La Leyenda de Zelda: El Héroe...

Por AdanIIlusion

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La ultima leyenda de Zelda. Un mal muy antiguo es liberado, una joven princesa llena de esperanza desaparece... Mais

La Leyenda de Zelda: El Héroe Dorado
Prologo.
Valor
Poder
Crepúsculo
Reino Claro
Caballero de la Muerte
Caballero de la Esperanza
Ravio
Destino
Minish
Guerra Civil
S.S.
Bajo Una Misma Bandera
El Rey Maldito
LAZZOZ
Fe
Caballero Negro
El Camino
Mundo Oscuro
Ruby

Sabiduría

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Por AdanIIlusion

Era muy difícil vendar con una sola mano la herida donde mi extremidad había sido arrancada pero tenía que hacerlo. Din había usado alguna clase de magia para detener la hemorragia.

-¿Me vas a decir entonces?-.

-¿Decirte que, elegido?-.

Miré a esa luz roja parlanchina parpadear más de lo usual y luego giré la cabeza.

-¿Qué son estos triángulos dorados en el dorso de mi mano?-.

Din levitó alrededor mío y luego habló.

-¿Has esta prestado atención a las historias? ¿Recuerdas el poder que utilizo la reencarnación de Hylia para salvar a todos de la superficie?-.

-Lo recuerdo, el poder dorado o algo así-.

-La Trifuerza, el poder que mis hermanas y yo dejamos en este mundo, no lo ha abandonado, solo se dividió en tres. Permaneció oculto en las almas de las criaturas más adeptas a él hasta que fuera el momento correcto-.

-¿Qué pasa cuando juntas los tres?-.

-Si el corazón de la persona que lo posee esta en equilibrio con valor, poder y sabiduría, sus deseos se harán realidad-.

-Entonces ese es tu plan, voy ir reuniendo los triangulitos dorados hasta completarlo y desear que el mal desaparezca-.

Din no dijo nada.

-Bueno, no importa, ahora tengo el "poder", con ello voy a salvar a Zelda y luego continuaré con tu misión-.

-Parece que hemos perdido bastante en esta misión- Din flotó a un lado de mi herida.

-¡Estoy bien! ¡Tengo que Salvar a Zelda! Podría seguir aunque rompieran todos mis huesos- dije con una sonrisa- pero ahora, el maldito de Ganondorf ha destruido el puente, como se supone que regresaremos.

-Llevas una esencia de mi poder, creo que yo puedo manejarlo-.

Din se introdujo como un fantasma en mi cuerpo.

-¿Q-que estás haciendo?-.

De repente sentí como si jalaran de mí rápidamente y empezara a flotar, todo a mí alrededor comenzó a moverse bruscamente y de un golpe toqué el suelo, encontrándome en medio de un oscuro bosque.

-Bueno, eso fue rápido, ¿Por qué no siempre usamos este transporte?-.

Din salió de mi pecho.

-No podíamos, solo ahora que posees la Trifuerza del Poder, además el viaje sale muy caro, necesitó mucha energía que no tengo-.

-¿Y dónde estamos? ¿O solo escogiste un lugar al azar?-.

-Mi poder nos lleva cerca de la energía de la última criatura con la que hemos convivido-.

-¡Zadkiel!- exclamé y empecé a correr. Nunca me había dado cuenta de lo difícil que era hacerlo sin un brazo.

-¡¿Qué estás haciendo, elegido?!-.

-¿Qué no es obvio? ¡Estoy buscando a Zadkiel! ¡Dijiste que estaría cerca!-.

-Elegido...-.

El tono de Din era raro pero seguía moviéndome hasta que vi algo que me heló la sangre. Deje de correr y abrí los ojos lo más que pude.

-Yo dije que su energía estaría cerca. Nunca dije que...

A unos metros delante estaban dos brazos desmembrados cubiertos por vísceras y un corazón latiendo encima de todo ello. Justo detrás estaba la espada de mi padre clavada al suelo con un letrero colgándole que decía: "Sigue el rastro"

-Nunca dije que él iba a estar bien- dijo Din.

No dije nada, solo me acerque unos pasos. Preste más atención, un brazo era negro como el de un demonio y el otro era el de un humano. Desenvaine la espada Maestra y tomé la espada de mi padre clavada al suelo con la misma mano, luego seguí el rastro, caminando con normalidad.

-¿Elegido?-.

Seguí caminando.

-¿Link?-.

Paso a paso por la maleza.

-¡Link!-.

-¡¿Qué quieres?!- le grité con una voz diferente, casi como la de una bestia.

-Es muy seguro que esto sea una trampa- dijo Din.

-Más vale que lo sea- dije.

Corté el último árbol para salir del bosque y allí se encontraba todo un ejército de demonios en un lugar abierto rodeado por formaciones rocosas. Clavé la espada de mi padre y luego vi como los demonios reían apuntando a mi brazo.

-¿Cuántos son?- dije.

Los demonios volvieron a reír y uno entre ellos montado en un jabalí de ojos rojos salió hasta el frente y contestó.

-Más de 500-.

-¿Esta Garael aquí?- dije.

-Pensó que había cosas más importantes que hacer que derrotar a una rata pálida- los demonios se carcajearon- e invalida-.

-¡Link, esto es estúpido! ¡Lo más sabio es escapar y encontrar a Zelda sin llamar la atención! ¡Ir directo a su trampa no es seña de valor, solo de inmadurez!-.

-¿Quién necesita valor...cuando tienes poder?- dije.

-¡Link!- gritó Din.

-¡¿Bueno, qué esperan?! ¡Quiero ver sus caras cuando una rata sin un brazo los haya derrotado a todos!-.

Los demonios dieron un grito de guerra y armados con hachas, armaduras y lanzas corrieron hacia mi dirección. Tomé la espada Maestra y bañado en ira arremetí contra ellos.

La espada Maestra era tan poderosa que de un solo tajo era capaz de destruir a un demonio, desvaneciéndolo, sin embargo, escapar de sus ataques era muy difícil, fui golpeado y mandado a volar hasta una roca.

Me lanzaron una lluvia de flechas y apenas con la ayuda de la espada y el escudo llegué a sobrevivir solo con dos flechas clavadas en el hombro izquierdo. Corrí hacia ellos con cada vez más furia y lanzaba espadazos a diestra y siniestra sin ninguna elegancia. Fui golpeado en la cara y un martillo acertó mi estómago, haciéndome volar y tirar la espada y el escudo.

-¡Elegido! ¿¡Por qué ahora?! ¡No tengo poder!-.

Vomité sangre y luego dije.

-Pero yo si- el triángulo dorado en mi mano empezó a brillar intensamente.

Los demonios me rodearon para acabar conmigo y mi deseo de matar solo se hacía más grande. El brillo de la Trifuerza iluminó sus inmundas caras y con un aullido perdí el conocimiento.

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<<DIN>>

-Es justo como pensé- dije.

Los demonios más cercanos a Link salieron volando uno tras otro con una fuerza descomunal, destruyendo las rocas con las que se estrellaban.

-Cuando el equilibrio se pierde y la oscuridad gana...-.

Un enorme lobo negro sin un brazo empezó a matar al ejército de demonios con facilidad. Con su garra como navaja los partía a la mitad y con sus colmillos despedazaba sus cuellos. Robó sus armas y las usó contra ellos.

-...La Trifuerza te transforma en tu monstruo interno-.

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Abrí los ojos, estaba mareado y muy adolorido. Tenía mucho frio, luego me di cuenta que me encontraba desnudo, sucio y repleto de sangre que no era mía.

-¿Qué rayos ha pasado?- pregunté.

-Ha pasado una hora- dijo una voz.

-¡Din!- intenté pararme pero caí de inmediato, mi cuerpo estaba muy fatigado. Después recordé que estaba desnudo, así que busque algo con que cubrirme cuando pude observar con más atención el panorama- ¿Qué es esto?

Estaba rodeado por cientos de cadáveres.

-¿Quién hizo esto?- dije.

-Tú. Tú los mataste a todos sin misericordia-.

Aquello me sorprendió bastante.

-Bueno, de nada, logramos salir airosos de la trampa-.

-¡Dices eso porque no sabes lo que ha pasado! ¡No viste el monstruo en el que te convertiste!-.

-¿Qué?-.

-¡Eras una bestia oscura! ¡Justo igual que Ganondorf! Has caído muy bajo elegido-.

-¡Hey! ¡Tú fuiste quien me dijo que debería buscar el poder! ¡Solo lo estoy usando!-.

-¡No! ¡Él te usa a ti! Tienes que buscar el equilibrio en la Trifuerza o nunca serás digno de ella, te volverás a convertir en esa criatura y mataras sin distinción a tus seres queridos-.

-Si es que para entonces aún queda alguno- caminé hasta la tienda de los demonios en busca de alguna prenda recordando el porqué de mi enojo.

-Solo digo que al iniciar tu travesía no poseías ninguna pieza del poder dorado, solo tu fuerza. No debes olvidar tu propio poder de ahora en adelante, Link-.

Me coloqué una armadura de la tienda de colores negro y marron. Luego voltee hacia Din con confusión.

-Está bien, prometo no perder la cordura la próxima vez- arranqué la manga derecha de la prenda.

Salí de la tienda y caminé entre los muertos, ¿En que debí haberme transformado para acabar con tantos demonios? ¿Qué clase de bestia asesina era? ¿En verdad todo esto era el resultado del poder de la Trifuerza? No tenía opción, si así lo era, estar maldito con este poder era justo lo que necesitaba para traer de vuelta a Zelda. De repente de la más alejada tienda de los demonios un grito me hizo enchinar la piel. Un grito que repetía la misma frase una y otra vez.

Corrí con la poca fuerza que tenía hacia el lugar y entonces lo vi. La cabeza de Zadkiel a un lado de las llamas, suplicando morir una y otra vez con los ojos desorbitados.

-¡Mátenme! ¡Mátenme! ¡Por favor, mátenme!-.

-¡Zadkiel! ¡Soy yo, Link!- coloqué la mano izquierda en su cabeza.

-¡¡Mátenme!! ¡Mátenme!-.

-Es muy tarde, Link. El inmenso dolor por el que está pasando lo ha roto. No volverá- dijo Din.

La miré y luego giré la cabeza hacia Zadkiel de nuevo.

-Debe haber algo que pueda hacer...- los gritos de Zadkiel no paraban- ¡Debe haber algo!-.

-No hay nada, la maldición que Meitei impuso en él es algo que va más allá de mi poder-.

-¡No lo entiendes! ¡Tiene que haber algo!- la marca dorada empezó a brillar en mi mano.

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Un aura dorada empezó a emanar del cuerpo de Link. Luego sin ningún aviso pequeñas luces de la energía que emanaba comenzaron a reunirse en la herida de Link, formándole un brazo dorado de energía.

Con ambos brazos tomó la cabeza del Hibrido-.

-¿Qué es esto?- dije.

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Los gritos de Zadkiel pararon y fijó su mirada en mí.

-Link...- dijo.

-Lo has hecho bien, soldado. Ya todos están a salvo-.

Él sonrió.

-Su misión ha terminado. Es hora de dormir-.

Cerró los ojos aún con la sonrisa en la cara. La marca dejó de brillar y mi nuevo brazo mágico se esfumó como el viento.

-¡Link! ¡¿Qué has hecho?!- dijo Din.

-Tú sabes que no tengo ni idea- le contesté y tomé la cabeza de Zadkiel conmigo, cavé un agujero en la tierra cerca de dos rocas negras. Clavé la espada de mi padre en su tumba y me despedí de él con un saludo. Me alejé del lugar junto a Din.

-¿Sabes lo que has hecho, elegido?-.

- Te lo digo, no tengo idea, pero si se algo, tenías razón. El mejor plan para salvar a Zelda- me coloqué un casco plateado que cubría la cara- es encontrarla sin llamar la atención-.

Utilizando los mapas de los demonios fuimos capaces de encontrar su castillo. El antiguo castillo de la superficie, de Nuevo Hyrule. Era gigantesco y completamente negro. A la vista se podían ver dos guardias protegiendo la puerta.

-Bueno, es hora de empezar el plan- dije.

Caminé hasta los guardias, ellos usaron sus espadas formando una equis para detener mi camino. Mi plan no salía tan bien como lo había pensado.

-Te ha ido mal ¿eh, estúpido?- dijo un guardia apuntando a mi brazo perdido- ¿Qué ha sucedido?-.

-Tuvimos una batalla horripilante contra un Hyliano-.

-¿Otro?- dijo sorprendido el otro guardia. Perfecto, eso quería decir que Zelda estaba aquí- ¡Pensé que era una broma!

-Esa armadura es del comando de Gryuel, ¿A qué vienes tú?-.

Ese debió ser el nombre del demonio en jefe.

-El Hyliano ha escapado pero fuimos en su caza, solo vengo a traerle otros datos al rey Garael-.

Los guardias se miraron entre si y guardaron su espada. Comencé a andar entre ambos y uno me tomó del hombro.

-Debiste haber luchado bastante con esa rata, porque apestas a él. Deberías darte una ducha- dio una palmada en mi espalda y me soltó.

Con el corazón acelerado quité la mano del mango de la espada y espere a que la puerta se abriera en dos para poder entrar. Una vez dentro caminé con tranquilidad y me encerré en una habitación vacía.

-Bien, ¿En que parte del castillo podría estar Zelda?- dije mientras sacaba el mapa y me quitaba el casco.

-Es muy probable que en la sala de tortura- Din salió de mi pecho.

-Eso es lo que temía, bueno, ese cuarto no está muy lejos de aquí, solo debemos...- pero mi oración no fue terminada.

La puerta del otro lado de la habitación se había abierto por dos demonios en armadura.

-¡Tu!- gritó uno de ellos.

Allí iba mí intrusión secreta a la basura. Blandí la espada Maestra contra él mientras el otro demonio escapaba para avisar de mi entrada. El tipo era muy robusto pero fue vencido rápidamente al ser cortado por la mitad con mi espada, desapareciéndolo en cenizas.

-¡Tenemos que darnos prisa!- gritó Din.

-Lo sé, pero primero- empecé a quitarme la ropa de demonio.

-¿Qué rayos haces?-.

-El cuarto es un almacén de antiguas reliquias, si voy a pelear a muerte no será con su ropa- me coloqué una antigua armadura de mi pueblo, plateada y azul con las marcas de la Trifuerza en el pecho- tomaré este escudo también- era un escudo de acero de fondo azul con las mismas marcas- el antiguo que tenía fue destruido totalmente en la anterior batalla.

Volví a romper la manga derecha, puse el escudo en mi espalda y corrí a toda velocidad. Iba por un largo y oscuro pasillo cuando Din habló.

-¿Por qué pasar por todo esto por la reencarnación de Hylia?- dijo.

-Su nombre es Zelda y ya te lo dije, una vez que este a salvo seguiré con tu misión-.

-No, me refiero a porque poner tu vida en peligro por ella, ¿es tan importante para ti?-.

-¿De qué hablas? Claro que lo es, yo siempre la he...apreciado mucho. Ella siempre ha estado para mí desde que mi padre murió, yo no pienso abandonarla aquí en este infierno oscuro-.

-¿Amor, entonces?- dijo.

Al final del pasillo había un cuarto que me llevaría por el camino a Zelda, rompí la puerta de una patada y entré.

-Amor, entonces- contesté.

Cuatro barras de acero aparecieron detrás de mí y en la puerta de salida del otro lado. Era una trampa en un cuarto vacío. De pronto algo muy duro golpeó mi cabeza haciéndome tirar al suelo. Había sangre en mi ojo. Voltee para ver al culpable pero no había nada, solo las paredes sucias y las baldosas mohosas del piso.

-¿Qué demonios me golpeó? Al otro lado de la habitación está el cuarto de tortura, ¿Cómo salgo de aquí?-.

-Fue el piso-dijo Din.

-Perdón, ¿Qué?- dije, pero justo antes de dudar de la cordura de la esfera carmesí las baldosas del piso empezaron a desprenderse por sí solas flotando y girando en el aire.

-Ya veo, el piso, mi peor enemigo- las baldosas volaron a toda velocidad contra mí, pero solo para estrellarse contra mi nuevo escudo una por una-saldremos de aquí, aun me queda una.

Lancé la última bomba que tenía con todas mis fuerzas a la pared y luego corrí hacia delante con el escudo enfrente evitando las baldosas, una vez se produjo la explosión salté por el agujero en medio del humo y los escombros al otro cuarto.

Una vez que el humo se disipó pude ver con claridad a los diez demonios que me apuntaban con sus arcos.

-La princesa ha sido trasladada al salón real, ríndete ahora Hyliano de mierda- dijo un demonio muy gordo de larga barba que se encontraba comandando a todos los demás.

-Link...-dijo Din.

-Confía en mi Din -le guiñé un ojo- ahora, todos ustedes, ¿hay alguno que quiera retirarse antes de empezar?- los demonios se vieron los unos a los otros por unos segundos- ¡perfecto!

Arrojé el boomerang dorado destruyendo todos sus arcos de un tiro. Lo tomé de regreso y con el escudo golpee la cara de un demonio arrojándolo al suelo inconsciente, otro tiró su daga pero al esquivarla le dio a su compañero. Le clavé la espada Maestra en el pecho destruyéndolo, luego corté al que se encontraba detrás de mí.

Lancé el escudo hacia otro rompiéndole el cuello.

-¡¿Un boomerang?!- gritó Din.

-¡Hey! ¡No pude resistirme cuando lo vi en aquel cuarto!- los otros cinco demonios iban a cortarme, pero de un giro de la espada Maestra se volvieron polvo.

-¡Maldita rata!- gritó el demonio regordete, amenazándome con un gran martillo de metal pero no pudo golpearme, el boomerang chocó en su cabeza, tirándolo al piso.

-¡Amo esta cosa!- dije- ¡venga, el salón real está a un piso de aquí!-.

Después de atravesar varios cuartos y largos pasillos abrí la última puerta, llegando al enorme salón oscuro iluminado solo con pocas velas en el techo.

Al fondo en un pequeño lugar elevado se encontraba una silla roja cubierta en oro en donde se encontraba sentado el rey demonio, Garael. Estaba allí dormido con los brazos cruzados, esperando, hasta que sus ojos rojos por fin me vieron. Luego empezó a reír.

-JA JA JA ¿Qué es esto? Has perdido un brazo y ¿aun así vienes hasta acá?-.

Le ignoré, lo que en verdad tenía mi atención era la chica de vestido blanco atada por cadenas a un pedestal encima de la silla del demonio. Llevaba consigo un montón de heridas en el rostro y manchas de sangre en su ropa. Mi mano empezó a temblar y mire de vuelta hacia Garael.

-Bueno, tal vez puedas decirme de una linda hacha para ponerme como brazo, ¿no?- el demonio perdió la sonrisa y yo desenvaine mi espada- ¡pero no tendrás tiempo para eso! ¡Ya estarás muerto!- mi voz volvió a sonar como la de una bestia.

-¡Link!- gritó Din.

El rey demonio empujó la silla hacia la pared destruyéndola y luego saltó hacia acá rompiendo el suelo al caer.

-Ya no tengo dudas, tú y la chica son Hylianos. Meitei debe volver- dijo Garael.

-De nuevo ese nombre, no conozco a la tipa- me abalancé contra el rey demonio pero esquivó mi espada y de un puñetazo hizo estrellar mi cabeza en el suelo.

Luego me atacó con el hacha que tenía en vez de brazo derecho pero a duras penas pude protegerme con el escudo. Después con una patada me lanzo por los aires hasta golpear la pared.

-Ya no los necesito, la diosa Meitei hará una celebración celestial cuando vea que acabé con ustedes-.

Mi cabeza daba vueltas y el dolor en mi pecho era insoportable. Din estaba a un lado de mí.

-¿Sabes porque amo este salón? ¿Por qué me encanta estar aquí? -levantó los brazos y magia oscura se revolvió en su cuerpo- ¡porque está cubierto por los cadáveres de tus ancestros!

Esqueletos vivientes aparecieron desde las sombras armados con un espada en cada mano. Eran de diferentes tamaños, tanto de adultos como de niños. Mi mandíbula no dejaba de temblar de la ira y apreté los dientes notando como los colmillos crecían en mi boca.

-Sin embargo, creo que va a ser muy aburrido matar a la chica después de ti. Debe ser mucho más divertido ver tu reacción al hacerla pedazos-.

Mi puño hizo un agujero en el suelo, mi mente se nublaba hasta...

-200 años y siguen siendo unas ratas tan fáciles de matar- levantó el brazo y el hacha salió volando atada a cadenas que salían del muñón derecho, con dirección a Zelda.

Mi mente se nublaba hasta desaparecer.

-----------------------------------------------------------------

El gran lobo negro tomó el hacha justo antes de impactar con la reencarnación de Hylia.

-¡Esto es imposible!- exclamó el demonio.

El lobo jaló de la cadena y mandó a volar al rey demonio golpeándolo contra la pared, sacándolo del salón real.

Los esqueletos fueron tras el lobo, lastimando con sus espadas las patas de la bestia y otros subiendo en su cuerpo para matarlo. La criatura empezó a hacerlos pedazos mientras rugía y destruía las bases que sostenían el salón.

-¡Link! ¡Tienes que parar ahora, vas a hacer que el castillo nos caiga encima!-dije.

El elegido transformado seguía destruyendo con su garra los esqueletos restantes y la roca sólida.

-¡Link, me prometiste que no volverías a perder la cabeza! ¡Confiaba en ti!- grité.

Link había terminado con sus enemigos pero aun tenia deseos de matar, vio entonces detrás de su espalda y se dio cuenta de la presencia de la princesa en el pedestal. Saltó y preparó sus filosas cuchillas.

-¡No! ¡Link, no lo hagas!-.

-Link...- dijo la minúscula voz de la princesa allá encima aun atada.

El lobo continúo su ataque.

-¡Link!- grité una vez más.

-Parece que estas muy enojado...ha sido un mal día ¿no es así? -Dijo la princesa con dificultad- estoy bien ¿sabes? Estoy también feliz de volver a verte- la princesa sonrió.

El lobo rugió con ferocidad y con su garra rompió en dos las cadenas de Zelda, desatándola y llevándola hasta el piso. Un aura dorada comenzó a emanar del cuerpo del lobo, el cual empezaba a reducir su tamaño lentamente. En su lugar había dejado a Link con una armadura blanca y dorada con las antiguas marcas de la Trifuerza.

------------------------------------------------------------------

-Yo también estoy muy contento de verte- dije con lágrimas rodando por las mejillas y luego abracé con mucha fuerza a Zelda.

De pronto ocurrió una explosión en la pared, llenándose de polvo todo el salón. Le indiqué a Zelda que se mantuviera detrás de mí. Garael había vuelto con el doble de tamaño.

-¡Voy a acabar contigo, enano! ¡No solo soy un guerrero! - Empezó a formar una esfera negra en su mano izquierda- ¡Soy el rey! -la lanzó contra mí.

Saqué la espada Maestra con rapidez y repelí la bola de energía oscura, destruyendo el cuarto adyacente. Corrí hacia él pero seguía produciendo las mismas esferas que repelía cada vez con más dificultad.

-¡Link, en vez de repeler su poder, mándaselo de vuelta! ¡Debería hacerle daño de algún modo!- exclamó Zelda.

-Princesa...tú...-dijo Din.

Seguí el consejo de Zelda, moví de manera diferente la espada y regresé toda su energía contra él, explotándole en el pecho hasta hacerlo caer.

-¡Rata asquerosa!- se movió con rapidez esquivando mi espada, luego colocó su mano izquierda cubriendo toda mi cara y me llevo arrastrado rompiendo el suelo hasta golpear mi cuerpo con la pared.

Inmovilizó mi brazo izquierdo y elevó su hacha.

-¡Ha sido divertido, rata! Admiro tu valor pero no tienes el poder suficiente para derrotarme- movió su hacha contra mí pero no completó el golpe- ¿Q-Qué es esto?-.

Mi brazo derecho dorado había detenido su ataque. Lo golpee con él en el estómago y después tomé su cara para lanzarlo contra el suelo haciéndolo añicos. Tomé con ambas manos la espada Maestra y la clavé en su corazón.

-¿Quién necesita poder...cuando tienes valor?-.

El rey demonio empezó a desvanecerse como polvo oscuro hasta no quedar nada de él.

-¡Link! -Gritó Zelda eufórica- ¡lo has logrado!- me abrazó de nuevo con fuerza.

-Bien hecho, elegido-dijo Din que había aparecido a un lado de mí.

-Zelda, ahora que estas a salvo hay que llevarte de vuelta a Terrea- dije.

-No- dijo Zelda.

-¿Qué? ¿Qué quieres decir con no?- pregunté contrariado.

-No, No quiero Link-.

-¡¿Por qué?!- dije todo confundido.

-He estado prisionera todo este tiempo y quieres llevarme de nuevo a una cárcel. Terrea no es nuestro hogar, Link, es el suelo que pisas en estos momentos y el cielo negro. Nos hemos escondido por mucho tiempo debajo de la tierra, tal vez ya es hora de salir y darle un poco de luz a este mundo-.

-Zelda...-.

De pronto el castillo empezó a temblar con fuerza y rayos y truenos se escucharon en el cielo.

"LOS HE ESCUCHADO"

Una imponente voz resonó en mi cabeza.

-¿De quién es esa voz?- dijo Zelda.

-¿De dónde proviene?- dije.

-No puede ser...-dijo Din.

-¿Din?- dije.

"LOS HE ESCUCHADO. NO PUEDO VERLOS POR QUE DUERMO PERO LES HE ESCUCHADO."

-Esto no estaba en mis planes...- dijo Din con un tono de preocupación.

-¡¿Din, de quien es esta voz?!- dije.

De repente una niebla oscura apareció en medio del salón, dos grandes ojos rojos se abrieron en medio de ella y nos miraron, observándonos con sumo detalle.

-¡Es Meitei!- exclamó Din.

-¡¿Qué?!- dije.

"ESTOY IMPRESIONADA, SOLO TARDASTE 200 AÑOS EN VENIR A MOLESTARME, DIN. PENSÉ QUE TE TOMARÍA UNOS 1000, ES BUENO SABER QUE NO APOSTÉ"

La voz cambió a una más femenina.

"SIN EMBARGO, MÍRATE, ERES UN MISERO ECO DEL INEXISTENTE PODER QUE TIENES Y ACOMPAÑADA DE LOS HYLIANOS QUE JURAS VAN A DESTRUIRME."

Tomé la espada Maestra con ambas manos y los ojos voltearon a verme.

"TAL VEZ ES HORA DE MOSTRARTE HERMANA QUE TUS DELIRIOS SON SOLO ESO"

Una parte de la niebla empezó a formar un látigo oscuro que se volvió un taladro de sombras que se abalanzó con rapidez.

-¡Link!- gritó Din.

Pero el taladro no iba hacia mí, había atravesado el pecho de Zelda.

"AHORA PUEDO VERLO CON CLARIDAD"

-¡¡NOOO!!- corrí hacia Zelda y la tomé en mis brazos. El enorme charco de sangre volvía rojo su vestido.

-Link...-decía Zelda con sangre en sus labios.

-¡No digas nada, Zelda! ¡Vas a estar bien! Voy a...-.

Puso su mano en mi mejilla.

-No seas un prisionero...dale luz...a tu mundo...-su mano cayó y sus ojos se apagaron.

Me rompí en dos.

-¡¡AHHHHHHHH!!- corrí con la espada en mano dispuesto a partir esa maldita niebla.

La blandí con todas mis fuerzas.

-¡¡No lo hagas, Link!!- gritó Din.

Los ojos rojos sin verme rompieron la espada Maestra en pedazos y el taladro de sombras estaba preparado para matarme a mí también. Sin embargo Din se colocó delante de mí formando una pared roja.

"ASÍ QUE ÉL ES TU MAYOR APUESTA, ¿EH, HERMANA? QUE DECEPCIONANTE, EL NIÑO PENSABA QUE PODÍA VENCERME AL TENER CON ÉL LA TRIFUERZA, UNA DIMINUTA PARTE DEL PODER DE CADA UNA DE USTEDES"

Me encontraba en shock con la sangre de Zelda en mis manos y los pedazos de la espada Maestra en el piso. Pero tenía preguntas, tenía que seguir.

-P-Pensé que al completar la Trifuerza podríamos vencerla...-dije.

"PIÉNSALO UN MINUTO MOCOSO, NI LAS TRES DIOSAS PUDIERON DERROTARME, ¿QUÉ TE HACE PENSAR QUE ALGO MENOR QUE ESO PODRÁ CONMIGO? ¿POR QUÉ NO LE DICES LA VERDAD DE UNA VEZ POR TODAS, DIN?"

-Desde el principio sabía que la Trifuerza no funcionaría- dijo Din.

-Entonces, ¿Por qué?- dije.

-Para darte una vía de escape. En este mundo ya no hay esperanza-.

-¿Qué?-.

"NO ES TODO, CON HYLIA MUERTA PUEDO VER CON CLARIDAD DONDE SE HAN ESTADO OCULTANDO TODO ESTE TIEMPO. CUANDO DESPIERTE POR COMPLETO, TODO HUMANO VA A DESAPARECER DE UNA VEZ POR TODAS"

Todos en Terrea van a morir.

-¡Link! Mi poder no va a durar mucho, estoy a punto de evaporarme por siempre, tienes que huir-.

¿Huir? ¿Para qué?

-¡Link! ¡Esto es tu elección!-.

¿Mi elección?

-Puedes quedarte, llorarle a los muertos y morir con ellos-.

Levanté la vista hacia la esfera roja que parpadeaba una y otra vez.

-O puedes irte y buscar la luz...para tu mundo-.

Abrí los ojos de par en par.

-Escoge con sabiduría. Espero volver a verte, amigo-Din brilló intensamente cegándome con esa luz roja.

Sentí que el mundo se me movía y así era, había sido trasladado fuera del castillo, en medio del bosque a kilómetros de donde me encontraba.

Por un minuto pensé en regresar pero entonces, comencé a recordar a todas las personas que ya había perdido y todos a los que iba a perder. No, no tenía forma de salvarlos, no había respuesta, no había salida...en este mundo. El tercer triángulo dorado empezó a brillar en el dorso de mi mano, completando la Trifuerza.

De repente la tierra volvió a temblar, el castillo había sido destruido por completo a lo lejos. Sin embargo, eso ya no importaba, lo que importaba es a donde iba.

La Trifuerza se materializo delante de mí, un enorme triángulo dorado formado por otros tres. Lo toqué con ambas manos.

"VOY A ENCONTRARTE A DONDE QUIERA QUE VAYAS HYLIANO, NO DESCANSARÉ HASTA DESAPARECER TUS ÁTOMOS DE LA EXISTENCIA"- dijo la voz de Meitei a toda la tierra.

Los tres triángulos dorados empezaron a fusionarse hasta formar uno solo, uno que funcionara como un portal, como una puerta.

-No estoy huyendo, voy a volver, te estaré buscando luz y cuando regrese, traeré tanta que el cielo dejará de ser negro-.

Entré en el triángulo dorado y empecé mi guerra.

Capitulo Siguiente: Crepúsculo

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