Los dos Príncipes. [part 2]

By ZairaLys1

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Después de muchas tormentas, llegó el arcoíris... o al menos eso creían. Harald y Adrien deberán luchar cont... More

➖Sinopsis➖
1. ➖ Paso a paso ➖
2.➖ Un nuevo comienzo ➖
3.➖Heredero, Gay.➖
4. ➖ Los cambios ➖
5. ➖ Déjame avanzar ➖
6. ➖ La música➖
7.➖ Errores ➖
8.➖Armonía➖
9. ➖ Guerra ➖
10.➖ Difamaciones ➖
11. ➖ Inseguridades ➖
12. ➖ El regreso a casa ➖
13.➖ Trabajo ➖
15.➖ Encerrados ➖
16.➖ Oscuridad ➖
17.➖ Vivir el momento ➖
18. ➖ Deseo ➖
19.➖ Atrapados ➖
20. ➖ El sí➖
21.➖ Conflicto ➖
22.➖ Engaños ➖
23. ➖ Bizcocho ➖
24➖Recuerdos➖
25.➖ Reglas ➖
26➖ Obstáculos ➖
27.➖ Apoyar ➖
28.➖El mejor día➖
29.➖ Paz 1/2 ➖
30.➖Paz 2/2➖
31. ➖El tiempo➖
32. ➖Sin ti➖
33.➖Contigo➖
34.➖Fin➖
✨Capítulo Especial✨
✨Especial de Navidad✨
➖DESPEDIDA ➖

14.➖Rayos y color azul➖

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By ZairaLys1

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦
Adrien

La primera vez que subí a un escenario fue... terroríficamente emocionante. Tenía doce o diez años, era un concurso por parte de la escuela y... yo gané. No sé como explicarlo, habían dos sentimientos zumbando por mi cabeza. Estaba la parte donde lo único que decía era: sube. hazlo. Por esto has estado trabajando. Es hora. No te rindas. Y era todo muy emocionante. La picazón en mi cuerpo me daba aliento y seguridad, mi guitarra no se quedaba atrás, siempre a la par mía repitiéndome lo mismo que mi cabeza decía.

Mi cuerpo temblaba. Por supuesto que temblaba. Pero a veces sólo lo ignoraba o al menos trataba de que ese temblor no afectase el movimiento de las cuerdas, o el de mi voz.

Pero luego estaba el miedo. La presión por hacerlo perfecto. El saber que si no lo hacía bien probablemente sería de quien todo el mundo estuviera hablando y mi carrera sólo iría abajo. Miles de personas esperando a que hiciera algo encima de un escenario con un micrófono enfrente, con una guitarra en mi pecho, y una banda esperando mi señal. Todo era yo. Y yo.

Cerraba los ojos. Y pensaba en él.

Me odiaba por pensar en él. No saben el dolor que me causaba en el corazón cada vez que recordaba sus ojos y sus estúpidas palabras. Porque antes me habían parecido unas estúpidas palabras. Aunque esas palabras sólo sean algo repetido de alguien que le estaba obligando a decirlas.

Pero sino pensaba en él, no podía cantar como yo quería cantar. Las canciones no se sentían igual si yo no pensaba en él. Porque todas hablaban de él y no podía pensar en otra cosa que no fuera...

Harald.
Todo el tiempo.
Harald.

Inhalaba. Exhalaba. Harald. Inhalada. Exhalaba. Harald

Y me odiaba. Ahora lo amo. Pero sólo pensar en él no se me es suficiente cuando sé que puedo estar junto a él.

Le entregué una servilleta a Eira despertándola de sus pensamientos más profundos con la chica que ahora le está coqueteando mientras toca alguna canción con la banda.

Límpiate la baba.— le dije mientras me sentaba a su lado y tomaba de mi botella de agua.

Eira empujó la botella de agua hacia arriba haciendo que me empapara la mitad de mi cara.

Y esta es la quinta vez.

Este es el último día de ensayo y ya casi terminamos. Mañana es el gran día y estoy nervioso. Muy nervioso. Estos nervios se intensificaron cuando empezó la cuenta regresiva desde el cinco. Lo siento cada noche, porque mi sueño desaparece. No he dormido bien, sólo unas cuantas horas cada día y listo. Y que Eira esté de mal humor todo el tiempo sólo porque no puede hablarle a la chica, no ayuda.

Si esto hubiera sido café caliente, tú estarías ahora mismo sufriendo como yo.— me sequé mi rostro con un pañuelo.

Tienes que ayudarme, ella está dentro de mi cabeza y está girando con su vestido amarillo mientras canta sobre los girasoles y me está atormentando.— sacudió mis hombros de forma desesperada.

Bienvenida, estás enamorada.

—¡No es eso! Creo que me embrujó.— Eira mordió sus uñas mientras miraba al suelo y pensaba en algo que por supuesto no tenía ni idea.

Suspiré dejando mi botella de agua al lado.

Háblale, y si sientes ganas de vomitar cuando el cosquilleo en tu estómago empiece, estás enamorada.

—¿Y si eso pasa? ¿Tengo que huir del país?

—¿Qué? No, te das la oportunidad de conocerse mutuamente y después, lo que surja.

—Lo dices como si fuera fácil.

—Lo es, cuando tu pareja no te ha dicho que elige su corona y no a ti.

—Lo de ustedes es diferente, y no me ayudas si me repites tus problemas amorosos.

—Mira, tengo su número, te lo podría dar. Pero no sería lo correcto, lo correcto es que te acomodes ese cabello y le digas que te atrae. Ya está. ¿Qué pierdes intentándolo?

—Mi dignidad.— me miró y su expresión era una de miedo.

Rodé los ojos.

Estás siendo dramática.

—Ay sí. Mira quién lo dice.— juntó sus manos .— por favor no me lleven a Inglaterra que ahí está el amor de mi vida y tengo que seguir enojado con él.— trató de imitarme con una voz más chillona.

Tú misma lo dijiste, lo de nosotros es diferente.—

—No. No. Yo no puedo caer en esto, esto no es lo mío y yo estoy bien así. Seré la tía solterona y con dinero, me queda mejor.—

—Háblale ahora.— le giré su rostro hacia enfrente para que se diera cuenta quién se estaba acercándose a nosotros.

Disculpa, Adrien, tengo una duda de la parte con la que empezamos, ¿me indicas cuál es?— miraba su partitura sin prestar atención a la chica que estaba colorada como tomate.

Eira, indícale a Tayra, por favor.— la empujé un poco para que se levantara.

Eira me dio una cara asesina antes de ponerse de pie. Tayra la miró con una gran sonrisa entregándole las hojas a la colorada. Noté que las manos de Eira temblaban cuando sostuvo las hojas, buscaba y buscaba la estrofa que cantaría primero. Ella la sabía perfectamente, no entiendo por qué le está costando tanto encontrarla.

La primera.— tosí un poco esperando a que Eira me entendiera.

Ah, sí. Es esta.— Eira le mostró la partitura a Tayra.

La chica con vestido amarillo y rizos dorados tomó las hojas, pero noté como había rozado intencionalmente la mano de Eira. Tayra le sonrió a Eira y luego se alejó agradeciendo al mismo tiempo. Mi amiga el tomate se sentó de nuevo y me miró mientras se tocaba la mano, justo la parte donde Tayra le había rozado.

¿Qué fue eso?— me susurró. Como si alguien pudiera escucharnos.

Te acaba de coquetear.— le afirmé lo que ella estaba esperando escuchar.

Miró al frente desviando mi mirada. Luego miró su mano como si fuera la cosa más sagrada que pudiera haber encontrado. Y luego me miró con una expresión de terror.

Esto es tu culpa, quítame este sentimiento.— llevó sus manos a mis hombros empezando a agitarlos.— ¡Quítalo!

Quité su agarre.

Relájate, que solo fue un roce de manos. No te está pidiendo matrimonio. Ve y dile que quieres su número.

—No. No. No quiero enamorarme ser cursi o cualquier cosa que hagan las parejas, no quiero parecerme a ustedes. No. Definitivamente no.

—No tienes que parecerte a nosotros, solo dale una oportunidad, conócela y si las cosas surgen, pues nada, crean su propia relación.

—No quiero crear nada.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

—Ok, tengo su número.

Frederick y yo aplaudimos mientras volvíamos a casa luego de un largo rato ensayando.

Ya era hora— dijo Gloria mientras revisaba su tableta.

No puede ser que yo de verdad vaya a hacer esto, si algo sale mal, la culpa será tuya.— me apuntó en forma de amenaza.

Si te rompe el corazón, comeremos helado mientras miramos una película y hablamos sobre las razones del por qué deberías de intentarlo de nuevo.

—No, ni de joda. Si sale mal, no quiero volver a saber nada de esto, nada. Nada. Nada.

—Claro, lo que digas.

—Quiero ser la tía millonaria que hará que tus hijos te desobedezcan.

Mi cara ardió de repente.

Te... adelantas...— me odié por balbucear.

Crucé los brazos y miré hacia la ventanilla ignorando a Eira.

Oh... pero miren nada más... ahora sé con qué molestarlos a los dos. Si tú te pusiste de esta manera, no me imagino la expresión de Alteza.— hizo una risa malvada exagerada.

No sé de qué hablas.

—Me dieron unas ganas inmensas de mencionar la palabra hijos todos los días.

Rodé los ojos colocándome el suéter que me había quitado. Lo llevé por encima de mi rostro para no observar las expresiones de los demás y que ellos tampoco notaran la mía.

¡Se puso tímido!— chilló Eira.

Eira, no molestes a Adrien, saldrá rojo en las fotos.— Gloria dijo cansada ya de la situación.

Si mencionas la palabra hijos delante de Harald voy a decirle a Tayra que te mueres por ella.— le amenacé

Oh... no te atreverías.

Me quité el suéter para verla directamente a los ojos.

Oh, sí. Claro que lo haría.

—Adrien, ya está todo listo para la inauguración del centro de ayuda, luego de los premios se hará la reunión con algunos entrevistadores y abriremos al siguiente día, ¿Harald y el príncipe Arturo llegarán?

—Si, creo que sí.

—Bien, le hablaré a Claudia para resguardar el perímetro y que no haya incidentes.

—Gracias.

—¿El príncipe Arturo vendrá?— preguntó Eira.

Bueno, él donó una gran cantidad de dinero, así que supongo que querrá ver el proyecto, ¿no?— le respondí con obviedad.

Dos príncipes en las afueras de Los Ángeles, esto será bueno.

—Invita a Tayra a la inauguración.

—¡Claro! ¿por qué no? ¿quieres que también le pida que tengamos una cita?

—Sería un excelente paso.

—Claudia me envió tus siguientes participaciones como pretendiente, son muchas, así que tenemos que ir mañana a tomarte medidas para tus trajes— Gloria seguía recordándome mi trabajo.

¿Por qué nuevos trajes?

—Porque no sé si recuerdas, pero ahora tienes un código de vestimenta que tienes que seguir al pie de la letra— me miró y sabía que me quería preguntar— ¿Te leíste las hojas que te envié?

Son muchas reglas, ¿vale? Ya tenía una idea de lo que me tocaría que hacer, digo, toda mi vida he estado rodeado de la monarquía, pero la monarquía no podía afectar mi vida ya que yo no era parte de ella, pero ahora sí. Así que tengo que seguir muchas reglas, códigos, leyes y cosas realmente estrictas. No es tan difícil sobrellevar ese peso, pero me aburre un poco tener que recordarlas. ¡Hay un código que dice como debo caminar! Tal vez Deiro tenga razón y tengo que dejar que me enseñe más a fondo lo que debería de saber para ser un "buen pretendiente" o lo que sea.

Las leeré cuando llegue a casa...

—Adrien, tienes que tomarte esto en serio, sabes lo de importante que es esto y ser el pretendiente del heredero no es cualquier cosa, tienes que...

—¿Qué es esto?— Frederick bajó un poco el cuello de mi camisa de la parte de atrás. Traté de alejarme antes de que fuera demasiado tarde, pero mi escape no fue un éxito.

Espera...— traté de levantarme

¡Un tatuaje!— preguntó mientras alzaba la voz.

Gloria abrió los ojos como platos. Eira tenía ganas de esconderse en alguna parte de la limosina y Frederick ya había soltado el cuello de mi camisa. Yo también quería esconderme, pero en otro país.

Puedo explicarlo...— dije tratando de calmar a Gloria. Juro que pude observar el humo que sale de su cabeza.

Espero que esa explicación contenga una aclaración y un discurso de dos horas que sirva para que no tome un cuchillo y te quite ese pedazo de piel.— ya había apagado su tableta cuando terminó de decir esa última parte.

Tragué grueso deseando tener un boleto de avión y aventarme por ese avión.

Lo ocultaré con maquillaje...

—Claro, las personas jamás se enterarán que incumples una de las reglas más específicas que tiene la realeza... ¡Nada de mancharte la piel! ¡Todas las personas se van a enterar y el que va a salir perjudicado serás tú y Harald!

—El maquillaje lo cubre perfectamente, te lo prometo, y no entiendo como esto puede estar prohibido, yo leí que había príncipes con tatuajes y nadie dijo nada... ¿Ahora por qué está prohibido? Es totalmente injusto.

—Las cosas cambiaron y no podemos cambiar las reglas.

—Bueno, antes se decía que dos hombres no podían gobernar, y míranos ahora.

—No había una ley que lo prohibiera, pero sí hay una ley que prohíbe los tatuajes en la realeza.

—Y no soy parte de la realeza.

—Lo eres.

—No oficialmente.

—Lo serás y entonces te cortaré ese pedazo de piel.

—El maquillaje ayudará.

—¿Qué pasará cuando las personas se enteren? ¿Ya sabe Harald sobre esto?

Me quedé callado dándole la respuesta a Gloria. Gloria suspiró dejándose caer en el respaldo del asiento. Miré hacia la ventanilla ignorando sus miradas asesinas, solo para no sentirme tan culpable y tal vez pensar en algo para solucionar este problema. Mi idea era ocultarlo por el resto de mi vida, pero creo que eso es imposible y las personas se darán cuenta tarde o temprano, me recordarán la ley una y otra vez. El hate que probablemente me llegue a las redes será incontable, y si hablamos de los problemas legales en los que se metería Harald... con los condes, porque ellos son los únicos que han estado diciendo lo errónea que es la idea que yo me case con él. Resaltan cada falla que cometemos y esta no será la excepción. Así que...

Me lo quitaré, ya está la opción de hacerlo, y no es muy grande... problema solucionado.— dije desanimado, porque le había tomado cariño al tatuaje.

No, espera. Gloria, ¿no hay otra opción?— dijo Eira.

—Quitarle la piel.

—Gloria...

—No, Eira. No hay otra opción, ustedes saben cómo son de exigentes en la monarquía y yo de verdad no quiero ser la mala de tu historia, solo cuido de ti, y ese tatuaje solo traerá problemas.

—Lo sé.— dije.—Lo haré antes de la inauguración.

Gloria asintió.

Y le dices la verdad a Harald.

—De todas formas lo iba a hacer.

—No está mal para ser tu primer tatuaje, a tu edad ya tenía diez en mi pecho, el primero que me hice fue un arma cerca de mis costillas— Me dijo Frederick observando de nuevo mi nuca.

Miré sus brazos. Hay miles y miles de tatuajes con algún que otro significado, o tal vez solo se los hizo por que si, no estoy seguro, jamás hablamos sobre tatuajes, porque jamás me habían llamado la atención, hasta ahora que soy el pretendiente del heredero de la corona inglesa, que momento tan adecuado para realizarlo.

¿Nunca te borraste alguno?— pregunté por curiosidad.

Varios.

—¿Cuáles?

—Eso es algo que no te diré.

—¿Por qué? ¿Te tatuaste el rostro de alguien?

—Si, dos veces.

Lo miré sorprendido.

Tengo cuarenta y dos años, Adrien, no te sorprendas.— continuó.

Y yo que pensaba que había vivido lo suficiente— terminó por decir Eira.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

Estoy nervioso. Muy nervioso. Mis manos sudan, mi cuerpo entero suda y el atuendo que llevo es tan caliente que deseo ahora mismo solo quitármelo de una vez por todas.

Inhala, exhala, Harald.

Odiaba tener que estarlo repitiendo tantas veces y que no funcionara, antes funcionaba y me iba de maravilla, pero ahora solo estoy angustiado al ver todas esas personas fuera del auto esperando a que baje y sonría como si no pasara nada en mi cabeza y mi vida volviera a ser la misma de siempre. Mi vida no está siendo la misma de siempre.

No puedo simplemente ser el mismo de antes. No es que no quisiera que lo fuera, es solo que no puedo serlo, y tal vez me esté gustando este otro yo. Tal vez ese tipo de dolor me hizo sentir más fuerte. Me pasó lo mismo cuando Harald se despidió de mí esa noche, en esa tormenta, parado con los ojos llorosos e hinchados, empapado mientras era escoltado por un guardia que no era Claudia. Me dolió, me dolió mucho que todos los años de amistad hubieran terminado de esa manera, por el miedo a lo que dirán los demás, pasé días y noches solo deseando desaparecer en medio de una tormenta, deseando regresar a Inglaterra y saber el por qué lo había hecho, gritarle por no ser valiente, por prometerme cosas que no cumplió. Pero no lo hice, yo solo me alejé y cambié.

¿Me gustó ese cambio? Si, porque me he convertido en lo que soy ahora.
¿Me gustó alejarme? No. Yo quería perdonarlo.

¿Fue bueno alejarme? Si. Pude descubrir quién era realmente, saber de mí y en lo mejor para mí. Conocerme fue la mejor parte de mi viaje.

Y del dolor salió algo bueno. Algo que no sabía que necesitaba, algo que, si no hubiera pasado lo que pasó, tal vez este Adrien de ahora nunca hubiera existido, nunca lo hubiera conocido.

Todos, de alguna forma, nos volvimos más fuertes.
Aprendí más sobre mí mismo.
La comunicación era la mejor opción para resolver nuestros problemas.

Nuestra relación se volvió más fuerte.

Y duele, no saben lo mucho que duele recordad. Pero aquí estoy, con mi trabajo siendo otra persona, una más fuerte.

Estoy bien, pero ya no soy como antes.

¿Listo? Tienes que salir en cinco minutos.

Había gritos. Muchos gritos de muchas fans. El flash de las cámaras estaba por todas partes, algunas apuntando hacia el auto negro en el que estábamos, solo Gloria y yo. Frederick estaba fuera del auto esperando para abrir la puerta junto con otros cinco guardias y la maquillista. El auto estaba estacionado justo al lado de una alfombra roja que daba entrada a la verdadera alfombra roja. Donde todo empezaría. Reporteros estando en vivo frente a miles de personas, viendo la transmisión esperando a que sus artistas favoritos salieran en escena, o en mi caso, al menos salir de mi auto.

Esta sensación era diferente a mis otras participaciones en otros premios. Se sentía diferente, y sabía por qué lo era, y es que ahora soy el pretendiente del Heredero de Inglaterra, absolutamente todo el mundo lo sabe, todo el mundo puede hacerme preguntas de eso porque no está prohibido, y porque no debería de importarme si tuvieran alguna curiosidad sobre eso, pero si me importa, no quiero contestar, es mi vida, no quiero hablar de eso, no ahora que cualquier palabra puede ser malinterpretada y esa palabra se vuelva en problemas, problemas mayores. ¿Ven lo difícil de todo esto?

No puedo hablar de más sobre la familia real de Inglaterra.

Tengo prohibido hablar de mi vida amorosa con el heredero a menos que no sea tan explicito.

No hablar sobre proyectos de la monarquía.

Y lo más importante, no contestar preguntas que sean sobre la gobernación.

¡Entonces que debería de contestar! Esto se está complicando aún más.

Va a vomitar de nuevo.— avisó el estilista.

Y tenía razón. Pero me lo tragué.

Tal vez debí practicar más las posibles preguntas con Eira.

Las preguntas que más me daban miedo es que sean a base de ese infierno. Sobre mi superación de eso, o sobre lo que pasó, o la película, o todo. Y no quiero. No, por favor, no me hagan hablar de eso, no me hagan recordar ahora que estoy mejor.

...todo menos volver a apagarme.

Adrien, ya es hora— Miré a Gloria.

Tenía un traje enterizo color negro completamente. Un audífono algo grande en su oreja, como los que tenían los guardias, como los que tienen casi todo mi equipo de trabajo. Y su tableta, como siempre. Mi traje era color vino de tres piezas. Un poco abierto en la parte de la camisa. De accesorio unos anillos plateados. Estaba bien... por fuera, pero por dentro era un desastre.

¿Es bastante tarde para arrepentirse?

Si, muy tarde. Ya vieron a Frederick, ya saben que ya estás aquí.

Vi de nuevo hacia afuera deseando que todas esas personas desaparecieran.

Inhalé, exhalé. Harald.
Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo.

Estoy listo.

Y entonces, toda la atención se dirigió hacia mí. Las cámaras, apuntaban a mi rostro, las sonrisas y los gritos eran para mí, las preguntas de la derecha eran para mí, y los letreros que decían: "una nueva historia", también eran para mí.

Inhalé. Exhalé. Sonreí.

No podía acercarme a los fans, así que solo saludé desde lejos tratando de ignorar a la prensa que estaban deseando hacerme miles y miles de preguntas. ¿Lo conseguirían? Tal vez, si es que pueden atraparme.

Ya estábamos dentro y la peor cosa viene ahora... bueno, después. Saludé a varios artistas, compartiendo momentos de nuestras vidas sin adentrarnos tanto, lo agradecí profundamente cuando nadie hacía preguntas fuera que no sea mi trabajo. Tomándonos fotografías mientras recibía felicitaciones por mis nominaciones, que son cuatro y otras cuantas instrucciones de mi equipo de trabajo, sobre lo que tengo que hacer, lo que haré y lo que no tengo que hacer. Esto era casi igual que las reglas de la monarquía.

Que bonitas las personas que entienden lo que es el dolor. No critican, no juzgan, no señalan. Sólo abrazan.

No fue tan malo como pensaba que sería... digo, tengo una sonrisa, supongo que eso significa que estoy bien.

Las fotografías en la alfombra roja iniciaron. Me dieron instrucciones de como pararme y que hacer. Traté de ver a todas las cámaras que querían una foto mía. Las y los encargados de hablar sobre los artistas en la alfombra roja empezaron a hablar de mí, no podía escuchar mucho, pero escuché unas cuantas palabras que mi cabeza necesitaba para armar las oraciones. Escuché la mención de un príncipe, escuché a Harald, escuché el diseñador que hizo mi traje, y escuché mis canciones. No había más, por supuesto que no había más.

Me di cuenta que las personas tenían miedo. Miedo a las críticas de hablar de algo tan delicado, como por ejemplo mi semana en ese infierno. Sabían que no era lo más conveniente hablarlo en cámara delante de miles y miles de espectadores, cuando todos sabían que cualquier opinión al respecto podría ser juzgada, criticada a tal punto que los mensajes de odio estarían en todos lados. Eso puede destruir tu carrera, tu trabajo, tu vida.

Un mal paso puede hacerte caer. Las personas decidieron no seguir caminando. Y yo si caminaba, pero yo puedo hacerlo porque yo fui la víctima. La cosa es que yo no quiero hacerlo.

Mi fandom es enorme. Es unido. No es tóxico, pero cuando alguien habla mal hacia mi persona, pasan cosas... cosas que no quisiera que pasaran. Pero no soy nadie para detenerlo, no puedo. Son muchas personas, aunque quisiera que parara el odio, no podría, a menos que quite el internet del mundo.

Entonces, sentía el miedo a la hora de acercarme a los periodistas cuando se le dio la orden de hacerme unas cuantas preguntas.

Vi a Gloria y a Frederick. Los dos asintieron y me apoyaban desde lejos. Frederick me había dicho que solo hacía falta que yo presionase el botón pequeño que tengo dentro del saco para que él viniera y me llevara a otra parte, lejos de todos estos micrófonos.

Adrien Gutiérrez, te ves espectacular, un buen color para esta temporada.— el entrevistador tomó mi mano e hizo que diera una vuelta completa en el propio mini escenario redondo de color blanco. Era conductor del evento, el encargado de las personas que miraban la transmisión por internet o por la televisión.

Había una cámara enorme, aparte de las más pequeñas que estaban a nuestro alrededor. La grande era la que llevaba la transmisión, y las pequeñas eran las de las fotografías. También había luces, una luz blanca reflejando nuestros rostros. A mi derecha había micrófonos, la prensa queriendo tener también la información que me sacaría el conductor que no paraba de sonreír y de elogiar mi vestuario. El entrevistador era un poco energético, pero, alegre y... tal vez agradable. Esto a Eira no le caería bien y tal vez se esté burlando de mí en casa.

—...y, ¡oh, por Dios! ¿podríamos decir que cumpliste el sueño de toda princesa?

Reí. Bueno, fue gracioso. No sé si debía reír, no recuerdo haber leído esa regla.

Podría decirse, sí. He cumplido el sueño de toda princesa, aunque en este caso, la de un príncipe.— repetir la pregunta en forma de respuesta es la mejor manera de omitirla que con una respuesta más concreta. Tienen que apuntarlo.

¡Cumples el sueño de todos!— el entrevistador tocó su micrófono pequeño de la oreja como si estuviera escuchando instrucciones de los encargados del evento. Eso significa que han encontrado una pregunta totalmente nueva para mí— Me están comentando por aquí que llevas el mismo color de traje que cuando el príncipe Harald y tú dieron la gran noticia ante el mundo, ¿es esto alguna señal que nos quieras dar?

¡Es enserio! ¡No elegí este color por eso! ¡En realidad yo no elegí el color! Fueron las reglas y Gloria. Ellos eligieron el color. ¿Qué debo decir? Si digo que no fue así, que solo se eligió al azar, sería como si no fuera romántico con la alteza, y si digo que sí, tendría que dar una explicación de la señal por la que están hablando. ¡Y no tengo ninguna señal!

Yo... en realidad...— inhala. Exhala. Sonríe— sí, pero no estoy dando ningún tipo de señal, solo son recuerdos que me marcarán para siempre.

¡Eso! ¡Salvado!

El entrevistador junto con las personas de alrededor chillaron en forma de respuesta y tal vez sentí mi cara arder, pero solo un poco. No es hora de ponerte rojo, Adrien, parecerás tomate.

—¡Esto es tan romántico! Sin duda vives el sueño de toda persona.— sueño, claro, como si supieran todo lo que tuvimos que pasar para poder llegar hasta aquí —¿Algo que nos quieras decir del príncipe Harald ahora que están más unidos que nunca?

No. No. No.

No puedo decir eso. Esta prohibido. Es la regla número 1. ¡Y si es la regla número 1 es porque es importante! ¡por eso es la regla número uno! La reputación de la familia real es demasiado valiosa. "toda información de su Alteza real, el príncipe Harald y la familia real... ¡es confidencial!"

Ok. Puedo contestar sin decir mucha información. No puedo responder con la misma pregunta porque no tiene ningún tipo de sentido, y si pienso en Harald, de alguna forma no dando mucho de él podría solo...

Inhalé. Exhalé. Sonreí.

—El príncipe Harald es como el tipo de música que escucho con los ojos cerrados.

¡Qué gran respuesta! Y no pensé tanto, me salió por sí solo. Espero que esto no sea ilegal o me cortan la lengua.

Las personas volvieron a chillar en forma de respuesta. El entrevistador abrazó mi brazo derecho diciendo lo tierno que me había escuchado.

Oh, no. No por favor. Todo menos tierno.

Sin duda el amor hace maravillas.— de nuevo tocó su audífono y sentí miedo— ¿Y qué tal llevas todo esto? Las redes sociales se pusieron como locas, hemos visto que ha sido muy explosivo con el hate ante tú cuerpo, y algunas otras cosas que... fueron un poco fuertes— sabía a qué se estaba refiriendo.

Esta vez no pensé mucho en las reglas a la hora de decir mi respuesta.

—Y es... ese gran momento cuando dices: ya me da igual. Sabes que ya has pasado por mucho, y las cosas que pasen ahora solo... me da igual y lo digo de verdad.

—¿Cómo eligiendo nuevos caminos?— dijo una frase de una de mis canciones.

Sonreí

Exactamente.

—Aunque ahora que te vemos, cambiaste demasiado en estos últimos dos meses, mucho más apuesto de lo que ya eras antes, ¿qué son todos estos cambios de look?

—Ya sabes, una nueva historia.— dije hacia la cámara. Gritos se escucharon a lo lejos y chillidos de cerca.

Pues muy bien, Adrien, estamos muy felices de tenerte de vuelta, ha sido estupendo haber compartido un pequeño momento contigo, ¿tienes algún consejo que quieres dar para tus fans?

—A pesar de las adversidades, hay que seguir brillando.— guiñé un ojo hacia la cámara y me retiré.

Seguí a Frederick y a Gloria. Los dos me vieron con una sonrisa de victoria.

Eso significa que no me van a cortar la lengua.— dije cuando estábamos lo suficientemente cerca.

Casi— dijo Gloria.

Frederick me tomó de los hombros llevándome hacia los camerinos, porque ya era hora de lo más importante.

Lo hiciste bien— me dijo

Sonreí. Estoy bien.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。 * 。
 * ゚☆ 。

No estoy bien.

El segundo vestuario ya estaba puesto en mi cuerpo. Al principio se esperaba que sería una chaqueta corta con el pecho al aire. Porque querían que se viera esa parte de mi cuerpo, pero ahora no podíamos hacerlo así porque tengo algunas cicatrices cerca de mis costillas rodeando mi espalda, no quería que se vieran, así que omitimos lo de pecho al aire.

Era azul, la chaqueta. Cerrada hasta un poco más arriba de mi ombligo, lo demás se miraba, pero no las cicatrices. Mi pantalón igual, azul con el mismo estilo que la chaqueta. Unos guantes azules con unos detalles plateados y abiertos haciéndose ver mis dedos. Mi cabello hacia un lado, como normalmente lo peinaba, algunos rizos caían en mi frente, estaba un poco largo. Las mechas grises resaltaban.

Me pusieron un micrófono pegado en mi mejilla, era como una diadema. Fingiría mi canto en el micrófono que estaba puesto en medio del escenario, con una base siendo sostenido. Pero en realidad se estaría escuchando por el micrófono rodeando mi oreja. Esto es porque tocaría mi guitarra eléctrica, y necesito espacio. Luego me colocaron el audífono con el que escucharía indicaciones.

Estaba listo.
Por fuera.
Por dentro no.

Voy a vomi...— sí, vomité. Pero en el inodoro.

Madre mía, a este paso tendrá que subir la maquillista al escenario si sigues arruinando tu maquillaje.— Gloria me pasó un pedazo de papel para que me limpiara.

Salí del baño y me senté en un sofá pequeño que estaba en mi camerino. Necesito una vida nueva, no, dos vidas nuevas.

La maquillista me maquilló la parte de mi nariz para abajo, de nuevo. El estilista mi cabello. ¡Pero quién me arregla mi vida!

No puedo hacerlo, Gloria, no puedo hacerlo...—

—Claro que puedes, ya lo hiciste por mucho tiempo. Puedes hacerlo ahora.

—No... esto es diferente, yo de verdad que no estoy bien.

—Adrien, sales en veinte.— un encargado había entrado tan rápido como había salido.

Mis nervios aumentaron.
Inhala. Exhala. Sonríe.
Inhala. Exhala. Sonríe.
¡No funciona!
Inhala. Exhala. Harald.
Inhala. Exhala. Harald.
¡No funciona!

Esto no está funcionando, nada de esto lo está.

No podré cantar, Gloria, sonaré horrible.

—Recuerda que al principio siempre te sientes nervioso, pero luego conforme avanza la canción te desenvuelves y todo se vuelve un éxito.

—Esto es diferente, creo que vomitaré delante de millones de personas.

—Adrien, diez minutos, vamos, ya es hora— ¡Esta persona no puede solo desaparecer!

Me levanté. Me sentí mareado. Pero no vomité y el mareo se me quitó. Los nervios no. Me acomodaron el micrófono, porque se me había movido por alguna parte, terminaron de acomodar mi ropa y pelo. Entonces estaba listo, de nuevo, pero solo por fuera.

No tenía tiempo de pensar mucho, ya estaba siendo trasladado hacia el escenario. Detrás del escenario mientras terminaban de dar algunos premios, y nombrando otras nominaciones. Recibía apoyo de las personas que siempre están detrás del evento haciendo que esta noche sea espectacular, ahora que lo pienso, siempre reciben poco reconocimiento.

Inhala. Exhala. Harald.

Los gritos y una voz de alguna persona de algún micrófono estaban ya presente en mis oídos. Mis nervios aumentaron de 100 a 1000. Todo estaba pasando muy rápido, no podía tan siquiera parar y ponerme a pensar en algo para relajarme y al menos no sonar tan mal.

Gloria tomó mi rostro con sus dos manos acercándome a su rostro. Ya estábamos listos, todo dependía de mí ahora.

Lo harás bien, confío en ti y sé que lo harás de maravilla.

Por más que quisiera escucharla. Mi cabeza solo pensaba en los gritos detrás de algunas paredes que nos rodeaban. Estaba oscuro, pero había unas cuantas luces de colores cerca de nosotros.

Gloria...— dije queriendo decirle que cancelara mi presentación, pero era tarde.

Todo estaba listo.

Gloria me dio un beso en mi mejilla, del otro lado donde no estuviera el micrófono, me sonrió de forma tranquila y se alejó un poco donde no pudiera ser captada por las cámaras. Frederick estaba a su lado de brazos cruzados, él tocó su audífono, de la parte izquierda, como si me estuviera dándome indicaciones de algo. No sabía de qué, pero en este momento no quería saber ni descubrir sus mensajes ocultos. Giré hacia al frente para ver un poco a lo que me estaría enfrentando.

En el escenario estaba ya mi banda, preparados con unos trajes verdes de un tono apagado. Estaban en oscuras porque aún no era nuestro turno, aún estaba el presentador charlando sobre alguna cosa que no entendía, porque no le estaba prestando atención.

Risas. Gritos. Luces. Luego, una voz.

Adrien.—

En ese momento pensé que me estaba volviendo loco. Juraría haber escuchado esa voz grave de esas mañanas, o esa voz chillona de las tardes.

Adrien, ¿me escuchas?

Ok. Definitivamente estoy delirando.

Adrien, soy Harald.

Regresé a mi realidad. Toqué mi audífono porque estaba seguro que de ahí provenía ese llamado. Luego miré a Frederick, asintió mientras sonreía de cómplice. Mi vista regresó al escenario esperando a que esto no fuera una alucinación.

Adrien, sé que no puedes hablarme, pero si escucharme. Te estoy viendo ahora mismo.

Giré hacia todos los lados tratando de buscar a ese fantasma que estaba hablándole a mi cabeza. No lo encontré, solo escuché su risa y... oh, Dios. La tranquilidad que me invadió esa risa.

Te ves adorable mientras me buscas por cualquier parte. No me puedes verme, no estoy cerca. No pude acercarme mucho por seguridad, y porque no estoy invitado.

Reí. Y... oh, dios. Esta fue una risa de verdad. Fue una risa mía mandándome esa tranquilidad que necesitaba, distrayéndome de todo lo que pasaba a mi alrededor. Era como si todo hubiera desaparecido. Solo yo, un cuarto totalmente blanco, sin nada. Yo y él. Como si estuviera a la par. Porque así se sentía. Cerré mis ojos y me centré en su voz.

Probablemente dirías; eres el heredero, puedes hacer cualquier cosa. Y tal vez si pueda, al menos entrar sin ser invitado, pero a ti no te gusta que utilice mi título para hacer cualquier cosa. Así que no lo hice... ok, si lo utilicé para hablarte, pero Frederick me ayudó... vale, creo que no es tiempo de hablar sobre esto...

Reí de nuevo.
Inhalé. Exhalé. Si funcionó.

Estoy contigo. Estoy a horas de estar a tu lado. Y te veo, te veo y eres asombroso, no sabes la suerte que tengo de llamarte cariño las veces que quiera y de abrazarte o de besarte, y de despertar a tu lado en todas esas mañanas.

Reí. Oprimí aún más el audífono hacia mi oído porque quería escuchar su voz aún más cerca, no se me era suficiente con lo de ahora, pero trataba de disfrutar lo que tenía. Inhalé. Exhalé.

Luego de los premios probablemente ya esté en tu casa, y entonces te estaré esperando como todo buen novio, te felicitaré por esos cuatro premios que traerás en tus brazos, te abrazaré porque extraño tu aroma y te besaré, porque simplemente extraño todo de ti.

Inhalé. Exhalé. Harald.

Luego, miraremos la repetición de tu presentación unas cien veces, porque soy tu fan número uno y te repetiré en todas esas cien veces que lo hiciste espectacular, lo haré hasta que te canses y quieras echarme de tu casa.

Reí sosteniendo mi guitarra con fuerza.
Inhalé. Exhalé. Harald.

Los dos estaremos en tu cuarto. Yo escondido entre tus brazos, o tú escondido entre los míos. No importa. Y lo haré durante toda la noche hasta que me empujes por algún lugar de la cama, porque sentirás calor y querrás que me separe.

Su risa me contagió.

—Yo estaré para ti. Siempre estaré para ti.

La comunicación se perdió. Ahora escuchaba las voces del equipo técnico, el que llevaba a cabo los premios. Me decían que ya era hora.

Sonreí. Porque quería cumplir todo lo que Harald se imaginó. Quiero que todo lo que dijo se haga realidad. Y las ganas que tengo de verle después de los premios en mi casa, que seguro ya estará en pijama y con una gran sonrisa, solo hace que mi motivación aumente.

Llevé mi guitarra poniéndome su correa cruzándola en mi pecho. Acomodé mi micrófono, y estaba más que listo.

Caminé hasta quedar en medio de la banda bajo la oscuridad. Todos me dieron una sonrisa que estaban más que preparados. Acomodé el micrófono a mi altura, aunque no lo fuera a necesitar, al menos quería que se viera real. Y luego sujeté con fuerza mi guitarra.

Escuché mi nombre siendo presentado.
Pocos segundos después los reflectores estaban en mí.

Y la canción empezó a sonar.
Gritos. Luces. Humo. Aplausos.
Inhalé. Exhalé. Harald.
Inhalé. Exhalé. Sonreí.

Bruno Mars - Locked Out Of Heaven

Podría decir que se sintió igual a como ere antes, las mismas emociones y sensaciones que se impregnaban en mi cuerpo cada vez que empezaba a cantar y las personas gritaban o cantaban conmigo, haciendo que esto sea la típica presentación de cualquier artista que se haya subido a este mismo escenario con los mismos deseos de todos, hacerlo bien.

Puedo decir con seguridad que no lo sentí igual. No era igual. Ya no. Porque todo cambió.

Luces verdes empezaban a aparecerse en todo el escenario junto con las azules y otras rojas. El suelo proyectó unos cuantos rayos mientras caminaba de un lado al otro cantando y tocando mi guitarra. Las paredes también proyectaban esos mismos rayos con ese mismo cielo azul oscuro, el mismo tono de unos ojos muy conocidos y que probablemente solo yo sepa el tono exacto de esos ojos.

Otras franjas de luces de color azul empezaron a subir. Simulando ser el cielo. Algunos efectos de confeti aparecieron en las esquinas del escenario cuando estaba en la última parte de la canción.

Mi garganta se sentía cansada, porque hace mucho que no hacía este tipo de presentación, y porque lo estaba haciendo con mucha fuerza. Probablemente después de esto tenga que tomar algún té para que mi garganta vuelva a la normalidad y mi voz no suene tan áspera.

Todo se volvió azul. Y tranquilo. Y en calma. Todo estaba bien.

Todo estuvo bien.

La canción terminó. Y luego una ovación hizo por concluida mi presentación.

*.。☆。★ *・ 
 * ☆ 。・゚*.。
* ★ ゚・。* 。
 * ゚☆ 。

Si gané. No cuatro. Cinco nominaciones. No sabía que estaba nominado a la última categoría que me mencionaron. Pero tampoco me importó mucho, fue una gran sorpresa, pero al final solo sonreí y abracé a Gloria. Las fotografías, las felicitaciones y los mensajes estaban por todas partes, de alguna forma, esto se sentía bien. Haber cumplido mi sueño de alguna vez convertirme en un artista como a los que yo seguía por las redes sociales.

Siempre soñé con compartir escenarios con personas a las que yo seguía, escuchaba y admiraba. Pensé que era imposible, que era solo un sueño y hasta ahí. Se hizo realidad, y ahora estoy aquí. Regresando a mi casa a salvo con los cinco premios ganados.

Había cuatro camionetas negras totalmente blindadas aparcadas en mi estacionamiento. Guardias rodeando mi casa. Eso solo significaba una cosa; me están robando o, alguna alteza anda merodeando mi vivienda.

En este caso, sabemos que son dos altezas.

¡Felicidades!— gritaron los dos chicos en pijama, también estaba Claudia, sentada en la sala principal mientras tomaba algún jugo en un vaso.

Arturo hizo reventar un confeti haciendo que miles de papeles de colores salieran volando por encima de nuestras cabezas. A pesar de tener papeles pequeños de colores volando por todos lados, yo solo visualicé a mi chico con un pijama celeste y unos dibujos de nubes blancas. Sonreímos y él, por supuesto que iba a sacar una lágrima, porque así es él. Sentimental hasta con los pequeños momentos que los hacía parecer grandes y era asombroso.

No puede evitar sacar una que otra lágrima, es natural en Harald. Porque es sensible con cualquier momento especial.

Yo había perdido esa sensibilidad. Pero el nudo en la garganta me delataba. Y los rayos a nuestro alrededor aún los podía ver. La linda conexión proyectada a nuestro alrededor. Los mismos rayos proyectados en esas pantallas grandes. Los mismo que pisaba en ese escenario.

Y todo era tan azul. Tan él.

¿Se van a quedar así o se van a abrazar?— Eira con una mascarilla de aguacate había aparecido.

Dejé los premios en el sofá más cercano que tenía. Y me lancé al chico con la tercera lágrima bajando por sus mejillas rosadas.

Yo también estaba nominado en una categoría.— me dijo Harald cerca de mi cuello.

¿Ah, sí?

—Si, y tú fuiste mi premio.

Reí. Me separé para besarlo en su mejilla. Luego en su frente. En su nariz. En su cuello y por último en sus labios.

Sabía que no estaba preparada para ver a estos dos juntos de nuevo.— Eira habló de nuevo. Me separé un poco de Harald sin dejar nuestras sonrisas de lado.

Estaba enojada hace un momento porque no enfocaban a la guitarrista del fondo.— contestó Harald rodeando mi cuerpo con sus brazos fuertes.

¡No es cierto!— dijo Eira mientras caminaba hacia la cocina.

Adrien, muchas felicidades.— habló Arturo cuando todos terminamos de reír.

Arturo, perdón que no lo había saludado.— me disculpé girando hacia él con un poco de dificultad porque Harald aún seguía aferrándome a su pecho.

Príncipe Arturo, bienvenido a Los Ángeles.— saludó Gloria amablemente mientras se adentraba a la sala y saludaba a Claudia.— haremos que su residencia aquí sea de lo más agradable.

Muchas gracias, la hospitalidad aquí ya está siendo muy agradable.

—Si no contamos a Eira con su mascarilla de aguacate, nos llevamos un susto enorme cuando la vimos sentada en medio de la oscuridad viendo la televisión.— Harald susurró para todos.

Reímos.

¡Te escucho!

—¡Era la idea!

Harald y Eira tienen un conflicto interno entre los dos.

Perdónenos por este par, son como los perros y los gatos. Es el único inconveniente en esta casa, y también por el par de tórtolos.— terminó por decir Gloria antes de tomar de nuevo su tableta.

Bueno, es un ambiente cómodo.

—¿Ya le enseñaron su habitación?— pregunté. Porque son ocho horas de viaje, y los dos deben de estar cansados.

Oh, sí. Su hogar es muy artístico, por cierto. Hay música por todas partes... es muy... agradable.— dijo eso último suspirando mientras apreciaba la sala.

A esta casa solo le hace falta que tenga forma de piano y estaría completa— mencionó Claudia.

Esa será mi meta— dije bromeando.

Todos reímos, de nuevo.

¿Vamos a descansar?— me susurró Harald en mi oído.

La electricidad que sentí en ese momento sería inolvidable.

Asentí en forma de respuesta.

Bien, nos iremos a acostar, ¡descansen!— Harald tomó mi mano llevándome hacia las escaleras.

Oh... descanse, príncipe Arturo, si necesita algo no dude en consultarme— dije alzando mi voz un poco para que me escuchase.

—Gracias, Adrien— escuché a lo lejos.

Harald me arrastró por los pasillos hasta llegar a mi habitación. Entramos y cerró la puerta.

"Si necesita algo no dude en consultarme"— me imitó con una voz más chillona.

Reí. Me tomó de mi cintura empujándome haciendo que caminara hacia atrás, llevándome por alguna parte de la habitación.

Ya te estabas tardando— le contesté.

Me acostó gentilmente en mi cama. Se inclinó hacia mi cuerpo apoyando sus manos por los lados de mi cabeza. Me miró con esa linda sonrisa que tiene siempre.

¿Por qué no me lo dices a mí?

Llevé mi mano a su rostro para acariciar esta suave piel. Aunque ahora la sentí un poco áspera por su barbilla. Tenía un poco de barba. Noté entonces las bolsas de sus ojos, supuse que no ha tenido las mejores noches.

Porque todo lo que me pertenece, también te pertenece. No necesitas consultarme nada, puedes obtener lo que quieras.

Sonrió mientras se acercaba lentamente a mi rostro. Chocando su respiración con la mía. Las paredes se volvían azul, los rayos salían de nuestros cuerpos, la poca distancia que ya hacía de nuestros labios me estaba matando. Este roce no se me era suficiente. Quería más.

¿Todo lo que yo quiera?— quería que lo repitiera. Yo estaba dispuesto a repetírselo las veces que deseara.

Todo lo que tú quieras.

Me besó. Y estaba agradecido con que lo hiciera, porque estos milímetros de distancia los sentía como centímetros y se sentían horribles. Los rayos salieron disparados por toda la habitación, el color azul brillaba, brillaba de esa forma cuando Harald me miraba. Era el mismo brillo de sus ojos. Todo se volvió más energético, más acalorado. Los rayos estaban descontrolados. Nuestras bocas estaban desesperadas y nuestras lenguas jugaban.

Mis manos empezaron a bajar lentamente. Tocando su cuello. Bajé un poco más, mis manos estaban siendo controladas por mis deseos, por los rayos, por lo azul. Toqué su pecho marcado, era duro. Pero sabía que su piel era suave. Y quería sentir esa piel bajo las palmas de mis manos. Su abdomen era... Dios... no recordaba este abdomen. Me odié por sentirlo tan desconocido. Me odié por no sentirlo mío.

Pero cuando estaba a punto de sentir su piel detrás de esta fina tela... los rayos habían desaparecido, lo azul se había desvanecido, lo energético y lo acalorado había acabado. Todo había desaparecido, porque Harald se había separado.

Se acostó boca arriba a mi lado dejándome anonadado y confundido. Solo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas, hasta que él rompió el silencio que se había formado por unos cuantos segundos.

Tengo que ir al baño.

—Bien.

Se paró y entró a mi baño cerrando la puerta detrás de él sin girarse, solo caminó rectó y cerró la puerta sin voltearse. Me senté llevando mis manos a mi cara pensando en lo que acababa de pasar. Aproveché para ponerme mi pijama quitándome la camisa porque sentía calor. Solo me dejé el pantalón holgado de color gris.

Me miré en el espejo enorme que tenía mi habitación, en una esquina con algunas luces amarillas alrededor. Miraba mi cuerpo tal y como me lo estaba presentando este reflejo.

¿Por qué se separó?

Toqué mis delgados brazos abrazándome a mí mismo ignorando las ideas erróneas que mi cabeza me decía.

Yo estoy bien. Mi cabello está bien. Mi rostro está bien. Mi cuerpo... mi cuerpo... mi cuerpo está...

Adrien.

Me giré para verle. Me abracé un poco más abajo tocando mi cintura, escondiendo lo que ahora podía recordar. Forcé mi sonrisa.

¿Está todo bien?— me preguntó. Su voz era tan calmada y dulce cuando se preocupaba por mí. Llegó hasta mí y tocó mis manos.

Miró detrás mía. Al principio no comprendía, luego recordé que había un gran espejo enorme detrás mía. El cual me estaba exponiendo toda mi espalda. Me giré de nuevo rápidamente. Y soy estúpido, porque ahora le estaba dando la espalda, una visión más clara.

Corrí a mi cama escondiéndome debajo de las sábanas.
Por favor que no haya visto lo que creo que estaba viendo.

¿Eso era un tatuaje?

Mierda. Mierda. Mierda.
Sentí su peso encima de mí.

Harald, me estás aplastando. No eres el más liviano de los dos.

—Muéstramelo, Adrien, quiero verlo de nuevo.

—No. Y hay muchas razones por la cual no quiero mostrártelo. Una de ellas es que es demasiado empalagoso y otra es porque esto es ilegal.

—¿Empalagoso?

—Y por supuesto que esa sería la única cosa que te preocuparía.

—Ahora tengo más ganas de verlo.

—Te quedarás con las ganas.

—Adrien, por favoor.— me rogó

Rodé los ojos. Pensé que dejaría de rogarme, pero lo hizo por unos diez minutos no parando de decir por favor. Aguantaría todo lo que pudiera, pero luego empezó con:

... cariño, bebé, amor...

—¡Bien!

Harald rio victorioso. Me acosté de espalda. Harald aún seguía encima de mí, pero ahora solo estaba sentado en mi entrepierna, con una pierna a cada lado de mis caderas.

Solo... no bajes más allá del tatuaje...— le dije antes de que bajara la sábana que aún cubría mi cuerpo.

Harald no preguntó, solo bajó la sábana blanca tal y como le había indicado. Se quedó callado mientras pasaba su pulgar por mi tatuaje dándome unos suaves toques.

Es... es...

—Vamos, dilo, sé que quieres decirlo.

—Adorablemente sexy.

Me giré de nuevo con un poco de dificultad para verle su rostro.

Me lo quitaré, de todas formas.

—¿Qué? ¿por qué?

—Porque es la regla número quinientos treinta y dos. "No garabatos en tu piel"

—¿Quién dice eso?

—La monarquía.

—Oh...

—Si, oh.

Se quedó unos minutos pensativo. Como si tratara de buscar una solución, cosa que no había, pero él lo intentaba. A mí no me costaría quitarme el tatuaje, digo, es un tatuaje. ¿le tomé cariño? Tal vez. ¿quiero hacerme otro que sea más pequeño y en alguna parte de mi cuerpo donde no se vea? Si. ¿Quiero que Harald se haga uno conmigo? Si. ¿pasará? No.

Cambiaré las reglas.

—¿Cómo piensas hacer eso?

—Puedo hacerlo...

—No, no puedes. Oh, ahora que lo pienso, es la única cosa que no puedes hacer, cambiar las reglas.

—Claro que puedo.

—Cambiar las reglas que han estado por años siendo cumplidas por los reyes más grandes del mundo solo porque tu novio se hizo un tatuaje en la espalda, creo que es una excelente idea.

—Estás siendo exagerado.

—Estoy siendo realista. Cambiar esas reglas es imposible, están escritas en piedra.

—En realidad están escritas en...

—Es un decir, Harald.

—Oh...

—Si, oh.

—Esto de no poder hacer una cosa no me está gustando.

—Bienvenido a mi mundo.

—Tú puedes hacerlo si quieres.

—No esto. Me lo quitaré la semana entrante, me haré otro más pequeño en algún lugar de mi cuerpo donde nadie pueda visualizarlo, en mi pie... tal vez. No lo sé.

—No quiero que te lo quites.

—Dame una razón.

—Es que es muy sexy.

—Decir sexy estando encima mío no es una buena idea.— miré hacia abajo. Harald también miró.

Oh...

—Si, oh.

Se quitó recostándose al lado mío apoyando su cabeza en su mano, presionando su mejilla. Yo solo giré un poco mi rostro.

No quiero que cambies solo por esas reglas.

—No puedo dejármelo, tú lo sabes perfectamente. Y solo es un tatuaje...

—Pero tiene una corona y es super sexy.

—Ok, basta de decir sexy.

Harald se recostó en mi pecho. Dejé que lo hiciera abriéndole paso bajo las sábanas y tocando su espalda por encima de la tela delgada.

Lo siento.— me dijo en un susurro.

—No te disculpes por eso.

—Me siento culpable.

—No lo eres

—No quiero que cambies.

—No lo haré.

—Lo estás haciendo.

—Solo es un tatuaje. Me haré otro menos visible, deja de preocuparte— besé una parte de su cabeza.

No cambiarás, ¿verdad?

—No... no lo haré.

Harald levantó un poco su cabeza para verme. Le sonreí y se quedó más tranquilo. Después de unos segundos me besó en mis labios, y luego de unos pocos minutos donde Harald me contaba sus planes durante su semana en Los Ángeles, nos quedamos dormidos.

Mañana sería un gran día.

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

/Autora
Esas reglas escritas en piedra serán un problema. Sólo digo eso.

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