Enséñame a volar

Von Idoia_G

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"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo... Mehr

Intro
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítlulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Epílogo

Capítulo 7

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Von Idoia_G


Tenía ganas de que llegase este día. Han pasado dos días del cumpleaños de los gemelos y desde que me topé con la versión mejorada de Lola. Hoy es nuestro primer viaje de largo recorrido y duración. Y puede ser definitivo. Comprobaremos de verdad si podemos ser compañeros o no. Porque es cierto que el otro día en mi casa, verla con mi camiseta, en mi cocina, en ese buen rollo con mi familia y conmigo me hizo sentir sensaciones extrañas. Sobre todo, lo de la camiseta. Bueno eso, y lo suave que sentí su piel bajo mis dedos. Me dejó un cosquilleo que no había sentido nunca. Fue extraño. Nunca había sentido esa sensación al tocar a alguien. Provocando la necesidad de volver a hacerlo. Es raro, muy raro, pero tengo ganas de verla. Estos dos días no he podido dejar de pensar en lo pequeño que es el mundo como para encontrármela, en mi casa. He soñado con su cara, si risa cuando hablamos. Lo fácil que se hizo dejar atrás mis malas impresiones del primer día. Es como si mi cabeza hubiese hecho un reset con ella.

Llego a la terminal y aunque siempre voy con la hora pegada, hoy no sé cómo he conseguido salir antes de tiempo. De hecho, en mi casa he tenido que hacer tiempo para no salir antes de la hora. Llevo todo el día acelerado, con ganas de llegar aquí, de verla, de viajar con ella. De olerla. ¡Vale fiera! Eso ha sonado a acosador, enfermo y loco. Sí, cierto, olvidemos lo de olerla. Al llegar me doy cuenta de que están algunos de los miembros de la tripulación hablando. De espaldas a mí, está Lola. Es a la primera que he buscado y sé que es ella porque su uniforme de piloto es distinto al de los demás. Los tacones le hacen unas piernas de infarto y no puedo de dejar de mirar su culo torneado y enmarcado por esa falda de tubo del uniforme. Es redondo y respingón. Y hace que un calor suba por todo mi cuerpo. ¡Dios! Me estoy volviendo loco. Es la primera vez que me pasa esta mierda con una mujer. La primera vez y parezco el personaje salido de una novela cursis de esas que lee mi hermana Sofi.

Agito mi cabeza para quitarme esas ideas absurdas de la cabeza, es mi compañera. En el trabajo nada de relaciones, además de primeras me cayó mal. Igual debería pensar que lo del oro día fue por la tontería de la situación. Seguro que somos totalmente incompatibles. Además, solo es una cría ¿No? Llego a su altura.

— Buenos días — saludo con cordialidad. Me dirijo a todos, no quiero que se crea especial ni nada.

— ¡Hola! — Lola se gira y me mira, sonríe y se lanza a mis brazos. No, no, no — ¿Cómo estás hoy grandullón? — me acaba de dejar sin palabras. O sin reacción, porque parezco un panoli con una escoba metida por el culo. Bueno sin reacción no, porque mis zonas bajas están incomodas de la hostia dentro del pantalón. Se separa y me mira sin perder la sonrisa, se separa del todo y se alisa su ropa mientras habla — Perdón, miarma, me ha podido el momento — Se sujeta un mechón rebelde de pelo dentro del moño y mi cuerpo reacciona de nuevo aumentando mi temperatura corporal un par de grados, por lo menos — Sé que no te gustan las demostraciones de afecto en público — eso lo dice acercando su boca a mi oreja, para que os demás no lo oigan. Me da un codazo y me guiña el ojo — lo dejaremos para la intimidad.

— ¿Intimidad? — niego con la cabeza.

— Tu sobrino Eros, me dijo que en público odias las demostraciones de afecto. Que eso solo con los más allegados y en la intimidad. Bueno que, con las chicas, nunca tienes demostraciones de nada. Porque nunca les has presentado a ninguna chica... especial.

— ¿Hablas con mi sobrino Eros? — No sé por qué, pero me sorprende que hable con él y por otro lado me disgusta que hable con él.

— Bueno, el otro día me llevó a Madrid, después de lo de tu casa. Y él y su hermano me salvaron de las garras de dos babosos. Eso une ¿Sabes? El caso, es que, me dio su número y nos hemos escrito estos días. Ayer incluso desayunamos juntos. Es un encanto. — Ha desayunado con él. ¡Joder! ¿Le gusta? Eso no debe molestarme, pero ¡Joder! Lo hace.

— Sí — noto cierta incomodidad hablando de mi sobrino con ella — ¿Te gusta?

— ¿Qué? — me mira fijamente.

— Mi sobrino, él y tú... ¿Te gusta él?

— Nooo. — Se ríe, luego se calla y piensa — A ver, es un encanto y físicamente son guapísimos, los dos, tienen un polvo ya sabes, pero... Perdón, son tus sobrinos. El caso es que, bueno que... — veo que se lo piensa y me mira de forma intensa — No. Creo que yo no soy su tipo. Al menos de Eros.

— ¿A no? ¿Porqué? Sé que es más tímido que Enzo con las chicas, pero siempre ha sido un ligón. — Le he visto con muchas chicas. Es más tímido que Enzo, pero nunca le han faltado ligues. Entre los dos se han ligado a todas las del pueblo y parte de los alrededores. Lola se ríe a carcajadas.

— Bueno creo que él tiene gustos más parecidos a los... míos — asiente lentamente con la cabeza como para saber si lo he entendido. Y creo que voy pillándolo, pero... no lo he pensado nunca así la verdad.

— ¿Crees que es gay? — Me acerco y casi susurro. Madre mía, esto sería raro, ¿Nadie de la familia lo sabe? Su padre siempre está ensalzando los ligues de sus hijos. Ligues femeninos.

— ¿Tú no? — me mira con sorpresa — no le digas nada ¿eh? No quiero que se moleste conmigo. Soy nueva y tener amigos en la ciudad es importante.

— Ya, claro. Tranquila — pero ahora ya me iré comiendo la cabeza todo el trayecto.

Le escribo a mi hermano Carlos. Es su padre.

"Carlos, ¿Tu hijo Eros es gay?"

Me gusta ser directo en este aspecto. Total, para escribirle un mensaje largo para preguntarle lo mismo. Voy directo al grano. Lola me da un golpe fuerte en el brazo y casi me tira el móvil.

— ¿Se lo has preguntado a su padre? Te he dicho que no dijeses nada — me espeta molesta.

— Es mi sobrino. — ¿En serio pensaba que no íbamos a hablarlo? — Se lo preguntaría a él, créeme no hay secretos en mi familia.

— Venga ya, todas las familias tienen secretos.

— La mía no. Punto.

— ¡Bueno días! — Felipe, el tercer piloto llega a nuestro lado terminando una conversación que tenía pinta de tornarse en desastre — Uy, este bombón ¿quién es? ¿Nueva azafata? — mira a Lola comiéndosela con la mirada.

— No soy azafata imbécil. ¿No ves el uniforme de piloto? — Lola le mira con cara de enfado. Es normal. Felipe es un pícaro de playa, se tira todo lo que se mueve y es mujer. No se le resiste ninguna. O al menos no he conocido a ninguna que se le haya resistido.

— ¿Eres piloto? Mejor preciosura. Más tiempo contigo para conocerte - levanta las cejas y pone su sonrisa de seducción.

— UUUf — se abanica la cara con la mano — que asquito me das chaval.

— ¿Perdona? —mi yo interior se está partiendo de la risa. Idiota. Punto para Lola

— ¿A esta que la pasa? — me pregunta a mí. Me encojo de hombros.

— Tripulación ¿pasamos? — lo pregunto para salir del paso. Lola se agarra de mi brazo y tira de mí. Y aunque generalmente estas muestras de cercanía me agobian bastante, me reconforta sentirla así de cercana.

— Vamos. — Y yo la sigo sonriendo ¡Sonriendo! Es genial, al final va a ser verdad y me va a caer bien esta mujer — No sé si voy a aguantar sus gilipolleces. ¿Qué le pasa? ¿es siempre así?

— No lo sé — me acerco a ella para decirlo bajito — Siempre es así. Y siempre le funciona.

— ¿Qué quieres decir? — se separa y me mira sin soltar mi brazo.

— Pues quiero decir que es un ligón. Se lleva a todas las chicas de calle. Es hablar y caen todas rendidas a sus pies — No sé qué me pasa, pero parezco un quinceañero, y me encanta esta intimidad o esta cercanía que se está creando entre nosotros. Me sale solo, sin pensar.

— ¿En serio? ¿ese personaje? — dice señalando hacia atrás y mirando de reojo. Felipe ya está con una nueva conquista. Una de las azafatas.

— Eres la primera que veo que pasa de él.

— Te voy a decir una cosa. Y no te vengas arriba ¿eh? Pero me caes mejor tú.

— No te creo. Si soy un soso.

— Sieso, eres un sieso. Pero me caes bien. Tienes un no sé qué, que qué se yo, que hace que me caigas bien. — se pone la mano en el pecho — Ohú, ya lo he dicho miarma.

— ¿Sieso? — en realidad lo digo más para mí. Nunca nadie me lo había dicho de forma tan directa.

— Sí, seco, antipático. Pero oye que por mí no cambies.

— No pensaba hacerlo.

— Bien. Me alegro. ¿Entramos?

— Claro.

Y allá vamos. A Hawái. Y me da que se presenta interesante el viaje.

El vuelo se da bien. Llegamos a Londres donde la escala será de dos horas.

— ¿Vamos a la cafetería de tu amiga? — Me suelta Lola antes de abandonar la cabina.

— No daría tiempo. Yo me quedaré leyendo algo. — saco una novela que mi hermana Maca me regaló por mi cumpleaños y aún no la he empezado. Lola mira por encima.

— Últimos días en Berlín — lee — ¿De qué va?

— Sobre un tipo que durante la segunda guerra mundial debe sobrevivir. O algo así, aún no lo he empezado.

— ¿Te gusta leer entonces?

— Si — vamos caminando hacia una cafetería en el aeropuerto — ¿Y a ti?

— Poco. Vamos que me he leído las novelas que me obligaban en el colegio y poco más. Da fatiguita. ¿Qué tipo de libros lees? ¿Históricos?

— Leo de todo. Me gusta la intriga, sobre todo. — viene un camarero — Un café con leche, gracias.

— Yo otro — le sonríe — sigue, lees de todo.

— Sí, me gusta la intriga, algo de fantasía, una crítica social bien construida, romance.

— Oh.

— Deberías leer. Es adictivo.

— Ya, seguro que sí. Pero no tengo tiempo. Bueno antes estudiaba y trabajaba a la vez. Y no tenía tiempo. Ahora acabo de empezar aquí y no me organizo. Además, entre la búsqueda de piso y todo. Se me va la vida.

— ¿Búsqueda? Pensé que ya tendrías piso.

— Bueno, dormí dos noches en casa de mi ex. Porque su nueva novia no estaba y bueno, ya sabes. — se pone algo colorada, la verdad es que habla por los codos, pero no me molesta en absoluto — Total que otra noche dormí en tu casa, eso ya lo sabes... y luego, llevo algunas noches durmiendo en el trastero que tengo para las cosas que traje.

— ¿En serio? — abro los ojos de par en par. No me lo puedo creer, me está diciendo que no tiene ningún sitio donde quedarse.

— Es que yo alquilé un pisito con dos amigas. Pagué dos meses por adelantado, me iba a venir con ellas, pero una de ellas ha metido a su ligue, que no es otro que uno de mis ex en el piso. Y no acabó la cosa bien con él. ¿sabes? Acabaría tirándole los trastos a la cabeza. Hablé con Sergio, otro ex y me dijo que podía quedarme con él. Pero no avisó que solo serían dos días y que luego su novia vendría. Tampoco me dijo que el piso era minúsculo y teníamos que compartir cama. Que no me importa, oye al menos he dormido caliente, ya sabes — Arquea ambas cejas varias veces, vale, se ha acostado con él. Hasta el final. ¿Pero, no ha dicho que ahora tiene novia? Mejor no lo pienso, no quiero crearme una mala imagen de Lola por algo así. Además, ella está soltera ¿No? — Total que, ahora estoy en la más absoluta misera. — me mira por encima de la taza — Pero he conseguido meter un colchón y me ducho en un gimnasio que hay cerca. Así aprovecho y me tonifico — Estira el brazo y lo dobla fingiendo ponerlo duro. Menuda personaja — Toca, toca — Me incita a tocarle el brazo.

Yo la toco. Flácido total, además aprieto un poco y empieza a reírse.

— ¿Para? me haces cosquillas.

— Vale, lo siento. Pero no lo tienes tonificado. Ese gimnasio es una mierda.

Ella se ríe a carcajadas. Y eso no entiendo por qué me hace soltar una risa. Me gusta la risa que tiene. Es distendida, relajada y hace que su cara se ilumine. Veo que Felipe se acerca con su sonrisa socarrona en los labios.

— Chicos — coge una silla y se sienta al lado de Lola. Demasiado cerca diría yo. Apoya uno de los brazos en la silla de Lola y levanta la otra mano para llamar al camarero — Que ganas de estar en Hawái tengo. Bueno y de ver esos bailes y movimientos de caderas que hacen las chicas de allí. ¿Sabes bailar así, Lolita? — se acerca a Lola. Lola se aparta y le pone mala cara.

— Verás, mi nombre es Lola. Lolita me lo llaman mis amigos ¿somos amigos? —levanta la mano para que Felipe no responda — No. No lo somos. Ni lo vamos a ser. Yo quiero llegar a Hawái para perderte de vista. Y si no te importa estábamos tan tranquilos Javi y yo.

— ¿Javi? — me arquea una ceja, la mira y me señala — ¿Él es tu amigo?

— Sí, él sí es mi amigo. Si no te importa — me arrebata el libro de las manos y lo abre — Quiero leer tranquila.

No se da cuenta de que el libro está del revés y está quedando un poquito como el culo. Le cojo el libro con cuidado bajo la atenta mirada de Felipe, que ni parpadea, le doy la vuelta al libro, lo abro por la primera página y se lo tiendo de nuevo.

— Gracias grandullón — me guiña un ojo. Yo estoy aguantándome la risa, no sé si podré mucho tiempo — Ves, por esto es mi amigo — y finge enfrascarse en la lectura. Miro a Felipe y él a mí. Yo saco mi móvil y finjo mirar con mucho interés algo. Lo que sea, con tal de no hablar con Felipe. Él se pone con su café.

Aguantamos hasta que es la hora. Me levanto, veo que Lola ni me mira. Le agarro el libro y se lo cierro en las narices.

— Vamos, es la hora.

— ¿Ya? — se mira el reloj de pulsera — Bien, vamos — mira a su alrededor - Y ¿Felipe?

— Le has espantado con tu desplante. Se fue tras tomarse el café.

— Vaya. Menos mal. Es muy tonto. Vámonos.

Y ambos nos vamos rumbo al avión. Volvemos a volar. Ahora del tirón hasta Los Ángeles.

La escala en Los Ángeles es más larga, poco más de cinco horas. Miro el reloj, aprovecharé para descansar un rato. Me quedo cerca de la cabina, en una habilitada para el descanso de la tripulación en viajes cortos. Estoy a punto de conciliar el sueño cuando escucho gritos fuera. ¡Joder! ¿No voy a poder descansar? — salgo de la salita y me encuentro a dos azafatas discutiendo con Felipe a sus espaldas callado.

— ¡Está conmigo!

— ¡Eres una falsa! ésta mañana la que estaba abierta de piernas en el baño con él era yo — La chica que grita está realmente muy alterada. Creo que se llama Carmen, es pelirroja y muy, muy bajita. He coincidido con ella un par de veces. La recuerdo por el pelo. Es precioso. La voy a llamar la chica 1.

— ¿Pero de que hablas? Esta mañana Felipe estaba en las bodegas conmigo, me ha comido todo el... — Se señala sus partes sensibles, ¡Vaya con Felipe! No pierde el tiempo. De todas formas, ellas son un poquito ordinarias. Me recoloco un poco para estar más cómodo sin que me vean. La verdad es que la chica 2, que no sé cómo se llama, pero es rubia y guapísima, parece una puerta de lo maquillada que va. Ni con un palo la tocaba yo y menos la comía nada.

— ¿Me vacilas? Eres una mentirosa y una envidiosa — La chica 1 empuja a la chica 2. Felipe desde detrás mira el móvil. Cómo si la cosa no fuera con él. Menos mal que estamos en una zona a la que los pasajeros no pasan, si no, mañana todo el mundo lo habría visto en las redes sociales. De repente la chica 2 pasa al ataque agarrando a la otra de los pelos.

— No te hacía yo cotilla — pego un respingo, Joder, que susto me acabo de llegar. Un micro infarto acabo de sufrir. — ¿Te he asustado grandullón?

— Joder Lola. Me has dado un susto de muerte.

— Sabes que no, sigues vivo — me sonríe. Tiene una sonrisa muy bonita y hace que sus ojos color miel se vuelvan más claros — Carmen y Sara se pelean porque Felipe es un golfo y se las ha tirado a las dos en su hora de descanso. Ves — señala a Felipe — Por eso no me cae bien.

— Ya — me incorporo y me aliso las solapas de la chaqueta — yo voy a echarme un rato.

— ¿Y perderte lo mejor?

— No me interesa ver a dos mujeres discutir por un imbécil.

— ¿En serio? Vale grandullón, pasamos de la peli. Total, no tenemos palomitas. Yo también prefiero descansar.

Entramos juntos en la sala de descanso, Lola se queda en un catre y yo en el otro.

— Pero vamos — la oigo decir de repente — que no me engañas grandullón. Eres un poquillo cotilla. Pero tranquilo, que yo no digo nada — hace el gesto de cerrarse la boca con una cremallera imaginaria.

— Lola... — Quiero recriminarle.

— Lolita. Para ti Lolita. Ahora cállate, a ver si duermo un rato — y me doy por vencido.

— Descansa Lolita.

— Descansa grandullón.

Después de la siesta volvemos a volar. Ya por fin rumbo a Hawái, al aeropuerto de Hilo. Llegamos sin más incidentes que el ojo morado de Carmen y los pelos arrancados de las dos en el suelo del avión. Lola ha estado riéndose de Felipe todo el viaje y al final hasta yo me he reído un poco. Debo reconocer que esta chica me agrada, más y más a cada minuto que pasa. Creo que seremos grandes compañeros. Incluso puede que lleguemos a ser amigos. ¿Por qué no algo más? Cállate consciencia. ¿Qué más podríamos ser? Estupideces. Si la llevo casi quince años.

Desembarcamos. Aquí es por la tarde, las cinco, así que en España son once horas menos. Es algo temprano, me esperaré a después de cenar para llamarles.

Las habitaciones que nos han reservado son la caña. Suelos de madera, la cama con dosel en el centro de la pared del fondo. Un ventanal enorme, de esos sin cristal, al aire, que da a unas vistas espectaculares de la isla y un baño que ya me gustaría a mí. La ducha ha sido espectacular, de esas, efecto lluvia. Las paredes son de piedra natural y hay plantas por todos lados. Estoy terminando de prepararme para la cena cuando suenan unos golpes en la puerta. Me dirijo a la puerta y abro. Es Lola y está radiante. Lleva un sencillo vestido vaporoso que le llega hasta la mitad del muslo, es palabra de honor, de color verde. Y lleva unas sandalias plateadas sin apenas tacón. El pelo se lo ha recogido en una trenza ladeada y se ha puesto unas preciosas flores por la trenza. De primeras no me gustaba el rapado de su cabeza, pero con el peinado de esta noche le queda genial. La trenza está del lado contrario al rapado y hace que le quede espectacular. Y se ha puesto unos piercings con brillantes que la hacen una cara bonita. Apenas lleva maquillaje, pero no lo necesita y además luce la increíble sonrisa de siempre. ¡Dios! Deja de babear.

— Vaya, ¿esta es tu habitación? — Entra sin que la invite, si no, no sería ella, claro. — Es igual que la mía. Pero mi cama no tiene dosel — se tira sobre mi cama con los brazos abiertos. Se incorpora de nuevo. — ¿Tiene bañera? — se levanta y se mete en mi baño. Me da por reír. Me hace gracia ver el desparpajo con el que se mueve. Es como si nos conociésemos de toda la vida.

— Lola, todas las habitaciones son iguales. Solo tengo ducha. Pero huy un jacuzzi en el spa que podemos usar — sale del baño y me mira con sus ojos brillantes.

— ¿En serio? Tenemos que ir. ¿Nos vamos a la cena? Tengo hambre.

— Claro — digo cogiendo mi reloj de la mesilla y poniéndomelo.

— Lo vamos a pasar genial en este viaje — Me mira y se coge de mi brazo, ha cogido esa manía la chiquilla. Claro, como si te disgustase ¿no? Mi conciencia tan certera siempre — Es la primera vez que vengo a Hawái, bueno es la primera vez que viajo tan lejos. Antes de las prácticas de azafata, lo más lejos que había ido de mi casa, era Madrid. Y en las prácticas he viajado por España y bueno Francia e Italia, sobre todo. Pero eran esos viajes que estás apenas un par de horas en el país y no sales del avión.

— ¿Me hablas en serio? — la miro fijamente. No me lo puedo creer.

— Bueno — su gesto cambia, su mirada se oscurece y veo tristeza de repente. —No he tenido oportunidad de viajar mucho. La vida es así. Pero soy joven y soy piloto. Voy a viajar a mil lugares.

— Eso seguro Lolita — con la punta de mi dedo le doy en la nariz y como si de una niña pequeña se tratase, su mirada cambia a una más cálida. Veo una nueva ilusión — ¡Vámonos a cenar!

Bajamos al comedor. Es amplio, está cubierto, pero no tiene paredes. La naturaleza nos rodea por todos lados. Todos los muebles con de madera pulida. Hay una gran mesa para todos los tripulantes preparada. Casi todos están sentados ya. La cena es buffet libre, así que debemos coger un plato y llenarlo con todo lo que nos ofrecen. Veo por el rabillo del ojo que Lola lo observa todo con interés. No me puedo creer que de verdad una chica tan viva como ella y con esa energía, no haya viajado más allá de las fronteras de su país. Es cierto que aún es joven, pero hoy en día con esto de las líneas aéreas low cost y el Airbnb los chavales viajan a casi cualquier lugar a precios baratos. Pero bueno a lo mejor algún día le pregunto por qué no ha viajado antes y sin embargo se ha hecho piloto de avión.

Nos sentamos con los demás y tenemos una cena agradable. Yo no hablo mucho y simplemente me dedico a disfrutar de la comida que está deliciosa. Yo he probado los tacos de pescado, el poke, loco moco y no he podido con más. Esto son bombas calóricas. Voy a tener una noche pesada. Seguro. Quizá mañana me arriesgue con más cosas. Lola está charlando animadamente con algunas azafatas y está robando todo lo que ha pillado a su alcance. No sé dónde lo mete, porque la chiquilla tiene un tipo espectacular. Vamos que es un pibón. Miro mi reloj, es tarde y estoy muy cansado, así que mejor me voy a dormir.

— Lola — llamo su atención para despedirme. De los demás me da un poco más igual.

— Dime grandullón — se gira y fija sus preciosos ojos en los míos.

— Me voy a dormir ¿vale?

— Oh, no, no, no, ahora vamos a irnos de fiesta ¿Verdad chicas? — se gira para mirar a las azafatas con las que habla, de las que no sabría decir el nombre de ninguna.

— Sí — contesta una, cuya cara me suena de otras veces — unos clientes están de despedida de soltera. Venían en nuestro avión y nos han invitado a unirnos a ellos luego en el bar. ¡Vamos a darlo todo!

— Ya... bueno chicas, pues, pasadlo muy bien.

— Venteeee — Lola me mira y hace un mohín, poniendo morritos para darme pena.

— Lola, os han invitado unos hombres. Creo que yo sobraría.

— Además — otra de las chicas, una rubia que parece muy, muy joven contesta airada, parece algo repelente — Él es un abuelo Lola, y nunca sale ni bebe. Se acabaría aburriendo. Mejor que no venga. — Miro a Lola de reojo que no está nada convencida

— Lolita — me mira de nuevo — ella tiene razón. Soy un sieso y un rancio, ¿recuerdas? — le sonrío para que se convenza - Mañana si no bebes mucho y madrugas, desayunamos juntos. Bryan siempre lo hacía.

— Está bien. Mañana desayunamos juntos — una sonrisa aparece de nuevo en su cara. Pero tienes que salir más — se acerca a mi oído para que nadie más lo oiga — ellas no te conocen, no puedes dejar que piensen eso de ti.

— Buenas noche loquita. Disfruta

Me giro y me voy. En realidad, me duele que piensen que soy un abuelo. Tampoco soy tan mayor. Pero soy consciente de que mi forma de vida, para chavales tan jóvenes, es aburrida. Mejor me voy a dormir, así mañana por la mañana puedo llamar a mi madre y les pillo a la hora de cenar.

Estoy durmiendo cuando aporrean mi puerta. Miro el reloj, son las 3 de la mañana. ¿Quién cojones es?

Abro la puerta y dos de las azafatas, sujetan a Lola de los brazos. Ella está tan borracha como la otra noche cuando la trajeron a mi casa. ¿Por qué beberá tanto? No es normal.

— ¿Qué pasa? — pregunto en un tono muy seco y cortante.

— Lola nos ha dicho que la trajésemos a esta habitación. Dice que no encuentra la llave de la suya — Una de las chicas habla arrastrando las palabras.

— Y con nosotras no quiere dormir. Dice que solo quería venir aquí — La otra encoje los hombros preguntándose lo mismo que yo, seguramente, ¿Por qué conmigo?

— Vale, dejadla en la cama — me hago a un lado para que entren.

Las chicas entran, dejan a Lola, miran a su alrededor y me miran embobadas.

— Estás muy bueno — Dice una de ellas sorprendida — ¿Tienes novia?

— Podéis iros. Gracias por traerla — mejor paso de sus comentarios. No me interesa decirle nada personal.

Cierro la puerta. ¿Ahora estoy bueno? Que superficiales. Me acerco a la cama y veo a Lola todo tirada. Abre los ojos y levanta la cabeza. Fija su vidriosa mirada en la mía.

— Hol... grand...dullón — le cuesta hablar, vaya pedo que lleva. Su boca dibuja una media sonrisa. Se incorpora con mucho trabajo, la ayudo a incorporarse agarrando su brazo. Una chispa salta entre nosotros. ¡Joder! ¿Qué me pasa con esta chica? Ella me mira y de repente sin darme tiempo a reaccionar, se agarra el bajo del vestido, se lo levanta y se lo saca por la cabeza.

Oh, ¡DIOS MÍO! No lleva sujetador y se acaba de quedar desnuda frente a mí. Porque el mini tanga que lleva no le tapa nada. ¿Qué hago? ¿Qué hago? Oh Dios que vergüenza. Y mi entrepierna, la muy perra, está dando brincos.

— Ay...ayúdame gran...dul... Tengo que... — la veo que sale corriendo al baño. ¡Mierda! Esto se me escapa de las manos. Veo como se pone de rodillas en el suelo y comienza a vomitar en el váter. Corriendo, también me pongo de rodillas a su lado y le sujeto el pelo. La dejo que termine. Después ella levanta la vista y se pone a llorar. Esta situación tendría que relajar un poco mi zona sensible, pero, para nada. Ella a lo suyo.

La ayudo a incorporarse y a lavarse la cara en el lavado. Luego la tiendo una camiseta de las mías y en un absoluto silencio ella se la pone y se mete en la cama. Yo la arropo y ella me agarra con sus manitas mi brazo. El chispazo que siento en la parte baja de mi abdomen es brutal. ¿Por qué me pasa esto con ella?

— ¿Puedes dormir a mi lado? — su mirada penetra todo mi cuerpo. No sé qué es, no sé qué tiene, pero le digo que sí con la cabeza. Yo no soy así, no lo he sido nunca. Soy fuerte, estas cosas no me afectan. He visto mujeres desnudas antes y nunca me he sentido tan vulnerable. He estado antes con mujeres, pero jamás he sentido este calor que me inunda cuando la toco. Me voy a volver loco.

Me coloco a su lado en la cama boca arriba, sin acercarme más de los debido. Ella se mueve, se coloca a mi costado y se abraza a mi cintura. Estoy solo con el bóxer y su contacto es tan cercano que me muero del placer. Su olor avainillado, ese que he olido antes, llega a mi nariz. Y todas mis terminaciones nerviosas se revolucionan. Me voy a volver loco, de verdad, sé que me repito, pero es que es la verdad. Porque es una niña. Podría ser casi su padre. Esto no está bien. Pero siento que me atrae como el polen a las abejas. Rodeo con mi brazo sus hombros y la aprieto levemente contra mí. Y con una sensación de estar pleno me duermo abrazado a ella. 

************

Bueno gente. 

Espero que la historia de Javi y Lola os esté gustando. 

Me gustaría que dejarais vuestras impresiones si os apetece. Y que si os está gustando, la compartáis con todos aquellos que creáis que les puede gustar.

Un saludito desde Hawái


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