𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1904 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Después lo que sucedió con los dos menores de la familia, y también a la par de esa historia. Otra anécdota se desarrollaba con los dos mayores. Que a diferencia de lo ligeramente incomoda de los anteriores, esta era mucho más tranquila.
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Mientras George y Emma se andaban peleando, Andrew buscaba a Vincent en el primer piso, los escuchaba gritarle y cuando vio que se estaban pasando, sobretodo porque era una pelea por una tontería, fue a intervenir.
Él era su hermano mayor, sus padres habían salido a la apertura de una fábrica, de sombreros, con las debidas condiciones de trabajo, a su mamá le gustaba revisar esas cosas, y bueno, a su papá le gustaba acompañar a su mamá.
George hizo lo de siempre, ponerse de respondón sin escuchar. Andrew no estaba molesto con él, pero sí un poco irritado, pero al ser un muchacho tan pacífico y tan tranquilo, verlo enojado era demasiado raro.
Se fue después de hablar con George unos segundos, supo que lo dejó pensando. Y eso era bueno, había logrado su objetivo, ya entre George y Emma se iban a terminar de solucionar.
George no era mal muchacho, Emma no era una engreída.
Bueno, sí era. Pero no en un mal sentido como a veces a George se le daba por acusar.
Los dos eran muy buenos muchachos, pero como siempre, defectos los tenía cualquiera. Por ejemplo, Andrew era tímido en extremo, y de hecho bastante enamoradizo. No le venía bien eso.
Pero había que admitir que era muy tierno.
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Siguió buscando a Vincent, no estaba en su habitación, ni en el baño, ni en la cocina, ni en el balcón, ni el jardín ¿Dónde podía estar?
A ver ¿Sí Andrew fuera Vincent donde se metería?
Podía ser en cualquier lado. Seguía sin respuesta.
Lo necesitaba, Andrew era muy organizado y ese día tenían un trabajo en la oficina de su padre. Uno que les dejo mientras él salía con su mamá. Tenían que organizar los papeles de las importaciones para autorizarlos. Osea ordenarlos por categoría, madera, algodón, etc.
Y solo no lo podía hacer. Se iba a confundir.
Así que Vincent tenía que aparecer.
Vincent no era irresponsable, por su puesto que no. Pero sí tendía a ser bastante olvidadizo, escurridizo y bueno, travieso.
Lo último sonaba mal, pero si se explicaba ya iba a tener más sentido.
Vincent era alto, gallardo, de pelo cuidado y muy vanidoso. Era sociable, sumamente hablador, divertídisimo, encantador u la persona de la que todos quisieran ser amigo, y por denre también el muchacho que era amiga de todo el mundo.
Era un imán, para cualquiera, y para cualquier muchacha. Y digamos que justo en ese último aspecto, aprovechaba muy bien su forma de ser.
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El problema es que Andrew no quería tener esas sospechas de su hermano. No en esos momentos.
Que incómodo.
De repente ya no lo quería buscar. Al fin de cuentas ¿Tenia que llegar no? Si estaba haciendo "sus cosas" Andrew era la última persona que lo quería ver.
Y fue justo cuando sus intenciones cambiaron, que lo encontró
Donde no esperaba.
En la oficina de su papá.
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La oficina estaba cerrada, Andrew dejaba a su padre dejándola abierta. Iba a abrirla y entrar para ir avanzando sólo. Ya le había desagradado mucho pensar en que podía estar haciendo para que no aparezca por lugares coherentes y por los que siempre estaba.
Pero si no fuera suficiente, la puerta estaba con llave.
Que mala suerte. Tendría que ir a pedirlas, o a buscarlas. Y eso quedaba bastante lejos.
Hasta que escuchó a Vincent reírse adentro.
Maldito sea. Estaba ahí adentro.
—¡Vincent! —Habló para advertirle que ya se había dado cuenta.
Hubo silencio, escuchó muchas cosas acomodarse.
—¡Andy! ¡Te estaba esperando! —Dijo notablemente nervioso desde adentro. —Déjame abrirte la puerta hermano.
Andrew lo esperó afuera de brazos cruzados mientras suspiraba sin remedio.
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Cuando se abrió la puerta en poco tiempo sorpresivamente, en vez de ver a Vincent primero. Vio salir a una sirvienta totalmente apresurada y despeinada. Acomodándose el adorno del cabello.
Al final, Andrew si se terminó encontrando con lo que no quería. Bueno, al menos no se encontró con la situación de manera en la que iba a ser demasiado incomoda para el, para Vincent y para la pobre Natalia, así se llamaba la muchacha.
Natalia hizo una reverencia ante ante Andrew para disimular mientras se iba. Andrew se la correspondió. Ni que fuera a decirle algo, no la quería avergonzar después de lo que había pasado.
—¡Nat, corazón! —Vincent la llamó cuando la misma casi desaparecía por el pasillo de la izquierda. La muchacha se volteó unos segundos. Estaba apurada. —¿Nos vemos el próximo jueves?—Dijo, Natalia se rió de manera tonta sin darse cuenta asintió, Vincent le mandó un beso volado y la chica se fue.
Andrew esperó a que Natalia se fuera por completo. Mientras su hermano quedaba parado en el marco de la puerta con una sonrisa, con la corbata toda floja, y también todo despeinado.
Se ganó un zape en la nuca.
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—¡Ay! ¿Pero por qué me golpeas? —Vincent reaccionó.
—Los dos están todos desordenados, y todavía se les ocurre meterse aquí —Le dijo
—No lo pude evitar, vine para esperarte, y de repente Natalia llegó con una taza de té que le pedí. Y tú sabes que ella me gusta mucho, y bueno. No lo pude evitar. —Vincent se explicó.
—Ayer me dijiste que te gustaba Adira. —Andrew le recordó. Vincent hizo una mueca, lo habían descubierto.
—Ah, hermano, lo de Adira fue solo un momento, con Natalia es diferente.
—Y Tatyana, Paulina, Isabel, Yelena ... —Andrew le iba a seguir nombrando.
Esta vez Andrew fue el que recibió un zape en la nuca.
—¡Ay! ¿Y ahora por qué me golpeas tú? —Se quejó el hermano mayor.
—Andas hablando fuerte, si cualquiera pasa te pueden escuchar. —Dijo Vincent. —Para todo hablas bajito, pero para eso no.
—¿Osea tienes miedo de que Natalia sepa tu pasado con otras chicas? —Continuó Andrew. —O quieres que no se entere Adira, o Yelena... —Iba a continuar pero Vincent lo jaló dentro de la oficina de su padre para luego cerrar la puerta con los dos dentro.
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—Vamos Andy, cúbreme en esta más por favor. —Le pidió su hermano. —No se lo digas a nadie. Mamá me va a matar. Lo sabes.
—No te va a matar por lo que crees, osea por estar con sirvientes. Te va a matar por como las estas utilizando. —Andrew le explicó, siempre era la voz de la razón. —Tú sabes que a mamá no le molesta de quien te vayas a enamorar. Pero lo malo es que tu no te enamoras, a ti te gusta solo divertirte. Las estas llenando de ilusiones, y luego se las estás rompiendo porque no sientes nada genuino aún.
—Pero Andrew, aún somos muy jóvenes. Hay que vivir esta etapa de la vida. Disfrutarla, no es nada malo. No le estoy rompiendo el corazón a nadie...
Andrew enarcó una ceja.
—... En esta última semana. —Dijo Vincent salvando la situación.
Andrew suspiró. Y accedió. No le diría a nadie. Una vez más.
Su hermano lo abrazó animado para luego darle un golpe amistoso en el hombro.
No podía decirle que no, era su hermano. Iba a estar con él en cualquier circunstancia. Lo iba a cubrir en cualquier circunstancia, Vincent estaba incondicionalmente para él, y siempre hacia lo mismo por él. Y muy fuera de hacerlo porque se lo debía, lo hacía porque precisamente, era su hermano.
—Gracias. —Dijo Vincent muy tranquilo y animado. —Te juro, que esta es la última vez.
Era mentira, obviamente.
Pero ya que, al menos su promesa duraría un tiempo.
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—¿Pero sí limpiaste no? —Andrew preguntó viendo mejor la oficina.
—Por su puesto. Si en algo me he vuelto profesional es en ordenar las cosas en un segundo. —Se rió. —Todo limpio mi hermano.
Andrew negó sin remedio. Y ambos se dirigieron al escritorio de papá.
Y bueno, Vincent tenía razón si ordenaba las cosas rápido. Parecía que no había pasado nada. Gracias a Dios.
Andrew se sentó en la silla del escritorio y sacó del cajón que le dijo su papá todos los papeles que él y su hermano lo ayudarían a organizar. Los puso en la mesa. Y también hizo espacio para ir separandolos.
En esos segundos Vincent fue a pararse delante del espejo de la oficina, para esta vez acomodarse la corbata de manera propia, y por su puesto, arreglarse el desordenado cabello.
Siempre delante de un espejo, sabía que era guapo, sabía que se morían por el, era todo un narcisista. Ese tal vez era el defecto suyo.
Pero así como todos los hermanos, ninguno era alguien malo. Timidez, narcisismo, orgullo y berrinche, así eran los cuatro. Pero eso no los hacía malas personas.
Andrew era la persona más dulce del mundo, Vincent podía hacerse querer hasta por una piedra, George era tan inteligente que daba miedo, y Emma estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitase.
Todos tenían defectos, todos tenían virtudes. Nadie podía ser perfecto, ni sus propios padres.
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Andrew fue avanzando con los dos primeros documentos mientras esperaba que Vincent se termine de arreglar.
—Eh Andy. —Lo llamó Vincent, Andrew giró y vio al mismo analizandose al espejo mientras acomodaba su largo cabello. —¿Cuándo le vas a hablar a Delynn?
Andrew enrojeció en un segundo. —¿Por qué me preguntas eso? —Quiso evadir.
—Bueno, la última vez te asustaste tanto que ni la miraste a los ojos.
—Pero sí le hablé.
—Le dijiste "Buenos días" eso no cuenta. —Vincent se burló.
— Oye..—Le dijo Andrew avergonzado.
—Pero sabes, a tu favor Andy, hasta yo tendría miedo de hablarle a Delyyn, Dios, tiene tu edad y creo que mide dos metros. —Dijo. —¿Has visto qué enormes músculos tiene? Yo no creo que quieras que alguna vez se enoje contigo.
Andrew siguió avergonzado. Delynn era la chica que le gustaba. Era hija del principal capitán de barco de comercio de Londres. Alta de cabello y ojos negros, superaba a Andrew como en una cabeza, y Andrew ya era bastante alto. Era bastante fornida, por todo el ejercicio que debía hacer junto a su padre. Y a Andrew le gustaba.
En cosas de amor, si de mala suerte se trataba, Andrew ganaba. Era enamoradizo, y lo que sentía era bastante puro. Lo malo, era que usaban eso en su contra, porque siempre lo habían utilizado para llegar a Vincent. Toda muchacha que fingió tener interés de vuelta por Andrew, solo lo hizo para poder llegar a Vincent, porque todas lo querían a él.
No las culpaba, Vincent era un sueño para cualquier muchacha. Él no. Vincent siempre lo ayudaba, lo intentaba impulsar y también se sentía muy mal de saber que usaban a su hermano, su hermano era muy bueno, no le gustaba que se rían de él.
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—Como sea, es linda. Es muy linda. —Andrew suspiró.
—Pues dile algo.
—No puedo.
—Sí puedes.
—No soy como tú Vincent.
—No tienes qué tonto. —Vincent se sentó en la silla al frente suyo para trabajar con su hermano. —Sólo se tú, no sé te acercas y le dices "Hola Delynn, no hablamos mucho, pero me alegra verte ¿Cómo estás hoy?" No tienes que parecer confiado ni nada.
—Es muy poco probable que se vaya a fijar en mi. No lo sé. Soy más bajo que ella, parezco un palo... físicamente no sé si pueda ser suficiente para que me mire, o algo.
—Pero también es probable que se haya fijado en ti, el mayor de los hermanos Sangster, el más dulce, el más amable, el más bien comportado. —Dijo Vincent. —Y si no se fija en ti ya te gustará alguien más, y así en algún momento llegará lo correspondido. —Dijo. —¿Pero por qué no te diviertes antes? Un poco, para no reservarte solamente para el "amor" y tus cursilerias. —Rió. —Mira, la otra vez la nieta del señor Anderson te estaba mirando en el baile, o que dices de la prima mayor de esa amiga de Emma que...
—No Vincent. No quisiera romperle el corazón a nadie. Prefiero que me lo rompan a mí. —Dijo suavemente.
—Eso es digno de un mártir hermano. —Dijo asombrado aún por los pensamientos de su hermano. — Salir herido a conciencia duele más. A veces uno tiene que elegirse a sí mismo por sobre los demás.
—Pero siempre toca, Vincent. —Dijo Andrew. —Nadie es intocable. O indestructible. Te pasará a ti también, en algún momento no toda muchacha estará a tus pies. No lo sé, va a llegar alguien que te guste de verdad, y de manera irónica no va a creerte o te van a rechazar, y nunca te han rechazado...
—¿Me estas dando malos augurios? —Vincent bromeó haciéndose el ofendido. Llevándose una mano al pecho.
Andrew rió. —No, claro que no. —Le dijo a su hermano. —Sólo digo que las cosas que haces se te devuelven. Siempre hay que tratar a los demás como nos gustarían que nos traten a nosotros.
—Hablas idéntico a mamá. —Le dijo Vincent, completamente sincero pero sonó cómico.
Los dos se terminaron riendo, y continuaron con su trabajo encomendado.