El cuerpo de Max se sacude con fuerza. Una convulsión está haciendo estragos en su cuerpo y empujándolo aún más a un abismo del cual ya no podría salir...
Aunque sus ojos no se abren, incluso hasta el más optimista, sabe que la persona en esa camilla está sufriendo infinitamente.
Cuando las alarmas en la habitación de Max, suenan, el doctor y las enfermeras se apresuran a llegar. Les es difícil controlar el episodio convulsivo, su cuerpo se sacude con furia y se corre el riesgo de llegar a lastimar al bebé.
Las enfermeras se apresuran a sostener un poco su abdomen para evitar que se golpee, no pueden hacer mucho más, durante los episodios convulsivos el cuerpo del paciente no se debe intentar detener, pues solo podría ser letal para el paciente. Hasta que la convulsión se detenga pueden ayudar.
Tras unos segundos de batallar, los movimientos bruscos se detienen y la habitación se hunde en un silencio sepulcral, hay una extraña sensación de intranquilidad en el ambiente. Como si supieran por instinto que algo muy malo sucederá.
Es como... La calma antes de la tormenta.
—¿Por qué ha tenido una convulsión? —Pregunta una de las enfermeras muy alarmada —Jamás tuvo una convulsión durante el coma.
El doctor Leandro se muestra perplejo. Y luego de procesar la información, reacciona.
—Su cuerpo —Exclama —Su cuerpo nos está dando señales de movimiento. Quiere despertar del coma...
Las enfermeras se acercan a Max y acomodan las agujas intravenosas que se han movido durante la convulsión. Y aumentan un poco el nivel de oxígeno para intentar acelerar un poco el corazón esperando un mejor estímulo.
Podría despertarlo del coma.
—Vamos Alex... —Murmura el doctor —Reacciona, pelea por tu vida, pelea por tu bebé —Acomodan el cuerpo de Max sobre su hombro izquierdo y Sin nada más que hacer, que esperar, alejan sus manos del pálido cuerpo de Alex y observan expectantes e impacientes ante la duda.
Pero simplemente parece que ya no quiere reaccionar.
—Vamos chico... —Suplica el médico —Fletcher espera por ti...
El doctor aprieta los puños hasta que sus manos se vuelven blancas y contiene la preocupación en la garganta en forma de nudo. Un nudo que le prohíbe siquiera tragar saliva. Alex simplemente ya no quiso reaccionar.
—No te des por vencido...
Y un violento movimiento los altera.
Las máquinas a las cuales está conectado se vuelven locas y emiten pitidos alarmantes, suena una alarma en el pasillo y el doctor se paraliza durante unos segundos.
Alex está teniendo un paro cardíaco.
—Traigan el desfibrilador — Se le corta el nudo de la garganta y las manos inevitablemente le comienzan a temblar.
Si fuese un paciente normal esto sería como una práctica rutinaria como en la universidad. Pero... La persona que está vez sufre el paro cardíaco es la persona que más ama el alfa de una poderosa manada. El simple hecho de pensar que podría perder una vida tan importante, inevitablemente le hace sentirse aterrado.
Pero incluso bajo la terrible presión mental, decide que no es momento de estupideces, se pone manos a la obra y comienza a instruir a las enfermeras.
—Necesito que traigan una camilla rígida —Pide y una enfermera sale de la habitación para buscar lo que pidió —Mascara de oxígeno al 100%.
—Si doctor —Otra mujer se da la vuelta y agarra la máscara de oxígeno y se la coloca a Max para comenzar a pasarle oxígeno.
—El desfibrilador —Una de las encargadas de cardiología llega con el desfibrilador y espera órdenes del doctor para iniciar reanimación.
Cuando la enfermera llega con la camilla Max es posicionado con una inclinación de 30° hacia la izquierda y su gran abdomen es empujado con cuidado hacia la derecha para comenzar a recibir RCP.
El cuerpo de Max tiembla y se sacude con fuerza al recibir reanimación.
La mascarilla de oxígeno es alejada del rostro de Max para recibir 30 compresiones cardíacas y 2 respiraciones boca a boca. El doctor ejerce fuerza sobre el corazón de Max y luego intenta empujar aire por sus pulmones. Pero simplemente no funciona.
Intenta reanimarlo sin el desfibrilador, pues en situaciones normales no sería dañino para el bebé. Pero en esta situación en la cual Max está en los huesos, a un paso del abismo... Sería Totalmente riesgoso usar el desfibrilador.
—Lo estamos perdiendo —Anuncia alarmada una de las enfermeras y el doctor se apresura a tomar el desfibrilador.
— coloca el Voltaje a 150 watts —La bata de Max es abierta del pecho con unas tijeras y un frío gel cae sobre su piel, está listo para recibir una terrible descarga que dejara quemaduras de segundo grado en su pecho.
Luego de colocar el gel, las mujeres alejan las manos del cuerpo de Max al mismo tiempo que el médico dice;
—¡Fuera manos! —La primera descarga eléctrica llega con una fuerza abismal, la espalda de Max se arquea ante el impulso eléctrico y por un segundo, su rostro se arruga, pareciera que morirá del dolor...
Esperan unos segundos para ver si el corazón de Max vuelve a latir, pero nada... El monitor cardíaco no muestra ningún cambio. Solo deja ver una línea color roja que se extiende sobre la pantalla y un pitido constante que no se detiene.
—Aumenta la carga a 180 watts
Sabe que 180 watts puede ser peligroso, pero la vida de Max de todas maneras se le está yendo de las manos... Hay un extraño sonido eléctrico enamanando del desfibrilador y luego de aumentar la carga, Exclama; —¡Fuera manos!
La segunda descarga llega justo al centro del pecho. Nuevamente, la espalda de Max se arquea con violencia y el monitor no muestra ninguna señal de vida en Max.
—Responde... —Deja el desfibrilador de lado, y sigue dando RCP. Las manos del doctor se mueven con astucia buscando desesperadamente traer a Max a la vida. —Responde... Responde... —Presiona con más fuerza esperando resultados, pero nada...
El doctor bloquea la nariz de Max con nuevas intensiones de dar respiración de boca a boca, coloca su mano izquierda sobre la mandíbula de Max y le cubre las comisuras de la boca para que el aire no se escape, el doctor toma aire y luego pega sus labios a los de Max y empuja tres bocanadas de aire.
Se detiene, le tiemblan las manos, y un incómodo cosquilleo le recorre por las paredes bucales de sus mejillas.
Al darse cuenta de que la respiración de boca a boca no funciona, se coloca en posición para dar más RCP.
Pero una voz comienza a desconcentrarlo.
—Doctor... —Una de las enfermeras le toca el hombro tratando de hacerlo reaccionar. Se puede ver claramente como han perdido toda esperanza en traer a Max a la vida. No pueden soportar más el ver cómo el delgado cuerpo de Max se sacude, realmente parecía que sufría tan inmensamente —Doctor... —Chilla una de las enfermeras con un terrible nudo en la garganta— Deténgase... No hay nada más que hacer...
Ante las palabras de la chica, el hombre se paraliza, abre los ojos de par en par y observa el delgado y pálido cuerpo de Max.
Se siente terrible, inútil, estúpido. Aunque hizo lo que puedo y lo que estuvo en sus manos, no logro salvarle la vida a su paciente. La sola idea de no haber podido ayudar a Max lo agobia, lo destruye, y el recuerdo del pequeño bebé en el vientre de Max lo derrumba por completo.
Siente como se le revuelve el estómago y la bilis amenaza con salir desde su garganta. En todos sus años como médico, jamás había visto morir a un padre y su hijo frente a él. El pensamiento lo hace sentir culpable.
—¿Está bien doctor? —Una de las chicas toca suavemente la espalda del doctor, pero este no se molesta en mirarla.
—Llenen el expediente de defunción, hablaré con el alfa... —Las palabras apenas y salieron de su garganta, sentía que cada letra que emanaba de su boca, era una filosa cuchilla que rebanaba su garganta.
Cuando los pesados pasos del doctor están a punto de llegar a la puerta de la habitación, un pequeño sonido lo detiene.
El monitor que está conectado al pecho de Max comienza a mostrar signos de vida en Max. La línea roja en el monitor se torna verde, poco a poco va subiendo y bajando.
El doctor no pierde tiempo.
Vuelve sobre sus pasos y coloca el estetoscopio en el pecho de Max, hay un latido uniforme y conciso que se mantiene firme y da fuertes señales de vida.
Las enfermeras rápidamente colocan más sueros intravenosos y cócteles de medicina esperando poder estabilizar a Max.
Y sin esperarlo, después de interminables meses;
Los ojos de Max se abrieron.
Había una expresión confusa en su rostro y a la vez un pánico inexplicable. Respiro con fuerza al sentir sus pulmones pesados y sus ojos se nublaron debido al ardor en su pecho. Había una terrible sensación de cosquilleo cerca de su corazón que le hacía sentir incómodo. Y la piel sobre su pezón izquierdo esta de un rojo intenso, arde con fuerza y le hace chillar y quejarse.
Las personas observaron con asombro, hacía apenas unos segundos antes, el chico era un saco de huesos totalmente vacío, sin vida, muerto. Verlo despertar después de tantas dificultades les regala una gran sensación de Victoria.
—¡Alex! —El doctor se acerca rápidamente para hacer los chequeos correspondientes y pone 3 dedos frente a su rostro y pregunta; —¿Cuántos dedos hay aquí?
Durante largos segundos se muestra confundido mareado, incluso con un terrible cansancio. Ha estado en cama durante cuatro largos meses, su cuerpo está muy acalambrado por permanecer largas horas en la misma posición. Luego de sentirse mejor orientado y con la vista más clara murmura;
—Fletcher...
—Alex ¿Te duele algo? ¿Sientes algún malestar? —Enciende su lámpara y se enfoca en revisar las pupilas de Max.
El Omega aprieta sus ojos con fuerza producto de la molesta luz blanca y da fuertes y pesadas bocanadas de aire, sus pulmones arden, se siente extraño, como si sus pulmones repentinamente hubiesen apagado el piloto automático y él debiese cargar con la responsabilidad de hacerlos funcionar aún, es molesto, su corazón duele, es una sensación extraña, como si pícara.
—Mi pecho... —Se queja y aprieta el lugar donde le habían dado la descarga eléctrica, está zona está enrojecida e hinchada —¡Ay! Duele mucho
Las enfermeras rápidamente buscan gasas, alistan analgésicos y anestesia para evitar que Max sufra más.
El pequeño omega siente como si algo no estuviese bien, como si se hubiese levantado de una pesadilla, está paranoico y poco a poco su cuerpo comienza a temblar; Se siente vulnerable...
—¡Fletcher! —Exclama Alex al ver rostros desconocidos. Deliberadamente, le hace recordar al doctor Anubis y su terrible experiencia en ese lugar —¡No, no se acerquen! —Grita asustado y se arrastra hasta chocar contra la pared. Cubre su nuca con ambas de sus manos y se hace bolita hasta que sus rodillas chocan contra su abultado estómago.
El doctor y las enfermeras entran en pánico, Alex no esta en condiciones de moverse, pero aun así, el miedo lo obligo a moverse de golpe.
—Está bien... —Las enfermeras retroceden y levantan las manos en son de paz —Soy amigo de Fletcher, me llamo Leandro. Tranquilo —Aun con las manos en alto se acerca un poco y le muestra a Alex su identificación.
Alex mira la identificación y se da cuenta de que es el mismo hospital donde estuvo internado cuando fue recogido en río.
—Fletcher... ¡¿Dónde está?! —Aunque ya se siente más seguro, no se siente tranquilo, no quiere creer que estará seguro hasta poder ver a Fletcher.
Quiere moverse y levantarse, pero su estómago lo hace quedar en shock... Hay un abultado vientre pegado a su estómago, es muy grande...
"El bebé..." Piensa el menor "Aquí sigue mi bebe..."
Hay una extraña sensación de amargura recorriéndole el paladar, pues sabe muy bien quién es el padre del bebé, y sabe cómo fue concebido, pero... No sabe odiar al bebé que lleva en su interior.
A pesar de que en un inicio repudio la idea de tener a ese bebé, el pensamiento le duró solo un instante. No pudo odiar la idea de sostener a su bebé, o de verlo vivir y crecer...
Podrá odiar a Decker, pero jamás a su pequeño bebé...
—¡Ay! —Chilla al sentir un terrible dolor en el abdomen. Y luego se siente sin fuerzas, parece que se desmayara pronto. Solamente que...
Esta vez Fletcher no está allí para sostenerlo mientras cae en los brazos de mor feo.