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CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS
DESILUSIÓN.
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GRACE SE ENCOGIÓ DE HOMBROS CUANDO volvió a decir su nombre, esta vez con seguridad. Escucho los rápidos pasos marchando hacía ella antes de que la girará del hombro, fue cuando pudo visualizar su rostro lleno de alegría. Colocó una mano entre su mandíbula y cuello, mirándola fijamente, pareciera que temiera que fuera producto de su imaginación.
Era consciente que tenía el rostro de Ruby Hargrove, una desconocida para él. Pero a juzgar por su sonrisa y su profunda mirada, mirada que la hacía sentir tan débil, sabía perfectamente que la reconocía. Finalmente, la atrajo hasta su cuerpo para abrazarla.
—Lo sabía.—jadeaba.—Sabía que no podías estar muerta. Mi Gigi no podía estarlo.
—¿Cómo sabes que soy yo?—cuestionó, dándole unas palmaditas en la espalda.
—El auto de Stark y la cadena de sol que sale por tu suéter son pequeños indicios.—dijo separándose de ella para volver a mirarla, pero sin dejar de rodearla con los brazos.—Pero fue tu voz lo que te delató. No podría olvidarla. No cuando la he estado soñando.
Ella apretó los labios en una fina línea, tratando de subir las comisuras de sus labios para formar una sonrisa. Aceptó la invitación de entrar a la casa muy a su pesar. No podía evitar sentir la incomodidad, mucho menos al estar en el salón principal mientras él preparaba té verde en la cocina. Los muebles estaban movidos y los cojines del sofá fuera de su sitio.
La mente de Grace viajó a los posibles escenarios que habían ocurrido en esa habitación minutos antes de su llegada. De pronto ya no quiso estar sentada en el sillón. Ni en ningún otro de esa casa.
—Entonces,—Logan llegó y coloco una bandeja con dos tasas humeando y galletas de vainilla en la mesita de madera frente a la chica.—¿que fue lo que pasó? Estoy aliviado de que estés bien, pero la caída fue horrible y me sorprende te veas tan salutífera, así que tengo que preguntar si estás bien.
—Estoy estupendamente.—sonrió, restregando sus manos en sus muslos con incomodidad. Su vista se perdía por la habitación, visualizando los objetos movidos y pensando el cómo había sido causado.
—Pero, ¿que fue lo que pasó?—Logan mostraba curiosidad.—Durante la operación estuve en una oficina del hospital, sin saber nada de ti por horas. Cuándo me dijeron que habías fallecido no pude creerlo, pensé que Ross encubriría tu encarcelamiento con eso. Pero Stark me lo reafirmó. Yo... Lo que sentí en ese momento.... Pensé que te había perdido, aunque una parte de mí creía que no podías estarlo.
Grace se atrevió a mirarlo a los ojos, él la veía con tanta emoción, como si fuera la cosa más extraordinaria. Pero ella no sabía que contestar, no sabía ni cómo actuar. Antes de que fuera abierta la puerta ella se encontraba más que entusiasta por verlo. Hasta el miedo la había dominado, pensó que él se podría mostrar molesto con ella por esos largos meses creyendo que estaba muerta, hasta había armado unas notas mentales de lo que quería decirle. Pero ahora no era capaz de recordarlas.
—Perdón.—murmuró, y se rasco el mentón al darse cuenta de lo vacío que se había escuchado esa disculpa.—Me inyectaron Tetrodotoxina B para simular mi muerte.
—Típico de los Fury.—sonrió de lado, y Grace también lo hizo. Pero al verlo bien cayó en cuenta de su vestimenta; chándal y una sudadera blanca. Logan nunca usaba algo tan simple. Siempre, sin importar el momento o el lugar, su porte era elegante. Su sonrisa decayó, y tomó una taza de té para desviar su vista y atención a otra cosa.
—Lamentó si te preocupe.—murmuro antes de beber de la bebida.
—Bueno, no estoy molesto contigo. Con Tony tal vez. Él lo sabía, ¿no?—Grace asintió.—Y me mintió. ¿Por qué no confiaron en mí?
—No lo sé.
—Bueno, lo importante es que estás bien.—la miró tomando una galleta de la bandeja y sonrió, dejando su enojo y rencor a un lado.—¿Cómo es que llegaste a mi puerta, Gigi?
—Estaba por la ciudad.
—¿Y que pasó antes de que estuvieras por la ciudad?—la miró con sus cejas contraídas, percatado de su distante actitud.
—Escapé de la casa en la que llevaba mi rehabilitación por la invalidez que me causó el accidente. Fui tras unos chicos que conocí apenas dos días a Queens. Encontrándome al chico araña que me arrastró a unos asuntos que no debía involucrarme, provocando que Tony casi me envíe con Nick de nuevo. Pero después de que los convencí a ambos que podía arreglarmelas yo sola todo se fue al carajo.—exhaló al terminar y se cubrió el rostro con las manos mientras se encorvaba en sus piernas. Todo había salido, y a penas iniciaba.
Sintió que el sitio a su lado se hundía y las manos de él sobre su espalda dándole una suave caricia reconfortante.
—Gigi..
—¡No me llames así!—se lo quito de encima, provocando una mirada confusa por la otra parte.—¡Todo fue tu culpa! Me descubrieron por tu culpa. Todo se arruinó por tí.
—Grace, no se que pude hacer, pero de verdad lo siento.—dijo con suavidad, extendiendo la mano para tomar la de ella.
—¡Deja de aparentar ser tan bueno!—se alejo de él.—Creí que tus miradas y tus palabras ridículas significaban algo. Pensé que yo significaba algo para tí. Y si no fue así no me importa. No soy una tonta niña obsesionada contigo. Ya tengo la suficiente edad para que me de igual con quien duermas. Solo no me sigas tratando como si sintieras algo.
—Lo que siento por tí es real.—le dijo con calma, dando pasos hacia ella.—Lo más real que he sentido en mucho tiempo.
—Si, claro.—espetó con una carcajada sin gracia.—Entonces la hermosísima chica rubia solo era un tentempié hasta que yo me dignara a revivir.
—Estas sacando todo de contexto. Si me dejas explicarte...—la puerta fue tocada de nuevo y ambos miraron su dirección.—Voy a ver quién es y luego te explicaré todo.
Grace estaba dispuesta a escuchar, tal vez habría una explicación razonable. Pero cuando Logan atendió, otra chica se vio en el umbral. Una morena alta. Radiante y bella.
—Hola, cariño.—dijo, dándole un beso al chico en la mejilla.—Necesito tu ayuda de nuevo.
Grace tomo su mochila y salió de la casa mientras Logan negaba con la cabeza y caminaba tras ella por el jardín. Abrió la puerta del conductor y aventó la mochila al asiento de atrás, pero antes de cerrar la puerta tras de ella Logan la detuvo.
—Déjame explicarte todo.—le rogó.—No es lo que parece.
—Las cosas siempre son lo que parecen cuando dicen esa frase, cariño.—puso una mano en su pecho y lo alejó para poder irse de allí.
Sinceramente, Grace esperaba ser invitada a hospedarse en la morada de Logan. Había gastado su dinero para que transportarán su auto hasta allí y con lo que sobraba no alcanzaba a rentar una habitación. Así que solo aparco su vehículo y se acostó en el asiento trasero mientras fumaba un cigarrillo y pensaba en lo idiota que eran todos; Logan, Steve, Natasha, Wilson, Finn. Pero sobre todo ella misma.
Había hecho muchas cosas por esas personas. Les había tomado tanto cariño y todos ellos de alguna forma le demostraron que no era suficiente. Que nada de lo que hizo o sintió fue recíproco. Grace estaba cansada y frustrada. Sentía mucha furia.
Y no sólo era Logan Cárter y lo que sea que tuviera con esas chicas. Era todo. Todo lo que había vivido en esos horribles meses y lo perdido en ese lapso de tiempo. Él chico de ojos verde sólo fue la gota que derramó lo que tanto se había obligado a contener.
Sus cambios de humor se estaban volviendo insoportables. Hacían que sus poderes salieran a flote con una energía totalmente negativa. Primero fue la llama de su interior, tuvo que ir a un basurero para incendiar cosas sumida en una impotencia imparable.
Cuándo se obligo a calmarse, la lluvia comenzó a caer camino a su vehículo. Sabía que era ella, pero por más que intentaba frenar el torrente de agua, no podía simplemente poner un alto a sus emociones que eran el fruto de ese clima.
En su auto, mojada y temblando de frío, trató de vaciar su mente y pensar en el siguiente paso en su vida, pues no podía estar encerrada en el desafortunado pasado. Tenía que enderezarse, con la frente en alto y seguir. Buscar un lugar seguro. Se lo debía a su yo de nueve años, cuyo hogar siempre estaba vacío. O a la pobre Grace que pasó su cumpleaños sola en un templo de China. Se lo debía a la chica paralítica que estuvo esperando a quienes no iban a regresar. Se lo debía a ella misma, que estaba cumpliendo la mayoría de edad en un auto empapada y sola.
Con la inteligencia artificial que Tony había instalado en el auto, hizo que la potente calefacción no le provocará una hipotermia, empaño las ventanas de negro para que no la vieran desde afuera y se quedó dormida. Durmió muchos días en ese auto hasta que finalmente consiguió un empleo en una cafetería como mesera y pudo conseguir un departamento decente con su primera paga. Era una persona promedio viviendo miserablemente en una ciudad hermosa. Hablaba con personas, pero se negaba a aferrarse a ellas. No quería que sucediera lo de Queens.
Pensó en regresar y aceptar la oferta de Peter Parker, pero los sueños con Ross riéndose de ella mientras estaba encerrada en la jaula más restringida seguían apareciendo en sus sueños.
Sabía que Finn no hizo público su secreto, los noticieros no lo habían expuesto. En cambio, transmitían la inauguración de una hermosa estatua en su memoria en Time Square por el primer aniversario de su muerte. La enorme figura de ella misma tenía detalladamente su primer armadura. De sus manos extendidas hacía un mismo lado salía una gran llama que se perdía por el viento. Estaba parada sobre una roca que surgía de olas quebradas. Era maravillosa.
Las personas la seguían admirando y recordando. La hizo sentir miserable. Había engañado a millones, esas personas la querían sin siquiera conocerla. Pero ella era una farsante. No merecía nada de aquello.
—¡Hargrove, estás haciendo un desastre!—le espetó el gerente al verla con el cuello girado a la televisión, ignorando que la tasa bajó la máquina estaba desbordandose.
—Lo siento.—murmuró, tratando de limpiar el café de la barra.
—Deja que Rose limpie eso.—le dijo con molestia.—¿Podrás llevar el pedido de la mesa doce sin provocar un desastre?
—Sí, señor.—Grace no era la mejor empleada del mundo. Tal vez era por su estado actual por lo que provocaba que la llave explotara cuando se lavaba las manos, o que el horno quemara las rosquillas. Su jefe si que la tenía en la miraba, en cualquier momento podría despedirla.—Aquí tiene su capuchino con canela y su tarta de manzana. Lamento la demo...
—No hay problema, me gusta este lugar. Además, estoy esperando a un par de personas.
La campanilla de la puerta sonó al ser abierta. La hermosísima rubia y la esplendida morena entraron juntas, recorrieron con la mirada la cafetería hasta dar a su dirección. Sonrieron con sus perfectos dientes hasta llegar a la mesa doce donde Logan Cárter las esperaba.
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Hola, lamento la demora. Pero creo que por lo que viene a válido un poco la pena.
¿Qué esperan de los próximos capítulos?