Enséñame a volar

By Idoia_G

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"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo... More

Intro
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítlulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogo

Capítulo 22

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By Idoia_G

       

     Ayer fue un día catastrófico. Los padres de Lola son peores de lo que imaginé. Pensé que quizá Lola exageraba, pero no fue así. Disimulé bastante bien y la tarde después del encuentro con sus padres fue agradable. Paseamos por Sevilla, vimos algunos de los monumentos más importantes y después cenamos en un crucero por el Guadalquivir. La ciudad es preciosa, el crucero fue precioso. Cenamos y bailamos a la luz de las farolas del río. Llegamos algo tarde al hotel y destrozados. Sobre todo Lola, que lo pasó bastante mal.

— Madre mía. Fue un error presentarte a mis padres. Debería mantener esa puerta cerrada para siempre. Y que mi pasado y mi presente no colisionen — me dice cuando nos estamos desvistiendo.

— Lola, mi niña...

— Me gusta cuando me dices mi niña — Lola se abraza a mí. Le beso la cabeza

— Pues te llamaré mi niña siempre entonces. Relájate. Tu padre me ha parecido buena persona. No lo he conocido bien, pero es agradable.

— Mi madre es horrible. — se tapa la cara con las manos y se sienta en la cama. Me siento a su lado y le acaricio la espalda en señal de apoyo.

— Bueno tu madre es... — Lola me mira impaciente — bueno, es... tu madre. No sé qué decirte Lola. — Lola se ríe.

— Al menos eres sincero.

— Jamás te mentiría mi niña.

— Te quiero Javi.

— Y yo a ti.

Poco después nos quedamos dormidos. Hoy por fin es nochebuena, lo peor del viaje ya lo hemos pasado. Que era lo de sus padres. Ahora me espera un día sorpresa. Lola me ha dicho que tiene todo el día planeado. Ahora está en el baño arreglándose. Dice que primero iremos al spa del hotel. Hay un circuito termal y luego nos darán un masaje. Quiere eliminar las tensiones del día de ayer. Y yo estoy de acuerdo. Necesitamos relajarnos un poquito.

En el spa somos capaces de relajarnos, hacemos un circuito termal completo. Aguas frías, calientes, termas, sauna, baño turco, duchas aromáticas y jacuzzi. Hemos estado dos horas por lo menos. Lo mejor ha sido el jacuzzi, donde Lola se ha venido arriba y hemos subido la temperatura del agua muchos grados más de la cuenta. Lola me hace perder la cabeza todo el rato. Le da igual si la gente la ve, o si la gente la oye. Solo quiere experimentar y vivir la vida. Como ella dice son dos días. Al principio me costaba mucho ver la vida a su manera y me tensaban algunas de sus locuras. Pero ha acabado por contagiarme esa alegría que siempre tiene. Y ahora más que nunca valoro sus risas, sus locuras, porque sé que no ha tenido una infancia feliz, no ha conocido los valores familiares apropiados y sin embargo es capaz de diferenciar lo bueno de lo malo. Y ha sabido incrustarse en mi familia. Si ahora mismo Lola y yo nos separásemos no solo sufriríamos nosotros. Si no toda mi familia. Y Lola no solo me perdería a mí. No quiero pensar que está conmigo solo por mi familia, pero a veces, las inseguridades me carcomen por dentro y pienso que Lola se mantiene a mi lado para no perder la familia que ha conseguido.

— Si ella no te quisiese a ti, estaría con Enzo. Son tal para cual y además desde el principio tienen una complicidad extraordinaria. ¡Hasta tú pensaste que podrían tener algo! — me dice Sofía. Mi hermana es la única a la que recurro cuando algo me come por dentro. Cuando necesito un consejo puro. Ella no adorna las cosas, suelta lo que piensa sin filtros y si te duele ¡Te jodes!

— Ya, pero y si se embarcó en esto porque se sentía atraída por mí y lo mantiene sólo para no perder todo lo demás — mis emociones están a flor de piel. Después de lo que pasó en la casa rural la semana pasada, y de lo que me ha contado Lola de su familia. No hago más que pensar, que se aferra a mí, para mantener los lazos con mi familia. La veo sufrir muchísimo por su distanciamiento con Enzo y Eros.

— Eres imposible. ¿Has notado algún cambio hacia su relación contigo?

— No

— Hazte la siguiente pregunta. ¿crees realmente que Lola estaría solo contigo por eso? En serio. La conoces de sobra. Sabes cómo es su personalidad. Yo siempre la he visto muy independiente. La veo una tía de lo más sincera — en eso tiene razón — Creo que jamás mantendría una relación con alguien por un motivo frívolo o por interés. Pero creo que deberías hablarlo con ella.

— Se enfadará conmigo.

— Y con razón — mi hermana me señala con el dedo y se ríe — Sabes que ella no es así. Deja de ser tan inseguro y alégrate de que una tía tan abierta y tan divertida quiera estar con un imbécil inseguro cómo tú.

— Tú también eres imbécil — me río y le doy un trago a mi cerveza.

— Y por eso me quieres gordo.

— Y por eso te adoro — la abrazo con fuerza y ella se separa poniendo cara de asco. Odia las muestras de afecto, pero sé que se está riendo por dentro. La conozco bien.

— ¡Qué baboso!

Mi conversación con mi hermana me hizo empezar a pensar en Lola. No he querido hablar con ella de ese tema y aunque el come-come, sigue ahí, lo escondo y lo traslado a lo más profundo. Quiero olvidarme de él y disfrutar de esta mujer que me vuelve completamente loco.

— Tengo ganas de que llegue esta noche — Lola me trae de vuelta al jacuzzi.

— ¿Y eso? No te gusta la navidad — estoy sentado en el banco mientras las burbujas cosquillean en mi piel. Lola está sentada a horcajadas sobre mí y rodea con sus brazos mi cuello.

— Sí, pero esta es diferente. Estoy contigo — me mira y veo el brillo risueño en sus ojos. No es juguetón, en realidad, es un brillo feliz. Está feliz y quiero creer al cien por cien que yo soy la razón.

— Y yo contigo. Es la primera vez que estoy lejos de mi familia en este día — acaricio su espalda con mis manos mientras ella me besa el cuello. Se incorpora un poco y me mira muy intensamente.

— ¿Te arrepientes de haber venido? — veo que sus ojos se envuelven en inseguridad.

— Para nada. Creo que contigo iría al fin del mundo. — Sonríe y me besa apretando su abrazo.

— Voy a hacer que merezca la pena pasar la noche lejos de tu familia.

— Solo con pasarla contigo merece la pena — y es la verdad, para mí lo merece y sus palabras calman el picor que me produce la idea de que solo me quiera por mi familia.

— Lola, si algún día dejases de amarme. Si algún día notases que tu amor por mí se diluye ¿Me lo dirías? — Abre los ojos y me mantiene una mirada de sorpresa llena de preguntas. La aprieto fuerte contra mí — ¿lo harías?

— Si. He estado muchos años sola. He estado con muchos chicos, me he acostado con ellos y he compartido mi vida con alguno de ellos. Y créeme que si noto que algo cambia y el rumbo de mi relación cambia, lo digo. No quiero vivir en una mentira como la de mis padres que me puede hacer infeliz Javi — noto unas gotas de decepción en su tono.

— Lola te amo como jamás he amado a nadie. Y a veces pienso que eres demasiado buena para mí. Es como si mi cerebro no quisiese creerse aún que estás conmigo. — Lola relaja el gesto y tuerce la boca en un amago de sonrisa.

— No sé cómo explicarme Javi. Pero eres el amor de mi vida. Lo supe en Hawái, me vi contigo, aquel lugar, eso me hizo verte con otros ojos. Y estar contigo esos días me hizo tener esperanza sobre mi futuro. Te juro que eres lo más importante que tengo. Y que siento — se toca el pecho — que esto es para siempre. — se acerca y me besa. Mi cuerpo experimenta de repente una sensación de calma. Y sé que dice la verdad. No hay cabida para la mentira. Debo dejar mis inseguridades atrás para volcarme en ella. Le devuelvo el beso y nos relajamos de la mejor manera posible dentro del jacuzzi. Amo a esta mujer. Y nada me lo va a arrebatar.

Tras la sesión de spa y un masaje relajante de media hora, estamos como nuevos. Mi charla ha servido para relajar mi ansiedad frente a mis miedos. A dejarlos atrás. Hemos comido en el buffet del hotel. Nos hemos puesto las botas, la verdad. Nunca entenderé donde mete la cantidad ingente de grasa que Lola se come. Aunque bien mirado, después de la comida lo hemos quemado. Luego nos hemos echado la siesta. Una siesta reparadora y muy necesaria. Porque por las noches no estamos durmiendo demasiado. Lola está insaciable, muy insaciable. A pesar de que corro todos los días y estoy en forma, hay veces que me cuesta pillarle el ritmo. Increíble, pero no me quejo ¡Ojo! Me encanta la voracidad con la que me demuestra lo mucho que le atraigo. Eso además me produce un subidón de autoestima que me induce un estado de euforia brutal. Haciendo que la ame con más ganas, si cabe.

Ahora Lola está en el baño dice que tiene que prepararse para esta noche. Y yo que ya me he duchado me he puesto un smoking para una cena, que Lola dice, que no voy a olvidar en la vida. Estoy nervioso porque ella no deja de repetir que me va a demostrar lo mucho que significo para ella. Y yo quiero devolvérselo. En mi familia nunca hemos sido de celebrar Papá Noel. Tenemos una tradición más divertida. Nos damos los regalos de navidad el día de Nochevieja. Así los críos disfrutan de sus regalos sin celebrar Papá Noel y adelantando los reyes. Es muy divertido porque Andrés que hace años perdió a su familia en un trágico accidente, se disfraza de Rey mago y cena con nosotros. Luego hacemos una especie de gala con los críos donde se les hace entrega de los regalos más chulos y a continuación, los mayores abrimos los regalos que hay bajo el árbol. Es muy divertido y los niños están encantados.

Lola sale del baño y está espectacular. Lleva un vestido de seda rosa palo, tiene unos tirantes finos y es cruzado. Como si fuese un batín atado a la cintura. Eso le proporciona una abertura al vestido que llega por debajo de su rodilla. Lleva el pelo recogido a un lado, pronunciando su rapado en el que se ha hecho el dibujo de un mandala super chulo con los accesorios de su máquina. La verdad es que tiene mucha maña con esas cosas. En la oreja izquierda se ha puesto una especie de pendiente con corazones de cristal de Swarovski cuya forma encaja con todo su lóbulo y lo rodea de arriba abajo. Le hace una oreja preciosa. Se lo regalé por su cumpleaños. Bueno dos días después debido al incidente de la casa rural. Se lo compré con ayuda de mi hermana Sofía, que viste y es muy de su rollo. Y le encantó. Además, se compró una semana después, el colgante y una pulsera a juego, de la misma marca, para poder lucirlo mejor. Palabras de mi chica. Y la verdad es que hoy que se ha puesto el conjunto completo está preciosa. Por regalo de navidad le he comprado un anillo doble. Parece un solitario con un diamante, es un anillo de compromiso, en realidad, porque quiero pedirle matrimonio pronto. Pero mi hermana Sofía me dijo que se lo entregase hoy a las doce de la noche. El segundo anillo es un anillo muy fino de platino con brillantes simulando ser hojas distribuidos por su contorno. Se pone en el mismo dedo, pero queda sujeto a la segunda falange del dedo. Sofi me ha asegurado que le va a encantar y que le hará mucha ilusión, aunque finalmente no le pida matrimonio.

En este viaje me gustaría pedírselo. Y después del día de hoy, más. Mis miedos me paralizan, pero a la vez estoy dispuesto cien por cien a comprometerme con ella hasta el final. Llevo toda mi vida viviendo en el vacío y ahora que la he encontrado y que sé que es Ella, no quiero renunciar a ser feliz. Llevo los anillos en el bolsillo derecho de la chaqueta. Y después de las doce de la noche se lo daré, estemos donde estemos. Como si me pilla en medio de la calle. También quiero devolverle la ilusión por su ciudad. Quiero borrar la angustia que le produce, volver al lugar donde creció, el lugar que la vio hacerse mujer. Quiero contribuir a curar sus heridas. Esas que tanto esfuerzo le cuesta mantener ocultas. Pero que ha sacado conmigo y que quiero cerrar a como dé lugar.

Está espectacular, como ya te he dicho, antes de irme por las ramas. Los zapatos que leva son color plata con brillantes. Me acerco a ella y la abrazo por la cintura. Aspiro su aroma, ese que me vuelve loco, ese que hace que mi entrepierna pegue brincos, como ahora.

— Estás radiante mi niña — beso suevamente sus labios.

— Tú — me mira de arriba abajo — Estás comestible al mil por mil — No sé si aguantaré toda la noche sin quitarte la ropa. — Levanta sus dos cejas insinuantes. Le doy un mordisco en el cuello.

— Seguro que con algo de comida delante se te pasan las ganas — me aprieta con sus manos en el trasero y me aprieta contra ella.

— Jamás — muerde con fuerza mi labio superior y me demuestra las ganas que tiene esta noche de darlo todo conmigo. La beso despacio, dulce. Le digo sin palabras que estoy con ella. Y tengo claro, más que nunca que tiene que ser esta noche. Que debo hacerlo.

Lola me lleva a un restaurante llamado Mariatrifulca, situado en Triana. El lugar es espectacular y además Lola ha conseguido que nos den una mesa en el ventanal del mirador. Las vistas del Guadalquivir son esplendidas. Y por la noche aún más. Es cierto eso de que Sevilla tiene un color especial. Y aunque las vistas son magníficas y el restaurante es precioso, no puedo dejar de mirar a la mujer que tengo delante de mí. El brillo de sus ojos y esa sonrisa que no deja de dedicarme. Nos traen un vino dulce de la tierra y brindamos por nosotros. Por lo que esperamos del futuro. Un brindis cargado de promesas e ilusión. Lo noto en su voz y en sus palabras. La cena se pasa tranquila, hemos tomado un menú degustación con lo mejor de la carta.

Tras la cena miro el reloj y son las once de la noche. Salimos del restaurante y un taxi ya nos espera en la puerta. Lola no me quiere decir dónde vamos. Dice que es una sorpresa. Y las sorpresas de ella me encantan porque nunca me decepcionan. Solo espero que la que yo le tengo preparada tampoco la decepcione. Bajamos del taxi entre risas, porque mi chica se ha puesto a contar chistes con el taxista, que tiene un humor muy de aquí y se han entendido a las mil maravillas. Nos bajamos y me doy cuenta de que estamos a la puerta de la giralda de Sevilla, que ahora mismo está cerrada. Lola me coje de la mano y nos dirigimos a la entrada, que como ya digo está cerrada.

— ¿Dónde vamos? Lola, esto está cerrado — Se gira y me guiña un ojo.

— ¿Nunca te han dicho que la navidad es mágica y más en Sevilla?

— La famosa magia de la navidad no hará que se abran las puertas de la Giralda.

— Ya veremos — y ese ya veremos me produce un cosquilleo de los pies a la cabeza.

Llegamos a la puerta cogidos de la mano y Lola da con los nudillos en la puerta grande de madera.

— Definitivamente estás loca.

— Lo estamos, juntos — se vuelve y me da un beso fugaz en los labios. La puerta para mi sorpresa se abre. Aparece un chaval joven, de la edad de Lola aproximadamente vestido con el uniforme de una empresa de seguridad.

— ¡Lola! — el chaval se abraza a mi novia y yo me quedo sin palabras.

— ¡David! Estás genial — se separa de él — Me alegro mucho de verte.

— Yo también Lolita. Mi padre me dijo que estabas espectacular y se ha quedado corto. — el chico silva y le da una vuelta para verla mejor. Lola se ríe y le guiña el ojo. Mis celos están a punto de salir, cuando el chico la aparta a un lado — Tu debes de ser el afortunado que ha encandilado el corazón de mi hermana — ¿Hermana? Ahora mismos sí que estoy muy perdido.

— No es mi hermano, es el hijo de Marcos. Y bueno desde que mi madre se fue a vivir con él, David pasó a ser mi hermano. Al menos nos queremos así.

— ¿No le has hablado de mí?

— He hablado poco de la familia en general — Lola agacha la cabeza.

— Bueno pues soy David — Me tiende la mano y yo se la acepto con una sonrisa. Este chico sí merece la pena. Y aunque no son familia de sangre, sí noto el cariño que ambos se tienen — Seguro que no te ha hablado de mí, por mi pasado.

— Bueno, algo así. No sabía nada de tu estado hasta que me escribiste después de ver a tu padre. Me alegro de verte tan bien.

— Es que pasé una mala racha con las drogas ¿sabes? Se las hice pasar canutas a mi padre — el chico me lo cuenta como si no tuviese importancia — Pero llevo dos años limpios — vuelve a hablar dirigiéndose a Lola — Y además tengo novio. Bueno o algo así.

— ¿Algo así? — Lola se interesa.

— Si, bueno ya sabes. Es un cabra loca, sano, guapo, pero reacio a los compromisos. Pero bueno, estoy ilusionado.

— Me alegro — Lola le abraza fuerte — bueno, ¿Has preparado lo que te dije? — el chico asiente con la cabeza y nos mete hacia dentro.

Subimos hasta el último piso donde el chico abre con una llave y accedemos al mirador de la giralda. Está alumbrado con muchas bombillitas que le dan un aire muy romántico. En medio una cubitera con una botella enfriándose. El chico nos tiende dos copas que saca de una especie de alacena.

— Bueno, disfrutad de la noche. Eso sí, tenéis hasta las doce solamente — entra y le seguimos. En el suelo hay un colchón hecho con cojines de colores y dos mantas polares de pelo muy gruesas — si queréis iros antes me lo decís. Llámame al móvil y listo.

— Gracias David — le tiendo de nuevo la mano, porque acaba de darme el momento mágico y perfecto para pedirle a Lola que me acompañe el resto de mi vida. Y él no lo sabe. El chico me tira de la mano y me abraza fuerte.

— Lo que sea por ver feliz a la niña — me guiña un ojo y se va.

Nos quedamos solos en esta maravilla de monumento. Una de las mejores vistas de Sevilla. Lola se acerca y se apoya en el murete del mirador, mirando al horizonte. Yo me acerco por detrás y la abrazo pasando mis brazos por su cintura.

— Este sitio es mágico. Siempre me maginé de pequeña aquí con el amor de mi vida. En una noche como esta. Con la ciudad a mis pies — Lola pasa sus manos por mis brazos y se sujeta a mí — Una de mis mayores sueños era subir aquí y jurarle amor eterno a un hombre. Reconozco que me lo imaginaba moreno, más mazado y diferente a ti. Pero — se gira entre mis brazos para mirarme — Siento en el corazón que tú eres el amor de mi vida. Que eres la persona con la que quiero compartir cada día de mi vida. Por eso te he traído aquí, para soñar a lo grande — se mete la mano en el bolso y saca una caja que me tiende. Yo la cojo y voy a abrirla, pero me la quita de las manos de nuevo. La deja en la baranda, se quita el abrigo, está loca, porque hace mucho frío. Pone el abrigo en el suelo y pone una rodilla sobre él. No tengo claro que va a pasar, pero me estoy poniendo nervioso porque si es lo que creo, mi declaración se pierde. Coge la caja, la abre y un Rolex de acero plateado aparece. — ¿Quieres hacerme una mujer plena y casarte conmigo grandullón?

¡Mi madre! Me acabo de quedar sin palabras. Esto no es lo que tenía planeado, pero a la vez es justo lo que tenía planeado, pero al revés. Ella me mira esperando una respuesta así que me arrodillo yo también y le tiendo la cajita que yo tenía preparada. Se la abro frente a su cara, sus ojos se hacen enormes y las lágrimas asoman en ellos.

— Eres la mujer de mi vida, y lo tengo tan claro como tú. Por supuesto que quiero compartir contigo el resto de mi vida Lola. Te amo más que a nada. Y quiero despertar a tu lado todos los días que me quedan. Hacerte feliz y dibujarte una sonrisa en tu preciosa cara cada mañana — le limpio con la mano las lágrimas que le caen — Y será un placer gritar a los cuatro vientos que te amo a cada segundo de mi existencia. Sí, quiero casarme contigo.

Ella coge mi caja, deja ambas a un lado sin ponérnoslos y se lanza a mis brazos. Devora mi boca en un beso lento, nuestras lenguas se rozan, de forma suave y diciéndonos sin palabras el gran amor que nos tenemos.

— Te quiero grandullón.

Cojo las cajas, me pongo su reloj en mi muñeca izquierda y le ofrezco sus anillos. Ella observa los dos anillos. Se pone primero el solitario y luego se coloca el otro anillo. Le quedan geniales. Son muy... ella.

— Son perfectos. Cada día me sorprendes más. Ahora es turno de contarte que más quiero de esta noche.

Descorchamos la botella de cava y nos servimos unas copas. Nos sentamos en el murete y admiramos las vistas bebiendo, riendo y prometiéndonos amor externo. Y no es mentira. El amor existe, está ahí. Aquí. A su lado. Ella será mi mujer. Y la haré feliz para siempre. Cuando casi hemos terminado con la botella, se pone de pie y se deshace el lazo del vestido haciendo que su vestido se abra mostrándome su cuerpo sin ropa interior. Esto es una locura.

— Te vas a poner mala Lola — me levanto y me acerco a ella. Niega con la cabeza y con sus manos me quita la chaqueta y el abrigo a la vez.

— Tranquilo, verás como entramos en calor rápido. — se acerca a mi oreja y muerde el lóbulo produciendo que un gemido salga de mi boca. Veo entonces que en las esquineras hay unos calefactores colgados del techo. Ya había yo notado que no hacía demasiado frío. Creo que esta mujer lo tenía todo planeado a la perfección. Con sus manos desabrocha de forma lenta mi camisa y me la retira rozando con sus yemas mi piel. Produce una sensación desesperada de estar dentro de ella, una mecha directa a mi entrepierna que lo enciende todo y que hace que mis pantalones me molesten. Pero me dejo hacer mientras dirijo mis manos a sus pechos y los amaso, sensual y sexual. Así es este momento.

— Voy a sellar este acuerdo de amor cumpliendo una de mis fantasías eróticas desde que soy consciente de lo que supone el sexo.

— ¿Fantasía erótica? — levanto una ceja y le lanzo la pregunta queriendo saber más.

— Siempre he querido hacer el amor aquí — besa mi pecho y sube hacia el cuello haciéndome cosquillas — admirando las vistas. Y este es el mejor momento para sellar nuestro amor. — llega a mi boca y la devora. La acerco a mí sintiendo su cálida piel chocando con la mía. Le quito el vestido del todo cayendo al suelo junto a mis chaquetas y mi camisa. Ella se apresura a bajar las manos por mi pantalón, lo abre y me lo baja junto al bóxer.

Me lo saco con ansia, necesito estar dentro de ella, sentirla de nuevo, cien por cien mía. Ahora sí quiero hacerle el amor sin importarme el lugar, sin importarme el frío. Somo ella y yo en un momento abrasador. El frío no llega a nuestra piel. Cuando ya estamos los dos desnudos se sube sobre mí, rodeando sus piernas a mi alrededor, al caer con su mano me guía a su interior. Y al entrar una explosión cálida me inunda el cuerpo entero, ardo en llamas, unas llamas que calientan mi alma. Unas llamas que arrasan todo a su paso. La llevo hasta el murete que hace de baranda y la salgo de ella. La levanto y la dejo en el suelo ante su incredulidad. Le doy la vuelta para que vea su ciudad. Vuelvo a embestirla y entro en ella. Gemimos los dos de manera que toda Sevilla es testigo de nuestro amor.

— El mundo a tus pies Lola. Siempre pondré el mundo a tus pies — beso su cuello mientras sigo embistiéndola bruscamente.

Los dos estamos temblando y a punto de explotar.

— ¡Ya Javi! ¡Ya! Me voy a correr, quiero hacerlo contigo — bajo mi mano y pellizco su botón del placer, explotando los dos a la vez gritando. Jadeando. Gruñendo. Ahora mismo me siento el hombre más feliz del mundo. Tras dos sacudidas, el calor brota en el interior de Lola. Nos hemos ido juntos, a la vez, hemos sellado nuestras promesas de futuro. Las de ambos. Lola me saca y se gira. Me besa con ardor, con fuego, el mismo fuego que yo le devuelvo.

Me empuja entre besos y nos tumbamos en los cojines que hacen de cama. Cojo las mantas que David nos ha dejado y nos tapamos. Volvemos a hacer el amor varias veces más, consumiéndonos el uno en el otro. Haciendo que nuestros cuerpos y nuestras almas se fusionen en uno solo. Ahora mismo no somos Javier y Lola. Somos un solo ser indivisible. Felices. Jadeantes, sudorosos, ardientes.

Amanecemos abrazados, justo cuando el sol empieza a aparecer en el horizonte. Nos ponemos de pie, envuelvo el cuerpo desnudo de Lola con el mío y las mantas y nos asomamos a este espectáculo de luces anaranjadas que nos ofrece Sevilla en el amanecer. Beso la cabeza de Lola y ella se pega más a mí.

— Esto es mil veces más que los sueños que tenía. Grandullón, gracias.

— Gracias a ti, Lolita. Gracias por enseñarme a volar.

— Por cierto — Lola comienza a mirar a nuestro alrededor — ¿Dónde está mi vestido?

— ¿Tu vestido? — hago memoria. Anoche cayó al suelo con mis cosas. Miro y mi camisa está casi al borde del murete. Está casi caída, el viento la debe haber empujado.

— ¡Mierda grandullón! — dice mirando donde se encuentra mi camisa — que no se ha ido volando esta noche.

Pero no sé qué decirle porque yo he pensado lo mismo.

Y por desgracia es lo que pasó. Estas cosas que solo a Lola le pueden pasar en un momento como este. Quedarse sin vestido para volver a casa. 

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