— N-no... —jadeó asustada— ...p-puedo...resp-pirar...
Seok-Woo le abarcó ambas mejillas con sus manos. Agachado junto a ella en el frío suelo del vagón la obligó a alzar la cabeza para mirarlo.
— Si puedes. —aseguró mientras retiraba las lágrimas de Sun-Hee— Solo tienes que imaginar el aire entrando y saliendo de tus pulmones.
Era la primera vez que Seok-Woo veía a alguien sufriendo un ataque de pánico, y lo que no imaginó que le pudiera suceder a él en una situación así, le terminó pasando. Se asustó.
— É-él... —Sun-Hee buscó los ojos del hombre, y pudo ver en ellos lo preocupado que estaba— Él... ya no está. —y tras murmurar aquello rompió en llanto de nuevo, sintiendo como su pecho estaba siendo arrancado de su cuerpo por la pena.
Dolía, y demasiado.
Seok-Woo se quedó rígido, con el cuerpo helado y notando como las palmas de sus manos se mojaban por las lágrimas de ella. Podía sentir su dolor, su pena, porque él se sentiría igual de perder a su hija. Gruñó con fastidio. Sun-Hee había salvado a su hija, en cambio, él había matado a su hermano. Jamás se había preocupado por nadie que no fuera él o su familia, pero ahora... ahora era tan distinto que lograba ser aterrador
Rodeó las manos de Sun-Hee, que se habían enredado en la tela de su camiseta en busca de aplacar la presión, y las llevó hasta él. Las colocó justo sobre su pecho, que se elevaba lentamente con cada inspiración.
— Puedes respirar. —reafirmó de nuevo— S-solo... imítame ¿de acuerdo?
Sun-Hee, con su cuerpo agitándose en desesperados espasmos, asintió. Poco a poco sus atascados pulmones empezaron a seguir el vaivén del pecho de Seok-Woo. Miró sus labios e inspiró cuando él lo hizo, para después exhalar juntos y así el ciclo se repitió hasta que ella misma fue capaz de respirar por si sola. El aire por fin pudo invadirla de nuevo, pero aunque hubiera conseguido superar el horror de un ataque de pánico, nada le podría quitar el dolor de perder a Yeong.
— ¿Estás mej...—las palabras murieron en su boca cuando los brazos de Sun-Hee le rodearon. Parpadeó aturdido ante el repentino abrazo y tras unos segundos en blanco, fue capaz de corresponder dejando suaves palmadas en el hombro de ella.
▽
Cuando Sun-Hee pudo recobrar la sensatez, Seok-Woo le explicó lo que debían hacer a continuación. Llegar al vagón 13, donde Soo-An y la mujer embarazada se escondían de los muertos que atestaban el tren.
— Que ella se quede junto a ti. —ordenó el marido intercalando una mirada de pena entre ella y Seok-Woo.
Sun-Hee ni siquiera fue capaz de rechistar, porque sabía muy bien que en aquel momento ella no era más que una carga. Se movía errante por el vagón, fácilmente confundible como uno de los muertos, aunque a diferencia de ellos, ella soltaba algún que otro monosílabo como respuesta a las palabras que Seok-Woo le dirigía de vez en cuando.
— No te separes ¿de acuerdo? —Sun-Hee frunció el ceño ante sus palabras, no sabiendo bien en qué momento habían empezado a tutearse— Hay que atravesar varios vagones, y tú y yo estaremos detrás de ellos dos. —los ojos de ambos viajaron hasta el corpulento marido y el adolescente que al igual que Yeong llevaba la chaqueta del equipo. Seok-Woo pronto volvió a centrarse en ella, y en envolver sus antebrazos con cinta por si acaso la mordían— Sun-Hee. —la llamó despertándola de su trance.
— Perdón...
Seok-Woo negó entregándole una improvisada herramienta como arma.
— S-solo... —apretó los labios, incómodo— No te separes de mí.
Y los cuatro, aunque estaban completamente aterrados por los muertos, abrieron las puertas del primer vagón. Sun-Hee se mantuvo detrás de todos, incapaz de mirarlos a los ojos porque en ellos solo veía el rostro de su hermano. Imaginaba a Yeong en aquel instante, corriendo por el andén del tren, ensangrentado y con su tierno rostro descompuesto en una expresión monstruosa. Un chico tan dulce e inocente, había sido convertido en algo horrible en unos instantes. Ni siquiera fue consciente de los gruñidos hasta que estos cesaron abruptamente. Seok-Woo la había arrastrado junto a él hasta el siguiente vagón.
Entonces se obligó a sí misma a reaccionar, no podía quedarse estática a la espera de que Seok-Woo la salvara una y otra vez. Ella no era así, nunca lo fue. Subió la vista de sus pies hasta los muertos que atestaban el segundo vagón, y rápidamente se arrepintió. Eran los compañeros de Yeong, con sus ropas deportivas aún en sus cuerpos pero ensangrentadas y desgarradas por los golpes y las mordidas. Y ella no fue la única que quedó petrificada ante aquella imagen, pues el adolescente que los había acompañado se quedó helado junto a ella. Tenía el bate en alto, pero no se movía ni un centímetro aunque los muertos estuvieran golpeándose entre ellos frente a él. De no ser por el marido y Seok-Woo, ambos ya habrían muerto por culpa del miedo que los tenía helados.
Noona...
Sun-Hee miró a su alrededor, esperando encontrar el rostro de su hermano.
Noona, estoy aquí.
Definitivamente, era la voz de Yeong, tan real y nítida como el mismo aire que estaba entrando a trompicones por su boca.
Por favor, noona, ayúdame.
— ¿Yeong? —susurró, siendo su voz opacada por los gruñidos.
Sus ojos viajaron de punta a punta del vagón, no viendo más que muertos. Entonces supo que estaba delirando, que aunque por un azar del destino su hermano estuviera allí, ya no sería él mismo. No la miraría con cariño ni calidez, sino con unas monstruosas ansias de matarla.
— Seok-Woo... —murmuró ahora y, como si le hubieran lanzado un jarro de agua fría, despertó.
Encontró al susodicho acorralado entre varios muertos, con uno de ellos tan próximo a su cuello que ya había sacado sus dientes para desgarrarle la carne. Sun-Hee reaccionó, elevando la improvisada arma entre sus manos y acortando la distancia que los separaba en dos cortos pasos. Y de un golpe firme, estrelló el hierro contra el cráneo del muerto. Seok-Woo quedó liberado al instante, pero ninguno tuvo tiempo de relajarse cuando otros dos aparecieron. Sun-Hee actuó de nuevo, llevada por un instinto protector, y se colocó entre el hombre y aquellos animales que ya habían dejado de ser humanos.
Los dedos de Seok-Woo se hundieron en las caderas de Sun-Hee, tirándola hacia atrás junto a él. La mandíbula de uno de los muertos chirrío hincándose en el aire, justo cuando la pareja quedó pegada a los asientos del vagón. Y allí, tirados incómodamente uno sobre el otro, esquivaron torpemente los brazos que se estiraban hacia ellos y las cabezas que se abrían paso buscando morderlos. Y fue justo entonces, cuando el tren quedó a oscuras al cruzar un túnel.
lamento la tardanza del capítulo :)
la universidad y los k-dramas me tienen absorbida
por cierto, si hiciera fic de algún k-drama ¿cual os gustaría?
de momento tengo un par de ideas para algunos, sobretodo en los que sale Gong Yoo o Lee Min Ho
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