− Si, si claro que le he dicho que sí, pero es que hay más.
− ¿Más?, pero cuenta mujer, que parece que hay que sacarte las cosas con sacacorchos.
− Me ha invitado a cenar, esta noche.
Lucía se hecha a reír, y yo me quedo como una tonta viendo como mi amiga se lo pasa bien a mi costa.
− Perdona Julia cariño, pero me has recordado a mi prima Ana, la que vive en León que tiene doce años, igualita vamos, cuando te cuenta que le gusta un niño de su clase. Si es que te has puesto hasta colorada nena.

Si estaba roja ahora estoy mucho más, vamos que si me ponen una antenita en la cabeza soy el teletubi rojo.
El camarero llega y Lucía le pide unos ravioli al queso y yo me decanto por la lasaña, este sitio la hace buenisima.

La comida con mi amiga ha estado muy bien, pero toca volver a la realidad y centrarse en el trabajo, bueno o intentarlo. La niñata que hay en mi me esta poniendo las cosas difíciles, tengo la concentración por los suelos.

Hace mas de una hora que he llegado a la clínica y apenas he hecho ni la cuarta parte del trabajo que normalmente a estas horas ya tengo mas que acabado. Mi cabeza no hace más que darle vueltas a la cena de esta noche con Aitor. No sé si ha estado bien aceptar su invitación. Pero bueno aceptar qué Julia, si no ha dejado ni que le dieras un sí por respuesta. La verdad es que creo que va un poco crecidito. Pero ya está, solo es una cena de trabajo, jefe empleada, eso es, meramente profesional y punto. Y ahora voy a centrarme en este informe de cuentas, porque como siga así terminare sumando hasta los gastos del local de al lado.

Son las ocho y estoy en mi cuarto observando mi armario como si de el David de Miguel ángel se tratase. Estoy muy perdida, no sé que ponerme... No quiero ir muy provocativa, no pretendo que piense que estoy desesperada, tampoco sé a que tipo de sitio vamos a ir, yo soy muy de sandalias de esparto, vestidito veraniego y una chaqueta vaquera para salir a cenar, pero claro si ha reservado en uno de esos sitios pijos en los que todos van poco menos que de etiqueta, yo parecería que me voy de picnic. Uyy no sé, voy a llamar a Lucí ella siempre sabe que ponerse para cada ocasión.

Después de más de veinte minutos hablando con mi amiga ya tengo modelito escogido. Lucí me ha aconsejado el vestido negro, ella siempre dice que el negro es la apuesta segura, nunca falla. Lo acompaño con un collar indo con plumas y bolitas de colores que me he comprado hace un par de semanas y me calzo mis tacones color rojo que me encantan a lo que le uno una cartera de bimba y lola, que me regalo mi madre por mi cumpleaños, en el mismo color.

Suena el timbre y como una niña en su primer día de colegio corro hacia un lado y hacia otro sin saber que hacer.
Serenidad Julia, por Dios que esto no lo has hecho ni cuando tenías quince años.
Me coloco el pelo, me humedezco los lábios, suspiro y me dirijo hacia la puerta con mi mejor sonrisa.

Cuando abro la puerta no me encuentro con los picarones labios de Aitor y sus enorme ojos no, me encuentro con la cara de mi ex, Carlos, oculta tras un enorme ramo de rosas rojas.

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