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By GhostPepper-

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๐‘๐„๐ˆ๐†๐ | โ Hemos perdido tanta gente el aรฑo pasado que el dolor es indescriptible. Pero no imaginamos, q... More

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XXII

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By GhostPepper-

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     Dentro del lugar le quitaron la diadema de la cabeza a Lauren, para poder dejar su cabello libre de cualquier accesorio, y para claramente, devolver la diadema prestada como debía de ser en los días siguientes.

    Debía entrar a la sala del trono junto a Thomas, el Rey iba a tomarle el juramento, otro sacerdote iba a echarle bendiciones, le darían el cargo, y con eso. La corona.

   Tenían que cambiarle el armazón, por uno flexible, durante la coronación debía flexionarse en una reverencia un momento durante el juramento. Para esa ceremonia, por otra parte, Thomas debía ponerse su corona.

    Todo tenía que suceder rápido, todo pasó rápido.

[•••]

    La Reina no estaba tampoco, y era mejor. Dentro la sala del trono estaba con asientos para los invitados, frente a su trono, el Rey junto a una espada esperaba solemnemente.

    La música de trompetas se hizo sonar, Lauren pasó por el medio del brazo con su esposo. Mucho más cómoda con el vestido, porque sin él armazón de metal, pesaba mucho menos, y ese armazón flexible podía ser hasta lo más cómodo que había vestido después de aquella comparación.

   Se elevaron oraciones, el sacerdote de esa ocasión leyó la sagrada biblia y aclamó los Salmos al cielo, en nombre de Dios. Puso agua bendita en su cabeza haciendo una cruz en su frente. Y se retiró a un costado para que el Rey proceda con su deber.

   Lauren se agachó para con la cabeza mirando al suelo. Sintió la espada ir de hombro a hombro, y al Rey tomarle el juramento.

   Bajo la mirada de Dios, y de su nueva familia, era la princesa de Inglaterra. Juraba por dios y su patria cumplir con los deberes sagrados de su reino. Y lo juró, por ella misma, por su vida, por todos los demás, por su pueblo, por sus amigos, por toda esa gente que representaba, por el Reino del cual era princesa, y del cual sería Reina.

    Un peso se colocó en su cabeza, uno real. No sabía cómo era su corona, sólo que la habían diseñado especialmente para ella. Pero claramente por el peso, podía saber lo alta y lo grande que podía llegar a ser.

     Le dieron el permiso de levantarse de nuevo, y al hacerlo pudo tener frente a frente al Rey. Le hizo una reverencia, y después de él todos imitaron su acción, todos los invitados, cualquier presente. Thomas también se agachó. La música de las trompetas se hizo más fuerte y más solemne.

    La gente se levantó, Lauren y Thomas pasaron al lado del Rey, delante del trono del mismo. En frente de todas las personas presentes.

[•••]

     —¡Salve la Princesa de Inglaterra! —Vociferó.

     —¡Salve! —Gritó en respuesta el público presente en el ambiente.

     Y ese solo fue el inicio de la celebración.

[•••]

      Lauren ya era la princesa de Inglaterra, para el goce de muchos y rabia de pocos.

      El baile era en su honor y en honor a su boda. Era el festejo más grande del Reino después de haber estado afrontando tiempos malos, tiempos de indecisión y tiempos de tantas muertes continuas.

     Una señal de que la luz siempre estaba presente. De que Dios solo los ponía a prueba. Más nunca los abandonaba.

[•••]

     Tuvo que cambiar su vestido de bodas por uno propio para el baile. El blanco era un color muy fácil  de manchar, y no podía darse el lujo de manchar aquel vestido con nada. Dejó su corona, y ahí la vio mejor, era más alta de lo que imaginaba más brillante y más elegante, el símbolo de en quien se había convertido.

    Evelyn la llenó de abrazos, saltó de emoción y dijo que había visto todo. Que todo salía perfecto, y que lo tenía que seguir haciendo. Wendy, Katerina, Ophelia y todos quien pudo saludar saltaron de emoción y desbordaron de la misma.

     El vestido para el baile, era la segunda creación más magnífica de Evelyn, y según sus palabras, lo digno para la princesa de Inglaterra.

    Verde esmeralda, falda de capas, escote prudente en forma de corazón mangas pomposas y cortas que se unían al largo de los guantes blancos que iban hasta sus brazos. Mismo peinado del que la boda, pero cambió de joyas, en las que claramente debía entrar, el magnífico collar con piedra de esmeralda que le dio Thomas. Ya hace más de dos años, cuando supuestamente se iría después del juicio.

     Había guardado ese collar para algo especial, y era el día de su boda, la noche del baile de ese mismo día. Valía la pena. Estaba preciosa, era preciosa.

[•••]

     Thomas la esperaba a los pies de la escalera, también se había cambiado, con otro traje, y una corbata verde, del color del vestido de Lauren porque así lo habían planeado.

      Era todo un sueño, ellos al medio de la gran sala, de la gran pista de baile. Bailar con él. Cuando la hacía girar, cuando la abrazaba contra sí.

     Era su esposo. Y estaba tan feliz.

     Se encontró con tanta gente, Gerard también fue al baile, estaba Kaya, su esposo, y su bebé, a quien Lauren cargó  un momento. Dylan estuvo saltando por todos lados, molestando a Thomas todo el tiempo. Iba a apretarlo de las mejillas y estirarlas, pero se ganó una palmada en las manos por parte de Lauren.

     Se asustó porque no se lo esperaba, pero también cuánto se rió.

[•••]

     Entrada la noche, pero aun muy temprano para el fin del baile Frizzy, se estaba pasando un poco de copas de vino. Y en un momento fue con Thomas a advertirle que lo estaba vigilando.

    —Tengo mis ojos en usted, principito. —Dijo Frizzy, arrastrando un poco las palabras.

     —Frizzy estoy a tu derecha. —Thomas le hablo, literalmente Frizzy hablaba dándole la espalda, la morena se volteó riendo un poco.

     —Te mueves rápido. —Justificó su falta de atención. —Pero usted escúcheme, pórtese bien. A mi Lauren me cuenta todo. —Dijo. —Tenga cuidado conmigo, porque yo estoy entrenando. —Se arremangó las mangas del vestido, y mostró los pocos músculos de sus brazos.

     Daban ganas de reírse, pero solo la estaban escuchando.

     —¿Frizzy no quieres sentarte un momento? —Le preguntó Lauren amablemente.

     —¿Sentarme yo? —Se volvió a acomodar las mangas. —Pfff. —Se burló, haciendo que Thomas no pueda evitar reírse. —La fiesta no ha terminado. —Dijo, se despidió momentáneamente de la pareja y se fue a incluir a un círculo de personas que la recibió felizmente para su conversación.

    Y como no, si Frizzy seguía siendo igual de agradable, incluso con un par de copas de más.

    La Reina se había negado a estar ahí o estar involucrada en el día, pero fue mejor para todos. El dia estaba bien sin su presencia y si al menos ese día podían aprovecharlo, tenían que, ya la tortura de la mujer continuaría los días siguientes.

    Pero el día de su boda, no podía perder su magnificencia.

    Y no la perdió.

    Todo el baile fue magnífico toda la fiesta fue magnífica.

    Llegó la familia de Frizzy y todo se puso mejor, se trajeron regalos, muebles, joyas, caballos, candelabros, pinturas de artistas de renombre. Todo lo más hermoso imaginable.

   Lamentablemente no vinieron los sobrinos de la morena, iban a hacer un desastre, la mayoría eran pequeños. Aún así a Lauren no le hubiera molestado, de todas formas entendía la decisión de la familia de su gran amiga.

    La familia de Frizzy se juntó con Ava y la incluyeron en todo. Todo se sentía tan bonito. Y todos estaban tan felices.

[•••]

     Bailaron y bailaron, horas y horas. Pieza tras pieza. Con cada una sintiéndose como la primera.

     A media noche, recién tendrían un banquete. Y cuando llegó el banquete también fue maravilloso.

     Ava dijo palabras muy lindas en aquel brindis. Que siempre había deseado tener una hermana, y que estaba feliz de tener una ahora. Como la vida de todos había cambiado, y como había logrado aprender que las cosas no tienen por qué quedarse iguales por toda la eternidad, porque la vida se trata de cambios, y saber aceptarlos.

    Antes de la despedida de los invitados, Lauren bajó a la cocina a visitar a todo el mundo. Louise fue quien le abrió la puerta, Octavia corrió para apretarla en un gran abrazo, en la cocina surgió una celebración también. Lauren les pregunto si estaban bien, o si se sentían muy cansados, todos negaron no les importaba, ese cansancio no importaba.

     Emperador y Bruno estaban en la cocina debido al olor de la comida, y que no se querían ir. El gato y el perro también le añadieron más alegría a aquel día, Bruno seguía con su corbata, y a Emperador también le habían puesto una.

[•••]

     Le ardían y dolían los pies de sobremanera, estaba agotada y cansada, pero toda esa celebración había sido magnífica, y no duraría solo ese día, en el pueblo,  y en los lugares del castillo duraría durante largas semanas. Gente celebrando en sus casas, bailando en las tabernas y bebiendo en ellas.

     El matrimonio más recordado, más histórico y más maravilloso había tomado lugar en Inglaterra.

     El mundo iba a recordar sus nombres. Los siglos no olvidarían los mismos. Su legado sería una bendición  de Dios.

    Habían tantos planes, y tantas cosas lindas por hacer. La luna de miel, el viaje a Doncaster. Ese tiempo libre de todas esas presiones del Reino, al menos por unas semanas por un par de días, un par de semanas. Para sentirse completamente esposa suya, para entregarle cada fibra de su cuerpo. Para que él pueda hacer lo mismo.

[•••]

     Lauren era quien se retiraba primero, por tanto quien se despedía primero. Debido, a que según tradición debía prepararse para otra cosa más importante esa noche especial.

     Su noche de bodas.

     Por poco lo olvidaba.

     Un gran escalofrío recorrió absolutamente todo su cuerpo.

    Se despidió de cada invitado con cortesía, se aseguró de agradecerle a Kaya por milésima vez haberle prestado la diadema, de Evelyn, y de la familia de Frizzy también se despidió con mucho cariño, ademas, por nada del mundo se le olvido desear las buenas noches a todos los sirvientes que ayudaron y atendieron, a sus amigos, a los que siempre consideraría compañeros de trabajo.

[•••]

     Debía dirigirse a su nueva habitación compartida, la nueva habitación junto a su esposo. Donde ya habían trasladado todas sus cosas, donde estaría con el en adelante.

    Emperador iría a dormir con Frizzy mientras le consigan un espacio personalizado, que no había de demorar tampoco.

    Katerina la acompañó a la habitación. Y bueno, venía la duda.

    ¿Lauren necesitaba ayuda en algo o simplemente Katerina se iba así solamente? Aquella prenda sensual para su noche de bodas, la iba a usar ¿Sí o no?

     De todas formas Thomas iba a llegar más tarde ahí, y se suponía que ella ya debía de esperar "lista para recibirlo"

[•••]

     Al final Katerina sí terminó ayudando a Lauren con las prendas más difíciles. Como el mismo vestido, los tacones el corsé y el armazón. Ayudándola a acomodar todo dentro del enorme cuarto del armario dentro de la habitación que ahora era suya y de su esposo.

    Ya lo demás Lauren podía hacerlo sola, y además estaba el riesgo de que Thomas entre en cualquier segundo. Así Katerina se fue casi corriendo, después de desearle comicamente suerte a la princesa Lauren.

    Lauren decidió ir al baño para terminar de cambiarse, por el tema de que la iluminación del espejo se notaba mejor ahí que en el espacio del armario, de esa forma podía colocarse esa prenda que Evelyn le había dado de mejor forma.

    La única joya que no se había quitado, era el collar de esmeralda. Porque así marchaba su plan.

    Se soltó el cabello, y ante la libertad de no tenerlo ajustado y amarrado sintió tranquilidad, lo acomodó y ordenó lo mejor que pudo, y estilizó el mismo peinandolo con sus dedos.

[•••]

     Tuvo que desnudarse, completamente, y ponerse aquella prenda encima, aquella especie de bata, de color esmeralda, y con todas esas transparencias y grandes aperturas en las piernas.
  
     Llevó sus ropas interiores al armario para ordenarlas como debía, y luego corrió a esconderse al baño de nuevo.

    Hubiera sido de muy mala suerte que Thomas la vea en esos apuros. De todas formas no pasó.

     Tanto el como su familia debían estar terminando despedir a todos, y dejando precisamente todo en orden. Thomas ya subiría, cerraría la puerta detrás de él y lo más posible era que los dos entren en pánico.

    Nunca había visto a un hombre desnudo. Iba a tener que ver a Thomas desnudo. Ella iba a estar desnuda delante de él.

    Y considerando las prendas que traía, ella técnicamente lo estaba desde el principio.

[•••]

     Ahí con la puerta cerrada dentro del baño, se miraba al espejo. Para respirar, para tratar calmar sus nervios.

     Sí. Era una tradición que la mujer se entregue carnalmente a su esposo. Técnicamente por obligación, para muchas mujeres que tal vez no desearan dar su cuerpo así solamente.

     Pero Lauren no se sentía obligada, ni por ella misma, ni por Thomas ni por nadie. Solo estaba muy nerviosa, no porque no quisiese hacerlo sino por la incertidumbre sobre cómo eso se iba a sentir.

     Pasión carnal no la había tenido nunca, por eso mismo desearlo se sentía tan extraño.

     Pero ya estaba casada.

     Thomas era por fin y al fin su esposo. El era un príncipe y ella una princesa.

    Era con quien iba a pasar el resto de su vida, y a quien amaría durante la misma.

    No sentía que para sentirse completa como mujer necesitara las relaciones sexuales, eso no, una mujer podía ser plena en cualquier sentido, en cualquier decisión de su cuerpo, en su propia autonomía y su propia decisión, casada o soltera, con hijos o sin ellos, con la educación que tenga, sea el dinero que tenga. Una mujer era tan completa con un hombre como sin él. Sentirse incompleta definitivamente no era el asunto.

    Era voluntad simplemente. Y era deseo. Y no estaba mal. Todos eran seres humanos, todos tenían derecho a ansiar contacto, a añorar la entrega o poder recibir la misma.

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