Una parada en Colonia Basilia

By antoenletras

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Un desperfecto en su camión de carga lleva a Tadeo a pasar un fin de semana bastante peculiar. Nunca imaginó... More

Prólogo
1 - Bienvenidos a Colonia Basilia
2 - En medio de la ruta
3 - Un rincón lleno de vida
4 - Con más carisma que habitantes
5 - Una gran familia recibiendo visitas
6 - Con espíritu de turista recién llegado
7 - De rincones especiales
8 - Y una gran historia detrás
9 - Un lugar llamado hogar
10 - De conexiones inexplicables
11 - Y fuertes impulsos
12 - Un mundo por conocer
13 - Con pasados que son ruinas
14 - Y futuros que se encienden
15 - Un latido en común
16 - Un sentir desafiante
17 - Y confesiones que conectan
18 - Soltar el control
19 - Un antes y un después
20 - En el comienzo de un sueño
21 - Abriendo las puertas al futuro
22 - De la mano del amor
23 - Y de las nuevas oportunidades
24 - Un nuevo presente y un futuro que asoma
25 - El frío del mañana
26 - El quiebre del presente
27 - Y el refugio del ayer
28 - Una promesa
29 - Y una despedida
30 - Una lógica que duele
31 - Una decisión que acecha
32 - Y lo inesperado de la vida
33 - Amando a destiempo
35 - El después del adiós
36 - Los nuevos comienzos
37 - La magia de la vida
38 - Apostar al latido
39 - Un lugar, un hogar
40 - Colonia Basilia
Agradecimientos
Nota de autor
Epílogo

34 - Latiendo a lágrimas

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By antoenletras

Hola a todos. 

Espero que estén teniendo unos días muy lindos.

Les cuento que me costó bastante escribir este capítulo, pero estoy muy feliz con el resultado ♥

Espero que lo disfruten.

Y aprovecho para desearles un buen fin de año y un comienzo muy lindo del 2022.

Seguramente el inicio del año nos encontrará con el final de esta historia.

Les mando un abrazo enorme.

***


Olivia se fue a dormir sin una respuesta por parte de Tadeo. Y eso la dejó un poco intranquila. Aun así, tenía tantas cosas en la cabeza que no sabía por cual preocuparse primero.

No sabía cómo sería la convivencia con Igor, pero esperaba poder acompañarlo en esos momentos que tanto mal estaban haciéndole. Desde siempre había sido un chico expresivo, nunca se había guardado los sentimientos ni de alegría ni de tristeza. Y en esos momentos, parecía que estaba haciendo fuerzas por mantenerse neutral. Aun así, en las ojeras se veía que mucho éxito no estaba teniendo.

Sumado a esto, estaban los exámenes que se aproximaban, tanto los teóricos como los prácticos. Nunca había estado en una situación donde evaluaran con ojo tan crítico alguno de sus platos. La sola idea le generaba nerviosismo.

Y por último, en el fondo de todo, como una pequeña luz al final del camino: la fiesta de cumpleaños de Sara, una de sus compañeras de instituto. Nunca había ido a una fiesta con tanta gente desconocida y mucho menos en un bar. Tenía mucha ilusión por eso.

Esa mañana, cuando despertó, se encontró con el mensaje de Tadeo. No le había escrito en todo su día. El mensaje era de hacía unos minutos y leerlo no hizo que las cosas mejoraran.

"Buen día para ti... Necesito que hablemos de algo importante que me está ocurriendo. Tiene que ser por videollamada. Cuando podríamos organizar?"

Hizo una mueca y le respondió.

"Buenas noches para ti. ¿Ha pasado algo malo? ¿Es por el mensaje que te he enviado? ¿Quieres que hablemos ahora?"

"Estoy por ir a dormir ya, pero no te preocupes. No es algo grave, creo. Es algo que viene pasando hace varios días. Pero lo hablamos bien cuando coincidamos.
Y por lo de Igor, me parece bien. Hazle compañía y mándale mis saludos."

Por alguna razón que no terminaba de comprender, Olivia sentía sus mensajes mucho más fríos y distantes que los que habían intercambiado días antes. No sabía si era su mente que estaba distorsionando todo por la preocupación o si en verdad estaba sucediendo algo malo.

"Bueno, pero si necesitas hablar pronto, dime... No se cuando coincidiremos"

"El finde quizás?"

"Tengo el cumpleaños de Sara. Pero puedo madrugar algún día entre semana. ¿Qué dices?"

"Bueno, creo que en dos días tendré la tarde libre que me corresponde."

"Ok, entonces hablamos por videollamada en dos días."

"Dale. Que tengas un lindo día"

"Y tu que descanses"

Pensó en mandarle un corazón con ese último mensaje, pero se frenó. Nuevamente, el fantasma de la frialdad parecía estar controlándolo todo.

La presión en el pecho que sentía cada vez que se enfocaba en el vínculo actual con Tadeo volvió a aparecer y amenazó con hacerla llorar. Si no hubiese sido por el ruido a ollas que escuchó en la cocina, hubiera sido el inicio de una catarata de llanto incontrolable. Pero el exterior frenó eso y ella, en el fondo, lo agradeció.

Se paró de manera rápida y fue a ver qué sucedía. Cuando llegó a la cocina, se encontró con Igor y un importante desorden de utensilios.

—Ya se. No me mates. Prometo hacerlo mejor la próxima.

—¿Qué haces?

—Preparando el desayuno. Lo mínimo que puedo hacer por la ayuda que ambas me están dando.

—Igor, no es necesario.

—Pero quiero hacerlo. En un rato saldré a repartir currículums y no se a qué hora volveré. Así que al menos quiero cumplir con esta tarea.

Olivia se limitó a sonreírle y lo dejó terminar con lo que fuera que estaba haciendo.

Fue al baño a darse una ducha y cepillarse los dientes. Y en ese pequeño espacio de soledad, la preocupación volvió a apoderarse de ella.

¿Qué le estaría pasando a Tadeo? Sospechaba que tenía que ver con su vínculo, por la frialdad con la que se mostraba. Aunque ella también se sentía un poco rara. Sabía que tenían un tema pendiente, sabía que tarde o temprano tendrían que hablar de lo que estaba ocurriendo. Tal vez el día de la charla pudiera encontrar el espacio para decirle como se estaba sintiendo.

No sabía que ocurriría luego de eso. No veía forma de poder solucionar lo que pasaba, mas que esperar a su regreso. ¿Pero sería soportable tanta espera? ¿Aquello no arruinaría aun más la relación? La idea de una separación, de un poco de espacio y silencio seguía pareciéndole horrible... Pero empezaba a considerarla como opción, por mucho que doliera.

Cuando salió del baño, se encontró con Pato que parecía haberse despertado apenas unos minutos antes, y con una mesa ya servida para el desayuno. Pudo ver tostadas recién hechas, aunque un poco quemadas. También había queso y dulce, además de unos panqueques y naranjas en rodajas.

—Nunca en mi vida había visto tanto para el desayuno —dijo Pato cuando la vio llegar—. ¿Por qué no me atiendes así?

—Lo mismo digo para ti —se defendió ella sentándose en su lugar—. Te has pasado, Igor.

—Es lo menos que podía hacer.

—¿Vendrás a almorzar? —le preguntó Olivia para saber cuánto cocinar.

—No creo. Quiero ir a varios puntos de la ciudad a ver qué encuentro. También me va a servir para conocer.

—Pasame el currículum al celu, se lo voy a pasar a mis compañeros.

—Yo también —se sumó Pato.

Para su suerte, el desayuno pasó entre charlas banales y risas, lo que logró un cambio muy positivo en su estado de ánimo.

La rutina también tuvo ese impacto en sus emociones. Por alguna razón, mientras estaba fuera de casa lograba despegarse de toda la tristeza que implicaba pensar en ese asunto. El único momento en que la invadía la preocupación era justo antes de dormir, justo después de intercambiar mensajes con él y notar que parecía que algo se había roto.

Para su suerte, o quizás no demasiada, solo fueron dos las noches de incertidumbre e indecisión.

Después de dejarle el mensaje de buenos días y prometerle verlo en unas horas, programó el despertador para las cinco de la mañana. Y se obligó a dormir. Aunque de obligación hubo muy poco y de dormir, menos.

Dio muchas vueltas en la cama, primero con la excusa de buscar la ubicación perfecta para cerrar los ojos. Luego fueron los pensamientos las que le impedían conciliar el sueño. Finalmente, y producto de esto, volvió la incertidumbre, la preocupación y el miedo. ¿Qué pasaría luego de la charla? ¿Podría decirle todo aquello que le estaba sucediendo sin complicar aún más las cosas?

El despertador sonó y la despertó. Parecía ser que en algún momento dentro del naufragio había podido cerrar los ojos.

Se levantó para ir al baño y peinarse. Luego fue a la cocina por un vaso de jugo, intentando no hacer mucho ruido ya que Igor continuaba durmiendo en el living.

Tomó dos sorbos mientras se dirigía a su habitación y otros dos mientras prendía la computadora y conectaba los auriculares. Luego, el vaso quedó abandonado.

Tadeo fue muy puntual.

—Olivia —dijo él apenas la vio en la pantalla.

—Tadeo.

—¿Cómo estás?

—Con un poco de sueño —dijo con la voz dormida.

—Perdón por hacerte madrugar.

—No pasa nada, creo que necesitábamos hablar... ¿Tu cómo estás?

—Bien, cansado nomás. Ha sido un día largo.

—El mío lo será también —rio ella nerviosa.

—Bueno, entonces no alarguemos demasiado esto. ¿No?

Oli asintió con un poco de preocupación.

—¿Qué querías decirme?

Tadeo suspiró bastante fuerte mientras pasaba sus manos por su cabello. Se lo notaba un poco nervioso.

—Quería que hablemos sobre lo que está pasando... No sé si es cosa mía o si tú también lo sientes, pero creo que nuestro vínculo está un tanto raro. ¿Lo notas? ¿O es cosa mía?

El corazón de Olivia se aceleró. La charla que tanto había estado tratando de evitar, estaba ahí, formando parte de su presente.

—Si. Está raro. Supongo que es la distancia prolongada, la diferencia horaria... Un poco de todo.

—Es una suma de todo. Y la verdad, no me está haciendo muy bien. No se tu como estás, pero yo paso mucho tiempo mal, triste, queriendo encontrar una solución que no se si hay. Y ahora se están despertando sentimientos que no me gustan.

—¿Sentimientos? —preguntó preocupada Olivia.

Él asintió con una mueca.

—A ver, no quiero echarle la culpa a la situación de las cosas que me pasan a mi. Pero empecé a sentir celos después de tu mensaje sobre Igor. Y si, se con mi lógica que no hay motivos para desconfiar, incluso cuando estábamos juntos allí trabajabas con él todos los días y nunca me pasó esto. Pero ahora... Me gustaría ser yo el que estuviera ahí en lugar de él.

—Tadeo...

—No. No me digas nada sobre esto porque sé que es un problema que debo resolver solo. Pero toda esta situación que estamos pasando, me está haciendo mal.

—Entiendo...

Se hizo un breve silencio en el que Olivia intentó juntar fuerzas para decir su parte. Pero por como venía la charla intuía que no terminaría muy bien.

—También me estuve sintiendo así, mal, triste, sola. Enojada con el destino y con la vida —rio nerviosa—. No me gusta nuestro vínculo así como está ahora. No me hace bien, eso lo tengo en claro. No me gusta no poder hablar contigo y contarte mis cosas y poder compartir nuestros días como lo hacíamos antes. Pero tampoco sé cómo hacer para solucionar esto.

Tadeo bajó la mirada y el silencio entre ambos creció.

—Tal vez... —levantó la vista—. Tal vez debamos aceptar que a la distancia y a destiempo no funcionamos. Por más esfuerzo que ambos pongamos, porque yo de verdad quiero hacer que esto funcione y creo que tú también —Ella asintió de acuerdo. —Pero parece que las circunstancias son más fuertes.

—¿Entonces hay que aceptarlo y ya?

Se encogió de hombros.

—No sé qué más podemos hacer.

Oli hizo una mueca sabiendo que era la opción más lógica, aunque la más dolorosa.

—Me hubiera gustado que las cosas hubieran sido diferentes. Porque en verdad quería que esto funcionara.

—Yo también, Oli. Sigo pensando que te quiero en mi vida.

—Y yo en la mía.

—Lo siento mucho. De verdad. Perdón por hacer que mis sueños se interpusieran de esta forma.

Ella sonrió con tristeza.

—No me hubiera gustado ser la responsable de que te pierdas todo eso que estás viviendo allí. A pesar de todo. Mereces disfrutar la experiencia.

—Entonces...

—Entonces, creo que... ¿es un adiós? —La voz de Olivia se cortó al final.

—O un hasta pronto. Me niego a creer que esto sea todo.

Ella sonrió a pesar de las lágrimas que habían empezado a caer por su rostro.

—Seguiremos en contacto, ¿sí?

Tadeo asintió incapaz de hablar. El nudo de su garganta empezaba a impedir hasta el aire.

—Bueno... Que sigas bien.

—Oli —la frenó antes de que se desconectara—. Que sepas que me estoy despidiendo con amor y eligiéndote todavía.

Aquellas palabras hicieron que las lágrimas de Olivia incrementaran y las ganas de revertir la charla empezaran a aparecer.

—Es el adiós más contradictorio de mi vida porque lo que menos quiero es esto.

—Intentémoslo... Aunque sea por un tiempo.

Ella asintió de acuerdo.

—Si alguno desea volver...

—Sabemos dónde encontrarnos.

Se sonrieron.

Se observaron unos segundos más, antes de finalmente decirse adiós.

Cuando las cámaras de ambos se apagaron, la distancia que existía entre ellos pareció duplicarse. Porque una cosa era estar lejos y otra muy diferente, sentirse lejos.

La unión que los mantenía latiéndose el uno al otro acababa de romperse. Ellos la habían roto, con todo el amor que se sentían.

Porque a veces, no bastaba el amor para ser. A veces la vida tenía planes muy diferentes que residían en el amor a la vida, a los sueños, al propio camino.

Y aunque doliera, sabían que habían hecho lo correcto porque en ese adiós estaba el intento mutuo de volver a sonreírle a la vida.

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