𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1882—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Y algo pasaba con esa mujer, Lauren no estaba loca. Podía sentirlo. Algo estaba haciendo, que todos prefieran pensar que no lo hacía para tranquilizarse a sí mismos era otro asunto.
Que Thomas no esté solo era una oportunidad para esa mujer. Y no se lo podían permitir.
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Thomas se mantenía en contacto. Al menos de alguna forma, las cartas sí demoraban mucho. Pero saber que estaba bien podía desestresarla y hacer que pueda mantenerse tranquila cuando tal vez no lo estaba.
Habían sido muy hospitalarios con ellos, era un lugar totalmente diferente. Y por algo que Thomas mencionó vagamente, Dylan había conocido a la hija de un curandero, llamada Harumi. Ella sabía inglés y los ayudaba con lo que podía, pero Dylan se la pasaba coqueteándole.
Decía que todo respecto a temas económicos estaba bien, y que fuera de eso era posible una venta de telas al por mayor a bajo precio para los Ingleses. Ojalá pueda darse.
Mayo ya estaba avanzando, después de todo.
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El cumpleaños de Lauren fue extraño, quisieron hacer un gran baile, Lauren no se sentía lista para eso, aun no. Aún no estaba casada, aún no era una princesa, aún Thomas no estaba ahí. Creía que una celebración tan grande en honor a solamente ella de por sí, ya debía venir en un futuro. Cuando ya pueda casarse.
Se hizo un almuerzo, bastante privado. Entre la familia Real y algunos invitados que fueron al banquete de presentación de Lauren. Fue Kaya eso fue lindo, pero la esposa del Marqués no, y el mismo Marqués tampoco.
El Rey no quiso contar porqué la ausencia de ambos, pero ese secreto no iba a quedar oculto por mucho. La esposa del Marqués había ido a parar a la cárcel.
Por envenenar a su esposo.
Habían miles de historias al respecto.
De que lo había hecho por el dinero, de que era venganza, o simplemente crueldad.
El hombre estaba muerto era obvio. La mujer había confesado su delito, pero no las razones del mismo.
Algo en Lauren decía que la extraña actitud de la mujer la vez que la conoció y tal vez los malos presentimientos que tomaron sobre su relación, algo tenía que ver. Y pensar en eso tal vez era aterrador.
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Quisieron visitarla al día siguiente, salieron, Kaya también fue. Pero a pesar de la insistencia. La mujer no quiso ver a nadie. Decían que no había querido recibir ni a su propia familia.
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Lauren no podía negar en aceptar que eso la afectó. Le dio curiosidad y tal vez ese mal presentimiento en ella y sus amigas fue una advertencia de su cerebro a cerca de lo que podía pasar.
Más por un comentario de la Reina, agregando que la esposa del Marqués tuvo que ser muy tonta para que la descubran.
Y posiblemente lo comentó a propósito. Pero eso, a Lauren no le vino nada bien.
Y así posiblemente la mujer cobró su venganza. Porque por más que Lauren jure que no estaba poniéndose paranoica. Sí lo estaba.
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Se negaba a comer algo que ella no viera que salio de la misma cocina, paraba oliendo todo lo que tomaba, ella, Frizzy. Empezaba a sentirse más observada. Se desconcentraba mas seguido. Eso no era bueno.
Frizzy le decía que solo estaba haciendo lo que la Reina quería, la Reina solo la estaba lastimando de otra forma, no podía pasar nada, todos los estaban protegiendo, no podía pasar nada malo.
Pero cuando Emperador se levantó erizado a medio de la noche debido a pisadas fuera en el pasillo, gruñendo audiblemente mirando a la puerta de la habitación. Lauren no podia pretender que solo era su imaginación, a menos que ella y el gato estén enloqueciendo juntos.
De todas formas, al abrir no había nadie. Cuando le contó a Frizzy esta dijo que podía ser un fantasma, que Lauren ni podía estar así, estaba toda ojerosa, y como se le había quitado parcialmente el apetito por todo lo que atacaba su mente, hasta parecía haber adelgazado.
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Pero ya iba a terminar, Thomas llegaba el 9 de Junio. Faltaba un día, solo un día.
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Y llegó al fin después de tanta espera.
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El tiempo había pasado rápido, sí. Pero la última semana se había sentido eterna, por lo rápido que notoriamente se había enfermado la mente de Lauren, aunque ella no lo quisiese admitir.
Karoma misma la tranquilizaba, la Reina solo estaba jugando con ella por vengarse de lo que pasó en el cumpleaños de Ava. Thomas regresaba para las seis de la tarde, cualquier cosa que esté incomodando a Lauren iba a parar y ya. Octavia misma no creía como Lauren se había puesto en una semana y unos días.
La Reina en verdad era insoportable. A pesar de cuanto era el propósito por no tenerla en cuenta. Lauren sentía que ella era la única que sentía algo malo, y los demás se negaban a verlo.
Ella no estaba enloqueciendo. Esa mujer en verdad estaba haciendo algo.
Le tenían que creer. Por favor.
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El recibimiento al príncipe se sentía diferente siendo su prometida. No haría aquel camino en la entrada, para nada. Lo esperaría en la sala Real, nada más. Y eso la ponía aún más ansiosa.
Sabía que iban a demorar en llegar, iban a recibirlos con tanto regalo y tanta gente que habrían calles bloqueadas. Y estarían agotados por pasar viajando tantos días en barco, podían estar mareados. Podía pasar de todo. Necesitaban descansar. Pero iban a llegar bien.
Lauren estaba con un vestido granate, de manga larga, y traía un elegante abrigo de cuello de conjunto al mismo, debido al frío. Sus guantes de seda, un lindo peinado recogido en moño, en el que su cabello ya podía alcanzar perfectamente y el flequillo hacia el costado.
Solo lo quería ver cruzar esa puerta.
Y fueron las 7:00, ya oscurecido afuera. Y a pesar de la hora tarde, que también se veía venir. Llegó.
Entró, radiante. Perfecto. Guapísimo.
Algo debió comer en Japón o Lauren lo extrañó mucho. Pero hasta se veía más alto, con la piel más tersa y el cabello más sedoso. Venía casi informal, obviamente, no podía llegar de gala después de un viaje tan cansado.
Una boina, camisa cerrada un suéter, pantalones de traje, otro suéter abierto encima, y encima otro abrigo. Posiblemente muerto de frío, y quién no.
Lauren se sintió inmóvil si no fuera Por el leve y gracioso empujón que Frizzy y Ava le dieron.
Tenían todo el derecho de saludarse primero.
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Lauren se sintió torpe, pero ya no cuando como Thomas había dicho el día en el puerto. Fue el quien corrió hacia ella en pocos segundos, se le salió la boina, pero no importaba. Dylan venía detrás.
Pero solo pudo concentrarse en abrazar a Thomas en todo ese momento. Era todo lo que le importaba.
Posiblemente nunca se había aferrado en un abrazo a alguien así. Y se sentía extraño. Pero no se sentía mal. Toda la bulla de afuera, de Dylan y lo de al rededor pareció no tener un volumen relevante de repente.
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—¿Estás bien? —Escuchó a Thomas preguntar cuando se separaron, mirándola a los ojos, Lauren podía desfallecer con eso, pero algo en la mirada de Thomas parecía dotar con preocupación.
Pero asintió. Recién había llegado. Todo tenía que estar bien.
Thomas pareció mirarla por bastante tiempo. Tomó su rostro entre sus manos y pareció examinarlo un poco. —¿Dormiste bien?
Lauren asintió. Sabía que no era cierto. Por como se había puesto en los últimos días, pero podía dejar de importar. Thomas ya estaba ahí. Thomas volvió a abrazarla y Lauren correspondió al tacto con total voluntad.
Volver a abrazarlo le daba tanta tranquilidad.
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Tuvieron que reunirse con los demás miembros de la familia, a quienes Thomas saludó con efusión también. A su padre, a su hermana, a Frizzy, y bueno con su madre tuvo que fingir pero no podía dejar de saludarla.
Dylan ya lo había hecho, por ende ahora él debía saludar a Lauren. Todo se sentía abrumador. Pero no en un mal sentido.
Al girarse para ver a Dylan mientras Thomas iba hacia su hermana en otro abrazo.
Se dio cuenta de algo a lo que su emoción no le hizo prestar atención. Dylan no venía solo.
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Había una muchachita a su lado, de ojos rasgados y delicada presencia. Venía vestida tal cual como mujer inglesa, por alguna razón. Pero a Lauren no le costó descifrar quien era. Tenía que ser Harumi.
Pero Dylan la asfixio en un abrazo de la nada dejándola sin tiempo a pensar. Pero la soltó rápido.
—Discúlpame Laurencita. —Se alejó. —Es que yo también te extrañé. —Se rió.
Y antes de que Lauren diga o responda algo, Dylan se le adelantó.
—Mi prometida. —Presentó a la chica a su lado.
Lauren se sacó completamente de onda, en un buen sentido.
¿Era el mismo Dylan que se calificaba a sí mismo como un mujeriego incapaz de compromiso? No lo parecía.
Pero qué feliz estaba por él. Parecía tan rápido, pero los meses no eran poca cosa. Considerando con lo que demoraban las cartas, cuando Thomas contaba sobre Harumi, posiblemente el romance de Dylan ya estaba avanzado.
Dentro de aquella confusión divertida saludó a la muchacha. Educadamente, una reverencia al inicio y luego un pequeño abrazo que se animó a iniciar. Era un poco más baja que Lauren, se veía tierna, joven y muy amable. Era linda, muy agradable.
—Me han contado de ti. Me alegra mucho conocerte. Que sorpresa—Le dijo amablemente y con sinceridad llegando a formular palabra.
—Usted es muy amable. —La joven hizo otra gran reverencia. Y luego pareció ver a Lauren con repentina sorpresa —Nadie me había dicho que tenía la marca de la Luna. —Le dijo.
Lauren no la entendió, miró a Dylan, Dylan tampoco había entendido. Con una risa Harumi se explicó.
—En Japón existe la leyenda de la marca de la luna. —Dijo con emoción. —La tienen solo los verdaderos destinados a la grandeza. Se ha encontrado en muchos emperadores. En mucha gente importante. —Susurró divertidamente dándole un poco de misterio a la situación. —Está ahí, en su cuello. A simple vista parece un lunar. Pero yo conozco una marca de luna cuando la veo, créame, mi padre me ha pasado sus conocimientos desde que tengo memoria.
Lauren sintió que llevó su mano inconscientemente a su cuello. Aquello había despertado por completo su curiosidad. —¿En verdad? —Preguntó aún maravillada.
Thomas llegó a su lado de repente, lo supo cuando sintió su brazo rodear su espalda delicadamente. Llegando a interrumpir sin querer y sin darse cuenta.
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—Todos también conocieron a Harumi. Se quedará con nosotros, claramente. —Dijo amablemente.
—Espero poder ser digna, de ser parte de su maravillosa familia. —La muchacha bajó la cabeza en otra reverencia.
—Ah mi corazón, que cosas dices. —Dijo Dylan. —Sabes que aquí es tu nuevo hogar.
—Creo que Harumi lo dice porque este es un ambiente totalmente diferente para ella. —Agregó Lauren. —Cualquiera se siente intimidado al sentir que va pertenecer a un lugar que jamás conoció antes. Pero no te preocupes, todos aquí podremos hacerte sentir parte de este castillo. —Le dijo.
Harumi pareció muy agradecida. Y conmovida llevándose manos al pecho unos segundos.
—Lauren, Frizzy y mi hermana serán tu mejor compañía. —Continuó Thomas amablemente. —Se que es bastante abrumador. Porque todos hemos llegado hoy, pero en un momento todo estará bien. —Rio.
Thomas quería quedarse. Con Lauren con su consejero. Pero su padre lo llamó, vio a Lauren como pidiendo perdón. Lauren negó, sabía que tenía que ir, además ya tendrían un tiempo a solas. En algún momento. Ahí podrían compartir más que un abrazo.
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Además Harumi se llevó la atención ese día. Era la nueva gran y emocionante noticia del mes de Junio. Harumi Ishikawa, era el nombre completo. Y era encantadora
Pudieron pasar tiempo con ella, y en la cena, Lauren al menos pudo librarse en parte de esa supuesta paranoia que la atacaba. Porque ahí estaba Thomas, porque conocer a Harumi también la había tranquilizado mucho.
Su padre al ser curandero le había enseñado propiedades de todo tipo de plantas, curas y ungüentos desconocidos para la medicina inglesa, cosas místicas que su padre usaba, cosas de la tierra, de la naturaleza.
Frizzy delató la supuesta locura de Lauren, Harumi aseguró que había escuchado de las maldades de la Reina, y que a pesar de haber tenido que convertirse al catolicismo por la religión de su futuro esposo, tenía amuletos de buena suerte que no podían ser nada ofensivos. Que podía saber si la mujer hacía algo con solo ver la comida. Que Lauren no tenía que preocuparse.
En parte se sintió avergonzada porque Frizzy haya delatado sus preocupaciones. No quería centrarse en eso, Thomas también estaba a su lado y con eso pareció entender porque algo en el notaba que tal vez Lauren no estaba bien. Y claramente eso lo preocupaba también.
¿Su madre solo quería enloquecer a Lauren o de verdad haría algo? Sería capaz ¿Su propia madre? Ya había hecho barbaridades, pero todavía algo en él y en Ava que podía tener la minima esperanza, de que no sea tan malo después de todo. No querían creer algo de esa gravedad.
La Reina no envenaría a nadie. No podría hacerlo. Había tanta seguridad, tanta supervisión. Lo que decía era para asustar.
Y aunque deseara hacerlo, no podría nunca. Tenía todo limitado, estaba casi arruinada y no era una mujer tonta. Por lo que lo único que quería era enfermar a la pobre Lauren, y aunque Lauren no lo aceptase, de cierta forma lo había logrado.
Thomas ta estaba ahí, en un mes y ocho días iba casarse con el. En un mes y ocho meses, en el mismo día de su boda sería su coronación. Faltaba tan poco para el evento más importante de su vida.
Y claro que la Reina buscaría volverla loca antes del mismo. Pero la vida le iba a demostrar que todo estaba bien, que no podía permitir que la Reina la enfermara así. No después del gran logro en el cumpleaños de Ava, de haber logrado hacerle frente, de hacer que sienta humillación por todas las veces que se lo hizo a su hija. Estaban un paso adelante, y Lauren no podía dejar que vuelvan a empatar.
Tenía mucha compañía, Frizzy, Ava, Ophelia, Katerina, Wendy, Karoma, Dianne, Louise, Octavia, Evelyn y ahora Harumi. Tanta gente buena, linda gente que estaba con ella, de su lado. La misma Kaya. Todo iba a estar bien.
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—¿Sabes una cosa? —Thomas se acercó a susurrarle durante la cena, después de aquel pequeño momento.
Lauren le prestó atención.
—No solo en Japón, pero en varios lugares de Asia, hay una leyenda sobre el hilo rojo del destino. —Dijo, y de repente entrelazó los meñiques de ambos. Y ambos parecieron ver sus manos al mismo tiempo, Thomas seguiría diciendo algo— Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse. Sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper. —Pareció citar.
Lauren se conmovió. Y claramente sonrió sin poder controlarlo. De alguna forma creer que había un hilo invisible conectando gente era algo bastante hermoso. Claramente también eso la puso bastante nerviosa. Y no tuvo idea de qué responder, causándole gracia a Thomas.
—Sabes esa leyenda me hizo recordar muchas cosas cuando estaba allá. —Siguió hablando, mientras en la mesa todos hacían lo mismo entre todos al comer. —Sobretodo cuando mi hermana dijo, que en algún momento tenía que pedirte matrimonio, pero de verdad, no sólo como algo que valide poder ser pareja. —Lauren sintió que su nuca se empezó a erizar. Posiblemente como al advenimiento de algo. —Y pues pensaba eso bastante. Ha pasado tiempo desde eso. Casi un año, hasta el momento. Y tengo una propuesta para ti. —Bajó un poco la voz—Encuentrame a media noche en el balcón donde nos besamos por primera vez y te la daré.
Así solamente luego estuvo totalmente tranquilo, como si no hubiese dicho nada. Pero dejando a Lauren claramente con el corazón saliendose del pecho. Con ese sentimiento de que podía olvidar hasta como era su propio nombre.