SUNFLOWER | Harry Potter

By etrnaldream

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ใ…คโช ๐—ฆ๐—จ๐—ก๐—™๐—Ÿ๐—ข๐—ช๐—˜๐—ฅ. ใ…ค๐’˜๐’Š๐’•๐’‰ ๐’๐’๐’—๐’†, etrnaldream.โœโœ El girasol simboliza el amor y la admiraciรณn, y es... More

โ”€โ”€โ”€โ”€ ๐•ป๐–—๐–”๐–‘๐–”๐–Œ๐–š๐–Š.
Chapter one.
Chapter two.
Chapter three.
Chapter four.
Chapter five.
Chapter seven.
Chapter eight.
Chapter nine.
Chapter ten.
Chapter eleven.
Chapter twelve.
Chapter thirteen.
Chapter fourteen.
Chapter fifteen.
Chapter sixteen.
Chapter seventeen.
Chapter eighteen.
Chapter nineteen.
Chapter twenty.
Chapter twenty-one.
Chapter twenty-two.
Chapter twenty-three.
Chapter twenty-four.
Chapter twenty-five.
Chapter twenty-six.
Chapter twenty-seven.
Chapter twenty-eight.
Chapter twenty-nine.
Chapter thirty.
Chapter thirty-one.
Chapter thirty-two.
Chapter thirty-three.
Chapter thirty-four.
Chapter thirty-five.
Chapter thirty-six.
Chapter thirty-seven.
Chapter thirty-eight.
Chapter thirty-nine.

Chapter six.

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By etrnaldream

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐄𝐈𝐒
───────────────
Primer día a solas.

.

LOLA WINDSOR.

El día martes resultó ser mejor de lo esperado, y podía decir que no se comparaba en nada al lunes.

Las clases fluyeron de manera rápida, algo que para mi era un buen indicio, porque significaba que había entendido todo.

Sin contar algunas distracciones por parte de Albus, quién era mi compañero de sitio en Adivinación.

Pero ya era costumbre recibir sus preguntas confusas cuando no entendía algo.

Y claro, después venía la típica burla de Scorpius a nuestras espaldas y la risa de Némesis.

Sólo una vez nos sacaron a los cuatro del salón por eso, y me habría encantado haberlos lanzado por las escaleras.

—Oye. —escucho la voz de Scorpius— ¿Para dónde vas?

Me giré con la típica sonrisa que enseñaba cada vez que él me hablaba; básicamente porque era el único que me hacía preguntas sin ser algo 'insistente' ni 'pesado'.

Albus muchas veces usaba ese tono conmigo para parecer gracioso, por esa razón casi nunca le contaba sobre los planes que tenía para mi día.

—Voy a la biblioteca.

—¿Otra vez? —Némesis frunció el ceño, cayendo al sillón junto al rubio.

—¿Cómo que otra vez? —le miré con confusión.

Se encogió de hombros. —No lo sé, ayer ya fuimos.

—Ah... sí, fuimos. —hice énfasis en la palabra— Ahora voy sola porque necesito estudiar un poco.

—¿Quieres decir que somos una distracción? —Scorpius ladeó la cabeza.

Rodé los ojos; ya comenzaban a sacar todo de contexto.

Simplemente me acerqué a ambos y dejé un beso en sus cabezas como un gesto de despedida, a lo cuál los dos se quejaron porque sabían que en definitiva no los iba a invitar.

—Vuelvo antes de la cena, lo prometo. Sólo quiero repasar un poco y ya, para tener todo más claro.

—¿No será que ya estás planeando reunirte con alguien?

El tono juguetón me descolocó por completo, y Scorpius se giró a verla con el ceño exageradamente fruncido, sin entender a lo que se refería.

Yo sí sabía, pero Némesis estaba equivocada, jamás he tenido un interés amoroso por alguien.

Quizás sí, cuando era más pequeña y veía a los que en ese tiempo eran más grandes jugar Quidditch.

Ella siempre se burlaba cuando soltaba suspiros de enamorada.

—No estoy planeando reunirme con nadie, Lynn. ¿De dónde sacas esas ideas?

—¿A Lola le gusta alguien? —preguntó el rubio, aún con los ojos en Némesis.

—No. —respondí al instante— No, ya no digan tonterías. Los quiero.

Sin nada más que decir, abandoné la sala común, saludando a un pequeño grupo que venía caminando hasta el lugar.

Decidí irme más rápido que nunca para así evitar que esa conversación se alargara; o sino jamás habría salido de ahí. Scorpius claramente me pediría explicaciones por lo que dijo Némesis.

Me decía que siempre quería ser el primero en enterarse sobre mis intereses amorosos.

Nunca supe por qué ese desespero.

[ . . . ]

Cuando llegué a la biblioteca, de costumbre estaba algo vacía; esto se debía a que apenas comenzaban las clases y ningún profesor dejaba encargos que realizar para la semana.

Pero cuando eso sucedía, sabía que pronto los pasillos estarían ocupados por los demás.

Algo que odiaba demasiado; prefería sitios vacíos donde nada me desconcentrara.

Aunque Albus y Scorpius en alguna oportunidad aparecían con alguna novedad y me tenían escuchando por largos minutos.

Podría ser el chisme más absurdo, pero nunca haría oídos sordos. No era tan cruel con ellos, pero si llegaba un punto donde sólo les pedía que se fueran.

Ya podrán adivinar quién se quejaba de eso.

—Señorita Windsor. —murmuró la mujer en la silla de su escritorio— Buenas tardes.

—Buenas tardes. —saludé con una sonrisa.

—Espero que esta vez no se olvide del toque de queda.

Sus palabras me hicieron sonrojar de la vergüenza, y sólo negué para continuar con el camino al mismo pasillo donde encontré el libro el día anterior.

Ella no lo dijo con malas intenciones; lo hacía para recordarme, ya que una vez me dormí en pleno estudio, y McGonagall con otros profesores tuvieron que venir a sacarme.

Albus Potter como siempre burlándose de eso hasta el año anterior.

A veces lo amaba, pero en otras oportunidades me encantaría hundir su cabeza en el lago.

Fui sin rodeos hasta el lugar donde estuvimos ayer, suspirando cuando no había ningún estudiante. Los que conseguí ver estaban en los otros pasillos leyendo algún libro.

Creo que hasta pude visualizar a uno durmiendo.

Dejé mis pertenencias sobre la mesa, dejando así el último lugar junto a la ventana reservado para mi; a esa hora, la luz del sol podía entrar perfectamente.

Eso me ayudaría a leer y quizás así sepa cuando sea el momento de volver.

Me hice una cola alta con una liga que solía traer en mi muñeca derecha, y estirando mi uniforme, avancé hasta una de las estanterías con libros.

El libro que ya había obtenido ayer me servía de mucho, pero quería ver si existía otro el cuál pudiera reforzar los conceptos.

Muchos trataban sobre Pociones, Adivinación y Herbología.

Pero en ninguno de esos estaba complicada... por ahora, claro.

—No puede ser simplemente el único. —susurré, estirando mi mano cuando me percaté de uno.

Éste bajó con delicadeza, cayendo a mi mano abierta y dejando ver su portada.

Hablaba sobre Defensa en general, pero estaba segura de que hablaría de magia no verbal en algún apartado.

Aún así me quedé buscando uno más, pero un extraño movimiento a mi derecha que causó bastante ruido, llamó mi atención.

Parpadeé en confusión cuando Albus apareció frente a mis ojos tirado en el suelo.

Por sus gestos, pude identificar que el golpe le dolió, pero apenas me vio se puso de pie con una enorme sonrisa.

—¡Lola! —exclamó.

Un "shhh" se escuchó desde el pasillo de al lado.

El chico se encogió en su lugar, murmurando unas disculpas.

—Al, ¿qué haces aquí?

—¿Yo? —se señaló— Vengo a estudiar.

Levanté una ceja, cruzándome de brazos.

—¿Desde cuándo estás interesado en tomar un libro por cuenta propia?

—Lola... siempre lo he estado. ¿Quién me crees?

Reprimí una risa. —Deja de bromear y responde a lo que te pregunté.

Lo vi tragar saliva, y pasó por mi lado mientras subía la mirada a las estanterías, golpeteando su mentón.

Yo sólo me quedé observándolo; me sorprendía que estuviera segurísimo de que iba a creer su excusa.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Yo no sabía que estabas aquí. —no se atrevió a girar— Fue una gran casualidad. ¡Oh, mira! ¿Este libro me servirá para la clase de mi padre?

Vi la portada.

Quise golpearme la frente.

—¿Ahora tu padre da clases de Herbología?

—¿Qué? Mi padre no- —guardó silencio cuando se fijó en el título— Oh.

—Ya Albus, ¿qué necesitas?

Juntó sus manos en la espalda. —Quería venir a verte.

—Entonces sí sabías que estaba aquí.

—Es que tienes un perfume muy fuerte, Lola. Dejaste rastro.

Iba a colapsar.

Odiaba cuando fingía no entender nada, enseñando sólo una sonrisa para lucir inocente.

Y cuando actuaba tan feliz e interesado en algo, sabía que escondía un gran secreto.

—No voy a dejar que te vayas de aquí hasta decirme qué es lo que ocurre. —caminé hasta el él, tomándolo de su manga— ¿Cómo sabías que estaba aquí?

Lo vi cerrar los ojos, tirando la cabeza levemente hacia atrás.

Ese gesto quería decir que lo había pillado. Claro que lo había hecho, ¿quién creía que era?

—Sólo... no te vayas a enojar con él.

—¿Con él? —fruncí el ceño— ¿Quién es 'él'?

Ambos nos sentamos en las sillas, y yo sólo estaba expectante.

—Lola, ¿es necesario hablarlo? —hizo una mueca, rascando su nuca— Podemos dejarlo hasta acá y me voy, así no te interrumpo con tu estudio.

—Tengo aproximadamente tres horas para eso e incluso un poco más, así que habla.

—Pero...

—Albus Severus Potter.

Abrió su boca casi con indignación; era consciente de que cuando lo llamaba por su nombre completo significaba mucho conflicto.

Quise reírme, pero sabía que eso aliviaría tensiones y haría cualquier otra cosa como distracción.

Entonces soltó las palabras necesarias para hacerme enojar:

—Scorpius me dijo que te siguiera.

Y divisé su característica sonrisa al finalizar. ¿Qué rayos?

—¿Disculpa? —jadeé, poniéndome de pie— ¿Que Scorpius te dijo qué?

Sus hombros cayeron en un suspiro. —Me pidió que te tuviera ''vigilada'' en la biblioteca.

—¿Por qué te pidió eso?

—Yo que sé. —respondió— Yo obedezco, mas no hago preguntas.

—Haces preguntas cuando te conviene. —gruñí, caminando por el pasillo— ¿Qué más te dijo?

Asintió ante lo primero que había dicho, como si le hubiera hecho gracia, pero borró su sonrisa cuando se fijó que yo no tenía ánimos para bromas.

—Bueno, le pregunté algunas cosas como el por qué. —comenzó, jugando con sus manos— Me dijo que Némesis sabía la verdadera razón por la que estabas aquí.

—¿Y cuál es esa razón, según él?

—Mmh... que ibas a reunirte con un chico. —me miró— ¿Brad? ¿Tyler?

Tiré mi cabeza hacia atrás junto a una larga respiración, tratando de calmar mis ganas de tomar mis pertenencias e ir nuevamente a la sala común y encararlos.

Primero a Némesis por inventar algo como eso; después a Scorpius por usar a Albus como si fuera un espía.

—¿Y tú por qué le haces caso? —formulé la pregunta gracias a mis pensamientos.

—Me dio diez galeones.

—¿Diez galeones? —repetí— ¿Ahora te vendes?

—¡Lola!

Su grito hizo que otra vez lo hicieran callar, y sólo pudo apretar los labios mientras volvía a sentarse en la silla.

Yo me acerqué mientras lo señalaba con el dedo índice, y ese gesto lo hizo inclinarse para atrás.

Claramente estaba asustado por cómo estaba reaccionando.

Pero si no tuviera cosas que hacer, la situación sería muy distinta.

—Te vas a poner de pie ahora mismo, e irás con Scorpius a dónde quiera que esté. —susurré, disfrutando de cómo tragó saliva— Y le vas a decir que si tanta intriga le causa saber con quién estaré, que no mande a otras personas y venga directamente.

Asintió rápidamente, poniéndose de pie tras tirar la silla hacia atrás.

—Sí, sí, sí. Lo haré. —accedió— ¿Pero qué le digo a Némesis?

—Yo me encargaré de ella después.

Lo único que hizo antes de retirarse, fue agarrar mi rostro para plantar un beso en mi frente, pidiéndome disculpas con un grito que volvió a ser callado por los demás.

Para su suerte, ya se había ido, y ninguno podría atraparlo para un castigo.

Desde ese momento fue máxima paz para mi; silencio absoluto el cuál por fin podría aprovechar para concentrarme y llevarme aunque sea algunas ideas del libro.

Volví a sentarme en la silla, colocando el libro sobre la libreta para abrirlo en la primera página, leyendo el índice de este.

Deslicé mi dedo hasta la mitad de la hoja, encontrando el tema que habíamos visto ayer con el señor Potter.

Página 30.

Fui directamente a ella, sonriendo cuando el primer tema que trataba era cómo ser un buen dominante de la magia no verbal.

Puedo admitir que varias veces la practiqué con ayuda de mi padre en casa, pero mi mente en ese entonces no estaba preparada para tanta concentración.

Me causó más cansancio del que creía, y tuvimos que dejarlo cuando sufrí dos desmayos por exigirme más de la cuenta.

Fue horrible.

—Ya Lola, concéntrate de una maldita vez. —susurré, apoyando los codos sobre la mesa.

A medida que pasaban los minutos, sentí que mis ojos se movían con tanta rapidez, pero llevándose toda la información a mi cabeza para después poder plasmarla en mi libreta.

Pequeñas gotas de tinta quedaron en la esquina de la hoja con cada movimiento que ejecutaba hacia el frasco, pero no me importó.

Sólo lo retiraba con mi pulgar, empeorándolo, claro.

Mantener la mente en blanco... —leí, escribiéndolo rápidamente en la hoja— Claro, como si fuera tan fácil. ¿Cómo se supone que debo hacer eso?

Al momento de alejar la pluma de mi libreta, sentí la presencia de una persona a mi derecha, a unos cuantos metros de distancia.

Pero eso era suficiente como para sentirla, y en cierto punto me incomodaba que no dijera nada.

Hasta que deduje de quién se podía tratar en relación a lo ocurrido minutos atrás.

—Si eres Scorpius, Albus o Némesis, te voy a pedir amablemente que me dejes estudiar en paz y te vayas. —murmuré con cierto enojo.

—¿Y si soy el profesor Potter también?

Mis ojos se cerraron por cuenta propia.

Era la ocasión perfecta para que la tierra me tragara.

Ahora era más que probable que él supiera que tenía problemas con su hijo, y eso significaba que me atacará con preguntas si es que no era chismoso.

—S-señor Potter. —sonreí con nerviosismo, tomando una postura firme— Cuanto lo siento, no sabía que...

—Que no era uno de sus amigos, lo sé. —soltó una risa— No se preocupe, señorita Windsor.

Desvió su mirada a la estantería de su izquierda, alzando la mano para que uno de los libros bajara directo a su mano, específicamente el libro que Albus había tomado.

Lo observé mientras abría éste para leer su índice tal como lo hice yo, y volvió a cerrarlo para colocarlo debajo de su brazo.

—¿Puedo saber qué está haciendo? —preguntó, avanzando a pasos lentos.

Aclaré mi garganta mientras asentía, bajando la vista a la hoja del libro que iba a comenzar a leer antes de su interrupción.

—Estoy- estoy estudiando un poco sobre lo que vimos ayer en su clase.

Entonces su diestra cayó sobre la mesa, notando que ahora la cercanía era claramente notable entre los dos; pero parecía que él no se había percatado de eso.

Sólo se quedó en silencio, con sus ojos moviéndose intercaladamente entre el libro y el cuaderno.

Yo sentía que me quedaba sin aire, el señor Potter siempre conseguía ponerme nerviosa a un nivel casi extremo; era una de las primera veces que lo veía en un rol más serio y firme.

Quizás era por eso.

—Usted está consiguiendo sorprenderme de muchas maneras, señorita Windsor. —por su tono de voz, supe que estaba sonriendo.

—¿De buena o mala manera?

—Buena, por supuesto. —respondió con simpleza— No esperaba ver a una de mis alumnas estudiando al segundo día de clases.

—Es una costumbre que tengo desde pequeña. —apreté los labios.

Se me ocurrió alzar la mirada, conectándola así inmediatamente con la de él, que ahora estaba puesta en mi.

Estaba mucho más alto que yo en esa posición, y yo me sentía indefensa por lucir tan pequeña.

—¿Estudiaba mucho en casa?

Asentí. —Fue lo único que hice estas vacaciones.

—¿Estudiando en vacaciones? Vaya... ojalá mi hijo tuviera esas costumbres.

Sus palabras me hicieron reír, contagiándolo también.

Pero nos callamos a los segundos cuando recordamos en qué lugar estábamos; no queríamos ser regañados por generar ruido sabiendo las reglas que el lugar tiene.

—Señor Potter, aprovechando que está aquí, ¿puedo preguntarle algo?

—Lo que quiera.

Sonreí. —Bien. Estaba leyendo sobre la magia no verbal y uno de los 'requisitos' para poder usarla. ¿Tan difícil es?

Lo escuché suspirar, y tomó la silla que estaba a mi lado para poder sentarse en ella de una forma diferente.

El respaldo quedó en mi dirección, y él se sentó de piernas abiertas mientras apoyaba ambos brazos en esa parte de la silla, dejando de lado el libro de Herbología.

Me pregunté si era para él o el profesor Longbottom.

—Es para el señor Longbottom. —habló, generándome confusión.

—¿Disculpe?

—El libro, no es para mi.

Alcé una ceja. —¿Y cómo sabe que estaba pensando en eso?

—Su mirada intrigada puesta en él. ¿Alguna vez le han dicho que los ojos a veces hablan más que la propia boca?

—Es decir, sí, pero...

No me dejó terminar, y cambió de tema rápidamente. Iba a responder a la primera pregunta que le había hecho.

—La magia no verbal puede sonar muy fácil. Para muchos es simplemente pensar un hechizo y éste automáticamente cumplirá con su objetivo, pero no. —habló, viéndome en todo momento— Los libros como ese hablan de 'despejar tu mente, dejarte llevar...' y sí, pero si no te sientes preparado y estas constantemente pensando en que algo saldrá mal, así será.

—¿Pero cómo puedo convencerme de lo contrario?

—Sólo teniendo confianza en ti y de tus capacidades. —sonrió— Para eso no debes estudiar, no debes leer una cantidad inexacta de libros, porque la concentración es algo que se trabaja con eso, tu cabeza.

Su dedo índice tocó ligeramente mi sien.

Yo me quedé completamente muda escuchándolo aconsejarme.

Me consumía su manera de explicar tan sencilla; sabía que cada palabra tenía detrás un recuerdo, una acción, un suceso que lo marcó hasta día de hoy.

Y quizás por su tono de voz, la falta de pausas en las oraciones y cierta emoción al hablar, pude comprender que su vida tan difícil lo había llevado a esto.

A enseñar para que ninguno de nosotros tuviera que vivir lo que él en alguna etapa de su vida vivió.

—Tardé años en poder ser un 'dominante' de la magia no verbal, y no sé si eso sea porque... —guardó silencio, observándome sin borrar su sonrisa— ¿Señorita Windsor?

—¿Qué? —fruncí el ceño— ¡Ah!

Aclaré mi garganta mientras ponía mi espalda en una posición recta, alejando las manos de mi rostro cuando me percaté de que éstas estaban siendo soporte para mi mentón.

No me había dado cuenta de que sólo estaba escuchándolo atenta, y aunque tratara de recordar las cosas que dijo cuando me desconecté totalmente del mundo, no podía.

Si antes sentí vergüenza, ahora aún más.

—¿Está escuchándome?

—Y-yo... ¡Sí! —metí un mechón de cabello detrás de mi oreja— Por supuesto que sí, señor Potter. Sólo... sólo estaba concentrada.

Él ladeó la cabeza, alzando una ceja.

—¿Sabe? —preguntó— Desde ayer que pude percatarme de que usted es la única alumna que hasta el momento me da esa concentración y respeto, tanto dentro como fuera de clases.

Me encogí de hombros. —Trato de ser respetuosa con todos los profesores.

—¿Ya le había dicho que eso habla muy bien de usted?

—Creo que sí.

Los dos reímos a la vez, generando un ambiente lleno de confianza.

Eso hizo que me olvidara de lo que ocurrió con Albus, pero sabía que después volvería a mi y me llenaría de enojo.

Sí, me había molestado bastante.

—¿Y qué ha sucedido con las clases privadas para mi hijo?

—¿Clases priv...? Ah, las clases privadas, sí. —me corregí rápidamente— Quiero intentar repasar un poco más lo que hemos visto los años anteriores para poder explicarle bien todo.

—¿Está bien, señorita Windsor? La noto algo distraída.

Desvié la mirada hacia mi libreta, esperando que no se notara la mentira que estaba soltando en frente de su rostro.

—Todo bien, señor Potter. De verdad. —golpeé mis dedos contra la mesa— Puede que esté un poco cansada, nada más.

—¿Y por qué no deja el estudio para otro momento?

—Porque quizás este momento sea el único que tenga a solas. —bromeé, sacándole una risa.

Él se puso de pie, agarrando el libro que había sacado antes para volver a colocarlo debajo de su brazo.

Acomodó la silla como corresponde, y murmuró.

—Entonces la dejo para que pueda concentrarse. Sólo no se exija demasiado, nuestra mente nunca está lista para tanto.

—Lo haré.

Hizo una pequeña reverencia en despedida. —Hasta luego, señorita Windsor.

—Adiós, señor Potter.

Y al momento de que él abandonó el pasillo, solté todo el aire que tuve retenido desde que él había aparecido de sorpresa.

Ahora lo único que esperaba era que pudiera seguir leyendo tranquila, sin ninguna interrupción; ni de alumnos ni de profesores.

Ya había sido suficiente por este rato.

[ . . . ]

Cerca de dos horas después, decidí dar por terminado ese rato de estudio; mi cabeza ya comenzaba a doler, y mi estómago rugía del hambre.

La cena era dentro de una hora, así que podía comer algo antes.

Guardé mis cosas dentro de mi bolso, intentando que la pluma no se dañara en el interior. Me aseguré de que mi varita estaba perfectamente acomodada en la liga bajo mi falda para después salir de la biblioteca.

Los pasillos del castillo estaban un poco más llenos que hace unas horas, seguramente porque la cena se acercaba.

Saludé a un grupo de chicas de Ravenclaw con las cuales pude tener lazos cercanos en algún momento; esa era con la casa que mejor me llevaba.

En realidad todos, pero más Hufflepuff.

Se podía decir que ellos eran los únicos que no nos veían raro al ser de una casa 'mala', como nos habían catalogado los Gryffindor.

—¡Lola! —escuché un grito a mis espaldas mientras caminaba.

Me giré de inmediato, encontrándome a una chica de Slytherin que parecía ser dos años menor.

—¿Si?

—Némesis me dijo que quería hablar contigo.

—¿Y por qué no viene ella? —fruncí el ceño.

Se encogió de hombros. —Mencionó algo de que la cagó y no se qué.

Suspiré, ya comenzaba a entender.

—Estará esperándote en el comedor. —avisó, retrocediendo poco a poco.

—Está bien, gracias.

Le sonreí con amabilidad, y seguí mi camino hasta la sala común para poder dejar mis cosas dentro de mi habitación; necesitaba ir cómoda a comer.

Musité la clave para que la puerta se pudiera abrir una vez llegué, y lo primero que encontré al pasar, fue a un grupo de chicos charlando en los sofás.

Identifiqué enseguida a esa cabellera rubia.

—Scorpius. —lo llamé mientras me acercaba.

Todos guardaron silencio, y él al verle tragó saliva, formando una sonrisa algo fingida.

—Hey, Lola... —hizo un gesto de saludo con su mano.

—¿Podrían dejarnos a solas un rato?

Entre ellos se miraron, y no tuvieron otra mejor opción que levantarse para abandonar la sala común, soltando palabras en burla hacia Scorpius.

Al parecer todos sabían lo que había hecho.

—¿Ocurre algo? —se atrevió a preguntar.

Sólo me senté frente a él, cruzándome de piernas.

—Ocurren muchas cosas de las cuales hablaremos, Hyperion.

⊹──⊱✠⊰──⊹

Holis, tanto tiempo.

¿Hasta el momento les está gustando la historia? ¿Les gustaría que narrara más cosas?

Acepto todo tipo de opiniones, me gusta mucho leer lo que dicen.

Y RESPECTO A LA MARATÓN, no la pude hacer porque estuve enferma y eso no me daba ganas de escribir, así que intentaré dejarla para una próxima oportunidad.

Les amo. 🤍

G.

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