• ꜱɪx •

3.3K 393 25
                                    

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Una hora atrás...

Yong-Guk empezó a zarandear mis hombros. Había tanta sangre en el suelo y en los cristales... era como estar en mitad de la noche, en una noche roja. Chilló sobre mi cara, justo antes de golpear contra mi pecho mi bate del equipo. No supe cómo, quizás fue un reflejo, pero lo sostuve entre mis manos como si estuviera en mitad de un partido. El partido donde tendríamos que estar todos, pero aquello había desaparecido en el aire, justo en el mismo instante en el que el entrenador se abalanzó sobre Chang-Seok arrancándole parte de la cara. Y entonces, lo golpeé. Justo en la cabeza provocando que se tambaleara. Tuve que darle una segunda vez, y fue cuando su cráneo crujió que supe que estaba en una pesadilla. 

Cuando miré a mi alrededor, solo pude ver caos. Yong-Guk sostenía la puerta del vagón para que no entraran más de esos locos. Porque si ya me parecía el mismo infierno allí dónde estaba, al otro lado era aún peor. Eran decenas, todos los pasajeros habían perdido la cabeza, no había otra explicación.

Un grito femenino atrajo mi atención, la amiga de Yong-Guk estaba siendo retenida por una de aquellas cosas. Pero no era únicamente una cosa, lo reconocí al momento, era uno de mis compañeros del equipo, pero no pude recordar su nombre antes de impactar mi bate en su cabeza. Tenía el rostro cubierto de sangre, su chaqueta antes azul ahora era roja y de su boca goteaba un líquido pastoso y burbujeante. Se desplomó en el suelo del vagón. Fue ahí cuando lo reconocí, acababa de matar a Hyun Min, o lo que quedaba de él.

La chica se aferró a mi pecho, empapándome el cuello de lágrimas calientes. Yong-Guk y el resto que quedaban en pie se retiraron de las puertas del vagón, al darse cuenta de que los monstruos al otro lado, no podían abrirlas aunque quisieran. Nada más eran bestias, desesperadas por arrancarnos la carne a tiras, por saborear nuestra sangre como si no fuéramos la misma especie, humanos. Pero quizás ya no éramos lo mismo. Cuando Yong-Guk llegó a mi lado, con las mejillas rojas por la sangre, con su bate goteando escarlata, retiré con la mayor suavidad posible el agarre de la chica sobre mi chaqueta. Esta pasó a aferrarse a mi amigo, quien logró percatarse al fin de que tan solo habíamos quedado vivos menos de la mitad del equipo.

✓ TRAIN TO BUSAN ⎯⎯ ꜱᴇᴏᴋ-ᴡᴏᴏOnde histórias criam vida. Descubra agora