Miradas cruzadas

bibliotecadorada द्वारा

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¿Qué pasa si el chico del que estas enamorada te odia? Atenea esta enamorada en secreto de Cameron, que a su... अधिक

Sinopsis
Reparto
Capítulo 1: volver al pasado
Capítulo 2: el maldito destino
Capítulo 3 : Xelta
Capítulo 4 : confratenizando con el enemigo
Capítulo 5: malas decisiones
Capítulo 6: viendo el otro lado de tí
Capitulo 7: brujas y... ¿Amber?
Capítulo 8: encarcelado...¿emocionalmente?
Capitulo 9: cumpleaños
CapÍtulo 10: cumpleaños parte 2
Capítulo 11: el arte de no pensar
Capitulo 12: cumpleaños parte 3
Capítulo 13: dignidad perdida...parte mil.
Capitulo 14: rompiendo la coraza
Capítulo 16: ofrecimientos salvajes
Capítulo 17: ping pong
Capítulo 18: revelaciones inesperadas
Capitulo 19: celos
Capítulo 20: visita sorpresa
Capítulo 21: maldito destino
Capítulo 22: la dignidad salió del chat
Capítulo 23: demasiados secretos a la luz
Capítulo 24: acuerdos...cuestionables
Capítulo 26: revelaciones escandalosas
Capítulo 26:piedras come cerebros
Capítulo 28: un desastre llamado «maquillaje»
Capítulo 29: matando zombies con estilo
Capítulo 30: cita falsa
Capítulo 31: primer partido
Capítulo 32: fiesta de halloween
Capítulo 33: fiesta de halloween parte 2
Capítulo 34: ofrecimientos riesgosos
Capítulo 35: exposición de arte
Capítulo 36: ¿Poseidón? Testigo de la lujuria
Capítulo 37: más traumas que añadir a terapia
Capítulo 38: cumpleaños indeseado
Capítulo 39: el corazón quedó reducido a la nada misma
Capítulo 40: a veces es necesario un poco de masoquismo
Capítulo 41: piercing=crisis existencial
Capítulo 42: celos...completamente racionales
Capítulo 43: desiciones que cambian la vida
Capítulo 44: el viaje interminable
Capítulo 45: el campamento
Capítulo 46: el corazón volvió a estar completo...por un nanosegundo.
Capítulo 47: caminos cruzados, sí, pero no unidos
Capítulo 48: el final del camino
Capítulo 49: el secreto cambia vidas sale a la luz
Capítulo 50: el final no se acerca, porque ya llegó.
Capítulo 51: confesiones
Capítulo 52: la dura realidad
Epílogo

Capítulo 15: la pintura como terapia

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bibliotecadorada द्वारा

ATENEA

El cumpleaños de Thomas terminó el domingo a la noche, con su cara repleta de pastel. Del tercer pastel, mejor dicho. Porque cada día nos habíamos comido uno.

Sí, nos gustaban las cosas dulces.

Había sido un fin de semana agotador. Tanto física como mentalmente. Y, aunque no lo podía creer, cuatro días después, todavía seguía pensando en Cameron. Y eso que nuestros caminos no se habían vuelto a cruzar, y la clase que compartíamos juntos recién la teníamos mañana, viernes. Pero aunque seguía frustrada y enojada, la verdad es que todavía no podía creer que nos hubiésemos besado. Por todos los dioses, me había devorado. Después de tanto tiempo de esperar, la verdad es que había valido la pena. No me quería ni imaginar lo que sería en la cama...

— ¡Oh! Ese es un chico muy lindo. ¿Quién es?

La voz de mi profesora de arte me sacó de mis pensamientos un tanto impuros, y volví al presente. Un presente en donde, sin darme cuenta, había estado dibujando a...Dios mío.

—Es un conocido—dije y luego hice una mueca. —Casi somos amigos.

Dorothy (nos había obligado a llamarla por su primer nombre diciendo algo así como que no le gustaba la formalidad) me miró con una ceja arqueada. Su pelo, ya canoso por la edad, se encontraba recogido en una media coleta y le caía en suaves ondas por su espalda. Esperaba tener un pelo así cuando tuviera su edad. Parecía un jardín de nubes.

— ¿"Casi" amigos? Eso es extraño.

Tragué saliva y asentí. Volví a mirar el retrato y no pude evitar morderme el labio. Había pintado a Cameron, y ni siquiera había sido consciente. Era como si mis manos tuvieran vida propia.

El retrato no estaba mal. Era igual a los que tenía en la residencia, esos que había pintado cuando todavía vivía en San Francisco, pero este tenía algo...diferente. No podía notar qué era.

—Y dime, este amigo tuyo, ¿se llama Voldemort?

La miré, extrañada, y cuando abrí la boca para resoplar, su dedo señaló una parte del dibujo.

Largué una carcajada.

Claro, me parecía distinto porque olvidé pintarle su nariz.

— ¿Estas bien, Atenea? Es impropio de ti olvidarte de pintar algo tan...importante.

Me encogí de hombros. Dorothy era una de las mejores profesoras de arte que jamás había tenido. Esta era solo mi tercera clase con ella, pero la adoraba.

—Sí, estoy bien—respondí y me encogí de un hombro—. Solo estoy un poco distraída.

—Hm—se rascó una parte de la cabeza y me miró fijamente—. Creo que ya sé qué te haría bien—giró la cabeza al frente y gritó—: ¡Jude! ¡Mueve tu trasero para aquí!

Sonreí y me asomé por encima del atril para ver la cara de Jude luciendo confundida. Las cosas entre los dos marchaban bien, la verdad. Habíamos dejado atrás nuestro beso y la lectura de tarot de Amber, y simplemente nos comportábamos como amigos.

—Ahí voy—dijo Jude mientras se paraba y venía hacia nosotras. Tenía todas las manos manchadas con pintura.

Dorothy alternó la mirada entre nosotros dos, que la mirábamos curiosamente.

—Quiero que hagan un trabajo en conjunto.

Levanté las cejas y la miré, sorprendida.

— ¿En conjunto? ¿Quieres que le sostenga la paleta de colores mientras él pinta?

Jude quiso reprimir una carcajada y terminó tosiendo. Dorothy puso los ojos en blanco.

—No, Atenea, eso sería un trabajo de compañerismo. Lo que yo quiero es un trabajo en conjunto. Quiero que pinten un cuadro entre los dos.

Ahora Jude la miraba como si hubiera perdido la cabeza.

—Dorothy, ¿sabes que te quiero, verdad? Pero es un poco, como decirlo, improbable lo que estas sugiriendo.

Dorothy resopló.

—No es improbable. Simplemente, quiero que piensen en algo y lo pinten usando sus manos. Quiero que se manchen de tinta y la explayen en un cuadro.

Fruncí el ceño y miré a mi cuadro. Cameron sin nariz me devolvió la mirada. Debería arreglarlo pronto.

— ¿Quieres que, literalmente, pintemos con las manos? ¿Qué nuestros dedos...?

—Sí, Jude—. Dorothy era muy buena, pero carecía de paciencia la mayoría de las veces. —Eso quiero. Ahora mueve tu trasero y trae una silla y un nuevo bastidor. ¡Vamos!

Jude dio un respingo y asintió con la cabeza, lanzándome una miradita de soslayo. Yo no pude evitar reír.

— ¿Puedo preguntar por qué nos haces...?

Dorothy me cortó la frase a la mitad:

—No. Simplemente, háganlo.

Y así, se fue hacia el otro extremo de la habitación.

Suspiré y miré mi cuadro sin terminar. Realmente necesitaba hacerle una nariz.

— ¿Por qué esa cara me suena?—Jude apareció a mi lado con un nuevo bastidor y una silla en la mano. Se sentó en ella y se acercó más a mi cuadro, mirándolo con atención. — ¿Acaso no es...?

— ¿Voldemort? Sip. Es él—agarré el cuadro y lo apoyé en el suelo, dándolo vuelta.

Lo que me faltaba, que Jude viera que pinté a Cameron.

Resopló.

—Estoy seguro que no era Voldemort. Se parecía más a Theo James.

Lancé una carcajada.

—¿Theo James? ¿En serio? Ojalá fuera Theo James.

No había nada más superior que Theo James. En serio.

Me miró unos segundos, divertido, y luego negó con la cabeza.

—Bueno, ¿qué quieres pintar?

Me encogí de hombros.

—Sinceramente, no lo sé.

Entornó los ojos y se quedó pensando.

—Tengo una idea.

—Dime.

Sonrió un poco.

—¿Y si pintamos un cuerpo humano?

Fruncí mi nariz.

—La verdad es que no quiero hacer eso con mis manos. Si es con el pincel esta bien, pero...

Puso los ojos en blanco.

—Oh, vamos. No seas aguafiestas. Es solo un cuerpo humano. No te dije de pintar el escroto de un gorila.

Mi risa hizo que se callara. No pude evitarlo. Comencé a reír porque me imaginé pintando un escroto, con Jude, con los dedos...

—Esta bien—accedí, y comencé a preparar una paleta de colores. Cuando estuvo lista, la coloqué entre los dos.

Nos la quedamos mirando unos minutos. Jude dio el primer paso. Acercó lentamente su dedo índice a uno de los colores, y con cuidado, lo hundió en la pintura. Su cara se frunció en una mueca de asco.

—Cielo santo, siento que tengo cinco años de nuevo.

Lancé una risita.

—¿En qué clase de artistas nos convierte esto? Es decir, es pintura—no pude evitar decir. Porque a mí también me daba un poco de asquito.

Sin embargo, apenas mi dedo se hundió en otro color, fruncí mi cara. Era extraño.

—Pues no lo sé—dijo, y apoyó un poco el dedo en el bastidor. Lo deslizó con cuidado y luego me miró con una sonrisa.—Se siente realmente bien. Deberías probarlo.

Reí un poco y me mordí el labio. Me acerqué con cuidado y tracé una línea fina. Era verdad, se sentía raro, pero en el buen sentido. Luego de trazar unas líneas más, una sensación de libertad me atravesó por completo.

—Oh por dios—dije luego de un gran rato. El cuadro estaba pintado más de la mitad, pero habíamos omitido un gran detalle—. Nunca dijimos si era un cuerpo humano de hombre o mujer.

Jude me miró confundido. Luego miró al cuadro y lo entendió. Digamos que yo le había puesto lo femenino de la parte de arriba, pero él le había puesto todo lo masculino de la parte de abajo, y había quedado una mezcla muy extraña.

No sé quién de los dos comenzó a reír primero. Pero luego de un rato no podíamos parar. Las carcajadas de Jude hacían que yo me riera más y las lágrimas se salieran de mis ojos. Me dolía la panza de tanto reír.

Algo comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón, y lo saqué mientras me secaba los ojos. No miré ni quién era, porque no podía ni hablar. Apreté responder y me lo llevé a la oreja, mientras Jude soltaba otra carcajada y yo también.

Hubo un segundo de silencio a través de la línea.

—¿Atenea?

Mi cara se transformó completamente, pero volví a mirar al cuadro y a reír.

—Cam...Cameron—traté de decir.

—¿Estas bien?

Me temblaba todo el cuerpo, y Jude no ayudaba mucho.

—Sssi—otra carcajada—es que...es que...

—Parece que hiperventilas—dijo Jude, y otra ronda de risas nos inundó.

Cameron guardó silencio unos instantes.

—¿En dónde estas?

Su pregunta me tomó desprevenida y me alejé el celular unos instantes, haciendo que mi risa se calmara un poco.

—Estoy en clase de arte. ¿Esta todo bien?—esta vez fue mi turno de preguntar.

—¿Clase de arte? ¿Pintas?

Puse los ojos en blanco.

—No, monto camellos. Pues sí.

Oí como reía entre dientes.

—Merecía esa respuesta. Oye, tengo una propuesta que hacerte.

Me enderecé en la silla. Mi corazón se aceleró y dio volteretas.

—¿Una propuesta?

—Así es. Pero si estas muy ocupada ahora te la diré más tarde...

—¡No!—¡Diablos! Siempre me pasaba lo mismo, quedaba como una desesperada.—No, ahora puedo escucharte—dije más tranquila esta vez.

Suspiró.

—¿Segura? Porque parece que la estas pasando de maravilla por ahí.

Oh, oh, ¿alerta de celos? ¿Acaso Cameron estaba celoso? No pude evitarlo y mordí mi labio. Llevé la vista a Jude, que me miraba entre intrigado y confundido, y le guiñé un ojo. Ya había dejado de reírme, pero de vez en cuando tenía algunos espasmos.

—Sí, la verdad que sí. Jude hace que las clases sean más interesantes.

Apenas lo dije, Jude levantó las cejas y sonrió. Puse los ojos en blanco y le pegué en el brazo.

—Con que Jude, eh. ¿No va a nuestra clase de dirección?

Asentí. Luego me di cuenta que no me podía ver, así que le dije que sí.

—Invítalo a él también. La propuesta era que vengas a casa, porque Jace quiere hacer una noche de pelis y te ha invitado—siguió diciendo.

Tragué saliva y levanté las cejas. ¿Que lo invite? ¿A Jude? ¿Al que besé y ahora era mi amigo? ¿Con el que me tiraron las cartas y salió que íbamos a tener una gran noche de sexo? Pero ni loca. No quería que Cameron pensara que...

Sentí cómo mi cerebro comenzaba a trabajar a toda prisa. Era como si de repente, se hubiera transformado en una máquina de ideas. Todas las lamparitas del planeta Tierra estaban prendidas. Todos los engranajes se movían.

Podía llevar a Jude y poner a Cameron celoso con él...Oh, no era una buena idea. Para nada. Pero...Cameron era impredecible, así que, ¿qué perdía con intentarlo?

—Allí estaremos.

Jude arqueó las cejas y corté la llamada, sintiéndome muy ansiosa.

—¿Ya hablas de nosotros en plural? Demonios, avanzas rápido, chica.

CAMERON

Era el segundo vaso de whisky que me tomaba. Ni siquiera me gustaba el whisky. Ni siquiera me gustaba tomar. Pero si volvía a escuchar la risa de Atenea a causa de Jude una vez más, me terminaría la botella entera.

Me encontraba sentado en la barra de la cocina, solo, mirando a esos dos reírse. Parecía un psicópata de las películas, pero cielos, nunca, jamás, pensé que me afectaría así.

No debería haberlo invitado.

No debería haberla invitado.

Pero cuando Jace dijo que Luc hoy a la noche no estaría porque se iba a la casa de su madre, simplemente...simplemente apareció la cara de Atenea en mi mente. Su cara, una manta, el sofá y una película. Pero como no podía hacerlo, le dije a Jace que hiciéramos una reunión con más gente...y por supuesto, Atenea.

¿Por qué invite a Jude? No tenía la más puta idea. En serio. Mi lógica no tenía ningún sentido. Porque invitarla a ella tampoco era lo más coherente, luego de haberla rechazado y frenado nuestra muy corta aventura.

Los recuerdos de esa noche me llegaban en grandes oleadas todos los días y tenía que respirar profundo para que no me consumieran.

—Pareces a punto de asesinar a alguien.

Levanté la cabeza bruscamente y me encontré con Alba, la hermana de Atenea, que me miraba intrigada desde el otro lado de la barra.

Atenea la había invitado a ella también. No sabía por qué, pero no me parecía mal. Jace había invitado también a un amigo y una amiga. Todo lo contrario a lo que había imaginado en mi mente al principio.

Me encogí de hombros y tomé otro trago. Alba era casi idéntica a Atenea físicamente, lo cual era un poco extraño, porque era como tener dos versiones de ella adelante mío. Pero no era Atenea. Ni de lejos.

—Creo que quiero asesinar al whisky. No entiendo cómo hay gente que lo toma seguido. Es asqueroso—respondí y fruncí la nariz.

Me miró confundida unos segundos, y luego comenzó a reír.

—¿Para qué lo tomas, entonces?—preguntó y se sentó en frente mío. Inclinó la cabeza hacia un costado y me miró el vaso—¿Problemas amorosos?

Su voz era suave, nada que ver con Atenea. En realidad, toda Alba parecía ser suave. Atenea a su lado era un dragón recién salido de una jaula.

Tomé otro largo trago. Debería dejar de comparar a otras mujeres con Atenea. No tenía sentido.

—Mhm—fingí que pensaba la pregunta de Alba—. La verdad es que no. En realidad, tomo porque estoy aburrido.

Sonrió y negó con la cabeza.

—No te creo nada, pero eh, quién soy yo para insistir—se levantó de un salto y me hizo un gesto con la barbilla para que la siguiera—. Vamos. Ayúdame a elegir una buena película que los demás odien así los obligamos a verla.

Reí entre dientes y la seguí a la sala de estar. Atenea y Jude seguían hablando a un costado, ya sin reírse tanto, y lo agradecí. El resto de las personas estaban despatarradas en el sofá, y Jace estaba eligiendo una película.

—Mueve el culo, Jace. Elegiremos Cameron y yo.

Me giré sorprendido hacia Alba. Quizás me había equivocado por completo al pensar que era suave.

Jace la miró y rio, pero negó con la cabeza.

—No dejaré que tus manos toquen este control, Chatzi. Ni en un millón de galaxias.

Alba puso los ojos en blanco y le dio un empujón a Jace en la espalda, que hizo que se cayera hacia adelante. El control voló y Alba se apresuró a agarrarlo del piso.

—Nunca le digas que no a un Chatzi—dijo y lo miró, desafiante.

Yo los miraba con la boca abierta. Sabía que en el cumple de Thomas habían hablado bastante, pero, ¿este nivel de confianza? ¿La manera en que Jace estaba sonriendo, desafiante? Dios mío, tendría una charla con él muy pronto.

—Eres una violenta, Alba—dijo Jace, pero estaba sonriendo.

Alba le sacó la lengua y se dispuso a pasar las películas en la pantalla.

—Bueno, Cameron, elige. Te lo dejo a ti.

Jace hizo un gesto como de estar ofendido. Yo le puse los ojos en blanco y sonreí.

—Pon una de terror—dije, y me senté en un extremo del sofá. Era la punta, y la zona más oscura de la sala, en donde podría estar más cómodo. Nuestro sofá era enorme, en forma de L, y ahí es donde me había sentado. Estiré las piernas por encima de la superficie mullida y luego me tapé con una manta. Estaba muy cómodo y en el lugar perfecto. Solo faltaba que Atenea....no. Corté esos pensamientos. Miré para la izquierda, en donde ella estaba hablando con uno de los amigos de Jace, sentados en el piso. Su mirada se encontró con la mía y maldije. Le dediqué una sonrisa de costado y luego miré para otro lado.

—Bueno, apaguen la luz y vengan—dijo Jace, y se sentó en el otro extremo del sofá, bien pegado a Alba, que lo miró con una mirada asesina.

Reí en silencio y apoyé el whisky en la mesa ratona. Tenía la esperanza de no necesitarlo más. 

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¡Buenas noches! ¿Les esta gustando la historia? ¿Me quieren dar ideas para que las agregue? Recuerden que solo se que les gusta a través de los comentarios y los votos, asi que déjenme su opinion♥♥

Muchos abrazossss

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