Sous le ciel de Paris

By NatsumiNiikura

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Marinette y Luka disfrutan de una relación fuerte y sana, Kitty Section continúa adelante imparable y la rela... More

01.- Despertar
02.- Padre e hijo
03.- La joven compositora
04.- Un helado amargo
05.- Morir
06.- Sueño
07.- Malas noticias
08.- El balcón
10.- Praga
11.- La vida sin Luka
12.- Nocturno
13.- Bunnyx
14.- Frío
15.- Debut
16.- Agreste
17.- El factor Chat Noir
18.- Akuma
19.- Abismo
20.- Consecuencias
21.- Pedazos
22.- París
23.- Reloj de arena
24.- Lento
25.- Conspiración
26.- Las decisiones que hay que tomar
27.- Un traje de serpiente
28.- Kwamis
29.- Un plan mayor

09.- Comienzos

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By NatsumiNiikura

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2937.

09.- Comienzos

Fiesta de despedida de Luka. El domingo a las diez en el Liberty.

Marinette suspiró leyendo el mensaje de Rose. No podía ir, era más que evidente que no podía ir, aunque a Luka no le molestase su presencia ella no se veía capaz. Lo sentía, no podía ir. Bloqueó el móvil y lo ignoró.

—Marinette —susurró Tikki con un tono de voz entre la preocupación y la molestia—. No estás siendo racional.

—No puedo, ¿es que no ves que sería muy incómodo que fuera?

—Luka no se merece esto.

¿Qué se pensaba Tikki? ¿Que no lo sabía? ¿Que Luka no se merecía lo mejor? ¿Que ella misma se merecía estar como estaba? Odiaba aquella situación. Odiaba tener la responsabilidad de cuidar de los prodigios. Odiaba que les hubiesen separado. Lo odiaba todo.

Sintió la rabia circulando por todo su cuerpo, invadiendo cada rincón de ella. Y entonces a la rabia la sustituyó el pánico, de nuevo era la víctima perfecta para Hawk Moth con aquella mezcla de ira y desespero, su voz no llegó a sus oídos.

Su móvil sonó en el preciso instante en que sintió que iba a empezar a hiperventilar por la ansiedad.

—¿Diga?

—Hola, ¿estabas corriendo una maratón? —La voz de Alix sonaba tranquila y divertida. Marinette se dio cuenta de que le faltaba el aliento—. Nette, ¿estás bien?

—Sí, yo... lo siento. Estaba cargando unas telas y pesaban una tonelada.

—¿Seguro?

—Sí.

Oyó a Alix suspirar al otro lado de la línea, suponía que no la había creído, que intuía que le pasaba algo, aunque era lo suficientemente prudente como para no decir nada.

—Pensarás que estoy loca de atar —murmuró Alix—, pero he sentido que si no te llamaba ahora mismo igual ya no podría volver a hablar contigo nunca. Y, sí, me ha entrado un poco el pánico.

La mente de Marinette viajó a otro punto en el tiempo, a una tarde soleada de otoño en la azotea de la casa de maestro Fu, un tiempo en el que sólo era una portadora de catorce años tratando de compaginar su vida de estudiante con la de superheroína. A la taza de té que le calentaba los dedos a través de la cerámica. A la paz y la seguridad.

—Maestro ¿cómo puedo saber si un portador es apto para un prodigio de manera indefinida?

—Lo sabrás, siempre hay un rasgo característico que destacará lo suficiente para que sepas verlo. Algo que te permita ver qué energía transmite.

Frunció el ceño. No lo comprendía y tras descubrir que Alix era Bunnyx, la portadora de Fluff, lo comprendía menos todavía. Adoraba a Alix, era su amiga, era fantástica y divertida, pero no le parecía capaz de dominar un prodigio; al menos no la Alix que iba a clase con ella.

—Alix tiene el prodigio de Fluff, en el futuro —susurró y le dio un trago al té caliente—. No me parece el tipo de persona que debe llevar un prodigio como ese.

—Déjala madurar, si es la adecuada lo sabrás.

—Nette. Marinette.

La voz de Alix resquebrajó la tarde en la azotea, el calor en sus dedos se esfumó y la habitación la agobió de nuevo.

—Marinette Dupain-Cheng ¿estás ahí?

—Sí, perdona, estoy un poco desconcentrada hoy.

—Si te pasa algo puedes hablar conmigo, sé escuchar, no te juzgaré.

—Alix, ¿dónde estás ahora?

—En el Louvre.

Marinette abrió la caja de los prodigios, las joyas descansaban en sus respectivos espacios, ignoró, como siempre, los huecos vacíos de la mariposa y el pavo real.

—Voy para allá, ¿me esperas en la entrada?

—Claro, aquí estaré.

Colgó. Cerró los dedos en torno al prodigio de la evolución y lo sacó de su espacio, observó el hueco vacío. Era el momento. Daría el paso. Todo iría bien.

—Lo he entendido maestro Fu, por fin lo he entendido.

Salió de casa esquivando a sus padres y se precipitó a la calle. No vivía lejos del Louvre, así que caminó ausente hasta allí, agradeciendo no cruzarse con nadie conocido.

Alix estaba en la entrada con el móvil en la mano, revisando sus mensajes o redes, seguramente aburrida de esperar. Al verla supo que el paso que iba a dar era el correcto, que era el momento, que no se equivocaba.

—Siento si he tardado, he venido a pie.

La miró de los pies a la cabeza como si no diese crédito a verla allí en pie y en perfecto estado. Alix la abrazó con fuerza pillándola totalmente por sorpresa.

—Hablemos dentro, el despacho de mi padre está vacío, nadie nos molestará.

—¿Hay cámaras en ese despacho?

Alix la miró sorprendida. Disintió.

—En la entrada, en el interior no.

Más relajada la siguió adentro. Alix usó su pase para poder pasar el torno y la guio con seguridad hasta el recoveco en el que se escondía el despacho de su padre. Cerró la puerta tras Marinette y la invitó a sentarse, sin embargo, se quedó en pie mordiéndose el labio nerviosa.

—¿Qué te ocurre?

—Alix, tienes que jurarme que guardarás el secreto de lo que voy a revelarte ahora mismo —musitó sin atreverse a dar un paso o tocar a su amiga—. Si no lo haces tendré un problema de los gordos.

—Seré una tumba, digas lo que digas no diré ni una palabra.

Inspiró hondo. Confiaba en Alix, no tenía más remedio, sentía que era la persona correcta igual que había pasado con Luka y el prodigio de la intuición. Sacó el prodigio del bolso y se lo tendió sobre la palma.

—Alix Kubdel, te confío el prodigio de la evolución, lo usarás para hacer el bien.

—Marinette...

—Soy Ladybug, Alix.

Los dedos de Alix tomaron el prodigio, Fluff se meció ante ella a punto de soltar un torrente desordenado de palabras.

º º º

El par de horas que estuvo con Alix le sentaron bien, poder desahogarse con alguien al fin fue como un bálsamo, pero no podía olvidarse de su situación, tampoco relajarse. Le había pedido que estuviera preparada por si Hawk Moth la akumatizaba, le había dado instrucciones vagas porque no quería que existiera la posibilidad de destruir la viabilidad de su última oportunidad. Bunnyx sería la clave si sus peores temores se hacían realidad.

Se encerró en su cuarto y por primera vez en días no se sintió tan derrotada. Se sentó frente al ordenador dispuesta a distraerse viendo cualquier estupidez online. Tikki se sentó sobre su hombro, orgullosa del paso que había dado, deseando que aquel primer paso la guiase en la dirección correcta, que todo se solucionase al fin.

Golpearon la trampilla de su cuarto con suavidad, Marinette frunció el ceño, si su padre volvía a llevarle una bandeja llena de pasteles iba a acabar volviéndose loca.

—Tikki, escóndete.

Tiró de la trampilla cuando estuvo segura de que no podrían verla. No era su padre. No había una bandeja llena de pasteles.

—Juleka —musitó sorprendida.

—¿Puedo pasar?

Marinette se hizo a un lado y le permitió entrar a su cuarto. Estaba todo desordenado. La tela para el traje de Luka estaba abandonada sobre la mesa a medio cortar, esperando a descubrir si algún día tomaría la forma del boceto que colgaba de la pared.

—Le prometí a Luka que no iba a hacer esto, pero lo siento, tengo que hacerlo.

Juleka, que había ganado seguridad en sí misma durante aquel tiempo, la sorprendió con su tono firme. La agarró por la muñeca y la arrastró hasta el diván donde la obligó a sentarse.

—¿Qué demonios ha pasado?

—¿Qué?

—Has dejado a Luka —soltó, lo estaba afirmando, no tenía ninguna duda al respecto—. ¿Qué ha pasado? ¿Te está acosando alguna fan? ¿Es eso?

—No... es que ya no...

—Marinette, si vas a decirme que ya no le quieres, ahórramelo porque sé que no es verdad.

Se mordió el labio, no quería echarse a llorar de repente, no frente a Juleka.

—No podemos estar juntos —respondió.

—¿Por qué?

—Juleka, por favor...

—Nada de por favor. No quiero presionarte —declaró intentando sonar menos cortante y furiosa—, pero le has roto el corazón a mi hermano y necesito saber por qué.

—No quería hacerle daño...

Los dedos de Marinette se cerraron con fuerza sobre la pernera de sus pantalones, los nudillos se le pusieron blancos. Juleka suspiró, reconocía aquel gesto, era algo que ella misma hacía cuando sentía que se estaba desmoronando y se tragaba las ganas de llorar.

—Oye, puedes hablar conmigo —musitó recuperando su tono tímido habitual—. Tú me ayudaste con Rose, somos amigas. Deja que te ayude. No puedo ayudarte si no me cuentas lo que pasa.

—Es que no puedo contártelo, Juleka. Lo haría si pudiera. Si tuviera otra opción no estaríamos así.

—¿Cléa tiene algo que ver en todo esto?

A Marinette le sorprendió tanto aquella pregunta que las primeras lágrimas huyeron de su control.

—¿Es por ella? —continuó entendiendo de su llanto que así era—. Marinette, Luka no la quiere. Sé que te estuvo acosando, también que está obsesionada con él, pero conozco a mi hermano. Puede que hayan compartido muchas cosas, pero no la quiere.

—Por favor, Juleka, no puedo hablar de esto ahora.

Esperó que continuase insistiendo, sin embargo, no lo hizo. Juleka la refugió en un abrazo y le acarició la espalda con cariño cuando el llanto se desbordó.

Siempre había creído que Juleka la echaría a patadas si le hacía daño a Luka, ella misma le había asegurado que podría hacerlo. Luka, junto con Rose, era lo más valioso en la vida de Juleka y ella había aceptado, sin más, que si se acababa Juleka no estaría más allí.

—Todo va a ir bien, lo arreglaremos —le aseguró en un susurro.

º º º

Ladybug se descolgó con sigilo hasta el ojo de buey del barco sin nombre por el que escapaba luz. Se había asegurado de que la cubierta del Liberty estaba desierta para que nadie pudiera verla, pero estaba inquieta por si alguien la veía.

—Concéntrate —susurró.

Se pegó al cristal y miró al interior. Esperaba encontrarse con Luka, sentado en el sofá, tal vez tocando la guitarra, sin embargo, la sala estaba desierta. ¿Estaría en el Liberty? A lo mejor estaba con Juleka, no sería tan extraño, era su hermana, su apoyo, estaban unidos.

Igual debería de haberle enviado un mensaje en vez de descolgarse por su ventana, habría sido más coherente. Presentarse así sin avisar, colgando como una idiota sobre el agua del Sena, era absurdo. Vio una sombra moverse en el interior, se puso en alerta, pero se relajó al reconocerle. Golpeó el cristal con los nudillos y saltó al interior en cuanto le abrió.

—Ladybug.

—Ho-hola.

De acuerdo, sí, era idiota, había pensado que como Ladybug le costaría menos enfrentarse a él, porque tras la máscara era más fuerte y valiente, pero no. No era más fácil, era igual de difícil.

—Luka, he venido para que me acompañes a la reunión con Chat Noir de esta noche.

»Sé que no debes de tener muchas ganas de venir, pero...

—No, está bien. Lo entiendo.

Luka se transformó y la siguió. La sensación era extraña, mucho. Las veces que hacían rondas juntos jugaban a perseguirse el uno al otro, tonteaban, se retaban. Sin embargo, ahora, se movían como un par de desconocidos. Era terriblemente doloroso.

Viperion divisó a Chat Noir sentado en la azotea del punto de reunión, con los pies colgando en el vacío. El héroe se movió en cuanto oyó sus pies tocando el suelo del terrado, les sonrió y esperó. Habían pasado meses desde la última reunión y, aunque Chat Noir sospechaba de qué se trataba, sentía una gran curiosidad.

—¿Vamos a ir de excursión? —bromeó al ver que Ladybug no decía nada.

—Tenemos que reorganizarnos —pronunció procurando mantener la cabeza en alto, esforzándose por fingir que no pasaba nada—. Viperion estará fuera una temporada. No podrá hacer las rondas, así que volvemos a estar solos.

—Espero que no nos dejes por algo malo —murmuró Chat Noir, tenía que fingir que no sabía nada, no podía dejar espacio para que Viperion sospechase sobre su identidad, porque Luka era muy inteligente y perspicaz.

—Responsabilidades civiles —contestó manteniéndose igual de cauto que él—. Volveré en unos meses.

—En ese caso te deseo buena suerte y que todo vaya genial.

—Gracias.

—Volveremos a hacer los turnos como los hacíamos antes —continuó la heroína—. Viperion está fuera del equipo a menos que haya una emergencia...

Chat Noir alzó ambas manos interrumpiéndola de manera delicada.

—¿Cómo le avisaremos? —preguntó—. Sé que conoces su identidad, pero ¿no descubrirá la tuya si le llamas por teléfono?

Ladybug suspiró. Viperion conocía su identidad, pero eso era algo que Chat Noir no sabía ni tenía porqué saber. Debería de haber pensado en ello.

—Dadme unos minutos —pidió Chat Noir—. Volveré antes de que os deis cuenta.

En cuanto Chat Noir abandonó la azotea el miedo a que aquel horrible maestro les encontrase a solas la asaltó. Se apartó de él abriendo un espacio considerable entre ellos, si no hubiese sido extraño habría saltado a la azotea contigua.

—Ladybug, ¿has pensado en cómo voy a venir hasta aquí para ayudaros si me necesitáis?

Suspiró. No estaba nada centrada, estaba constantemente yendo a remolque de sus compañeros en aquella reunión en la que debería de llevar ella la voz cantante, ella era la líder. Se desenredó el yoyo de la cintura, presionó uno de sus puntos y este se abrió, metió la mano en su interior y sacó una cajita.

—He preparado una serie de aperitivos para Sass con poder cósmico, sé que no es lo que más le gusta, pero dudo que aguantasen el tiempo suficiente de serlo.

—No creo que Sass se queje de ello —murmuró aceptando los dulces.

—Te enviaré un mensaje si te necesitamos.

—¿Y si...?

Los pies de Chat Noir tocaron el suelo con fuerza, su sonrisa triunfal hizo que Ladybug suspirase.

—No te enfades conmigo —rogó el héroe agitando su cola con gracia—. Hace tiempo que pienso en ello y creo que nos irá muy bien en esta situación.

—Chat, ¿qué...? —Su pregunta se vio interrumpida cuando el héroe les enseñó tres teléfonos móviles, uno rojo, uno verde y otro negro—. ¿Teléfonos?

—¡Sí! Imagina que, por lo que sea, te ocurre algo y no puedes contactar con Viperion. Yo no sé quién es —mintió, porque lo sabía y no podía olvidarse de ello mágicamente—, no podría pedirle ayuda.

—¿En serio? —inquirió Ladybug—. Es una mala idea. Una idea pésima, Chat.

—A mí me parece una buena idea —intervino Viperion.

Chat Noir sonrió triunfal mientras que Ladybug le miró ceñuda. Sólo le faltaba que aquellos dos compartieran una idea absurda.

—Será más rápido contactar y así tu secreto seguirá a salvo. Si me akumatizasen y supiese quién eres podría revelarle a Hawk Moth tu identidad.

Era absurdo, porque Luka sabía quién era más que de sobras, no creía que fuese para mantener el secreto ante Chat Noir, porque este no sospechaba nada. ¿Qué debía de estar tramando Luka? ¿Qué no les estaba diciendo?

—Lo ves, es una idea fantástica —declaró Chat Noir con orgullo.

—La única pega es que estaré fuera de Francia.

—Bueno, mientras estés en Europa no hay de qué preocuparse. Me gano bien la vida, así que podéis estar tranquilos por la factura —continuó el héroe ignorando de manera deliberada la mueca exasperada de su compañera por aquella alianza tan insólita—. Sólo hay una norma, nada de llamadas internacionales fuera de Europa.

—Está bien —susurró Ladybug sintiéndose derrotada—. Estos teléfonos sólo deberían usarse entre nosotros y en caso de emergencia.

—Entendido —musitó Chat Noir repartiéndolos.

Ladybug dio unas últimas instrucciones. Obvió el hecho de que había puesto en circulación el prodigio de la evolución y que ahora existía una portadora permanente más. Nadie debía saber nada al respecto, ni siquiera Luka, era su as bajo la manga, la tabla flotando en el océano tras un naufragio.

Era un secreto.

Chat Noir se despidió para cumplir con su ronda, dejándolos de nuevo a solas en la azotea. Buscó la manera de decirle a Viperion que debían regresar, pero él se lo ahorró diciéndole que tenía que acabar de preparar el equipaje antes de la fiesta de despedida que le esperaba por la mañana. Podría haberse despedido de él en lo alto de aquella azotea, sin embargo, se decidió a acompañarle de regreso a su barco; él no protestó, le sonrió mostrando aquellos colmillos afilados acelerándole el pulso y haciendo sangrar de nuevo la herida en su corazón. Aterrizaron en el punto ciego de la cubierta y se deslizaron con sigilo hasta el ojo de buey que seguía abierto. Luka se destransformó, barajó la idea de ofrecerle de nuevo recuperar el prodigio, aunque finalmente la desechó, le dolería.

—Nos vemos.

—Espera.

Se detuvo acuclillada en el marco del ojo de buey, aunque se moría de ganas de volver a casa y fingir que no existía.

—Te lo he dicho ya muchas veces, pero si necesitas algo puedes llamarme, ¿de acuerdo? Sigo aquí para ti.

—Estaré bien, Luka —susurró cansada de fingir que todo iba bien—. Tengo que estarlo, algún día volveré a estarlo.

»No puedo venir a la fiesta, tampoco ir al aeropuerto. Te deseo lo mejor.

—Lo entiendo, gracias.

Se quedó allí quieta mirándole con el corazón encogido. Volvió a saltar al interior del barco, caminó de regreso a su lado, se puso de puntillas y alcanzó sus labios en un beso rápido y torpe antes de marcharse sin mirar atrás.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Este es el último capítulo con Luka en París, por ahora. La idea inicial era readaptarme a lo que se ha visto en la cuarta temporada (que aún no he visto completa, no me hagáis spoilers), pero tengo un problema con Alya, así que finalmente he vuelto al borrador original del fic usando a Alix como contenedor del secreto de nuestra heroína, además, creo que queda más justificado el que le otorgue el prodigio en estas circunstancias.
Han pasado bastantes cosas en el capítulo, espero que no os parezca demasiado denso o precipitado.
Nos leemos en el próximo capítulo.

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