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By PlanetButterfly01

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PRELUDE
Boo
Guilty
Touch
Curiosity
Forgiveness
Game
Somebody
Mine
Dream
Secret
Jealousy
Within
Frozen
Bath
Walk
Idiot
Real
Sex
Thanks
Ghost (Extra)

Maybe

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By PlanetButterfly01

La vida era un enigma, más aún para una persona que acababa de despertar de un coma inducido. Entender nunca había sido algo sencillo. Tal vez por eso me costaba entender disímiles asuntos que simplemente crecieron en mi imaginación durante 30 días como una obra de teatro que recaía en los diálogos de la tragicomedia barata. Porque aquellas discusiones con Lauren, los besos, ese "te amo" no eran más que un sueño producido con la ayuda de algún fármaco barbitúrico. Mientras el enfermero terminaba de ajustar el molde de yeso en mi antebrazo, una debacle interna licúo todavía más mis dispersas neuronas. ¿Cómo volvería a hablar con mi mejor amiga sin que el recuerdo de sus labios sobre los míos me invadiera? ¿Cómo iba a actuar frente a ella para disimular que era frágil ante su toque? ¿Tendría que ser hipócrita nuevamente y negarnos a ambas lo que sentía por ella?

- Listo. - El chico me regaló una sonrisa condescendiente antes de ayudarme a volver a la silla de ruedas.

Según me había dicho Matthew no había sufrido ningún daño cerebral ni en ningún otro órgano interno. Sólo debía asistir a fisioterapia para recuperar la movilidad y así evaluar mi coordinación físico-motora. No obstante, debía permanecer una semana más en el hospital hasta asegurarse de que todo estuviese bajo control. Nicholas, el enfermero que acababa de inmovilizar mi brazo, me arrastró por el concurrido pasillo que llevaba a mi habitación. Al abrir la puerta, me encontré con la imagen de una morena dormida en el pequeño sofá de la esquina.

- ¿Puede llevarme hacia allá? - Pedí en voz baja.

- Por supuesto. - Me dejó justo al lado de ella, volviendo a formular una sonrisa amigable. - Cerraré la puerta.

Asentí, demasiado concentrada en las facciones cansadas de la ojiverde como para pensar en algo más. Su nívea epidermis lucía opaca ante las luces fluorescentes y sendas sombras oscuras se extendían bajo sus ojos. Contuve las pérfidas lágrimas que luchaban por salir. Se le veía tan vulnerable que mi corazón se ahogaba dentro de mi pecho. Con un poco de esfuerzo logré sentarme en el reducido espacio que brindaba el asiento. Enseguida noté el calor que desprendía y se me hizo imposible no acercarme más. Mis pupilas se deslizaron por su rostro perfecto que exudaba cansancio; una parte de mí sentía la misma preocupación asfixiante porque yo había estado en esa misma posición, aunque había resultado ser un hecho ficticio, pero se me dificultaba borrar un sentimiento que estuvo latente durante un mes. Permanecí alrededor de cinco minutos observándola dormir, comprobando que sí respiraba por ella y no gracias a un respirador artificial. Mi brazo cayó sobre su hombro en un descuido. Me maldije internamente al ver cómo sus párpados se separaban lánguidamente.

- Camz. - Me llamó con un atisbo de alivio en sus facciones.

- Perdón por despertarte, Lern. - Aparté un mechón rebelde que se interponía entre sus ojos y los míos.

- No pasa nada, tampoco puedo pasar más de dos horas seguidas durmiendo.

- Deberías descansar. - Me carcomía la culpa el saber que apenas conciliaba el sueño.

- Prefiero quedarme aquí contigo. - Se acomodó en el sofá de manera tal que su rostro quedó a escasos centímetros del mío. Mis mejillas se colorearon de un rojo intenso que ella pareció notar. - Tuve tanto miedo, Camz. Incluso ahora me siento desprovista de valentía.

- Ya pasó. - Quise transmitirle tranquilidad pero mi voz trastabilló miserablemente.

- No ha pasado. - Levantó mi brazo escayolado y señaló la silla de ruedas. - Pudo ser peor, ¿sabes? Y no me lo hubiese perdonado jamás.

- ¿Por qué no?

- Porque esa noche discutimos y te fuiste con la idiota de Juno que iba más borracha que una cuba. Debí detenerte en ese instante, pero me paralicé. Yo... yo sólo me quedé ahí a mitad de la calle, escuchando un frenazo una cuadra más adelante y vi cómo el auto se estampó contra un muro del lado del pasajero. - Tragó con fuerza mientras apartaba una lágrima con su dedo índice. - Un minuto nada más y hubiese cambiado el final.

- Quizás no pudiste cambiarlo porque no era el final. - Con mi mano sana tomé una de las suyas. - Piensa en esto como un capítulo del libro que no te gustó, sin embargo, el resto del libro sigue siendo precioso. Quizás, sólo quizás, esa parte de la historia debía ser así para desenterrar experiencias ocultas. Es el libro de tu vida, Lauren, no se puede cambiar todo porque dejaría de ser auténtico. Ningún libro es perfecto, ningún autor escribe bien a la primera, ninguna página sale a la luz sin haber sido tachada millones de veces antes. Sólo disfruta de cada línea.

Se echó a llorar contra mi pecho como una niña que busca refugio de los relámpagos. Yo no era fuerte, no obstante, acababa de inventarme una coraza provisional para sostenernos a las dos. Si ella se había mantenido a flote por mí, haría lo mismo por ella. Mis dedos se enredaron en su melena a la vez que le susurraba un "todo va a estar bien", aunque ni yo misma sabía cuándo sucedería eso, sólo quería detener su dolor. Los hipidos disminuyeron paulatinamente hasta convertirse en una respiración constante y pausada. Se había quedado dormida otra vez. Me separé un poco para observar sus facciones relajadas.

- Yo también te amo, Lauren. - Susurré mi respuesta, a sabiendas de que esas palabras nunca habían salido de sus labios pero con la necesidad de arrancarlo de mi corazón.

***

Mis pupilas volvían a encontrar un techo blanco extendido por todo el horizonte visual, un mapa límpido que me parecía tan aburrido como abrumador. Bostecé brevemente para apartar las dudas que amenazaban con despilfarrarse en mi cabeza. Un leve carraspeo me extrajo de ese limbo terrenal que estaba atravesando. Mi mejor amiga me sonrió genuinamente cuando nuestros ojos se conectaron. Mi corazón galopeó como un caballo salvaje que huye de un jinete, pero que en el fondo sabe que dejará domarse sólo para conocer los alicientes de la compañía. Se acercó a mí con las manos detrás de la espalda; me recordó de inmediato a la vez que el estrés casi me pasó factura y tuve que permanecer unos tres días en el hospital. Estaba estudiando junto a Lauren en la biblioteca del Instituto cuando un fuerte mareo me desparramó por las frías moquetas del lugar. La morena no tardó en agacharse para comprobar mi estado. Los doctores llegaron a la conclusión de que mi alimentación era débil y que necesitaba dormir más. En esa época me preocupaba más obtener buenas calificaciones para ser aprobada en mi universidad favorita que mi propia salud. A pesar de la marea de exámenes en la que naufragábamos, la ojiverde donaba alrededor de cuatro horas para visitarme.

- Te traje pudín de plátano. - Sacó una bolsa que había escondido muy bien tras de ella. Había esperado a que mi madre nos dejara solas para poder sentarse en la cama.

- Dime que no lo has hecho tú. - Amaba hacerla enojar con bromas que atentaban contra sus cualidades culinarias.

- Oh, vamos, Cabello. Las dos sabemos cuánto adoras mi comida.

- No puedes hacer tostadas sin quemarlas, Jauregui. - Continué burlándome.

- Eso sólo sucedió una vez. - Se quejó mientras hacía un puchero adorable. - Y fue tu culpa.

- ¿Mi culpa? - Interrogué y contuve una carcajada.

- Estabas saltando como loca desquiciada por toda la cocina al ritmo de You Belong With Me, no podía concentrarme en las rodajas de pan. - Cruzó sus brazos por debajo de su pecho, elevándolos lo suficiente para cortarme el aliento ante esa visión. Me revolví incómoda. - ¿Pero de qué vas? Casi tengo que llamar a los bomberos el día que intentaste recalentar una pizza.

- Blasfemias. - Desencajé mi mandíbula, notablemente ofendida por aquella táctica de evasión. - Eso no hubiese sucedido si no me hubieses atacado por la espalda.

- Era hora de la guerra de cosquillas. - Miró sus uñas revestidas con esmalte negro, quitándole hierro al asunto. - ¿Vas a comer el pudín o no?

Había devorado aquel postre y los restantes que llegaron a mí por más de una semana. Siempre lanzaba algún comentario jocoso, sin embargo, terminaba ansiando más de esos dulces. Lauren tenía un talento especial para la cocina, para las palabras, para la vida. Sabía vivir de una manera extraordinaria. No era una persona controlada, todo lo contrario, y ese mismo descontrol era el que lograba añadir esos matices tan atrayentes. Bastaba con otear su cabello revuelto por la brisa marina a mitad del verano, escuchar sus carcajadas por sobre las olas de la playa y perderse en sus esmeraldas salvajes para saber que ella era el sinónimo de vida. Retorné al presente por unos dedos que se deslizaron sobre mis mejillas con tanta suavidad que temí estar imaginando todo de nuevo. Se sentía como el tacto de la Lauren de mis sueños, no por la frialdad que expedía, sino por la mezcla de sentimientos que transmitía. Quizás, sólo quizás, ella también me veía con otros ojos.

- Te extrañaba tanto, joder. - Sonrió, pero la felicidad no llegaba a sus orbes. - No vuelvas a asustarme así.

- Tú tampoco. - Pedí con ese mismo pavor de saberla dividida entre la vida y la muerte.

- Tus padres y Sofia acaban de abordar un avión. Ellos quisieron estar todo este tiempo aquí, pero como no sabíamos cuándo podrías despertar, decidimos que lo más factible era quedarme sólo yo para informarles. No quiero que pienses que ellos te abandonaron.

- Sé que no fue así, Lern. - Inconscientemente mi mano se enlazó a la suya en busca de ese calor adictivo.

- Los primeros días Sinu llamaba unas cinco veces por hora. - Reímos al imaginar a mi mamá caminando por toda la casa con el teléfono al oído. - No importaba cuánto le repitiera que estabas bien, pero que aún no despertabas. Mi teléfono sonaba incesantemente.

- ¿Cómo lo tomó Sofi? - Me preocupaba la reacción de mi hermana menor, ella era muy sensible con todo lo que respectaba a mí.

- Tuve que acompañarla al aeropuerto y explicarle que sólo estabas durmiendo al igual que Blanca Nieves y Aurora. - Una pequeña carcajada se escapó de mi garganta. - Hey, Sof ama las películas de Disney. No se me ocurrió nada mejor.

- Estuvo perfecto, lo que el apelativo de "princesa" será inamovible. - Lamenté dramáticamente con una mueca divertida. - ¿Qué respondió?

- Me preguntó si yo sería la princesa que te haría despertar.

Un intenso rubor se apoderó de toda mi cara e intenté ocultarlo, no obstante, ella estaba tan azorada como yo. El agarre de nuestras manos se intensificó. No lo noté hasta que la chica se inclinó hacia adelante, chocando su nariz con la mía. Mi boca se secó de un segundo a otro; pasé mi lengua por mis labios para brindarles un poco de humedad. Aquello fue inútil porque cuando la ojiverde clavó sus fanales en mis pozos marrones, el oxígeno se desvaneció de mis pulmones mágicamente. Sólo debía elevar un poco la cabeza para besarla de nuevo, o más bien, para besarla por primera vez. En ese segundo no costaba mucho, sin embargo, las consecuencias vendrían después. No podía dejar que mis impulsos me dominaran, no cuando se trataba de mi mejor amiga. Pero entonces, ¿por qué ella se había acercado tanto? Estás confundiendo las cosas, Karla. Mi fuero interno salía a la luz cada vez que necesitaba ser rescatada de mis propias estupideces. No me moví, tampoco es que tuviese mucho espacio personal para hacerlo. Esperé a que fuese Lauren la que decidiera por las dos y podía jurar que estuvo a punto de besarme. Si Matthew no hubiese entrado en ese momento, quizás hubiese tenido los labios de la morena sobre los míos recreando las electrificantes sensaciones que había creado mi subconsciente. Pero no, el médico no llamó a la puerta como si no acabase de cortar mi posible única oportunidad de probar un beso de Lauren Jauregui. La escuché gruñir por lo bajo antes de apartarse y salir estrepitosamente de la habitación.

- ¿Interrumpí algo? - La pregunta del ojiazul no hizo más que elevar mi enojo.

- No. - Respondí cortante, a la par que intentaba encontrar una explicación al por qué ella se había marchado así.

- ¿Cómo te sientes?

- Un minuto atrás estaba perfectamente bien. - El sarcasmo tocó mi tono de voz y aquello no era una buena noticia para él. - ¿No hay más pacientes en este hospital?

- ¿Por qué lo dices? - Elevó una ceja en señal de confusión.

- Para que les brindes todo tu intelecto galeno a quienes sí lo necesitan. - Se rascó la nuca un tanto incómodo.

- Quizás sí interrumpí algo.

Después de todo no era tan tonto. Giró sobre sus talones y se perdió en el vasto blanco que adornaba la edificación. Pero ya el daño estaba hecho. Me había arrebatado la oportunidad de descubrir si ella estaba dispuesta a cruzar una barrera que tantos años permaneció erigida pero que ahora mismo deseaba derrocar.

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Hola, bellas criaturas del inframundo...
Un capítulo para celebrar el estreno de uno de los mejores videos musicales de la carrera de Camila. No estoy llorando, sólo que un "Camzzi ya tiene 25 años y la está petando con Bam Bam" se me metió en el ojo. Eeeen fin, como siempre les digo: disfruten del capítulo y estudia, Boo, que quiero conocerte en abril.
P.D: Nana0127girl aquí está lo prometido 😁
Xoxo💖

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