Kill My Mind | L.S

By tmlnsnstyles

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Louis Tomlinson, un alfa independiente. Harry Styles, un omega descarado. Una de las empresas más importantes... More

PRÓLOGO
1. OLOR
2. CAFÉ
3. BORRADOR
4. CONFIAR
5. AGRADECER
6. ORGULLO
7. NERVIOS
8. VOLUNTAD
9. CANELA
10. BIENVENIDO
11. REUNIÓN
12. ADOLESCENTE
13. FONTANA
14. SERPIENTE
15. OPORTUNIDAD
16. CONTROL
17. CAMBIO
18. CINE
19. INTRUSIVO
20. PASADO
21. MEDICINA
22. FEBRIL
23. TITANIC
24. JARRÓN
25. CRISTAL
26. BAR
27. TERCIOPELO
28. FAMILIA
29. URGENTE
30. FISCHER
31. QUERER
32. BIRMINGHAM
33. PÁJARO
34. LIMÓN
35. RUIDO
36. GRACIAS
37. MARCA
38. PROFESIONAL
39. PROGRESO
40. NAVIDAD
41. SUCIO
43. MENTA
44. PASTEL DE MANZANA
45. QUÉDATE
46. PORCELANA
47. CARTA
48. MÍO
49. CAPRICHOSO
50. RUEGA

42. SANGRE

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By tmlnsnstyles

El invierno de ese año no había sido especialmente duro hasta el momento, aunque las previsiones pronosticaban nevadas en cuestión de días. Mientras atravesaba el parking del centro comercial, apretando los regalos contra su pecho que había comprado para cuando Louis volviese, Harry podía sentir el aire frío filtrándose a través de su abrigo oscuro.

Tendrá que empezar a vestirse más abrigado. Joder, odiaba el invierno. Si no fuera por la oportunidad de pasar un tiempo con Louis, Harry desearía que después de que terminara el otoño, el año pasara directamente a la primavera. Llevar enormes capas de ropa, un gorro de lana y una bufanda lo hacían sudar y lo odiaba.

Llegó a su coche, dejó las bolsas en el asiento del pasajero y salió del parking, maniobrando entre numerosos coches conducidos por otras personas desesperadas que inmediatamente comenzaron a discutir por el lugar vacío que había dejado, tocando el pito del coche con frustración y gritando insultos.

Ahora que estaba de vuelta en la calle, lejos del centro comercial abarrotado y el conjunto de frustración, Harry comenzó a calmarse. Cuando regresó a su casa quitó sus botas llenas de nieve que habían dejado el suelo de su coche lleno de humedad.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, Harry se apoyó contra ella, cerrando los ojos por un momento, sintiendo el dulce aroma fresco que aún había en su casa. Las feromonas de Louis habían sido tan fuertes que aún habiéndose ido hace tres días, el día 21 de diciembre, seguían persistiendo por su hogar. Era la noche de Navidad, y estaba algo molesto con el alfa porque había tenido que enterarse por Niall que era su cumpleaños.

Segundos después fue a su dormitorio, se quitó la camisa, los jeans y se arrojó sobre la cama, rodeándose de sus sábanas con el olor de Louis.

Tardó una media hora en escuchar la vibración de su teléfono sobre la mesita de noche, tras ponerse el pijama. Sonrió, sabía que era él, le había llamado cada noche. Pero cuando tomó el aparato entre sus manos, se dio cuenta de que era una videollamada, no una simple llamada de voz. Ahí sonrió más fuerte, presionando el botón verde. Su corazón se detuvo ante la imagen que lo esperaba en la pantalla.

Era la puerta de su casa, su maldita puerta en la línea de Louis. El micrófono estaba apagado, simplemente dejándolo adivinar lo que estaba sucediendo. Y con el corazón a rebosar, Harry prácticamente saltó del colchón, corriendo por su pasillo hasta abrir la puerta. Sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía creer que Louis realmente estaba haciendo esto.

—¡Ho, ho, ho! He tenido un pequeño problema, usted no tiene chimenea y no he podido entrar, ¿me permite, muchachito?

Efectivamente era Louis, su chico, disfrazado de Santa Claus en su puerta y fingiendo una voz demasiados tonos más grave que la suya propia. Harry estaba sonrojado hasta las orejas, no de vergüenza, sino de sorpresa. Quería abalanzarse sobre su novio y llenarlo de besos, decirle cuánto le había echado de menos y apretarlo en sus brazos, pero algo le decía que era mejor seguirle la corriente. Su olor era inconfundible, igual que su mirada.

Tuvo que contener la risa cuando le cedió paso, y él entró con una bolsa en el hombro a su salón. El disfraz era impecable, la barba blanca, el rojo aterciopelado traje con una barriga digna de Santa, y unos zapatos realmente tiernos y rojos. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes blancos, los cuales tomaban la bolsa.

—¿No debería ser un secreto su presencia, Santa? —Susurró burlonamente, dentro de su papel, Louis sonrió tiernamente y soltó la gran bolsa sobre el sofá del omega. El estómago de Harry se llenó en ilusión pensando en aue ambos habían comprado regalos para el otro.

—Con el chico más bueno de la Navidad puedo ser flexible.

Cuando Harry se acercó, percibió que su cuerpo estaba caliente, mucho más caliente que antes de irse a Doncaster. Trató de ignorar lo que su mente estaba pensando y se centró en su rol.

—¿Es demasiado tarde para pedir algo, Santa?

—Sus deseos son órdenes para mí, muchacho.

Harry aumentó su sonrisa mientras daba un paso hacia delante, automáticamente sus fosas nasales le confirmaron algo que se estaba, literalmente, oliendo.

—¿Puedo quitar su barba y darle un beso?

—Una propuesta un tanto subida de tono, muchacho, pero por ser usted creo que podré hacerlo.

Ambos rieron con el juego, con segundos después Louis quitando el molesto adorno de su rostro, animando a las pupilas del omega a volverse más oscuras cuando sus sentidos ya estaban nublados por los labios frente a él. Maldita sea, le había echado tanto de menos que era vergonzoso decirlo en voz alta.

Poniendo una mano en su nuca algo mojada por el sudor que probablemente daba el disfraz, Harry acercó la boca de su alfa a la suya, fundiéndose en uno tal y como había deseado hacer. El alfa soltó un gruñido de satisfacción, quitándose los guantes rápidamente para poder tocar la cintura de su omega con sus propias manos, atraerlo hacia sí mientras lo besaba con pasión. Al alejarse, el color negro se había apoderado en una gran parte del azul y el verde de sus ojos. Louis amaba el lado tímido de Harry, pero este nuevo aspecto de él...

Cuando inhaló, Louis se sintió abrumado por el aroma de Harry, incluso cerró los ojos y percibió el creciente aroma de canela. Llenó su pecho y calentó su cuerpo un poco más. Cuánto deseaba en este momento frotar su nariz contra las glándulas sudoríparas de su novio. El alfa dentro de él gruñó ante el olor de su omega.

Instintivamente, Louis alcanzó el borde del cuello de la camiseta de dormir de Harry y hundió la nariz en la suave tela. Con la mente enloquecida por las feromonas, se apoyó contra la mesa del salón, con los ojos cerrados y la camiseta todavía cerca de su rostro.

—¿Por qué nunca me has dicho que era tu cumpleaños hoy?

Esa suave voz en su oído le devolvió a la realidad, a pesar de querer seguir absorto en su adoración al omega frente a él. Cuando abrió los ojos se encontró con Harry mirándolo fijamente, sus suave mano aún en su nuca mandando escalofríos a su espina dorsal.

—En Doncaster celebrábamos las dos cosas el mismo día, no tiene impor...

—¿Cómo no va a tener importa el día que nació mi alfa?

—¿Tu alfa es Jesucristo? —Bromeó.

Harry estalló en una carcajada realmente sonora, pudo incluso despertar a todos los vecinos. El corazón de Louis se calentó observando a su chico echar la cabeza hacia atrás, lágrimas de diversión ocupando el lagrimal de sus bonitos luceros verdes. Louis estaba tan enamorado.

—Tengo tantas preguntas que hacerte. —Siguió riendo sin cesar, mirándole de arriba a abajo con ternura, dirigiéndose a su rostro para dejar en él dulces y cortos besos que a Louis le sentaron como dosis de calor por su sistema. Sentir los labios de Harry siempre fue así.

—Pues déjalas para otro momento, ahora quiero seguir con mi plan.

Realmente Harry no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, quería respuestas pero con tan sólo admirar la ilusión con la que su alfa se movía por el salón en busca de la bolsa, decidió hacerle caso.

—Antea de que te de un infarto, quiero que sepas que sí celebré la mitad de mi cumpleaños con mi familia, pero... También quise celebrarlo contigo y lo que queda de Navidad. Dijiste que nunca habías tenido una bonita vida y por lo tanto tampoco una bonita Navidad, y quiero que eso cambie. Quiero que tu vida sea feliz, llena de momentos que recuerdes y te saquen una sonrisa, ya no más lágrimas de tristeza. Sólo quiero sacarte esas que antes has sacado, de risa o felicidad. Quiero que seas feliz, Harry, y estoy dispuesto a hacer todo por lograrlo.

—Lou...

Sollozó, sin embargo su chico no le dejó terminar la frase cuando ya había sacado una pequeña caja de forma rectangular, envuelta con un bonito papel morado.

—¿Morado? —Sonrió abiertamente.

—Es tu color favorito, ¿no?

Las manos de Harry temblaron ligeramente alrededor del paquete, antes de abrirlo se estiró un poco para dejar un pequeño besito sobre esos labios finos que jamás se cansaría de besar. El portador de ellos recibió un fuego abrasador por sus venas ante eso, pero lo ignoró y se centró en el regalo.

—¡Oh Dios mío, las botas que vimos en Roma! ¿Cómo las has conseguido? ¿Cómo sabías que me fijé en ellas? ¿No te habrás gastado mucho dinero, no?

Louis sonrió tiernamente en su dirección, pero él no podía verlo ya que estaba demasiado entusiasmado mirando cada detalle de las botas marrones. Unas Chelsea Boots.

—Tus pupilas tomaron forma de corazones mirando al escaparate y te pasaste el viaje de vuelta mirando el catálogo por internet, cariño.

El labio inferior de Harry se formó en un tierno puchero, y se lanzó de nuevo a besar a su chico incontables veces, susurrando entre los besos "gracias" , "te quiero" y "eres el mejor". El siguiente vino en un tamaño más pequeño, parecía un sobre, por lo que lo abrió con manos temblorosas.

Dentro de él había un vale para un tatuaje, el coste el que fuera, simplemente un salvoconducto para poder hacer lo que quisiera en su piel. Louis realmente no sabía lo que eso significaba, Louis no sabía cuándo Harry empezó a tatuarse y el por qué, no sabía lo que él había pasado con Tom por ese tema y ahí estaba, demostrándole lo muy merecedor que era de ser llamado su alfa.

—Una noche dijiste que querías hacerte un tatuaje, pero no sabías lugares buenos cercanos y... Bueno, yo sí. Es el local dónde me los hice todos, lo lleva un buen conocido mío, Shawn. Estará encantado de conocerte y poner tinta en tu piel, créeme.

—Esto... Esto es increíble Lou, no sé cómo agradecerte esto. Eres el mejor.

El alfa sonrió, colocando su dedo índice en el mentón de su chico, acercándolo para darle un suave beso que le dejó al omega con el estómago revoloteando en miles de mariposas mientras abría el penúltimo, una cajita más grande que lo anterior pero aún así de color morado. Esos pequeños detalles que hacía que el corazón del ojiverde fuese tan descoordinado.

Al abrirla Harry encontró dos colgantes, uno con el Ying, el otro con el Yang. Louis sabía por la mirada de Harry que él conocía el significado de esto, también el por qué él lo estaba haciendo. Harry se levantó del sofá, únicamente para besar de nuevo a su chico con lágrimas de amor en los ojos, dejando la cajita sobre la mesa y centrándose únicamente en la sensación de paz que sus labios le daban. Louis sonrió en el beso, separándose para mirarle a los ojos.

—No quise regalarte un accesorio caro, sé bien que eso no te gusta. Encontré un puesto en Doncaster, en el puerto, donde unas pequeñas niñas omegas hacían collares con el detalle que quieras. Supuse que por el significado es lo que mejor nos define, dos polos opuestos como lo son un alfa y un omega, pero que están destinados a estar juntos.

El omega no pudo resistirse al sollozo que se le escapó de sus rellenos labios, tirando de él para besar su mejilla izquierda repetidas veces, provocando una sonrisa colosal cruzase el rostro del alfa. Al ambos colocarse mutuamente el colgante, se sonrieron con algo en sus ojos que las palabras no podrían describir, un sentimiento más allá del amor.

Por último había un sobre algo más grande del que había abierto anteriormente, pero igualmente envuelto en papel morado. Terminó de abrirlo con manos temblorosas y Louis a su lado mordiéndose las uñas. Dentro de él había una hoja con una dirección, y dentro del sobre una llave.

—Vi en tu informe presentado para entrar como becario en Deaktom que tenías un diseño de cómo querrías que tu casa fuese, así conseguiste tu puesto. Creo honestamente que tus ideas son muy buenas, Harry, y desde que empezamos nuestra relación he mandado a hacer tu diseño. Terminó de realizarse hace un par de días, y...

Harry, al borde de un ataque al corazón, paró las palabras de Louis. —Espera, espera, ¿que has hecho qué?

Sonriendo, le respondió. —Quiero empezar de cero contigo, esta casa es enorme para mí solo, y mereces más que un apartamento. El diseño exterior está modelado por mí, pero el interior es completamente tu diseño, ¿quieres que mañana vayamos a verla? Si no te gusta, podremos seguir cada uno en...

—¡Calla!

Gritó sin dejarle terminar, de un salto afianzando sus piernas a la cintura del alfa, debido a la barriga del disfraz fue cómicamente más fácil mantener el equilibrio. Louis le sostuvo rápidamente de los muslos, sintiendo seguidamente sus labios siendo cubiertos por lo del omega en un beso efusivo.

—¿De verdad has hecho esto? ¿No estoy soñando? ¿Realmente quieres vivir conmigo? ¿Estás dispuesto a dejar esta enorme casa por mi?

—De verdad, claro que no, más que nada, y por supuesto. —Murmuró divertidamente, luego dejando un tierno beso en la punta de la nariz de su chico, quien se sonrojó rápidamente.

—Estuve buscando lugares para vivir porque el apartamento se me estaba quedando pequeño, honestamente, pero todos eran demasiado caros en Londres para mantener, ¿en qué zona está?

—Está a tan solo a una hora del aeropuerto, a diez minutos de Deaktom, y tenemos cerca un lago con un parque y un supermercado abierto las veinticuatro horas.

—Has pensado en todo, joder, te quiero, ven aquí.

Entre risas volvieron a besarse, aumentando así la cantidad de lava que estaba corriendo por las venas del sistema del alfa. Estaba en un celo inminente, pero se obligaba a sí mismo a ignorarlo, era un momento bonito, no podía estropearlo así.

Harry se merecía algo mejor. Harry se merecía más. Harry se merecía todo.

—Gracias por mostrarme y darme una vida tan bonita, amor.

Amor. Harry le había llamado amor. Lo había hecho así, tan tranquilo, rozando sus labios con los suyos en una sonrisa cariñosa. De sus labios había salido esa simple palabra que desactivó el modo pacífico de Louis, sus pupilas se volvieron más oscuras, y Harry lo notó. Pero él tampoco dijo nada, sabía leer tan bien a su alfa que simplemente le volvió a besar, esta vez más lentamente, tomándose su tiempo para hacerle saber todo lo que en él surgía con lo que acababa de hacer.

—Y por supuesto que quiero ir a ver contigo nuestra casa mañana. Pero antes... ¿Crees que eres el único que compró regalos?

—¡Estás rompiendo las leyes de la Navidad, no puedes comprarle cosas a Santa!

Rieron al unísono mientras las piernas esbeltas se deshacían de su agarre, pisando firmemente sus pies en el parqué antes de correr a su habitación, sacando los tres regalos que esa misma tarde había comprado en el centro comercial. Consistían en el mismo número, cuatro, pero estos estaban envueltos en papel amarillo.

—¿Amarillo? —Sonrió abiertamente.

—Es tu color favorito, ¿no? —Repitió sus mismas palabras.

Las manos de Louis temblaron alrededor del paquete, antes de abrirlo se estiró un poco para dejar un beso dulce sobre esos labios rellenos que no se cansaría de besar jamás. Dentro del paquete había unos zapatos de correr que Louis ya le había echado el ojo, pero que pensó autoregalarse algún día, siendo un sueño frustrado. Pero ahí estaban en sus manos.

—¡Harry, cariño! ¿Cómo has sabido esto?

Una sonrisita delataba la felicidad que en el omega habitaba. —Sé cuánto amas salir a correr por las mañanas, vi un folleto de la tienda en tu escritorio de la oficina un día, y esas estaban marcadas con un bolígrafo rojo. Espero que sea porque te gustaban y no porque las odiabas.

Louis rió dulcemente, aún con la ilusión dando giros en su estómago. Depositando la caja rectangular sobre el sofá, volvió a dejar un pequeño pico en los labios de su chico. La mano de Harry fue involuntariamente a la mejilla del alfa, dejándolo ir a regañadientes.

—Gracias, pequeño, mañana las estrenaré. Me gustaron porque eran válidas para todo tipo de suelo, gracias. —Parecía un pequeño niño mientras lo decía, observando cada detalle de las zapatillas azules con admiración.

Mientras el alfa hacía eso, Harry sacaba por él otra caja, esta vez un poco más grande que la anterior. Dentro de ella residían dos cacos de moto, y el corazón de Louis se aceleró con ello, mirando rápidamente y repetidas veces del regalo a los ojos de su chico, quien sonreía abiertamente. Pero cuando se fijó detalladamente, cada uno de los cascos tenía una serigrafía idéntica de una sirena.

—Quiero recorrer el mundo contigo en esa moto que primero nos paseó por Roma, como dijo Taylor, quiero ser la sirena que descubre el mundo como un océano y quiero... Quiero hacerlo contigo.

—Harry, cariño... —Le atrajo en sus brazos, llenando su rostro sonrojado de pequeños besos, haciéndole reír cada vez más por las cosquillas que le hacía, istandolo a repetir el gesto.

La felicidad en Harry se veía tan bien, y era contagiosa.

Le siguieron una pequeña cajita que asustó al alfa por el tamaño, luciendo como otra cosa, pero acabó siendo un precioso reloj. Harry sabía cuánto Louis amaba mirar su muñeca en el trabajo, y también sabía cuánto le dolió a Louis romper su reloj favorito sin querer un día. Duró con el rostro fruncido dos días completos. El alfa le agradeció a su omega besando su frente y repitiéndole que no era necesario haberse gastado ese dinero, y Harry se rió señalando la ubicación de la casa.

—El último pero no menos importante está en la habitación, lo dejé ahí creyendo que Santa Claus no haría una visita sorpresa.

Con sonrisas sinceras, fueron de la mano hasta el dormitorio del omega, que olía más al alfa que a él mismo. Y le encantaba saber que su aroma era tan fuerte como duradero. Louis se quedó esperando sentado sobre la cama, viendo a Harry rebuscar en una bolsa de su armario. Cuando oyó un sonidito feliz supo que había dado con él. Se giró rápidamente, con el regalo a sus espaldas, la ilusión apoderándose de su rostro. Louis tragó saliva, igual de ansioso por saber qué se traía entre manos, literalmente.

—Aquí está, toma, para ti.

Asomando otra de sus sonrisitas que tanto adoraba le tendió la bolsa que no parecía demasiado grande.

—Sé que no es una futura casa para los dos o no tiene el mismo valor económico pero sé cuanto te gustan las películas de Marvel y lo mucho que quieres visitar Las Vegas, entonces encontré un museo de...

—Oh joder, voy a tener que casarme contigo después de esto. Te quiero, pequeño, ven aquí. —Musitó alegremente, saltando de la cama para tomar a su chico de los muslos y subirlos a su cintura.

En la emoción del momento, Louis los pegó a ambos contra el armario, besando a su omega efusivamente mientras él reía de manera feliz, tomando por las mejillas al alfa, no queriendo dejarlo ir. Ese era quizá su último plan, uno que ya no entraba en su lista de opciones definitivamente. Louis fue quien separó sus labios cuando el beso cambió de tono, mirándole a los ojos mientras sonreía felizmente.

—Voy a recoger el lío que hemos hecho de papeles en el salón, ¿podría Santa usar uno de los pijamas que tiene mi chico en mi cómoda?

—Mhmm. —Asintió, embelesado con el brillo que residía en el color esmeralda de sus ojos. Harry dejó un tierno beso en su nariz para después bajarse de su agarre y salir de la habitación, dejando su aroma por todas partes.

Aquello sólo hizo presente lo inminente hace horas.

Si Harry estuviera aquí ahora, Louis dejaría que sus dedos recorrieran su suave piel. Ni un solo centímetro quedaría intacto. Con ese pensamiento, Louis se quitó el disfraz y con un calor en sus venas, se las apañó para ponerse unos simples pantalones del pijama.

Tenía demasiada temperatura en su cuerpo.

El alfa estaba inmerso en su fantasía cuando su mano libre se metió en sus calzoncillos. Lentamente, su mente se desvió hacia el pensamiento que tuvo donde Louis le besaba el cuello a su chico, él jadeando en su oído. Su mano comenzó a esparcir el líquido preseminal sobre su punta y hacia abajo hasta la base de su miembro ahora completamente endurecido.

Esto se sentiría mucho mejor si fueran los labios de su omega los que cubrieran su entrepierna con sus suaves y rellenos labios. El movimiento de su mano se aceleró cuando imaginó tanto al erótico omega envolviendo sus manos alrededor de su longitud, el ojiazul enseñándole al ojiverde qué le gustaba.

Tal vez fue solo su imaginación, pero estaba seguro de que el olor de Harry se volvió más intenso. Enterró sus dientes en la camiseta que había de Harry en la cama a la vez que empujó sus caderas hacia su puño.

—Pequeño... —Gruñó.

Sintió la tensión en sus muslos y entrepierna, pero su nudo ni siquiera se estaba formando todavía. Necesitaba algo más apretado que su mano, algo más resbaladizo que su propio líquido. Gruñendo con desesperación, se sacudió un poco más fuerte.

¿Cómo se suponía que iba a mantener la calma cuando este dulce aroma a canela llenaba el dormitorio? Sus embestidas se volvieron más rápidas, sus labios se abrieron mientras jadeaba. Un profundo gemido salió de su garganta.

—Harry.

—¿Lou...?

Su voz vino de la puerta y una oleada canela hizo a Louis detenerse. Giró la cabeza y vio a su hermoso novio en el marco de la puerta, sus mejillas profundamente sonrojadas y el collar alrededor de su cuello. El cuerpo de Louis se movió por sí solo. Antes de que se diera cuenta, saltó de la cama y abrazó a Harry con fuerza, oliéndolo a través del cuello.

—Cuando te toqué por primera vez me di cuenta que mis manos habían estado vacías todo este tiempo, cariño.

Harry suspiró satisfecho al oírle. Solo cuando Louis estuvo contento con su resultado de marcas oscuras esparcidas suavemente en el cuello de su chico, lo soltó para besarlo. No había nada dulce en aquel beso.

Louis dejó que su lengua conquistara la boca de Harry de inmediato. La forma en que el omega le clavaba los dedos en la espalda solo lo animó. Su lengua le pidió a Harry un baile, lo atrajo hacia sí y luego le empujó hacia atrás para explorar su boca nuevamente. Frotando su entrepierna contra la ingle del otro, Louis tiró de ambos hacia atrás.

El alfa sonrió, presionando su muslo contra la entrepierna endurecida de su omega. El mismo se sonrojó en algo de vergüenza, pero sonrió.

—Por eso olías tanto, estás...

—En celo.

Harry se sonrojó aún más y Louis no pudo esperar ni un segundo más. Su alfa no podía, y Harry tampoco quería que parase. Con dedos rápidos, Louis sacó las camisetas de ambos.

Sentado en el colchón, se volvió hacia los pantalones de Harry, debajo de los cuales se veía una erección obvia. Por lo general, se habría tomado su tiempo para desnudar a su novio suavemente, pero el alfa dentro de él estaba a punto de volverse loco por todas estas feromonas del omega, y ya era bastante difícil no romperlos en pedazos. Rápidamente, los desató y los bajó para que Harry solo tuviera que salir de ellos.

Fueron quitados justo después, al igual que los propios. El alfa lamió sus labios cuando finalmente pudo echar un vistazo al miembro goteante de Harry.

—Tan hermoso. Y solo para mí.

El alfa dejó que su lengua se deslizara solo una vez sobre la punta antes de levantarse, girarlos e inclinar a su novio sobre la cama. Dejó que sus dientes se hundieran profundamente en el trasero suave de su chico mientras separaba las mejillas con las manos. El olor del lubricante de Harry golpeó su nariz y Louis no pudo contener un gruñido de satisfacción.

—¿Quieres algo, pequeño?

—A ti.

Mientras sus dedos seguían masajeando el trasero del otro, Louis lamió su zona sensible, absorbiendo el sabor de un dulce postre. Harry gimió sonoramente y echó la cabeza hacia atrás, sacando su trasero aún más, cuando Louis empujó su lengua a través del músculo. Dios, este olor lo volvería loco.

—Eres tan precioso, cariño. No hay un centímetro de ti que no ame. —Un dedo se unió a su lengua, deslizándose lentamente dentro también. Harry soltó un jadeo.

—Dios, Lou, no necesitas... necesitas hacer esto. Te está doliendo.

—No voy a lastimar a mi omega.

—No lo harás, Lou, p-porfavor, tu olor...

Sonaba tan desesperado que Louis casi pierde el control. Pero con él nunca lo haría. El alfa se puso de pie y agarró los hombros del omega, lo levantó y le hizo mirarlo a los ojos. Todavía quedaba un pequeño borde de esmeralda, pero a pesar del iris dilatado de Harry, el rubor brillante en su mejillas era tan adorable que Louis tuvo que tomar aire.

—Harry, tengo que prepararte, estoy en celo, dolerá, no pienso no...

Sin más preámbulos, Harry bajó su mano y se tocó a sí mismo en el borde, tirando la cabeza hacia atrás inconscientemente, ocasionando que el colgante cayese. Otro gruñido salió de la garganta de Louis mientras admiraba a Harry sobre el colchón dándose placer, preparándose.

—¿Lo ves, Lou? Estoy p-preparado para ti... —Jadeó, mordiendo su labio inferior al terminar la frase. Louis luchaba severamente por no perder los papeles, gruñendo a su propio instinto primitivo.

No quería, no podía volverse loco, Harry merecía más, Harry merecía todo lo bueno que su celo pudiese sacar de él. Así que sin divagar más, Louis unió uno de sus dedos al de Harry en su interior, sacando un precioso "oh" de sus labios rellenos, pero siguiéndole el ritmo de inmediato. Harry debía estar perdiendo fuerza, pues sacó su mano para únicamente dejarlo a cargo de Louis, aquello al alfa le hizo sonreír hasta las orejas.

—Estoy listo, Lou. —Jadeó, sintiendo los tres dedos de su alfa rozar su punto dulce. Le volvía loco saber que era capaz de hacerle correrse con tan solo sus dedos, provocaban a sus caderas levantarse, buscando más. Siempre más. De Louis nunca podía tener suficiente, y menos con aquel olor que emanaba.

El alfa sentía su propia erección haciéndole daño, gritando por ser liberada y enterrada en su omega, que gemía por sus dedos. Solo por un momento, sus ojos parpadearon hacia la mesita de noche en búsqueda de un lubricante especial para los celos, la última vez lo usaron en Roma y...

—No. —El omega interrumpió sus pensamientos, sonrojándose aún más.

—¿Qué?

—Esta vez es diferente, no quiero lubricante, te quiero a ti.

Dejándose caer hacia adelante, Louis presionó sus labios contra los de Harry. Su chico lo estaba volviendo loco. ¿Qué había hecho él para merecer llamar a alguien tan increíble su novio? Sus lenguas bailaron juntas, Louis tomó la delantera. Sus cuerpos y, por lo tanto, sus erecciones se frotaban entre sí, agitando aún más el calor en el estómago del alfa.

Clavando sus dedos en los sedosos rizos castaños, Louis conquistó la boca de Harry con todo lo que tenía y podía darle. Su omega era suyo, solo le pertenecía a él y la forma en que Harry envolvió sus brazos alrededor de su espalda, aferrándose a él con fuerza, le mostró a Louis que su novio sentía lo mismo. Pegados hasta el punto en que uno no podía decir dónde comenzaba Louis y terminaba Harry, solo se separaban cuando necesitaban respirar.

—Eres hermoso, cariño. —Louis jadeó contra los labios de Harry, que estaban hinchados y profundamente rojos, un pinchazo de saliva aún los conectaba. El omega pasó su mano por el cabello algo sudado de Louis y sonrió.

—Vamos, tómame. Soy tuyo, mi alfa.

Ese fue el momento en que el cerebro de Louis se apagó y el alfa dentro de él se hizo cargo. Su piel ardía, su cuerpo ardía y el fuego estaba a punto de devorarlo. Le dolía la entrepierna, desesperado por sentir a su omega. Sin más preámbulos, Louis se colocó frente a Harry. Todos sus instintos le decían que se sumergiera en él de una sola vez, pero el alfa quería apreciar cada instante.

Esta era la primera vez que sentiría a Harry en su celo como pareja, el primer celo que vivían juntos como siendo algo más que un omega y un alfa desesperados por piel. Pura piel sobre pura piel. Tragó saliva cuando su punta presionó más allá del músculo. El cuerpo de Harry se sacudió y arqueó la espalda.

—Te tengo, cariño.

Centímetro a centímetro, Louis se hundió en el agujero caliente y apretado que se ajustaba tan bien a su alrededor como si estuviera hecho solo para que su miembro encajara. Bueno, el alfa estaba seguro de que solo él estaría dentro de Harry para siempre.

Solo imaginar cuando que sus dientes rompieran la piel sobre las glándulas odoríferas de Harry, y hacer que formaran un vínculo inseparable lo hizo empujar las últimas pulgadas de su miembro dentro. El omega suspiró cuando estuvo completamente lleno. Louis no le dio tiempo para que se adaptara, pero se retiró solo para empujar en él.

—Puedes moverte, Lou, lo n-necesitas.

Louis sintió que podía sentir incluso la más mínima sacudida de los músculos, el calor era mucho más intenso y el aura que los cubría era mucho mejor de lo que jamás había imaginado.

—Mi pequeño omega, te sientes tan bien.

Un gemido fue la única respuesta de Harry combinado con sus caderas empujando hacia arriba mientras sus pies lo presionaban más cerca de Louis. Inmediatamente encontraron juntos un ritmo perfecto que permitió a Louis golpear sin piedad el punto dulce de au chico, quien respondió a cada uno de sus embestidas con un jadeo.

Sus labios estaban abiertos y cada vez que Louis lo penetraba profundamente, dejaba escapar un dulce grito, un suspiro o un gemido. No importaba qué tipo de sonido fuera, todos se dirigían directamente a la entrepierna de Louis.

—Alfa... —Gimió cuando Louis levantó sus caderas y tomando sus manos por encima de su cabeza, teniendo al omega completamente a su merced.

Esta posición le dio al alfa la posibilidad de penetrar al omega con otro ángulo. Y debe estar haciéndolo bien, ya que su novio de repente comenzó a sacudirse y retorcerse por todas partes. Echó la cabeza de un lado a otro, sus dedos clavados en las sábanas. Su olor aumentó considerablemente y Louis podía sentir que sus entrañas lo absorbían. Era poco común que Harry fuera tan sensible desde el principio, pero no se quejaría.

Con cada embestida, ambos colgantes chocaban, haciéndolo todo demasiado insoportable de sostener, el calor de sus cuerpos calcinando todo a su paso. Louis susurró en el oído de su omega.

—Vamos, mi omega precioso. Dame todo lo que tengas, cariño.

Y solo un momento después, Harry llegó, con la espalda arqueada hasta el punto en que Louis temía que se rompiera. Su semen se derramó por todo su pecho hasta la barbilla. El alfa observó el lado angelical de este hermoso rostro convulsionándose de placer, su nombre en sus labios. Le hubiera encantado descansar un momento, sumergido en el dulce aroma de un omega en el orgasmo, pero su cuerpo simplemente no se detenía. En cambio, aumentó la fuerza de su embestida y martilló.

Harry dejó escapar un grito cuando Louis volvió a rozar su punto dulce demasiado sensible. El alfa lo golpeó hasta el punto en que todo el aire pareció salir de sus estocadas, sus gemidos se volvieron más débiles. El semen en el pecho del omega brillaba con la Luna y Louis supo que necesitaba saborearlos.

Dejó las caderas de su omega hacia abajo y presionó sus muslos contra su torso, sus dedos se entrelazaron con los de Harry mientras los presionaba a cada lado de su cabeza con más fuerza, ya que en el orgasmo se había deshecho levemente el agarre. Afortunadamente, los omegas eran mucho más flexibles que los alfas, y de esta manera, Louis aún podía mover su entrepierna hacia adelante y hacia atrás, pero también estaba lo suficientemente cerca de Harry para dejar que su lengua lamiera los chorros blancos y aún calientes de su piel.

El omega lanzó su cabeza contra su cuello cuando el alfa dejó que su lengua viajara sobre su piel acalorada y sonrojada. El alfa trazó todas las líneas, la piel perfecta de color porcelana arriba y abajo hasta donde pudo llegar. Cuando llegó al pecho de su novio, Louis notó lo erectos que ya estaban sus pezones. Rosados ​​y puntiagudos, invitándolo a hundir los dientes en la punta.

El fuerte gemido que salió de los labios de Harry como respuesta hizo crecer al miembro de Louis. Joder, a una persona no se le debería permitir dejar escapar esos sonidos. Desesperado por escucharlo una vez más, Louis se volvió hacia el otro pezón de Harry y comenzó a mordisquearlo también. Y qué hermosa fue la respuesta.

—Lou... Amor...

—Eres tan bueno para mí. Te sientes tan bien, respondes tan bien a mi cuerpo. Nunca podré dejarte ir. Quiero que me muestres solo a mí estas hermosas vistas de ti, cariño.

—Tu celo... Mío... Tú también... Solo a mí...

Louis sonrió contra la mejilla del omega, dejando un beso en el lugar. Harry reclamándole como suyo hizo perder aquel mínimo rastro de cordura que rondaba en su ser, haciéndole apretar la mandíbula con cada estocada.

—Soy tuyo, cariño, siempre en mi corazón.

—Por favor... Todavía hace mucho calor... Por favor, tócame. —La voz ronca y ya destrozada de Harry era como música en los oídos de Louis.

—Tu deseo es mi deber. —Respondió y dejó que sus manos vagaran por el cuerpo de Harry.

Comenzó con su cabello, tirando y alborotando los mechones rizados que caían sobre su rostro. Desde allí cubrió su pecho de caricias y besos. Harry pareció derretirse debajo de él, la forma en que su cuerpo se movía bajo los dedos de Louis era tan desesperada por más, que el alfa no pudo evitar cubrir el lugar que había tocado con marcas de pequeños mordiscos.

Cuando sus manos finalmente alcanzaron la erección que goteaba pesadamente de Harry, el omega gimió y empujó sus caderas hacia arriba.

—Por favor, por favor...

Y Louis obedeció. Sus manos sacudieron a Harry al ritmo de sus embestidas. Su pulgar jugueteó con la punta blanda antes de esparcir más líquido preseminal desde la parte superior hasta la base. Más y más sudor cubría el pecho de Harry mientras todos sus esfuerzos por crear la fricción se detuvieron y simplemente cedió al fuerte agarre de la mano de Louis alrededor de su pene y los empujes contra su próstata.

Se tensó por todas partes, sus músculos se sacudieron y una vez más, encarceló a Louis dentro de él, su trasero masajeó el miembro que aún estaba creciendo mientras esparcía su semen de nuevo por toda la mano del alfa. Louis gimió audiblemente ante la hermosa vista, cuando lo finalmente entendió por qué Harry estaba tan sensible.

Toda la atmósfera de la habitación cambió cuando se llenó de feromonas omega muy dulces. Viajó a través de su nariz hasta su cerebro, deteniendo todos los instintos humanos. El gruñido bajo del alfa hizo vibrar el aire a su alrededor y Harry abrió los ojos.

—Alfa... Hace calor... Mucho calor...

Ahora ya no quedaba esmeralda. Los ojos de Harry estaban completamente oscuros y lujuriosos. Instantáneamente, Louis se separó de él, giró a Harry y atrajo su espalda contra su pecho.

—Mi pequeño y hermoso omega entró en celo. —Susurró al oído de Harry con voz ronca.

Luego, empujó de nuevo mientras enterraba sus dientes profundamente en la almohada que su omega enterraba la mitad de su rostro. Louis sintió rugir a su alfa al no poder reclamar al omega debajo de él. La única posibilidad de deshacerse del calor que se había vuelto insoportable desde que Harry entró en celo era morder la almohada.

Cada centímetro libre de piel estaba cubierto de marcas de suaves mordiscos. Louis quería dejar sus huellas en todo su novio, su omega que lloraba de placer tan dulcemente. Con el cuerpo cubierto de sudor, Louis jadeaba, sintiendo cómo aumentaba la tensión en sus muslos. Además, podía sentir que su nudo comenzaba a formarse, pero no quería que esto terminara todavía. Por lo tanto, salió de Harry y se arrodilló detrás de él, sosteniendo su trasero con las manos.

—Alfa... Qué ha... Oh...

Harry gimió en voz alta cuando Louis dejó que su lengua entrara en su agujero resbaladizo.

—Sabes tan bien, mi pequeño. Sería una pena no comerte entero.

Sumergiendo su lengua en el húmedo y palpitante lugar, Louis trató de saborear tanto como pudo. Le estaba volviendo loco, era como darle una inyección tras otra de la mejor droga del mundo. Su mente, su cuerpo, cada una de sus células estaban abrumadas por el calor y el deseo que sentía por su omega.

Un dedo se unió a la lengua que Louis colocó perfectamente en el punto dulce de su chico. El omega gimió, echando la cabeza hacia atrás. Los gemidos de Harry llenaron toda la habitación, resonando una y otra vez en la mente de Louis como la mejor melodía jamás creada.

—Por favor... Alfa... Por favor... Voy a...

—Hazlo, cariño.

—¡No! Quiero hacerlo en tu nudo. Por favor, alfa.

Louis estaba entrando tan intensamente en Harry de nuevo que el omega casi pierde su equilibrio. Tomándolo de su entrepierna, mientras su otra mano apoyaba su propio peso en la cadera del otro, Louis se hundió profundamente en su novio. Su nudo cada vez mayor ya presionaba contra el borde del omega.

El omega levantó sus manos para entrelazar sus dedos con la mano de Louis que descansaba sobre su ingle.

—Me estás llenando tan bien, alfa. Parece que quieras dejarme embarazado.

Embarazado...

El alfa en Louis se volvió loco con el solo pensamiento de que Harry tuviera sus hijos. Ver a su omega relleno con él en lo más profundo, su descendencia cobrando vida gracias a él... Esto fue suficiente.

Su nudo se hinchó a su tamaño completo y con un profundo empujón, atravesó el borde de Harry con un fuerte golpe de piel caliente chocando entre sí. El omega gritó ante el repentino estiramiento mientras se acomodaba en él.

—Mi precioso omega, tomando todo mi nudo. Tus entrañas ya me han tomado como si te hubiera marcado.

—Sí... Por favor... Alfa...

—Eres el único para mí, cariño. Nunca querré a nadie más como te quiero a ti. Algún día te marcaré para que todo el mundo lo vea.

—Sí, Lou, porfavor márcame, hazlo, te necesito.

Dios, cuánto quería Louis hacerlo.

Su novio gimiendo y las sensaciones en su cuerpo hicieron que Louis también se corriera. La tensión que había hecho que su estómago tuviera calambres viajó hasta su nudo y se liberó mientras llenaba a Harry. Persiguiendo su orgasmo, el alfa entró unas pocas veces más en el omega, antes de que se derrumbara sobre él, su pecho subiendo y bajando pesadamente.

—¿Tú... Quieres? ¿Quieres que te marque, amor?

Harry asintió, totalmente exhausto, sin poder sacar la sonrisa de su rostro.

—Duele no sentirte más, por favor. Soy tu omega, Lou.

—Mi omega, mi pequeño. Tu alfa va a darte lo que quieres.

Dejando escapar un profundo gruñido, olisqueó su cuello, buscando el lugar correcto. Antes de lamerse la punta de los colmillos, le miró a los ojos. Louis supo que estaba llorando cuando algo salado se coló por sus finos labios.

—¿Listo?

—Desde que te conocí.

Solo eso, mezclado con un par de sonrisas nostálgicas, hizo que el alfa hundiera sus colmillos. Combinado con las fuertes penetraciones, esto fue suficiente para enviar al omega al límite. Sangre corrió, la piel se rompió, el placer no cesó. Louis se sentía más alfa que en toda su vida, Harry gemía descontrolado a su merced.

Antes de poder hablar, Harry sintió una punzada en el pecho, sintió sus brazos entumecidos, las piernas dormidas y un dolor intenso en la cabeza. Cuando abrió los ojos, no había rastro de Louis, sólo una luz blanquecina y molesta sobre sus ojos, ningunos ojos azules mirándole con amor.

—¡Que venga un médico!

Quien gritó no fue Louis, sino Tom.

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