Lejos de casa, cerca de ti. ©

Von Alba_t_bbbbb

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¿Qué harías si tu hermana mayor decide casarse en tu ciudad natal y comunicártelo tan solo un mes antes? Eso... Mehr

Prólogo
Familia.
PLAYLIST!
Capítulo Uno.
Capítulo Dos.
Capítulo Tres.
Capítulo Cuatro.
Capítulo Cinco.
Capítulo Seis.
Capítulo Siete.
Capítulo Ocho.
Capítulo Nueve.
Capítulo Diez.
Capitulo Once.
Capítulo Doce.
Capítulo Trece.
Capítulo Catorce.
Capítulo Quince.
Capítulo Diecisiete.
Capítulo Dieciocho.
Capítulo Diecinueve.
Capítulo Veinte.
Capítulo Veintiuno.
Capítulo Veintidós.
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro.
Capítulo Veinticinco.
Capítulo Veintiséis.
Capítulo Veintisiete.
Capítulo Veintiocho.
Capítulo Veintinueve.
Capítulo Treinta.
Capítulo Treinta y uno.
Capítulo Treinta y dos.
Capítulo Treinta y tres.
Epílogo.

Capítulo Dieciséis.

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Von Alba_t_bbbbb

Italia.

Becca.
— ¿Te aburres? —Pregunté con la cabeza apoyada en el sofá, mirando al techo.

—Yap. —Contestó al instante en la misma posición que yo, pero en la otra punta del sofá.

—Yo también...

— ¿Ponemos un caso de esos? —Sugirió, girando la cabeza para mirarme.

— ¿Quieres ver un caso serial con una niña presente? —Me giré también a verle.

—Pero ya has visto otros ¿No? —Bromeó y le miré mal. —Bueno, pues propón algo mejor. —Volvió a mirar al techo.

—Mmm...Tengo hambre.

—Oh sí, vamos a ver ese canal. —Ironizó.

— ¿Sabes cocinar? —Pregunté interesada.

—No pienso hacerte la cena. —Contestó al instante.

— ¡Venga ya! Estoy manca, lo único que puedo hacer es...Nada. —Me quejé.

— ¿No decías que podías hacerlo todo tu solita?  —Me reprochó mirándome divertido.

—Y puedo. —Le miré con el ceño fruncido. —Menos cocinar, hacerme una coleta, llevar a Ada en brazos, escribir correctamente... ¿Continuo? —Le miré mal.

—Dios mío...Bien, ¿Qué quieres? —Rodó los ojos y se levantó.

—Mmm... ¿Puedo elegir y todo? —Le seguí a la cocina, interesada.

—Sí, pero tampoco te flipes. Que tengo que hacer la cena de los tres. —Me miró de reojo mientras abría la nevera.

—Eh...Quiero...—Me senté en la isla y lo pensé bien, pocas veces me hacían la cena siendo la mediana.

—Es para hoy, Becca. —Se quejó.

—Es que no sé, ¿Hamburguesa? —Le miré y él comenzó a sacar lo necesario. — ¡No, pasta! —Se me ocurrió. —No, no, espera, mejor lasaña. —Asentí. —Sí, la lasaña. —Él me miraba con los brazos cruzados. — ¡O sopa! —Dije entusiasmada.

—Becca...—Me miró cansado.

— ¿No quieres sopa? Bueno, pues pasta. —Me encogí de hombros. —Oh, no. ¡Mejor comida china! Mierda, eso hay que pedirlo...—Hice un mohín. —Mmm...Entonces lasaña. —Hablé convencida.

— ¿Lasaña? —Preguntó para corroborar.

—Bueno, no sé, ¿A ti que te apetece? —Apoyé el cuerpo sobre la isla.

—Me da igual, Becca. Pero decídete de una vez. —Cerró los ojos, cansado.

—Pero es que no soy buena tomando decisiones. —Le expliqué. —Una vez, me dejaron elegir peli en casa y terminaron todos dormidos mientras yo seguía buscando una... —Le conté.

—Vale, recuérdame no dejarte elegir peli nunca. —Me pidió y miró el frigo de nuevo. —Voy a hacer pizza. —Anunció.

—Perfecto. —Le sonreí y me levanté a poner la pastilla.

—Sé que quieres ayudar, pero estás en medio. —Se quejó al verme cerca suya.

—No es eso, tengo que poner la pastilla en agua para tomármela después de cenar. —Le expliqué mientras ponía la pastilla sobre una cuchara con agua.

— ¿No sabes tragártelas? —Me miró mientras estiraba la masa de la pizza.

—Claro, solo que me gusta deshacerla para poder saborearla mejor. —Ironicé mirándole mal.

—Asique no sabes...—Se burló.

— ¿Me haces un favor? —Apoyé la cadera sobre la encimera y me giré hacia él. — ¿Puedes callarte y solo hablar cuando esté la cena lista? —Le sonreí falsamente.

—Lo que la señorita diga. —Ironizó sonriéndome igual de falso.

—Mucho mejor. —Le palmeé el brazo y fui a la habitación de Jess y Dante seguida de Ada. —A ver que podemos ponernos...—Rebusqué por el armario como pude. —No, Ada, no tires eso. —Le pedí, pero le dio igual y lo hizo igualmente. —Dios... ¡Gracias Ada! —Ironicé y ella se río.

Agarré una camiseta grande de una banda que ni conocía y me la intenté colocar sobre la mía, pero no podía sola. Como era de esperar.

—Ada, ayúdame. —Le pedí con la cabeza incrustada dentro de la camisa, ella se apoyó en mi pierna y comenzó a morderme. —Auch, ¡No, Ada! ¡No se muerde! —Me moví dolorida. —Ay, ay, ay, ¡Niña mala! —Le reñí y oí su risa, porque no podía verla. —¡Ada, por dios! —Lloriqueé sin saber que hacer.

— ¿Estás...? —Oí la voz de Logan.

— ¿Bien? —Murmuré desde dentro de la camiseta. —No, no lo estoy. —Hablé desde dentro de la camiseta.

—Joder, ¿Necesitas ayuda o es que vas a apuntarte al circo del sol? —Bromeó mientras se reía.

—Logan...Si quieres seguir viviendo, quítame a la niña de encima. —Dije cabreada.

—Bueno, como comprenderás, no creo que estés en la posición de pedirme nada. Teniendo en cuenta que tienes una niña de casi cuatro años mordiéndote la pierna y una camiseta, que por cierto es mía, atascada en la cabeza.

— ¡Logan! Me estoy haciendo daño en el brazo, ayúdame. —Seguí moviéndome.

—Está bien, ya voy. —Se acercó y noté como quitaba a Ada de mi pierna. —Ada, ¿A que me traes al oso Polo? —Le pidió.

— ¡Chi! —Le contestó ella y salió disparada a su cuarto.

—Bien, a ver como puedo quitarte esto sin hacerte daño...—Agarró la camiseta.

—No me hagas daño, por favor. —Le supliqué.

— ¡Lo estoy intentando, Becca! —Suspiró. —A ver, pasa este brazo por aquí. —Me pidió, pero aun así fue él quien lo sujetó y lo estiró hasta que pasó por la manga. —Bien, ahora queda lo difícil...—Anunció.

—Rápido, Logan, me estoy agobiando aquí dentro. —Respiré con irregularidad.

—Joder, vale. —Se quejó y oí como una tela se rompía.

— ¿Qué ha sido eso? —Me asusté. —No habrá sido mi camiseta ¿No? Que es mi favorita, Logan. —Lloriqueé mientras él me pasaba la cabeza por el cuello de la camiseta. — ¿Qué ha pasado? —Miré hacia abajo.

—Nada, he tenido que romper la camiseta para poder pasar tu brazo, que pareces Terminator. —Se pasó una mano por el pelo.

—Pero...Has roto la manga. —Miré la manga de su camisa rota.

—Ya, es lo que acabo de decir. —Dijo obvio.

—Pero era tuya. —Le miré.

—Da igual, a ti te queda mejor. —Me aseguró encogiéndose de hombros.

— ¿Me acabas de lanzar un piropo? ¿Tienes fiebre o algo por el estilo? —Bromeé.

—Puede, pero tengo hambre y aún le falta un rato a la pizza. —Me miró de reojo mientras bajábamos a la planta de debajo de nuevo.

—Hay que darle de cenar a Ada, que lo sepas. —Le seguí.

— ¿Querrá pizza? —Me preguntó.

—Tiene tres años, animal. —Le miré mal. —Jess le ha dejado puré o algo así. —Le informé mientras me acostaba en el sofá otra vez.

— ¿Y tú no piensas hacer nada? —Retrocedió para mirarme.

—Estoy cansada, he hecho mucho esfuerzo allí arriba. —Enchufé la tele sin siquiera mirarle.

—Claro, siempre estás cansada, y soy yo el que se encarga de todo, así no se puede. —Sonó como un marido.

—Pues a lo mejor deberías habértelo pensado antes de firmar. —Le seguí el rollo, él me miró de reojo y se fue a la cocina ofendido. — ¡Tráeme las patatas! —Le pedí desde el sofá y me las tiró a la cabeza. —Imbécil...—Susurré.

— ¿Imbécil? —Repitió Ada a mi lado.

— ¿Eh? No, no, tú no puedes decir eso. —Negué con la cabeza y ella miró la bolsa de patatas. —Si te doy patatas... ¿Prometes no volver a decirlo? —Negocié y ella asintió con energía. — ¡Trato hecho! —Le di un par con una sonrisa inocente.

— ¿Acabas de negociar con una niña pequeña? —Logan volvió al salón con un plato de unos dibujos animados en la mano a juego con el vaso.

—Aww, ¿Me has hecho la cena? —Bromeé intentado agarrarlo.

—Quita tus manazas del plato, que al final lo tiras. —Lo separó de mí. — ¿Quieres cenar, Ada? —Se acercó a ella.

—Ah, muy bonito. Invitas a otra a cenar en mi cara...Si ya no me quieres, solo dímelo. —Fingí estar ofendida.

—Que dramática eres... ¡Solo es una cena! —Se justificó.

— ¿Sí? Pues quiero dársela yo. —Me incorporé con el ceño fruncido.

—Pues vale. —Dejó el plato y el vaso en la mesa y cambiamos los sitios.

—Eh... ¿Puedes sentarla en la trona? —Le pedí en voz baja.

— ¿No decías que podías sola? Adelante...—Se cruzó de brazos, divertido.

—Logan. —Le miré mal, él rodó los ojos y la sentó en la trona. —Gracias. —Le sonreí falsamente.

—Continúa...—Cambió de canal y puso un caso serial.

—Logan...—Le reñí mientras agarraba, como podía, una cucharada con mi mano izquierda.

— ¿Qué? Sino se va a enterar de nada. —Se encogió de hombros.

—Como esta noche se despierte, serás tú el que duerma con ella. —Le advertí y acerqué la cuchara a la boca de Ada. —Abre la boquita...—Le pedí con la mía abierta.

—Sabes que la que tiene que abrir la boca es ella ¿No? —Se burló.

—Tú a lo tuyo. —Le miré mal.

—Es que están pasando la intro...—Puso uno de sus brazos tras su cabeza y se apoyó.

—Sabes que puedes pasarla ¿No? —Le miré de reojo mientras le daba otra cucharada a Ada.

—Pero me gusta verla. —Dijo obvio. —Y tú a lo tuyo. —Repitió mis palabras. —Oh, ¿Puedo probar el pintauñas?

— ¿Conmigo? Ni se te ocurra. —Me negué.

— ¿Por qué no? Es un color muy bonito. —Frunció el ceño mientras bebía de su cerveza.

—Sí, el verde moco es precioso, la verdad. —Ironicé mientras le daba de cenar a Ada.

—No es verde moco, es verde esperanza. —Se justificó.

—No sé ni como has podido decir eso sin reírte. —Le miré divertida.

—Ni yo la verdad, me he dado grima. —Fingió un escalofrío. —Bueno, ¿Puedo o no? —Me miró inocente.

—Vas a ir a por él diga lo que te diga ¿Verdad? —Le miré de reojo.

—Sí. —Se levantó con una sonrisa de niño pequeño y rodé los ojos.

••••••

—Podrías intentar pintar en la uña al menos. —Me quejé viendo que casi me pintaba la mano entera.

— ¿Qué te crees que intento? —Habló muy cerca de mi dedo, concentrado.

—Pues inténtalo con más ganas. —Le pedí de mala gana y me miró mal.

—Y ¿No te pica? —Bebió cerveza y siguió con su obra.

—Como no te imaginas. —Le aseguré.

—Yo me metía un lápiz o una regla por la escayola. —Comentó mientras pintaba mi dedo índice.

—Que asco, Logan. —Le miré asqueada mientras comía patatas.

— ¿Qué? Era supervivencia. —Se justificó con obviedad.

—Espero que tiraras esa regla. —Dije medio divertida medio con asco.

—Se la regalé a mi primo en navidades. —Me robó patatas.

— ¡No puede ser! —Me reí.

—Hala, que conste que ha sido tu culpa. —Aclaró mirándome la mano.

—Joder, Logan. —Le miré entre divertida y cansada.

—Pero si ha sido tu culpa, tú te has reído. —Me echó la culpa mientras se reía.

—Pero tú me has hecho reír. —Agarré una servilleta para limpiarme la pintura del dedo.

— ¿Me dejas darle el toque final? —Me pidió como un niño pequeño.

—Pues nada, de perdidos al rio...—Dejé que hiciera lo que quisiera.

••••••

—Mmm...A quedado precioso, mira. —Se separó de mi escayola al fin.

Leí el mensaje que había puesto en ella: "Eso te pasa por manca. Cosas de aries, no lo entenderías." Sonreí al verlo.

—Te has acordado...—Sonreí con sinceridad.

— ¿Has visto? Te he dicho que estoy cambiando. —Dijo orgulloso y mi sonrisa se pronunció aún más.

—Sí, pero sigues escribiendo Aries en minúscula. —Le reproché divertida.

—Nada de lo que haga te parece suficiente, ¿Verdad? —Fingió estar ofendido.

—No quería decirte que sí, pero sí. —Sonreí inocentemente y él me miró mal.

Dormire. —Ada se frotó el ojo con la mano.

—Creo que tiene sueño.  —Anuncié mirándole.

— ¿Tú crees? —Ironizó él, riéndose .

—Hay que acostarla. —Comenté con la boca llena.

—Te dejo los honores...—Me sonrió inocente.

—Ja, ja, ya sabes que no puedo. —Le sonreí falsamente y él se mordió el labio, divertido.

—Está bien, yo lo hago. —Se levantó divertido y desapareció por el pasillo con ella en brazos.

— ¡Lávale los dientes, eh! —Le recordé mientras caminaba a la cocina con los platos de Ada.

Él volvió cuando me estaba lavando la mano.

—Ha caído redonda. —Agarró una cerveza de la nevera.

—Normal, los mordiscos le han costado mucha energía. —Ironicé, secándome la mano con un trapo.

—Habrá sido eso, sí. —Escondió la risa bebiendo cerveza. —La pizza está ya. —Dejó el botellín en la encimera e intenté agarrarla, pero él la pilló primero.

—Pero ¿Qué haces? —Le miré mal.

—Estás tomando calmantes. Las pastillas y el alcohol no son la mejor combinación. —La apartó de mí.

—Odio mi vida. Y a ti. —Añadí agarrando la botella de agua y yendo al salón de vuelta.

—Wow, tu optimismo llena la casa. —Ironizó siguiéndome con la pizza en la mano.

••••••

—Cien por cien que es el padrastro. —Opiné mientras masticaba.

—No, es la madre, segurísimo. —Habló Logan a mi lado.

— ¿Nos apostamos algo? —Propuse y él me miró interesado. —Si es el padrastro...Me das un trago de tu cerveza. —Él me miró con las cejas alzadas. —Y si ganas tú... —Lo pensé.

—Me das un beso.

— ¿Qué? ¡No! —Me reí nerviosa.

— ¿No estabas tan convencida? —Entrecerró los ojos, divertido.

—No voy a besarte. —Sentencié.

— ¿Por qué no? Es solo un beso, no nos vamos a casar. —Se encogió de hombros.

—Pide otra cosa. —Le miré mientras bebía agua.

—Mmm...No, me tienes que besar. —Sonrió.

—Te diviertes ¿Eh? —Le sonreí falsamente y me levanté a recoger. —Ayúdame, anda. —Le pedí mientras avanzaba hacia la cocina.

—Venga, es un piquito de nada. —Me siguió a la cocina con los platos en la mano.

—Que no te voy a besar, Logan. —Tiré las sobras a la basura.

— ¿Pero por qué? Una apuesta es una apuesta...—Dejó los platos en el fregadero.

—Porque no tengo una razón contundente para hacerlo. —Me encogí de hombros, divertida.

—Asique si la tuvieras, ¿Sí me besarías? —Me miró divertido, yo abrí y cerré la boca sin emitir ningún sonido.

—No te pienso contestar. —Negué con la cabeza.

—Me lo tomaré como un sí. —Me sonrió orgulloso, rodé los ojos.

—Friega los platos. —Ordené.

—Hay una cosa que inventaron hace poco para que los platos se limpien solos, ¿Lo conoces? Se hace llamar: Lavaplatos. —Ironizó.

—Pues dile al famoso lavaplatos, que no le vamos a poner para lavar dos platos y un vaso. —Le sonreí falsamente mientras volvía al salón.

— ¡Eh, eh! Vuelve aquí. —Me llamó Logan como si fuera mi madre. Rodé los ojos y volví.

— ¿Qué? —Dije seca.

—La pastilla. —Ordenó y yo me acerqué con pesadez a él.

—Peor que mis padres...—Suspiré poniéndome frente a él.

—Abre. —Pidió.

—Ya que me lo pides por favor...—Ironicé y él me miró mal. Rodé los ojos y abrí la boca.

Introdujo la cuchara en mi boca y estiró de ella para que la soltara, puse cara de asco al comenzar a notarle el sabor.

—Ni se te ocurra escupirla. —Me advirtió acercándome la botella de agua a la boca y tragué lo antes posible. —A ver. —Me pidió que volviera a abrir la boca y lo hice. — ¿Ves? ¿A que no era para tanto? —Dejo la cuchara en el fregadero y puso un trozo de chocolate frente mí. —No tenia piruletas. —Se encogió de hombros y yo sonreí.

—Esto está mejor. —Me reí y le robé el chocolate de la mano.

—Bueno, voy a lavar los platos...Termina el caso y luego me cuentas. —Me miró de reojo mientras se remangaba las mangas de la sudadera negra.

—O....Puedo quedarme y hacerte compañía. —Propuse y me senté sobre la encimera. 

— ¿Tienes que hacerlo? —Hizo un mohín y me bajé de la encimera para irme. —Era broma, puedes quedarte.

—Vaya, ahora que el señor me lo ha ordenado, mejor me quedo. —Ironicé mirándole mal y él se río.

—Si, no vaya a ser que decidas ponerte una sudadera. —Se burló mientras lavaba.

—No hace gracia, es horrible no poder hacer nada por ti mismo. —Fruncí el ceño.

—A mi me lo vas a decir. —Le miré curioso. —Estuve el verano con la pierna escayolada y tu hermana no me dejaba solo en ningún momento. —Se quejó.

—Así es Jess, ¿Qué te pasó? —Robé otro trozo de chocolate sin que se diera cuenta.

—Me caí mientras iba en skate y rodé calle abajo. —Me explicó y no pude no reírme. —No te rías, que tú tropezaste con tu propio pie y te rompiste un brazo. —Me reprochó.

— ¡Eh! Solo yo puedo burlarme. —Fingí ofenderme y a él no se le ocurrió mejor idea que tirarme agua, me bajé con rapidez de la encimera. —Pero, ¿Se puede saber que haces? —Me miré la ropa.

—Darte motivos para ofenderte. —Se río y le miré mal.

Avancé hacia él y puse la mano sobre el grifo y el agua salió disparada para todos lados, incluidos nosotros.

— ¡Becca! —Intentó pararme, pero me aparté para que cuando se acercará se calara entero. Y eso pasó; Su pelo chorreaba y había oscurecido, sus vaqueros negros tenían gotas por todos lados igual que la sudadera. —Becca, para, vas a mojar toda la puta cocina. —Intentaba cerrar el grifo con dificultad mientras se reía.

— ¿No querías guerra? —Le sonreí inocente. —Pues toma guerra.

—Vale, vale, ya. —Me agarró de la cintura y me hizo girarme hacia él.

De forcejear con él, mi respiración era irregular y ahora más. Mi cara quedaba a la altura de sus labios y mis ojos, sin aviso previo, bajaron a los suyos.

—Era la madre. —Me relamí los labios.

— ¿Eh? —Habló él mirándome a los labios.

—Que si, que lo mató la madre...

No me pasó nada por la cabeza cuando atrapé sus labios con los míos y lo besé, ni cuando me lo siguió al instante, ni cuando acaricié la parte trasera del pelo, ni cuando lo acerqué aún más a mí, ni cuando sus manos se posaron en mi cuello y espalda. No pensé en nada, ni siquiera en Kora diciéndome que no lo hiciera, nada. Por primera vez en mucho tiempo, simplemente me dejé llevar.

Pero el destino no estaba de mi parte esa noche...

— ¿Mamma? —Lloriqueó Ada desde el pasillo.

— ¿Has escuchado eso? —Logan se separó y habló con la voz irregular.

—Mmm...No. —Volví a besarlo y él me lo siguió.

— ¿Papi? —Oí sus pasitos.

Mierda, Ada.

—Dime que eso sí lo has oído. —Me miró a centímetros de mí.

— ¿El que? —Me hice la loca y él se separó de mí para ir a ver. —No, pero no...Vayas...—Eché la cabeza hacia atrás.

—Es Ada, voy a dormirla y vuelvo rápido. —Habló Logan desde el pasillo y yo me quise morir.

Todo lo que no me había pasado por la cabeza hacia tan solo unos minutos, se me vino en ese momento...

—Mierda, Bec. —Susurré para mí misma, cerrando los ojos con fuerza.

Fruncí el ceño cuando pasaron los cinco minutos, se me pasó el calentón cuando pasaron los diez y me preocupé cuando ya había pasado veinticinco minutos. Caminé con pies de plomo hasta la habitación de Ada y abrí con muchísimo cuidado...

— ¿Logan? —Susurré buscándolo por la habitación.

Suspiré cuando me lo encontré junto a Ada en su cama, los dos dormidos plácidamente. Hice un mohín, apagué la luz de la mesita de noche y volví a cerrar la puerta...

Ese, ese era nuestro destino.

𖡼.𖤣𖥧𖡼.𖤣𖥧
¡Hola, gentecilla guapa! ¿Como estáis? Supongo que bastante emocionadas por este beso Belogan jejejjje.
¿Que consecuencias creéis que tendrá esto?

Bueno, espero que estéis bien, yo estoy un poco baja de ánimos pero bueno :)) No todos los días se puede estar bien, supongo jbsjs.

Espero que paséis un buen finde y lo disfrutéis mucho <3

¡Os quiero mucho, gentecilla guapa!

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