El niñero pecoso - Katsudeku

Bởi CODE-READER

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Bakugou es un chico problemático, tanto que fue necesario que su madre contratara a un niñero para cuidarlo e... Xem Thêm

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19

Capítulo 14

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Capítulo 14
Endeavor, cásate conmigo.








Ya llegamos a 80k😭💖 A veces me pregunto si escribir el fanfic vale la pena, pero luego leo los comentarios cuando subo capítulo y lo supero. 😂💖💖💖 mil graciaaaas por todo su apoyo. No olviden dejar su galletita🥛🍪









La noche anterior...

— D-duele, por favor para...— chilló el pecoso contra la almohada, intentando que sus súplicas fueran escuchadas. Sin embargo, mientras Izuku se retorcía sobre la superficie de la cama, los dedos del pelinegro entraban y salían de su interior con agresividad. Arremetiendo una y otra vez, encargándose de sacar todo el lubricante que el encuentro con el rubio había dejado ahí.

— He de admitir que hizo un buen trabajo. El bastardo lo hizo hasta el fondo. — habló el hombre con seriedad. — Pero veo que no fue capaz de meter su maldita polla, esto aún sigue demasiado apretado. Así que dime,  ¿por qué no lo hicieron hasta el final?

Una fuerte embestida con uno de sus dedos provocó que la espalda de Izuku se arqueara debido al dolor, sus pequeñas manos buscaron instantáneamente las del pelinegro, intentando parar sus brutales movimientos. Pero un nuevo cuestionamiento llegó hasta sus oídos antes de poder ofrecer resistencia.

— ¿Es que acaso su polla no era lo suficientemente grande para complacerte? O tal vez, le dió asco ver lo que en realidad eres, una mascota obscena y lasciva que abre las piernas a cualquiera. — las manos del pelinegro se deslizaron desde el trasero hasta el cuello del pecoso, asegurándose de sujetarlo con firmeza. Lo que no sabía, era que aquella pregunta había desquiciado a Izuku. Quien perdido en sus pensamientos, se atrevió a responder.

— Su polla, era enorme...

La respuesta del pecoso llegó hasta oídos del hombre. Quien guardó silencio unos cuantos segundos, intentando procesar las palabras que acaba de escuchar. Sin embargo, ni una sola disculpa fue pronunciada por el peliverde. Lo que había dicho, lo había dicho enserio. Y parecía, no querer retractarse.

— Y-yo, podré ser una perra. Pero no soy la tuya. Eso responde a tu pregunta. No, no le abro las piernas a cualquiera. Al menos, no a ti. — admitió Izuku con el cuerpo aún temblando, completamente indispuesto y sin ánimos de seguir luchando.

Un silencio abrupto inundó la habitación, seguido de un chasquido que resonó de pared a pared. Anunciando el desenlace de aquella primera y sorpresiva confrontación. Una que el pelinegro jamás espero escuchar.

Izuku parecía estarse revelando.

Y, solo había una forma de arreglarlo.

— Katsuki Bakugou. — pronunció el pelinegro en un tono severo.

— ¿Q-qué? — los ojos de Izuku se abrieron de par en par al escuchar aquel nombre siendo pronunciado.

— Él, ¿está enterado de todo lo que has hecho para entrar en la academia? — la mano del hombre vaciló unos instantes, arremetiendo contra el pecho del peliverde, el cual empezaba a agitarse al escuchar el rumbo que estaba tomando aquella conversación. — Los trabajos de medio tiempo que has tenido, la forma en la que has conseguido el dinero, y la manera en la que utilizas tu cuerpo para conseguir unos cuantos billetes más, ¿Le has dicho eso, gatito?

La respiración del peliverde se detuvo unos cuantos segundos.

— Tú no, n-no le dirás nada, ¿verdad? — preguntó Izuku con evidente preocupación. — Tu no, no le dirás nada de esto a Bakugou, ¿¡verdad?! ¡¿No estás pensando en decirle, cierto?!

Un suspiro profundo escapó de la boca del pelinegro. Quien la dedicó una sonrisa ladeada, una que respondió su pregunta rápidamente.

— Parece que realmente temes que el bastardo se entere de esto, ¿por qué será? — cuestionó el hombre al mismo tiempo que acercaba su boca a la espalda del pecoso — Oh, déjame adivinar. En cuanto el rubio se entere de todo no le tomará más de dos minutos abandonarte. Después de todo, nadie quiere a un juguete usado. Mucho menos, él.

Los ojos de Izuku pronto se detuvieron en aquella mirada fría que parecía querer consumirlo lentamente y sin vacilaciones. La mirada del pelinegro lanzaba advertencia tras advertencia. Sentenciando cada palabra, acto, o lloriqueo del pecoso, quien inevitablemente comenzó a llorar en silencio.

No podía hacer nada más que eso. Llorar, maldecir, y guardar silencio. Pues aunque le doliera aceptarlo, aún tenía una factura de hospital que pagar, y por si fuera poco, la beca de la academia solo cubría la mitad del costo total de sus estudios. Lo que lo llevaba a la misma conclusión.

Lo odiaba.

Sin embargo, lo necesitaba.

— Oh vamos, no llores. Sabes que no me gustan las lagrimas que no son provocadas por un buen castigo mío. — las manos del pelinegro pronto se detuvieron en el mentón de Izuku, admirando como sus ojos empezaban a cristalizarse. — Seré considerado solo por esta vez, verte lloriqueando así me vuelve loco.

El sonido de la bragueta de su pantalón resonó por toda la habitación, haciendo que el pecoso entendiera rápidamente a que se refería. Pronto su cuello fue sujetado con firmeza y encaminado hacia la entrepierna del pelinegro, quien gruñó al sentir la respiración entrecortada del pecoso.

— Y bien, ¿algo que decir antes de empezar? Me temo que tu garganta podría quedar algo lastimada después de esto. — advirtió el pelinegro con diversión, tirando del cabello de Izuku con firmeza.

Un ligero titubeo salió de los labios del pecoso antes de poder abrir la boca.

— E-espero, que a-ardas en el infierno...

El pelinegro dejó escapar una breve risita al escuchar la declaración del pecoso. — Gracias por los buenos deseos cariño. Ahora, abre la boca.

[...]

A la mañana siguiente

— ¡Ven aquí! ¡No te atrevas a huir! — exclamó Kirishima al mismo tiempo que derribaba el cuerpo del pecoso sobre la nieve, la cual amortiguo parte de su caída debido al abrupto movimiento.

— Y-ya te lo he dicho, no pasó nada. Me pasé la noche haciendo galletas...— se excusó el peliverde tratando de huir.

— ¡Las galletas saben horribles, es claro que sucede algo! Ahora dime la verdad antes de que se lo cuente a Bakugou, seguro que el no será tan paciente— advirtió el pelirrojo sin vacilaciones, dispuesto a escuchar una respuesta por parte de Izuku, una que fuera verdad y no simples mentiras vagas. Sin embargo, antes de poder escuchar la tan esperada respuesta, miro como los ojos de aquel pecoso empezaban a cristalizarse.

— P-pensé que te habían gustado mis galletas, m-me esforcé mucho haciéndolas, y ni siquiera eran para ti, ¡b-buaaaahh-! — en cuestión de segundos, el pequeño peliverde ya estaba llorando, agobiado por el hecho de que sus galletas habían sido un completo desastre.

— Y-yo no, yo no quise decir eso. Midoriya no llores, te compraré un dulce pero no llores...— aseguró Kirishima mientras se percataba del gran error que había cometido.

Estaba seguro de que algo estaba sucediendo con Izuku, llevaba semanas pensando en eso. Buscando la manera de sacarle la verdad, investigando poco a poco y con sumo cuidado. Kirishima era consciente de que no era nadie para meterse en la vida del pecoso de esa manera, pero no podía ignorar un hecho tan deprimente; las sonrisas de Izuku desapareciendo poco a poco, y su felicidad estaba pendiendo de un hilo llamado Katsuki Bakugou, un rubio cenizo de mal carácter que parecía volverse loco por el peliverde.

Sin embargo, el pecoso no estaba llorando por lo que había sucedido la noche anterior. Ni tampoco por el dolor que se expandía lentamente en su mandíbula debido al maltrato que había recibido con brusquedad.

Izuku lloraba porque Kirishima le había dicho que sus galletas sabían horribles. Y para aquel pecoso, aquellas palabras eran las cosa mas horrible que podían haberle dicho jamás.

— L-las galletas son lo único que se hacer, y si saben mal entonces yo...no sirvo para nada más — las palabras del peliverde se deslizaron en un pequeño susurro, uno que hizo retorcerse a Kirishima en la culpa.

"Soy un maldito monstruo" se regañó el pelirojo.

Pero, antes de que pudiera disculparse, pudo escuchar unos cuantos pasos acercándose a su dirección. Su mirada se alzo rápidamente, buscando el origen de aquel sonido de la nieve siendo pisada con lentitud. Sin embargo, una mueca de confusión se extendió en su rostro al no poder reconocer a aquella persona, la cual contemplaba la escena con detenimiento. Los labios del pelirojo estuvieron a punto de cuestionarlo, de no haber sido porque el pecoso debajo suyo había escapado de su interrogatorio, corriendo hacia el chico pelinegro quien giro su vista al ver como Izuku se escondía detrás suyo.

— M-midoriya, no creo que...

— ¡N-no me hables! Y-yo, yo no volveré a hacer galletas jamás, así que vete...— exclamó el pecoso mientras escondía su expresión detrás del chico desconocido— A-ahora él será mi amigo...

— O-oye, ni siquiera lo conoces, deberíamos irnos...

— ¡C-claro que lo conozco! Él, él, él es...hmmm ¿quién eres tú? — pronto, la vista de Izuku terminó admirando el rostro de aquel chico, el cual mantenía una sonrisa de extremo a extremo, una que lograba poner a Kirishima de nervios. Y no solo a él, sino también al peliverde, quien dio un paso atrás al contemplar aquella expresión inusual. — S-sabes que, se cancela todo. Kirishima puede ser malo a veces pero esta bien, él tiene malos gustos, así que ignoraré lo de las galletas, gracias y adiós...

En un par de segundos los pies de Izuku corrieron en dirección al pelirrojo, el cual parecía darse cuenta de que aquella situación era sumamente extraña. Pese a esto, ninguno de aquellos dos chicos se imagino lo que sucedería aquella mañana.

Los pasos de Izuku se detuvieron en seco al ver a un segundo chico, uno que se encontraba parado detrás de Kirishima. Quien se dio cuenta de su presencia bastante tarde, pues para cuando pudo girarse ya tenia un pequeño pañuelo cubriendo su nariz y boca, impidiéndole respirar o siquiera gritar.

En menos de cinco segundos Kirishima había perdido el conocimiento, incapaz de activar su kosei y siendo sostenido por los brazos del segundo chico, el cual mantenía una mirada de triunfo total.

— K-kirishima.— susurró Izuku sin ser capaz de dar un paso atrás.

— Tranquilo, solo esta dormido. Despertará cuando lleguemos. — comentó el chico pelinegro al mismo tiempo que empezaba a dirigir sus pasos hacia el pecoso.

— C-cuando lleguemos, ¿a donde? — cuestionó Izuku sin apartar la vista del cuerpo inconsciente de Kirishima.

Pero antes de poder obtener una respuesta, sintió el cuerpo del chico pelinegro detrás de él. Sus labios temblaron ligeramente al sentir aquellas manos desconocidas sosteniendo su cintura con firmeza, impidiéndole moverse un solo centímetro, además, su mirada pronto se encontró con unos ojos que lo hicieron perder el aliento inmediatamente.

— ¿Nos vamos? Si prometes no gritar te daremos galletas, escuché que te gustan. — interrumpió el segundo chico.

— ¿G-galletas? — preguntó el pecoso inmediatamente.

El pelinegro asintió mientras le tendía la mano con suma elegancia, añadiéndole aun mas misterio a toda aquella situación.

— Y-yo, ustedes, ¿quienes son...? — cuestionó Izuku tratando de sonar amable.

"Si de todas formas me van a secuestrar, prefiero comer galletas en el camino." pensó al mismo tiempo que se felicitaba por aquella idea revolucionaria.

El chico pelinegro rió al mismo tiempo que le dirigía una mirada cómplice a su amigo. Segundos después hizo una pequeña reverencia, recogiendo sus mangas y acomodando su corbata con detenimiento. Izuku no pudo evitarlo, contemplar aquellos ojos envueltos en un aura peligrosa pero al mismo tiempo pacífica.

Un aura que le pedía a gritos correr, pero también, escuchar su respuesta.

— Lamento mis malos modales.— se disculpó el pelinegro mientras tomaba la mano de Izuku, depositando un pequeño beso sobre esta y sonriendo abiertamente. — Puedes llamarme Dabi, solo Dabi.

[...]

10:00 am

La campana de la escuela resonó de pasillo a pasillo, anunciando el comienzo de la hora del almuerzo. Sin embargo, no había tiempo para pensar en comida. No para Bakugou, quien llevaba toda la mañana tratando de encontrar a Izuku, a quien no había visto desde la noche anterior. Y por si fuera poco, Kirishima tampoco se había presentado a clases.

Un bufido molesto escapó de sus labios, anunciando que su paciencia estaba a punto de llegar a su límite. Sin embargo, antes de que pudiera comenzar a maldecir, contempló una figura familiar frente a él.

Una estúpida y fastidiosa figura familiar.

— Deja de estorbar y muévete.— exclamó Bakugou al mismo tiempo que lo pasaba de largo. Aunque pronto su paso apresurado se vio interrumpido por este mismo de forma abrupta. — ¿hah?

— Busco a Midoriya, ¿donde está? — preguntó Todoroki sin vacilaciones.

— Quítame tus manos de encima, me vas a pegar los piojos. — advirtió Bakugou mientras se deshacía del agarre del medio albino con brusquedad. Acto seguido chasqueó la lengua, encaminándose hacia el fondo del pasillo, ignorando por completo la presencia de Todoroki, quien sorpresivamente le siguió el paso sin vacilaciones. — ¿¡Qué eres acaso un puto acosador?! ¡También lo estoy buscando, y si estas pensando en cortejarlo o algo así puedes irte deshaciendo de esa idea, idiota!

La expresión del rubio explotó en ira, desesperado por no encontrar al pecoso, y desquiciado por estar siendo perseguido por el chico más odioso de la academia. Aunque para su mala suerte, su día solo estaba comenzando.

— Encontré su teléfono a seis cuadras de aquí.— comentó Shoto al instante, capturando la atención del rubio rápidamente.

— ¿Cómo sabes que es de él?— interrogó Katsuki.

Todoroki ladeó la cabeza mientras le extendía el móvil.

— Funda de conejo, colgante de la versión limitada de All might quinta edición, fondo de pantalla de galletas y el teléfono no tiene contraseña. — reiteró Shoto.

— El teléfono podría ser de cualquiera.— aclaró Bakugou.

— ¿Olvide mencionar que vi una sesión de fotos de Midoriya vestido como caperucita roj...?

¡Putamadre es el nerd! ¡Dame eso! — las manos del rubio tomaron el teléfono con rapidez, maldiciendo por lo bajo mientras se prometía darle un buen escarmiento al pecoso en cuanto lo viera, puesto que dejar su teléfono sin contraseña no era ninguna broma, aunque ese era el problema. — ¿Dónde lo encontraste exactamente?

— Frente al café de la avenida principal, no estaba enterrado en nieve así que supongo que debió caérsele no hace mucho. Pero supongo que esta bien, encontré la mochila de Kirishima justo a lado así que probablemente salió con él. — aclaró Todoroki con tranquilidad. Aunque, a diferencia de él, Bakugou se hacia a la idea de que fuera lo que fuera...

— Joder...— exclamó el rubio mientras guardaba el teléfono de Izuku con rapidez.

— Ah, ¿estoy ignorando algo acaso? Sabes que olvídalo, no hablo con animales, así que no puedo entender...¡ni una mierda de lo que estas diciendo! — exclamó Todoroki mientras se daba la vuelta, dispuesto a irse después de haber devuelto el dichoso teléfono e incapaz de seguir manteniendo una conversación con Bakugou. Aunque...

— Kirishima no sería capaz de dejar esa maldita mochila tirada, ¿quieres saber por qué? Echa un vistazo y descúbrelo por ti mismo. — espetó Katsuki al mismo tiempo que salía corriendo a toda prisa, ignorando por completo los gritos de los profesores exigiéndole detenerse, órdenes que evidentemente ignoro para desaparecer de la escena en menos de cinco segundos.

Mientras Bakugou desaparecía estrepitosamente, la mirada de Todoroki terminó sobre la mochila del pelirrojo. Unos cuantos momentos de análisis pasaron por su cabeza, preguntándose si de verdad era necesario abrirla. Sin embargo y para su desgracia, la curiosidad le llevaba ventaja. Solo era una mochila, ¿Qué podría tener una mochila? Libros, alcohol, muffins de dudosa procedencia, revistas para mayores de edad, cualquiera cosa sería normal en...

— Esto debe ser una broma...— susurró Todoroki al contemplar el contenido de esta. Correas, arneses, disfraces, vibradores y algunas otras cosas más que no era capaz de identificar.

Las manos del medio albino deslizaron el cierre rápidamente, cerrando la mochila mientras trataba de procesar lo que acababa de ver. Sin embargo, una risa llena de vergüenza escapó de sus labios.

— Quien lo diría, Eijiro es un completo pervertido. — admitió al mismo tiempo que rodaba los ojos, incapaz de creer que aquel pelirrojo varonil estuviese envuelto en cosas tan descaradas. Pese a esto, debía admitir que no le sorprendía. Después de todo, las fotos que estaban en el teléfono de Izuku no solamente eran de él.

Para su sorpresa, también habían imágenes de un chico vestido de cordero. Y, ahora que se detenía a pensarlo unos segundos, era obvio que se trataba de Kirishima.

— Supongo qué entonces debería borrar la copia que hice de las fotos...— comentó mientras sacaba su teléfono, regañándose así mismo por haber sido capaz de guardar las fotos en primer lugar. Aunque, si lo pensaba mejor...— Debería conservarlas un poco más, solo, un poco más...

[...]

— ¿Quieres dejar de moverte? Solo te estas lastimando.— regañó el chico con severidad, tratando de ignorar a Kirishima, quien llevaba cerca de diez minutos tratando de romper las esposas que tenía en sus tobillos.

— ¿Dónde mierda esta Midoriya? ¿A donde lo llevaste? — cuestionó el pelirrojo, ignorando por completo la orden del chico que parecía no quitarle la mirada de encima.

— Ya te lo dije, mi amigo se está divirtiendo con él. — aclaró el peliblanco rápidamente. — Si sigues gritando así no me dejarás más opción que amordazarte, así que guarda silencio hasta que regresen. — advirtió con seriedad.

— Pues adelante, mete tu polla en mi boca. Pero seguro será tan pequeña que mis gritos seguirán escuchándose. — amenazó Kirishima con molestia.

Era claro que estaba buscando provocar a aquel chico, al menos lo suficiente para encontrar una forma de salir de aquel lugar. Aunque, aquel peliblanco parecía ser más paciente de lo que había pensado. Por lo general, usaba aquel insulto de la polla pequeña para desquiciar a chicos odiosos. Quienes siempre trataban de defenderse al instante.

Pero, el silencio del peliblanco había sido suficiente para confirmárselo.

"Puta madre, este bastardo la tiene grande." pensó Kirishima mientras desviaba su mirada ligeramente, buscando ocultar su rostro furioso pero también avergonzado.

Hacerlo sería un premio, no un castigo. Aunque se escucha bastante tentador. — aclaró el peliblanco al mismo tiempo que se incorporaba del suelo.

— ¿Q-qué? — preguntó Eijiro.

— Olvídalo. Te llevaré a la habitación en donde esta tu amigo, trata de no llamar la atención en el camino. No me gusta repetir las cosas, ¿me escuchaste? — cuestionó el chico con la misma seriedad de siempre.

Kirishima asintió brevemente mientras se convencía a si mismo que escapar en ese momento no era una opción, puesto que muy a su pesar no sabía en donde estaba Midoriya. Y sin él, no iba a ir a ningún lado.

Un suspiro cansado salió de su boca al mismo tiempo que veía como el chico peliblanco se deshacía de las esposas que sujetaban sus tobillos. Segundos después, ya estaba siendo encaminado hacia la única salida que había en esa espaciosa habitación. Sus labios temblaron ligeramente al recordarlo, lo que él chico peliblanco había dicho anteriormente al preguntarle por Izuku.

"Mi amigo se está divirtiendo con él"

Aquellas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, acelerando su pulso y haciéndolo sentir culpable al instante. Si algo le pasaba a Midoriya, él sería el responsable.

Y esa era una culpa, con la que no quería cargar. Sin embargo...

Lo que había dicho el peliblanco, era completamente cierto.

[...]

— M-midoriya...— susurró Kirishima al contemplar la escena frente a él.

— ¡JÁ! Ahora tengo todas tus propiedades, y solo te quedan 3 billetes, así ya puedes declararte en banca rota.— dijo Izuku con un aire de superioridad digno de haber ganado en monopoly por tercera vez consecutiva.

— Te lo dije, se estaban divirtiendo.— comentó el peliblanco mientras revolvía el cabello de Kirishima con diversión. — Aunque a decir verdad, Dabi lo esta dejando ganar. La primera ronda perdió y fue todo un desastre, no paraba de llorar . Tuvimos que llevarlo a la tienda de conveniencia por mas galletas y leche endulzada.

— ¿Ah? — Kirishima parpadeó un par de veces mas, intentando entender lo que estaba sucediendo.

— ¡Kirishima! ¡Despertaste! — la voz entusiasmada y completamente tranquila del pecoso resonó por toda la habitación. Y, en unos pocos segundos ya había derribado al pelirrojo al suelo, envolviéndolo en un abrazo completamente amigable.

La risa del pelinegro no tardo en ser escuchada, al igual que la del peliblanco, quien parecía seguirle el juego con malicia y un ligero toque de diversión. Unos cuantos segundos mas pasaron antes de que el pelinegro decidiera interrumpir aquel momento colocando su brazo alrededor del cuello de Kirishima, acercándolo de manera pacífica pero sutilmente peligrosa.

— Lamento que nuestro primer encuentro haya ocurrido de esta forma, pero digamos que no nos dejaste muchas opciones después de aquel día en el bar. Tengo que admitirlo, encontrarlos fue algo complicado. — la voz del chico pelinegro se extendió con completa naturalidad, dirigiendo su mirada al pelirrojo, quien parecía estar a punto de explotar en cólera. — No lo recuerdas, ¿cierto?

— Créanme, son los tipos para feos que he visto en toda mi jodida vida. Los recordaría de haberlos visto antes.

— Kirishima no seas grosero, nos dieron galletas...— regañó Izuku con tranquilidad.

— ¡A ti te dieron galletas! — se quejo el pelirrojo instantáneamente.

— Bar de la 85, a tres cuadras del centro de la ciudad. Un chico pelirrojo que llego a mitad de un show armó un alboroto en la pista de baile, la cual se lleno de billetes en menos de 15 minutos. Para cuando decidimos investigar, nos llevamos una gran sorpresa al saber que solo se trataba de un estudiante que se había pasado de copas y que había decidido bailar medio desnudo alrededor de un tubo.— comentó Dabi mientras tomaba asiento en la orilla de la cama.

— Pudo haber sido cualquier persona...— aseguró Kirishima con seguridad.

— "¡ENDEAVOR CÁSATE CONMIGO, MI AMOR POR TI QUEMA CON LA INTENSIDAD DE MIL SOLES!" — mencionó el peliblanco en medio de una risita burlona.

— Si si, definitivamente ese era Kirishima. — aseguró Izuku sin la capacidad de poder defender a su amigo en esa situación.

— ¡SI BUENO, TAL VEZ ERA YO, QUE MAS DÁ! Aun así sigo sin entender que diablos hacemos aquí y porque diablos no me dieron galletas, ¡¿por qué la discriminación animal?!

— ¿Quieres galletas? — preguntó el peliblanco mientras levantaba sus manos en señal de rendición.

La mirada de Kirishima se detuvo unos segundos antes de poder responder, puesto que minutos atrás había vivido un verdadero infierno pensando que todo aquello iba enserio. Y ahora, aunque tenia ganas de partir rostros y maldecir eternamente, prefería jugar un rato.

Jugar, al estilo Kirishima.

— Mejor enséñame las fotos que me tomaste aquel día en el bar.— sugirió Eijiro con modestia.

Una risa breve y algo egocéntrica se escuchó en respuesta por parte del peliblanco, quien enarco una ceja antes de hablar.— ¿Fotos? ¿Crees que alguno de nosotros se tomaría la molestia de hacer algo así? — cuestionó sin vacilaciones.

— La única descripción que tenían de mi era sencilla. Y a menos que sean del FBI necesitan mas que una descripción visual para encontrarme y de paso saber que soy un estudiante. Así que si cariño, estoy 97% seguro de que debiste tomarme fotografías.— una sonrisa orgullosa y completamente segura se extendió por el rostro del pelirrojo.

— ¿Y que pasa con el 3% restante?— pregunto Dabi con diversión.

— Ese porcentaje pertenece a la posibilidad de que no tomaras fotografías porque eres hetero. Pero vamos cariño, ¿eres capaz de verme bailar y seguir siendo hetero?

Una pequeña risita burlona escapó de los labios de Izuku, quien disfrutaba genuinamente del espectáculo que estaba creando Kirishima. Uno que admiraba de principio a fin, pues en el fondo sabia que era verdad. ¿Quién podía ver a su amigo medio desnudo e ignorarlo? Nadie, absolutamente nadie.

— Supongo que nos atrapó.— admitió el pelinegro al mismo tiempo que recordaba la clase de chicos que se habían atrevido a llevar consigo.

— Aunque hay un error... — comentó el peliblanco mientras dejaba caer su espalda en la superficie de la pared, adoptando una postura autoritaria y ligeramente peligrosa. — No soy del tipo que toma fotos. No cuando alguien baila de aquella forma; así que, ¿quieres ver el video? 10 minutos y 26 segundos, es toda una obra cinematográfica.

[...]

— Así que, quieren contratarme para su club privado...— repitió Kirishima mientras deslizaba las medias por sus muslos, los cuales parecían lucir la tela con suma indecencia. — La cosa era tan sencilla como preguntarme, ¿y decidieron secuestrarme como única opción? Menudos idiotas.

— De hecho, si tratamos de hablar contigo. Pero nos diste un sándwich y dos monedas. — aclaró Dabi.

— ¡PENSÉ QUE ERAN VAGABUNDOS! ¿¡Es que acaso no se han visto en un espejo?! — espetó Kirishima sin poder creer que aquel alboroto se había creado solo por una oferta de trabajo.

Mientras tanto el pequeño pecoso se encaminó hacia el pelinegro, quien parecía estar absorto por la idea de parecer un vagabundo con hambre y sin hogar. Una sonrisa amable y pacífica se extendió por el rostro de Izuku mientras se paraba de puntitas para darle unas pequeñas palmaditas a Dabi en forma de consuelo.

— No te sientas mal Dabi, te bañaré y te pondré ropa linda. No llores...— alentó Izuku con entusiasmo.

¡PUTA MADRE, NO ESTOY LLORANDO Y NO NECESITO NINGÚN BAÑO!— exclamó Dabi con enfado y genuina vergüenza.

— Bien, respeto tu opinión equivocada. — concluyó Izuku dedicándole una mirada comprensiva.

Un suspiro pesado y algo cansado escapó de la boca del pelinegro, quien miró a su amigo en forma de reproche. Pero, antes de que pudiera reclamar por aquellas risas burlonas...

— En realidad, tuvimos que disfrazar la oferta amable por una razón. No es como si secuestrar personas sea nuestra opción número uno para tener personal...— aseguró el peliblanco.

— Pero yo si quería secuestrar a algu...— la confesión de Dabi fue interrumpida rápidamente.

— No te pregunté vagabundo de pacotilla. — regañó el peliblanco. — Como decía, lamentamos la forma en la que hicimos esto pero, queremos evitar a toda costa atención innecesaria. Para ser más exactos, tenemos algunos problemas con una organización en particular, se trata de...

— Tengo hambre, ¿hay hotcakes...?— preguntó Izuku en un pequeño susurro, interrumpiendo la conversación con sutileza.

— Espera, estamos hablando. — respondió Dabi.

— Pero es que yo quiero...

— Dame un momento, los haré en cuanto terminemos. — concluyó el chico nuevamente.

— Es que mi panza está rugiendo otra vez y...

¡Joder, ve y hazle los malditos hotcakes de una puta vez! ¡El niño se está muriendo de hambre! — espetó el peliblanco con enfado y cansado de tantas interrupciones.

Dabi asintió con fastidio mientras tomaba a Izuku del brazo, encaminándolo fuera de la habitación en busca de hotcakes. Unos cuantos segundos más pasaron antes de que la conversación fuera retomada con seriedad.

— La cuestión es, no los estamos obligando a trabajar aquí. Pueden rechazar la oferta si les apetece e irse como si nada hubiese pasado. Pero si te atreves a rechazar mi oferta, estarás desperdiciando bastantes billetes. — aclaró el peliblanco.

— Y, ¿Midoriya?

— Ah el pequeñín, tiene buen cuerpo y no dudo que sepa bailar. Pero se ve bastante vulnerable para trabajar en un lugar así. Si un espectador quisiera sobrepasarse con él sería pan comido y sinceramente no queremos ser culpables de ningún trauma. Además, vimos las marcas que tiene, he de suponer que tiene pareja, ¿no?

— Ah si, algo así...— respondió Kirishima encogiéndose de hombros.

— Si lo conoces deberías pedirle que sea más cuidadoso. Esas marcas deben doler bastante, está maltratando un buen cuerpo. — aseguró el peliblanco al mismo tiempo que caminaba hacia la salida de la habitación.

— E-espera espera, sobre las marcas que...

— Espera, ¿hueles eso? — preguntó el peliblanco.

— Hmmm, es la cocina, ¿no? — respondió el pelirrojo mientras intentaba descubrir de donde provenía aquel aroma.

Pronto, los cuerpos de los dos chicos avanzaron por el pasillo, buscando el origen de aquel olor bastante peculiar. Aunque, no tardaron mucho antes de darse cuenta de que se trataba.

— ¿Por qué huele a quemado? — preguntó el peliblanco mientras alzaba su mano entre el humo que salía.

— Es mi amor que arde por ti.— respondió el pelinegro con una sonrisa ladeada.

— ¿Quemaste los hotcakes? — preguntó Kirishima.

— Si...

— M-me quede sin hotcakes...— susurró Izuku en un lamento deprimido y algo decepcionado.

Dabi rió ligeramente mientras se quitaba el mandil y volvía a colocarse el saco negro que había evitado ensuciar. Un ligero aplauso por parte del peliblanco llamó la atención de Kirishima e Izuku, quienes levantaron su mirada rápidamente y se encaminaron hacia el balcón del edificio.

— Aún hay algunas cosas más de las que tenemos que hablar. Así que supongo que deberíamos presentarnos formalmente. — habló el pelinegro al mismo tiempo que les dedicaba una sonrisa amable. — Pueden llamarme Dabi o vagabundo de pacotilla da igual. No necesito formalidades en este negocio.

La sonrisa del pelinegro permaneció intacta, esperando a que su amigo dejara su lado incógnito y se presentara.

— No se confundan, esto solo son negocios. No somos amigos ni mucho menos, ustedes nos prestan un servicio y hacemos que les paguen por ello. Si se atreven a cruzar nuestra línea de amabilidad lo lamentaran toda su vida, ¿de acuerdo? — aseguró el peliblanco para después hacer una pequeña reverencia algo perspicaz.

— Shigaraki Tomura, un placer conocerlos.

[...]

— ¿Qué estas haciendo? — preguntó el peliblanco al mismo tiempo que enarcaba su ceja con confusión.

— Dabi me dijo que podía probarme alguno de estos uniformes. — respondió Kirishima sin levantar la mirada.

— No recuerdo que tuvieran tantas aberturas. — comentó el chico de vuelta.

Una risita breve escapó de los labios de Kirishima antes de responder.

— Mi cuerpo es demasiado sensual como para esconderlo con tanta tela. Además, hay alguien a quien debo mostrárselo. — aseguró Eijiro sin vacilaciones. — ¿Por qué? ¿Hay alguna política que me impida hacerle cambios al uniforme? O tal vez debería probármelo para que cambies de opinión...

Una sonrisa ladeada surgió en respuesta.

— Suena tentador pero, tal vez deberías ayudar a tu amigo. Estaba jugando con el uniforme y creo que se quedó atorado en...

¡Ahhh, Kirishima ayúdame...! ¡La tanga se me atoró en la cabeza, no veo nada!

Un suspiro cansado pero ligeramente divertido escapó de la boca del pelirrojo, quien estuvo a punto de levantarse para acudir al rescate. Sin embargo, el teléfono que se la había de vuelto hacia unos minutos atrás empezó a vibrar.

Su mirada bajo con rapidez, buscando al responsable de aquella llamada que había interrumpido su momento heroico llamado "Quitarle la tanga a Izuku". Sus dedos se movieron con rapidez, contestando la llamada casi al instante.

— ¡Joder por fin contestas!, ¿Por qué no viniste a clases? ¿Estas bien? ¿Dónde mierda estas, esta Deku contigo? — la voz de Bakugou resonó del otro lado del teléfono, lanzando pregunta tras pregunta externando su genuina preocupación.

— A-ah si bueno, surgió algo pero...Midoriya esta conmigo, tranquilo todo esta bien... — respondió Kirishima rápidamente.

¡Kirishima, la tanga es demasiado apretada no me deja respirar...! — la voz de Izuku se extendió por toda la habitación, lo suficientemente fuerte como para que llegara a oídos de...

¿Hah? ¿Q-que...? ¿¡Que mierdas están haciendo...?! — un grito furioso por parte del rubio provocó que Kirishima alejara el teléfono brevemente.

— E-es solo otra sesión de fotos...— aseguró Eijiro.

— No te preocupes, habla con tu amigo tranquilamente, yo se la quitaré. — comentó el peliblanco al mismo tiempo que salía de la habitación.

— ¡¿QUEEÉ?! ¡¿Quien mierda le quitara que cosa exactamente?!— exclamó Katsuki rozando los limites de su paciencia.

— A-ah es que...

— ¡Kirishima olvídalo, él me quitara la tanga, gracias!

¡QUE MIERDA KIRISHIM...!

Antes de que aquel grito fuera terminado, los dedos del pelirrojo terminaron la llamada. Evitándose así los reclamos de un rubio explosivo que parecía arder en furia. Instantes después, un suspiro cansado salió de su boca. No hacia falta decirlo, aquel día había sido uno de los mas extraños que había vivido en toda su vida. Y, aunque estaba agotado...

— Ahora mismo me vendría bien un baguette de 25 centímetros, ¡Hey chicos! ¿Cuánto me dijeron que les media?





Mientras tanto

Así que, una tanga, ¿no? — comentó Todoroki con las manos dentro de sus bolsillos, intentando procesar lo que acaba de escuchar por el altavoz del teléfono. — Te estabas cuidando de mi pero, olvidaste a tu mejor amigo. Quien parece estar pasándola muy bien con Midoriya y alguien más, ¿algo así como un trío?

¡Nadie está haciendo un puto trío! Ese bastardo adora las pollas, ¡no es capaz de darlas porque él quiere recibirlas! — espetó Bakugou con evidente molestia.

— Bueno, tal vez le gusta darlas y recibirlas. Así que Izuku estaría abajo y el otro chico sería el...

¡Cállate cállate cállate y ayúdame a encontrarlos! No pueden estar muy lejos, muévete antes de que te reviente la cara. — ordenó Katsuki al mismo tiempo que caminaba en dirección contraria a la avenida, sin embargo, un pensamiento fugaz llegó hasta su cabeza antes de seguir avanzando.

— ¿Sucede algo? — preguntó Todoroki.

Una sonrisa cínica se extendió en el rostro del rubio antes de responder.

— ¿Aún tienes la mochila de Kirishima? — cuestionó Bakugou sin vacilaciones.

— Si, pero tuve que cerrarla porque...¿para que la quieres? — pronto, el medio Albino dio unos cuantos pasos atrás. Alejando la mochila con lentitud.

— Dame la mochila. — ordenó Katsuki.

— Olvídalo. — respondió Todoroki.

¡Dame la puta mochila! ¡En cuanto encuentre a ese estúpido pecoso me encargaré de follarmelo tan duro que no le quedarán ganas de salir en la vida! ¡Y esa estupida mochila tiene lo suficiente para entretenerme con él! Damela, o me veré en la necesidad de dar el número de tu padre a Kirishima.

— No lo harías. — aseguró Shoto.

La mano de Bakugou se extendió en el aire.

— Pruébame.











Fuertes declaraciones, ¿no?🤫¿shigaraki y Dabi hicieron una buena entrada? No lo sé, pensé demasiado en cual debía ser su momento de aparecer y pensé que ya era tiempo. Ahhhh, me divertí escribiendo sus diálogos, sobre todo los de Dabi😂😂😂💖

Aunque la pregunta es, ¿son amigos o enemigos? 🤨💖💖 solo para aclarar, Izuku no los conocía hasta ahora.

En fin, ¿Les ha gustado? Espero que si, mientras lavaba trastes se me ocurrieron esas últimas escenas. Moría de risa mientras lo repasaba en mi cabeza. 😂💖💖

Aunque, ¿debería pedirles que no se confíen? el dramón no tarda en llegar, y aunque disfruto mucho escribir escenas divertidas se aproxima un huracán, o tal vez no, o tal vez si. Quien sabe, ¿debería escribir una historia feliz o una mezcla de telenovelas? jiji, no lo sé.😳💖💖💖

En fin, nos vemos en el próximo capítulo.

Os quieroooooo <3

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