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Día 18
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-¡¿Qué?! ¡¿Cómo que Chuya se fue?!
-¡No me preguntes porque no lo sé!
-¡Maldita sea, Osamu! ¡¿Y por qué no sales a buscarlo?!
Porque estaba seguro que Chuya no lo quería cerca, sin embargo, no era capaz de decírselo directamente a Akiko.
Tomó su gabardina y salió con prisa de la casa, debía ir a buscarlo y encontrarlo antes de que algo le pasara. Porque, en efecto, después de lo ocurrido por su propio descuido durante la fiesta de Akutagawa no podía dejar solo al pelirrojo en manos de cualquier persona que se cruzara en su camino.
Sacó el celular mientras daba pasos largos y sentía como lentamente su respiración se agitaba. Miró la agenda, ¿a quién debería llamarle primero?
Era improbable que Chuya se fuera en busca de Mori y Koyo, no eran tan unidos como para que le dieran alojo para permitirle pensar; continuó bajando por la lista.
No. No iba a tirar por la borda su orgullo.
No iba a llamar a Paul Verlaine.
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-¿De que quieres hablar? ¿Tuviste una pelea con Dazai-kun?
-No estoy seguro de que eso haya sido así -dijo después de soltar un gran suspiro-, ¿hice mal en pedirte que vinieras?
-No. Escucharte es música para mis oídos. Después de todo, nos conocemos tan bien.
La persona sentada frente a él tomó su mano con delicadeza después de estudiar el ambiente, la acarició queriendo darle confort y le dedicó una sonrisa.
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-El primer lugar en el que se te ocurre buscar es este, ¿tanto ha bajado tu desempeño?
-¡Deja de burlarte, maldición!
La mujer pelirroja, Koyo, disfrutaba de ver al subordinado de su marido en estado de desesperación. Cubrió elegantemente sus labios y rio para sí.
-Bueno, Chuya no está aquí como te puedes dar cuenta.
Chasqueó la lengua y dio media vuelta de regreso a la salida de la oficina.
-¿Tan complicada es su relación? La primera vez que lo conocí, pensé que tal vez estaba enamorado de ti, pero no creo que seas de su tipo. Llegué a la conclusión, de que su relación no se trata más que de un simple juego de niños. ¿Tan rápido has superado a Odasaku?
-No creo que mis sentimientos por Odasaku hayan cambiado, ane-san. Y será mejor que prestes más atención a tu relación, ¿no crees que Mori-san está muy pegado a ese hombre?
-Sal de aquí o te pondré a trabajar horas extra sin pago -respondió malhumorada.
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-No puedo creer que hayas permitido que se fuera. Debiste hacerlo enojar bastante.
-Esto se está complicando demasiado, me pregunto...
Me pregunto si debemos acabar con esto ahora.
-¿Te preguntas? -cuestionó Akiko intrigada en la otra línea.
-Me pregunto si está bien.
-Obviamente lo está, no es un niño pequeño. Por lo que puedo ver, es un chico muy determinado, ¿pero no crees que has estado jugando bastante con sus sentimientos?
-No tengo tiempo de hablar de sentimientos ahora, quiero encontrarlo.
-Te será muy difícil...
En la habitación que una vez le perteneció a Chuya, Akiko sostenía una pequeña hoja de papel con información brevemente escrita. La apretó ligeramente, no sabía como sentirse al respecto y si estaba haciendo bien en no ayudar directamente a su mejor amigo.
-Osamu, a veces tienes que dejar tu orgullo a un lado y ponerte a pensar en lo que realmente estás sintiendo en este momento.
Tenía razón, ¿que valía más que su orgullo?
Aún si Chuya huía de casa para pensar y estar solo, esa relación no había terminado. Nakahara Chuya tenía que cumplir con su trato.
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-Lamento tener que involucrarte en esto, pero quiero estar seguro que antes de acabar con la tercera semana tendré definidos mis sentimientos.
-¿Que harás, Chuya? -Akiko cuestionó confundida.
-Esto -tomó la mano de la mujer y le entregó un pedazo de papel-. Quiero darle su escarmiento a ese bastardo, estoy seguro que no será fácil, pero me dará la paz mental que necesito.
-¿Una dirección? ¿Por qué?
-Si esto se complica, solo tiene que ir allí. Mientras tanto, tengo algo que solucionar y que tiene que ver con mis verdaderos sentimientos.
-Chuya, antes de que te vayas -Akiko cerró el puño y decidida, preguntó-, ¿podrás hacer esto solo?
-Nunca he estado tan decidido en mi vida. Ese bastardo ha estado pisoteando mis sentimientos sin darme cuenta, ¿que contraataque puede compararse con el dolor en mi corazón?
La voz decidida de Chuya, evitando quebrarse y aferrándose, fue lo que dejó segura a Yosano sobre su decisión. Lo ayudaría, si de esa forma podía expresar que lo apoyaba y comprendía.
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-¿Por qué volviste?
-Esa pregunta debería ofenderme, Chuya -el pelinegro se encogió de hombros-. Tal vez porque es el destino.
-No creo en el destino, ¿puedes darme una respuesta más clara?
El chico rio.
-Eso es lo que amo de ti, lyubov -su sonrisa se volvió extraña-. Sinceramente, quiero que retomemos la situación donde la dejamos... pero para eso, necesito que dejes de una vez a Dazai-kun.
-Realmente estás muy determinado, Fedya. Has hecho un largo viaje de Rusia a Japón solo para cumplir un objetivo, eres admirable.
-Entiendo que estás siendo sarcástico, ¿desde cuando te volviste tan complicado? Dime, Chuya -el pelinegro se levantó del asiento y se inclinó un poco hacia Chuya-, ¿me darías el privilegio?
Su respiración estaba tan cerca, era la primera vez que tenía al ruso de esa manera frente a él. Durante su relación en la secundaria no rozaron ni un poco los labios, fácilmente un adulto les diría que esa relación era demasiado pura.
Chuya estaba enamorado de él, creía normal que su avance fuera lento porque el ruso difícilmente expresaba sus sentimientos en palabras: sus acciones, como el roce de sus manos, hablaban por él.
El Fyodor de ahora, acarició los labios de Chuya con su dedo pulgar.
Son tan finos, quiero deborarlos. Quiero hacerlos míos justo como debí haberlo hecho hace años, quiero que este pequeño pajarito sea para mi... quiero robarselo a Dazai-kun.
En el proceso, Chuya volteó el rostro y evitó que sus labios se juntaran.
-Tienes mucho trabajo que hacer, Fedya -dijo Chuya con desagrado-. ¿Por qué no esperas tu turno pacientemente?
No quería decir eso, quería rechazarlo ahora. Porque algo dentro de sí le decía que no debía permitir que Dostoievsky lo tomara, su subconsciente le recordaba un hecho innegable:
Sus labios eran de Dazai.
-Hhm... Un reto muy interesante, justo como esperaba de ti, lyubov.
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-¿Te gusta que estén detrás de ti?
Una voz seria se hizo presente en el lugar, un restaurante: el lugar de trabajo de Chuya.
-Ha sido un día pesado, vamos a casa -con enojo, tomó la mano de Chuya.
Sin embargo, éste se soltó de un solo jalón y mantuvo la vista en frente.
-Pronto nos traerán algo para beber, ¿por qué no te sientas?
Dazai arqueó la ceja y aún malhumorado, se sentó frente al pelirrojo; el ambiente era tenso, ¿de que deberían hablar?
El corazón de Dazai se sentía agitado, su respiración también porque cuando recibió la ubicación de Chuya fue corriendo hacia él sin descanso alguno en el trayecto.
Un joven rubio, adolescente, se acercó a la mesa con charola en mano y alegremente dijo:
-Buen provecho, si el café no quedó a su gusto nuestro jefe está dispuesto a prepararlo de nuevo.
Chuya miró al joven y le dio la gracias y cuando se aseguró de que se había perdido de vista, tomó su taza de café y dio un pequeño sorbo; mientras tanto, Dazai chasqueó la lengua y azotó el puño contra la mesa.
-No voy a seguir tolerando tus actitudes, Nakahara Chuya. ¿Tienes idea de todo lo que he pasado por buscarte? Si querías jugar a las atrapadas simplemente tenías que decirlo.
-No alces la voz, al gerente no le gusta -respondió sin alejar la taza de sus labios.
-¡Deja de bromear! ¿Por qué vienes a meterte aquí todo el día? Escucha, la próxima vez... asumiré que darás por terminado todo y cumpliré mi parte del trato.
La taza emitió un fino sonido cuando fue colocada en la mesa, Chuya trató de mantener la compostura.
-Tus amenazas son solo palabrería, bastardo. Espero que hayas aprendido tu lección -se cruzó de brazos y cerró los ojos-. No debes decirle a las personas "si no fuera por" o asumirán que no tienen relevancia en tu vida.
Suspiró con pesadez.
Abrió sus ojos lentamente y fijó la vista en algún punto de la mesa.
¿Puedes hacerlo?
-Puedo hacerlo... cada maldito día te aseguraste te atormentarme con esto. Cada maldito día no he sentido más que una frustración que no es nada comparado con lo que has sentido ahora...
Dazai abrió la boca para decir algo, luego la cerró, las palabras no eran capaces de salir de su boca por ahora. Lo que Chuya estaba a punto de decir le confirmó que era mejor mantenerse callado, esos ojos azules lo miraban con agresividad.
-Te demostraré hasta el final de este mes que no volverás a pisotearme, idiota.
No estaba seguro si sentir alivio, la expresión que Chuya había puesto en ese momento le había cautivado de alguna forma.
Tal vez, si quiero que se quede conmigo. Tal vez, al final de este mes, logre entender lo que yo mismo siento.