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Después de estornudar un par de veces, la nariz de Ji Xinglan finalmente se calmó. Se sentó en el otro extremo del sofá y ambos se acurrucaron bajo la manta. Disfrutaron de la calefacción y del té de jengibre mientras veían una película.
Enfermarse durante el invierno no era diferente a pasar por una tortura. Afortunadamente, se calentaron a tiempo y, por lo tanto, después de unos cuantos estornudos, no sufrieron ningún otro síntoma, ni sus estornudos evolucionaron hacia la fiebre.
Pero Yan Qiu había aprendido la lección y había advertido severamente a Ji Xinglan que no lo besara.
. . .
Yan Qiu hablaba en serio cuando dijo que sólo iba a relajarse durante un día. A partir del día siguiente, dejó de tontear con Ji Xinglan. Antes de que Ji Xinglan se despertara, Yan Qiu trajo la mitad restante del pastel de ayer y se fue al estudio. Estudió hasta la tarde, mientras lo comía.
Al mediodía, la Señora Ji Xinglan le pidió que saliera a hacer algunas compras. Cuando volvió, encontró un gato gordo y una caja de pasteles vacía en la mesa del estudio.
―Has comido tanto postre, ¿no quieres cenar? ―, preguntó Ji Xinglan con resignación.
―Lan Lan se lo comió. ―Yan Qiu estaba garabateando algo en el papel. Sólo se tomó tiempo para señalar a cierto gato gordo que rodaba por la mesa, usándolo como chivo expiatorio.
―... Mi padre ha vuelto a la Ciudad Yixing. Ve a prepararte, vamos a reunirnos con él y a cenar esta noche.
Ji Xinglan no expuso su mentira y simplemente extendió una mano para alborotar el cabello de Yan Qiu.
―Saldremos a las seis.
Yan Qiu lo miró sorprendido.
Había mencionado antes que el Mariscal Ji iba a volver, pero Yan Qiu no esperaba que fuera tan pronto. Todavía no estaba preparado mentalmente.
¿Iban a cenar juntos ahora? ¡Era demasiado pronto!
No importaba cuánto tiempo pasara, siempre estaría un poco nervioso cuando se encontrara con el padre de Ji Xinglan.
Yan Qiu quería dejar una buena impresión a su suegro, así que se tomó un buen rato frente al espejo de cuerpo entero para arreglarse.
Al final, optó por ponerse un sencillo jersey de color beige con una camisa de cashmere y atarse el pelo en una pulcra coleta; lo que le hacía parecer bastante enérgico.
Ji Xinglan le esperaba abajo. Cuando vio a Yan Qiu acercarse, lo abrazó y lo besó. ―¿No estás bien vestido?
No hay nada bueno en esto. Yan Qiu sabía que sólo le estaba tomando el pelo, así que le dio un ligero empujón y le instó a que se diera prisa en irse.
. . .
Ji Nai había llegado a la Ciudad Yixing al mediodía. Primero fue a la rama militar para encargarse de los trámites de toma de posesión, y luego, por la noche, se dirigió rápidamente a reunirse con ellos.
La Señora Ji no estaba dispuesta a dejarle volver a casa, sólo accedió a que se reunieran fuera para comer juntos.
Se encontraron en el restaurante donde Yan Qiu y Ji Xinglan habían tenido una cita antes. Estaba en el último piso de un edificio del centro de la ciudad.
Debido a las fiestas, el restaurante estaba lleno de gente, con una larga cola de personas esperando fuera. Afortunadamente, la Señora Ji era una clienta habitual, por lo que había conseguido reservar la última habitación disponible para ellos.
El camarero les hizo pasar a la sala reservada, pero Ji Nai y la Señora Ji aún no habían llegado. Sólo había un aire acondicionado que liberaba lentamente el calor en la habitación.
―Mi madre ha dicho que tiene mucho trabajo por el fin de año, así que llegará un poco más tarde. Vamos a esperarles antes de pedir algo. ¿Quieres algo de beber primero? ―Ji Xinglan empujó el menú hacia Yan Qiu.
Yan Qiu pidió un vaso de jugo de uva. Cuando se hubo bebido un tercio del jugo, el camarero abrió la puerta.
Ambos miraron; Ji Nai había llegado.
Estaban a unos pocos metros de distancia, incluso así, Yan Qui podía sentir la presencia singularmente feroz que sólo los alfas de primera clase como él podían emitir.
Su presencia es muy similar a la de Ji Xinglan. Sólo que es más madura y fuerte. Yan Qiu pensó en su corazón.
Como el Mariscal de Campo Ji Nai había venido directamente de la oficina militar, todavía estaba vestido con su impecable uniforme; adornado con varias medallas de honor.
Yan Qiu no entendía qué rango y estatus significaban esos colores y franjas. Sólo sabía que Ji Nai parecía diferente a los demás.
Yan Qiu recordó que Ji Xinglan parecía tener algo similar en su propio uniforme, pero parecía inferior en comparación con su padre.
Inmediatamente pudo darse cuenta de que el alto alfa era del ejército. Su postura era erguida, su nariz era alta e irradiaba un aura imponente. También había una formidable grandeza de soldado en su rostro.
Se podía decir que Ji Nai había sido increíblemente guapo cuando era joven.
Hace veinte años, un alfa atractivo y con talento habría sido sin duda el amante soñado de las omegas de la generación anterior.
Pero Yan Qiu acababa de nacer hace veinte años, por lo que no recordaba del todo lo que ocurrió en aquella época. Todo lo que ha aprendido proviene de los libros de historia.
En aquella época, Airam no era tan fuerte como ahora. Había cierta agitación en el país debido a la amenaza de fuerzas externas en las fronteras.
Airam disfrutaba de su actual paz y prosperidad porque Ji Nai había utilizado toda su fuerza y contribuido al país cuando fue llamado a servir a la nación.
Ji Nai entró en la habitación. Entregó su chaqueta y su sombrero al camarero, que los colgó antes de acercarle una silla.
Ver al Mariscal Ji sentado frente a él hizo que Yan Qiu tragara saliva con nerviosismo.
Normalmente era muy hablador, pero cuando se enfrentaba a alguien mayor que él, se volvía tímido, y le resultaba bastante difícil decir algo adecuado para la ocasión.
Afortunadamente, Ji Xinglan tampoco tenía intención de dejarle hacer una pequeña charla. Se limitó a entregarle tranquilamente el menú a su padre.
Como la Señora Ji aún no había llegado, Ji Nai no tenía prisa por pedir. En su lugar, decidió hablar un rato con su hijo.
―Xinglan, me he enterado por tu madre de que vas a tener un hijo pronto.
Cuando Ji Xinglan vio que no recogía el menú, lo volvió a coger y lo hojeó mientras dejaba escapar un zumbido sin compromiso.
Su actitud era completamente diferente a cuando le dijo a Yan Qiu con calma que su padre había regresado.
Yan Qiu sabía que estaba siendo desagradable de nuevo, así que sólo podía hablar con el Señor Ji de forma nerviosa para aligerar el incómodo ambiente.
―Sí, pero no tengo ni dos meses. Vamos a tener gemelos.
Había tres personas en la sala, pero él fue el que tuvo que manejar tartamudeando la incómoda situación.
―Será duro para ti. ―Ji Nai siempre desprendía un comportamiento severo e incluso cuando sonreía, su rostro no cambiaba mucho. ―Cuando des a luz, definitivamente te daré un gran regalo.
Mientras hablaba, los ojos de Ji Nai se dirigieron a su silencioso hijo y su sonrisa era un poco rígida.
Era claramente un poderoso Mariscal de Campo, pero frente a su hijo, el hombre era absolutamente impotente.
Yan Qiu notó unas hebras blancas en el cabello del pilar del imperio.
Yan Qiu cogió tranquilamente su vaso para tomar un sorbo.
Pensó que Ji Nai era una persona que dejaba de lado a su esposa e hijo después de obtener sus logros, pero parecía que no era así. Como padre, la preocupación en sus ojos no era falsa. Yan Qiu no sabía qué había pasado.
. . .
La Señora Ji se apresuró a venir desde la empresa. Aun así, sólo llegó a las seis y cuarto.
A pesar de estar muy ocupada, seguía vestida muy bien y no había ni un solo mechón de pelo fuera de su sitio a pesar de las prisas.
El tiempo no parecía haber dejado ninguna huella en su rostro, seguía siendo tan encantadora como antes.
Una vez que la Señora Ji entró en la habitación, saludó a Ji Nai de forma distante, y cuando Ji Nai quiso acercar la silla para ella, la acercó ella misma antes de sentarse. Luego, de manera cordial, le pidió a Yan Qiu que pidiera.
―Pida lo que quiera. Es él quien paga. ―La Señora Ji empujó el menú a Yan Qiu y le echó una mirada a Ji Nai. Su voz también estaba llena de burla.
Yan Qiu se quedó sin palabras.
. . .
Había todo tipo de platos fríos y sopa en la mesa. El camarero sacó una gran fuente fría de mariscos. Los langostinos, las almejas y las vieiras estaban sobre un lecho de hielo. También había rodajas que se podían apretar encima del marisco. También había patas de cangrejo real de Alaska y langostas rojas de Boston.
El camarero sirvió a cada uno media copa de brandy, pero Yan Qiu siguió sorbiendo de su vaso de jugo de uva.
Yan Qiu dudó un momento antes de decidir ignorar el incómodo ambiente que le rodeaba. Cogió una pata de cangrejo, la mojó en vinagre y empezó a mordisquearla.
Ji Xinglan recordó vagamente que Yan Qiu había pedido anteriormente un puñado de almejas a la brasa en la tienda de barbacoas. Como le gustaban, cogió una almeja, le exprimió un poco de jugo de limón y se la dio.
Yan Qiu la tomó y comió.
El sabor crudo, agrio y extraño le hizo fruncir la cara y fruncir los labios.
Los que valían 6 RMB cada uno en la tienda de barbacoas sabían mucho mejor. Después de comer sólo uno, se negó a tomar otro y se centró en comer el foie gras con pan.
El ambiente en la sala era bastante extraño. Los cuatro tuvieron que buscar intencionadamente temas para hablar entre ellos. El silencio ocupaba la mayor parte de su tiempo juntos.
Puede que Ji Xinglan no dijera nada a primera vista, pero se tomó el brandy de forma inusual.
Ji Nai le preguntó sobre sus estudios. Ji Xinglan siguió comiendo mientras daba respuestas simples y rechazaba su sugerencia sobre el trabajo.
―No quiero ir a la Ciudad Imperial ―, rechazó Ji Xinglan con frialdad pero con decisión. ―La división militar de Ciudad Yixing también es bastante buena.
Ji Nai asintió con resignación. ―Está bien. La Ciudad Yixing está al lado del mar y la mayor base marina de Airam está aquí.
La respuesta de Ji Xinglan fue distante y cortés.
Parecía estar todavía molesto por la llamada telefónica de la última vez.
Yan Qiu sintió que esta era la comida más ardua que había tenido. La complicada relación familiar había hecho que una simple cena de mariscos se convirtiera en un campo de batalla.
Afortunadamente, el foie gras estaba realmente delicioso y consiguió distraer su atención de la incomodidad.
Ji Xinglan vio que le gustaba comerlo, así que pidió dos raciones más. Fueron suficientes para que comiera hasta el final de la comida.
Como realmente no había temas de los que hablar y tampoco tenían muchas ganas de hablar, la cena terminó pronto.
Al final, el Mariscal de Campo Ji fue realmente quien pagó la cena. La Señora Ji tampoco se contuvo. Eligió todo lo que era caro e incluso abrió una botella de Luis XIII, afirmando que se llevaría la botella a casa si no conseguían terminarla.
Los cuatro tomaron el ascensor para bajar. Como Ji Xinglan bebía, no podía conducir. Ya había pedido al chófer que viniera a recogerlos.
Ji Nai también llamó a su chófer. Cuando llegaron al aparcamiento, dio una palmadita en el hombro de su hijo y suspiró: ―Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos, y ahora eres más alto que yo.
Ji Xinglan abrió lentamente la puerta del coche y dejó que Yan Qiu subiera primero antes de mirar hacia abajo y burlarse de Ji Nai, ―No se puede evitar. Ni siquiera recuerdo cuántos años han pasado desde la última vez que nos vimos.
Ji Nai sabía que su hijo no quería hablar con él y la última vez que se hablaron correctamente fue para hablar de las Leyes de Matrimonio ABO. Después de eso dejaron de contactarse.
Nunca entendió qué pasaba por la mente de su hijo.
Muy pronto llegó el chofer de Ji Nai. Justo cuando estaba a punto de subir, recordó algo.
Llamó a la ventanilla del coche de Ji Xinglan: ―Hace medio año ―, dejó de hablar antes de que la ligera inclinación le diera algo de valor y continuó: ―Me enteré por tu madre de que te sentías mal, así que volví a verte.
. . .
Yan Qiu estaba lleno y no podía dormir. Se tumbó de espaldas en la cama y miró al techo.
Era más de medianoche. Sintió que Ji Xinglan se giraba a su lado y parecía que él tampoco dormía.
Yan Qiu le echó un vistazo. A pesar de que la habitación estaba a oscuras, sus miradas se encontraron.
―¿Por qué no estás durmiendo todavía? ―Ji Xinglan sonaba un poco resignado. Se revolvió el pelo y preguntó en voz baja.
―Estoy lleno. No puedo dormir ―, gimió Yan Qiu.
Ji Xinglan permaneció en silencio durante un rato antes de extender una mano y frotar su vientre para ayudarle.
―Entonces, ¿por qué no estás durmiendo? ―preguntó Yan Qiu.
Ji Xinglan no respondió. Yan Qiu preguntó tímidamente: ―¿Es por tu padre?
Queriendo ayudarlo, Yan Qiu sabía que era el único que podía hablar de esto con Ji Xinglan.
―Háblame de ello, no te lo guardes para ti. ―Abrazó la cintura de Ji Xinglan y se hizo el simpático. ―Entre nosotros, podemos hablar de todo.
Ji Xinglan lo miró aturdido. Al final, con un suspiro cedió.
Desde que era joven, debido a sus antecedentes, mucha gente le había mostrado su preocupación por este asunto. Pero ésta era la primera vez que Ji Xinglan hablaba de su padre con otra persona.
―... Cuando era joven, la persona que más idolatraba era mi padre.
Cuando estaba en el jardín de infancia, me di cuenta de que cada vez que mencionaba a mi padre, todos me miraban con admiración.
En ese momento, juré que sería tan grande como mi padre.
Cuando era joven, mi padre era bueno conmigo. Jugaba conmigo y me dejaba montar en su espalda. Pero un día, mi madre me dijo de repente que ya no nos quería.
Ante eso, Ji Xinglan no pudo continuar.
Yan Qiu frunció los labios y lo abrazó más fuerte. Lo comprendió. En el pasado, Yan Qiu también había idolatrado a Ji Nai.
Después de todo, todos los jóvenes soñaban con llegar a ser como el Mariscal de Campo.
―... Pero nos dejó de lado tan decididamente. ¿Es realmente el héroe que el mundo percibe que es? ―Ji Xinglan se recompuso y continuó. ―En aquel entonces, siempre quise convertirme en un héroe como él, pero luego me sentí perdido.
Yan Qiu suspiró largamente. Abrazó a Ji Xinglan con más fuerza y le dio un beso en los labios.
―Está bien. No lo pienses demasiado. Duerme.
Ji Xinglan tarareó y abrazó también a Yan Qiu. Cuando abrazó a su amante, efectivamente se sintió mucho mejor.
―Buenas noches. Eres mi héroe ―, dijo suavemente Yan Qiu.
. . .
Desde que Ji Nai apareció, Ji Xinglan parecía ocasionalmente aturdido.
Yan Qiu sabía que no podía apresurar las cosas, pero también quería ayudar a Ji Xinglan a superar esto.
Pero la persona que causó el problema debía ser la que lo resolviera. Lo único que podía hacer era consolar a Ji Xinglan y hacerlo feliz.
También era el único que podía hacer sonreír a Ji Xinglan.
Cuando veía que Ji Xinglan no estaba de buen humor, Yan Qiu actuaba como un perro faldero. Se sentaba en su regazo y, como una zorra, pedía descaradamente abrazos y besos. Era ridículamente pegajoso y lindo.
Yan Qiu estaba sentado en el regazo de Ji Xinglan cuando salieron los resultados de fin de curso.
En el momento en que recibió el correo electrónico, estaba tan aterrado que no se atrevió a comprobarlo.
―No deberías estar tan asustado. ―Ji Xinglan se burló de él antes de abrir el correo electrónico para que lo leyera.
―No está mal ―, le dijo.
―¿Eh? ¿En serio? ―Cuando escuchó esto, Yan Qiu miró con escepticismo.
Aunque no obtuvo un A+ en dos asignaturas, estaba claro que había mejorado.
―Está bien. Lo has hecho bien. ―Ji Xinglan puso su barbilla sobre su hombro y sonrió un poco. ―Déjame recompensarte.
Instintivamente Yan Qiu quiso correr, pero ya era demasiado tarde.
Lo sabía, su recompensa no es nada buena. Tales fueron los lamentables pensamientos de Yan Qiu antes de ser inmovilizado contra la mesa.
. . .
La víspera de Año Nuevo llegó pronto.
Todos los sirvientes estaban de permiso.
Yan Qiu y Ji Xinglan decidieron limpiar a fondo su casa.
La Sra. Ji estaba a cargo de cocinar, pero estaba feliz de hacerlo. Quería preparar un estofado para ellos, así que eligió los ingredientes por la mañana.
A pesar de que eran los únicos que pasaban el año nuevo juntos, todavía había un aire ceremonial.
La Sra. Ji había dicho claramente que no dejaría entrar a Ji Nai en la casa, pero por la noche, cuando Yan Qiu bajó las escaleras, vio al hombre en la sala de estar.
Se frotó los ojos con asombro pensando que sus ojos le estaban jugando una mala pasada.
Pero cuando volvió a abrir los ojos, el mariscal de campo Ji todavía estaba allí.
Su abrigo estaba en la percha y estaba tomando té mientras estaba sentado en el sofá. Incluso estaba jugando con el gato. Lan Lan se negó a soltarse la pernera del pantalón, dándole un aire tierno a pesar de su apariencia varonil.
Al igual que Yan Qiu, Ji Xinglan que estaba detrás de él también estaba atónito. Luego, dio media vuelta y fue a la cocina.
Yan Qiu podía escuchar las voces en la cocina.
―... ¿No dijiste que no lo dejarías venir? ―Eso fue de Ji Xinglan.
La señora Ji parecía resignada. ―Vino por la mañana y se quedó afuera todo el día. Incluso fumó un paquete y medio de cigarrillos...
Mientras tanto, cuando Ji Nai miró hacia arriba y vio que Yan Qiu había bajado, preguntó: ―¿Cómo se llama el gato?
Yan Qiu de repente se arrepintió de haberle dado su nombre al gato, pero solo pudo prepararse y respondió: ―Lan Lan.
―Oh, Lan Lan. ―Ji Nai asintió pensativamente.
Cuando Ji Xinglan salió de la cocina, vio a su padre llamando al estúpido gato Lan Lan.
Sus sienes palpitaban.
. . .
Según Ji Xinglan, su padre rara vez volvía, por lo que era aún más raro que pudieran sentarse juntos y tener una cena de la Víspera de Año Nuevo en familia.
Ya que iban a celebrar el año nuevo juntos, la Señora Ji decidió no discutir con él y dejar que se quedara a cenar.
La Señora Ji preparó una comida muy variada, tanto que no desmerecería en absoluto de un restaurante convencional.
Una vez que terminaron de cenar, la Señora Ji intentó echar a Ji Nai con el pretexto de que no tenían una habitación para invitados.
Pero Ji Nai no tenía intención de irse.
―Puedo dormir en el suelo. Estoy acostumbrado a dormir en el suelo en el ejército.
Los labios de Yan Qiu se movieron. Lanzó una mirada a Ji Xinglan.
Realmente eran padre e hijo. Ji Xinglan heredó de su padre su gusto por dormir en el suelo.
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Yan Qiu y Ji Xinglan volvieron a subir a su habitación. No sabían si la Señora Ji y el Señor Ji habían terminado de discutir entre ellos o no; pero no subieron.
Los fuegos artificiales en la ciudad estaban prohibidos desde hacía mucho tiempo y, como había pocos residentes en su zona residencial, no escucharon ningún tipo de fuegos artificiales, por lo que todo estaba bastante tranquilo a pesar de ser la noche de la víspera de Año Nuevo.
Yan Qiu recibió los deseos de algunos amigos. Después de responder a sus mensajes, se puso en una videollamada con Xie Yu, que le echaba de menos. Esto hizo que Ji Xinglan se pusiera muy celoso, así que sólo pudo colgar el teléfono y jugar con él.
―Es la primera vez que celebramos el año nuevo juntos ―, Yan Qiu colocó su cabeza en el pecho de Ji Xinglan.
Ji Xinglan le acarició la mejilla y dijo con una sonrisa: ―¿Con quién más querrías celebrarlo aparte de conmigo? Tendremos muchas oportunidades en el futuro. Celebraremos todos los años nuevos juntos a partir de ahora.
Ji Xinglan empezó a contar el tiempo cuando ya era casi medianoche. Un minuto antes, de repente inmovilizó a Yan Qiu en la cama.
Yan Qiu quería enviar mensajes de año nuevo en ese momento, pero le pilló desprevenido y se encontró debajo de Ji Xinglan.
Ji Xinglan se inclinó hacia abajo y lo besó profundamente durante mucho tiempo.
Yan Qiu fue provocado tanto que sus piernas se sintieron débiles. A través de la niebla de su mente se dio cuenta de que se había perdido la campanada de medianoche.
Cuando salieron a tomar aire, el minutero ya había pasado la medianoche. Yan Qiu miró la repentina luz que había fuera de la ventana. Al parecer, había unos fuegos artificiales.
Ji Xinglan lo dejó ir, pero aún no estaba satisfecho. Así que se apoyó en él y se negó a marcharse. Yan Qiu lo empujó y jadeó: ―Feliz Año Nuevo.
Ji Xinglan tiró de la correa de su pijama y se rió: ―Feliz Año Nuevo, bebé. Espero que seas feliz todos los años.
Yan Qiu se rió. Se levantó, se puso las zapatillas y fue hacia la ventana.
Se quedaron junto a la ventana y contemplaron los brillantes fuegos artificiales que estallaban en el cielo de los suburbios, lejos de la ciudad. Ji Xinglan abrazó a Yan Qiu por la espalda y le dijo con orgullo: ―Te besé durante todo un año.
Yan Qiu se quedó sin palabras.
... Pero eso era... algo así como... la verdad.
Ah, ¿qué clase de lógica estúpida era esa?
La expresión de asombro de Yan Qiu le pareció simpática. Ji Xinglan le dio un ligero beso en la mejilla y le dio un sobre rojo. Yan Qiu dijo: ―No soy un niño.
―Entonces, es para los bebés. Quédatelo primero.
Yan Qiu lo pensó. Los bebés aún no habían nacido, así que sólo podía guardarlo hasta entonces.
―¿Preparaste algún regalo de Año Nuevo para mí? ―Ji Xinglan se negó a soltarlo mientras se colgaba de él.
―Por supuesto.
Hace unos días, Yan Qiu había visto que alguien mencionaba en el foro que había un perfume masculino muy parecido a las feromonas de Ji Xinglan. Después de olerlo, comprobó que era cierto. Así que gastó discretamente bastante dinero para comprarlo, con la intención de dárselo a Ji Xinglan.
Justo cuando Yan Qiu se movió para cogerlo, Ji Xinglan le empujó sobre la cama.
―¿Puedo elegir por mi cuenta? ―preguntó Ji Xinglan.
Yan Qiu miró los ojos brillantes de Ji Xinglan y cómo las estrellas y los fuegos artificiales fuera de la ventana detrás de él lo iluminaban.
Así que puso su mano en el hombro de Ji Xinglan y dijo: ―De acuerdo. Haremos lo que quieras.
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Yan Qiu se apoyó en el abrazo de Ji Xinglan y jadeó, ambos desnudos.
―Duerme. ―Ji Xinglan le besó suavemente la frente. ―Son casi las dos.
Yan Qiu no sabía cuándo se había quedado dormido, pero cuando se despertó, vio que la cama ya estaba vacía.
Se levantó y fue a echar un vistazo al cuarto de baño, sólo para descubrir que el baño estaba a oscuras. No parecía estar ocupado.
El cielo oscuro mostraba que todavía era de noche. Todo el exterior estaba en silencio y sólo un poco de luz de luna brillaba a través de la ventana.
Yan Qiu cogió su terminal para comprobar la hora. Eran sólo las tres y media de la mañana. Frunció el ceño.
¿Qué está haciendo Ji Xinglan? ¿Reunirse con su amante por la noche?
Desde que el Mariscal de Campo Ji regresó, Yan Qiu pudo notar que el estado mental de Ji Xinglan no era el adecuado. Se dio la vuelta y se puso de cara a la pared, pero con sus pensamientos desbocados en la cabeza, no podía dormir. Así que se levantó de la cama y abrió la puerta, con la intención de salir a echar un vistazo.
En el momento en que abrió la puerta, escuchó a gente discutiendo.
Al mirar de cerca, descubrió que las voces venían de la puerta de al lado, que era la habitación de la Señora Ji.
Las habitaciones estaban un poco separadas, por lo que Yan Qiu no podía oír claramente lo que estaban discutiendo. Lo único que pudo decir es que parecían bastante agitados y eso le preocupó aún más.
Cerró la puerta en silencio y salió al pasillo para echar un vistazo. No sabía si debía entrar o no.
Estaba claro que era un asunto privado y que no debía entrometerse en él, pero estaban discutiendo muy ferozmente y Yan Qiu se estaba preocupando un poco.
Ni siquiera sabía dónde estaba Ji Xinglan.
Después de pensar un poco, Yan Qiu decidió entrar y echar un vistazo. Pero en el momento en que puso su mano en la fría manija, alguien salió de la oscuridad y le tapó la boca.
―Shh. ―Esa persona le dijo que se callara.