Una parada en Colonia Basilia

By antoenletras

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Un desperfecto en su camión de carga lleva a Tadeo a pasar un fin de semana bastante peculiar. Nunca imaginó... More

Prólogo
1 - Bienvenidos a Colonia Basilia
2 - En medio de la ruta
3 - Un rincón lleno de vida
4 - Con más carisma que habitantes
5 - Una gran familia recibiendo visitas
6 - Con espíritu de turista recién llegado
7 - De rincones especiales
8 - Y una gran historia detrás
9 - Un lugar llamado hogar
10 - De conexiones inexplicables
11 - Y fuertes impulsos
12 - Un mundo por conocer
13 - Con pasados que son ruinas
14 - Y futuros que se encienden
15 - Un latido en común
16 - Un sentir desafiante
17 - Y confesiones que conectan
18 - Soltar el control
19 - Un antes y un después
20 - En el comienzo de un sueño
21 - Abriendo las puertas al futuro
22 - De la mano del amor
23 - Y de las nuevas oportunidades
24 - Un nuevo presente y un futuro que asoma
25 - El frío del mañana
26 - El quiebre del presente
27 - Y el refugio del ayer
28 - Una promesa
29 - Y una despedida
30 - Una lógica que duele
31 - Una decisión que acecha
32 - Y lo inesperado de la vida
33 - Amando a destiempo
34 - Latiendo a lágrimas
35 - El después del adiós
36 - Los nuevos comienzos
37 - La magia de la vida
39 - Un lugar, un hogar
40 - Colonia Basilia
Agradecimientos
Nota de autor
Epílogo

38 - Apostar al latido

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By antoenletras

Los días siguientes fueron un tanto raros para Olivia. Valedai parecía latir de un modo diferente.

Sabía que, a unos pocos kilómetros de distancia, en la misma ciudad, había dos corazones reencontrándose después de años de compartir un mismo recuerdo.

Estaba al tanto de la situación gracias a Griselda que solía escribirle breves mensajes cuando salían juntos.

"Estoy feliz en un rato iremos a pasear" le escribió un día y Olivia sonrió. Parte de su sentir volvía a confiar gracias a la experiencia de ellos dos.

Igor había empezado a trabajar. Habían hablado el lunes, luego de su primer día, y parecía estar muy conforme con el lugar. Igualmente, eso hacía que no pudiera actuar de chofer para Waldo, así que Griselda solía ir en taxi hasta el apartamento y de allí emprendían el paseo juntos.

Olivia aprovechó esos días para estudiar. Pato también estaba en época de exámenes así que solían reunirse en algunos momentos del día en la mesa del comedor. Se hacían compañía en silencio, cada tanto compartían alguna charla y luego volvían a concentrarse en sus hojas.

El fin de semana Igor viajó a buscar a su padre y el resto de cosas que debía traer al apartamento. Tal y como había dicho Waldo, regresó a Colonia Basilia en ese viaje.

El sábado por la mañana, Griselda llamó a Olivia.

—¿Tienes tiempo libre hoy? —le dijo después de preguntarle cómo estaba—. Me gustaría que vengas a almorzar o a cenar.

—Estoy estudiando, pero puedo ir. ¿Te parece al mediodía?

—Bueno, cariño. Te espero con una rica comida.

Olivia cortó con una sonrisa. Amaba esas invitaciones.

Estudió un rato más y luego se dio una ducha para salir hacia la casa de Griselda.

Ella la recibió con un abrazo y un rico aroma a comida.

—¿Cómo estas Griselda? —le preguntó Oli tomando asiento.

—Como en una película —rio ella—. Es increíble lo que ha pasado.

—La verdad que sí. Parece sacado de una película.

—Siento que hemos conectado como hace cincuenta años atrás.

Cincuenta años, toda una vida.

—Quienes conectan una vez, conectan para siempre —dijo más para sí que para ella.

—Pienso igual.

—¿Y qué harán?

—Iré a visitarlo. Algún día de estos... Quiero conocer Colonia Basilia. Me ha hablado maravillas de ese lugar, al igual que tú y Tadeo. Algo de magia debe tener.

Y por alguna razón, todos los caminos parecían terminar o empezar en Colonia Basilia.


***


Los días siguientes la vida continuó de manera normal. O lo más normal que podía mientras las decisiones de todos creaban nuevos caminos.

Olivia continuó con sus exámenes, los cuales pasó con buenas notas y la motivó a continuar viviendo la experiencia.

Igor empezó una nueva vida en la ciudad, con su padre, intentando organizar el trabajo y el tratamiento de la enfermedad de él.

Camila llegó a las pocas semanas, con varios currículums bajo el brazo y muchas ganas de empezar a trazar su propio camino.

Esa misma semana, Griselda tomó un colectivo hacia Colonia Basilia. En ese viaje, decidieron que esa vez no se perderían. Waldo la visitaba algunas veces, ella viajaba otras... Hasta que finalmente, una noche mientras comía pastas junto a Olivia, Griselda le dio la noticia.

—Me mudaré a Colonia Basilia.

Por alguna razón, aquellas palabras no causaron mucha sorpresa en ella. Era como si en algún momento hubiera asumido que tarde o temprano pasaría.

—Siento que la vida me regaló una nueva oportunidad por haber desperdiciado la primera. Y esta vez no quiero tener miedo. Creo que me arrepentí gran parte de mi vida de no haberlo seguido, y ahora que está acá de nuevo... Sé que mi corazón quiere ir con él.

—Griselda, es la mejor decisión que puedes tomar. Mereces seguir a tu corazón y los dos merecen ser felices con esta nueva oportunidad. Además, se ve desde afuera lo bien que se hacen estando juntos. Los dos parecen haber ganado juventud.

La mujer la miró en silencio y poco a poco, fue formando una sonrisa en su rostro. Se puso de pie y la invitó a un abrazo... Un abrazo que en cierto sentido las unía, en dos épocas diferentes, sabiendo lo que era amar a la distancia y arriesgar.

—Extrañaré nuestros almuerzos y cenas —le dijo Griselda cuando volvió a sentarse.

—Yo también, no imaginas cuánto. Pero ahora tengo un motivo más para visitar Colonia Basilia.

—Nosotros también vendremos.

—Me encanta que hables en plural.

Griselda pareció tomar conciencia de la importancia de aquella palabra y sonrió.

Olivia pasó los siguientes días ayudándola a armar el bolso. En su mudanza anterior se había despojado de muchos objetos personales y en esta ocasión, decidió dejar muchos otros.

—Cierto grado de desapego es importante —le dijo mientras guardaba unos libros para donar a la biblioteca—. Te aporta un poco de libertad.

Oli la observó en silencio. Deseaba que su vida alcanzara para poder aprender todo lo que aquella mujer parecía haber tomado como lección en la vida.

La madrugada en la que Griselda viajó, Olivia la acompañó hasta la estación y se quedó allí hasta que el bus se perdió en el horizonte. Luego tomó asiento, reposó su cabeza contra la pared y cerró los ojos.

Aquel viaje era el acto de valentía que estaba destinado a suceder en un tiempo diferido, pero mágico al fin. Quería creer que todo tenía una razón de ser. Para ellos dos, y para ella y Tadeo también.

Su celular vibró en su bolsillo y eso la alejó de su momento de tranquilidad.

"Así que Waldo y Griselda... Quien lo hubiera pensado."


El mensaje se dibujaba en la pantalla de su celular, silencioso, pero avasallante. Esas letras coronadas por su nombre tuvieron el poder suficiente para desestabilizar todo su momento. Y es que desde que aquello hizo presencia, todo pareció comenzar a latir de nuevo.


"La vida con sus vueltas y sus nuevas oportunidades" tipeó casi sin pensar.

El siguiente mensaje llegó de manera instantánea.

"Linda suerte esa..."

"La verdad que si, no todos la tienen" hizo una mueca mientras escribía.

"No se tu, pero yo tengo comprados casi todos los boletos para ese premio"

"Y yo tengo los otros que le faltan a tu casi todo"


Después de ese mensaje se hizo una pausa. Una pausa que fue acompañada por la sonrisa de ambos que poco a poco empezó a desvanecerse. Es que la realidad tenía ese poder tan fuerte de apagar cualquier ilusión hecha palabras. Ninguno podía olvidar que había un océano y cien miedos en medio.


"No te he escrito porque no sabía que tan bueno sería" le dijo Tadeo.

"Lo mismo yo, pero se de ti por Griselda"

"Igual yo. Griselda parece ser nuestro puente."

"Ojalá lo siga siendo. Lo necesito."


Oli suspiró. Deseaba no necesitar puente, deseaba que amar no doliera tanto y deseaba que la vida les diera esa oportunidad que parecía tener guardada para algunos.

Deseaba muchas cosas, pero muy pocas parecían posibles en aquel instante.

Ambos se quedaron mirando la pantalla de su celular, sin salir del chat, viendo como los minutos se escurrían entre sus dedos. De un lado, empezando la noche y del otro, llegando a la claridad del día.


"Te quiero Oli. Espero que sigas bien."


Aquellas palabras fueron como una lanza directo al corazón para Olivia. Por un segundo, esperó que aquella charla tomara otro rumbo. Uno que no doliera, uno que los acercara más, uno que creara una realidad diferente donde amarse fuera algo posible.


"También te quiero Tadeo."


Tadeo recibió aquel mensaje como un regalo, como un bálsamo para tanta turbulencia. Observó la pantalla como esperando algo más, pero Olivia se desconectó.

Ambos sabían que aquel contacto traería consecuencias, porque todo empezó a estar revuelto desde que las letras se apagaron. Todo lo que habían intentado sanar, parecía haber vuelto a brotar con más intensidad.

Pero en el fondo, aquel nuevo sufrimiento tenía unas gotas de paz: a pesar de todo, se seguían queriendo. Y eso era lo fundamental. Porque aquella sería la bandera de su batalla. Sabían que la vida los escucharía si gritaban con amor.

Confiaban en eso. Y esa esperanza los mantuvo en pie. 


***

¡Hola!

Quiero contarles que estamos muy muy cerca del final.

Espero que estén disfrutando de la lectura ♥

Los leo en comentarios y nos vemos el próximo sábado con el capítulo 39.

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