¿Sabes? Me gusta tenerte como amigo, Kyle.
-Kate.
Ah...
-Kyle.
Digo, puedo hablar contigo y tú puedes hablar conmigo. Nos entendemos, ¿cierto?
-Kate.
Sí, así es.
-Kyle.
Y nos reímos juntos. Eso es lindo.
-Kate.
Sí.
-Kyle.
Y a pesar de que a veces discutimos, sé que puedo contar contigo.
Tú sabes que cuentas conmigo, ¿verdad?
-Kate.
Lo sé, Kate.
-Kyle.
Y me gusta eso, ¿sabes? Te extrañaría mucho si las cosas fuesen de otra forma.
-Kate.
Te escribo esto porque probablemente la pena no me lo permita decírtelo en la cara, pero eres la única persona que me hace sentir segura, Kyle. Y creo que nunca antes me he tomado el tiempo necesario para darte las gracias. Y lo veo necesario. Así que gracias, Kyle.
Aprecio mucho tu amistad.
-Kate.
Kate.
-Kyle.
¿Qué?
-Kate.
¿No te gustaría que fuese de otra manera?
-Kyle.
¿A qué te refieres?
-Kate.
¿En serio no te gustaría que nada cambiara?
-Kyle.
Yo solo sé que no quiero perderte, Kyle.
-Kate.
Yo tampoco quiero perderte.
-Kyle.
¿Kate?
-Kyle.
¿Sí?
-Kate.
También quiero agradecerte. Por tu amistad, tu paciencia, por a veces acceder a pasarme las respuestas y bueno, por todo, básicamente.
He aprendido mucho de ti (y no hablo precisamente de matemáticas).
-Kyle.
Te quiero.
-Kyle.