Florecer | KOOKMIN |

By FLORITOPIA

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KOOKMIN | Érase hace una vez un chico que no miraba a los ojos. Que la gente no veía y tampoco escuchaba Éra... More

PREFACIO
PRIMERA PARTE: Narcisos
1. JUNGKOOK
2. JIMIN
3. JUNGKOOK
4. JIMIN
5. JUNGKOOK
6. JIMIN
7. JUNGKOOK
8. JIMIN
9. JIMIN
10. JUNGKOOK
SEGUNDA PARTE: Camelias
11. JIMIN
12. JUNGKOOK
13. JUNGKOOK
15. JUNGKOOK
16. JIMIN
17. JUNGKOOK
18. JIMIN
19. JUNGKOOK
20. JIMIN
TERCERA PARTE: Rosas
21. JIMIN
22. JUNGKOOK
23. JIMIN
24. JUNGKOOK
25. JIMIN
26. JUNGKOOK
27. JIMIN
28. JUNGKOOK
29. JIMIN
30. JUNGKOOK
31. JUNGKOOK
32. JUNGKOOK
EPÍLOGO
NOTA FINAL

14. JIMIN

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By FLORITOPIA

Por varios días, Jimin frotó en una suave nube de duda y esperanza.

Había un sentimiento de calidez que se extendió desde su corazón cubriendo todo su cuerpo. Sin embargo, la voz de su cabeza había comenzado a hablar, recitando todo lo que podría salir mal en su nueva relación amorosa.

Las cosas no cambiaron de inmediato, Jungkook seguía dándole flores, con la nueva adición de una pequeña nota con poemas, Jimin guardaba cada una de ellas en el interior de un cajón de su escritorio para verlas cuando pensaba que se estaba creando escenarios en su cabeza y nada era real. Pero no, las notas siempre estaban ahí, guardadas celosamente para que nadie además de él pudiera verlas.

Jungkook, oh, Jungkook, cada vez que Jimin lo veía llegar su corazón se detenía. Estaba jugando un juego peligroso porque Jimin jamás sería lo que Jungkook necesitaba, pero quería aferrarse a él solo un poco más, quería ser bañado en su amor y tomar todo lo que pudiera.

Ese día después de una larga jornada lo único que quería hacer era dormir en su cama y no despertar hasta la mañana siguiente, había subestimado el trabajar con niños, ellos tenían tanta energía que drenaban todo de Jimin dejándolo súbitamente cansado, se sentía un anciano.

A su estresante trabajo podía agregársele una preocupación más, el idiota de su hermano, algo pasaba con él, Jimin lo sabía. Cuanto más pensaba, reformulaba o consideraba la situación, se volvía más paranoico al respecto. Quería quejarse del mocoso malcriado, golpearlo y maldecirlo, en casos más extremos quería llorar por él, rezar por él.

Jihyun, por supuesto, lo ignoraba apenas dedicándole una mirada, pero sus ojos caídos y sus ojeras le decían que no la estaba pasando bien. No tenía que preocuparse por él, ya no, como Jihyun no quería que hiciera, pero seguía siendo su hermano y se preocupaba, aunque a él no le gustara.

—¿Qué paso contigo? —lo interceptó en la salida agarrándolo del brazo, su hermano tenía el rostro cansado y ojeroso. Jihyun se zafó de su agarre.

—Nada que sea de tu incumbencia —farfulló entre dientes alisándose su espantoso traje.

Jimin trató de tranquilizarse y no maldecir al cielo ante su actitud. Vamos, solo quería entablar una conversación aquí, Jihyun era un idiota.

— Jihyun, solo quiero hablar —se quejó, pero no tuvo ningún resultado en su odioso hermano.

Empezaba a creer que nunca volvería a tener una relación sino amorosa, cordial.

—Yo no quiero hacerlo, déjame en paz —objetó con dureza.

—Eses un bastardo —Jihyun arqueó una ceja sin verse afectado.

—Gracias por decir lo evidente, idiota narcisista.

Jimin respiró hondo, para no golpear a su hermano a mitad del pasillo.

—Solo quiero saber que estás bien —dijo con cansancio.

Los ojos grises de su hermano se encontraron con los suyos, había sospecha, resignación y aún más profundo había dolor, tanto dolor que Jimin sintió ahogarse.

—Oh, es así... —susurró—. Ay Jimin, cuando aprenderás que nunca se trata de lo que dices, es sobre lo que haces, lo que importa aquí. Tengo que irme.

Jimin se quedó parado. No pudo evitar preguntarse si las esperanzas, los sueños y las idea de salvar la vida de Jihyun, palidecían en comparación con la idea de ser libre.

Se despejó el dolor de su hermano, fingió una sonrisa como si no le importara que alguien a quien quería estuviera sufriendo y se echó a caminar. Como de costumbre, cuando salió de sus clases, Jungkook estaba esperando en la acera. Se veía tan bien vestido, todo de negro, con detalles morados y con su cabello castaño revuelto.

Se paró frente a Jungkook, notando que era más alto que el mismo. Jungkook, por un momento, se quedó allí parado pensando en el siguiente paso que daría. Luego, poco a poco y con algo de miedo, abrazó a Jimin, quien rápidamente envolvió sus brazos por la cintura de Jungkook mientras este se refugiaba en su cuello. Jimin aspiró el suave olor característico de Jungkook.

—Hola, Kook —susurró, descansando su cabeza en su pecho. —¿Qué haremos hoy?

—Comeremos un helado —dijo Jungkook, sonriendo.

Caminaron en silencio con las manos entrelazadas, sintiéndose cómodos, porque aunque no decían mucho, el silencio que los envolvía era relajante.

Bajo la atenta mirada de todos los alumnos. Los rumores de que Park Jimin estaba en una relación habían encendido todas las alarmas de todo el cuerpo estudiantil, quienes miraban a la feliz pareja caminar entre los pasillos. Atención que el mismo Jimin amaba, y aunque había muchos que lo veía con asco, trataba de parecer indiferente.

Al menos el más reciente chisme había mitigado las habladurías sobre su situación familiar, cosa que era mucho mejor que estar oyendo a los demás decir y especular sobre él y su familia.

Llegaron a la heladería cercana a la universidad. Jimin rápidamente supo que los lugares que más le gustaban a Jungkook, eran los menos transitados y sin bullicio. Por eso no se sorprendió al ver que era un lugar pequeño pero hogareño.

Se formaron en la fila esperando su turno, hasta que el chico del mostrador los atendió con una pequeña sonrisa.

—Uno de vainilla y el otro de fresa, por favor —pidió recordando que Jungkook le había dicho que amaba el helado de fresa.

El chico les entregó su pedido con rapidez, luego ellos buscaron un sitio donde poder pasar el rato. Se sentaron al fondo del local, en una pequeña mesa solo para dos personas, Jungkook comenzó a juguetear con las manos de Jimin. Le gustaban sus manos, descubrió, tal vez, porque eran más pequeñas que las suyas y con dedos regordetes.

Comieron su helado en silencio, pero no duraría mucho, Jungkook tenía la mirada pérdida, como sucedía siempre que sobre pensada las cosas. Jimin comenzaba a notar esos tenues detalles, no sabía si le asustaba tener toda su atención en Jungkook o si amaba ver aquello que los demás ignoraban.

Finalmente, cuando terminaron su helado, Jungkook lo vio.

—Dami me habló del amor, Pero yo investigué sobre eso, más tarde —dijo.

Jimin sonrió lentamente, le parecía que Jungkook tenía la curiosidad e ingenuidad que todos perdían mientras crecía, él nunca se quedaba con la duda y siempre que algo le resultaba extraño investigaba para no sentirse perdido.

—¿Sí? —preguntó Jimin con interés, porque todo lo que decía Jungkook no lo decía solo por decirlo, algunas de las cosas se perdían en el viento, pero otras calaban hondo—. ¿Qué descubriste?

Jungkook razonó con la cabeza ladeada.

—El amor... es un proceso bioquímico. Cuando una persona se enamora o se siente atraído sexualmente por alguien, el hipotálamo segrega dopamina, es casi como estar drogado. Es complejo y complicado —explicó —. Le dije que Dami me gustabas.

Dami, ¿Algún día sabría quién era ella? Jungkook decía mucho su nombre, pero hasta ahora Jimin no tenía idea sobre su parentesco. A veces le aterraba la profundidad de sus sentimientos, porque si Jungkook quería saber todo sobre Jimin, Jimin quería saber todo sobre Jungkook.

—¿Qué te dijo? —le preguntó con curiosidad.

—Ella dijo que debía tener cuidado, porque haces que mi corazón lata con desenfreno y poco a poco te lo estás llevando. No, literalmente, porque si no moriría Y tú se convertiría en uno traficaste de órganos —murmuró horrorizado—. No entendí mucho de lo que dijo. Pero cuidado con lo que te llevas de aquí —señaló su corazón—. Y cuando lo tengas todo debes cuidarlo.

Jimin tragó con fuerza preguntándose como se sentía estar en el piso, porque ahora se sentía volar.

❃•❃•❃

Jimin vio caminar a Jungkook unos pasos delante de él. Era increíble el sentimiento de perdida que sentía cada vez que lo veía alejarse. Por un lado, Jimin quería alargar la mano y tomarlo con fuerza para obligarlo a quedarse a su lado, pero por el otro él creía que Jungkook merecía algo mejor.

¿Qué pasaba con el chico que sentía que todo le pertenecía? ¿El narcisista que merecía todo lo mejor? Quizás el desprecio de sus padres había terminado por contaminarlo, tal vez la ira de su hermano lo marchito o quizás el muro de fragmentos de ego por fin se había quebrado, Jimin no quería pensar mucho en ello.

Suspiró siguiendo a Jungkook hacia el ascensor. Era bueno que vivieran en el mismo edificio, contradictoriamente, Jimin nunca había estado en el departamento de Jungkook.

Por eso, cuando cruzaron la puerta, Jimin parpadeó,

Adentró, brillaba por lo limpio y acomodado que estaba todo, ni una pizca de polvo o cosas fuera de su lugar. Todo parecía tener un orden. Colores neutros, negros y blancos sin ser llamativo, con pocos muebles y adornos.

Su departamento se aprecia a él.

Era la misma distribución que en su departamento y, sin embargo, se veía mejor. Vio todo, desde las pocas cosas que había en la mesita junto al sofá hasta la cocina con comida para un batallón. Sin embargo, lo que llamó su atención fue una pared, estaba al lado opuesto de donde se encontraba y estaba pintada de un suave color blanco pálido.

Había fotos, distribuidas por toda la pared. Se paró de puntitas para ver todas ellas; en su mayoría eran paisajes y cosas naturales como flores o árboles. Pero entre todas esas fotografías había algunas de él y Jungkook. ¿De él y Jungkook? ¿Qué carajos? ¿Cuándo había tomado esas fotos? Iba a matar a Taehyung.

—Las fotos —susurró con anhelo.

Tomadas de manera fortuita y disfrazada, capturaban el alma de dos personas que se veían con amor. Jimin quiso esconderse.

—Me las regaló Taehyung —confirmó Jungkook. 

Solo su mejor amigo pudo haber tomado esas fotos sin decirle nada y regalarlas. Jimin bufó.

—¿Por qué están aquí? —preguntó, curioso. La pared parecía algo importante para Jungkook y las fotos estaban ahí, pensó por un segundo que así como la pared, Jimin también era importante para Jungkook.

—Me hacen sentir seguro —respondió Jungkook. Jimin trató de ignorar el sonido de su corazón.

Se alejó de la pared antes de que sus piernas fallaran y cayera contra el piso por las palabras de Jungkook ¿Acaso sabía lo que le provocaban a Jimin?

—Tu departamento está muy limpio —trató de formular, pero incluso para Jimin sonó raro.

—¿Sí? —Jimin hizo un gesto afirmativo con la cabeza mientras seguía observando. Ignoró la pared y siguió con todo lo demás, desde la gran colección de libros hasta su juego de colores y acuarelas.

—¿Pintas? —le preguntó tomando entre sus manos una libreta de dibujos, la ojeó ligeramente. Viendo que la mayoría de ellos dibujos era en formato cómic.

—A veces —Jungkook se acercó a Jimin tomando su mano. Lo guio lejos de su mesa de tareas y lo llevó a la ventana.

—¿Te gustan? Yo mismo lo planté —siguió la dirección de su dedo a un pequeño arbolito con dos ramitas a punto de caer.

—Es hermoso —le dijo, pero tomó nota mental de echarle agua cuanto antes.

—Podemos comer, tengo hambre —Jimin fue arrastrado a la cocina tan limpia como todo.

Tal vez, Jungkook estaba obsesionado con la limpieza, solo eso explicaba por qué todo se veía tan perfectamente limpio y organizado, debió ser una tortura ver su departamento.

Jungkook comenzó a moverse a su alrededor buscando que hacer de comer, aunque el calendario en la nevera decía que tocaba arroz y pollo, Jimin rápidamente se acercó a ayudarlo. Cuando todo estuvo listo comieron en silencio.

❃•❃•❃

Casi oscurecía, pero Jungkook seguía en la misma posición, comiendo. Jimin se había adueñado de la televisión después de terminar de comer, repasaba los canales hasta encontrar algo que ver, pero nunca se quedaba en ninguno.

Un rato después, cuando fue incapaz de escuchar a Jungkook. Jimin se levantó, dejando el control remoto en la mesita frente al sofá, luego estiró las manos al cielo, sus huesos crujieron por llevar demasiado tiempo en la misma posición.

Caminó hacia la cocina viendo a Jungkook con la cabeza entre sus manos y a su alrededor un montón de platos de arroz. Jimin abrió los ojos, incrédulo. ¿Cuántos había comido? Por la gran pila de platos no pensaba que fueran pocos.

Se acercó con paso acelerado a Jungkook, jaló suavemente su cabello castaño para que pudiera verlo. Jungkook se enderezó completamente, tenía los ojos brillantes, los labios hinchados y la boca llena aún con comida.

—¿Cuánto has comido? —le preguntó.

—Cinco platos —le susurró. Jimin pasó sus manos por la cara de Jungkook, las yemas de sus dedos acariciaron sus labios rojos. Soltó un suspiro.

—Guau, eso es demasiado. Ve a lavarte y luego podré irme —dijo mientras empezaba a recoger toda la cocina, poniendo los trastes sucios en el lavabo y tirando lo que ya no servía.

Jimin había visto a Jungkook comer más de lo que pesaba, no fue una verdadera sorpresa descubrir que incluso él podía comer más.

—No te vayas —escuchó mientras unas manos se aferraban a su camisa. Jimin se estremeció.

—¿Qué? —preguntó mientras giraba para darle un pequeño beso en los labios.

—Quédate —Jungkook pidió—. Duerme conmigo.

Jimin se quedó quieto, con los ojos bien abiertos, pero se relajó de inmediato. Jungkook no lo dijo con otras intenciones, solo quería compartir una cama con Jimin, nada más. Jimin le sonrió conmovido, despeinó las suaves hebras de su cabello, así se veía tan pequeño. No debía olvidar que era un año menor que él.

—De acuerdo, bebé de diecinueve años. Dormiré contigo —aceptó—. Pero primero, ve a lavarte. Yo alcanzo.

Jungkook no objetó nada y se perdió por el pasillo directo a su habitación. Jimin siguió con su trabajo de limpiar todo. Cuando terminó, revisó el reloj en la pared, era casi la una de la mañana. Demasiado tarde, necesitaba dormir con urgencia.

Apagó la luz de la sala, comprobó que la puerta estuviera cerrada. Corrió las cortinas, sobresaltándose cuando trueno retumbó. Iba a llover.

Luego le echó agua al árbol moribundo y caminó al cuarto de Jungkook. Lo encontró sentado en una esquina su la cama, con su pijama puesta; un simple pantalón gris, una camiseta blanca y unas medias de Iron Man.

Sin embargo, su mirada permanecía distante mientras veía por la ventana, donde los rayos de la tormenta se hacían presentes.

—Está lloviendo, no me gusta cuando llueve —le confesó sin verlo.

—¿Por qué no? —preguntó Jimin.

—Ella se fue mientras llovía —dijo—. Era mi cumpleaños, le gritó a papá y luego me gritó a mí. No entendí por qué estaba tan enojada —los ojos de Jungkook hicieron a Jimin querer tomarlo y dejarlo en la cajita de cristal para que nadie le hiciera daño.

—¿Tu mamá? —Jungkook hizo un gesto afirmativo—. ¿La extrañas? —le preguntó después, Jimin tenía una mamá; sin embargo, ella funcionaba más como un adorno que como una madre. De cierta manera, sabía que era crecer sin amor materno...

—No. Ella era mala persona, no puedo extrañar a alguien así —respondió Jungkook, sin agregar más—. Te daré ropa para dormir. —Jimin no dijo nada del cambio tan abrupto de conversación, esperó paciente que Jungkook le diera la ropa para después encerrarse en el baño.

Se tomó el atrevimiento de darse una ducha rápida. El agua se deslizó por su piel dándole frescura. Unos minutos después salió con una toalla en sus caderas, se secó el pelo con otra y procedió a vestirse con la ropa de Jungkook, que indudablemente era más grande que él. La tela cubría su pequeño cuerpo y el suave aroma del perfume de Jungkook aún se adhería a la tela.

Salió del baño, y se encaminó a la cama. Jungkook ya se había adueñado de su lado, Jimin quedó viendo a la pared. Se cubrió con las mantas. Esperó que algo más sucediera, pero solo sintió a Jungkook rodeándolo con su mano, formando una cucharita. Su rostro fue enterrado en la cobertura de su cuello mientras se estremecía por los truenos y relámpagos que se habían hecho más intensos conforme la noche seguía.

Solo entonces Jimin comprendió que el abandono de su madre le afectaba más de lo que merecía.

—Vas a estar bien, estoy aquí —murmuró en un tono tranquilizador, girándose para quedar frente a frente—. Solo es la lluvia — Jimin vio a Jungkook, tenía un leve puchero, temblaba levemente y eso le hizo pensar que Jungkook necesitaba ser protegido, aunque fuese sorprendentemente inteligente, había cosas muy malas en el mundo que Jungkook no entendía.

Gracias a su inocencia era fácil ser corrompido, si nadie estaba ahí para él. Sintió más que lastima, mucho amor.

Sus grandes ojos cafés rodeados de pestañas lo hacían lucir tierno. Las mejillas estaban sonrojadas, aunque su mirada seguía perdida sin mirar a Jimin. Él nunca lo había mirado a los ojos, pero a Jimin no le importaba, si necesitaba tiempo, se lo daría.

—Eres muy lindo Jimin...—soltó. Las mejillas de Jimin se tornaron rojizas.

—T-tú también eres lindo Kook — murmuró en respuesta, parecía ya no poder escuchar los relámpagos, solo le prestaba atención a Jimin. Él se acercó mucho a él y depositó un pequeño beso en su frente.

—Me siento muy a gusto contigo —confesó.

Bueno, esas palabras cambiaban las cosas. Ninguno de los dos parecía estar conscientes de que se meterían en terreno peligroso. Debía parar, debía de tener toda esa locura. Pero no quería, ¿Eso lo hacía ser una mala persona?

—No soy bueno para ti —murmuró Jimin. Jungkook aún se sostenía de él como si se fuera a romper en cualquier momento.

—Eso dice Seokjin —contestó contra su cuello.

¿Seokjin? Oh...

—Es tu mejor amigo —recordó.

—Lo es.

El ánimo de Jimin decayó, no solo era el quien veía todas las contradicciones de ellos dos como pareja, todos lo hacían y si alguien tan importante como el mejor amigo de Jungkook no lo aceptaba, Jimin no podía esperar nada de nadie.

—Piensa que soy malo para ti.

—Lo hace —estuvo de acuerdo.

Jimin se giró evitando el rostro de Jungkook.

—Deberías hacerle caso —pero Jungkook, lo giró lentamente de nuevo, sonriendo con suavidad.

—Seokjin solo es mi mejor amigo, no tendría por qué importarle quien me guste...

—Jungkook...

—... Me gustas Jimin y si Seokjin no está de acuerdo con eso no es mi problema.

Jimin soltó un suspiro como si pudiera respirar de nuevo con normalidad. Cruzó los brazos sobre la espalda de Jungkook, refugiándose en su pecho. Ambos se durmieron abrazados, Jungkook tenía el brazo por encima de la cintura de Jimin. Él había tomado sus manos entrelazando sus dedos fuertemente por encima de su abdomen. Jungkook también tenía su pierna encima de las de Jimin abrazando su cuerpo totalmente. Aferrándose.

¿Cuánto le dolería a Jungkook cuando Jimin soltara?

ʕ•ᴥ•ʔ

A...

LOS AMOS, JSJSJS. Gracias por leer.

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