Enséñame a volar

By Idoia_G

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"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo... More

Intro
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítlulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Epílogo

Capítulo 35

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By Idoia_G


Capítulo especial narrado por: LOLITA

Han pasado seis días desde que me drogaron y acabé en el hospital. La policía por lo visto ha venido a verme, pero aún no han entrado. No tenemos noticias de Javi. Ni sus amigos ni sus hermanos saben nada. No pueden localizarle al no llevar el teléfono, pero ni siquiera Bryan sabe nada. Espero que la información de la policía sea más completa o al menos me den una pista. Hoy me darán el alta médica, el bebé está sano y yo también. No quedan restos de droga en el organismo y parece que puedo llevar una vida medianamente normal. Manteniendo siempre cierto reposo hasta que después de las revisiones me den el alta total. Me han dicho que no debo preocuparme, pero eso es imposible. Javi no aparece y gracias a algunas de mis compañeras en la compañía he sabido que Paul también está en Berlín. Solo espero que no le haga daño a mi grandullón.

Hace un par de días, hable con mi padre y con Marcos, para contarles por encima lo que pasaba. Llegaron anoche a la ciudad. Carlos, que es con quien mayor relación estoy teniendo en este proceso, los traerá en un rato para que los pueda ver.

La puerta se abre y los mismos agentes del otro día entran. Tan serios como el primer día. Y yo pensando que Javi me pareció sieso el primer día. Estos son los reyes de los siesos. Y Javi es hasta divertido. Jajaja.

— Señorita Luján – Asiento a los agentes, el agente 1, que es el más borde y el más mayor de los dos pone a los pies de la cama un maletín negro de metal. Nunca había visto uno similar. Al menos no fuera de una película o serie policiaca de esas que a mi amiga Marta le chiflan. Mientras abren y preparan el maletín, otra mujer vestida de calle entra hablando por teléfono. Es muy alta para ser una mujer. Es rubia, con un moño estirado y extremadamente atractiva.

— Señorita Luján – la mujer se acerca a mí y me tiende la mano a modo de saludo mientras cuelga el teléfono – Soy la teniente de la policía Blanca Cruz. Estoy al mando de su caso después de hacer algunas averiguaciones. ¿Cómo se encuentra?

— Mejor, hoy me darán el alta.

— Me alegro mucho. Y enhorabuena por su embarazo – me señala el vientre. Asiento con la cabeza

— ¿Han sabido algo de mi novio? – la mujer me mira.

— Algo hemos sabido sí. Ahora la pondremos al día de todo. Pero antes hablemos un poco.

— Vale – estoy bastante nerviosa, la mujer es muy seca hablando y no parece muy simpática, aunque se esfuerza mostrándome una sonrisa.

— Bien – pone una grabadora – voy a garbar la conversación. En parte es una declaración. No necesita abogado porque usted no es más que una víctima. ¿Está de acuerdo con ser grabada? – asiento – firme aquí – me pasa unos papeles y un boli. Leo y son mis derechos. Imagino que es lo normal en una declaración. El agente 2 recoge el papel que firmo y lo guarda en una carpeta. – ¿Cómo y cuándo conoce usted al señor Schmidt?

— Lo conocí el año pasado en Málaga, en una convención de aviación. Se me presentó en una fiesta posterior a la feria y nos acostamos.

— O sea, que tuvo relaciones consentidas con él.

— Si.

— ¿Recuerda donde fue la fiesta donde le conoció?

Hago memoria, de esto hace un año. – No recuerdo el nombre de la discoteca. La organización nos consiguió las entradas y las repartían en la entrada a la gente que tenía la acreditación del evento – observo que el agente 1 está tomando nota de todo.

— Vale. ¿Tiene más citas o comienza una relación con el señor Schmidt?

— No. Bueno esa noche en el hotel donde me llevó para... ya sabe – agacho la vista con vergüenza – me dijo que era directivo de la compañía aérea y me dijo que si quería un puesto, cuando aprobase los exámenes, le llamase. No volví a verle hasta que me incorporé en plantilla unos meses más tarde – Ese día conocí a mi grandullón. Una lágrima traviesa asoma por mi ojo derecho. Restriego mi mano y la elimino antes de que la vean.

— ¿Qué sucede? – La teniente pone su mano sobre la mía.

— Fue el día que conocí a mi novio.

— Ya... su novio trabaja en la misma compañía ¿Cierto?

— Si, bueno trabajaba. Hace unos días renuncio a su puesto.

— ¿Por qué lo hizo?

— Porque Paul... el señor Schmidt, nos estaba amenazando por mantener una relación sentimental. Vamos a casarnos – levanto el dedo donde siguen brillando mis anillos.

— O sea, que el señor Schmidt estaba molesto con ustedes dos.

— Sí. Intentó convencerme de dejar a mi novio en varias ocasiones.

— Sí, coincide con lo que hemos visto en su terminal. ¿Sabe dónde está ahora el señor Schmidt o el señor González? – ahí me pilla. No sé si decirle lo que sé, o callármelo, pero... es mi única salida.

— Creo que ambos están en Berlín.

— Cierto. Ambos viajaron la noche que pasó todo. Le agradezco enormemente que sea sincera conmigo. Sé que esto es difícil para usted. ¿Sabe por qué su novio fue a Berlín? – niego con la cabeza.

—No... — Veo que corta la grabación.

— Lola ¿Puedo llamarte así?

— Si, claro.

— Bien. Lola hemos conseguido saber el motivo que pudo mover a su novio a seguir al señor Schmidt. Por lo visto el señor González lleva unos días buscando información de su jefe. Ha logrado datos de una investigación del gobierno sobre trata de blancas a nivel europeo. Ese es mi caso. Hemos accedido a sus llamadas y mensajes. Su novio recibió un mensaje de un amigo informándole de que su jefe acababa de adquirir billetes de avión a Berlín. Pero a pesar de la información que su novio maneja no se presentó allí por eso. Él recibió una llamada suya la noche de los hechos.

— ¿Mía? – me pongo la mano en el pecho – yo... no lo recuerdo.

— Lo sabemos, César pon la grabación de la llamada – el agente 2 se pone a teclear en el maletín que han abierto antes y empiezo a escuchar el tono de una llamada. Luego alguien descuelga.

Se oyen ruidos y gemidos. Parecen míos ¡Joder!

— Más fuerte, ¡Más fuerte! – Esa soy... soy yo. No puede ser.

— ¿Lola? — Javi... ¡oh no! Me pongo una mano en la boca. Mi pobre Javi no puede haber escuchado eso. Noto las lágrimas vertirse de nuevo. No sé si por el embarazo o que mierdas, pero últimamente no para de llorar — ¿Lola? – suena tan triste, tan perdido

Los gemidos y jadeos siguen llegando a mis oídos. Es inconfundible que soy yo, pero también se oyen los de un hombre. Es raro porque esos ruidos de sexo me recuerdan a los mismos que suele hacer Javi. ¿Estoy con Javi? No entiendo nada, la verdad. De repente la voz de Paul inunda la grabación.

— Oh Lola, eres el mejor polvo de mi vida – Ahora es como si la voz de Paul se mezclase con lo demás. Puede que esté equivocada, pero esto es realmente muy raro. Al final de la llamada, justo antes de que se corte oigo un ruido raro.

— ¿Qué opinas? – la teniente me saca de mis delirios.

— ¿Podemos escuchar la última parte de la grabación? ¿Cree que Javi pudo pensar que estaba con otro tío en la cama?

— ¿No lo estaba? – el agente 2 me pregunta con el ceño fruncido.

— Nooo — ¿En serio se creen que estaría con otro? – Yo no haría eso.

— ¿Y lo que se oye en la llamada? – La teniente insiste.

— Cuando solo se oyen los gemidos de la grabación escucho un ruidito que hace él con la boca y es algo que siempre hace Javi. Quizá estoy equivocada, pero, creo que Paul usó una grabación que no sé de dónde ha podido sacar, pero creo que los que estamos... ya sabe, somos Javi y yo.

— Eso explicaría por qué no encontraron evidencias de relaciones sexuales durante su exploración en urgencias – ahora es el agente 1 el que habla con la mano en la barbilla.

— Puede ser. Pon la última parte ¿Qué crees haber oído? — se dirige de nuevo a mí.

La grabación empieza a sonar desde casi el final.

— ¿Puede subirla más? – el agente me asiente y la pone de nuevo – Ves – señalo el maletín.

— ¿Qué? – Blanca me mira

— Es un perro. Es mi perro King. ¡La grabación somos Javi y yo! Estoy segura. — por dentro estoy dando botes de alegría.

— Ponlo de nuevo – la teniente le ordena al agente 2

Lo escucha atentamente tres veces más y veo como cada vez está más convencida.

— Vaya ¿Cómo se les ha pasado ese detalle antes?

— Creo que no nos centramos en el final de la llamada, señora – el agente se disculpa.

— Bueno, eso queda cerrado entonces. Decidle al equipo que limpien bien el sonido. Necesito que esto sea una prueba. Ahora tengo otra pregunta para usted – la mujer me mira fijamente.

— ¿Conoce a Melodie Huggs?

— ¿Melodie? – Qué pinta Mel en todo esto...

— Sí.

— Si, bueno es una... amiga – no le voy a explicar de qué la conozco.

— ¿De usted?

— Bueno y de Javi.

— Eso explica por qué le recogió en el aeropuerto de Berlín.

— ¿Me está diciendo que Javi está con ella?

— Bueno lo estaba. Ahora está detenido en un calabozo por intento de asesinato.

— ¿Javi? ¿Intento de asesinato? — ¡Madre mía! Esto es como si me hubiese metido en una peli policiaca. Me va a dar un chungo. Comienzo a hiperventilar. Los agentes me dan aire con unas hojas que llevan encima y Blanca me trae un vaso de agua que me ofrece para calmar mis nervios.

— No se preocupe. El señor Schmidt recibió una paliza por parte de su novio dos noches después de llegar a Berlín. Lo hizo en plena calle a la salida de un club privado y exclusivo que su jefe frecuenta cuando está en la ciudad. En realidad, ese es el centro de mi investigación. Pero su novio ha entrado por en medio. Su jefe le ha interpuesto una denuncia diciendo que Javi le ha intentado matar. Pero creo que, con su declaración, las imágenes que hemos conseguido del restaurante y el hotel, varios testigos que han declarado y lo que hemos descubierto hoy, podré sacar a su chico de la cárcel alemana. Creo que pronto podrá verlo – me guiña un ojo y mis pulmones se llenan de aire. Puedo respirar. Al menos sé que Javi está bien. Solo espero que cuando me vea no me deje por todo este mal entendido. Le amo tanto.

— Gracias – se lo digo de verdad.

— No hay de qué. Esto nos ha venido bien y todo.

— ¿Qué pasará con Paul?

— Bueno, si tiro de todo esto y saco lo que guarda debajo de la alfombra de su casa y que gracias a su novio he podido destapar, creo que conseguiré encerrarle un tiempo y además conseguiré que me lleve más arriba en la escala del caso que llevo. Pero no se preocupe por nada. Esa es otra historia. Aunque le prometo que no les molestará más.

— Gracias, de verdad.

Los agentes y la teniente se van dejándome sola un rato. Cierro los ojos y me toco el costado donde tengo el tatuaje de mi grandullón. Tengo tantas ganas de verlo. Tiene que estar pasándolo fatal. Solo deseo que esa mujer me haya sido sincera y pueda salir pronto del calabozo. Necesito verle, decirle que estoy embarazada, que vamos a tener un bebé y explicarle que no he hecho nada con el sinvergüenza de Paul.

La puerta se abre y entran mi padre y Marcos. Se me hace super raro verlos juntos. Los dos se quedan mirándome y yo les sonrío.

— Mi pequeña – mi padre se acerca a la cama y me abraza con fuerza. Se ha arreglado mucho. Lleva unos vaqueros que le sientan genial y una camisa blanca. Se ha cortado el pelo y se ha perfumado. Pero no con el perfume de siempre. La verdad, es que va hecho un pincel. Y por primera vez en mucho tiempo no huele a alcohol.

— ¡Papá! Me alegra verte.

— Hay hija mía – se separa de mí y me mira de arriba abajo. Bueno de la cabeza a los pies porque estoy tumbada y arriba y abajo no es exactamente... Bueno da igual – Cuando Marcos vino a decirme lo que había pasado casi me muero. Le dije que vendríamos.

— Me sorprende tanto veros juntos – Marcos se acerca y me abraza también.

— Hija, nosotros no nos hemos llevado mal nunca – ambos se miran.

— ¿Ah no?

— No hija – mi padre se sienta en el borde de la cama y me sujeta la mano – La verdad es que yo... simplemente, no podía ver a tu madre. Literalmente. Pero Marcos y yo... bueno un día...

— Antes de tu madre – Marcos le corta entre risas.

— Antes de tu madre – prosigue mi padre – éramos buenos amigos.

— ¡Vaya! Eso no lo sabía.

— Bueno hija...

La puerta se abre y entra Carlos, Eros, Enzo y Sam. Vienen hablando y se paran al ver que los miramos.

— ¿Interrumpimos? – Carlos se adelanta.

— No, claro que no – mi padre les sonríe. Sé que ha venido con Carlos así que imagino que ya conoce a parte de la familia.

— ¡Genial! – Sam se abalanza sobre mí y me abraza.

— Bueno hija. y el bebé ¿cómo está? – me sorprende hablar de algo así con mi padre.

— Pues me darán el alta en un rato. La doctora dice que estamos sanos y fuertes. Quiere que haga reposo y bla bla bla.

— Ba, bla, bla... no Lolita. Le harás caso al médico.

— Que siiii Enzo.

— No la agobies, pesado – Eros se sienta en el sillón al lado de la cama – Te he traído una cosita. Saca una pequeña caja y me la tiende. La abro y es una porción de pizza. ¡No te creo! – Espero saciar tu antojito. El queso es pasteurizado... y todo bien lavado y cocinado. Pero la grasa sigue siendo grasaza de la que te mola – Adoro a estos chicos.

— Yo te he traído el postre – miro a Enzo

— ¿Tarta de queso?

— Especial embarazadas Lolita. Además... – hace un gesto para que todos le miren — ¡Ya tengo fecha de apertura del local!

— ¿En serio?

— ¡Oh Yeah! Y... estáis todos invitados – comienza a repartir flyers con la invitación – Ustedes dos también. Y mandaremos un mensaje a David para que venga también – eso lo dice mirando a Eros, quien dibuja una sonrisa en su cara. Uuuu aquí hay temita.

— ¿Te ha dicho la poli algo de... Javi? – Carlos de repente se pone serio y todos dejan de reír de golpe y me miran.

— Bueno, al parecer está en un calabozo en Berlín.

— ¿Cómo? – Sam se tapa la boca con las manos y Carlos abre los ojos.

— Pegó a Paul en la puerta de un club o algo así. Y él, por supuesto, ha interpuesto una denuncia por intento de asesinato.

— ¡¡ME CAGO EN TODO!! – Carlos se pone nervioso y da vueltas por toda la habitación. Sam se acerca a él y le agarra del brazo, le da la vuelta y le abraza.

— Todo va a estar bien Carlos. No te preocupes — le da suaves palmaditas en la espalda.

— ¡Joder! – se separa de ella bruscamente – es intento de asesinato, no el robo de una cartera. Eso son muchos años y...

— ¡¡Carlos!! – le llamo y se calla – La teniente al mando, me ha dicho que Paul está investigado por otros asuntos y que esta intervención de Javi les ha venido bien. Con todo esto que ha pasado, seguramente que en pocos días consigen sacarle de allí. Me ha dado buenas vibraciones.

— ¡Joder!

— Tranquilo papá – Enzo se acerca a él.

— Peque – Marcos se me acerca un poco — ¿Estás bien con todo esto?

— Bueno... es una mierda, pero al menos sé que está bien, sano y al menos vivo. Y de verdad espero que todo se solucione pronto. ¿Carlos?

— ¿Sí?

— Puedes llamar a Bryan, necesito preguntarle algo.

— ¿Ahora?

— Sí y pon el manos libres, así me ahorro contaros después todo.

— Bien – se acerca con el teléfono tecleando y lo deja sobre la cama. Se oyen los tonos. Veo que todos se quedan mirando el terminal con cara de pasmarotes. Si no fuese algo muy serio les echaría una foto y me reiría de ellos después.

— ¡Hey! —Bryan responde

— ¿Bry?

— ¿Lola? ¿Estás bien? – suena preocupado.

— Si... oye necesito saber si hablas con Mel.

— ¿Mel? No, desde hace un tiempo no hablo... con ella.

— Vaya...

— ¿Por?

— Bueno resulta que ella fue a buscar a Javi a Berlín. Y han estado juntos allí.

— ¿Cómo? ¿Cómo la localizó?

— Ni idea.

— Igual esa es la mujer a la que localizó desde mi móvil cuando le acerqué al hotel y luego al aeropuerto – Carlos interviene.

— No sé. Pero cómo lo hizo. No creo que se supiese su teléfono.

— Lo hizo a través de una red social o así. Al menos es lo que me contó.

— ¡Joder! Para ser anti redes sociales, mi tío es un genio – Enzo lo dice sonriente y se le nota orgulloso.

— Bueno. Al menos me alegro de que no haya afrontado esto solo. Mel es... una buena tía y seguro que... su... prometido o... o lo que sea, puede ayudarles – Bryan tiene un tono abatido. Como si le costase decir todo lo que dice y ha tragado saliva un par de veces. Creo que esa chica le gustaba de verdad.

La puerta de la habitación se abre y mi futura suegra aparece con manolito, Lucía y German Jr.

— Bueno Bry, gracias. Oye, te veo luego en casa – le digo y cuelgo tras su ok.

— Hola Tita – Lucía se lanza a mis bazos y me da muchos besos por la cara. Desde que se enteraron de lo que me ha pasado, todos están muy cariñosos conmigo. Ya no hay sospechas de cuernos, ni malas caras, ni dudas.

Rosario se queda mirando la mano entrelazada de mi padre conmigo, que no me ha soltado en todo este tiempo, por cierto.

— Rosario – la saco de sus pensamientos y me mira interrogante – te presento a mi padre.

— Oh – se pone la mano en el pecho – Esto no me lo esperaba.

La mujer se acerca a Marcos y le da dos besos. Y se acerca a la cama

— Soy Rosario, la madre de Javi.

— Hola – mi padre me suelta y se limpia las manos en los vaqueros. Le noto nervioso y he sentido que le habían empezado a sudar las manos – Yo soy Francisco Luján. Un placer – le tiende la mano y Rosario se acerca y le suelta dos besos. Mi padre se pone super rojo. Es la primera vez que le veo así, Enzo y Eros cuchichean por lo bajo y los demás parecen estar a otras cosas. Pero percivo la tensión entre ambos. La energía que desprenden. Y aunque adoro a mi padre, cuando está bien, no merece una buena mujer como Rosario. O bueno, Rosario no merece un hombre inestable como mi padre.

Al cabo de un rato y de una charla agradable con todos, aparece mi doctora junto a Bryan. Me dan el alta y me voy con mi amigo a casa. Él lleva todo este tiempo en casa de Javi, al mudarse a Madrid por su próximo trabajo. Llegamos a casa y como estoy muy cansada me voy a mi cuarto. Necesito mantenerme fría y no pensar demasiado en la situación de mi grandullón. O me va a dar un jamacuco.

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