✓ TRAIN TO BUSAN ⎯⎯ ꜱᴇᴏᴋ-ᴡᴏᴏ

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Tres intentos fallidos por llamar a Yeong, definitivamente no iba a responderle el teléfono. Con impotencia Sun-Hee golpeó el volante al verse detenida por un semáforo en rojo. No sabía que demonios estaba ocurriendo, pero su instinto le decía que su madre corría peligro al igual que su hermano. La situación no tenía ni pies ni cabeza, no obstante eso no impedía que estuviera asustada hasta la médula.

Había intentado contactar de nuevo con aquel número, pero nadie al otro lado aceptaba la llamada, su única opción era cumplir con la orden de su madre. En cuanto la luz destelló en verde, su pie se hundió en el acelerador. La esperanza de Sun-Hee era que su padre, el cual también parecía haber sido absorbido por la tierra, ya que tampoco respondía su teléfono, fuera quien sacara a su progenitora de aquel caos aún desconocido.

Ni siquiera se molestó en aparcar correctamente el coche, los neumáticos marcaron el asfalto y saltó atropelladamente por la puerta. 

— De acuerdo... —Sun-Hee trastabilló, causando que por poco cayera de bruces mientras descendía las escaleras de la estación— Tranquila. Objetivo, impedir que Yeong tome el tren. —hizo aspavientos con sus manos, buscando reencontrarse con aquella serenidad de la que tanto presumía siempre.

— Todos los pasajeros, amablemente suban al tren que está listo para partir hacia Busan. —una voz distorsionada, sin embargo femenina, se hizo oír por toda la estación.

— Cambio de planes. —se lamentó cesando sus gestos. Su cabeza se torció explorando la zona, buscando rápidamente la máquina de tickets.

Sun-Hee normalmente solía ceder siempre su puesto, en colas de supermercados, restaurantes, incluso en los bancos, los cuales siempre solían estar vacíos. Siempre cedía, era su costumbre, pero esta vez no tuvo consideración al acelerar su paso para robar el primer puesto en la venta de billetes. 

El trabajador al otro lado del cristal elevó una ceja molesto.

— ¿A dónde? —cuestionó con voz monótona.

Ella no se percató de su falta de cordialidad, y aunque lo hubiera hecho, no cambiaría en nada su respuesta.

— A Busan, por favor. —hizo una mueca intentando calmarse— En el tren que está a punto de partir. —empezó a golpetear las yemas de sus dedos contra el mostrador, lo que hizo que el trabajador aumentara su expresión de desagrado.