Vuelve, Ámame Y No Me Olvides.

By ClaudiaRios989

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Ella sólo quería amarlo (Lo ama) Tratarlo con todo su amor y pertenecerle sólo a él. En su lugar terminó aver... More

Capítulo 1 (Personajes)
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39 ❤ FINAL ❤

Capítulo 24

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By ClaudiaRios989

P.O.V. Escarleth.

Estoy tan cansada, tal vez antes hubiese peleado por Diego, pero ahora estoy agotada de todo, agotada de escucharlo decir que cambiará y no lo hace, agotada de verlo golpear a los demás sin razón alguna, es simple, lo quiero totalmente lejos de mí.

Y ahora por fin estoy decidida a dejarlo, ¿egoísmo? No lo creo, estoy pensando en ambos, nos mataremos juntos, y yo sólo quiero ser libre y estar en paz de una buena vez por todas.

Estoy buscando a Sofía, sé que tal vez no le agrado y que esto es una completa locura, pero ella es la única que podría ayudarme, y tal vez, sólo tal vez quiera enamorar a Diego, dolerá cómo un metal ardiendo en la piel, pero es un precio que estoy dispuesta a pagar.

Camino por la universidad observando todo... llegué a una parte donde es el fin de un limite de la universidad, está un poco descuidado, hay hojas secas tiradas y los muros tienen un poco de humedad. La verdad no se ve tan mal, y es privado.

Escuché unos sonidos, son... ¿besos? Me asomé un poco, no quiero parecer chismosa, pero tal vez no sea eso.

Logré ver y... ¡No puede ser! Es Iván con... ¿SOFÍA?

No sabía que eran novios... lentamente retrocedí y que no me vean espiándolos.

Afortunadamente logré escapar sin que ellos se dieran cuenta.

Pero eso me dejó con una incógnita: ¿Qué voy a hacer ahora? Sólo sé que quiero llorar. Al menos me hace feliz que estén juntos y que posiblemente tendrán un gran futuro.

Caminaba por el lugar con la vista en el suelo, cuando choqué con alguien, me dolió la cabeza al golpearme con un enorme... ¿pecho?

Levanté la vista y lo vi, era un hombre enorme, cómo de dos metros, tenía el pelo negro y largo, unos musculos inexplicablemente exagerados, además de un rostro para nada atractivo; tiene la apariencia de ser un miembro de la lucha libre.

- Disculpe señor, estaba distraída.

- ¿Distraída? ¿O ciega?

- No tiene porque ser grosero, ya me disculpé, además ¿Por qué no se quitó del camino?

Pregunté enojada, y tal vez no sea una buena idea ya que este tipo puede aplastarme la cabeza tan sólo con sus gigantescas manos.

- Chiquilla malcriada, yo que tú cerraría más esa boca si no quiero terminar en el cementerio.

- ¿Usted piensa mandarme al cementerio?

Y sigo diciendo cosas, pelear con Diego me han hecho una persona que discute mucho.

- Ahora que lo preguntas. Sí.

Dijo levantándome del suelo por mis brazos.

- Pero no aquí, lo haremos en el ring, donde mi público pueda verte morir y disfrute mejor ese momento mientras me ovacionan.

- ¿Quiere que combata con usted? ¿Está loco? Nunca he golpeado a un gato siquiera y quiere que combata con usted.

- Sigue enojándome más y te aplastaré cómo a una insignificante uva.

- Está loco, bájeme bestia asesina.

- Muy despiadado niña, cómo no te lo imaginas.

- ¡¡Suélteme!!

De repente ya no estaba entre sus manos, si no en otros brazos.

Dirigí mi vista a esa persona y es...
Diego.

- ¿Estás bien mi amor?

Yo asentí, después Diego me bajó suave de sus brazos.

- Perfecto, dos por el precio de uno.

Habló aquel animal.

- ¡¡HIJO DE MIERDA!! ¿¡¡CREES QUE PUEDES MIRARLA SIQUIERA SIN MORIR!!?

Habló Diego para después ponerme detrás de su cuerpo.

Esa mirada asesina ya se presentó, parece que ese hombre ya se asustó.

- Controla a tu novia si no quieren morir los dos. Ahh... y tiene un combate pendiente conmigo.

- Imbécil ¿Pensabas golpearla?

- Noo, sólo matarla.

Diego empezó a reír de forma irónica y enojada ¿Qué es tan gracioso?

- Sobre tu cadáver idiota. Bien, esto no se quedará así, yo combatiré en su lugar, tu muerte será por querer matarla.

¿Está loco? Ese hombre empezó a reír de forma graciosa.

- Espero que hayas dejado a tu novia en el testamento.

- Espero que la tuya esté allí.

- De acuerdo niño, en dos horas en el ring del gimnasio de aquí.

- ¿Necesitas tanto tiempo para rezar?

- Si, claro, tengo que buscar a un tal Diego Anderson.

Me quedé helada.

- ¿Para qué lo buscas?

Preguntó Diego.

- Me dijeron que es el mejor boxeando aquí y que le ha ganado a otras universidades, dicen que puede derrotarme, ya lo veremos.

Dijo susurrando lo último

- Nos vemos más tarde Conan el bárbaro.

- Te haré picadillo niño.

- Suerte, la necesitaras.

Nos dimos la vuelta y empezamos a caminar mientras Diego me tomaba por la cintura y con la otra mano deba masajes a uno de mis brazos rojos gracias a la bestia esa.

Llegamos a mi dormitorio, abrí la puerta y entramos, me senté en la cama, Diego caminó hacía mí y se arrodilló enfrente de mí para después revisar mis brazos y hacerles leves masajes.

- ¿Por qué estabas con ese idiota?

Me preguntó con la vista fija en mi brazo izquierdo.

- Choqué con él, fue grosero y lo confronté.

- ¿Qué fue lo qué te dije? Si retas a alguien procura tener más fuerza que tu contrincante.

- Dijiste que no me metiera con alguien que tiene el doble de fuerza que yo, y vas tú y te metes con él.

- Es muy diferente.

- ¿Así?

- Sí, él cree tener mas fuerza que yo, pero la realidad es que no.

- Diego no seas tonto, es cierto que te quiero lejos, pero no muerto.

- Sabía que aún te preocupas por mí.

Dijo de forma tierna y viéndome a los ojos.

- Sólo no quiero cargar con tu muerte.

Dije desviando la mirada.

- Te amo mi amor y si me toca morir por ti lo haré, eso no lo dudes.

Dijo con la voz muy dulce.

- Diego por favor.

No sé en que momento mis lágrimas empezaron a salir.

- Voy a estar bien pequeña y vamos a poder seguir peleando.

Dijo tierno mientras limpiaba mis lágrimas.

- ¿Por qué no le dijiste que tú eres Diego?

- Que me busque un rato.

Dijo y no seguí preguntando... un rato más tarde ya estábamos en el gimnasio, Diego estaba en el ring con ese loco y yo sentada en las bancas de allí.

No había mucha gente, sólo Iván, Sofía, las autoridades de la universidad y los entrenadores y representantes de la bestia esa y uno que otro estudiante, entre ellos Andrew.

Todo comenzó e igual que esta tortura. Me parece que el combate en realidad si es justo, Diego es muy alto, y ese tipo también, sólo que el es una jirafa, y es musculoso, pero cómo dije, de una forma extremadamente exagerada, totalmente diferente a Diego, él es musculoso, pero de una forma más que perfecta.

Esto me está matando, de verdad que si algo le pasa yo también estaría más que mal. Sé que hasta hace tres horas quería alejarlo de mí, pero lo amo, alejarlo de mí y llorarlo son dos cosas totalmente diferentes.

P.O.V. Diego.

El combate empezó... tener a mi nena aquí me hace sentir más fuerte de lo que soy.

Al principio sólo era la típica forma de jugar a los golpes, hasta que se me antojo golpearlo de verdad.

- Y dime... ¿qué se siente ser golpeado por Diego Anderson?

Pregunté de una forma placentera al golpearlo.

- Con que tú eres el tal Diego, mentiroso, tuviste miedo de decírmelo.

Dijo mientras estábamos de vuelta en que él recibía golpes y yo también.

- ¿No te gusta el factor sorpresa?

- Sólo me estoy concentrando en matarte y tal vez después enviar a esa princesa contigo.

Hasta aquí llegaste hijo de mierda.

- Espero que te reciban en el cielo.

Dije para luego masacrarlo tanto cómo pude... lo golpeaba sin cansancio.

- Querer matar a mi chica.

Lo golpee.

- Tocarla y lastimarla.

Dos golpes.

- Hablarle.

Un golpe más.

- Amenazarla.

Tres derechos.

- Y mirarla. Eso trae problemas conmigo.

Golpe en la mandíbula, posible ruptura.

Y gané, el mejor triunfo de mi vida y es por mi princesa.

Este idiota no sabía mucho, era bueno, pero no tanto cómo yo, daba buenos golpes y era espantoso en la defensa.

Salí del ring mientras los demás atendían al costal de huesos rotos.

Me dieron una toalla y la puse en mi nuca, corrí a las bancas... tomé a mi princesa y la abracé mientras la cargaba en mis brazos.

- Te dije que ganaría amor.

- Si, lo hiciste.

Dijo correspondiendo a mi abrazo.

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