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By GhostPepper-

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XXI

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By GhostPepper-

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

      La ceremonia de matrimonio no era larga, al menos al pensarlo bien, no lo era. Había un gran libro detrás del sacerdote, el acta de matrimonio, donde ambos tenían que firmar, todo iba de acuerdo a la iglesia, pero obviamente tenía que ser legal también.

[•••]

    — Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal. —Dijo el sacerdote con voz entonada y imponente, extendiendo los brazos. —Él, que os consagró un día con el santo Bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un Sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del Matrimonio. —Respiró —Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención. —Dijo solemnemente.

[•••]

     Retrocedió, se tomó un tiempo, para añadir la expectativa al momento. Miró a ambos, y empezó de nuevo. —Esposa y Esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? —Preguntó.

     —Sí, venimos libremente. —Dijeron Thomas y Lauren al mismo tiempo. Sus voces se escucharon fuertes en el eco del enorme lugar.

   —¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?

      —Sí, estamos decididos.

     —¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

     —Sí, estamos dispuestos.

     —Así, pues, ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.

[•••]

    Ambos tuvieron que girarse, para quedar frente a frente. Frizzy llegó sigilosamente para poder tomar el bouquette para que Lauren pueda tomar las manos de Thomas libremente.

   Se miraron, Thomas ofreció sus manos y Lauren las tomó. Thomas pareció asustado por un par de segundos, las manos de Lauren estaban completamente heladas, ese cambio en la temperatura fue lo que lo sorprendió, y también estuvo cerca, de hacerlos reír a los dos.

    Todos los invitados miraron hacia atrás, y como no.

    Bruno pasaba por ahí.

    Le habían puesto una corbata de moño, y se notaba porque había recibido un corte de pelo muy sentador.  Le habían puesto los anillos en una almohadilla roja en la espalda como una mochila.

    Los mismos no se caían precisamente por el diseño de la almohadilla, con un par de pequeñas aperturas donde los anillos podían caber y aún así verse desde fuera.

    Una misma sonrisa hasta amenazó con salir del mismo sacerdote. Bruno venía tranquilo. Y muy al fondo se podía ver a Finlay rezando porque el perro no vaya a olvidar todo lo que había practicado.

    Felizmente, Bruno venía perfecto, con la lengua afuera, pasos cortos y alegres, moviendo su peluda cola en alegría.

    Claramente se volvió el centro de atención por un momento, y merecía serlo.

[•••]

      Llegó hasta el altar, y en relevo para Bruno, llegó Hope a retirarle la almohadilla. El perro como recordando una coreografía, se movió a un costado. Pero al ver en los asientos de primera fila a Frizzy, lo embargó la emoción y a pesar de todo su entrenamiento corrió a ella como si no la viera de años, y se intentó subir y sentar en su regazo como si solo fuera un cachorro pequeño.

     Finlay debía estar muriendo de vergüenza, pero no pasaba nada, a nadie le había molestado. Era ameno, lindo y muy divertido.

    Las risas, claramente se escucharon.

[•••]

       Hope ahora sostenía la almohadilla, solo porque era más alta que Bruno, de pie obviamente. Bruno se paraba en cuatro patas, no podía llegar a más, así que para sostener la almohadilla a la altura y casi a la mitad de los hombros de la pareja, si necesitaban una persona.

      Quien mejor, que uno de los uniformados niños que llevaba el velo en la entrada. Y entre ellos, la mejor elección era Hope.

      Thomas tomó de la almohadilla el anillo de Lauren. Y mientras con la otra sostenía la mano derecha de la misma. Se lo colocó delicadamente en el dedo anular.

      Era oficialmente, la parte de los votos.

     —Yo, Thomas. —Empezó el muchacho. —Te quiero a ti, Lauren, como esposa. —Hizo una pausa, nuevamente el silencio era casi perfecto. — Y me entrego a ti. —anunció. —Y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte —suspiró. —Todos los días de mi vida. —Terminó.

    Lauren entonces, tomó de la almohadilla el anillo de Thomas. Y en ese mismo ritual, colocó el mismo en el dedo anular de la mano derecha del mismo. Así como él había hecho con ella.

    Era su turno ahora.

[•••]

     —Yo, Lauren, te quiero a ti, Thomas, como esposo. —Hizo una pequeña pausa pausa. — Y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte, todos los días de mi vida. —Dijo bastante segura al final.

    Hope había vuelto a su asiento aún sosteniendo la almohadilla. Tenía que retirarse, porque para lo siguiente no podía estar en medio del gran pasillo.

[•••]

     El sacerdote traía una pacífica sonrisa. —El Señor confirme con su bondad este consentimiento vuestro que habéis manifestado ente la Iglesia y os otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. —Anunció nuevamente de manera solemne.

     Por alguna razón, las palabras calaron mucho en Lauren. "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" así sería, así tenía que ser.

    —¡Alabemos al señor! —Dijo, y absolutamente todos los presentes debían responder.

    —¡Alabemos al señor! —se escuchó en coro de todo aquel gran grupo de gente.

[•••]

     —En el poder que me confiere la institución Iglesia, oficialmente ante los ojos de Dios y de este magnífico Reino. Yo los declaro, marido y mujer. —Anunció, Lauren sintió que el cuerpo se le heló más, si es que eso era posible. —Puede besar a la novia. —Dijo.

   Thomas llevó las manos a la parte delantera del velo de Lauren, lo levantó  y lo llevó detrás de su cabeza, así su rostro estaba al fin descubierto.

[•••]

     Todo se veía más claro. Todo se sentía más emocionante.

      Thomas se acercó a ella en poco tiempo. Agachándose y tomando su mentón para elevarlo. Y así finalmente sucedió.

     Aquel beso se selló.

     Vítores de alegría y numerosos aplausos inundaron el lugar de forma arrasadora. La nueva bulla abrumaba, todo era tan maravilloso.

[•••]

     Era un beso corto, en el que no pudo evitar sonreír al final. Thomas estaba muy rojo. Eso la llenó de ternura.

    En todo aquel ajetreo debían acercarse a la mesa detrás del sacerdote, firmar su acta de matrimonio.

    Le dieron la pluma a Thomas primero, y ahí donde estaba su nombre firmó tranquilamente. Le pasó la pluma a Lauren. Y ella se acercó a firmar.

    Ahí estaba su nombre. El nuevo nombre.

"E. Lauren Sangster"

    Sintió que se quedó mirando aquello por algunos segundos de más. Y firmó.

    Ya era su esposa. Así nada más.

[•••]

     La celebración posterior se daba en castillo con la coronación. Pero al salir de la iglesia Thomas y Lauren juntos en un carruaje a dar un paseo por el pueblo. Salir a las calles como marido y mujer. Mientras claro, todo se preparaba en castillo. Y todos los que debían llegar antes, tenían el tiempo de hacerlo.

     La música volvía a sonar mientras ahora ambos regresaban por aquel enorme pasillo en medio de aquel coro de alabanzas. Habían de retirar el velo de Lauren completamente, ya estaba casada y no lo necesitaba, los niños que la ayudaron con el mismo fueron los que se lo llevaron, claramente todas las niñas mucho más emocionadas de poder hacerlo, enrollarlo de la forma más ordenada posible, y esperar cualquier indicación que vayan a recibir.

     Caminaron entre aplausos, con Lauren tomando el brazo de Thomas. Afuera la gente del jardín esperaba para poder tirar sus granos de arroz a la pareja.

     También era la tradición. Los granos de arroz significaban prosperidad y bienaventuranza.

    Pasar por ahí, entre tantas bendiciones, parecía un momento alejado del espacio y del tiempo.

   Debían subir al carruaje, ese en el que Lauren había ido, ese especial para ir de pie, ese tan grande como ninguno, ese que solo estaba diseñado para un recorrido en una boda tan majestuosa y enorme como esa.

    El gran séquito de guardias fue con ambos, y así como planeado, el paseo por el pueblo de la nueva pareja de casados tomó lugar.

[•••]

     Calles atestadas de gente vitoreando a la pareja. Lanzando sus propios granos de arroz para brindar todos los buenos augurios. Gente aún subida en postes y árboles, niños en los hombros de sus padres. Todos presenciando el mayor acontecimiento de los últimos años.

     La felicidad colmaba al Reino. Nunca antes el pueblo había estado feliz por una princesa. Por su princesa.

     Lauren se lo agradecía a todo el mundo, y se aseguraba de expresar ese agradecimiento agachando la cabeza con una mano en el pecho a medida que avanzaba el vehículo a medida que más gente la veía ahí.

    Sostenía el brazo de Thomas, este saludaba respetuosamente a todas las alabanzas, y parecía mirar orgulloso al frente.

    Pasarían por todas las calles más anchas, debido al tamaño del carruaje. Por todas las calles más grandes, por todas en las que un paseo por el pueblo pueda brindarle a la gente al menos la oportunidad de ver el carruaje desde lejos, que permita a la pareja ver a su pueblo, ver a su tierra.

     Todas esas calles por las que Lauren pasaba, apurada corriendo, buscando un atajo, caminando hacia el mercado.

[•••]

     Y posiblemente lo más extraño sucedió esos segundos. Dentro de tanta gente que había, subidos en plataformas y uno queriendo treparse en un poste. Cuatro jóvenes que le llamaron la atención.

     Porque uno, se parecía a Thomas bastante, otro se parecía físicamente demasiado al padre de Lauren, eso la asustó, también un chiquillo de cabello negro, que era el que se trepaba al poste, y una niña que saltaba para poder ver. Al final los cuatro se terminaban peleando, de manera casi cómica.

     Y en un solo parpadear, justo en ese instante, ya no estaban. Y solamente parpadeó, y podía jugarlo por su vida. Parpadeó y no estaban ahí, nadie podía moverse tan rápido. Juraba que los había visto, y que así como así habían desaparecido.

     Y sabía que no se lo había imaginado. Thomas también lo había visto, y el rostro de confusión de su esposo le hizo saber que estaba igual de confundido que ella.

     ¿Qué super humano era tan hábil para desaparecer en un tumulto en menos de un segundo? ¿Por qué de toda la gente de repente se fijaron en ellos?

[•••]

     El paseo terminaba después de largas horas, y estar de pie por tanto tiempo claramente fue doloroso, pero en nombre de la belleza no se podía quejar.

     Todos ya los esperaban en el castillo, con la ceremonia de coronación lista. Ceremonia que daría el Rey, y cuyos invitados no eran más que las familias de la gente del consejo. Sólo la gente de la máxima alcurnia. La entrada al castillo se sintió emocionante y pesada.

    Bajar del carruaje también lo fue.

    Thomas bajo primero, para ayudar a Lauren junto a todos los guardias que ponían las portables escalinatas de madera. Los sirvientes estaban en aquel camino en la entrada, agachados en esa reverencia para recibirlos a los dos. Karoma como siempre, en la gran entrada del castillo.

    Tenían que pasar rápido por ahí, toda la gente del camino estaba feliz, la pareja volvía a castillo, Lauren estaba en camino a recibir su corona, ya era su princesa, no importaba si hacía falta cualquier ceremonia protocolar.

     En la puerta de entrada, Karoma permanecía lo más profesional posible. Pero supo que no le serviría de mucho en el momento que Thomas y Lauren fueron a darle un abrazo. Karoma se puso sensible pero no quiso llorar.

     Al separarse rápidamente. Puso sus manos, una en la mejilla de Thomas, y otra en la mejilla de Lauren.

    Que no podía estar molesta de que la toquen, cualquier incomodidad física de su cuerpo no la sentía si quiera. Todo el sentimiento del día dejaba todo atrás, cualquier fastidio y cualquier molestia. No importaba. Porque ahora, su felicidad siempre era más grande que cualquier extrañeza, que cualquier mal recuerdo, que cualquier mal evento.

      —Gracias. —Les dijo Karoma. —Son ustedes, la representación del sueño que no todos podemos cumplir. —Dijo y claramente algo de dolor estaba presente en aquellas palabras. Karoma dejó las mejillas de los muchachos, y los hizo entrelazar los dedos de las manos. —A este castillo llegaste a sacarme canas de todos los colores. —Dijo comicamente mirando a Lauren. —Su historia va a darle la vuelta al mundo. —Dijo en una predicción que no se equivocaba en nada.

     Se lo agradecieron mucho, les gustaría hablar con ella un poco más. Pero Karoma no quería retrasar las cosas. Y volvió a hablar.

     —Vamos, que el tiempo vuela. —Los hizo pasar. —Y usted, mi señora, tiene una corona que recibir. —Le habló a Lauren, casi solemnemente. Acompañándolos en los interiores hasta la gran Sala del trono, donde claramente la gran ceremonia, tomaría su lugar.

     Ahora ya casada, continuaba el camino de ese destino extraordinario. Su coronación, y ese día en general, cuya descripción era imposible, no habían palabras para definir todo lo que pasaba, todo lo que se sentía con lo que estaba pasando.


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