Inestabilidad ⨾ Connor

By windsofwinter_

18.5K 1.8K 577

Detroit, distrito de Michigan, Estados Unidos. Año 2038. Los casos de divergencia se propagaban sobre los and... More

0; Protagonistas.
Volumen I; Detroit: Become Human
Prólogo; RK800.
I; Carlos Ortiz.
II; Interrogatorio.
III; Confrontamiento.
IV; Charla.
V; R.T.
VII; El Club Edén.
VIII; No Estás Solo.
IX; La Torre Stratford.
X; Ebria.
XI; El Test De Kamski.
XII; Estáis Fuera.
XIII; Plantearse Dudas.
XIV; Cuerpo A Cuerpo.
XV; Si Tú Vas, Yo También.
XVI; La Torre CyberLife.
XVII; La Libertad.
XVIII; Divergente.
XIX; Completamente Vivo.
XX - Epílogo; Sentir Y Adaptarse.
0; Protagonistas II.
Volumen II; Detroit: Become Lover.
Avance Parte II; Consecuencias.
I; Quiero Sentir, Al Igual Que Tú.
II; VB800.
III; Contactos.
IV; Cicatrices Del Corazón.
V; La Gente No Cambia.
VI; Tortura Sentimental.

VI; La Ruleta Rusa.

618 65 21
By windsofwinter_

6 de noviembre, 2038. Comisaría de la Policía de Detroit. 19:51 p.m.

Un par de decenas de archivos más se acumularon a la pila de trabajo que debías hacer. Habías vuelto a comisaría después de que Connor se fuera de tu casa.

Siempre hacías lo mismo, cuando querías alejarte de tus pensamientos te ponías a redactar informes. El mismo que Connor había estado haciendo en el ascensor para CyberLife horas antes, lo estabas haciendo en tu mesa para Fowler.

Eso de hacer tú siempre los informes se estaba convirtiendo en una horrible costumbre.

Tenías la mano izquierda aguantando el peso de tu cabeza, mientras la otra mano tecleaba a saber qué en el ordenador.

— ¿Qué? ¿Te han dejado sola, Anderson? — La maldita voz de Gavin se hizo presente en la tranquila sala de comisaría. — ¿No están aquí tu tío borracho ni tu novio de plástico?

— ¿Por qué mejor no te callas, Reed? — Contestaste de la manera más directa posible. El androide te había dejado tocada aquella tarde, lo último que querías en ese momento era escuchar las desagradables palabras del detective.

Él, simplemente, te miró con indiferencia.

— Me voy a un caso, te dejo con tu montaña de redacciones, preciosa. — Sonrió con ironía mientras emprendía su marcha a la salida.

Solo pudiste sacarle tu precioso dedo del medio, sin haber despegado ni un momento la vista de la pantalla, esperando que lo hubiera visto. No estabas muy segura, pero sirvió para desahogarte.

Justo cuando volviste a centrar tu atención en el informe, tu teléfono sonó. Y, de mala gana, contestaste.

— ¿Qué? — Genial, ni un hola ni nada. Empezabas a entender por qué eras familia de Hank.

— Disculpe que la moleste, subteniente.

— ¿Connor? Eh... No, no molestas. — Vaya, ahora tu actitud había cambiado por completo. — ¿Pasa algo? — Os habíais visto hacía solo un par de horas, ¿qué podría estar pasando ahora?

— Verá... He ido a buscar al teniente Anderson al bar de Jimmy, pero no lo he encontrado. Luego he ido a otro bares que me dijo que frecuentaba pero he salido sin éxito de nuevo.

— Espera, espera.... ¿Por qué lo buscas?

— Tenemos un caso. Pensaba ir a buscarlo y después pasar a por usted, para que no fuera necesario que fuera sola. — Tierno. — Ahora estoy delante de la casa del teniente, pero no me abre.

— Joder... Tranquilo, ahora voy para allá. Dame tres minutos.

— Está bien.

Colgaste y saliste corriendo de la comisaría. La parte buena era que tu tío vivía prácticamente cerca de allí.

Te temías la razón por la cual no contestaba a la puerta a las 20 de la tarde, pero no querías aceptarlo.

Llegaste más rápido de lo que pensabas. El androide estaba allí, esperándote frente a la puerta, como una mascota que espera a que su dueño lo saque al jardín.

Sus actitudes estaban empezando a recordarte a las de un niño.

— Connor. — Dijiste nada más llegar. El mencionado miró por encima de tu hombro.

— ¿Tiene una moto? — Sonreíste ante su pregunta con ese tono tan inocente.

— Es chula, ¿eh? Me la compré cuando me aceptaron en la academia de policía...

— Es peligroso ir en moto con esta lluvia. — Suspiraste, esperabas otra repuesta, aunque sabías que contestaría algo así.

— Bueno, entonces iré con vosotros en el coche, ¿sí? — Connor sonrió de lado ante aquel comentario. Centraste tu vista en la puerta de la casa. Supusiste que él ya había llamado a la puerta, sin éxito alguno. — Tendremos que encontrar otra manera de entrar... El patio siempre está cerrado. — Pensaste.

Connor comenzó a rodear la casa, mirando a través de las ventanas. Llegó hasta la ventana de la cocina, tú sólo lo seguías de cerca. Connor se detuvo allí, en aquella ventana.

— ¿Qué? — Preguntaste. El androide se retiró para permitirte el paso. Miraste a través de la ventana, viendo a tu tío tirado en el suelo, con la cocina hecha un completo desastre. — La madre que lo...

De nuevo. Estaba jugando a las cartas con la muerte de nuevo. Creías haberlo alejado de aquello, pero Hank era irremediable.

— Permítame. — Connor te apartó con cuidado al ver que te estabas empezando a poner nerviosa.

Rompió el cristal y se agarró de los bordes de la ventana, impulsándose hacia dentro.

Tú, reconocida por tu escasa paciencia, imitaste su acción, sin pensar un momento en que él no se habría retirado aún.

Y caíste encima suyo.

— Perdón. — Dijiste avergonzada. — No he calculado el tiempo, yo... — Antes de poder seguir con tus tontas disculpas, una silueta os interrumpió.

El San Bernardo de tu tío se acercó a vosotros nada más escuchó vuestra interrupción en la casa de su dueño.

— Mierda...

— ¡Eh... Sumo! Somos tus amigos, ¿lo ves? — Soltó el androide, dirigiéndose al perro. — Me sé tu nombre. — Sonrió con lo que parecía ser incomodidad.

En ningún momento os habíais apartado el uno del otro, seguías ahí, sentada a horcajadas encima suyo.

— Venimos a salvar a tu dueño. — Continuó. Tú no podías hablar en aquel momento.

El perro os observó y, al reconocerte, lamió tu cara en señal de cariño.

— ¡Sumo! — Te quejaste, ese perro era un baboso. Y este solo se alejó a comer.

El androide, sorprendido de que Sumo no lo hubiera atacado, levantó las cejas.

Cuando quisiste darte cuenta de vuestra situación, os estabais mirando a los ojos. Aquella escena podría ser perfecta para la portada de un libro de romanticismo, pero no era el caso, ni mucho menos el momento.

Dejaste de estar en trance, perdida en su mirada, y te levantaste de su regazo.

— Perdón. — Volviste a susurrar. Pero Connor no te respondió. Tenía su LED fallando de nuevo, mientras miraba hacia otro lado. — ¡Tió Hank!

Te acercaste con rapidez a tu tío, agarraste su cabeza con tus manos. Estabas agachada, con tus piernas cerca de su cabeza.

— Es posible que esté sufriendo un coma etílico. — Te gustaría hacerte la sorprendida, pero no eras capaz de ello. — ¿Teniente? — Lo llamó, con unos leves golpes en la cara. — ¡Despierte, teniente! — Él abrió levemente los ojos, y eso llegó a aliviarte un poco.

Connor, con ganas de que despertara de una manera más rápida, le pegó de nuevo un golpe, bastante más fuerte esta vez. Quisiste contener una risa, no era el momento.

— Somos nosotros, Enith y Connor. — Era la primera vez que mencionaba tu nombre, algo extraño. — Por su bien, haré que vuelva a estar sobrio. — Habló mientras agarraba uno de sus brazos. Automáticamente, lo ayudaste, agarrando el otro lado de su cuerpo.

— ¡Eh! ¡Déjame en paz, puto androide! — Se quejó arrastrando sus palabras.

— Se lo advierto. Será poco agradable. — En ese momento te estabas preguntado hasta qué punto sería capaz de llegar para que volviera a ser consciente.

— ¡Eh! ¡Salid de mi casa, joder! — Volvió a gruñir mientras os miraba a ambos con los ojos entrecerrados.

— Lo siento, teniente, pero lo necesitamos. — Conseguisteis levantarlo al fin. Ese hombre estaba empezando a ganar demasiado peso. — Le agradezco de antemano su colaboración. — Sonreíste ante aquel comentario.

— ¡Eh, largaos de mi casa, joder!

— Sólo intentamos ayudarte, viejo gruñón. — Le replicaste.

— ¿Y tú quién eres? Oh... — ¿Qué iba a decir? Cualquier tontería que diría un viejo borracho. — Fuera de aquí, pareja de androides. Id a joder a otro lado. — Vale, cualquier tontería menos aquella.

— Soy Enith, idiota. — Sabías que no recordaría aquello dentro de unos minutos, así que optaste por soltarte.

— Mi Enith no es una máquina... No me mientas, novia androide. — Suspiraste, no podías entablar ningún otro tipo de conversación con él en aquel momento.

Empezasteis a caminar en dirección al baño.

— ¡Sumo! ¡Ataca! — Ordenó, en vano. Sumo se limitó a ladrar. ¿Cómo iba un perro así atacar a alguien? — ¡Buen perro! ¡Ataca! — Estabas conteniendo demasiado las ganas de reír a carcajadas en aquel momento.

Guiabas a ambos al baño, pues Connor no sabía dónde se situaba. Llegasteis a la puerta blanca y, mientras tú sostenías a Hank, Connor fue a abrir la puerta.

— Mierda, creo que voy a vomitar...

— Ni si te ocurra. — Lo amenazaste. Él solo te miró, sin expresión.

— Eh... Dejadme en paz, capullos... — Habló de nuevo mientras lo dirijíais al interior del baño. — ¡No voy a ninguna parte!

— Oh, sí. Sí que vas a alguna parte. — Le afirmaste. Y este, para evitar entrar, se agarró del marco de la puerta. — ¡Eh! ¡Vamos! — No, definitivamente la paciencia no era lo tuyo.

Conseguiste soltar su agarre de la puerta. Ambos lo ayudabais a llegar a la bañera, y lo sentasteis al borde de esta.

— ¿Qué coño estáis haciendo? — Preguntó mientras veía dónde lo habíais colocado. — Ah, no, no. No quiero bañarme. Gracias. — Se levantó de nuevo pero Connor se lo impidió.

— Lo siento, teniente. Es por su propio bien. — Temías lo que eso significaba.

Mientras veías como Connor dirigía su mirada al grifo, tú solo te quedaste ahí de pie, con los brazos cruzados mientras mirabas a tu tío molesta.

El androide abrió la alcachofa del agua, empapando a tu tío. Sentiste una pequeña satisfacción en aquel momento.

— ¡Aghh! ¡Ciérrala! ¡Ciérrala! ¡Aghh! — Este hizo caso, cerrando el grifo.

Viste como tu tío respiraba pesadamente mientras dirigía la mirada de uno al otro. Connor lo miraba sin expresión alguna, y tú lo mirabas con una ceja levantada, mientras te mordías el interior de la mejilla; estabas algo enfadada.

— ¿Qué estáis haciendo aquí?

— Hace cuarenta y tres minutos denunciaron un homicidio. Como no lo encontré en el bar de Jimmy, ni en ninguno de los demás, he venido a su casa, avisando antes a su sobrina. — Hank dirigió su mirada a la tuya. Sabía que estabas molesta.

— Dios, — intentó levantarse con pesadez. — seguro que soy el único poli del mundo al que le asaltan en su propia casa su puto androide y su... maravillosa sobrina. — ¿Quién era el maduro de vosotros dos? Cada vez tenías menos dudas. — ¿No podéis dejarme tranquilo?

Seguías mirándolo con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

— Debería abandonar este caso. Quizá se lo asignen a otro policía y yo podré centrarme en mi misión, junto a la subteniente. — Buena estrategia.

— Así que tu puñetera misión es lo único que te importa, ¿eh?

— Oiga, teniente, no es usted el que habla. Debería... — Lo interrumpió.

— Vete de una puta vez. Los dos. ¡Largaos de aquí! — Dijo mientras se levantaba, pero falló en el intento, tambaleándose. A pesar de estar enfadada con él, corriste a poner tus manos en su espalda, evitando que cayera, con la ayuda de Connor.

— Entiendo. — Dijo el androide, mientras te miraba. — Espero de verdad que resuelva sus problemas personales. — Hank levantó la mano, en señal de que quería que se fuera.

— Ese homicidio... — Dijo, mientras ambos os alejabais de él. — ¿Qué sabemos de él? — Connor detuvo sus pasos y se giró hacia Hank.

Otra gran estrategia.

— Han encontrado el cadáver de un hombre en un burdel del centro. — Ahora que lo pensabas, no tenías ni idea de qué iba el caso.

— ¿Burdel? ¿A estas horas de la tarde? Joder... — Soltaste.

— Según el informe, — continuó Connor. — un androide podría estar implicado.

— Oye, no me vendrá mal tomar un poco el aire... — Por fin. — En el armario de la habitación hay ropa. — Le dijo a Connor.

— Iré a por ella. — Asintió.

Mientras Connor fue a la otra habitación en busca de nuevas prendas para tu tío, tú te apoyaste en el lavabo, cruzando de nuevo los brazos.

— ¿Estás enfadada? — No, que va. — ¿Qué he hecho ahora?

— ¿No crees que abandonarme otra vez para emborracharte cuando deberías estar de servicio es una razón suficiente?

— Oh... — Suspiró, con la mano en su estómago. — Perdón, En.

— Pensaba que serías capaz de controlarte más, pero ya veo que no es así. — Él te miró con pena. — No, no me mires así. A veces no sé quién de los dos es la figura paterna.

— Hija, yo...

— ¿Qué se quiere poner? — Se escuchó la voz de Connor desde la habitación.

— Lo que sea. — Lo miraste con una mezcla de compasión y decepción en tus ojos mientras lo veías acercarse al váter.

— Te dejo que vomites tranquilo. — Él parecía querer decirte algo pero ya te estabas marchando. Connor llegó justo en ese momento, haciendo que os cruzarais en la puerta.

— ¿Está bien, teniente? — Preguntó mientras comprobaba su estado.

— Sí... Sí, de maravilla. — Hank y su lado sarcástico. — Solo... dadme cinco minutos, ¿vale?

— Claro. — Aceptó el androide mientras dejaba la ropa en el baño y salía del mismo, cerrando la puerta tras él.

Tú ya estabas en la cocina, intentando recoger aquel desastre que había hecho tu tío. ¿Quién diría que sois familia? Poca gente. Él era un hombre despreocupado y desordenado. Tú, en cambio, eras ordenada y pulcra.

Erais como el gato y el ratón, solo que de otro modo. Él iba por ahí, dejándolo todo por medio y tú ibas detrás suyo, recogiendo y ordenando todo. Esa fue una de las razones por las cuales te independizaste.

Mientras te dirigías al armario dónde estaban las bolsas de basura, te detuviste. Viste a Connor con Sumo, mientras el androide lo acariciaba tiernamente.

Estabas segura de que recordarías aquella escena toda tu vida.

Fuiste al armario y sacaste una bolsa de basura, en la cual ibas metiendo las botellas de cerveza, las cajas de pizza, los recipientes de los refrescos, comida china de a saber cuándo... Hasta que te detuviste, al ver la pistola en el suelo.

Te agachaste, dejando la basura de lado. Cogiste el objeto con tus manos y, a pesar de estar acostumbrada a las armas, en ese momento te parecía que quemaba en tus manos ante tus sospechas. Revisaste el cargador... una sola bala. Había vuelto a jugar a la maldita ruleta rusa.

Mientras estabas congelada, mirando aquel arma como si de verdad lo hubiera matado, Connor revisó la mesa de la cocina, cogiendo entre sus manos una foto; de Cole.

Mirabas a Connor, no sabías si expectante de que dijera algo relacionado con él o con lo que le pasó. Solo querías que hablara, no soportabas el silencio en aquel momento.

— ¿El hijo del teniente?

— Sí...

— Su primo.

— Sí. — No sabías adónde iba a parar tal conversación, puede que fuera la más tajante que habías tenido en tu vida. — Murió hace tres años. — Le informaste, aunque era evidente que ya lo sabía con solo mirar la foto y analizarla.

Te volviste a centrar en la basura, dejando a un lado esa pistola que no querías ver ni en pintura.

Reprimías las lágrimas en aquel momento. Toda esa situación te iba demasiado grande, todo el tema de los intentos de suicidio de tu tío y la muerte de Cole taladraban tu cabeza de sobremanera.

— Noto un alto nivel de prolactina en su cuerpo. — Sonreíste con tristeza, sin girar tu cuerpo para enfrentarlo. No podías en aquel momento.

— Debes hacerte una idea. — Respiraste profundamente para no derrumbarte en ese momento. — Todo esto es demasiado. — Contenías las lágrimas tanto como podías. — Tenías razón, tratar con dos agentes con... problemas personales sería todo un reto para tí.

Seguías sin mirarlo.

— Eso no tiene por qué ser algo malo. — Sus manos estaban en su espalda, en una postura formal. — He sido diseñado para la imprevisibilidad humana, como ya les he mencionado. — Asentiste, más que para él, para tí misma. — Lo que significa que he sido diseñado para ayudar, subteniente.

Te giraste por fin, haciéndole frente. Cuando estabas al borde del llanto te era imposible estar cerca de alguien, a excepción de tu tío pero, en este caso, él era uno de los culpables.

No dijiste nada, y Connor entendió que era mejor no preguntarte a tí. El mencionado se acercó al arma que habías dejado apartada y la cogió entre sus manos.

Y, esta vez, sí decidió preguntar.

— ¿Qué estaba haciendo con el arma, teniente? — Gritó, esperando por una respuesta. Connor te miraba a los ojos, con la pistola en las manos. Y tú solo podías mirarlo con tristeza, pues se había atrevido a preguntar lo que tú no.

— La ruleta rusa... — Tu temor había vuelto a florecer. Y lo peor es que Hank hablaba de ello como si de verdad fuera un puto juego de niños. — Quería saber cuánto duraría... Debí desmayarme antes de averiguarlo.

Bendito alcohol.

— Ha tenido suerte. — Le contestó, seguía sin apartar su mirada de la tuya. — El siguiente lo habría matado. — Ese fue un comentario que no querías oír, ni en ese momento ni en ningún otro.

El androide puso una de sus manos sobre las tuyas, las cuales estaban juntas, elevadas y temblando levemente. Dejó el revólver cerca, pero sin apartar su mirada de la tuya, ni la mano.

Hank apareció de golpe, ni siquiera lo oíste llegar. Sin embargo, Connor no apartó su mano de las tuyas, tampoco querías que lo hiciera. Simplemente giró un poco su cabeza en dirección a tu tío.

Hank carraspeó y ahí fue cuando vuestras manos se separaron. Sentiste frío ante la separación. El mayor os miró con curiosidad, pero no le prestaste demasiada atención en aquel momento, la molestia que tenías con él al principio no era nada comparada con la de ahora.

— Pórtate bien, Sumo. — Le dijo al gran perro que se acercaba lentamente a vosotros. — Tardaré poco. — Y, sin más, comenzó a caminar en dirección a la salida.

Sumo se acurrucó en el suelo, acomodándose para poder seguir descansando como lo había estado haciendo minutos antes.

Salisteis de la casa, tú ibas atrás del todo.

— ¿Sabes? — Le dijiste a Connor mientras Hank se dirigía al coche, apoyándose en él porque era hasta incapaz de abrirlo en esa situación. — No veo tan mala idea lo de ir en moto, después de todo.

La lluvia había cesado un poco pero, a pesar de que en aquel momento no llovía con insistencia, ir en moto con el suelo mojado seguía siendo peligroso.

El androide agarró tu mano cuando vio que te dirigías a tu vehículo particular, evitando ir en el coche con tu tío.

— Por favor, sigue siendo peligroso. — Lo miraste con un tono ligero de sorpresa. — Siéntese conmigo delante y deje a su tío sentarse detrás, si así lo prefiere. — Te reclamó, con tal de que no fueras en moto aquella tarde-noche.

— Connor... — Lo miraste a los ojos. Su mano seguía agarrada de tu antebrazo. — Joder, está bien. — Acabaste aceptando. No sabes cómo, pero no podías decirle que no, aunque lo estuvieras intentando con todas tus fuerzas.

Os sentasteis juntos delante, con la atenta mirada de tu tío sobre vosotros, más sobre tí. Pero te daba igual, te había vuelto a mentir con lo de atentar con su propia vida.

Debías hablar de nuevo sobre ello, pero eso era algo que te aterraba.

Connor iba a ser el que condujera, pues insistió en ello y tampoco tenías ganas de discutir, y menos con alguien que solo te había ayudado hasta entonces. Solo la mirada reconfortante de Connor pudo tranquilizarte en esos momentos. Y se lo agradecías internamente de mil maneras.

————————————————————

* La prolactina es una hormona que tiende a variar con facilidad dados determinados factores que aumenten o disminuyan el estrés. Tiene varias funciones; es la hormona asociada al llanto y a la tristeza, pero también es la hormona asociada a la secreción de leche. *

Continue Reading

You'll Also Like

187K 10.5K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
883K 104K 120
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
64.3K 6.5K 21
━━━━━━━━━━ ‹𝟹 ━━━ ⠀⠀⠀⠀𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪, 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘢.. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀﹫𝘈𝘬𝘢𝘳𝘪 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪| 2023
118K 20.9K 57
Jimin es un humano común y corriente, un día va a una excursión en el bosque y al recostarse en un árbol es transportado a un mundo mágico, llamado f...