𝐋𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 || 𝙳𝚊𝚛𝚢𝚕...

Autorstwa https_pxleth

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El mundo se fue al carajo desde que los muertos lo poblaron, pero todo puede mejorar para Amelie al encontrar... Więcej

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Autorstwa https_pxleth

El caos estaba reinando esta noche.

Luego de perder de vista a Rick y a los demás, los muertos nos rodearon y tuvimos que bajar del camper para darnos más tiempo.

— ¡Quédate dentro del auto! — le gritó Maggie a Eugene a duras penas. — ¡Vigila a Judith!

Abraham trataba de quitar los restos de muertos, que habíamos chocado, de cada parte del vehículo, porque eso nos impedía seguir.

Seguí enterrando mi navaja en la cabeza de los caminantes.

— ¿Acaso estas cosas nunca se acaban? — cerré los ojos cuando la sangre de un muerto salpicó mi rostro.— Carajo. — intenté quitar el filo de una las cabezas pero se había quedado atascada y la boca del siguiente caminante se aproximaba.

— ¡Aquí! — Rosita me lanzó un machete y fue un tiro de suerte, porque casi me quedo sin mano.

Bien, acabo de perder mi navaja.

Empecé a decapitarlos de a poco.

— ¡Todos, arriba! — Carol nos ordenó al mismo tiempo que el motor del auto encendía.

El último en entrar fue Carl, quién cerró la puerta con todas sus fuerzas, cortando la mano de una de las criaturas.

Pasé el dorso de mi mano por mi rostro, quitando el líquido podrido de ella, o intentándolo.

— Todavía tienes un poco ahí. — Gabriel señaló mi mejilla.

— Gracias. — se sorprendió un poco al escuchar eso de mi parte. — ¿Qué? — pregunté tosca al ver que seguía viéndome.

— Nada, nada.— miró hacia otro lado cuando dejé el machete en la mesa, cerca de su cuerpo.

— ¿A dónde vamos, hombre? — el pelirrojo se dirigió al ballestero.

Podía sentir a los muertos golpear las ventanas.

— La ruta 16.— Daryl sacudió sus manos.— Ese tipo dijo que la habían despejado, iremos allá.

Abraham colocó el vehículo en retroceso.

— Oigan, miren.— Tara nos observó y señaló hacia afuera.— ¿Es una bengala? — los muertos parecieron olvidarnos al ver una luz subir al cielo con gran ruido, así que detuvimos el auto.

— Proviene de un lugar cercano. — Abraham afirmó. — Si los demás la vieron, probablemente irán a buscarla.

— Bien, conduce hacia allá. No tiene que estar muy lejos.

Daryl se quedó al frente con Abraham, tratando de encontrar una ruta que nos lleve al lugar del cual se disparó la bengala.

Me senté en uno de los asientos y choqué mi cabeza con la ventana. Mi cuerpo dolía mucho más que en la mañana.

Estiré mi espalda y esta tronó, aliviando un poco mi estado.

— ¿De dónde lo sacaste? — Carl se sentó a mi lado y tomó el machete entre sus manos, pasando un dedo por el filo.

— No lo sé. Me lo dio Rosita. — lo observé jugar con el arma. — Oye, cuidado, no te vayas a cortar. — le advertí. — No quiero regresarte a tu padre en partes. — bromeé. — Me mataría.

— No te mataría. — dejó el gran cuchillo en la mesa otra vez.

— Oh, sí la mataría. — Maggie estuvo de mi lado.

— ¿Ves? — le dije al niño. — Cuando te fugaste aquella vez, casi termino con una bala en la cabeza.

— No puede ser cierto.— negó con una pequeña sonrisa, sin creerme.

— Bien.— le sonreí traviesa. — Porque Rick me amenazó en juego.

— De acuerdo, sí, mi padre lo haría. — se rindió.

— Gracias.— acomodé su sombrero por haberme dado la razón.

El auto pasó por encima de algo y nos elevamos un poco.

Caminante en el camino. — aclaró Abraham.

—¿Por qué estamos cerca de unos depósitos? — Fruncí mi ceño al escuchar a Noah y me asomé a la ventana.

— Están cerca de la ruta a la que vamos. — Carol caminó hacia nosotros desde la cabina.

Me levanté del asiento y caminé hacia el frente, para tener una mejor visibilidad. Abraham apagó las luces del vehículo y ordenó que apagaran también las del interior, quedando completamente a oscuras.

— Miren eso.— Daryl señaló un grupo de caminantes que rodeaba un auto.— Ahí debe haber un animal. Un perro o un conejo.

— No es algo, es alguien.— entrecerré mis ojos para ver mejor.

¡Ayuda! ¡Alguien, por favor! — alcancé a ver a un hombre de cabellos rubios.

Tomé rápidamente el machete y bajé del auto, con Daryl, Abraham y Maggie. Eliminamos a los caminantes y el pelirrojo se encargó de sacar al hombre hasta un lugar visible.

— Gracias a Dios.— nos sonrió, pero dejó de hacerlo al ver que lo apuntábamos con nuestras armas.

— ¿Tú disparaste la bengala? — Daryl lo miró por sobre su ballesta.

— Sí, sí. — nos observó a los cuatro.

— Conoces a Aaron.— afirmé. — Vendrá por la señal, ¿no?

— Eso espero.-
— sus ojos vieron mi arma con cierto temor.

— Creo que tiene el tobillo roto.— Maggie fue la primera en acercarse al hombre.— ¿Cómo te llamas?

— Soy Eric. — hizo una mueca cuando la mujer de ojos verdosos tocó su pie.

Con desconfianza y sin dejar de mirar al tal Eric, me acuclillé para tener una vista cercana de su pie.

— Definitivamente está fracturado.— le avisé a los demás.

— Tenemos que ayudarlo.

— Maggie...— comenzó Daryl.

— Está herido y, hasta donde sabemos, nadie más que nosotros puede ayudarlo.— insistió y me miró, pidiéndome ayuda.— Tú puedes vendarlo o acomodarlo, yo que sé.

Posé mis ojos en el Daryl, esperando una señal para saber que esto era lo que debíamos hacer.

— Bien.— bajó su ballesta. — Llévenlo a aquel almacén, debe haber algo que nos sirva allí. — ordenó e hizo una señal para que los que esperaban en el auto, bajaran.

Asentí y ayudé a Abraham a cargar a este nuevo extraño. Cuando ya estuvo sentado, volví a salir para hacer una última cosa.

Saqué la pistola que le había quitado a Aaron y apunté al cielo, dejando salir la bengala, esperando que los demás la vieran y pudieran encontrarnos.




















[...]


















Habíamos pasado el resto de la noche en el almacén y ahora ya estábamos camino a lo que lo que Aaron llamaba Alexandria.

Me moví con dificultad en el pasillo de la casa rodante, buscando un botiquín en uno de los estantes.

— Ustedes dos.— señalé a Carl y Daryl cuando encontré lo que buscaba. — A la mesa.

Los dos obedecieron y se sentaron, así que caminé hacia ellos, no sin antes dar una mirada rápida a la única habitación del vehículo. Aaron observaba a su esposo dormir, dado a los relajantes que le di para calmar un poco el dolor.

Suspiré por lo bajo.

Cuando el resto del grupo llegó a nosotros ayer, Aaron estaba tan desesperado por ayudar a Eric, que nos dio la ubicación exacta de su comunidad y convencer a Rick de aquello fue un tremendo lío.

Difícil, pero no imposible.

— Bien.— abrí el botiquín y me senté. — Veamos esas heridas.— Carl me enseñó su mano y había una pequeña mancha de sangre.— No está mal. — quité la venda. — Solo lo limpiaré.

El niño asintió y me dejó pasar una gasa con agua sobre la herida, para ahora solo poner un pequeño apósito. Terminé con él y me acerqué al ballestero, limpiando los puntos.

— ¿Tú hiciste eso? — Carl se asomó para ver los hilos en el brazo de Daryl.

— Sí. — asentí concentrada.

— No está tan derecha como la de tu brazo. — me reí por lo bajo.

— Estaría mejor si alguien no se hubiese movido mientras lo cosía. — miré a Daryl con una sonrisa, a la vez que le vendaba el brazo.

— Ajá, como digan. — fue lo único que respondió, pero percibí su tono divertido. Le entregué unas pastillas para que no sintiese tanto ardor en la zona, mientras Carl se iba a jugar cartas con Eugene. — Quizás no tendré la mejor cicatriz, pero tengo esto. — de su bolsillo sacó algo y lo colocó sobre la mesa, pero no podía ver qué era debido a que su mano me tapaba.

— ¿Cómo la sacaste? — pregunté asombrada al ver mi navaja sobre la superficie.

— Fue fácil. — apoyó sus codos sobre la mesa.— Ocupas esa cosa todo el tiempo, pensé que sería un lindo detalle. — se pasó la mano por el rostro.

Abrí mi boca, todavía sorprendida.

— Yo, uhm, no sé qué decirte. — tomé la navaja y la guardé.

— No fue la gran cosa.

Empezó a jugar con sus manos y bajó la mirada, así que coloqué la mía sobre una de las suyas, deteniéndolo y me miró.

— Gracias, en serio.— fijé mis ojos en los suyos.— Nadie hubiese hecho eso por una simple cuchilla.— afirmé un poco el agarre.— Gracias.

Asintió con seriedad, por lo que sonreí.

— Señoras y señores, llegamos a destino.— giré mi cabeza para darle mi atención a Abraham.

El vehículo avanzaba, ralentizando su marcha. Por las ventanas solo lograba ver muros kilométricos y no podía ver nada detrás de ellos.

Nos detuvimos y mi mirada quedó en un letrero que se alzaba en lo alto.

"BIENVENIDOS A LA ZONA SEGURA DE ALEXANDRIA"

Tomé mis cosas y bajé del auto, como todos los demás, observando todo a mi alrededor, hasta quedar de frente a una reja.

Un ruido nos distrajo y alcé mi arma al ver una zarigüeya andar entre el césped y la maleza. Daryl fue el más rápido y la atravesó con una flecha, para después tomarla por la cola.

La reja se abrió para dejar a Eric y Aaron entrar, y vi a un hombre aparecer detrás de ella. Nos observó de pies a cabeza y todas las armas que traíamos, produciendo un ambiente incómodo.

— Trajimos la cena.— Daryl le mostró el animal e intentó romper el momento.

— Adelante, pasen.— Aaron ayudó a Eric a entrar y él luego se soltó de su agarre para continuar solo.

Pasamos el portón y me dediqué a admirar las casas que se alzaban ante nosotros.

— Antes de seguir, deben entregar sus armas.— el hombre que abrió nos detuvo.— Si desean quedarse, deben dejarlas.— insistió.

— No sabemos si deseamos quedarnos.— Rick habló.

— Está bien, Nicholas.— Aaron tranquilizó al hombre.

— Si hubieramos tenido la intención de usarlas, lo habríamos hecho.— Rick refutó.

— Deja que hablen con Deanna primero.— Aaron interfirió.

— ¿Quién es Deanna? — Abraham preguntó desde el fondo.

— Ella les dirá todo lo que quieran saber de este lugar.—  nos explicó.—  Síganme.

Comenzó a caminar y lo seguimos. Percibí las miradas de las personas sobre nosotros, incluso podía jurar que algunos nos veían con miedo por el estado en el que estábamos.

Aaron nos guio hacia una casa de fachada agradable. Tenía un pequeño porche, con sombra y barreras de madera. Me apoyé en ellas, al lado de Carol y Daryl.

— Rick, ¿por qué no vas tú primero? — el líder asintió y, como estaba más cerca, me entregó a su pequeña.

Aaron llamó a la puerta y una mujer atendió, haciendo a Rick pasar.

— Esto es bueno.—  Carol miró a Judith.— Es lo mejor para ella y su hermano. — acercó su mano a la niña.

— Esperemos.— dije meciendo a Judith.

Luego de al menos veinte minutos, el líder volvió a cruzar la puerta y le devolví a su hija.

— Amelie.— Aaron me extendió su mano.— Eres la siguiente.

Con desconfianza, me adentré en la casa y la misma mujer me recibió.

Me condujo a su sala y miré todo lo que pude. Tenía estantes llenos de libros y cuadros colgados en cada pared, como si estuviera viviendo en un mundo completamente diferente al de afuera, como si el apocalipsis no se hubiese desatado hace varios años.

— Toma asiento, por favor.— señaló un sillón individual. — ¿Te molesta si filmo esto?- fruncí levemente el ceño.

— ¿Para qué? — cuestioné.

— Aquí la transparencia el primordial.

—.¿Y cree que estar frente a una cámara me impedirá mentirle?

— Eso espero.— contestó amable.

— Bien, hágalo. — encendió la cámara.

— Soy Deanna Monroe. — se presentó.

— Amelie Murphy. — le respondí sentándome.

— ¿Ese es tu apellido de soltera o de casada?

— ¿Disculpe?

— Por los anillos en tu cuello, supongo que eres casada.

— Sí, lo era.— asentí, jugando con mis manos.— Mi esposo...él murió, hace mucho. — solté, sin decir nada más.

— Lo siento mucho, linda.—  esperó a que dijera algo, pero no lo hice.— ¿Cuánto llevas sobreviviendo afuera?

— Desde el inicio.

— ¿Conocías a estas personas de...—

— No, no los conocía.— la interrumpí.— Ellos me encontraron hace menos de un mes.

La miré fijamente y eso pareció incomodarla un poco.

— Yo era congresista por el décimo quinto congreso de Ohio. — me contó. — ¿Tú? — sus ojos pasaron por mis brazos, de manera casi imperceptible.

— Está suponiendo lo peor, ¿no es así?

— Claro que no, pero sí tengo curiosidad.

— Parece que tiene mucha.— hablé entre dientes, pero ignoró mi comentario. — Soy...era paramédico.

— Es bueno saber eso.— me sonrió. — Tú has ayudado a Eric, ¿no es así?

— Sí, señora.— afirmé y una duda llenó mi mente.— ¿Por qué viven como si nada pasara afuera de sus muros?

— Hemos estado aquí desde el comienzo. Sabemos que no tenemos las habilidades que ustedes tienen y esa es una de las razones por la que los reclutamos.

— Son débiles.— mi voz salió baja.— Eso es lo que quiere decir, ¿me equivoco? — su rostro mostraba una sonrisa, pero sabía que eso la había molestado.

— ¿Qué harías por proteger a las personas que están detrás de esa puerta, a tu grupo? — cambió el tema.

— Todo.— me apoyé sobre mis rodillas.— Mataría por ellos. Ellos me protegen y yo los protejo.

— Creo que me dan ganas de ser parte de su familia.— imitó mi acción. — ¿Sabes, Amelie? Serías un aporte eficiente. Tienes conocimiento de la medicina, podrías ayudar en la enfermería. Solo tienes que decidir si quieres quedarte.

Arrugué la nariz, gesto que Deanna no comprendió.

— No me siento cómoda en lugares con muchas personas, no he tenido buenas experiencias. — le expliqué.

— ¿Tú deseas quedarte?

- No lo sé, Deanna.—  contesté franca.

— Si decides permanecer, me gustaría presentarte a alguien, creo que se llevarían bien.— elevé mis cejas.

— Si a usted le parece.— me acomodé nuevamente en el sillón.

— Ahora, ¿por qué no me cuentas cómo terminaste junto a tu grupo?












●●●●●●

¡Finalmente llegamos a Alexandria!

Y por favor, que alguien le avise a Amy que la comunidad no será para nada tranquila ;) JAJSKSJ

En fin, ¿quién creen que sea la persona que Deanna le quiere presentar? Realmente me gustaría leer lo que suponen.

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