El Carnicero del Zodiaco (EN...

By Jota-King

796 219 531

Primera entrega. Una seguidilla de asesinatos perturban a la ciudad de "El Calvario". Las víctimas son mutila... More

Notas del autor.
Prefacio.
El enfermo de los Marmolejo Tapia
Cuerpo sin alma.
El despertar de una bestia.
La decisión de Dante.
El Toro de Creta.
Símbolo.
Bajo sospecha.
Perla Azul.
En la penumbra.
Fuego cruzado.
Frustración.
Los gemelos Mamani.
Hojas secas.
Negras ovejas.
Eslabón perdido.
Piedras en el camino.
Cruce de miradas.
Horas de incertidumbre.
Oscuro amanecer.
Hasta siempre amigo.
El carnicero del zodiaco.
Recogiendo trozos del pasado.
Huellas al descubierto.
Condena del pasado.
En lo profundo del bosque.
Una delgada línea.
El cangrejo se tiñe de rojo.
Epístola.

Protocolo.

21 11 14
By Jota-King

El doctor Marcos Santis era la persona encargada de la morgue, hombre de avanzada edad, de cabellos blancos, piel arrugada y espalda encorvada. Tenía un bigote muy característico, largo y lacio, y un tic nervioso en su ojo derecho, el cual provocaba que éste parpadeara como si tuviese atorada una pequeña piedra.

Sin embargo, a pesar de su edad y sus problemas, jamás había cometía errores en sus autopsias, siendo muy asertivo a la hora de determinar una causa de muerte. Solo un par de años lo separaban de su futura jubilación, por lo que ya llevaba tiempo entrenando a quien sería su reemplazo, una joven promesa de nombre Amelia López.

—Buen día señor Santis, ¿alguna novedad con mi víctima? —El teniente se apresuraba en indagar una vez que ingresó a la sala de autopsias.

—Buen día Joel, creo que algo puedo darte para que comiences tu investigación. —Espetó el forense, mirándolo de reojo mientras examinaba el cadáver.

—Pues lo escucho, soy todo oído, ¿causa de muerte?

—Te noto apurado mi amigo, ¿tienes cita acaso? —Ironizó el médico.

—Para nada, sólo quiero saber cómo le dieron muerte a semejante bestia, necesito saber a cuántos asesinos tengo que buscar.

—No soy adivino mi amigo, no estuve ahí para ver cómo lo ultimaban, lo que sí te puedo decir es que pasó por mucho sufrimiento.

—Me alegra escuchar eso. —Dijo Espinoza con cierto aire de satisfacción, poniendo incómodo al médico con su comentario tan fuera de lugar.

—¿Te alegra la muerte de un ser humano, es raro escuchar eso?

—No es eso, —espetó rápidamente para retractar aquellas palabras que se salían de todo protocolo, de su experiencia y sobre todo de la manera en que debía dirigirse como ser humano hacia otro, aunque éste fuese un perfecto desgraciado— solo que nunca pudimos echarle el guante a este bastardo, ya que nadie se atrevió a denunciarlo. Si las cosas se hubiesen dado de forma diferente, en este momento lo tendría tras las rejas, y no decorando su camilla de autopsias.

—Bueno, bueno, —prosiguió el médico— las laceraciones en sus tobillos, cintura, cuello y brazo izquierdo fueron producto del alambre de púas que utilizaron para rodearlo, pero te diré que aún se encontraba con vida cuando lo ataron.

—¿Con vida dice? —El rostro del teniente reflejaba asombro por la afirmación del forense— Eso no me lo esperaba.

—Así es. Acércate a ver su cráneo, —continuó el médico— si miras con atención…

—Sólo veo una enorme abertura, parece una alcancía —bromeó Joel, saliéndose una vez más de todo protocolo— por lo visto el desgraciado sí tenía cerebro, aunque no lo usara como corresponde.

—Bajo ella, a la altura de la nuca, tiene una marca que la cruza de lado a lado, sea lo que sea que utilizaron para golpearlo, era suficientemente duro para noquearlo. —Aseveró el médico, sin prestarle atención a las palabras del teniente.

—¿Espere un minuto, déjeme ver si entiendo… lo noquearon y después? —Poco a poco el teniente comenzaba a atar los cabos sueltos.

—Así es… después lo torturaron. —Sentenció.

—Esto simplemente no me cabe en la cabeza, este infeliz es muy grande y fuerte, —no cabía en la mente del teniente lo que arrojaba hasta ahora la autopsia— entonces, ¿qué rayos le hicieron después, cómo lograron noquearlo de un golpe?

—El alcohol en su sangre hizo el resto, —prosiguió en su relato el forense, mientras seguía examinando en detalle el cadáver— imagino que fue amordazado una vez que cayó, así evitaron que éste intentara pedir ayuda, así que tienes razón, estás en busca de asesinos. Desconozco el número. Puede ser que estuviera en una fiesta.

—De acuerdo, ¿qué quiere decir con eso de la fiesta? —Indagaba el teniente.

—Ahora te doy la respuesta.

El médico tomaba un acta que tenía sobre su escritorio, extendiéndosela. Mientras el teniente comenzaba a leer el documento, el médico continuaba con su relato.

—Lo atado de los pies con el alambre, lo pasaron por su cintura, cuello y brazo. Aún estaba con vida cuando lo castigaron en su espalda, creo que fue este castigo lo que lo arrancó de su sueño luego del golpe que lo dejó inconsciente. Lo incrustado de las púas en su cuerpo muestra que forcejeó para intentar liberarse. Intuyo que fue en ese momento que lo atacaron en su brazo derecho para reducirlo aún más. Se ensañaron y terminaron por arrancarlo luego de varios golpes, ¿el arma? Un hacha o un machete. El dolor fue indescriptible y…

—Y dejar un mensaje, por algo dejaron libre el brazo que después mutilaron, —interrumpió el teniente— según este documento, el infeliz estaba de cumpleaños, 22 de abril de 1970 figura en su acta de nacimiento, hoy cumplió 36 años. No perdió el tiempo por lo visto, salió a festejar y encontró la muerte. Esto no fue un asesinato al azar, tiene un motivo muy claro, el de castigar a este tipo justo en una fecha importante para él… perdón por interrumpirlo, ¿algo más que me pueda decir?

—A decir verdad sí —continuó— todo indica que fue su ojo derecho el primero en ser arrancado de su cuenca. ¿La causa de muerte? Desangramiento.

—¿Espere, y su ojo izquierdo, y el golpe en su cabeza? —Preguntó en el acto, pues sus palabras no concordaban con lo que estaba viendo sobre la camilla, y los datos anteriores que el forense le había entregado.

—Luego de arrancarle el brazo, bastaron unos minutos para que muriera por desangramiento, pero antes de su desenlace le arrancaron su ojo derecho. Debieron usar algún tipo de pinza. Su ojo izquierdo y el golpe en la cabeza con el desconocido objeto fue post mortem.

—Solo para terminar lo que tenían en mente, para terminar el mensaje. —Reflexionó el teniente, mientras observaba las cuencas vacías de sus ojos.

—O simplemente lo hicieron por impulso. Puede ser incluso por algún ajuste de cuentas, de seguro quienes lo atacaron lo odiaban demasiado.

—¿Tanto como para echarle a perder sus festejos? Lo dudo, aquí hay algo más. En la escena donde dejaron el cuerpo se encontró un dibujo muy peculiar, y ambos sabemos qué quiere decir eso.

—¿Crees que puede tratarse de un asesino en serie?

—Espero equivocarme, pero me temo tener la razón, —aseguraba éste— necesito cuanto antes el informe completo mi amigo, si estamos en presencia de un potencial asesino en serie, necesito saberlo a la brevedad, cualquier cosa me será de ayuda para detenerlo antes de que nos deje una colección de cadáveres.

—No te preocupes, tendrás todo lo que necesites.

—Muchas gracias señor Santis.

—De nada mi amigo. Por la mañana te haré llegar el informe completo. Le pediré a Amelia que te lo entregue en tus manos, —decía éste refiriéndose a su ayudante, quien por el momento no se encontraba en el lugar— sobre todo si tu sospecha es cierta.

—De acuerdo, muchas gracias. En eso tiene razón, este caso sale de lo común y quiero resolverlo lo antes posible. Si allá afuera es un solitario, o un grupo de asesinos, debo detenerlos lo antes posible, no quiero tener otra muerte de similares características. Esperaré su informe, por lo pronto ya tengo con qué trabajar. —El teniente estrechaba la mano del médico, retirándose del lugar.

De inmediato se dirigió a su oficina, intentando armar en su mente aquel rompecabezas que tenía en frente. Debía conseguir a la brevedad posible una pista que lo condujera por el rumbo en el que por ahora se encontraba perdido. Todo lo ocurrido le hacía pensar que esto solo era el principio, y que quienes le habían dado muerte no tardarían en repetir su acto.

Tomó su teléfono celular para comunicarse con el sargento Meza, necesitaba saber si el rastreo en la hacienda había rendido frutos y si se encontraba trabajando en la agenda personal del occiso, sin embargo, dado lo extenso de la hacienda, los peritajes continuarían por el resto del día, y claramente tardarían en ello.

Meza ya se había contactado con varios clientes de la agenda, pero sin resultados positivos. Por extraña razón hasta ese momento, las personas con las cuales había hablado vía telefónica daban buenas referencias en cuanto al comportamiento de Sebastián Creta, mostrando asombro con la noticia de su repentina muerte.

Desconocían ese lado oscuro que tenía, y que para fortuna de muchos finalmente había acabado, aunque fuese de la peor manera. El día terminaría sin resultados positivos, por lo que durante la noche el equipo de rastreo continuaría los peritajes en la hacienda, dado que no había rastro alguno referente al arma homicida, mejor dicho, a los artículos utilizados para darle muerte.

Las pericias al látigo encontrado en la escena del crimen, arrojaban tres diferentes huellas digitales, una de las cuales pertenecía al occiso. La segunda huella no fue encontrada en la base de datos de la policía, siendo por el momento un misterio más de a quién pertenecía, sin embargo la tercera arrojaba un hombre… Pedro Prado.

Entrada la noche, tanto el sargento Meza como el teniente Espinoza aún se encontraban reunidos en la oficina, intentando encontrar el punto de partida del rompecabezas que tenían entre manos. Revisaban sus notas, las declaraciones de los entrevistados, las evidencias y fotos tomadas en el lugar, sin encontrar sentido alguno en nada.

—Hay algo que no tiene sentido aquí, —el teniente rompía el silencio que era dueño del lugar hacía varios minutos— si lo acribillaron con su propio látigo, éste debía estar en un lugar en particular, no lo tendría a la vista, cualquiera podría tomarlo. Por otra parte, me molesta el hecho de que nadie mencionó que este hijo de perra estaba de cumpleaños.

—Pero recuerde que además de las huellas de la víctima, aparecieron dos huellas más, una de ellas no figura en la base de datos de la policía.

—Eso es normal, no tenemos la base de datos de todo el mundo, —señaló el teniente— por lo que tendremos que concentrarnos en la otra huella.

—Pedro Prado, quien por cierto no tiene una hoja de vida muy limpia, por el contrario, el sujeto este tiene antecedentes.

—Pues emitiré de inmediato una orden para que lo busquen, por ahora es nuestro principal sospechoso. Si sus huellas aparecieron en ese látigo, quiere decir que sabía dónde lo ocultaba nuestra víctima. Hay que averiguar si estos dos tuvieron algún tipo de altercado.

—¿Aún cree que el asesino se encuentra en la hacienda?

—No es un asesino mi amigo, por lo que veo la reputación de este sujeto dista mucho de la realidad, no puede ser que jamás tuviera altercado alguno con nadie fuera de esa hacienda. Hay que investigar a fondo a todos ahí. Parientes, amigos, en fin.

—La lista será muy extensa señor, tomará tiempo reunir toda esa información. Los trabajadores suman en total 120, eso sin contar con sus familiares y derivados, —Meza no estaba muy convencido en la sospecha del teniente, y se lo hacía saber en el momento— creo que este fue un trabajo externo, quizás este tipo, Pedro Prado, tuvo que ver con el asesinato.

—Lo dudo, pero puede estar implicado, —discutió el teniente— según la autopsia, el modo en que le dieron muerte fue muy específico, alguien trató de dar un mensaje en la forma en que lo asesinaron. Esto claramente es un trabajo interno. Míralo así, ¿quién más le tendría tanto odio como para quererlo muerto? Tus entrevistados no hablaron mal de él, a ojos del mundo exterior era un hombre de intachable reputación. Pero en esa hacienda daba rienda suelta a su faceta maligna y desquiciada. Además, está el látigo en la escena del crimen, solo alguien de adentro o de su confianza podría tenerlo a su alcance, eso sin mencionar el extraño dibujo que nos dejaron. ¿Con el rastreo no hubo avance?

—Para nada, —respondió Meza— pero las pericias siguen durante la noche. El terreno es muy extenso y lo están peinando por sectores, abanicando desde donde fue encontrado el cuerpo hacia el exterior.

—¿Y el dibujo, has logrado descifrarlo?

—Todavía es un enigma, he revisado varias fotografías en la base de datos, y nada concuerda. No hay un patrón a seguir.

—Ese dibujo es una pieza clave y bastante perturbadora, —el teniente tomaba la carpeta donde se encontraba la fotografía y la observaba detenidamente— recuerda que no debemos divulgarlo, ya suficiente tenemos con todos esos periodistas rondando como buitres.

—De todas maneras seguiré examinando lo poco que tenemos, debe haber algo por ahí que nos lleve por el camino correcto.

—¿Y el médico que visitaría a don Joaquín, qué pasó con eso?

—¡Ah, olvidé mencionarlo! El médico diagnosticó que don Joaquín sufre de alzheimer, por lo que no tiene sentido alguno el darle la noticia.

—¿No que estaba a los cuidados de un par de enfermeras? —Aquella nueva información no le causó agrado.

—Pues no mi teniente, —continuó Meza en su relato— resulta que las susodichas enfermeras no eran más que un par de mujeres que trabajan en la hacienda. Al parecer la víctima las designó para cuidarlo y las obligó a vestirse como si fuesen enfermeras.

—¡Maldito bastardo! —El teniente le daba un puñetazo a su escritorio, claramente furioso con lo descrito por el sargento— ¡Espero que el hijo de perra se retuerza en el infierno!

—Opino lo mismo, no me cabe en la cabeza cómo alguien puede actuar de esta manera y quedar impune ante la justicia.

—Ya no podrá seguir haciéndole mal a nadie este hijo de perra, —las palabras del teniente, y el tono de voz que utilizaba, le daban a entender al sargento no solo la frustración por no haber capturado a Sebastián Creta por los crímenes que tanto se esmeró en ocultar, sino además, el hecho de que ahora debían encontrar a quienes le dieron muerte— esto es una mierda de proporciones mi amigo. Debemos dar pronto con una pista, y por desgracia solo tenemos un potencial sospechoso, eso si es que damos con él.

—Mañana investigaré las direcciones que tiene nuestro sospechoso.

—No creo que sirva de mucho, si tiene algo que ver con la muerte de este bastardo, de seguro está muy bien escondido. —Espetaba éste.

—¿Entonces solo emitiremos una orden de captura?

—Por el momento no nos queda de otra, no podemos salir a perder el tiempo en buscarlo, tenemos mucho por hacer aún.

Por largos minutos permanecieron silentes mientras examinaban las pocas pistas con las cuales contaban. El teniente ponía especial atención en aquel extraño dibujo descubierto por Meza dentro del cubículo donde se encontraba el cadáver, intentando encontrarle sentido, y muy a su pesar llegaba a la conclusión de que esto era obra de un potencial asesino en serie. Su experiencia así se lo gritaba. Y que aquel dibujo podía ser su firma personal, por lo que las cosas podían ponerse muy mal si no daban pronto con él.

Solo dando con el paradero de Pedro Prado, el principal y único sospechoso por el momento, muchas dudas comenzarían a disiparse, y con suerte podrían cerrar este caso antes de que se saliera de control. El teniente se levantaba de su asiento dirigiéndose hacia la cafetera para servirse una taza de café, y solo en ese momento de daba cuenta, al observar el reloj colgado en la pared, de lo avanzada de la noche, por lo que daba por concluida la jornada.

—Bueno sargento, es todo por hoy, puede retirarse. Mañana lo quiero temprano en la hacienda junto con el equipo de rastreo. En cuanto tenga los resultados de la autopsia me reuniré con usted, solo espero encontrar algo que nos dé una pista de donde debemos concentrar nuestra búsqueda. También solicitaré la orden para obtener las huellas de los trabajadores lo antes posible.

—¿Qué pasa si alguno no se presenta? —Meza exponía su inquietud puesto que aquello era una posibilidad— ¿Enviaremos a investigar?

—Si eso sucede me lo hace saber de inmediato sargento, enviaremos por ellos en calidad de detenidos. —Espetó de forma clara el teniente— Los tomaremos como posibles sospechosos.

—De acuerdo señor.

—Tenga, —le extendió una carpeta de color rojo que tomó del escritorio— aquí está el registro de los trabajadores, nombres, direcciones, todo lo referente a ellos, eso le servirá.

—Muy bien señor. —Meza tomó la carpeta en cuestión, introduciéndola en un desvencijado maletín de color café que portaba. Miró al teniente queriendo formular una pregunta de la cual ya sabía la respuesta— ¿Se quedará hasta tarde hoy señor?

—El crimen no descansa mi amigo. —Lo miraba éste de reojo, mientras tomaba unos documentos para revisarlos nuevamente.

—El crimen quizás no, pero a usted no le vendría mal hacerlo, no se lo puede pasar aquí hasta altas horas de la noche cada día, no hay cuerpo que lo soporte. —Señaló Meza— Si gusta le puedo invitar algo de comer antes de que se retire. O un trago si así lo prefiere.

—Muchas gracias mi amigo, —respondió mientras bajaba el documento que entre manos leía, mirando al sargento a los ojos— tendrás mucho trabajo mañana, lo mejor es que descanses, todavía debes llegar a tu casa y atender a tu familia, yo aún tengo cosas que hacer aquí.

—De acuerdo señor, buenas noches.

—Buenas noches.

Meza abandonó sigilosamente la oficina y se dirigió a su vehículo para emprender la marcha a su hogar. En cierto punto el teniente tenía razón. El día había sido muy largo y ajetreado, y por lo que se veía venir, ambos tendrían mucho trabajo con este nuevo caso, eso sin contar con el de los Marmolejo Tapia. En casa lo esperaban su esposa y dos pequeños hijos de ocho y seis años, respectivamente.

Por su parte el teniente Espinoza era un solitario. Casado, pero separado hacía años. Su mujer lo había abandonado a raíz de un problema con un lunático que los atacó en su hogar, al cual éste le dio muerte con un tiro certero en la cabeza. Este desafortunado evento provocó que terminara en aquella casa en completa soledad. Tuvieron tres hijos, dos mujeres y un varón, una de ellas casada con un policía, pero residente en otra ciudad.

La menor, aún universitaria y futura abogada, vivía con su madre y rara vez la veía. El hijo sin embargo, había muerto hacía cinco años en un accidente automovilístico. Pasarían horas antes que el teniente hiciera abandono de su oficina para dirigirse a su casa. A la mañana siguiente, el sargento Meza se encontraba de vuelta en la hacienda junto al equipo de rastreo para continuar con las labores de búsqueda.

Por su parte, el teniente Espinoza recibía en su oficina de manos de Amelia el informe final concerniente a la autopsia de Sebastián Creta, pero por desgracia éste no lograba despejar sus dudas, la incógnita seguía rondando con respecto a lo sucedido en la hacienda.

Continue Reading

You'll Also Like

La Osa Mayor [BD] By Ada

Mystery / Thriller

32.7K 6.1K 178
• Título original: Beidou (北斗). • Título en inglés: The Plough. • Autora: Meng Xi Shi (梦溪石). • Traducción chino-inglés: Qianya, en https://bookswithq...
8.7M 1M 53
[COMPLETA] Adam tiene una fascinación por las frases de asesinos. Reachell ama tocar el piano. Adam es reservado y misterioso. Reac...
4.7M 534K 57
↬Cuando te vi, una parte de mi dijo: "Es hermosa" y la otra se imaginó cómo te verías amarrada a una silla con los ojos y la boca vendados, luchando...
894K 100K 43
«Las mentiras terminaron, pero las obsesiones se multiplican». Sinaí cree ser la reina del tablero, y perseguirá a su rey a donde haga falta, aunque...