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is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 4 โ”€โ”€ ๐๐‘๐„๐’๐„๐๐“ ๐ˆ๐’ ๐‚๐”๐‘๐’๐„๐ƒ
o. born under a bad sign
i. bright hope
ii. gather up the killers
iii. no quarter
iv. where we belong
v. midnight whisperings
vi. i hear you knocking
vii. nest of cobras
viii. voodoo in my blood
ix. smoke and mirrors
x. all gods of agony feast on tragedy
xi. lullaby of the darkness
xii. queen death
xiii. a spirit here that won't be broken
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž
Extra. โ€• while you were sleeping

xiv. the feast of all sinners

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capítulo catorce: el festín de todos los pecadores


El clima aquella mañana reflejaba los sentimientos de más de uno en aquel lugar. El Bayou LaForche le daba la bienvenida a un día otoñal que parecía ser lluvioso y deprimente. La pequeña de cinco años se hallaba de cuclillas a la orilla del lago mientras arrancaba alguna que otro pastizal del suelo. Estaba enojada y triste, su padre le había enviado lejos hacia unas horas ya y de su madre no sabía nada, solo lo que le decían los adultos, y entre Mary, Nathaniel y Layna se habían pasado turnándose para cuidarla, sin embargo, cuando ella hacia preguntas sobre sus padres o su hermana estos le inventaban cosas. Morgan tenia cinco, pero no era una tonta.

Sabia que no le querían decir donde estaba su madre.

―Morgan... ―murmuro audible para la pequeña la cual volteo de inmediato su cabeza provocando que sus mechones cobres largos bailaran con el viento. Reconocer la voz de su padre no era nada difícil. La niña sonrió con gran emoción al verlo ahí.

―¡Papi! ―se levanto para salir corriendo a abrazarlo. La pequeña salto hacia sus brazos el cual Niklaus recibió con la más dulce bienvenida, su cuerpo era tan pequeño y frágil que pensó que la rompería si la estrujaba un poco más, pronto algunos susurros en su cabeza le hicieron separarse.

La niña vio a su papa con la cabeza ladeada. ―¿Uhm, estas bien? ―pregunto. Ella había sentido frío al recibir su abrazo, aquel frío que no podía describir con palabras. Klaus le regalo una sonrisa tranquilizadora.

―Estoy con mi princesa más pequeña, por supuesto que estoy bien. ―le aseguro. Morgan le sonrió en respuesta. Luego la niña vio por encima del hombro de su padre como Layna y Nathaniel se aproximaban a ellos con cautela, Klaus los miraba desde antes. Él lo sabía, no había tiempo.

―¿Te quedarás a jugar, papi? ―interrogó esperanzada. Pues sus tíos le aseguraban que Hope vendría tan pronto como se recuperara de su resfriado, pero ella ya se estaba aburriendo de jugar sola.

Los niños de la manada poco se acercaban a la casa principal en esos días.

Klaus la volvió a mirar, y en reflejo de las esferas de su hija se pudo ver, su corazón se estrujó. La tomó de las manos. ―Morgan, antes de irme ¿puedes prometerme algo?

La niña de cinco años asintió repetitivamente.

Se acerco a su oído. ―Se valiente incluso cuando tengas miedo. ―se alejo de ella segundos después ―¿Puedes cumplir esa promesa por mi? ―interrogó a lo que la niña le asintió nuevamente con repetición para luego posicionar su dedo frente a él a la espera de trabarlo, Niklaus lo hizo y luego la atrajo con fuerza abrazándola nuevamente. Grabaría el olor a lavanda en su memoria ―. Eres una hermosa niña, y estoy seguro que te convertirás en una mujer tan hermosa como tu madre ―aseguró acariciando su cabellera cobriza. Cerró lo ojos mientras soltaba una lagrima ―. Las amo, hasta el final de los tiempos.

Y sin más se separo, para luego colocarse de pie con tranquilidad y una sonrisa que a Morgan le transmitía confianza. Pero en un parpadeo, desapareció tan rápido ante sus ojos que no le dio tiempo de reaccionar, pronto el llanto llenó cada rincón del Bayou mientras aquella pequeña con el corazón roto aclamaba por su padre desconsoladamente.




━━━━━━━━




Despertó con el sonido de una serie de pasos acercándose. 

El último recuerdo que mantenía en su mente era la mirada de Niklaus, aquella llena de algo que Alexandra odiaba con todo su ser, pena. Parpadeó varias veces, acostumbrándose a la claridad del día e intentó aislar todos los sonidos de alrededor; buscaba captar todo lo que sus sentidos pudiesen. Pero nada. Nada en concreto —solamente la terrible y pesada certeza, de que algo andaba mal. La voces habían mermado y el dolor en su cuerpo, se sentía leve. Las hierbas aún funcionaban, fue su pensamiento. Los pasos se incrementaron y una puerta acababa de abrirse; aún no lograba ubicarse en espacio ni tiempo, pero el aroma del interior se le hacía conocido, familiar. Y por la pesadez del ambiente, ahí se había practicado magia. Se levantó, con una luz de alerta titilando en su cabeza, atrapando por la muñeca a quién se movilizaba por aquel lugar. Ysabelle se retorció en su lugar, antes de que la joven reaccionara.

―Hey, soy yo, soy yo ―advirtió ―. Con calma, ¿sí? Soy sólo yo. ―con un gemido de dolor, se retiró liberando a Ysabelle lentamente.

―¿Cómo llegué aquí? ―graznó, sentándose nuevamente en el borde de la cama. Recordaba haber estado en el bosque, donde los esbirros del Hollow se escondían custodiando el libro que habían robado de Vincent. Todo en pro de obtener el libro y atraer la atención del Hollow, quería hacer un trato.

Vio a Ysabelle dudar. ―Tuviste una recaída ―explicó a lo que Alexandra cerró los ojos. Por supuesto la había tenido, después de todo, no estaba ni cerca de estar recuperada y se había transformado en lobo mientras la infección del Hollow corría por sus venas ―. Te desmayaste, por eso te trajimos acá...

Sus ojos pronto se abrieron con desmesura; la palabra que había empleado en plural la bruja le confirmaba lo que ella creía que había pasado como parte de una alucinación o un mal sueño, en realidad se trataba de un hecho. Niklaus y Elijah habían tropezado con ellas, y la habían visto en su peor estado.

Pronto escuchó la puerta de la entrada abrirse y como una figura se adentraba por la misma mostrando así a alguien que realmente esperaba evitar, Klaus. La joven desvió la mirada para cuando Ysabelle miró hacia la entrada, con un suspiro de por medio, se colocó de pie apartándose de la cama.

―Dejaré que hablen ―miró al híbrido ―. Recuerda, no tenemos mucho tiempo.

Él asintió para cuando se acercó mientras Ysabelle se alejaba hasta salir de la habitación. Alexandra tenía las piernas flexionadas contra su pecho mientras las había atrapado con sus brazos, su cabeza estaba hundida en el espacio entre ellas y su torso. Estaba avergonzada, no podía mirarlo a los ojos.

Había hecho cosas horribles.

―Alexandra...

―No deberías estar aquí ―habló de forma dura mientras su voz hacia eco en el espacio. Klaus la escaneaba con la mirada, las venas negras aún se podían ver extendiéndose en los brazos de la joven. Apretó la mandíbula ―. Se supone que no estarías aquí. ―pronunció con voz atascada en un murmuro que fue audible para el híbrido.

Pronto las palabras dichas por Rebekah años atrás, en la víspera de la pelea contra Lucien Castle, llegaron a su mente como ondas de choque: «Si no llega a pagar el precio en sangre, ten por seguro que te odiará». Por supuesto, esto lo había dicho bajo el producto de una maldición, pero no quitaba el hecho de que en aquellas palabras había veracidad.

Y ella no solo había pagado el precio en sangre.

―Prefiero que me odies a que me apartes ―expuso su pensar. Pronto la vio aprisionar más sus manos contra su piel llevando a que sus yemas se volviesen blancas ―. Pero no quiero que pienses, ni por un segundo, que te abandonaré.

La vio temblar y quiso acercarse, pero sabía que debía darle su espacio. ―Las cosas que he hecho...

―Palideces en comparación ―aseguró ―. Y aún así me has perdonado por ello ―argumentó. Por un segundo, la vio intentar levantar su rostro ―. No debes culparte por lo que has hecho.

La joven Alfa tragó grueso. ―Debes irte. ―estableció con determinación.

Klaus bajó la mirada para cuando se detuvo a unos pasos más cercanos de la cama. Ella quería apartar al mundo, que ese mismo mundo la odiase y la culpase de cada acto atroz que había cometido, pero aún si todo el mundo se pusiera en su contra. Klaus Mikaelson jamás sería parte de aquellos que la señalaban.

Pronto el desespero se apoderó de la joven al ver que él no se movería ni un centímetro por lo que se colocó de pie con rapidez, y lo vio a los ojos, en ese momento, Niklaus pudo apreciar las lagrimas corriendo por las mejillas de la joven Alfa.

―¡Tienes que irte! ―alzó la voz, sonaba desesperada y contradictoria ―. Su magia está en mi, y no se por cuanto tiempo pueda mantenerme consiente, debes irte ―aseguró entre sollozos ―. Debes alejar a las niñas lo más que puedan de aquí ―desvió la mirada mientras sus manos aprisionaban la chaqueta del híbrido con fuerza ―. Esto fue un error, nunca debí volver. ―murmuró.

Y en ese momento lo vio, en los ojos cristalizados de la joven Alfa, y lo destrozada que se encontraba. Estaba exhausta. Y se culpaba de todo lo ocurrido, pues en ese momento, ella se condenaba y buscaba quien fuese el ejecutor de aquella disposición.

La miró fijamente ―. Solo porque hayas hecho una cosa terrible, no significa que seas una mala persona ―expuso Niklaus luego de un finito silencio. Un jadeo tembloroso escuchó por parte de Alexandra antes de que le tomase el rostro con suavidad. Ella cerró los ojos ante el tacto ―. Las personas hacen cosas malas en orden para sobrevivir, y todo lo que has hecho, es para la sobrevivencia de nuestra familia ―acercó su frente a la de ella mientras cerraba los ojos ―. Y sacrificarse por los que amamos es algo que hacemos sin pensar.

Y en ese momento, la sorpresa no cupo en Alexandra. Abrió los ojos de golpe para cuando separó su frente de la de Niklaus, en sus ojos lo vio, él lo sabía.

Sabía lo que haría.

―Yo-yo iba a decírtelo ―esquivó la mirada de Niklaus. El temblor se apoderó de ella, estaba abrumada. Él suspiró, como Elijah le había dicho, debía ser paciente y estar tranquilo o la pondría al borde del abismo ―. No podía permitirlo, Nik ―murmuró ―. No dejaría que tuviera a las niñas, ni por un segundo dudaría en sacrificarme por ellas.

Él asintió.

La sentencia del Hollow era clara, y para la pésima suerte de todos, no era algo de lo que pudiesen escapar. El Hollow le había establecido a Alexandra que se rindiese ante ella, le ofreciera ser su recipiente y así no tomaría a Hope, pues era la segunda persona conocida que había obtenido la «Escencia». Y siendo parte del poder de la misma Inadu, la hacia el perfecto recipiente, ahí obtendría una vez más su poder.

Inadu quería a los compendios de la naturaleza, y para ese momento, lo había obtenido.

Hope Mikaelson estaba bajo el poder del Hollow.

Sin embargo, al ver el estado de la mujer frente a él, decírselo sería condenarla. Alexandra había pasado por las suficientes situaciones como para agregar más culpa a la que ya se había adjudicado. Pero a pesar de que él quería evitar abrumarla más, no había manera de retrasar lo inevitable.

Ella se enteraría tarde o temprano.

―Lo sé, amor ―le aseguró con voz tranquilizadora. Y para Alexandra, aquello fue su calma después de la tormenta. Cerró los ojos cuando él la acercó hasta él y la estrechó en su pecho ―. Pero no puedo permitir que Morgan crezca sin su madre, sabes lo que la ausencia de una madre puede hacerle a un niño ―expuso Klaus mientras la abrazaba. Alexandra frunció el entrecejo mientras se separaba ―. Tenemos un plan para derrotar finalmente al Hollow-

―¡Si, el libro! ―exclamó mientras se alejaba de él, y buscar el infame libro a sus alrededores ―. Cuando estuvo dentro de mi, Inadu podía ver mis recuerdos y pensamientos, pero sucedía lo mismo al revés ―explicó mientras volteaba las cosas en la cama y revisaba las superficies de las mesas. Luego imaginó que ellos ya lo tendrían ―. Por eso fui a recuperarlo, sabía que el libro estaba infundado con la suficiente magia como para encerrarlo, después de todo, su propia magia lo había creado.

―Lo sabemos, y lo- ―se detuvo ―. Lo intentamos, amor.

Alexandra se pasmó en su lugar.

Intentar.

―¿Qué quieres decir con eso? ―interrogó con el ceño fruncido. Pero por el rostro de Niklaus sabía a lo que se refería con ello. Pronto su mirada quedó clavada en el piso, y el peor de los casos llegó a su mente. Alzó la mirada para toparse con la de él  ―. Oh por dios, no me digas...

Pero el híbrido no tuvo que articular palabras, su rostro era la descripción de lo que pasaba.

Alexandra cerró los ojos y se tumbó a la orilla de la cama, sus piernas habían cedido.

Se cubrió el rostro con las manos.

El Hollow tenía a Hope.

―Ese libro era la manera de encerrarla, pero no la única ―habló con un nudo en la garganta luego de un finito silencio ―. Hay otra manera ―aseguró convencida de su decisión. Ya no tenían ventaja sobre Inadu, por lo cual, debían acudir a aquellos que la deseaban en la misma cantidad que ella los aborrecía. Se colocó de pie ―. Deben consagrarme.

Niklaus se quedó fijo en su lugar, la confusión y el horror se anteponían entre sí. Morir nunca fue una opción. O por lo menos, no una opción aprobada por Niklaus. Él no la dejaría que se sacrificara por el bien mayor, pero la disyuntiva era diferente cuando ese bien mayor significaba salvar a su propia hija.

Alexandra preferiría morir antes de dejar que la seguridad de la niña que velaba y cuidaba como si fuera suya propia se viese comprometida.

Ella moriría, sí.

Si eso significaba la salvación de todos los que ella quería. 

―Por supuesto que no ―negó sin siquiera dudarlo ―. No morirás y le darás poder a los mismos seres olvidados contra los que has peleado durante toda tu vida. No lo permitiré.

Alexandra simplemente le miró. ―Nik ―pronunció en forma suave cuando vio lo ofuscado que se encontraba ante aquella resolución. Se acercó a él y le tomó las manos ―. Una vez prometí que si la seguridad de Hope se vería comprometida, desataría un infierno sobre los Ancestros ―confesó ―. Y esa promesa sigue en pie aún después de casi siete años, no importa de quien o que se trate, me sacrificaré por ella y por mi hija sin pensarlo.

―Se que lo harías.

La tercera voz que se había sumado a la conversación los obligó a ver en dirección a la puerta del dormitorio; Hayley se había adentrado con cierta dubitación, pues había presenciado el estado de su hermana cuando fue traída del Bayou, las venas negras y el claro estado de drenación eran las indicaciones de que el Hollow en realidad quería aquel poder con tanto fervor. Y no descansaría hasta obtenerlo.

―Y es por eso que no puedo permitirte eso, aunque signifique salvar a Hope ―expuso cuando se terminó de adentrar a la habitación. Desde su percepción, su hermana se veía como una pequeña niña asustadiza. Pues al oírla hablar, había saltado en su lugar y luego, cuando comenzó a aproximarse, se alejó lo más posible ―. No cuando hemos encontrado otra solución. ―le dio una mirada a Klaus para luego volverla sobre la joven Alfa.

―Hayley, lo lamento tanto, es mi culpa-

Sin embargo, no le dejo proseguir, pues la híbrida se acercó a ella sin pensarlo para luego estrecharla en brazos. Había querido hacer eso desde el minuto en que había entrado, desde la madrugada cuando la había traído. Cerró los ojos mientras hundía su rostro en el cuello de su hermana.

Alexandra tenía los brazos a los costados, para cuando con detenimiento, rodeó a Hayley con ellos. Cuando sus ojos cerró, una lágrima descendió. ―Realmente lo siento, nunca quise que nada de esto pasara.

―Hey, hey ―se separó ―. No quiero que pienses, ni por un segundo, que es tu culpa ―le miraba fijamente ―. Esto es el Hollow... ―suspiró. Sus emociones estaban al borde, estaba destrozada, pero ver a Alexandra nuevamente le traía quietud. Sin embargo, al ver las venas oscuras marcando su rostro no pudo dejar de pensar en su hija.

―Y haremos lo necesario para detenerla.

Alexandra frunció el entrecejo cuando alternó la mirada con ambos. ―¿De qué hablan?

―Vincent e Ysabelle encontraron la solución ―expuso Hayley luego de darle una mirada a Niklaus, y aclarar su garganta ―. Así como en su momento, la tribu separó los siete huesos en siete clanes. Aplicaremos algo similar... ―suspiró ―. Separaremos la esencia del Hollow en cuatro cuerpos inmortales relacionados a la sangre de Hope.

―Cuatro vampiros inmortales ―corrigió Alexandra comprendiendo la situación. Luego miró a Niklaus con horror y confusión, por supuesto que entendía el plan, pero era espantoso siquiera llegar a considerar algo así. Pero de nuevo, era su única opción ―. Quiere decir...

La única opción válida.

―En orden para remover al Hollow de Hope, introducirán parte de ella en cada uno de nosotros ―levantó la mirada del suelo. Lo siguiente a decir no era nada sencillo para nadie. Se acercó y le tomó las manos ―. Y bajo esa misma primicia, para evitar que se apodere de Hope, de ti e incluso de Morgan, no podremos volver a vernos, jamás.




━━━━━━━━




Nuevamente, la iglesia de St. Anne se había convertido en el foco de atención en la ciudad. En ella se habían congregado todos los Seguidores del Hollow, para rendirle homenaje a su líder, mediante la presentación de ofrendas. Niklaus tuvo que morderse la lengua para evitar interrumpir la reunión y rescatar a su hija; pero aún así, contra sus propios instintos, tuvo que abstenerse.

Le revolvía el estómago volver a estar allí. Tenía la sensación de cada vez que pasaba algo, siempre debían recurrir a ese lugar. Detestaba su presencia; no podía asociarla a más que malos recuerdos. Elijah a su lado, le apretó el hombro suavemente.

―Tranquilízate, Niklaus ―pidió ―. Estamos aquí y no dejaremos que nada le suceda. ―Freya les había otorgado amuletos a todos para camuflar sus presencias, de modo que podía contemplarlo todo sin ser descubiertos.

―Lo estoy intentando lo mejor que puedo. ― farfulló, alejándose del palco. Aun seguían llegando Seguidores, y todos presentaban su lealtad ante el Hollow, y luego dejaban una ofrenda. Lo que más la enfermaba de la situación era que Dominic, un brujo que se negaba a morir, era quién se mantenía junto al cuerpo poseído de Hope, sirviendo de lacayo principal. Sólo era cuestión de esperar a que Marcel ingresase por esas puertas a presentar su lealtad al Hollow para que pudieran intervenir... aunque sentía que ese momento no llegaría nunca.

―¿Sabes algo? ―preguntó Elijah, alejándose también del palco.

―¿Algo de qué?

―A dónde irán, cómo harán. 

Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que apenas sí había tenido tiempo de procesarlo todo. Abrumado era una palabra que le quedaba corta. Todavía le costaba hacerse a la idea de que tendría que irse y alejarse de su familia, y por la expresión en el rostro de Alexandra, a ella también le costaría.

―No... no lo sé ―confesó ―. Supongo que aún intentan hacerse a la idea de lo que ocurrirá ésta noche ―Elijah simplemente asintió concordando. Nadie aún se hacia a la idea que aquello realmente ocurriría ―. Ahí viene. ―Klaus se alejó de su hermano para ubicarse en su posición mientras que Elijah quedó en el palco en un lugar que le evitaba ser visto desde abajo. Los espacios hexagonales de la pared le permitían un panorama reducido de la congregación.

―Vaya fiesta han montado aquí. ―dijo la voz de Marcel; a su lado iba Alexandra y ambos se dirigían al altar abriéndose paso entre los Seguidores.

―Marcel Gerard ―dijo Dominic mientras se sorprendía y deleitaba de ver al Alfa a un costado de él ―. En compañía de la reina de la Ciudad Crescent, Alexandra Labonair ―en el aire se sentía la magia, y era casi imposible respirar allí, por lo que sus amuletos se camuflaban a la perfección. Aunque de igual forma, no le sorprendió cuando Marcel y Alexandra quedaron atrapados en una burbuja invisible que les interrumpía el paso ―. Bueno, tengo la certeza de que han venido a arrodillarse ante el poder del Hollow.

―De hecho ―replicó Alexandra ―. Hemos venido a hacer una tregua. Y desde mi punto de vista, ambos tenemos el mismo enemigo: los Mikaelson ―señaló mientras se detenía unos pasos más adelante de Marcel ―. Inadu y yo hemos conversado, la idea de convivir en paz existe, mientras nos ayuden a deshacernos de ellos, claro está.

Dominic tenía una sonrisa socarrona y ladeada.

―Diplomacia ―dijo Inadu ―. Una sabia decisión. ―finalizó con una sonrisa grata. Dominic giró su cabeza hacia al Hollow, quién sutilmente dio su aprobación y entonces Dominic deshizo la barrera invisible, permitiendo que tanto Marcel como Alexandra pudiesen aproximarse hasta colocarse frente a ella.

―Finalmente has aceptado tu destino, Alexandría ―suspiró con emoción para cuando se aproximo hasta las escalinatas ―. Quiero que la reina se arrodille ante mí. ―demandó. Alexandra sintió una fuerte punzada en el pecho; desde su nacimiento, había añorado con poder oírla hablar y aún no era capaz de asociar su voz con el ser que ahora habitaba en su cuerpo. Manteniéndose junto al plan, Alexandra y Marcel se arrodillaron bajo la atenta mirada de todos.

―¡Observen, Aquelarres de Nueva Orleans! ―exclamó Dominic alzando ambas manos dirigiéndose a la multitud ―. Incluso el gran Marcel Gerard es nada ante la presencia del Hollow ―los miraba con una sonrisa de satisfacción ―¡El Hollow finalmente obtendrá su recipiente, y nada podrá detenernos!

Lo que ocurrió luego pasó tan rápido, que ni siquiera Dominic pudo percibir lo que ocurría. Cuando el plan fue ideado, todos habían contemplado que, siendo presa de su propio egocentrismo, el Hollow le exigiría a ambos líderes de las Facciones que se arrodillasen, por lo que eso ya era un punto a favor. Estando a su altura, Alexandra abrió una de sus manos y sopló un polvo directamente al rostro de Hope. Para cuando Dominic descubrió que el Hollow había sido adormecida cayendo en los brazos de Marcel, ya era tarde porque Marcel lo había apuñalado directamente en el corazón, matándolo; nueva y definitivamente. Aprovechando las distracciones, Marcel y Alexandra huyeron del lugar.

―¡Escuchen, escuchen, Acólitos y Seguidores del maldito Hollow! ―proclamó Klaus, siendo su turno de cumplir su parte del plan ―. Ahora que su líder ha sido sometida, todo el poder que les ha prometido ha sido revocado, dejándolos indefensos ante éste abrupto final ―en una de sus manos cargaba una gran bola de nieve, que no era más que parte de la colección de objetos oscuros de Camille ―. Y con esto, me aseguraré de que ninguno pueda abandonar el lugar. ―Klaus dejó caer la bola de cristal al suelo y tan pronto se hizo añicos, la congregación de brujos y brujas quedó atrapados en una espacio reducido con sus poderes anulados. Las voces y los empujones comenzaron a resonar mientras intentaban salir.

Elijah en una mano cargaba una botella con líquido inflable y un pañuelo empapado en alcohol que sobresalía desde la boquilla servía como mecha. ―Y es una situación conveniente ― interrumpió Elijah, observando el acoplamiento de brujos que se sucedía debajo. Algunos le miraron ―. Particularmente, cuando uno considera la composición arquitectónica de éste lugar. Y más sabiendo que, con muy poco esfuerzo, ―en uno de los postes ubicados en las paredes habían velas encendidas que ayudaron a que la mecha pronto se encendiera ―se puede convertir éste lugar en un infierno.

La botella se deslizó fuera de sus dedos y observó su trayecto hasta que finalmente tocó el suelo. Las llamas se expandieron con rapidez, atrapando a los seguidores del Hollow, que comenzaron a quemarse vivos. Una parte de Niklaus, se sintió completamente liberada, al ver que pronto el fuego se expandiría hacia los alrededores y consumiría la iglesia por completo hasta dejarla convertida en cenizas. Y allí morirían gran parte de sus recuerdos, enterrándose bajo una pila de escombros. 




━━━━━━━━




Era extraño pensar que, dado que los Mikaelson se habían reunido en el centro del recinto en el que debían ser separados y nunca volver a verse, físicamente. Habían cosas como cartas, llamadas telefónicas, FaceTime, pero no era lo mismo que luchar y despertarse uno al lado del otro como se había hecho durante siglos. Alexandra odiaba la idea de la ausencia de la familia que la había transformado, que había estado con ella durante momentos que pensó que viviría sola, que la ayudó a encontrar un hogar y reconectar con aquella familia que se le había arrebatado cuando bebé. Aquella familia que habían luchado por reunir durante los pasados cinco años, ahora tenían que despedirse, la vida no dejaba de ser cruel e injusta. Sin embargo, sabía que era necesario hacer sacrificios, especialmente cuando se trataba de Hope y Morgan, a quienes sabía que le resultaría difícil lidiar con la perdida de la familia que añoraron tanto.

Se encontraba dentro del cuadrado que Vincent, Freya e Ysabelle habían hecho para extraer al Hollow de Hope mientras que al mismo tiempo tomaban la impresión que Inadu había dejado en el recipiente que había preparado para utilizar, la misma Alexandra. Hayley sostenía a Hope entre sus brazos mientras que Alexandra le sostenía la mano que estaba sujeta por los grilletes anti magia para así inhibir al Hollow que hiciera uso de cualquier poder.

Con los pasos que se acercaban alejó la mirada de una Hope durmiente debido a los efectos del polvo paralizador, para enfocarla en los hermanos que se habían unido para asegurarse de que Hope y Alexandra se salvaran.

―Aquí vamos... ―murmuró suspirando Vincent. Había pasado la mayor parte del día dando vida al hechizo, dibujando un diagrama con líneas de ceniza y en el que tenía un punto central donde Hayley y Alexandra descansaban con Hope en brazos ―. Kol ―llamó señalando hacia el Original, quien se acercó con su hermano y hermana a su lado ―. Si, ahí mismo ―hizo un gesto ―. Uh, Rebekah ―su atención se desplazó hacia la vampiresa ―. Perfecto, justo ahí.

Las cejas de Rebekah se arquearon cuando vio a Marcel adentrarse al recinto. ―¿Qué demonios está haciendo aquí? ―inquirió ―¿Vienes a regodearte?

La cabeza de Marcel se sacudió.

―No, vine para asegurarme de que esto funcione.

Vincent suspiró. ―Elijah, te necesito justo ahí arriba ―dijo mientras señalaba hacia el punto que estaba marcado para uno de cada cuatro ―. Y estamos listos ―los hermanos se miraron entre sí, finalmente había llegado el momento, aquello debía ser una ironía ―. Solo quiero decir que lo que ustedes están haciendo aquí hoy contribuirá en gran medida a arreglar las cosas en esta ciudad ―miró a la pequeña en brazos de su madre ―. El Hollow me quitó todo. No inspiró nada más que sufrimiento y tormento. Ha arruinado familias, se ha ido tras niños pequeños ―alternó la mirada con los hermanos Mikaelson ―. Y sin embargo aquí y ahora, a pesar de todas nuestras diferencias, y hay muchas... gracias ―su gratitud había provocado una sonrisa que no se esperaba de aquellos que estaban ahí para sacrificar su voto ―. Freya.

La bruja Mikaelson se había acercado a Vincent, quien le tendió la mano para que ella la agarrara, ya que sabía que necesitaba su ayuda con la magia. Rebekah dejó escapar un profundo suspiro, en realidad aquello ocurriría. ―Los Terribles Mikaelson derrotando heroicamente a un espantoso mal. Tal vez esto finalmente nos gane nuestra redención.

―¿En realidad, creemos eso? ―inquirió Niklaus.

―Ni por un segundo ―aceptó Elijah. Sus ojos se fueron hacia Hayley, una sonrisa débil apareció ―. Pero es un sentimiento maravilloso.

Los ojos de Niklaus y Alexandra conectaron cuando este le dio una sonrisa suave en respuesta. ―Alexandra ―llamó para cuando el agarre entre los brujos se hizo más fuerte ―. Cuando te diga quiero que le quites las esposas ―indicó. La joven asintió para cuando volvió sus ojos sobre Hope ―. Hayley, sostén con fuerza a Hope. No la dejes ir ―miró a los hermanos Mikaelson ―. Todos los demás, cuando termine este hechizo, deben alejarse el uno del otro, y deben mantenerse alejado de las niñas y Alexandra.

Kol asintió comprendiendo las reglas, miró a Davina por un segundo, para luego darle una sonrisa tranquilizadora. Rebekah miró a sus hermanos de forma nostálgica. ―Siempre y para siempre. Tuvimos una buena racha.

Elijah le replicó débilmente. ―Así fue.

Vincent tomó una fuerte bocanada de aire antes de que los canticos de los hechizo pasaran por sus labios.

Diviser... diviser ak konkeri. ―desde el comienzo del hechizo las luces que los rodeaban habían parpadeado, y a través de canticos continuos, el viento se había levantado, bloqueando el cabello de Alexandra en su rostro mientras que las hojas que cubrían el suelo del complejo habían sido removidas, empujadas a través de ese viento ―¡Hazlo, ahora! ―gritó. Los ojos de Alexandra se movieron hacia Vincent, quien le indicó que le quitara los grilletes a Hope. La joven siguió las instrucciones rápidamente, lo que permitió que los grilletes se soltaran de las muñecas de la niña, lo que provocó que una bola de luz se elevara en el aire, emergiendo de su pecho, mientras Hayley abrazaba con fuerza a la pequeña. Ambas hermanas miraban a la bola azul, pronto, una luz también abandonó el pecho de la joven Alfa para unirse a la más grande, las venas negras comenzaron a desaparecer de su tez visible.

La luz sobre ellas pronto se dividió en cuatro luego de un grito ahogado por parte de Alexandra, atacando a Elijah, Kol, Rebekah y Niklaus en su pecho, y forzando a la magia en sus cuerpos para habitarla.

Rebekah hizo una mueca con los susurros que parecían ser el efecto secundario del Hollow mientras todos se paraban cerca. ―Puedo oírlo... ―la vampiresa fue la primera en hablar mientras observaba sus manos, se sentía extraño ―. Susurros.

―Esta bien ―se apresuró a hablar Vincent ―. Ustedes tienen que irse. ―señaló. Pronto observó que ninguno se movía, y fue así como su voz se alzó ―¡Ahora!

Uno a uno, cada hermano desapareció, sin embargo, Niklaus y Elijah no lo hicieron, el segundo a la espera de reacción de su hermano. No obstante, los susurros aumentaban en cantidad por lo que tuvo que hacerlo, le dio una ultima mirada a Hayley antes de abandonar el complejo a velocidad vampírica. Con sus hermanos idos, Klaus quedó a la espera de que su hija mayor reaccionara, sin embargo, eso había hecho a Marcel avanzar.

―Espera, solo necesito saber que está bien. ―se apresuró en defender sus razones de su movimiento congelado, pues en ese momento, su corazón pendía de un hilo. Alternó la mirada entre Alexandra y Hope, la bruja Labonair sostenía la mano de la pequeña.

―Klaus, te prometo que estará bien si te vas. ―Vincent lo intentó tranquilizar. Pero Niklaus no se iría hasta no verlo con sus propios ojos.

Cuando los ojos de Hope se abrieron, Niklaus se llenó de alivio al igual que las hermanas Labonair. Hayley le dejó un casto beso en el centro de su cabellera a Hope. ―¿Mamá?

―Estás bien, cariño ―tranquilizó la híbrida entre sus brazos a la pequeña ―. Estas bien.

―Alexandra...

La atención de Hope se desvió de su madre y tía hacia su padre, quien no se apresuró en hablarle, eso provocó su confusión. ―¿Papá? ―interrogó mientras miraba a su padre y frunció el ceño por la distancia que había mantenido entre ellos ―¿Papi, qué está ocurriendo? ―por la expresión instalada en el rostro de Niklaus, la pequeña sabía que algo no estaba bien.

―Hope... ―en un suspiro le sonrió, sus ojos estaban cristalizados mientras grababa el rostro de su hija mayor ―. Hope, no lo olvides. Siempre las amaré ―se relamió ―. Aférrense a eso, ¿de acuerdo?

Alexandra quedó sin aliento para cuando observó como el híbrido se marchó, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos, lo cual provocó el llanto y la desesperación de Hope. ―¡Papá! ―gritó desgarradamente mientras se abalanzaba sobre su tía la cual le impedía salir del recuadro ―¡Papi!




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Las luces del atardecer bañaban la derruida estructura de la Plantación. El sol se escondía detrás de las copas de los árboles y pronto la noche cubriría el cielo; no quedaba mucho tiempo para que él abandonase la ciudad. Y de todos los lugares, nunca se imaginó estar gastando sus últimos instante allí. Klaus observaba la casa, que alguna vez los albergó y estaba seguro de que si esas paredes pudieran hablar contarían miles de anécdotas. El frío otoñal le daba otra perspectiva a la añoranza. Cerró los ojos inspirando el aroma a tierra húmeda y pasto; se sentía tranquilo, en paz. Había logrado hacer las paces con todos los que significaban mucho para él. Aunque había algo que aún lo inquietaba. Y aguardaba de pie en aquel lugar, a la espera de noticias. Y estaba seguro que hasta no tenerlas, no se movería. Por supuesto, marcharse nunca había sido su opción. Él había soñado por años como sería su vida, llena de aquellos planes que había ideado y de tantos sueños que ahora simplemente habían tenido que ser aplazados. Miraba con amargura los restos de la Plantación, sabiendo que una vez había tenido planes de reconstruirla y otorgarles a su familia un lugar al que pudiesen llamar hogar. Y ahora... sólo eran un montón de escombros pudriéndose entre la vegetación.

―Es aquí dónde todo comenzó ―una voz a sus espaldas lo hizo volverse sobre sus talones ― . Aquí fue donde nos vimos por primera vez ―se detuvo pensando para luego hacer una mueca ―. Bueno, por lo menos para uno de nosotros lo era.

Parada a pocos metros, la voz se materializó en unos ojos jades. ―Parece sólo ayer cuando la idea de ser padre me resultaba completamente imposible, y aún así, aquí estamos. ―su sonrisa se amplió, mientras se llevaba ambas manos a los bolsillos al tiempo que se acercaba.

―Las niñas están bien, algo confundidas con todo lo que ocurrió ―dijo finalmente, siendo lo que Klaus había querido escuchar desde que abandonó el complejo ―. No paraban de preguntar por ti, por todos y no sabía como explicarles lo que sucedió. Intenté hacerlo con palabras sencillas ―murmuró, bajando la vista, mientras dejaba escapar un suspiro de derrota ―, pero creo que aun son demasiado pequeñas para entender lo que realmente significa éste sacrificio ―Klaus extendió un brazo hacia ella, rodeándola y llevándola hacia su pecho. Para luego besarle la sien ―. Esto es injusto, siempre eres tú quien se termina sacrificando. ― farfulló ella, cerrando los ojos.

―No digas eso, amor ―replicó con tranquilidad mientras aspiraba cada aspecto de su aroma ―. Además, esta vez estoy tomando una jugada de tu libro ―murmuró contra su cabello. Ella sonrió sin gracia mientras retenía las lágrimas ―. Y me voy tranquilo porque sé que Hayley y tú estarán cuidando de ellas. Y sé que les darás la vida que siempre desee que tuvieran. ―Alexandra acarició el anillo que pendía alrededor de su cuello, asintiendo.

Debía ser fuerte, por él.

―¿Haz logrado despedirte de todos?

―Intenté no hacerlo ―respondió ―. Quiero irme lo más holgadamente posible. ―pero ninguno de los dos estaba seguro de la veracidad de aquella confesión; Klaus jamás se iría sin despedirse de sus hermanos ―¿A dónde irán? ―Alexandra se encogió de hombros, aferrándose a él; ya no sollozaba, pero buscaba tenerlo cerca.

―Aún estamos decidiendo; probablemente regresemos al Bayou y con el correr de los días veamos que opciones tenemos. ―dijo luego de un suspiro ―¿Y tú?

―Oh... bueno, ya sabes, no pertenezco a ningún lugar. Lo más probable es que me mantenga en movimiento.

―No olvides tú promesa ―sonrió ella con ojos llorosos, mientras pasaba sus brazos alrededor de su cuello. Klaus alzó una mano y la que estaba libre la posicionó sobre su pecho sintiendo el anillo, aquel que había entregado hacia cinco años atrás. La noche en que él salvo a su familia. La piedra lapislázuli que lo adornaba era especial, pues una de las cosas favoritas de Alexandra, era el color de los ojos de Niklaus ―. Estaré a la espera.

Se miraron a los ojos por unos instantes; Niklaus se encontró cortó de palabras, perdiéndose en aquellos ojos jades en los cuales había decidido sumergirse de por vida. Sus dedos recorrieron la línea de su mandíbula y la besó, completando el beso que ella le había iniciado antes. Podía sentir un leve temblor en su piel, y sonrió para sí mismo cuando lo soltó. Volvió a mirarla, sonriéndole y ambos rieron por un breve instante. Preferían despedirse de esa forma, y que quedase ese recuerdo intacto en sus memorias.

―No sé... no sé como decir adiós. ―aceptó con voz temblorosa. Sus ojos se cristalizaron.

«―Parece que nuestro siempre, esta destinado a solo durar hasta este momento, amor», fue su pensamiento.

―Entonces, esto no es una despedida ―determinó Klaus. Sus labios volvieron a posicionase firmemente contra los de ella mientras sus manos gentilmente la sostenían contra su cuerpo. Ella le devolvió el beso, tentativa pero curiosa. Cuando ella se echó hacia atrás, apoyó su cabeza contra su pecho, y él pudo sentir su corazón acelerado ―. Mantente a salvo, ¿sí?

―Lo prometo ―respondió Alexandra a lo que Klaus la abrazó mientras descansaba su mentón encima de su coronilla. Aspiró el aroma que desprendía de su cabello, realmente algunas cosas jamás cambiarían ―. Tú también. ―se miraron una última vez, y ambos supieron que era hora de que cada uno tomase su camino. Aunque ninguno parecía querer separarse, debían hacerlo.

―Ya es hora. ―anunció Klaus bajando el tono de voz, hablándole casi como lo haría si enfrente a él tuviese a Hope o a Morgan. Alexandra asintió lentamente. Aunque antes de que cada uno se marchase, sellaron aquella despedida con un último beso, cargado de sentimientos, de palabras y silencios.

Sin embargo, para cuando Alexandra sintió una brisa golpear con suavidad su rostro, se halló sola frente a los restos de la desolada casa de la Plantación. Ciertamente en aquel momento veían solamente eso, destrucción y cenizas, pero con una aclamación que le ofreció alivio en su desolación: la brillante esperanza. Pues la esperanza conducía al anhelo, a la espera, y mientras más brillante era más alejado de la oscuridad te encontrabas. Alexandra Labonair estaba rodeada de oscuridad, sí, pero su esperanza era brillante, y mientras eso fuera así, siempre habría otra historia que relatar.


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FIN DE CURSED BLOOD
CONTINUA EN HUNTED BLOOD

ะŸั€ะพะดะพะปะถะธั‚ัŒ ั‡ั‚ะตะฝะธะต

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