El infierno tiene un solo bañ...

By Mila_Burton

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Camila Pardo era una joven adinerada cuya vida perfecta envidiaríamos tú y yo. Casa de ensueño, amigas con es... More

1. Cuando la vida cierra una puerta... ¡te da un portazo en la cara!
2. Quien bien te quiere, te hará llorar
3. Al bagazo, poco caso
4. Dios aprieta... y los mete a todos en un pequeño apartamento
5. Cuando pase el temblor
6. Al caído, caerle
7. Más vale sola que mal acompañada
8. Para una buena hambre no hay mal pan
9. El que es agradecido se gana lo que está escondido
10. Agarrando el toro por los cuernos
Epílogo

11. Recoges lo que siembras

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By Mila_Burton

Después de pasar una agradable tarde con su tía paseando por los lugares más bonitos de Cali, Alicia le propuso a su sobrina relajarse en el spa del hotel donde se hospedaba, lo que a la muchacha le pareció la mejor idea en la historia de la humanidad. 

Después de los masajes, la chocolaterapia, las mascarillas, los baños de luna y todo lo demás, Camila se sentía en el cielo. 

Y pensar que era algo que antes hacía una vez a la semana, y nunca se sintió tan delicioso. Ahora entendía lo que la frase «dar por sentado» significaba. 

Debes extrañar algo para poder disfrutarlo. 

Alicia, sin embargo, no disfrutó tanto la tarde de spa. Estuvo todo el tiempo pensando en cómo hablar con su sobrina, en qué momento sería mejor hacerlo, ¿cómo iría a reaccionar la muchacha? Tal vez Sebastián había sido un poquito cruel en dejarle a ella esa responsabilidad, pero después de todo se sintió mal de que él hubiera cargado solo con tanta responsabilidad.

Sí, Camila era su hija, pero después de todo la que había cometido errores y tomado malas decisiones era su hermana, ella podía responsabilizarse también. Además valía la pena hacer cualquier cosa, por el amor que le tenía a su sobrina y su cuñado.

Alicia invitó a Camila a una cena en el restaurante del hotel, y pensó que el momento de hablar había llegado. 

—¿Cómo la pasaste hoy, mi vida?

—Uff tía, ni me preguntes que siento como si estuviera soñando.

Alicia se conmovió de la ternura.

—Bueno, amor. Quiero que hablemos de algo, y quiero que no te sientas mal o... o que sientas que esta tarde que pasamos juntas fue solo para hacerte sentir bien antes de darte una mala noticia... —Cuando lo dijo así, se dio cuenta de que eso era justo lo que había pasado—. No. La tarde que pasamos juntas fue para divertirnos y pasarla rico... así que termínate el postre tranquila y hablamos mañana.

—No, tía. ¡Ya me asustaste! Por favor dime lo que tengas que decirme.

Alicia suspiró y la comprendió totalmente.

—Sí, tienes razón. Lo siento. Bueno, voy a tratar de decirlo sin dar tantas vueltas. Tu mamá ya apareció.

A Camila se le revolvió el estómago. 

—¿Qué? ¿Dónde?

—La atraparon las autoridades. Presentaron cargos ya, creo que por enriquecimiento ilícito o algo así, no estoy segura. 

Camila estuvo buscando noticias sobre su madre en el tiempo que pasaba encerrada en el baño, pero desde que se estaba llevando bien con las gemelas y amoldándose a su nueva realidad, había dejado de buscar. Quiso concentrarse en ella, en poner en orden su vida, pero sus esfuerzos se derrumbaban nuevamente a causa de su mamá. 

—Pero... pero... ¿en dónde está entonces?

—La atraparon en un pueblito en Antioquia, donde se estaba escondiendo. No sé bien los detalles, pero el abogado contactó a tu papá el domingo, él me llamó a mí y viajé para acompañarlos y ayudarlos en este momento.

—¿Pero mi papá por qué no me dijo nada? 

—No sabía cómo hacerlo, él ha estado muy mal, amor. Además también ha estado ocupado hablando con su propio abogado. Va a divorciarse de tu mamá. 

Camila sintió un vacío en el estómago a pesar de haber comido recién. ¿Divorcio? ¿Acaso los matrimonios no eran para estar en las buenas y en las malas? La chica se quedó unos minutos en silencio. No podía llorar, o hablar, sus sentimientos y pensamientos quedaron congelados. 

—Amor, aún no la declaran culpable, pero la encerraron porque huyó... El abogado no tiene muchas esperanzas de que la declaren inocente, no te voy a mentir, pero están moviendo cielo y tierra para lograrlo.

—Están comprando testigos.

—¡¿Qué?! No, nena, no digas eso ¡jamás!

—Aceptemos la realidad, tía. Mi mamá es capaz de hacer cualquier cosa.

A Alicia le dolió profundamente oír a su sobrina hablando así. Y odió a su hermana por no ser la mamá que Camila se merecía, o la esposa que hiciera feliz a Sebastián. Fabiana lo tenía todo, ¡todo lo que ella había querido!, y lo había desperdiciado por su propia ambición. 

¿Por qué?

Trató de componer sus pensamientos y concentrarse en lo mejor para su sobrina.

—Nena, ¿quieres verla?

—¿Qué?

—La próxima semana nos darán permiso de visitarla. Tu papá está coordinando todo para ir, yo también iré. No te vamos a obligar a ir si no quieres, pero puede ser bueno que hables con ella.

—No tengo nada que hablar con ella.

—Amor, no es bueno guardar rencor...

—No es rencor, tía. Es que nunca he tenido nada de qué hablar con ella. Tú y Cecilia se han comportado más como unas madres para mí que ella. Para ella toda la vida solo fui un instrumento para que pudiera competir con otras mamás y ver quién tenía la hija más brillante, más bonita, o fui solamente un reto para demostrarle a los demás políticos que ella podía ser Senadora y madre, o solo un trofeo que mostrar con orgullo por mis notas y mi manejo de los idiomas, o qué se yo. Solo fui una cosa más en su vida.

Alicia se secó la lágrima que empezó a salir sin que hubiera podido detenerla, su sobrina le estaba partiendo el corazón. O mejor dicho, su estúpida hermana era la que la estaba destrozando, tal como había destrozado a su hija. 

—Amor... es tu mamá de todas formas. Me gustaría mucho que fueras a hablar con ella, aunque sea para que aclaren esos sentimientos. Yo estoy segura de que ella te ama muchísimo. 

Camila estaba convencida de que eso no era así, sin embargo luego de ver que su tía sentía dolor sincero por su actitud, decidió acompañarlos en el viaje. Seguramente su papá también necesitaría su apoyo.

Finalmente habían llegado a la cárcel donde estaba su mamá, y ella no tenía ni idea de lo que iba a decirle. Probablemente eso sería solo pasajero, su mamá tenía muchos recursos para salirse con la suya, como siempre, y lo más seguro es que la declararan inocente.

Pronto su vida volvería a ser como antes. 

No. Su vida nunca podría volver a ser como antes. ¿Después de haber pasado por el infierno era posible volver a una vida normal?

Aunque al inicio sintió mucha rabia y tristeza, comprendió a su papá. Ni siquiera tuvo que hablar con él o pedirle una explicación por lo del divorcio. Ella misma llegó a la conclusión de que ese divorcio debió ocurrir muchos años antes. Si ella no tenía una relación madre-hija con Fabiana, menos existía un matrimonio entre sus padres. 

El día que lo comprendió, se acercó a su papá y le dijo que sabía lo que estaba pensando hacer y que lo apoyaba totalmente. 

—Te mereces ser feliz —le dijo a su papá antes de abrazarlo y que el hombre rompiera en llanto. 

Su tía y Sebastián se veían bastante nerviosos mientras esperaban el turno para pasar a la sala donde las familias se reunían con las presas. Alicia no dejaba de mover los pies y su papá no dejaba de tronarse los dedos. Ella por su parte, estaba muy calmada.

Sabía exactamente las palabras que le diría a su mamá.

Con lo que no contaba era con que al verla, tuviera unas enormes ganas de abrazarla. 

Fabiana se veía pálida, la ropa de la cárcel no le sentaba nada bien.

¡Mon amour! ¿Cómo estás? Me encantaría abrazarte pero el contacto físico está prohibido...

—Tranquila, mamá, ya lo sé. 

Era la primera en hablar con ella pues podían entrar solo de a una persona, y Sebastián pidió entrar en último lugar.

—¿Cómo está tu papá? ¿Si vino?

—Sí, mamá, está afuera con mi tía Alicia. —Camila hablaba casi como si fuera un robot. No tenía ninguna emoción aunque las sentía todas a la vez. Era como pensar y no pensar, vivir y no vivir. 

—¿Tu tía vino desde España? Hum, claro, supongo que ahora que no estoy, por fin le ha quedado libre el camino con tu papá. Pero que ni lo piense porque muy pronto saldré de aquí y todo volverá a ser como antes. ¿Y tú cómo estás, mi tesoro? ¿Cuéntame qué has hecho en estos meses? ¿Has seguido preparándote para el SAT, el TOEFL y todos esos exámenes?

¿En serio era lo primero que le preguntaba su mamá? Quería responderle que gracias a ella y sus acciones delictivas no había tenido cabeza o dinero para prepararse para una universidad estadounidense, pero se contuvo.

—No, mamá. 

—Ay, hija, ¿cómo que no? No puedes dormirte con esas cosas, ya casi terminas el año y...

—¡Y por tu culpa ya ni siquiera estudio en un buen colegio! —Hasta ahí se pudo contener.

—¡¿Qué?!

—Sí, mamá. Me echaron del colegio, de la casa, de la sociedad, ¡hasta tuve que mandar al perro a vivir en otro lado!

Fabiana se quedó fría y con cara de indignada.

—¿Pero por qué? Si todas esas cosas ya estaban pagadas...

—Pero lo más importante no es el dinero ¿no crees? O sí, sí es importante el dinero cuando las cuentas de la persona que te da tu estilo de vida están congeladas por la justicia. ¡Además de que nos prohibieron hacer uso de cualquiera de nuestras cosas mientras tú estuvieras prófuga! ¿Alguna vez pensaste en eso? ¿Se te pasó por la cabeza que a nosotros también nos tratarían como delincuentes?

—Pero, hija...

—¡Pero nada, mamá! Dices que las cosas van a volver a ser como antes y seguro que sí. Para ti sí, porque podrás seguir llegando a la misma casa vacía donde nunca veías a tu esposo o tu hija, podrás seguir trabajando en lo que amas, podrás seguir gastando el dinero en viajes y joyas y cosas costosísimas para llenar los vacíos de tu vida; pero para nosotros no será lo mismo. 

—¡Claro que sí, nena! 

—¡No! Nosotros nunca volveremos a esa vida porque ya conocimos el amor, ya vimos cómo es una familia feliz, cómo vive la gente trabajadora, ¿y todas esas cosas que me enseñaste de los pobres? Ya pude descubrir por mí misma que los ricos roban más que los pobres...

—¡No digas eso!

—¿Por qué no? Ah, se me olvidaba que la verdad duele, mamá. ¿De qué nos sirvió vivir en el mejor barrio de Cali, estudiar en el mejor colegio de Colombia o tener el mejor futuro si tú nos lo quitaste? Pero ¿sabes qué? Te lo agradezco. Gracias por obligarnos a crear nuestro propio futuro. Gracias por...

Camila se conmovió al ver a su mamá llorando y guardó silencio. Aunque para ella era catártico, no le gustaba ver a su mamá llorar y pensó si la estaba juzgando muy duro. 

—¡Amor! ¡Sé que ustedes están pagando por mis errores y créeme que es lo que más me ha dolido en la vida! Pero yo te prometo...

—No, mamá. No saques tu vena política, no hagas promesas falsas. ¿Sabes qué? Yo siempre te amaré porque eres la única mamá que tengo, pero ni por todo el oro del mundo volvería a la vida que teníamos antes. Mucha suerte aquí, sé que saldrás como una mujer inocente.

La joven se levantó y se fue, tratando de no ver a su mamá llorando. En el momento en que ella atravesó la puerta, también lloró. 

Pero no solo por lo que le dijo a su mamá o por verla como la vio, si no porque se dio cuenta de que en ese momento había dejado de ser una niña y se había convertido en una mujer. 

¿Les gustó? 

¿Qué les pareció el enfrentamiento de Camila con su madre? 

¿Ustedes qué hubieran hecho?

Solo falta el epílogo, donde podremos saber qué paso con Lina y el Crusho, Sebastián y Alicia, pero antes de eso me gustaría saber sus teorías...

Muchas gracias por acompañarme en este viaje!! 

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