La música se podía escuchar por todo el Palacio, las risas y también el sonido de copas chocando mientras la gente brindaba. El ambiente era divertido pero no tan alocado como el jardín de flores o la villa Lianzu.
YoonGi observó a todos desde su posición, a su lado derecho estaba sentada la Emperatriz de nombre. A su lado izquierdo yacía la Emperatriz viuda.
La mesa estaba llena de pláticas sobre los máximos anotadores en en el examen, quienes estaban sentados en la misma mesa del Emperador, junto a los diferentes ministros, disfrutando de la atención de las personas que estaban en el salón, degustando del banquete.
YoonGi no pudo evitar bostezar del aburrimiento, sólo estaba sentado allí por cortesía y porque era el Emperador quien debía dar el odioso discurso de cada 3 años. ¡Tan molesto!
Sus ojos vagaron por todo el salón lleno de personas, analizando sus expresiones pudo leer mucho de sus pensamos, estaban escritos en sus caras.
Hipocresía, envidia, lujuria. Tan predecibles.
El eunuco Kim se acercó hasta estar a escasos centímetros del oído de su alteza, inclinándose susurro algo. YoonGi no pudo evitar sonreír.
Min se levantó de su asiento, ambas mujeres intentaron levantarse también, pero YoonGi las freno, sin ningún ápice de felicidad en su rostro.
“Sigan disfrutando.” Fue todo lo que dijo, dejándolas allí, sin opción de seguirle.
Lo que menos Min YoonGi quería, era tener dos malditas colas siguiéndole como perros que siguen a su amo.
¡¡Qué fastidio!!
Saliendo del salón del banquete, sus pies no pudieron ir más rápidos, el eunuco Kim sólo negó divertido. Viendo como actuaba su alteza por el simple hecho de que JiMin, lo había llamado. Tan infantil.
Camino tan rápido que no fue consciente de los sirvientes que estaban ubicados por todo el Palacio, y unas que otras concubinas que vieron pasar a su Majestad, pero que fueron épicamente ignoradas.
En menos de una taza de té, Min YoonGi pudo llegar al pabellón del descanso donde se había encerrado JiMin ese día, ni tan siquiera siguió las órdenes del eunuco cuando le pidió que se alistara para asistir al banquete QiongLin.
Todo un rebelde.
Aunque a YoonGi le decepcióno la negativa de JiMin, no pudo obligarlo asistir, sabía de la aberración de este a la Emperatriz viuda y también a la mujer con la que se desposó.
Tomando una profunda respiración, cerro sus ojos por unos instantes y luego tocó la puerta a la que había llegado. Los guardias se sorprendieron al ver cuán respetuoso era el Emperador, para con un traidor.
Él, siendo el Emperador, tenía que tocar la puerta de un simple demonio. Él, que es el hijo de los cielos, no tendría que hacer eso, con simplemente empujar la puerta bastaba.
Pero, ¿quiénes eran ellos para hablar así a su soberano? Sólo eran unos simples guardias, con una paga alta. No se atrevían a ir contra su Emperador, y perder tan buen trabajo.
“Adelante” sólo era una pequeña voz, pero todos afuera pudieron escucharla.
Min trago grueso y luego empujo las puertas, adentrándose en el pabellón, cerrando las puertas una vez dentro el Emperador, el eunuco Kim sólo les dio una mirada y luego se retiró sabiamente del lugar.
JiMin seguía estando en el mismo desván, su cabello pulcramente destendido en las suaves almohadas, había una taza de té en la mesita a su lado, y algunos bocadillos sin terminar a su lado, en el pequeño plato de jade blanco.
El corazón de ambos estaba martillando fuertemente, es sólo que ninguno le prestó atención a sus muy visibles nervios.
YoonGi se sentó en el otro desván a su lado, JiMin mordio su labio inferior. Había llamado a este hombre en un impulso.
Había una voz molesta que seguís insistiendo en que le hablara a YoonGi. Pero él era muy reacio a hacerlo, después de aquel beso, se sentía un poco en conflicto consigo mismo.
Se decía a si mismo que lo odiaba, pero siendo sincero. Tendría que odiar al YoonGi de su mundo, este YoonGi, este Min YoonGi era un YoonGi muy diferente al YoonGi que él odia.
Sí, es molesto, lo pone de mal humor, hace lo que le plazca y le gusta ser autoritario. Pero, también era alguien detallista, se preocupaba por la ingesta de sus alimentos, si algo no le gustaba, él simplemente iba y lo arreglaba. Es como decía el proverbio.
Duro por fuera pero blando por dentro.
Así era este Emperador, él mismo que lo metió en dicho lugar y que luego saco. Siendo realistas, él no lo comprendía, pero no podía actuar extraño con él, cuando esté cuerpo que usa, ya a sido comido de adentro hacía afuera, por este hombre que está sentado a su lado.
Eso sería hipócrita.
Bueno, que sea lo que Dios quiera, totalmente, está era una segunda oportunidad para él. No podía desperdiciarla odiando a un hombre que no entendía al cien por ciento, y que implícitamente o explícitamente se preocupaba por él.
¡Ahg! ¡Tan, pero tan confundo!
“Tú...” Sus palabras se atascaron en su garganta, sin poder salir.
YoonGi espero a que continuará, pero la persona a su lado guardo silencio. El fantasma de una sonrisa se adueñó de su rostro, se levantó del desván y camino los pocos pasos que lo separaban hasta estar cerca de JiMin.
“¿Te sentiste sólo, quedándote aquí?” sus manos, por inercia, se posicionaron una a cada lado de su rostro, acariciándo sus mejillas en el acto.
No pudo evitar sonreír más al ver que JiMin no apartó sus manos, como en sus ocasiones anteriores. Sintió que había avanzado un paso más en su extraña relación.
Se inclinó hacia adelante, hasta estar casi rozando su nariz con la del demonio zorro. Sus ojos viendo su propio reflejo en los hermosos ojos de JiMin.
JiMin quizo negar la pregunta impuesta por YoonGi, pero ya fuese él o el remanente de alma en su cuerpo, su cabeza asintió casi por instinto, como si hubiese sido agraviado fuertemente.
YoonGi susurro. “Lo siento, no pude venir antes por el discurso que debo dar” mintió.
Obviamente podía venir si quisiese, pero por primera vez, tenía miedo de que nuevamente JiMin lo alejará o se enojara más con él, por ser impulsivo.
JiMin simplemente eligió no responder, sabía que sí el Emperador quería, podía venir, internamente escucho ese pensamiento hablar. «Es porque no quiere hacernos enojar» Sí, egoistamente pensó que esa era la respuesta correcta.
Al verse sin respuesta, YoonGi rozo su nariz con la de JiMin, jugueteando no pudo evitar tragar grueso, al ver sus pecaminoso e incitadores labios, semi abiertos.
Estaba tan sediento.
La manzana de adán de JiMin también se movió, sus ojos bajaron para ver los labios de YoonGi. Sí pudiera...
Antes de descarrilar más sus pensamientos, YoonGi ya había juntado sus labios, solamente un poco de presión, sin profundizar.
No, no era suficiente. Querían más, mucho más.
Su boca se abrió, sólo un poco, pero eso basto para detonar la bomba en YoonGi. Su lengua fue feroz, como una serpiente que encontró un manjar, chupo, mordisqueó a diestra y siniestra, succionándolo. Creando el sonido húmedo que lleno de apoco el pabellón, junto con pequeños jadeos que emitían ambos.
El aire se volvió lentamente caliente, tan excitante. Tanto que si seguían la cosa llegaría a más y no, no podían, aún no.
YoonGi, reacio, fue el primero en separarse de esos labios dulces, un hilo plateado los unía aún, una risita escapó de sus labios.
“Sí vamos hacer esto cada vez que te sientas sólo, creo que deberia dejarte sólo más seguido.” dijo en tono de broma, JiMin sólo rodó los ojos, si, bueno, está persona también podía actuar muy infantil.
Hi, a donde sin votar y comentar?? No se vayan sin dejarme sus lindos comentarios y sus votos^^
Os a gustado??
Segundo beso yupi!!! Hasta yo me cansaba de su tensión (y eso que yo soy su escritora)
Sin Mini teatro, estoy algo sin ideas para un mini teatro.
Gracias por su apoyo siempre, me alegro saber que está historia os gusta mucho!!♥️ Nos seguimos leyendo en mis demás historias:
Rojos como la sangre
El canto de la sirena, El aullido del lobo.
Las quiero mucho.
MinMin✨