COMPRADA

By NaniChoiDreams

5K 355 90

SEGUNDO LUGAR en Kpop Hallyu Awards en Historia Corta Después de vivir abuso por parte de su padrastro, Jinah... More

SINOPSIS
Capítulo Dos: "La Pesadilla Comienza"
Capítulo Tres: "De su propiedad"
Capítulo Cuatro: "Amenaza"
Capítulo 5 "Confianza Perdida"
Capítulo 6 "Sólo Mía"
Capítulo 7 (Final) "Romeo y Julieta"

Capítulo Uno: Escapar y Olvidar

733 46 6
By NaniChoiDreams

La campana del colegio sonó indicando la hora de salida. Solté un bufido. En realidad no deseaba llegar a casa, quisiera que todo el día fueran horas de escuela. No tanto porque me guste estudiar, sino porque solo aquí puedo estar libre. Libre de ese hombre que desde que apareció en nuestras vidas ha vuelto todo una pesadilla.

Minah, mi mejor amiga se levantó primero de su lugar y se detiene frente a mí con ambas manos sosteniéndose de mi mesa.

—Hoy no podré acompañarte a la biblioteca —dijo haciendo una mueca—. Mis padres quieren que coma con ellos hoy en su día libre y después iré a mi clase de ballet.

—No te preocupes, entiendo —sonreí.

A veces sentía envidia de la familia de Minah, a ella realmente la adoran y tenía a sus dos padres junto a ella.

—Y también hoy tomaré el turno de la noche en la cafetería —informó antes de marcharse.

—Bien, nos vemos mañana —la despedí.

Las dos trabajábamos en una cafetería del barrio más cercano. No nos pagan mucho pero ganamos lo suficiente para darnos algunos gustos. Yo guardo mi salario para alguna necesidad, no le pido a mi Madre nada, ella paga mis estudios y con eso es suficiente para mí.

Me levanté del pupitre y tomé mi mochila. No tenía planeado llegar a casa así que al salir del aula me dirigí hacia la salida del colegio y de ahí tomé la ruta hacia la biblioteca.

Sin mi mejor amiga es algo aburrido estar ahí pero aun así lo prefiero a mi hogar. Me encanta leer libros, a veces para tener más conocimiento de las cosas y otras para sumergirme en un mundo que quisiera vivir. Uno donde hay princesas y príncipes, aunque suene demasiado cursi para mi edad.

Mi vida real sería algo parecido a la de Cenicienta. Solo que en vez de Madrastra, tengo un Padrastro que le encanta hacerme la vida imposible. En lugar de ser las hermanastras las que se burlen de mí, en mi caso es él. Y obviamente no veo para cuando se pueda aparecer un príncipe que me rescate.

Mamá se pasa casi todo el día trabajando para mantenernos, incluso a ese tipo también. Aunque siempre dice que trabaja, la verdad es que no le creo. Lo que se me hace sospechoso es cuando trae mucho dinero y ni señas en su ropa o su cuerpo del sudor de habérselo ganado.

Obviamente no comento más eso con mi Madre, ella confía en él, me atrevo a decir que incluso más que en mí, su propia hija. Por esa razón no le cuento lo que ese hombre hace conmigo cuando ella no está. Una vez lo intenté y solo recibí una bofetada de su parte y una advertencia de no volver a hablar falsedades de "su marido".

Mi reloj marca las seis de la tarde, se suponía que mi Madre estaría por llegar a casa. Dejé el libro en su estante y me despedí de la bibliotecaria con una sonrisa. Tanto tiempo acudiendo ahí, que ya se le había hecho costumbre verme y también siempre me apartaba el lugar más solitario para que pueda leer tranquilamente. Por personas como ella y como Minah es que a veces tenía fe en las personas.

El camino a casa era largo y pasaba por muchos lugares fichados de mala muerte. Barrios pobres y con muchos chicos que la gente llama "vándalos" o "malvivientes". Nunca me había topado con ninguno que quiera hacerme daño, afortunadamente.

Había oído hablar de un chico de apodo "Romeo". No tenía idea de quién era pero los rumores decían que protegía a las mujeres que corrían peligro por el barrio donde él vivía e incluso se aventuraba a salvar damiselas en otros lugares peligrosos.

Para mí solo era un invento ¿quién en esta podrida vida se arriesgaría por los demás? Por mi experiencia podría decir que absolutamente nadie.

Llegué a casa y me encontré con ese tipo. Estaba acostado en el sofá con una bebida alcohólica en su mano derecha y en la otra el control remoto del televisor.

—¿En dónde estabas? —demandó casi a gritos al verme.

Lo escuché ¡cómo no habría de hacerlo! pero fingí que no fue así.

—Tengo hambre, prepárame algo —ordenó con esa voz que tanto aborrecía, como si se mereciese todo lo bueno de la vida.

—Hay cosas en la cocina, puede prepararse lo que quiera, no es que esté manco o enfermo ¿cierto? —respondí comenzando a fastidiarme.

—¿Qué cosas estás diciéndome, chiquilla? —vociferó—. Háblame con más respeto que soy tu padre.

—No gracias, yo no tengo Padre y si fuera usted con menos razón.

Avancé hacia mi habitación solo dos pasos cuando sentí su mano apretando con fuerza mi muñeca.

—Aprenderás a respetarme quieras o no —me giró para quedar frente a él, ví su mano libre en la cual llevaba un cinturón. Sus ojos están inyectados de furia.

—Se cosecha lo que se siembra —escupí tragándome mi miedo.

No era la primera vez que me golpeaba, en varias ocasiones que le levantaba la voz me daba una bofetada o tiraba de mi pelo. Pero ésta vez parecía que no se conformaría con eso.

En un abrir y cerrar de ojos observé su mano dirigiéndose a mi mejilla. De la fuerza impregnada me hizo girar la cabeza hacia un lado. Comencé a sentir mi mejilla arder y mis ojos se quebraron. Pero ahí no bastó. Me tomó del cabello y jaló mi cuerpo hacia adelante obligándome a caminar.

Al estar frente a la puerta de mi habitación la abrió de una patada y nos adentramos. Me aventó sobre mi cama y por el movimiento la falda de mi uniforme se levantó un poco. Vi sus ojos nuevamente y ahora habían cambiado. La furia ya no estaba, me miró demasiado atento y mordiéndose los labios.

Quise gritar pero mi voz no salió. Intenté levantarme pero él me lo impidió, me volvió a empujar y enseguida se trepó sobre mí.

—Vaya, no me había dado cuenta que ya eres toda una mujer —jadeó y pude sentir su aliento alcoholizado.

Esto no debería de estar pasando, Mamá se suponía llegaría a esta hora pero no estaba. La desesperación se apoderó de mí, estaba consciente de que no era lo suficientemente fuerte para alejarlo o luchar contra él. Era más pesado y con mucha más fuerza que yo.

Pero no iba a quedarme de brazos cruzados y dejar que hiciera conmigo lo que quisiera.

Intenté zafarme retorciendo todo mi cuerpo para que me soltara. Sin embargo eso pareció enfurecerlo más, me soltó otra bofetada logrando sacarme algo de sangre de la boca. Lo pude saber al sentir el sabor metalizado en mi boca.

—No te hagas la que no quiere —balbuceó con su respiración apresurada—. Tú me provocas con esa ropa que usas ¿crees que no me di cuenta?

—¡Suélteme! —grité con todas mis fuerzas, pero eso solo parecía excitarlo.

Se abalanzó a mi cuello y comenzó a besarlo llenándome de su saliva asquerosa mientras sostenía mis muñecas con sus manos. Me retorcí intentando alejarlo pero todo era en vano.

Se alejó un poco y soltó mis manos solo para desgarrar mi camisa del uniforme dejando a la vista mis pechos que solo estaban cubiertos con el sostén. Se relamió los labios y mi asco aumentó al verlo. Comenzó a besarlos casi devorándolos, mi estómago se revolvió y estaba a punto de vomitar. Deposité todas mis fuerzas en una de mis piernas y empujé mi rodilla sobre su entrepierna, logrando mi cometido.

Se separó de mí llevándose sus manos sobre su parte lastimada. Aproveché la oportunidad y corrí hacia la puerta. Apenas tomé la perilla cuando volví a sentir su mano sujetando mi cabello con demasiada fuerza. Enseguida me empujó contra la puerta haciendo que mi cabeza diera vueltas, estaba mareada. Sentí un líquido que corría lentamente sobre mi frente y mi vista empezó a nublarse.

Me jaló con fuerza hacia atrás y volví a caer sobre la cama. Ésta vez su mirada se volvió más lujuriosa y deseosa de mí, mejor dicho de mi cuerpo. Se abalanzó sobre mí abriendo mis piernas aun contra la fuerza que hacía y que comparada con la suya estaba disminuyendo.

—¡No! ¡No, por favor! —suplicaba queriendo gritar pero mi voz se iba apagando poco a poco.

Bajó mis pantaletas y sentí que todo había terminado. Se desabrochó el pantalón, lo bajó hasta las rodillas y por más que manoteaba, mi fuerza ya se había esfumado. Estaba casi a punto de desmayarme y mis ojos se cerraron pero pude sentir como se introdujo dentro de mí.

Escuché vagamente como jadeaba de placer y hacía movimientos bruscos mientras con sus manos me sujetaba los muslos. Fue todo lo que pude recordar, en segundos quedé inconsciente y siendo sincera fue lo mejor.

No supe cuánto tiempo pasó hasta que desperté. Abrí los ojos lentamente, aun me dolía la cabeza por el golpe y también mi parte intima. Ya era de noche y él ya no estaba. Me encontraba sobre mi cama totalmente desnuda, quien sabe que cosas más me habrá hecho ese maldito.

Me sentí sucia, demasiado, así que me cubrí con la cobija de mi cama mientras soltaban en llanto. Así permanecí por varios minutos hasta que una idea se me pasó por la mente más impulsada por la furia que por mis sentidos.

Envuelta aun en la cobija me dirigí a la cocina, sabía que ya se encontraban dormidos al no escuchar ruido alguno. Al llegar abrí un cajón y tomé un cuchillo, el más grande que encontré. Lo apreté con todas mis fuerzas y regresé al pasillo donde se encontraba el cuarto de mi madre. Abrí la puerta sigilosamente y los observé, dormían tan plácidamente que eso solo hacía que mi odio aumentara. Sentí tanto coraje y odio al verlo tan tranquilo, pero más con ella, por ni siquiera preguntar por mi o revisar en mi cuarto. Aunque, quien sabe que le habrá dicho ese tipo.

Me adentré lo más en silencio que pude, caminando lenta y pausadamente hasta llegar a un costado de la cama en donde dormía él. Levanté mi mano en donde llevaba el cuchillo y permanecí con el en el aire por unos segundos. Mi mente se estaba aclarando, estaba tomando terreno mi cordura y mi conciencia. Lo que iba a hacer no iba a ayudar en mucho, sabía que mi madre no me lo perdonaría y aunque le contara la verdad no me creería. En resumen, mi mente me dio una imagen de mi viviendo en una prisión por el resto de mi vida que, aunque ahora fuera miserable, tenía el derecho de vivirla.

Bajé mi mano y así como entré también salí. Me apresuré al baño para darme una ducha y quitar por lo menos de mi piel los rastros que dejó ese hombre. De mi mente no se iban a borrar tan fácilmente. Al entrar le puse seguro a la puerta, no quería que se volviera a repetir lo de la tarde.

Retiré la cobija y al estar en el suelo pude observar una mancha de sangre, era evidente, era virgen.

Mientras sentía el agua correr sobre mi cuerpo no pude evitar soltarme a llorar. Nunca me imaginé que mi primera vez fuera de esa forma y con ese malnacido. Me tallé mi cuerpo con la esponja lo más fuerte que pude, luchando por quitar su saliva y la sensación de sus sucias manos. Así deseé frotarme el cerebro para que esos recuerdos también se fueran.

Al terminar salí siendo lo más precavida posible. Entré a mi habitación y me puse algo de ropa cómoda para salir. Tomé mi mochila del colegio y vacié todos los útiles en la cama. Metí un poco de ropa dentro y tomé el dinero que tenía guardado. Esta noche sería la última vez que ese hombre me ponía una mano encima. No estaba dispuesta a permanecer aquí. Tampoco a contarle a mi madre sobre lo sucedido, estaba segura que no me creería, así que no valía la pena gastar saliva explicando y suplicando por su confianza.

Salí de casa sin dejar nota alguna, sabía que poco importaría. Aunque despareciera nadie me buscaría, para esos dos mejor.

Al estar en la calle no sabía hacia dónde ir. No pensé en eso antes, pero ya no había vuelta atrás. Dormiría en algún hotel barato o en la calle, estaba acostumbrada a vivir en el peligro teniéndolo de inquilino en casa, así que lo que pasará en la calle podría ser menos que eso. Aun así no bajaría la guardia.

Caminé sin rumbo hasta llegar a una calle desolada y oscura. El miedo comenzó a apoderarse de mí. Desde varias cuadras antes sentí que alguien iba siguiéndome. Apresuré el paso y escuché otros pasos detrás de mí, eran más pesados, como los de un hombre. No, no era solo uno, pude escuchar como si fueran dos.

Al salir por fin de esa calle oscura me adentré a un puente, para mi fortuna un poco más iluminado. Al estar ya a la mitad esos pasos detrás de mí se convirtieron en zancadas, estaban corriendo hacia mí. Intenté hacerlo también pero fue demasiado tarde.

Sentí que jalaron con fuerza mi mochila e intentaba retenerla. De repente uno de los tipos se paró justo frente a mí con un cuchillo en su mano derecha.

—No te resistas y danos todo —amenazó y sentí mis piernas temblar.

Era un hombre joven, un poco más grande que yo algunos veinticinco. Vestían con chaquetas de cuero negras y pantalones del mismo color.

—No tengo dinero —anuncié con la voz temblorosa.

—¿Enserio? —torció la boca—. No lo creo.

El otro hombre me quitó la mochila y la abrió. La sacudió boca abajo y mi ropa cayó al suelo. El dinero lo traía en mi ropa interior, sabía o creía que ahí no buscarían.

—No trae nada —informó, al verlo un poco mejor se miraba más joven que el otro, algunos veinte o veintidós.

—Cómo es posible que no lleves dinero —me miró el primero sin dejar de amenazarme con el cuchillo.

—Es verdad no traigo —levanté las manos para darle a entender que era cierto.

—Viéndolo bien —se acercó más a mi rostro y después me recorrió con la mirada hasta los pies—, eres muy bonita para estar a estas horas en la calle sin dinero y sola.

No supe que responder, su mirada me recordó al de aquel tipejo y mi miedo se hizo más grande. No podía luchar contra los dos, ni siquiera pude hacerlo contra uno y lo que intenté me salió todo mal.

—Ya dijo que no tenía nada y mira su ropa, no es que valga mucho. Mejor vámonos —sugirió el segundo aventando mi mochila junto a la ropa.

—Tal vez no tenga dinero —respondió el otro mordiéndose los labios—, pero hay otra necesidad que puede quitarme.

—Nosotros no hacemos eso —replicó el más joven mirando desesperado hacia sus alrededores.

—Siempre hay una primera vez y la verdad está muy buena para no hacerlo —relamió sus labios.

—Si haces eso podemos estar en peligro —su voz sonó con miedo.

—¿De quién? ¿De ese tal Romeo? Ese tipo no existe, y aunque así fuera somos dos contra uno.

Me tomó por la cintura y me acercó lo más que pudo a su cuerpo para enseguida besarme en la boca. Puse mis manos sobre su pecho para alejarlo pero me apretó más fuerte. Mi boca permanecía cerrada ante sus movimientos. Puso sus manos en mis glúteos mientras el otro solo observaba a todos lados.

Cerré mis ojos y el recuerdo de mi padrastro vino a mi mente. Enfurecí, no podía permitir que ocurriera lo mismo. Lo volví a empujar y esta vez se alejó muy fácilmente. Abrí los ojos y lo vi tirado en el piso quejándose de un golpe en su mejilla. Incluso salía sangre de su boca.

Estaba una persona más parada junto a él y dándome la espalda. No era el otro más joven, de él no había señas. Este era alto, mucho más que yo y más corpulento que los otros dos. Iba vestido de negro, casi igual que ellos pero con un pasamontañas que cubría su rostro.

Giró su cabeza un poco para observarme y yo sentí de nueva cuenta el miedo apoderarse de mí. No sabía si esta ayuda iba a ser para bien o para mal.


Continue Reading

You'll Also Like

999K 70.2K 70
¿Podrás soportar este dulce amor? ---------------------------------------------------- El primer amor es algo que Abdel encontró en una pequeña cone...
33.7K 2.3K 78
Mi chica e' modelo, Gigi Hadid Yo sigo invicto, como Khabib Tengo mi vida en Argentina Tengo mi gente acá en Madrid Álvaro me dice que no pare Que, e...
337K 22.6K 47
Lea es una doctora de veinticuatro años. Es una chica que no cree en el amor ya que siempre tuvo malas experiencias en todas sus relaciones, pero hub...
89.2K 6.1K 22
Los secretos son cosas de 2 personas. Pero en mi caso es un secreto de 6 personas. Mi vida dio un giro de 360° grados. Mi vida cambió trasticamente d...