Enséñame a volar

By Idoia_G

1.1K 415 678

"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo... More

Intro
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítlulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogo

Capítulo 17

24 10 19
By Idoia_G


            Hace un par de semanas que Lola y yo estuvimos en Dubái. Ese viaje ha supuesto un punto de inflexión para nosotros dos. Un punto y aparte. Ahora, somos una pareja. El domingo siguiente de nuestro regreso, Lola quiso hacerlo oficial delante de toda mi familia, que lo celebró como si fuese una boda o un cumpleaños. Enzo, que había hablado antes con ella, nos hizo una tarta y Eros trajo Champagne para todos. Brindamos y nos quedamos hasta tarde. Estamos trabajando entre los dos por tener una rutina. No queremos caer en la monotonía, pero ella entiende que yo me agobio si todo es improvisado. Lola quiere salir a correr de verdad por las mañanas. He conseguido que ya corra los tres kilómetros que nos separan del centro del pueblo para poder desayunar allí. Yo regreso a casa y ella se suele quedar allí con Enzo y los contratistas. Se ha involucrado un montón con mi sobrino en el proyecto de la cafetería. Eros también está poniendo su granito de arena y dice que, si todo va bien, en la planta de arriba puede montar un restaurante en el futuro. Es genial verlos a los tres juntos. Se ríen, disfrutan y se les ve felices.

Mi familia ha aceptado la noticia sin problemas. La edad no es un problema para ninguno de ellos. Mi madre dice que, si para nosotros no supone un problema, ella no nos va a juzgar. Estamos a finales de septiembre y esta noche Lola llegará tarde. Va a salir por Madrid con mis sobrinos y sus amigos. Que a mí no me guste salir, no significa que ella no pueda hacerlo. Si algo tengo claro, es que no voy a cortarle las alas a Lola. Quiero que sea feliz. Y desde que nos besamos la primera vez, no ha vuelto a salir de fiesta. Yo solo le pido que se controle con la bebida. No por nada, sino porque no quiero despertarme y tener malas noticias. Hay mucho loco suelto hoy en día.

Mis hermanos han querido venir a despedir el buen tiempo y con ello la piscina, pasando la tarde aquí. Y seguramente se queden a dormir también. Alfonso está más decaído de lo normal y no me gusta verlo así. Carlos por su parte está como siempre, pero me preocupa mucho lo que he escuchado por el pueblo, las malas lenguas dicen que le han visto con chicas raras en su casa.

— Bueno Alfonso, ¿has sabido algo de Rebeca? — Carlos siempre ha sido el gilipollas de los dos mellizos. ¿Lo habías notado? Por si acaso, te lo digo yo.

— No, ni quiero, pero tengo la mosca detrás de la oreja. Porque ya sabéis que llevo haciendo cositas para gente de pasta muchos años, y desde hace un par de semanas casi todos acaban cancelando los contratos que teníamos. Creo que Rebeca tiene algo que ver.

— Será Hija de... — Carlos se levanta ofuscado del sillón de mimbre del jardín.

— A ver, Carlos — voy a mediar antes de que mi otro yo la lie — no tenemos pruebas de que haya sido ella ¿no? — Alfonso niega con la cabeza. —Entonces relajémonos ¿vale? No merece la pena que le des más vueltas.

— Si yo no quiero darle vueltas — Alfonso bebe de su cerveza — Pero es mucha pasta con la que contaba, porque tenía los trabajos cerrados y ahora se esfuman. Y encima yo, con la cabeza como la tengo.

— ¿Cómo se llama? — Carlos ha cogido su móvil y mira la pantalla

— ¿Cómo se llama quién? — Miro a mi hermano. Este no planea nada bueno. Seguro.

— ¿Quién va a ser? Rebeca o su marido, me da igual. Mejor su marido.

— Jacob Miller.

— Empresario alemán afincado en España desde finales de los noventa. — Carlos comienza a leer de la pantalla — Amasa una de las mayores fortunas conocidas, entrando dentro de los cien hombres más ricos de la lista Forbes durante los diez últimos años. Su mujer Rebeca Miller, es española de nacimiento y poco se sabe de sus raíces o su familia. Se casaron hace veinticinco años en Alemania, donde la española trabajaba y se trasladaron hace quince años a España. Viven en el lujoso barrio de la moraleja, bla, bla, bla... nada más de importancia. Sólo que dan una fiesta esta tarde en su casa. — Nos mira con cara de pillo. Esa que los críos ponen, cuando tienen una idea, que suele resultar pésima.

— No — Alfonso se pone en pie y empieza a negar con la cabeza.

Por la puerta del jardín entran Eros, Enzo, Lucía y Lola. Van riendo y charlando. Lola está espectacular como siempre. Y esa euforia que siempre siento se instala ya en mi parte baja. ¡No aguanto ni dos segundos en su presencia sin sentirme un adolescente salido!

— ¿Qué le pasa? — Enzo se sienta en el césped señalando a Alfonso.

— Tu padre que es un liante. — Alfonso lo dice nervioso mientras da vueltas alrededor de un sillón.

— Pero si yo no he dicho nada todavía. No sabes lo que estoy pensando — Carlos se defiende. Pero yo le conozco y sé que la va a liar.

— No hace falta que lo digas — le señala con el dedo — todos aquí te conocen y saben que nada bueno puede salir de esa cabecita loca que tienes. En el colegio siempre me metías en líos.

— No mientas — grita Carlos — Te metías en líos tú solito.

Alfonso va a replicarle, pero le sujeto y le pido que se tranquilice con un gesto.

— ¿Se puede saber cuál la idea que tenías en mente y que no quieren escuchar? — Lolita como siempre metiéndose en todos los fregaos ¡Esa es mi niña!

— Rebeca, la ex o lo que sea de Alfon, está haciendo que los clientes de él anulen sus encargos ya cerrados...

— No estoy seguro de que sea ella ¡Joder! — Alfonso se coge la cabeza con las manos mientras intenta no gritar — He dicho que tengo la mosca detrás de la oreja, nada más.

— Lo dicho — Carlos le señala — Una cerda. El caso es que he buscado la información de su marido — le enseña la pantalla a los chicos que miran atentos, todos, incluida Lucía, que está divirtiéndose mucho con esto. — Y resulta que esta tarde dan una fiesta.

— ¿Y? — Lola mueve las manos para que continue.

— Y ya está, no he dicho nada más y Alfonso se ha puesto así.

— ¿Sabemos el catering que van a tener en la fiesta? — Eros, que es un cabroncete como su padre ya está maquinando, porque conociéndole, ha pillado la idea de su padre. Todos la hemos pillado.

— ¿Queréis colaros en la fiesta, coger a la perra por banda y amenazarla? – mi sobrina ha salido a mi hermana. Lo tengo claro.

— ¡Lucía! — le digo alterado — no uses esos calificativos.

— ¿Por qué? Mira cómo está el tío por su culpa, es un zombi — Lola se ríe y al mirarme se calla de golpe y se tapa la boca.

— ¿Perdona? No estoy tan mal. — Todo miramos a Alfonso — bueno quizá un poco.

— Vale, es la Chalota Catering — Suelta Enzo de repente.

— Wow se dejan pasta esos cabrones — Eros le responde mientras los demás los miramos un poco incrédulos. — Pero podemos hacernos pasar por sus camareros. Sus uniformes son básicos negros. No se lo curran mucho y los mandiles los podemos coger allí.

— He dicho que no vamos a hacer esta mierda. No, no, no. — Alfonso niega con la cabeza.

— Alfonso — Lola se le acerca y le sujeta de los brazos — Tienes que salir de este bache y sabes que no debes permitir a ninguna mujer, no solo reírse de ti, si no que encima juegue con tu futuro. Vamos a ir allí, la vas a encarar y le vamos a cantar las cuarenta. Después, si están por allí algunos de tus clientes perdidos, los vamos a recuperar. ¿Me oyes? — Todos miramos la escena como gilipollas, Alfonso mira fijamente a mi chica y le asiente con la cabeza. ¡Le asiente con la cabeza! Estamos perdidos.

— ¿Estamos locos? — Quiero inducir un poco de cordura en esta familia de locos.

— ¡Cállate! — Me sueltan todos a la vez. Incluido Alfonso. Listo. Estamos perdidos.

Ha pasado una hora, son las cinco y la fiesta es a las ocho y media. Según nos ha contado Eros, conoce a un par de tipos de la organización, que nos pueden echar un cable. Lo están organizando como si esto fuese lo más natural del mundo. Como si lo hiciésemos de forma habitual. Nos hemos vestido todos de negro. Vaqueros negros y camiseta negra. Iremos en dos coches, y están planeando todo al mínimo detalle. No dejo de observar a Lola, que está como esas niñas traviesas, que siempre están maquinando algo. Y en realidad es justo lo que es. Es una mujer, me lo demuestra todas las noches, pero tiene una vena infantil que me vuelve loco. Yo tengo la vena de padre protector y ella es la incitadora del mal. Juntos somos la combinación perfecta. El equilibrio justo. El ying y el yang.

Llegamos con los dos coches, Lola viene en el mío con Enzo y en el coche de Carlos, van mis dos hermanos y Eros. Hemos dejado a Lucía fuera de esto. Es demasiado pequeña para cometer estas locuras. Además, con ella seguro que nos pillarían. Palabra de Lola. Bueno de otra manera más bonita, para que Lucía no se ofendiera. Porque mi chica está en todo. Llegamos y cada vez que me acuerdo de la estupidez que vamos a hacer mi corazón hace amago de pararse. Lola me agarra la mano y me la aprieta con fuerza. También está nerviosa. La miro, tiene una sonrisa de oreja a oreja y noto como su euforia lo arrasa todo.

— Dios, estoy a punto de saltar con el coche en marcha de la emoción. Esto es mejor que salir de fiesta.

— Lolita — le digo — ¿sabes que si nos pillan...

— ¿Vamos al trullo? — termina ella por mí — Siiii. Pero solo podemos aprender a volar después de estrellarnos muchas veces. — me guiña un ojo. Una vez me dijo que quería enseñarme a volar. Y le dije que vale. Y si hay que estrellarse, lo haremos juntos. ¿De eso se trata no? Además, creo que, con Lola, nos vamos a estrellar muchas veces.

— Lola, vas a ser mi tía favorita con diferencia — Enzo le da con la mano en el hombro. Lola y él se ríen y yo me quedo mirándolos. ¿En qué momento he llegado yo a esto?

— No voy a hacer comentarios. ¡Vamos, abajo del coche!

Nos bajamos, ya estamos todos entrando por una puerta trasera de este casoplón de la leche. En la seguridad de la entrada Eros se ha encargado de que nos dejasen pasar. Me da mucho miedo lo que mi sobrino está haciendo, con esa tranquilidad pasmosa. ¿Cuándo se ha convertido en mafioso? Porque estas cosas las hacen los mafiosos. Mejor no lo pienso.

Entramos en la cocina de la casa. Es una casa de tres plantas, completamente reformada. La cocina es estilo industrial, muebles en madera y blanco brillante. Con los electrodomésticos disimulados por los mismos muebles. Hay una isla enorme en el centro, donde hay infinidad de gente. Hay al menos cinco cocineros con los fogones a tope. Y luego hay al menos veinte camareros, más nosotros. Alfonso se queda mirándolo todo, le noto más nervioso que antes.

— Alfon — me acerco a él — ¿Estás bien?

— Si, es solo que hay mogollón de peña aquí. ¿Qué le voy a decir cuando la vea?

— Pues que debido a que últimamente muchos de tus clientes te están fallando tienes que buscarte la vida y este es tu segundo trabajo. — Lola se cruza de brazos delante de él.

De repente hay movimiento y entra un señor vestido de negro que nos reparte los delantales a todos.

— Bien, los invitados llegan en media hora. Haré tres batidas de ...— se pone a contar con la mano, las personas que estamos aquí — de ocho camareros. Saldréis cuatro con las bandejas repartiendo y los otros cuatro se quedarán preparando bandejas nuevas para cuando vengan las vacías cambiarlas. Dos de los cuatro lo harán con bebidas y los otros dos con comida. Hay tres salones y nos rotaremos durante cuarenta y cinco minutos. Después de ese tiempo nos cambiaremos al siguiente salón. Así los camareros cambiarán en los salones. Lo grupos serán de aquí a aquí — señala, al menos Eros y Enzo estarán juntos en un equipo — de aquí a aquí — Lola y Carlos están en el otro — y de aquí al final — Y Alfonso está conmigo — Dentro de los grupos me es indiferente cómo os organicéis. Podéis descansar veinte minutos. Entonces os quiero a todos aquí para comenzar la velada.

Salimos todos al jardín trasero. O bueno al parque del retiro que tienen por jardín. Lola se acerca a mí.

— Menudo palacio ¿Eh? — me da un codazo — ¿Cómo sería vivir en un lugar como este?

— No lo sé. Solo sé que la gente que vive aquí suele ser infeliz. Tiene gente que se lo hacen todo y acaban dándose al alcohol, las drogas o el sexo extramatrimonial por aburrimiento. — Lola se me queda mirando muy fijamente — ¿Qué?

— No lo había pensado así. Yo lo decía porque es inmenso, y yo sería la dueña y señora de todo. Y mandaría a mis criados.

— ¿Te gusta esa vida?

— No, pero la gente con pasta vive así. Será porque mola ¿No?

— No lo sé. Prefiero nuestra casa a vivir en una casa de estas y tirarme los días sin verte por el trabajo. O porque no coincidimos. — la agarro por la cintura.

— Nuestra casa — Lola lo dice como si estuviese en una ensoñación.

— ¿Qué pasa?

— No es mi casa Javi. Es tu casa, yo solo vivo ahí.

— Es nuestra. Moralmente es nuestra. Lola, ¿no te sientes como en casa viviendo conmigo?

— Si, pero yo no he invertido nada en ella. No sé cómo explicarme.

— Tranquila te explicas bien. Es solo que me gusta pensar que es nuestra. He vivido mucho tiempo solo y ahora que te veo en esa casa. En el sofá leyendo o en la cocina haciendo café, en nuestra cama por las noches. Ahora sí me parece un hogar. Quizá sea mi casa, pero es nuestro hogar. ¿prefieres verlo así? — besa mis labios y como siempre no puedo parar. Y nos enganchamos en un beso hambriento. La aprieto contra mí.

Alguien carraspea a nuestra espalda.

— Hola — Me giro y Carlos y Alfonso están detrás de nosotros. Lola y yo nos separamos.

— Hola chicos — suelta Lola como si nada. — Carlitos, le agarra del brazo — nos toca juntos. ¿hacemos pareja? Me pido camarera llevando bandeja. Me gusta la acción. — Carlos se ríe y asiente. Se van hablando mientras Alfonso y yo los miramos.

— Es estupenda — Alfon me da una palmada en la espalda — No la dejes escapar nunca. Ha entrado en la familia por la puerta grande. Mamá ya la considera uno de los nuestros.

— Yo también la considero uno de los nuestros. Créeme, no la voy a dejar escapar.

— Más te vale — hace una pausa pensativa — Me pido fuera. Quiero ver dónde está la sanguijuela de Rebeca.

— Bien ¿Qué harás cuando la veas? — tengo curiosidad.

— La excusa que me ha dicho Lolita es buena, luego la arrinconaré en algún sitio y le diré que deje de sabotearme, que sé que es ella.

— Bien, parece un buen plan. ¿Crees que cederá?

— Si no lo hace la amenazaré con contarle lo nuestro a su marido.

— Uuuuu, vas pisando fuerte hermanito. — Le digo mientras le aprieto el hombro.

— Soy un González, con nosotros no se juega.

Nos colocamos todos en nuestras posiciones. De primeras nos ha tocado bebidas. Alfonso se acaba de ir con una bandeja llena de copas de cava y limonada natural. Yo estoy reponiendo copas y observo como Lola ya va a coger su segunda bandeja de canapés. Se lo está pasando bomba y a pesar de que estamos haciendo una ilegalidad, y si nos pillan, nos meten un buen paquete, yo también me lo estoy pasando como un crío pequeño.

— Otra — Alfonso me saca de mi pompa y le entrego la siguiente bandeja.

Al cabo de cinco segundos Alfonso viene completamente blanco. ¡Mierda!

— ¿Qué pasa?

— La he visto tío. — Suelta la bandeja y se pone una mano en el pecho. — Está preciosa, lleva un vestido de esos con transparencias. Dios se me ha puesto dura nada más verla. No voy a poder hacerlo — me mira. Y veo terror. Puro terror.

— No me jodas Alfonso. Escúchame — le cojo de los hombros y le obligo a mirarme — Vas a acercarte a ella cuando esté sola, dejas que te vea y le dices que tenéis que hablar. Llévatela al baño, por ejemplo y allí le dices que te deje en paz con lo del curro. Que si está dolida es su problema. Pero que con tu curro no juega nadie.

— Cada vez te pareces más a Lola hablando.

— ¿Gracias? Y ahora sal ahí fuera y haz que esto merezca la pena.

Alfonso sale con una nueva bandeja. Tarda unos cinco minutos y vuelve hecho una furia.

— ¿Y ahora que te pasa? — le pregunto.

— Se ha metido en el baño, la he seguido y me la he encontrado a punto de hacerlo con un tipo que debe ser de la seguridad. Es una guarra. ¡Joder! — se tira de los pelos de la cabeza — ¿Se habrá tirado a otros mientras estaba conmigo?

— ¡Tú! — Una mujer explosiva, porque no tiene otro nombre le señala. Esa debe ser Rebeca. Madre mía, yo también me la habría tirado, creo — ¿qué haces aquí?

— Trabajar — me planto yo entre mi hermano y ella, con los brazos en jarras. Ella me mira de arriba abajo con cara de asco.

— ¿Y tú eres? — me pregunta. La verdad es que está muy buena, pero tiene voz de estirada. De esas pijas rollo Paris Hilton. Buag. Veo que Carlos se acerca y otros camareros están mirando también.

— Otro trabajador. ¿Algún problema? — le contesto.

— Alfonso — se dirige a mi hermano, mirando por encima de mi hombro — tú y yo vamos a hablar. En privado, mira a su alrededor. — Los demás ¡A TRABAJAR! — da voces.

Coge a Alfonso del brazo y se lo lleva de la cocina, yo les sigo, no puedo quedarme y dejar vendido a Alfonso.

— ¿Se puede saber qué coño haces aquí? ¿EN MI FIESTA?

— Yo... esto yo...

Lola y Carlos entran en escena corriendo y se quedan mirándonos. Yo no sé muy bien que hacer y creo que ellos lo entienden.

— He venido... — Alfon sigue tartamudeando — Por... que... yo.

— Ha venido para decirte que le dejes en paz — Lola se pone entre los dos y se encara con la mujer. ¡La que se va a liar!

— ¿Y quién eres tú? — la mujer empuja a Lola hacia atrás. Me voy a acercar pero Carlos me sujeta.

— Soy su cuñada y su amiga. Y sabemos que estás hablando con tus amiguitos para que cancelen sus trabajos con Alfonso. Y venimos para que le dejes vivir en paz.

— ¡YO NO HE HECHO NADA DE ESO! — Grita. La verdad es que la mujer está muy alterada. Pero me da a mí que es la típica que se altera con muy poco — DEMUESTRA QUE HE SIDO YO, POCO HOMBRE.

— ¿POCO HOMBRE? ¿ME HAS LLAMADO PCO HOMBRE A MÍ? — Alfonso también la grita y la agarra de los hombres. — ME ESTAS DESTROZANDO LA VIDA, REBECA.

— ¿Yo? — se hace la indignada — Eras un don nadie antes de conocerte, solamente te devuelvo a tu estado inicial. — Alfonso está pálido. Se ha quedado parado. Lola lo ve e interviene de nuevo.

— No será tan poco hombre cuando has estado tirándotelo durante dos años ¿no? Y cuando te dejó la primera vez, fuiste rogando para que volviese a ti. ¿Eso lo haces por un poco hombre? — La hostia, la mujer está roja de ira.

— ¿QUÉ SIGNIFICA ESTO? — Un hombre trajeado aparece por la puerta del jardín. Rebeca se tensa y se pone completamente rígida ante el grito del hombre.

— Cielo — ella se gira con su mejor sonrisa melosa hacia él, debe ser su famoso marido — Estos camareros están haciendo mal su trabajo. Nos señala.

— Será... — Lola se lanza, pero la agarro del brazo y la freno. No creo que sea el momento.

— ¡NO ME LLAMES CIELO! HE ESCUCHADO TODA VUESTRA CONVERSACIÓN. ¡¿DOS AÑOS?! ¿¿TE HAS ACOSTADO CON ÉL DURANTE DOS AÑOS??

—Yo... — Rebeca tiembla, le tiene miedo, se encoge como una niña pequeña al ser regañada con severidad — Cielo, es un exagerado. Sólo fue un desliz.

— ¿Ha sido un desliz también, el tipo con el te he pillado haciéndolo antes en el baño? — Alfonso salta bastante alterado.

— ¿¿CÓMO?? — El marido de Rebeca la mira con ira. — ¿¿QUÉ HOMBRE??

Alfonso se le acerca sin miedo ahora y le tiende el móvil — No creí que tuviese que usarlo, pero ya todo me da igual. — Lo dice mirando a Rebeca. El marido de ella coge el teléfono y agranda los ojos a la vez que ella agacha la cabeza y mira al suelo.

El hombre se gira para volver a mirarla mientras ella se gira e intenta correr, pero mis dos sobrinos que acaban de llegar se interponen en su camino y la sujetan.

— ¿Dónde crees que vas Rebeca? — Mi sobrino Enzo se lo dice con una sonrisa en la boca. Ella se gira y encara a su marido.

— Eres pésimo en la cama — se cruza de brazos enfadada, cómo si lo que dice fuese a exculparla de alguna manera — Estás gordo y tienes pelos en el pecho.

— Y muchos ceros en la cuenta. ¿Eso no lo cuentas? ¿Y si soy tan malo en la cama y tan gordo por qué te cuelas en mi despacho para comérmela mientras tengo reuniones on line? — Me entran ganas de sacar unas palomitas y ponerme ciego como en el cine.

— Porque lo tengo firmado en un contrato prematrimonial.

— Bien ese contrato se puede romper en cualquier momento, como nuestro matrimonio. Hay muchas mujeres que matarían por estar en tu lugar. Estás ahí porque eras muy guarra en la cama. Te mantengo a mi lado porque eres una buena mujer de imagen. Pero si me fallas. Se acaba. Lo sabías y aun así te acuestas con este — señala a mi hermano — con mi socio mayoritario — señala la foto del móvil — y a saber con cuantos más.

— Cielo, no sabes lo que dices. Yo te quiero.

— Ya. ¡Aléjate de mi vista ahora mismo! Vete al cuarto o donde quieras, que no te vean los invitados. No quiero escándalos. Esta noche hablaremos.

— Yo... — se agarra al brazo de su marido con lágrimas en los ojos, este se suelta bruscamente.

— ¡NO VUELVAS A TOCAREME EN TU VIDA! — La señala con el dedo y mirándola con furia — Y no te preocupes, tengo quien caliente mis noches. — se aleja de ella y se acerca a Alfonso. Todos estamos tensos y pendientes.

— ¿Has venido para liarte con ella y te has encontrado con otro de sus amantes? — Le espeta a mi hermano con furia.

— No — él le encara — He venido a decirle que deje de hacer que mis clientes anulen sus contratos conmigo. Desde que la dejé hace unos meses, muchos están anulando sus encargos. Y yo no soy como usted. Tengo que comer.

El hombre asiente y le tiende el teléfono. — Me has ahorrado un detective, al que llevo pagando meses para descubrir algo de mi mujer sin éxito. Lo despediré en seguida.

— Igual, se lo está tirando también — Suelta Lola más para sí que para los demás, pero el tal Jacob la escucha.

— Puede ser. Gracias por la idea. — Le tiende la mano a Alfonso — No sé qué clientes has perdido, pero tengo algunos amigos que están haciendo reformas. Yo te contraté para que pintaras en mi casa. Eso lo recuerdo. Les pasaré tu teléfono. Espero que aprendas a dejar de acostarte con las mujeres casadas. Y más, con mujeres como ella, que solo quieren dinero. No puedo entenderlo. Me casé con ella, le he dado todo esto, la saqué de la cafetería mugrienta donde trabajaba en Alemania. Y así me lo agradece. A veces es mejor estar solo. Y ahora largaos. No pienso pagaros un euro por este servicio. Porque ninguno sois trabajadores del catering ¿verdad?

Ninguno le contesta y el silencio se abre paso entre todos. El hombre se ríe a carcajadas.

— Me lo temía. Largaos anda. Yo hablaré con el encargado.

El hombre se gira y se larga por donde ha venido mientras se sigue riendo.

— ¡Estoy super cachonda! — Lola me susurra al oído justo cuando todos se ponen en corrillo para comentar lo que ha pasado.

— ¡Estás loca, eso es lo que estás!

— ¡Loca por ti! Y Cachonda como una perra. ¿Vienes al baño un segundo, creo que sé cómo aliviar este calor que tengo?

Me agarra de la mano y tira de mí en dirección al baño. Entramos y no me da ni tiempo a reaccionar, antes de cerrar, casi la tengo sobre mí devorando mi boca. Y yo no puedo resistirme a eso.

¡Menudo día! Aparcamos con los coches frente a mi casa y nos bajamos todos. Vamos hacia el jardín.

— ¡Voy a ponerme cómoda! — Lola me besa, me da un cachete en el culo y sube hacia nuestro cuarto.

— No sabéis el peso que me he quitado de encima — Alfonso ya ha cogido una cerveza de la nevera y se la lleva a los labios. Salimos al jardín y mi hermano Carlos se ha quedado en bolas y se tira a la piscina. — Me encanta esta tradición — Alfon se quita los pantalones y los calzoncillos, deja la cerveza en la mesa y se lanza también.

Los gemelos también lo hacen y yo me estoy desnudando cuando Lola aparece por la puerta con una cerveza y me mira con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué es esto? — pregunta.

— Es una tradición cuñada. Siempre nos bañamos así para despedir la temporada.

— ¿Sólo lo hacéis los hombres? — pregunta ante mi incredulidad por la situación.

— Si. Bueno la iniciamos solo nosotros. Nunca lo hemos hablado con nadie más — Alfon habla relajado, realmente se le ve mucho mejor. Esa mujer le alteraba demasiado. Es mejor así.

— Eso debería cambiar — veo como Lola se quita el vestido por la cabeza quedándose solo en braguitas. La madre que la parió. La tapo con mi cuerpo.

— ¿Qué haces? — le digo en bajito mientras oigo las risas de mis hermanos y sobrinos.

— ¿Vosotros podéis bañaros en bolas y yo no? — Está realmente indignada. Y comienza a quitarse las bragas.

— Lola te van a ver todos.

— ¡Oh! Ya entiendo. Tú tarzán — me dice dándome un golpe en el pecho — Yo Jane — se da un golpe en su pecho. Me rodea y sale corriendo lanzándose a la piscina desnuda, con mis hermanos y mis sobrinos ya en el agua. Veo que todos se ríen, pero el pudor me puede. Salgo corriendo y me tiro yo también.

— Lola esto no me gusta — la arrincono contra la pared.

— Venga tío — mi hermano Carlos se queja — es tu mujer, jamás la veríamos con otros ojos que los de una hermana más. — lo dice entre risas y veo que Lola sonríe.

— Claro — se roza conmigo la muy... — soy tu mujer — me susurra y muerde mi lóbulo de la oreja ¡Joder! Esta mujer me va a matar.

— Mi mujer — la miro

— Tuya — lame su labio superior y se muerde de abajo.

— ¡Vamos! No vale que hagáis cochinadas con nosotros aquí — noto que me tiran agua desde atrás. Me giro y veo a mi sobrino, me lanzo sobre él y le hago una aguadilla que no se espera.

Una hora después seguimos todos juntos en el agua. Ya estamos más relajados, porque lo hemos pasado bien con las risas, los chistes de mis hermanos y las aguadillas. Deben ser casi las dos de la mañana y me doy cuenta de lo feliz que soy. Con mi familia. Con Lola.

Continue Reading

You'll Also Like

19.7M 1.3M 122
Trilogía Bestia. {01} Fantasía y Romance. El amor lo ayudará a descubrir quién es en realidad y su pasado hará reales sus peores miedos. ¿Podrá ell...
1.5M 107K 82
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
734K 32K 47
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...